Cuando la semana que viene esté comenzando el BAFICI numero 20, se va a producir un verdadero acontecimiento cinematográfico: se estrena comercialmente en la sala Gaumont Fragmentos rebelados, de David Blaustein, film que esperó casi 10 años para su estreno. El documental retrata vida y obra de Enrique Juárez pero también recorre el material inédito los primeros años de los años 70. - Publicidad - La investigación sobre el universo militante y cinematográfico del director desaparecido y asesinado por la Dictadura en diciembre de 1976, es exhaustiva y comienza con la semblanza de un época, para ir a la semblanza de una persona. “Jugaba a lo antiintelecutual, jugaba a lo proletario, Un cabecita negra que no había ido a la Universidad”, dice uno de sus compañeros de militancia. La mirada y la voz de sus tres hijos y sus sobrinos (hijos de su hermano Nemesio Juárez), encargados iniciales de hurgar en un altillo de la casa, en el que encuentran y abren viejas y oxidadas latas de películas para dar lugar a la historia del cine militante argentino de los años 60 y 70. Luego, Nemesio será el que se siente en la moviola para ver esos materiales. Fragmentos de una corto de ficción llamado La desconocida (1962), el mediometraje Ya es tiempo de violencia (1969) (sobre el cordobazo) y No a la guerra más algunas intervenciones de entrevistas. En 2007 los primeros films fueron exhibidos en el Malba. Una copia de Ya es tiempo de violencia había quedado resguardada en los archivos del Icaic de la que pudo hacerse un internegativo para su preservación. Ahora bien, lo que debería llevarse todas las miradas son las imágenes inéditas de fragmentos de una película que estaba realizando Juárez sobre el instante de la caída de Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus (fundadores de la organización Montoneros). La película no se pudo terminar nunca y esos fragmentos (foto del copete), y otros, filmados en el Parque Lezama donde actúa Carlos Roffé, y un joven Mario Pasik, habían quedado en poder de Nemesio Juárez. Fueron facilitados a “Coco” Blaustein y de allí Carlos Macías, el compaginador pudo rescatar también una entrevista filmada en Rosario entre mi hermano y otros compañeros de un magnético perforado casi destruido por la acción del tiempo. El film de Blaustein, del año 2009, es un eco de ese rescatte. Y la película insiste mucho a lo largo de sus 97 minutos en la importancia de la preservación. Muchos de los testimonios que aparecen en pantalla ya no están: directores como Octavio Getino, Humberto Rios, Luis Cesar D´Angiolillo o Gerardo Vallejo; Carlos Roffé o Graciela Drago. Admirable lo de Blaustein que logra compilar sus opiniones no solamente sobre Quique Juarez sino también sus relatos sobre sus experiencias de la época, ese momento en el que el cine se convierte en un arma transformadora. A 10 años la película se convierte en una enciclopedia necesaria de ese grupo de militantes y realizadores. Fragmentos rebelados obtuvo el Premio Especial del Jurado en la Competencia de Documentales del Festival de Cine de La Habana y fue exhibido en Buenos Aires en una función especial en el Bafici (2010).
Una moviola que no olvida El cine y la memoria van de la mano, uno desde su dispositivo indescifrable que hace inmortales a los mortales y la otra con un trabajo menos ampuloso en su intento por recuperar las huellas de lo que ha sido. Cine, memoria y militancia definen también parte de una década argentina atravesada por violencia y resistencia a un sistema económico y político que generaba desigualdades como producto de muchas decisiones mal ejecutadas desde el poder y la antagónica lucha intestina de dos modelos completamente diferentes en cuanto a las perspectivas de futuro de un país rehén de interrupciones de la democracia por golpes cívico militares que lo sumieron en las peores pesadillas. Enrique Juárez desde su militancia peronista y su convicción política, cuadro referente de Montoneros, procuraba mostrar la realidad de su época en sus películas. Filmar en la clandestinidad tanto documentales como ficción mientras corrían alrededor tiempos de violencia, desapariciones y dictadura. Las latas oxidadas que dejó antes de ser asesinado por la dictadura fueron recuperadas mucho tiempo después por sus hijos y hermano Nemesio Juárez y por eso los fragmentos de su historia de militancia se mezclan con los fotogramas recuperados para encontrar en el testimonio de muchos que ya no están como Octavio Getino, Humberto Ríos, el actor Carlos Roffé, y otros que sí están como Pino Solanas, Dante Gullo, Horacio Verbitski o el actor Mario Pasik su impronta y legado político más que cinematográfico. Con Fragmentos Rebelados, David Blaustein organiza por un lado una semblanza del cine político de los ’70 en Argentina con el máximo ícono de la época que fuera La hora de los hornos pero también desde el archivo de la propia familia Juárez, hijos de Enrique que reconstruyen ese rompecabezas de la identidad y la memoria de un padre al que no conocieron en todas sus facetas. A veces resultan más atractivas las figuras convocadas que sus aportes testimoniales a cámara, aunque el peso de este documental se concentre en el terreno emocional desde esa confrontación con los fantasmas de la historia. El cine puede funcionar a veces como un túnel del tiempo caprichoso y traernos la presencia desde la ausencia, aunque más no sea con un puñado de fotogramas inéditos, al que hay que acercar los ojos para determinar los contornos y desde los contornos el espacio que no tiene tiempo, pero que está más vivo cuando se rebela que cuando se lo procura ocultar.
