Del símbolo a la realidad. Desde la idea de su título, este documental expone desde los testimonios de sus protagonistas sobrevivientes un hito de la historia de la Resistencia Peronista, la sustracción del sable corvo del General Don José de San Martín, con fines tanto simbólicos como políticos que durante décadas dividieron aguas en las propias filas del partido peronista, y que reflejan el contexto sociopolítico de una época de convulsionada.
El peronismo en su laberinto Hacer un documental sobre la tentacular política argentina, aunque muchos lo intenten, no es una tarea fácil. Aún menos cuando se trata de ese mundo tan complejo a entender y concebir que constituye el peronismo. El segundo largometraje del joven documentalista Nahuel Machesich tiene el mérito de abordarlo de forma bastante astuta, partiendo de un evento casi anecdótico para construir una metáfora de la militancia peronista. La intriga principal, que guía toda la trama, es el robo del famoso Sable de San Martín por cinco jóvenes peronistas en el 1963, en plena proscripción del peronismo. Sigue una verdadera cacería humana por el poder establecido que busca durante varias semanas a los ladrones. Usando diferentes recursos, de imágenes de archivo a animación, el documental recrea el evento, y (tal vez sobretodo) muestra sus marcas, sus consecuencias hoy, dando un espacio amplio a la voz de los protagonistas de esta noche épica. Sus testimonios, y los de los militantes peronistas de aquella época en general, son centrales. El documentalista/investigador los deja buscarse, formarse, desarrollarse, en largas secuencias. Así, el comienzo de la película es la apertura del congreso organizado en 2013 por los militantes peronistas actuales, para el aniversario de los cincuenta años del “rescate del Sable”. La presentación del congreso constituye la presentación de la película: los actores de esta historia hablan por ellos mismos, despojados de una voz en off ajena. El Sable de San Martin es símbolo de la liberación del pueblo y de su autodeterminación para los jóvenes peronistas de los 60, que lo resignifican en el marco de su lucha. El documental, en esta continuidad, hace del Sable una representación de la apropiación política, y propone una reflexión sobre la relación del Estado con el pueblo. Así, roban el Sable en el museo de la historia nacional: ¿a quien pertenece la Historia, al Estado, o al pueblo? Y el peronismo de izquierda, poco a poco abandonado por Perón como lo explicita el documental, ¿a quien pertenece? La cuestión de los movimientos populares y los porvenires de sus ideales pasa por una puesta en condición interesante de los testigos en los lugares donde se pensó la resistencia peronista. El reencuentro de tres de ellos en la confitería donde concibieron el operativo del Sable deja así surgir una melancolía palpable: pasaron el tiempo, los gobiernos y las dictaduras, ¿donde van los ideales?
UN ROBO MILITANTE El director Nahuel Machesich realizó este documental que cuenta un hecho de la resistencia peronista en l963, cuando cinco jóvenes militantes roban el sable corvo de San Martin con la intención de llamar la atención mediática y el deseo de llevarse a Juan Domingo Perón. Los dos únicos sobrevivientes Osvaldo Agosto y Manuel Gallardo recuerdan y analizan la época.
El sable recupera el relato de un robo histórico El 12 de agosto de 1963 cinco jóvenes de la resistencia peronista robaron del Museo Histórico Nacional el sable corvo del general San Martín. El objetivo era reanimar la militancia del peronismo, en ese momento proscripto, y llevárselo a Perón a España. A más de 50 años de este episodio sólo dos de sus integrantes están vivos: Osvaldo Agosto y Manuel Gallardo. Cada uno a su manera encarna el peronismo en vertientes ideológicas que los enfrenta y es así como aquella acción se convertiría en una metáfora para reflexionar acerca de las complejidades de uno de los movimientos políticos más importantes de nuestra historia. El director Nahuel Machesich elaboró con estos elementos un documental en el que tanto Agosto como Gallardo van deshilvanando los pormenores de ese robo y relatan la forma en la que se consumó y la trayectoria de Perón desde sus inicios en la política hasta su muerte. El film, y he aquí su originalidad, no se limita sólo a poner en boca de esos dos sobrevivientes el clima que se vivía en aquellos años particulares, sino que también a través de impecables ilustraciones de Pol Maiztegui van surgiendo los momentos más importantes de ese robo que en su momento conmocionó al país.
