Video Turístico Estrenada como un documental en el Espacio Incaa de Constitución “Arte Cinema”, el trabajo de Fernando Martinez es un video turístico sobre las ruinas de Machu Picchu. Tomas panorámicas que describen la ciudad de Cuzco, el lago Titicaca y las ruinas del Imperio Inca, son acompañadas de una voz en off didáctica que proporciona información sobre el lugar. Un video para viajeros. Si usted quiere conocer, tener un pantallazo de la cultura Inca, y no quiere acudir a un libro de historia ni interiorizarse con ese universo sino simplemente verlo de manera exótica, este es su video. En busca de la ciudad perdida (2013) brinda un visionado general para el turista propio del legendario programa de televisión La aventura del hombre. Pero también cuenta con un protagonista, Héctor Magni, que aparece al final de cada paneo de cámara, como una suerte de viajero ocasional -que nunca habla- cuya razón de ser es la identificación con el espectador turista al que va dirigido el material. Son muy atractivas las imágenes que captan la belleza del lugar, y realmente generan la sensación de querer estar ahí. Así mismo la información brindada es muy precisa tanto geográfica como socio históricamente. Como video turístico es un trabajo exquisito. Hay en la TDA (Televisión Digital Abierta) un canal que se llama “Viajar” destinado a este tipo de material para viajeros. Quizás ese canal de difusión hubiese sido más apropiado para este trabajo que una sala de cine.
Las ruinas de Machu Picchu son una obra maestra de la arquitectura y la ingeniería. Sus particulares atractivos paisajísticos y el velo de misterio que se ha tejido a su alrededor las han convertido no sólo en uno de los destinos turísticos más populares del planeta. También le valió ser considerada una de las siete maravillas del mundo moderno. En este documental, la cámara del director Fernando Martínez sigue los pasos del viajero desde su llegada al Perú, a quien le permite recorrer las aguas claras del río Titicaca y le da la oportunidad de pasear por Cuzco hasta llegar a su destino: la ciudad en las nubes. Una voz en off relata este viaje que habla de asombros contemporáneos y de secretos milenarios. El film pretende ser algo más que un mero paseo turístico, descubriendo los más escondidos lugares de las ruinas de Machu Picchu, un objetivo totalmente logrado aquí. La música, con la conducción de Héctor Magri, se impone como perfecto fondo del paseo de ese hombre que se asoma a la pantalla con paso cansino y ojos atentos. También una excelente fotografía se pliega a este viaje a una ciudad perdida, siempre dispuesta a abrirse a la mirada atenta de aquellos que tratan de descubrir sus más intensos secretos.
Un documental convencional sobre los rastros de la civilización incaica, con un relato de hechos conocidos, nada distinto de lo ya visto muchas veces en la tele.
La riqueza de la cultura inca Un documental "geográfico" que presenta uno de los grandes misterios de la humanidad, es lo que devela este trabajo, que recorre algunos de los centros históricos (y turísticos) más valiosos de Perú. La película de Fernando Martínez está íntegramente guiada por la voz en off de un narrador, que va detallando parte de la historia de lo que se ve de un fascinante material. Es así que la cámara va recorriendo lentamente el lago Titicaca, con sus islas flotantes y sus casas y embarcaciones de totoras, en las que viven los descendientes de los aymarás, que aún subsisten de la caza y de la pesca y le cantan al turista con particular encanto algunas de sus temas ancestrales en su idioma ancestral. CUZCO SECRETO También la cámara recorre la ciudad de Cuzco de la que a noventa y seis kilómetros se encuentran las ruinas de Machu Picchu, toda una proeza de la arquitectura de los incas, con sus amplias terrazas para sembrados, sus perfectas edificaciones de piedra y el diseño de una ciudad que se dividía en un sector agrícola y otro urbano. Las ruinas de Ollantaytambo, o las de Sacsay Huaman, con sus rocas gigantescas y perfectamente encastradas realmente asombran, lo mismo que la antigua Iglesia de Santo Domingo, en Cuzco, edificada sobre lo que fue el templo del Sol, de los incas. "En busca de la ciudad perdida" es un documento imperdible para quienes quieren acercarse a la cultura peruana y en especial a Machu Picchu, porque permite un viaje detallado y hace conocer un paisaje que parece de "otro mundo", todo desde la butaca del cine.
