Dentro de la irregular filmografía dedicada a Malvinas, sea en clave de ficción o documental, el cine argentino siempre adoptó el punto de vista de aquellos que fueron enviados a pelear allí. Gana originalidad, entonces, la propuesta de Federico Palma, que se ocupa de quienes desandaron el camino de manera inversa. Son los llamados kelpers, malvinenses nativos pero que se consideran soberanamente argentinos. La película describe los casos de tres personas diferentes entre sí (un trabajador de YPF, un artista plástico y un biólogo marino) que se vieron obligadas, cada una por su motivo particular, a dejar las islas y asentarse en la Argentina continental. El primero de ellos es Alexander Betts, quien siempre asumió su origen argentino y se enfrentó con su familia pro-inglesa. Luego de la guerra, recaló en un pueblo de Córdoba (donde fue concejal) y se convirtió en un activo defensor de la soberanía nacional sobre las islas. Por su parte, James Peck es un pintor que vive en Buenos Aires y tiene una relación ambigua con Malvinas, ya que fue y vino varias veces, pero su romance con María, una "argie" que conoció en una visita, generó el repudio de la población y no le quedó otra alternativa que emigrar. En tanto, Mike Bingham fue contratado para estudiar y censar a los pingüinos de la región (unos 6 millones), hasta que denunció a una poderosa empresa petrolera, causante de la progresiva desaparición de la especie. Bingham fue amenazado por el propio gobierno malvinense y hoy continua su actividad en Río Gallegos. Más allá de echar luz sobre estas inusuales (e interesantes) historias de vida, el documental tiene una duración justa para que los testimonios articulen de manera fluída con los rubros técnicos (hay un especial cuidado en los planos, mérito de la DF Ayelén López). En ningún momento hay una bajada de linea grosera respecto a la guerra, que es evocada con prudente distancia. Es, más bien, una película sobre las convicciones. Otra forma igualmente valiosa de contar Malvinas.
Como "Game of Thrones" pero en Malvinas El cine argentino viene reflejando desde hace tiempo la problemática sobre las Islas Malvinas. En su mayoría, las historias se enfocaron en la guerra propiamente dicha, sus secuelas y hasta en los reclamos por la soberanía. Federico Palma se corre de ese lugar común y construye en Exilio de Malvinas (2016) un documental que gira alrededor del relato de tres nativos malvinenses que por no estar de acuerdo con la política imperial del Reino Unido fueron obligados a dejar las islas. La primera de las historias es la de Alexander Betts, defensor del reclamo soberano argentino, que tras finalizar la guerra tomó el último barco que transportaba a los sobrevivientes argentinos y se radicó en Córdoba. Hoy representa a la Argentina en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. James Peck es un artista plástico que se enamoró de una argentina. El romance nunca fue bien visto ni por los vecinos ni por las autoridades que ante el embarazo de ella niegan la posibilidad de que el parto se produzca en la isla. Un mes antes del nacimiento ambos abandonan Malvinas y se radican en la zona continental. James es el primer ciudadano malvinense que obtuvo el DNI argentino. El tercer caso reflejado es el del biólogo inglés Mike Bingham, que al hacer público un caso de migración de pingüinos por la falta de alimentos provocada ante la pesca indiscriminada que se esconde detrás de fraudulentos negociados también es expulsado de la isla. Palma construye a partir de estas tres historias un simple pero apasionante relato que transita por las zonas más oscuras de quienes gobiernan las islas, y no la hace desde la visión de argentinos, sino de aquellos que nacieron o se radicaron en el lugar y por no pensar cómo debían fueron desterrados. Las historias parecieran extraídas de cualquier serie de ficción medieval, pero la diferencia es que no ocurrieron hace 1000, 500 o 100 años, sino que suceden en la actualidad. Mientras algunos se rasgan las vestiduras hablando sobre la libertad, la libre expresión y todo lo bueno del primer mundo, la política imperial del Reino Unido destierra a quienes no están de acuerdo con su política. Y no es Game of Thrones es la realidad.
Desterrados. El denominador común de este singular, y a la vez original, documental de Federico Palma es haber encontrado tres testimonios lo suficientemente sólidos y contundentes para dejar en claro las prácticas del colonialismo o lo que se considera neocolonialismo. En un territorio que para los argentinos representa muchas cosas, Malvinas.