El símbolo Con el objetivo de reanimar la militancia del peronismo, que en ese momento se encontraba proscripto en el país, el 12 de agosto de 1963 cinco jóvenes de la denominada Resistencia Peronista robaron el sable corvo del general José de San Martín del Museo Histórico Nacional. Además del impacto que buscaban con el hecho, tenían la intención de llevárselo al líder del movimiento: Juan Domingo Perón, quien para ese entonces estaba exiliado en España. A más de cincuenta años del suceso, el documental El sable, de Nahuel Machesich, reconstruye lo sucedido en aquella época, tomando como base el relato de los únicos dos integrantes del episodio que están vivos: Osvaldo Agosto y Manuel Gallardo. Con sencillez y dinamismo, el trabajo va narrando cronológicamente la historia del sable corvo desde el momento en que el general San Martin lo compra hasta el cercano acontecimiento de su traslado al Museo Histórico Nacional en 2015. Todo se cuenta en forma prolija y clara, con testimonios valiosos y de gran conocimiento sobre las cuestiones que se expresan. Sin embargo, en su parte final, la producción comienza a ser redundante, perdiendo el acertado ritmo impuesto desde su comienzo, concluyendo de una manera un poco extraña. El documental posee una admirable rigidez histórica, siendo preciso en lo que busca narrar, utilizando de manera acertada los registros de archivo, aportándole humanidad a esas imágenes y recortes de diarios que se presentan mediante el relato de los protagonistas que expresan sus vivencias de lo acontecido. Asimismo, el film rescata una parte de nuestra historia enfocándola desde otro aspecto, a través de un hecho (quizás olvidado) que conmocionó en aquella época pero que resulta un fiel reflejo de esos años convulsionados políticamente. También resulta interesante para entender la biografía del movimiento peronista y cómo se van generando las diferentes fracturas que tuvo (y tiene) esa fuerza política. En definitiva, El sable resulta una producción correcta, de buena factura, simple pero efectiva, concreta en lo que intenta contar (salvo en su final) y que termina siendo una atrayente propuesta para conocer un poco más la historia argentina.
Filme documental pequeño por donde se lo mire, y en todo sentido, ya que la primera descripción de la chispa que le dio origen se cierra como una anécdota que, sabida, sólo ocupa una porción mínima del relato audiovisual, que por suerte no se estira demasiado. La historia del robo del sable corvo del general San Martín, termina por ser una excusa, por momentos burda, para hablar de los otros años sesenta. Lo histórico, lo político y lo policial se mezclan, combinando distintos registros que van desde imágenes de archivo, entrevistas actuales, a recreación del robo en animación, para hablar de la otra cara de los sesenta. De hecho el robo en sí es un episodio demasiado breve, relatado en una animación El 12 de agosto de 1963 cinco jóvenes de la Resistencia Peronista fueron protagonistas de un particular operativo: el robo del sable corvo del general José de San Martín. El objetivo era reavivar la militancia del peronismo, que en ese momento se encontraba proscripto en el país. También tenían la intención, la idea, de llevárselo al líder del movimiento: Juan Domingo Perón, quien para ese entonces estaba exilado en España. A más de cincuenta años del hecho, sólo dos integrantes del episodio están vivos: Osvaldo Agosto y Manuel Gallardo. Ambos se dicen peronistas, pero cada uno encarna al peronismo en vertientes ideológicas que los enfrenta. Hoy en día ni se hablan. Lo saludable de la realización es que no trata de juntarlos, al mismo tiempo que produciendo las rupturas temporales necesarias, sólo se fortalece en estos dos personajes, hombres de base, y como ellos mismo dicen, no son militantes rentados en clara alusión a lo producido desde los años 90, teniendo como corolario, sin nombrar, a La Cámpora. Es así como aquella arriesgada acción militante se quiere convertir en una metáfora para especular sobre las complejidades del movimiento político más determinante en la historia de nuestro país: el peronismo, objetivo que no se logra pues deriva en un despliegue sin fin de todo el acervo panfletario del que es capaz el peronismo, desde sus antagonismos internos hasta las luchas por un espacio de poder. Así el filme se da lugar a denotar todo lo que está, estuvo, y posiblemente esté mal, incluyendo el menemismo, el kirchnerismo, y hasta se da el lujo de anticiparse al macrismo, pues la producción es del 2015. Pero desde lo que interesa contar, el “cómo” y su estructura, acaba siendo un ejemplo más, que no termina de aburrir en demasía porque finaliza un par de segundos antes.