Machu para turistas El documental de Fernando Martínez se centra en la ciudad sagrada de los incas, Machu Picchu, pero no aporta nada nuevo. Lejos de la época en que era toda una epopeya aventurera, el viaje a Machu Picchu se convirtió en un trillado destino vacacional. La ciudad sagrada de los incas es ahora una meca turística internacional y la foto del Huayna Picchu con las ruinas a sus pies es casi un ícono pop al estilo del Che de Korda. Poco queda por decir de un lugar que, aun así, sigue siendo maravilloso -incluso fue marketineramente consagrado como una de las nuevas siete maravillas del mundo- y motivando documentales, como En busca de la ciudad perdida (estrenado ayer en el Arte Cinema). Agregar algo más sobre Machu Picchu es todo un desafío, y el gran problema de la película de Fernando Martínez es justamente que no aporta nada nuevo. Al contrario: lo que se elige mostrar es todo lo que ya se vio infinidad de veces y que forma parte de cualquier viaje estándar, incluyendo ciertas puestas en escena para turistas (la nena vestida con traje típico sosteniendo una llama en brazos, etc.). Con la voz en off de un locutor que da datos históricos y geográficos básicos, parece más destinada a proyectarse en escuelas que en salas de cine. La calidad de la imagen y del sonido es muy pobre; por momentos, parece el video casero -hecho con mucha dedicación- de unas vacaciones: cada tanto, aparece en primer plano un hombre circunspecto (¿será el propio Martínez?) al estilo del turista que quiere dejar constancia de su presencia en lugares históricos. Mejor, aprovechar los últimos estertores del dólar turístico barato y unirse a las masas que visitan Machu Picchu en carne y hueso.
Para el que nunca fue a las ruinas de Machu Picchu y desea conocer algo de ese mundo y sus alrededores, que incluyen otros monumentos y reliquias milenarias del imperio incaico, En busca de la Ciudad Perdida puede resultar medianamente útil. Aunque más no sea para establecer un itinerario para recorrer ante una supuesta visita. Pero si estamos hablando de cine documental, esta pieza de Fernando Martínez carece casi por completo de interés, porque se trata, ya con lo antedicho queda claro, de un producto eminentemente turístico y despojado de mínimas propuestas expresivas o audiovisuales. Martínez recorre rutinaria e inconsistentemente esos bellos escenarios, en donde lo natural, lo antiguo y lo moderno se mixtura, pero sin ningún criterio artístico. Para colmo comete la torpeza de aparecer permanentemente en cámara sin objeto alguno, en primeros planos delante de los paisajes o caminando sin rumbo, movido acaso por un narcisismo inexplicable. El presunto documental cuenta con una locución convencional que ilustra las imágenes como si fuera el spot de una agencia de turismo, y sólo se puede rescatar la música de Héctor Magni, un profesional del soundtrack de cine, que aporta buenas armonías y sonoridades.