Algunas veces me toca reseñar documentales de gran valor social e histórico. No siempre sucede. Son más complejos que los que describen historias de vida o momentos particulares en distintas regiones geográficas, que son los más habituales en los tiempos que corren. "Exilio de Malvinas", en cambio, hace foco en un tema complejo para los argentinos. Reconstruye parte de una crónica dolorosa que muchas veces evitamos abordar: conocer más sobre el problema de la soberanía de las islas y preguntarnos cómo ven el conflicto aquellos que no son argentinos, a la luz de la perpetua situación de tensión entre Argentina y Gran Bretaña cada vez que hay alguna cuestión pesquera o logística que resolver en la zona. Lo original del trabajo de Federico Palma (director de "Piratas, pastores, invasores" en 2011 donde ya comienza el cineasta a adentrarse en el tema de la llegada de los ingleses a la Patagonia) es haber dado con tres testimonios frescos, únicos y particulares para describir el estado de situación de la compleja relación bilateral. Las voces de tres kelpers que por razones ideológicas no conjugan con la de sus compatriotas y se instalan en territorio argentino para reflexionar sobre el colonialismo, la ecología y la importante y olvidada "cuestión cultural", son el punto de partida de Palma para dejar claro que el tema ofrece una actualidad inoxidable. Siempre queremos saber sobre Malvinas. Intentamos entender porqué los habitantes de las islas no dan espacio para acercamientos con nuestro país. Palma entrevista a tres personas en relación con lo que sucede en el austral sector, ellos son: Alexander Betts, quien sostiene una lucha mediática y efectiva por la soberanía del territorio. Sumamos a James Peck, quien tuvo que dejar las islas para residir en Buenos Aires, dado que se enamoró de una artista (colega) como él, argentina y tuvo que dejar el territorio británico y Mike Bingham (para mí el testimonio más interesante), biólogo que denunció el negocio de la pesca y su relación con la mortandad de pinguinos, dado que no se generaba alimento para dicha especie. Los tres tuvieron que dejar Malvinas y cuentan su exilio, aportando elementos claves para entender la cuestiones estratégicas y concretas por las cuales ellos están en desacuerdo con su gobierno. Palma logra en "Exilio de Malvinas", un retrato interesante, potente y descarnado de una realidad que se vuelve compleja, cada año. Hablar del tema sin conocerlo deja entonces de ser una opción. El director logra, con una gran economía de recursos y edición, mostrar su inquebrantable propósito de denunciar el estado de este vínculo en los tiempos que corren. No más velos, realidades. Quizás este no sea un documental amable o amistoso. Probablemente no. Pero sí es una cinta que deberíamos tener presente a la hora de conocer más sobre el tema Malvinas. Sabemos que el barilochense Palma ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a la tarea y el resultado final muestra a las claras el compromiso por hacer un producto necesario, al que hay que tener en cuenta para actualizar algunos preconoceptos que todos podemos tener acerca del tema... "Exilio de Malvinas", un doc en definitiva, que despierta curiosidad e invita a ser recorrido desde sus primeros fotogramas. Una agradable sorpresa.
De Malvinas al exilio argentino Las islas Malvinas no sólo son objeto de controversias políticas y territoriales, sino que contienen, además, pequeñas grandes historias de lugareños que, perseguidos por las autoridades británicas, debieron emigrar. Este documental habla con tres de ellos: Alexander Betts, James Peck y Mike Bingham. Desde muy joven, y a partir de numerosas lecturas, Betts defendió la reivindicación de la soberanía argentina sobre las islas. Su pensamiento le costó un duro enfrentamiento con sus familiares y, apenas terminada la guerra, cuando un rompehielos trasladaba a los últimos argentinos heridos, él decidió sumarse a ellos, abandonar su lugar de nacimiento y radicarse en Córdoba, donde representa a nuestro país en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. En tanto, para el artista malvinense James Peck los problemas comenzaron con la llegada de María, una argentina vinculada a la pintura que, al visitar las islas, descubrió la obra de James, se enamoraron y terminaron viviendo juntos. Pero, al quedar embarazada, el gobierno malvinense planteó que el niño, por ser hijo de una argentina, no podía nacer allí, lo que los obligó a trasladarse a Buenos Aires. Por su parte, el biólogo inglés Mike Bingham se radicó en las Malvinas para estudiar y proteger su fauna, y así descubrió que la población de pingüinos de la zona se había reducido considerablemente, emigrando hacia la zona continental argentina en busca de alimentos. Todo indicaba que ello se debía a los oscuros negocios que permitían la pesca indiscriminada en la región, y, al hacerlo público, Mike fue ferozmente perseguido y debió mudarse a la Argentina. Con una una excelente fotografía que recrea paisajes malvinenses y una cálida banda musical, el director Federico J. Palma hace de este film un dedo acusador, gracias a estos tres protagonistas que abren las puertas de sus secretos más íntimamente guardados.
