Recrear el mito del minotauro Un filme austero, que combina suspenso y sello de autor. Los datos previos pintaban un panorama complicado: un texto de Borges como disparador, bajísimo presupuesto, dos directores de 26 años -en su opera prima- y tres actores -el elenco entero- que hacían su debut cinematográfico. Pero El bosque , una recreación contemporánea del mito del Minotauro, es una grata sorpresa. Con una estética cuidada, de planos bien compuestos, Pablo Siciliano y Eugenio Lasserre narran una historia bien cinematográfica: con pocos personajes, lacónicos, que generan misterio y tensión, sin caer en los lugares comunes del cine fantástico o de suspenso. Con una alusión inicial a La casa de Asterión , cuento breve de Borges -en el que el “minotauro” padece hasta la locura por su encierro, y aguarda ser liberado por la muerte-, la película elige a un bosque como representación del laberinto sin salida en el que, con sus variantes, todos estamos perdidos. En su centro se mueve Dannenberg (Oscar Pérez), un anciano que vive aislado, alimentándose de animales que mata a escopetazos o a corte de cuchillo. Cada día se detiene frente a dos tumbas, coronadas por un círculo de madera. Su existencia, monótona y salvaje, cambia -aparenta cambiar- cuando dos jóvenes (Paula Brasca y Martín Markotic) llegan al lugar: ella, como para que no queden dudas del mito recreado, se llama Ariadna. Desde este encuentro, los directores generan una atmósfera de angustia y misterio, con economía de palabras y actuaciones correctas, aunque irregulares. ¿Traerán los jóvenes la liberación (el fin) de Dannenberg o serán parte del encierro y de un tiempo circular? Los directores manejan, con pericia, este crescendo dramático.
Tres personajes atrapados en la fantasía Mientras el cine de género triunfa en la taquilla del mundo entero, en Argentina todavía cuesta que encuentre su lugar, ya sea en difusión, distribución o exhibición. De factoría mayoritariamente independiente, numerosos realizadores han transitado por este camino con mayor o menor suerte. En los últimos tiempos hubo ejemplos claros de que el cine de terror, gore y fantástico argentino funciona, y El bosque es un claro ejemplo de que hay directores que se arriesgan a no seguir a las convencionalidades impuestas y lograr así hacer un cine diferente. Con claras referencias a la leyenda del Minotauro y a la literatura borgeana, los realizadores se toman la licencia de adaptar la historia al mundo de hoy. En ella, tres personajes atrapados en un bosque se dejaran llevar por la tragedia de un destino marcado con antelación. Una cuidada y minuciosa construcción estética logran un film atractivo desde el plano visual pero justificado desde la narrativa. Cada plano, cuidado en su más mínimo detalle, tendrá un porqué dentro de la historia a la que se está refiriendo. A pesar del espacio reducido y de contar con sólo tres personajes, la cámara se abre de tal forma que lo chico parecerá grande y lo feo se convertirá en bello, sin por eso convertirse en un film abyecto. Temporalmente El bosque transcurre en fracciones de tiempo que hábilmente, los directores, lo dividieron utilizando separadores fundidos al negro, elemento que sirvió para marcar cada una de las pequeñas elipsis temporales que serán determinantes a la hora de subrayar los cambios en las personalidades de cada uno de los personajes implicados. Fantasía, leyenda o realidad El bosque juega con los géneros de la misma manera que manipula al espectador para llevarlo hacia el estado que propone, ya sea de tensión, zozobra o relax. Algo que en el cine argentino muy pocas se permite y que hacen de que un espectador pasivo se convierta en activo. Pablo Siciliano y Eugenio Lasserre construyen un film homogéneo tanto en contenido como forma y a su vez heterogéneo a los cánones al que éste nos tiene acostumbrados. Queda claro que es un mérito que debe ser tenido en cuenta a la hora de elegir qué película ver este o cualquier otro fin de semana de noviembre. Sólo se proyecta en el Arte Cinema de la Ciudad de Buenos Aires.
Minotauro en un bosque de Pehuajó Una lograda revisión del mito griego Dannenberg vive solo en el medio de un bosque en casa sin número. Caza un conejo, rinde tributo a un par de tumbas coronadas por el signo de un Minotauro (un círculo de madera) y espera. Su péndulo está inmóvil hasta que comienza a funcionar como puesto en marcha por el destino. Dannenberg sabe que está por llegar quien descubrirá allí a su monstruo interior y ocupará su lugar. El bosque , la ópera prima de Pablo Siciliano y Pablo Laserre, que tienen 26 años y son de Comodoro Rivadavia, costó nada más que 4000 dólares. Los dos coincidieron en La Plata, en la Facultad de Bellas Artes, donde estudiaron cine. El suyo es un relato de suspenso austero, con muerte anunciada. En buena medida, el efecto hipnótico del film es producto de su excelente encuadre apaisado, y la fotografía trabajada con puntilloso cuidado -en HD- por el mexicano Pablo Alberti y el argentino Pablo Yanelli. Sorprenden las actuaciones, en especial la de Oscar Pérez, un actor teatral de Pehuajó (donde tuvo lugar el rodaje), que con pocas palabras y miradas muy trabajadas conmueve; también las de la pareja, Ariadna y Martín (el nuevo Teseo), que llega al lugar para romper la rutina de este hombre que parece sacado de La casa de Asterión , de Jorge Luis Borges (a cargo de Paula Brasca y Martín Markotic). En medio de ese páramo se quebrará el devenir de la nada para dar paso a la violencia, a la posesión, al hecho de sangre y al ritual que marca un nuevo inicio. "El Minotauro apenas se defendió", dijo Teseo a Ariadna, en palabras de Borges, y aquí esta historia se repite, porque Dannenberg, según Laserre y su coguionista Gastón Markotic, conoce el desenlace y no se resiste. A pesar de algunos desajustes del guión que perjudican los muy buenos climas logrados, es importante destacar la patriada de la Facultad de Bellas Artes de La Plata en esta producción, que no es la primera (los cortos Toro verde y Túneles en el río , visto en el Festival de San Sebastián; el largo Los chicos desaparecen , especiales para el canal Encuentro) y que seguramente no será la última. Una sorpresa que reconforta, entusiasma y habla de futuro promisorio, que no es poco.