Con semejante título, “En busca de la ciudad perdida”, suena inmediatamente a una de aventuras arqueológicas. Buen gancho si se quiere, porque estamos frente a un documental bien al estilo televisivo, de esos a los que, una vez terminados de compaginar, la National Geographic le agregaba el texto en off como para “humanizar” las imágenes. Así se descontextualizaba el ciclo de la vida, se musicalizaba cual personajes de los clásicos de Disney, y al televidente le quedaba que el león era muy, muy, malo por comerse a una pobre gacela. Perdón, me fui por las ramas. “En busca de la ciudad perdida” tiene un cuidado estético narrativo funcional a convertirse en una suerte de diario de viaje que se inicia en Perú y termina precisamente en las ruinas de Macchu Picchu. Durante el trayecto veremos un recorrido pintoresco e interesante que mostrará al director, Fernando Martínez, como testigo presencial del trayecto. Habla e interactúa por momentos como asomándose al cuadro, en tanto en otros lo hace de manera más directa. Mientras, algunos datos adicionales a lo que vamos viendo los proporciona la voz en off de Ariel Fiorenza, una suerte de guía turístico al que sólo le falta decir de qué lado del micro está lo que se nos muestra. Bien básico. Incluso puede dar la sensación de una lección de geografía de primaria, aunque esto no va en desmedro del producto final porque es lo que intenta ser desde el primer minuto. Con la duración justa, la realización sale airosa de la sobre explicación, apoyándose en la contundencia de las imágenes cuando estas lo piden. Salvo que se haga el viaje per sé, difícilmente se pueda tener un acercamiento tan exhaustivo y didáctico.
El documentalista Fernando Martinez tiene en su haber el interesante documental ¿Por qué quebró Mc Donalds? Que relata el histórico caso de la despedida de la famosa cadena de comidas del país hermano Bolivia gracias a una fuerte campaña nacionalista. Al ver En Busca de la ciudad perdida la primera sensación que tenemos es que cambió totalmente el eje de su relato, viro hacia un lugar mucho más pasivo. No obstante, hay algo en la esencia, en el centro, que las une, y claramente podemos hablar de un realizador consecuente, ambas hablan, desde lugares distintos de un amor por lo propio. En los años ’60 y ’70 con la llegada de algunas innovaciones como el Cinemascope, el Cinerama y los primeros atisbos del 3D (por supuesto con los lentes de cartón y celofán y en contadísimas escenas) pulularon por nuestra pantalla vernácula distintos documentales que se dedicaban a recorrer paisajísticamente algún punto turístico ya sea local o mundial; algunos lo hacían trayendo espectáculos artísticos, otros con la excusa del exploitation y/o el llamado “mondo”. El resultado fue un esporádico éxito de estas películas que muchas veces servían como complementos en programas dobles. La primera sensación que deja En busca de la ciudad perdida es la de responder a esos cánones, la de provenir de ese estilo puramente paisajístico. El destino elegido son Las Ruinas del Machu Pichu, una de las siete maravillas del mundo, y el propósito de Martinez parece ser ese, demostrarnos por qué integra ese selecto grupo de maravillas. Con un relato en off y la presencia de un viajero que aparece de tanto en tanto para dar la sensación de somos él y hacemos su recorrido, llega(mos) a Perú y de ahí va(mos) subiendo hasta llegar a la Ciudad de las Nubes, el mítico territorio de los Incas. Sin grandes pretensiones, En busca de la ciudad perdida es un documental que entra por lo ojos, la imágenes son realmente bellas y capturadas con una fotografía formidable. También es un acierto el acompañamiento de música que amplía el criterio contemplativo, relajado. Martinez realiza un film puramente turístico, es cierto, se parece a esos pequeños documentales introductorios que nos incluyen al comienzo de los videos que compramos cuando vamos a un viaje de contingente antes de presentarse la filmación de nuestro paseo en sí. Pero también es justo reconocer que el profesionalismo y la técnica con la que está realizado dista mucho de aquellos claramente precarios. Quizás este film refleje un momento de época, de crecimiento exponencial del turismo, si uno mira la TV local actual se encontrará con muchísimos programas destinados al turismo, enfocados a recorrer nuestro país o Latinoamérica, mostrando el desarrollo en el rubro y en las zonas. Martinez hace un largometraje (corto, 70 minutos) sobre esos programas, pero le incluye también un recorrido por zonas internas, no tan conocidas, y ahí también su film crece. Hay un público para este tipo de trabajos, a algunos puede parecer rutinario, monótono, pero no se pueden sentir engañados, En busca de la ciudad perdida promete un recorrido visual por una de los paisajes más bellos del mundo, y al finalizar, la sensación de habernos llevado riqueza en nuestras retinas es palpable.