Se supone que la historia tiene que ver con una leyenda urbana vietnamita aunque un ascensor especial en un hospital abandonado, es un tema que también se atribuyen los japoneses en varios films. El guión y la dirección de Peter Mourougaya no se preocupa demasiado de las explicaciones de los distintos giros del argumento, pero si pone toda su atención en la realización, el uso de colores estridentes, la pantalla a negro, los efectos fuera de cuadro que dan más temor de lo que se ven en realidad. Un juego, una aventura, usar un ascensor con una invocación repetitiva que finalmente logra sus frutos, que las puertas se abran al inframundo. Entretiene en “el durante” aunque al final deja sabor a poco. Los fanáticos del género igual apreciaran las inquietudes de ángulos especiales, lujos de iluminación y momentos de franco suspenso.
Una nueva película de terror llega a las salas con el fin de asustar, pero el guion es tan malo, que no lo logra en ningun momento. Proveniente de Vietnam y escrita y dirigida por Peter Mourougaya, la trama presenta a una joven que teme ir a un Hospital abandonado donde desapareció su mejor amiga Jina (Tong Yen Nhi). La película está basada en un juego en el que un jugador debe subir solo a un ascensor de al menos 10 pisos para acceder a otro plano. La estudiante universitaria Trang (Yu Duong) le teme a los ascensores debido a un accidente que involucró a una niña. Con el correr de los minutos Trang descubre que Jina fue amante de su padrastro Bac Si Son (Xuan Hiep Ngyuen). De todas maneras, decide intentar rescatar a su amiga, y a ella se une su prima Ngoc (Mai Bich Tram). Ambas descubren que lo que se decía del ascensor en el Hospital abandonado es cierto cuando comienzan a ver a una “Dama” algo siniestra. De todas formas, todo es confuso, comenzando por el guion y sumándole malas actuaciones y los peores efectos visuales que ví en cualquier película, de terror o de lo que sea.. No vale la pena. Mala.
Una nueva película de terror llega a las salas con el fin de asustar, pero el guion es tan malo, que no lo logra en ningun momento. Proveniente de Vietnam y escrita y dirigida por Peter Mourougaya, la trama presenta a una joven que teme ir a un Hospital abandonado donde desapareció su mejor amiga Jina (Tong Yen Nhi). La película está basada en un juego en el que un jugador debe subir solo a un ascensor de al menos 10 pisos para acceder a otro plano. La estudiante universitaria Trang (Yu Duong) le teme a los ascensores debido a un accidente que involucró a una niña. Con el correr de los minutos Trang descubre que Jina fue amante de su padrastro Bac Si Son (Xuan Hiep Ngyuen). De todas maneras, decide intentar rescatar a su amiga, y a ella se une su prima Ngoc (Mai Bich Tram). Ambas descubren que lo que se decía del ascensor en el Hospital abandonado es cierto cuando comienzan a ver a una “Dama” algo siniestra. De todas formas, todo es confuso, comenzando por el guion y sumándole malas actuaciones y los peores efectos visuales que ví en cualquier película, de terror o de lo que sea.. No vale la pena. Mala.
Sueño y realidad se entremezclan en este obvio relato de género, que intenta recuperar algunos tópicos ya visitados por la cinematografía mundial en la que el transporte que se menciona en el título de trampa mortal pasa a ser un ridículo artificio para narrar.