DOCUMENTAL REVELADOR Un documental que pone a la luz pública tres casos de malvinenses que debieron exiliarse de las islas por sus ideas sobre nuestra soberanía sobre ellas. Federico J. Palma entrevista a los que fueron forzados a irse. Alexander Betts que pertenece al comité de descolonización de las Naciones Unidas representando a nuestro país, fue corrido por sus ideas. El pintor James Peck porque cometió el “pecado” de enamorarse de una argentina y engendrar un hijo con ella fue obligado a irse un mes antes del parto. Y un biólogo Mike Bingham que denunció que los pingüinos emigraban a nuestro país porque la pesca indiscriminada los dejaba sin alimento en las Malvinas. Una inteligente manera de enterarnos de los matices intolerantes y dictatoriales que rigen en el lugar.
La otra campana Cuenta con mucho rigor tres historias que sorprenden, sobre malvinenses obligados a dejar las islas. Son tres ciudadanos de Malvinas que, por distintos motivos o presumiblemente el mismo, debieron emigrar de las islas hacia el territorio continental argentino. Y si empezamos por la tercera de las historias, ésta es una síntesis metafórica de Alexander, James y Mike. Es que Mike Bingham, biólogo inglés que llegó a Malvinas para estudiar el comportamiento de los pingüinos, descubrió que la escasez de estos animales allí tenía una razón. Los pingüinos emigraban hacia Tierra del Fuego en busca de comida. Por negociados, la pesca se había vuelto indiscriminada, y los animales no tenían qué comer. Mike destapó el asunto y recibió tanta presión que debió emigrar como los pingüinos -y como Alexander y James- hacia suelo argentino. Federico J. Palma no se decidió a hacer este documental a partir de la persecución de sus tres personajes centrales. Las historias hablan por sí solas. Alexander Betts siempre tuvo una postura a favor de la soberanía argentina. Eso lo enfrentó a kelpers y a miembros de su propia familia. Cuando tras el conflicto bélico de 1982 un rompehielos parte de Malvinas a la Argentina con los argentinos heridos, se sube y no regresa. Afincado en Córdoba, tiene familia en las islas a la que no pudo volver a ver. Desde hace años representa a nuestro país en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. Y fue una cuestión de amor la que llevó a James Peck, artista plástico, a confrontar con el gobierno de las islas. Artista plástico, se enamoró en Malvinas de una argentina que conoció allí su obra, y al esperar a su primer hijo, el Gobierno les dijo que, por ser hijo de una argentina, no podría nacer allí. Se escucha una campana nueva.
Los intérpretes realizan una clara descripción de sus sentimientos y su verdad, todo rodeado de una muy buena fotografía, iluminación y testimonio. Te lleva a la reflexión y el análisis.