Fragmentos rebelados, de David Balustein Por Marcela Barbaro Una de las etapas más interesantes del cine documental fue el auge de movimientos cinematográficos durante los sesenta y setenta. Un colectivo de cineastas latinoamericanos que vieron en el cine una herramienta de militancia para sus ideales anticolonialistas. En la Argentina, las voces provenían de los grupos Cine de la Base y Cine Liberación, acompañadas de cineastas que acompañaron y participaban en política como Enrique José “Quique” Juárez. Esa mirada hacia el pasado, donde el cine y la política se fusionan bajo una misma estética discursiva a través de la vida de Juárez, asesinado en 1976, dan forma a Fragmentos rebelados (2009). Sexto documental del prestigioso cineasta David Blaustein, luego de las recordadas Cazadores de utopías (1996), Botín de guerra (2000) y Hacer Patria (2006), entre otras. La película obtuvo el Premio Especial del Jurado en la Competencia de Documentales del Festival de Cine de La Habana y fue exhibido en Buenos Aires en una función especial en el Bafici (2010). A partir de un intenso trabajo de investigación, la vida de Enrique Juárez se aborda desde tres ejes diferentes: el familiar, el político y el cinematográfico para volverse un todo. Su hermano Nemesio Juárez, también cineasta, comienza con un testimonio a cámara donde los recuerdos, las vivencias compartidas, y el relato de la época se intercalan con la voz y los fragmentos de películas recuperadas de Enrique. También aportan datos sus hijos, sobrinos y muchos cineastas y periodistas que lo conocieron y fueron protagonistas de aquella época. n ese rompecabezas que se va formando entre imágenes y testimonios de manera clásica y convencional para el género, se enfatiza el rol de Juárez en la militancia sindical, la Juventud Trabajadora Peronista y la pertenencia a Montoneros. Su compromiso y militancia siempre aparece unido a la pasión por el cine, en una época en la que no se podía entender por separado. Blaustein hace de Fragmentos rebelados una visión global de los procesos políticos por los que atravesó la Argentina y Latinoamérica y, cómo éstos, fueron tomados por los cineastas como herramienta emancipadora para cuestionar la falta de libertad, entre otras cosas. Por eso, hablar de fragmento, es hablar de una parte, de un eslabón que necesita completarse para formar algo concreto. A partir de la revisión de la historia, el documental da cuenta de esa dificultad. La película abre el debate hacia todo lo que queda a mitad de camino, hacia todo lo inconcluso: los ideales, la política y los movimientos cinematográficos. FRAGMENTOS REBELADOS Fragmentos rebelados. Argentina, 2009. Dirección: David Balustein. Guion y desarrollo del proyecto: Gustavo Alonso. Investigación: Laura Itchart. Fotografía: Ricardo De Angelis. Montaje: Juan Carlos Macías. Sonido: Carlos Olmedo. Producción: Virginia Croatto y Graciela Mazza. Música original: Pablo Green. Duración: 98 minutos.
En “Fragmentos Rebelados”, el director David Blaustien nos cuenta la historia del cineasta y militante Enrique Jose “Quique” Suarez, quien fue asesinado el 10 de diciembre de 1976 junto a otros compañeros en la ESMA, por resistirse a ser secuestrado. A lo largo del relato, sus familiares y amigos reconstruirán su historia. Un documental duro y difícil de llevar, ya que trata una parte oscura de nuestra historia. Los testimonios de familiares, amigos y quienes conocieron a Quique nos llevan a descubrir la vida y la obra de una persona poco conocida en el ambiente audiovisual nacional. Una de las escenas más emotivas es la de sus tres hijos abriendo latas inéditas de su labor, en muchos casos filmados de manera clandestina. En su obra queda demostrada su ideología política y el pensamiento de mucha de la juventud de los años setenta. El guión es emotivo y la música acompaña muy bien las distintas escenas. En cuanto a la parte técnica, está bien lograda, y no hay mucho que destacar ya que al ser un documental testimonial, no tiene muchos planos y en su mayoría son sencillos. En conclusión, “Fragmentos Rebelados” es un documental interesante, que nos permite realizar un recorrido por la vida de un personaje atractivo y muy motivado por sus ideologías políticas. Nos hace reflexionar sobre la historia de nuestro país, para que pensemos un poco en todos esos artistas que no volvieron más, pero que tenían un potencial enorme para cambiar el futuro de la Argentina.