Esta producción vietnamita se basa en una antigua leyenda urbana y nativa. La historia nos presenta a Trang, una joven universitaria, claustrofóbica, traumatizada por la extraña desaparición de su amiga Jina en un ascensor, a través de una vídeo llamada. Luego de un año de los acontecimientos, descubre que todo puede estar relacionado al juego del ascensor, hacia esto es que la llevas sus investigaciones ayudada por su prima Ngoc. La idea es que a pesar del miedo que infunde el espacio físico del hospital abandonado, decide realizar el “juego” con la idea de descubrir que sucedió, paso a paso, piso a piso y salir indemnes del lugar, sabiendo que
Cuenta una leyenda urbana vietnamita que en el quinto piso de un hospital abandonado se abre una puerta a otra dimensión, una entrada al reino de las sombras. Ese es el punto de partida del austero experimento de Peter Mourougaya y también el límite del naciente universo de su ópera prima. Estrenada en Vietnam en plena pandemia y recién llegada a los cines argentinos luego de dos años de espera, El ascensor del diablo sí ostenta una única virtud: anticipar la reciente moda del terror del trauma, aquella tendencia que da visibilidad en la iconografía del género a un hecho real, alojado en el pasado, oculto en la memoria. En ese sentido, la película juega –de una forma bastante banal- con artefactos conocidos como el marco onírico del cine de Fritz Lang y el concepto de pesadilla infantil que impulsó El mago de Oz. De ese cóctel salen apenas unos torpes planos giratorios y unas confusas imágenes de pesadilla en rojo furioso. En los primeros minutos de El ascensor del diablo, Trang (Yu Dong), una estudiante universitaria, conversa por videollamada con su amiga Jina (Tong Yen Nhi), de excursión por el hospital abandonado de la ciudad para poner a prueba la conocida maldición. Jina desaparece, Trang carga con el pavor a los ascensores, y el regreso al hospital para repetir el desafío es cuestión de minutos y de necesidad argumental. Pero más allá de la simpleza de este disparador, las limitaciones de Mourougaya se concentran en su incapacidad de dar espesura a la inquietud de sus personajes (construidos en base a reacciones mecánicas), de trascender el espacio abstracto de las pantallas digitales como forma expresiva del miedo, y en recurrir a todas las trampas posibles –vuelta de tuerca incluida- para expandir un relato que no pasa de la anécdota.
"No puedes manejar la verdad!" – A Few Good Men LOCOXELCINE REVIEWS ESTRENO DE LA SEMANA REVIEWSTERROR Review: El Ascensor del Diablo Débora Faoro - 3 de noviembre de 2022 Hace muchísimo que no veía una película como esta y veamos por qué. El Ascensor del Diablo es una película de origen taiwanés que en el mundo fue estrenada durante 2020/2021 y a los cines argentinos llega el jueves 3 de noviembre. Esta peli “de terror”, dirigida y guionada por Peter Mourougaya, está basada en un rito coreano para enfrentar los miedos y que va más o menos así: por medio de un ascensor se pasa a otra dimensión de este mismo mundo, pero en versión espelúznate. El procedimiento en principio necesita un edificio con al menos 10 pisos y una hora de muy poco tránsito, de madrugada, por ejemplo, para que nadie llame al ascensor mientras estamos en medio del juego. Entonces sí, solitos con nuestra alma, nos subimos al ascensor en el 1er piso listos para superar nuestros miedos y la primera parada es el 4to piso, luego descendemos al 2do y volvemos a subir al 6to para poder bajar de nuevo al 2do. No se mareen, casi llegamos, del 2do vamos al 10 mo, el del miedo a la muerte y por fin la última bajada, al 5to piso, el miedo a la maldición. Esta es la parada del máximo terror, algo más va a entrar. Una vez que se cierra la puerta hay que tocar el botón hacia el 1er piso y si, en cambio, el ascensor nos llevara al 10 mo y la cosa hubiera subido con nosotros desde el 5to…, estás al horno. En el 10 mo vas a estar en problemas, vas a desaparecer en la otra dimensión. No les quiero mentir, no es fácil, es probable que se equivoquen y terminen en el infierno. Mejor no lo hagan. El Ascensor del Diablo comienza contándonos que Trang, la protagonista, perdió en este juego a su mejor amiga Jina mientras hacían una videollamada y quedó con un trauma que no la deja subir a ascensores, por lo que ahora está en tratamiento psiquiátrico, al mismo tiempo que su madre y el esposo se están separando. De la nada, o mejor dicho a partir de una historia ridícula, su padrastro decide ir en busca de Jina y hostigando a Trang, esta le cuenta acerca del juego. Así comienza el nuevo rito, con Trang y su prima Ngoc yendo a buscar a un hospital abandonado a Jina y al ahora desaparecido padrastro. El Ascensor del Diablo desea ser una película de bajo presupuesto cool y qué decirles, hace muchisisisisísimo que no veía una película tan mala. No da miedo porque es inentendible y ridícula. Se ve mal y la historia no tiene pies ni cabeza, no cierra por ningún lado. No se puede empatizar con la protagonista porque vive desmayada, la única que, al menos, logra sacar una sonrisa es la descarada Ngoc. Además de todo esto hay: adultos que se comportan como adolescentes, una trama secundaria oscura que no se termina de develar, vómitos negros, vestigios zombis de refilón, diálogos absurdos y conjeturas en voz alta. Por suerte dura una hora y nada más.