Documentary reveals little-known stories of Malvinas exiles By Pablo Suarez POINTS: 6 The Argentine documentary Exilio de Malvinas, written and directed by Federico J. Palma, tells three stories about Malvinas residents who, for different reasons, were forced to leave the islands and move to the mainland. Three stories of individuals who defied the rules and decided to stand for their principles. First comes Alexander Betts, who has long vindicated Argentina’s sovereignty over the Malvinas. Facing strong opposition from his family, friends, and neighbours, Betts nonetheless maintained his political views and was eventually asked to leave the islands. So he moved to the province of Córdoba to continue with his work. In fact, for quite a long time now, he’s been a representative for Argentina at the UN Decolonization Committee for the Malvinas. Second, there’s visual artist James Peck, whose problems began with the arrival of María, also an artist who discovered Peck’s work in one of her visits to the islands. María and James fell in love and she would eventually give birth to a son in 2002. But according to the government of the Malvinas, the child had to be born on the mainland because his mother was Argentine. So the couple left the island and settled in Buenos Aires. Third, Mike Bingham, an English biologist who moved to the Malvinas to study and protect its fauna, discovers that the penguins’ population was diminishing considerably due to lack of food. But behind this symptom were the dubious business conducted by private companies unofficially allowed to fish with no limits whatsoever. Bingham decided to struggle against the powers-that-be, but sooner rather than later he was persecuted and often threatened. So his only way out was exile. Exilio de Malvinas is not what you’d call a creative documentary in terms of film form. On the contrary: it’s quite conventional as it features interviews before the camera, archive footage, drawings, newspaper clips, photographs, and current footage of the places where the interviewees reside. And yet this is not to say it’s not worth watching. Palma’s merit lies in how clearly and accurately he draws both a general panorama and the individual stories within it. Informative and accessible, Exilio de Malvinas never loses its focus and its ideological viewpoint. It’s very critical about the many guilty parties involved in dirty business, yet it’s not belligerent or agitated. In fact, the reflexive tone accompanying the testimonies invites viewers to take a stand in favour of the issues exposed by the interviewees. However, perhaps because of its predictable dramatic structure, Exilio de Malvinas does become repetitive from time to time. Not that it had to be groundbreaking to be more engaging, but if it toyed with these conventional tools in a riskier manner, with some unforeseen twists or with a better dramatic progression, then it would have had a stronger emotional and intellectual impact. As it is, Palma’s outing is more than enjoyable and should be of great use to anyone interested in finding out little-known stories of exile from the Malvinas. That is to say, stories speaking of a bigger picture that’s far from pretty. Production notes Exilio de Malvinas (Argentina, 2015). Written, directed, and edited by Federico J. Palma. With Alejandro Betts, James Peck, Mike Bingham. Cinematography: Aylén López. Running time: 66 minutes. @pablsuarez
Unas historias atractivas pero desperdiciadas Al principio de "Exilio de Malvinas" se establece que las autoridades del gobierno colonial de las Islas Malvinas (para los ingleses, Falklands) disponen que ningún habitante de las islas que haya establecido otro domicilio en el continente, es decir en territorio argentino, puede volver a vivir a su tierra natal. Luego la película cuenta tres historias, todas interesantes, especialmente la de un hombre nacido en Malvinas en el seno de una familia de colonos ingleses del siglo XIX, que ya de joven está convencido de que las Malvinas son parte del territorio argentino, lo que sumado a que trabajaba para una empresa nacional antes de la guerra es considerado un traidor y enviado a la Argentina junto con los últimos heridos del conflicto bélico. Otra historia es la de un pintor de imágenes de la guerra que no eran bien vistas por los kelpers, y que debió venir a hacer sus muestras a Buenos Aires. La tercera no es sobre un malvinense sino sobre un científico inglés especializado en pingüinos que, hacia la década de 1990, descubrió que la industria pesquera de las Malvinas había hecho descender la población de estas aves de 6 millones de ejemplares a menos de un millón, lo que le generó todo tipo de censuras y la falta de fondos para sus investigaciones. Sin fuerza Las historias son interesantes dado que muestran un lado poco conocido del tema. Y si bien las imágenes acompañan bien desde lo formal, falta un pulso narrativo que le dé mas fuerza al film como tal, sin diferenciarse mucho de un documental televisivo. Con todo, el interés por el tema puede volver recomendable este documental según los gustos de cada espectador.