En plena poscripción del peronismo, un grupo de la JP robó el sable corvo del general San Martín del Museo Histórico Nacional. Fue una acción política para vigorizar los ánimos de la resistencia. Ocupó titulares y terminó, para sus protagonistas, en la violencia y la muerte de la represión más brutal. Este documental cuenta con los valiosos testimonios de los sobrevivientes, material de archivo y el aporte de pasajes animados. Con esos elementos y buen ritmo narrativo, cuenta un episodio particular de nuestra historia política y alumbra aspectos de esa cosa inabarcable, y constitutiva de la política argentina, llamada peronismo.
El cine político continúa atravesando un buen momento en la producción nacional. O al menos habrá que saber que hasta que la cosecha 2014/2015 se termine de estrenar tendremos oportunidades de poder repasar la historia reciente. Además, las posibilidades expresivas con las que en la actualidad la mayoría de los realizadores cuentan, hacen escapar las producciones de lugares comunes y puestas en escena tradicionales, datos que revalorizan la narración y el enriquecimiento de aquellos productos que, sabiendo que se arriesgan, sumarán un plus a su propuesta. En “El sable” (Argentina, 2015) de Nahuel Machesich propone, a partir de un objeto concreto, el que da el título al filme, armar una compleja trama reticular a partir de la cual se inviste al objeto en cuestión con los anhelos y esperanzas del movimiento político peronista. Así como grandes realizadores se han manifestado proclives a la figura de Perón y su línea estratégica en la política, piénsese a Pino Solanas, o a Leonardo Favio como claros exponentes de un cine que manifestó su inclinación, en el caso de Macehsich también hay una definición de él mismo como político. Este joven director aprovecha el momento “tecnológico” actual para atravesar su reflexión y mirada de una multiplicidad de recursos, los que no hacen otra cosa más que potenciar el discurso que se enumera. Así, la resistencia peronista ante todos los embates que a lo largo de su historia ha sufrido, terminan por proyectar en el sable de San Martín su profunda y dolorosa gesta, la que, enmarcada en un contexto popular y nacional, supo por distinguirse y consolidarse como la que más adhesiones ha logrado a lo largo del tiempo. Pero también ha sido la que mas detractores obtuvo, y en ese contraste de intereses es en donde el director reposa su mirada, afinándola hacia el primer “bando” y buscando a partir de entrevistas, imágenes de archivo, recreación de situaciones animadas y demás, el contexto ideal y también necesario para que todo acontezca. Si el sable se convierte en el emblema a conseguir por los jóvenes que adscribieron al peronismo durante las décadas del 60 y 70 del siglo pasado, Macehsich bucea en la compleja y profunda reflexión que sobre el mismo se ha hecho. El peronismo entendido como un todo, comienza a partir de la búsqueda de otra definición, diferentes vertientes, y quizás en las más radicalizadas y extremas es en dónde se supo conformar un movimiento, vigente hasta hoy en día, que terminó por definir gran parte de la situación política y coyuntural de un país que necesita redefinirse a sí mismo en un momento como el actual, pasado por lavandina y lleno de globos amarillos.