Tortuosos son los caminos del cine de suspenso, y más aun los del cine argentino que se atreve a encarar producciones de este género. Pero el bosque tiene, por otra parte, ese toque de "terror" que lo acerca a films como Revelaciones y el grado de "fantástico" suficiente como para haber sido presentado en el festival Buenos Aires Rojo Sangre de este año 2010. Afortunadamente, viene en copia de 35 mm y en un hermoso cine como el Gaumont todos podremos disfrutar de una muy buena obra con calidad y a precios ajustados. La crítica ha sugerido que El Bosque sería una reversión del mito del Minotauro. Si bien las alusiones al mito de Teseo y Ariadna son obvias, éste fue para el film de los jóvenes Eugenio Lasserre y Pablo Siciliano una inspiración. Lo demás viene con las características mismas del suspenso: la sensación de no hallar salida alguna, herencia de Hitchcock y tantos otros. En ese embrollo se encuentran dos mochileros, la alusivamente denominada Ariadna (Paula Brasca) y Martín (Martín Markotik), al perderse en el medio de un bosque y acceder a la invitación de un solitario y extraño hombre, Dannenberg (Oscar Pérez), de quedarse al menos una noche. A partir de allí, la estancia se prolongará, dado que el sitio es pertinente para la investigación ornitológica de Ariadna y Dannenberg conoce del tema y, a decir verdad, no tiene otra cosa que hacer. En ese punto Martín adquiere una centralidad inusitada, dado que se distancia de Ariadna y se enfrenta con el dueño de casa, quien por cierto, sabe cazar y utilizar un rifle. Si volvemos a la cuestión del mito del Minotauro, deben destacarse dos conceptos: la cacería y la circularidad. El constante acecho de los protagonistas masculinos entre sí -botín femenino de por medio- y las referencias al tiempo y a la ingesta de carne no son sino referencias de un inevitable destino: el que ha sellado que del bosque no hay escapatoria posible. Es menester felicitar a todo el equipo de producción, pues consiguieron desarrollar (con la ayuda de la facultad de Bellas Artes de La Plata) una película definitivamente redonda. Cuando los films no pretenden ser más de lo que lograron ser, entonces nos enfrentamos con un trabajo bien encarado -malo o bueno, eso lo dirán los espectadores. Pero lo que trae más felicidad es que una realización argentina se preste tan bien a un género que sabe cultivar perfectamente y que muchas veces pasa desapercibido por el INCAA (aunque en este caso Liliana Mazure haya asegurado su presencia en la Avant Prémiere). Por último, haré lo que se espera que los críticos hagan, sugerir o recomendar un film. El Bosque destila juventud y a esos jóvenes que se van de mochileros o que quieren divertirse con un poco de naturaleza, sangre y locuras, la presente película encajará como anillo al dedo con su gusto. Personalmente, no pude olvidar aquellas púberes noches de Scream y de cómo Wes Craven resucitó su terror teen con nosotros -y aclaro que no soy tan viejo: fue en VHS. Quizá esas tardes de cine sigan existiendo, pero la situación de los cines y la del cine en particular me hace descreer de esa posibilidad. Los films "alla Rojo Sangre" tienen ese aspecto retro tan placentero y que les otorga eternidad, pues los morbos, las fantasías y los traumas siempre, decía el viejo Freud, salen por alguna parte. Guardemos esas atrocidades para el arte.
Película nacional de bajo presupuesto de un par de directores noveles, El bosque cuenta con un buen trabajo de cámara y algunos interesantes climas, pero no logra amalgamar esas ideas a través de una trama con sustento. Tampoco ayudan a Pablo Siciliano y Eugenio Lasserre, los jóvenes y acaso promisorios cineastas, el trío protagónico con que llevaron a cabo el proyecto. Oscar Pérez, Paula Brasca y Martín Markotic, con muy poca o nula experiencia en cine, debían cargar con todo el peso dramático del film y no aportan la expresividad y convicción necesarias. Este largometraje que fuera estrenado sin mayor repercusión hace algunas semanas, es relanzado ahora oportunamente, y narra una historia ambientada en el marco natural al que alude el título, en el que un sujeto mayor, ermitaño y taciturno que vive en una casa perdida en el medio del campo, refugia a una joven pareja que está de paso, lo que da pie a una perturbada relación triangular, con extraños cambios de comportamiento y situaciones sobrenaturales que llevarán a sombrías consecuencias. Con toques de thriller alegórico, y un atrayente trabajo de sonido, El Bosque cuenta con algunos méritos, ya apuntados, que no alcanzan pero abren auspicios para el futuro de Siciliano y Lasserre.