Federico J. Palma es cineasta, docente, investigador y el autor de Exilio de Malvinas, una película que cuenta el desarraigo de tres ciudadanos malvinenses que se vieron obligados a dejar las islas por diferencias irreconciliables con el poder británico. Palma habló con Proyector Fantasma sobre la experiencia de filmar en las islas y de su interés por hacer una película sobre Malvinas que se estrenó este jueves en cines. Mientras Federico Palma filmaba Piratas, Pastores, Inversores (2011), una serie documental sobre la presencia británica en la Patagonia -que obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine Político 2012- se intensificó aún más su pasión por la Patagonia y las Islas Malvinas se revelaron como un nuevo desafío a desentrañar. Ahí había historias que despertaban su interés. Historias con las que Federico se había vinculado en algún momento de su vida y creyó que merecían ser contadas. “Me habían quedado las ganas de hacer algo más puntual sobre Malvinas, y más específicamente sobre los “kelpers””, cuenta este director, docente e investigador nacido en Buenos Aires, pero barilochense por elección, que entrecomilla el término -Kelper- porque entiende que hablar de malvinenses o Kelpers no es sino la continuación de lucha política en el plano del discurso. Luego de varios proyectos donde la temática de la identidad subyace como un eje fundamental, Escondidos al Oeste del Pichi Leufu(2010), Piratas, Pastores, Inversores (2011), Exilio de Malvinas- estrenada esta semana- narra la historia de vida de tres hombres que no temieron en levantar la voz para dar a conocer su posición frente al poder imperante y forjaron su propio destino luego de verse obligados a dejar las Islas para reivindicar lo que ellos creen en cada caso: la conciencia de la historia, la lucha por la identidad y la conservación de la naturaleza. Filmada íntegramente en las Islas, el documental cuenta con rigor y emotividad testimonios de desarraigo de ciudadanos que tomaron la dura decisión del exilio y se radicaron en Argentina. Lo hace problematizando el concepto de ciudadanía, indagando en los matices pluriculturales de las islas y en los vestigios de la historia que dejó una lucha que continua hasta hoy. “De todas las películas posibles, fueron surgiendo con fuerza estas historias y al ponerlas juntas ofrecían una verdadera composición de miradas y experiencias sobre un mismo fenómeno: la vida bajo el colonialismo británico en las Islas Malvinas”, afirma Palma, egresado de la Carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la UBA que se centró en las historias de vida de Alejandro Betts, James Peck y Mike Bingham, ejemplos de coraje y valentía por ser fiel a las convicciones y no renunciar a ellas más allá del contexto político, social y familiar que implicó el desapego de lo que hasta ese momento era su lugar. “En los tres casos aparece algo que para mí es central y me identifica: el asunto de las convicciones y la lucha contra el poder establecido” afirmó el director de Exilio de Malvinas. En dialogo con Proyector Fantasma, Federico J. Palma habló sobre las motivaciones personales que lo llevaron a hacer esta película, la experiencia de filmar en las Islas y su identificación con las historias de vida que ahonda Exilio de Malvinas. PF:¿Cómo fue la elección de los tres testimonios? ¿Qué te interesó de la historia de cada uno? FP: Alejandro Betts me ofrecía la mirada más profunda hacia el mundo de los kelpers antes de los años ’70, con el trasfondo de la presencia e influencia histórica de los argentinos en las islas, y en lo personal, era una historia muy potente sobre cómo el conocimiento de la historia conduce a una toma de conciencia, y cómo se puede desafiar un status quo social y político y continuar haciéndolo sin cejar durante toda la vida. El caso de James Peck también traía con mucha fuerza la historia de los “kelpers” en el momento de la desarticulación final de su mundo luego de la guerra de 1982. La pelea de James es por la identidad, la defensa de una cultura “anglosudamericana” presente en el extremo austral que es básicamente parte de lo que podríamos llamar pampeano-patagónica: un mundo de indios, gauchos y gringos, de las grandes extensiones de tierra virgen y su incorporación violenta al mercado internacional de productos primarios. Y finalmente el de Mike Bingham, apareció sumando dos perspectivas más que completaron el cuadro. Primero, su propia historia personal, como un ciudadano inglés que se instala en las islas para trabajar en la conservación de la Naturaleza y termina transformándose en un estorbo justamente por querer hacer su trabajo. Nos sirve para entender que lo que pasa en Malvinas es tan objetable para un argentino como para un