El Sable nos cuenta la crónica documental del robo del Sable del General San Martín por parte de la Resistencia Peronista en 1963. La idea era avivar el Peronismo en su época de proscripción e incluso llevarle el sable a Perón en España. Hoy sólo dos de los autores del robo siguen vivos, y veremos que si bien siguen siendo peronistas, están parados en dos veredas diferentes de las múltiples que tiene el movimiento hoy en día. El Sable del General La crónica del golpe por el sable nos lleva a 1963, a la preparación de un robo con valor simbólico y político dentro de la historia argentina. La Resistencia Peronista, haciéndose eco de aquel tandem que supieran inventar -San Martín/Rosas/Peron- decide que el Sable de San Martín pertenece únicamente al pueblo Peronista, y para avivar la militancia en una época en la que estaba proscrito, deciden llevar a cabo su robo. Pero lo que El Sable nos cuenta es más que esta crónica de un robo. Es como se luchaba desde la clandestinidad por un ideal, por un partido político, y sobre todo en nombre de un líder ausente. También nos cuenta la crónica de como eran las cosas en esta clandestinidad. Como cuando uno de los protagonistas del robo, muestra orgulloso el arma con la que rompe la vitrina donde se encontraba el sable, diciendo “la conservo como recuerdo de nuestras chiquilinadas”. Ocultos a la vista Sin embargo, también podemos sentir a través de los testimonios, la militancia. La verdadera militancia. La que se hacia en secreto, con miedo de ser descubierto. Con incluso cierta ingenuidad pensando en la posibilidad de cambiar el mundo, o al menos el destino de un país. Que a fin de cuentas resultaría, ya que Perón volvería al país cubierto de gloria. Incluso las anécdotas que Agosto y Gallardo cuentan (los dos sobrevivientes del Operativo) rayan lo cómico, ayudado por las ilustraciones del caso, contando como por ejemplo, la juventud se “iniciaba” con vendas y todo en los ojos, y juraban lealtad a Perón sobre el sable de San Martín. Lo cual es cómico en su constitución, ya que el General San Martín se fue del país, porque no soporto verlo dividido. No soporto ver hermanos enfrentados. Pero por alguna razón, la Resistencia Peronista consideró de manera loable (o no) que el sable no pertenecía a TODO el pueblo, si no sólo a los seguidores de determinado partido político. Pero eso es harina de otro costal. Técnica y acero A nivel técnico, El Sable cumple escuetamente su misión de contar lo que quiere contar. Con puestas en locación y sin demasiada búsqueda estética, El Sable tan solo nos muestra y nos cuenta lo que quiere mostrar y contar, nada mas (y nada menos). Por momentos, ciertos actos están representados en dibujos semi-animados, que muestran contrastes oportunos con lo que se relata en off. Por ejemplo, Agosto y Gallardo contando que entraron armados al museo pero sin violencia, cuando en el dibujo podemos ver a cuatro tipos sacados, pateando la puerta y reduciendo al cuidador del museo de un golpe. Acierto Sin duda la inclusión de estos dibujos es un punto alto en una estética un tanto achatada. Por otro lado, quienes dan cierto vuelo al relato son los dos sobrevivientes. Osvaldo Agosto y Manuel Gallardo, no solo con sus personalidades sino también con sus respectivos compromisos con el Peronismo, con sus visiones y sobre todo con sus presentes, son quienes mantienen a flote el relato del documental. Conclusión El Sable tan sólo nos cuenta una anécdota semi-olvidada de nuestra historia. Ni la mas importante ni la mas insignificante. El robo del sable de San Martín supo reunir y avivar las voces Peronistas en toda la argentina, como era su meta. Y asistiremos al relato de justamente eso. El resultado si bien dispar desde lo técnico y narrativo, no quita el merito de crónica histórica. Sin olvidar que el tinte político tiñe toda la historia a la que asistimos. Aun así, como todo documental, tiene el valor de lo que sus hechos nos cuentan y nos ilustran, sin importar nuestros colores políticos. O quizás si.