inglés, como lo es para muchos malvinenses nativos. Y luego está la historia de su propio descubrimiento como científico que terminó de brindarnos un símbolo muy fuerte que atraviesa toda la película: la destrucción de la población de pingüinos en las Malvinas por la sobrepesca, que conduce a que miles de estas aves marinas terminen emigrando a zonas protegidas de la pesca en Argentina y Chile. exiliodemalvinas PF:¿Cómo fue la experiencia de filmar en Malvinas? ¿Tuvieron algún impedimento durante el rodaje? FP: En su momento hicimos una acreditación de prensa normal a través de la Embajada Británica en Buenos Aires. No tuvimos que hacer ningún otro trámite, excepto tener una reunión a la que fuimos “urgidos” por el gobierno colonial, con tres de las figuras del Concejo colonial. Una experiencia muy divertida, porque ellos estaban muy serios y querían bajarnos línea. Nosotros, por el contrario, estábamos muy relajados. Mi compañero de aventuras, que es hijo de ingleses, hasta se dio el gusto de hacerles una broma que no les hizo ninguna gracia. Mas allá de ese encuentro, que nos dejó una serie de frases con las que nos entretuvimos toda la semana que estuvimos allá, la experiencia fue muy buena en todo sentido. Yo me enamoré perdidamente de las Islas. No tuvimos ningún inconveniente de ningún tipo, al contrario, charlamos con la gente en todos lados.Sé que otros colegas no han tenido la misma suerte. Depende mucho del clima político que haya de fondo en cada momento supongo, y del perfil que tengas. Nosotros siendo solo dos fuimos bastante bajo perfil. Supongo que la próxima vez que viaje a las islas no van a estar tan contentos de verme después de estrenar esta película. PF: ¿Qué te interesó problematizar con Exilio de Malvinas? FP: Malvinas es un tema muy denso y con muchísimas aristas. Me identifiqué con estas personas (los tres testimonios de la película) porque en medio de un escenario muy opresivo pueden plantarse y defender sus ideas y convicciones, aún al precio de perder todo Malvinas es en alguna forma un verdadero experimento sociológico, donde se pueden ver claramente las costuras del imperialismo clásico con el neoliberalismo posmoderno. Los “kelpers” de la actualidad son netamente un producto de ese proceso. Pongo el entrecomillado porque realmente el término kelper está muy manoseado, y cuando en los medios de prensa oímos o leemos que “los kelpers dicen” tal cosa o tal otra es importante tomar nota que el emisor de ese discurso oficial no es el conjunto de una comunidad idílica sino la voz del poder colonial en el territorio, conformado por el Gobernador designado por la Corona Británico y un puñado de figuras siempre repetidas que controlan la explotación ilegítima de recursos naturales en la región. Después está el tema que me es más caro, que es lo cultural, y especialmente el tema de la identidad. Ya lo venía trabajando desde otros proyectos anteriores, siempre desde la perspectiva de mi pasión por la Patagonia, y espero estar haciendo algún tipo de aporte para entender mejor nuestra identidad -como argentinos, como americanos, como occidentales- desde la noción de pluriculturalidad que creo nos hace falta abrazar para crecer como sociedad. PF: Después de hacer esta película, ¿cuánto se modificó tu posición acerca del concepto de ciudadanía? FP: De alguna forma, creo que me sirvió para reafirmarme en mis convicciones personales, y no sólo en términos políticos. De cómo se puede llegar a la realización personal sin necesidad de agachar la cerviz ante el poder. Pero también estuvo atada a un proceso muy duro en mi vida personal, en el cual las historias de los protagonistas también tuvieron su influencia. Mucho de ese proceso está en la película misma y todavía me queda mucho por reflexionar. PF:¿Cuáles son tus expectativas con esta película? FP: Soy de la idea de que el trabajo lo completa el público, y no sólo mientras está frente a la pantalla, sino cuando continua reflexionando, comentando con otros y finalmente mirando los temas tratados con una nueva perspectiva. Porque estos son temas siempre abiertos, siempre en desarrollo, son ámbitos de disputa ideológica y material, lo que necesitamos es tener un mejor conocimiento de la realidad y la historia, y tener mejores elementos para entenderla con herramientas para transformarla. Ojalá sirva también para visibilizar mi proyecto anterior (Piratas, Pastores, Inversores) que es una especie de “pre-cuela” muy rica en contenidos e imágenes para quienes les interese entender la historia patagónica, y particularmente la influencia del imperialismo británico en la Patagonia y en Argentina en general. Mi sueño es que Exilio de Malvinas llegue a su público, que se que está en muchos rincones del país y el mundo.
Islas Malvinas, sin lugar para la alteridad. El documental Exilio de Malvinas (2016) es la ópera prima de Federico J. Palma, quien nos ofrece una mirada poco difundida sobre los conflictos en las Islas Malvinas a través de tres testimonios variados, pero con el exilio en común. Este largometraje trasciende toda la historia referente a la colonización de las Islas Malvinas en manos del Reino Unido. Metafóricamente el film comienza con un hermoso paisaje sureño habitado por pingüinos, quienes suelen llevar a cabo recorridos prolongados para la supervivencia de su especie. Exilio de Malvinas se encuentra estructuralmente divida en tres partes coincidentes con los tres testimonios. El primer apartado cuenta la historia de Alejandro Betts, nacido en Malvinas y descendiente de ingleses, quien sin olvidar sus raíces se siente completamente argentino. Este primer testimonio nos adentra en lo complejo de ser una minoría social y la falsa delimitación de los lindes, ya que -según se expone en el film- para los británicos Betts no es un inglés porque nació en Malvinas: los nacidos en Malvinas son denominados “kelpers”, y tampoco son considerados argentinos. Así se expone la complejidad identitaria y su heterogeneidad, puesto que por un lado los kelpers tienen el legado de un lenguaje gaucho y por otro el inglés, fusionando así dialectos y culturas. En las Islas Malvinas Betts era visto como un “traidor” por pensar distinto de la mayoría de los descendientes de ingleses, defendiendo la soberanía argentina sobre las islas en las Naciones Unidas. El segundo capítulo expone la vida de James Peck, un artista plástico también nacido en Malvinas, de donde ha obtenido su inspiración. No es casual que la mayoría de sus pinturas posean tonos fríos y apaisados como los extensos paisajes malvinenses, su memoria además está cargada de imágenes tristes que lo han impactado desde niño. Peck también es un descendiente de ingleses nacido en las islas. Para él la búsqueda de su identidad fue un proceso bastante complejo ya que los temas de sus obras han salido de su interior de forma impulsiva, recordando momentos de la guerra cuando era apenas un adolescente. También es tomado como desertor por diferir de los ideales inculcados por los británicos: al parecer involucrarse desde ese lugar no está permitido. Mike Bingham, el tercer entrevistado, es un biólogo que tras denunciar la gran disminución de los pingüinos en Malvinas, fue hostigado constantemente por parte de las autoridades coloniales. Bingham expuso que las causas de dicho decrecimiento eran la sobrepesca y los derrames de petróleo debido a la excavación geológica. En consecuencia, sus denuncias amenazaban la explotación de recursos de la isla y los intereses económicos sobre los mismos. Este documental no sólo es para contemplarlo visualmente, sino que además resulta muy interesante para reflexionar acerca de ser un otro, sobre ser o no ser parte. Mediante leyendas visuales como “violencia es mentir” y “resistir”, se expone la falta de libertad para ideales disidentes dentro de las Islas Malvinas, razón por la cual -como el título del documental lo indica- sus protagonistas han sido exiliados de Malvinas, al igual que los pingüinos.
Otras heridas abiertas Decir que las Malvinas son una herida abierta en la historia argentina es algo obvio, por múltiples y lógicos motivos. Lo que muchas veces no queda claro y queda relegado en la reflexión y el análisis es que las Malvinas también son una herida abierta para el Reino Unido, y de formas un tanto inesperadas. Exilio de Malvinas encuentra una pequeña fisura en el abanico de tópicos y discusiones ya abiertos, tocando relatos bastante ignorados, lo cual es un deber fundamental del género documental. El film de Federico J. Palma aborda las historias de tres malvinenses que por diversos motivos se vieron forzados a dejar las islas donde nacieron, arribando a la Argentina Continental. El primero es Alexander Betts, quien manifestó su acuerdo con la reivindicación de soberanía sobre las islas planteada desde la Argentina. El segundo es el artista plástico James Peck, quien se enamoró de una argentina, comenzó a vivir en pareja y tuvo un hijo con ella. El tercero es el biólogo Mike Bingham, quien descubrió la forma en que la pesca indiscriminada afectaba a la población de pingüinos. Lo que une a Betts, Peck y Bingham es cómo son personas que desde sus miradas y acciones ponen en crisis un sistema de creencias y valores construidos a lo largo de siglos y que sostienen en buena medida el concepto de Nación en Gran Bretaña. Tocan cuestiones como el imperialismo, el colonialismo, la identidad nacional, lo económico y laboral. Y son aislados, señalados y finalmente obligados a dejar la tierra de origen rechazados no sólo por el gobierno y/o el Estado Británico, sino por sus mismos compatriotas. Deben reconstruir sus vidas en otro territorio como es el argentino, que encima simboliza lo antagónico. ¿Cómo volver a ser en otra parte? ¿Cómo seguir sosteniendo las propias convicciones cuando todos los elementos parecen alinearse en contra? ¿Cómo seguir incluso al país donde se nació cuando ese mismo país te expulsó, caracterizándote como un indeseable? Esas son algunas de las varias preguntas que van surgiendo en Exilio de Malvinas y lo bueno que tiene el documental es que desde su tono pausado, sutil, para nada aleccionador, esas preguntas no terminan de responderse del todo, y si lo hacen es desde lo que les pasa a los entrevistados. Palma pone la cámara, sigue a Betts, Peck y Bingham, recurre a algunas preguntas bien concretas –no formuladas en pantalla- y deja que hablen, porque con eso basta y sobra, evidenciando que determinadas discusiones filosóficas y políticas empiezan y acaban en lo que les sucede a los individuos, a las personas, a los seres de carne y hueso. Hay sí un defecto que no deja de ser llamativo en el panorama del documental argentino: si muchas películas parecen estiradas y hay hasta un cierto regodeo en las premisas, Exilio de Malvinas da la impresión de tener demasiado para contar para sus escasos 66 minutos. Si hacemos una división matemática, el film le dedica poco más de 20 minutos a cada uno de sus entrevistados, y lo cierto es que cada uno de ellos merecía más tiempo: hay elecciones de vida de enorme complejidad en las micro-narraciones que se despliegan, y que no terminan de impactar de la manera apropiada. Este cuestionamiento también puede funcionar como elogio: no a cualquier film se le pide más minutos, que siga adelante con su propuesta. Con su simpleza formal, Exilio de Malvinas revitaliza un tema que parecía un poco agotado en el panorama del cine argentino, poniendo en juego nuevas posiciones y alejándose de las simplificaciones, apoyándose en el factor humano.
Llega a las salas del cine Gaumont, el documental Exilio de Malvinas de Federico J. Palma. Exilio de Malvinas cuenta la historia de tres malvinenses que por diversos motivos fueron forzados a dejar las islas y trasladarse a la Argentina Continental. Desde muy joven, a partir de numerosas lecturas, Alexander Betts defendió la reivindicación de soberanía sobre las islas que se planteaba desde Argentina. Su pensamiento le costó un duro enfrentamiento con su familia y otros kelpers. Apenas terminada la guerra, cuando un rompehielos trasladaría a los últimos argentinos heridos, Alex decidió sumarse a ellos, abandonar las islas y radicarse en la Provincia de Córdoba. Desde entonces, continua estudiando el tema Malvinas y representa a la Argentina en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. Para el artista plástico malvinense James Peck, los problemas comenzaron con la llegada de María, una argentina vinculada a la pintura que de visita en las islas, descubrió la obra de James. Ellos se enamoran y terminan viviendo juntos. La mirada crítica de los otros y la discriminación diaria, llegarían a un punto de no retorno en 2002, cuando María queda embarazada. El Gobierno de las Islas plantea que el niño, por ser hijo de una argentina no podría nacer allí. A menos de un mes del parto, James y María debieron mudarse a la Buenos Aires. El biólogo inglés Mike Bingham se radica en las Islas Malvinas para trabajar en el estudio y la protección de su fauna. Mike empieza a descubrir que la población de pingüinos en la zona se había reducido considerablemente, emigrando hacia zona continental argentina en busca de alimentos. Todo indicaba que se debía a los oscuros negociados que permitían la pesca indiscriminada en la región. Al hacer público este descubrimiento, Mike es víctima de una feroz persecución y debe escapar hacia territorio argentino. Estas tres historias, brillantemente relatadas, son tres ejemplos del conflicto ingles y argentino sobre la soberanía de las Islas Malvinas, pero que; en este caso, pone el foco en aquellos oriundos de esas tierras. Catalogados como traidores, decidieron seguir sus raíces y creer que la tierra era argentina (especialmente las primeras dos historias de James y Alexander). Unidos por el desarraigo, Palma divide el documental en tres segmentos bien consistentes; como si de una ficción se tratara. Dando un principio de como un hombre puede ser alejado de su familia y amigos, pasando por un nudo en donde el amor puede llevar a tomar decisiones difíciles, y un desenlace, que realiza un paralelismo entre la historia de estos hombres con la de los pinguinos del lugar, su falta de recursos y su posterior alejamientos de las islas; considerándolos a ellos también exiliados de sus propias tierras.