David “Coco” Blaustein ha mezclado cine y política en todos sus trabajos audiovisuales. Basta recordar que sus documentales más reconocidos, Cazadores de utopías (1996) y Botín de guerra (2000), fueron ambos sobre la militancia de los años ’70. A esa época –y un poco más atrás– vuelve en Fragmentos rebelados. Rodado a principios de la década pasada y cajoneado durante años por distintas obligaciones de Blaustein, el documental se propone indagar en la figura de Enrique Juárez, un reputado dirigente sindical e integrante de Montoneros que, además, incursionó en el cine antes de su desaparición en manos de la dictadura en diciembre de 1976. Blaustein entrevista a familiares (entre ellos su hermano Nemesio, también realizador), compañeros de militancia y también realizadores del Grupo Cine Liberación que compartieron proyectos con Juárez entre fines de los ’60 y principios de los ’70. Esos testimonios y un cuantioso material de archivo (ya visto e inédito) conforman el núcleo duro del film. Fragmentos rebelados es irregular y no logra que todas esas esferas tengan el mismo peso narrativo (los testimonios de familiares en general aportan poco), pero se vuelve sumamente placentero cuando pone la cámara y el micrófono al servicio de Pino Solanas, Octavio Getino, Gerardo Vallejo o Humberto Ríos, conformando así un valorable retrato sobre el sentido y el significado de haber hecho cine durante una de las épocas más oscuras de la Argentina.
Este documental de David Blaustein no solo rescata la vida, la obra y la militancia de Enrique Juárez sino que funciona como una certera muestra de la ideología de toda una época. Aquella que impulsaba a los cineastas a comprometerse con la realidad que testimoniaban y deseaban cambiar, utilizando al cine como un arma poderosa para orientar a militantes y también despertar conciencias. Con ese “cine de liberación” que tantos importantes cineastas hicieron en los años 70. Y en el caso de Suárez con el testimonio de su hermano Nemesio, sus hijos, primos, amigos. Pero además con el descubrimiento de sus trabajos en latas selladas por la herrumbre y el descubrimiento de materiales valiosos e inéditos. A eso se suma el testimonio de personajes fundamentales de ese tiempo. Para recordar y reconstruir toda un pasado.
Fragmentos rebelados rescata la obra inacabada de Enrique Juárez y lo hace a través de la mismas latas de fílmico corroídas que se encontraban en posesión de los hijos y sobrinos del militante peronista. Ellos, como cuando eran chicos, las examinan, las abren y sacan los diversos rollos para mirar sus fotogramas a través de la luz, tratando de encontrarles un sentido, como a la ejecución de su padre y tío en Diciembre de 1976 a cargo de las Fuerzas Armadas. El hermano de Enrique, Nemesio Juárez (responsable de la polémica adaptación cinematográfica de La revolución es un sueño eterno en 2010), es quien acompaña al montajista en la moviola mientras descubren esas piezas inéditas, que darán como resultado el hallazgo del cortometraje de ficción La desconocida (1962). Entre fílmicos deteriorados por la mala preservación y cintas magnéticas, hay entrevistas y registros que exponen la convulsión social y la radicalización política de los años previos a la última dictadura cívico militar que afectó a nuestro país de forma irreparable. También imágenes del Cordobazo, que fueran parte de su mediometraje Ya es tiempo de violencia (1969), película indispensable para la recuperación de la historia y del cine de nuestro país. Pero Fragmentos rebelados no solo hace énfasis en la obra de Juárez, sino también en la de otros directores contemporáneos a éste, reabriendo los debates fundamentales de aquella época sobre la función del cine como instrumento de expresión social y divulgación política. Basado en el dispositivo testimonial frecuente en sus documentales, acompañado de material de archivo y fragmentos de diferentes películas, David Blaustein, director de Cazadores de utopías (1996) y Botín de guerra (2000) entre otras, entrevista sin hacer presente su voz a diferentes personas involucradas en la vida de Juárez, quienes relatarán lo escalofriante de su secuestro y la angustia que sufrieron al conocer su muerte. Entre ellos están la generación de cineastas que bajo la clandestinidad retrataron los acontecimientos políticos y sociales de la época. Estos fueron los responsables de restituir la historia vivida, que de otra forma habría sido silenciada por la oficial. Entre estos artistas/militantes rebelados contra el sistema político, pero también, contra la estructura cinematográfica convencional, se encontraba Enrique Juárez, quien orientó no solo su vida, sino también su arte a la consagración de la práctica revolucionaria. Así irán apareciendo en pantalla Pino Solanas, Dolly Pussi y los ya fallecidos Octavio Getino, Gerardo Vallejo, Humberto Ríos, César D´angiolillo, por lo que este documental toma un valor adicional al estrenarse casi una década más tarde de su realización. También son fundamentales los aportes de José Martínez Suárez (autor de relatos cinematográficos al respecto), Horacio Verbitsky (por aquellas épocas hacía las veces de crítico cinematográfico en la revista Tiempo de cine), Carlos Roffé y Mario Pasik (los dos últimos, actores de La desconocida). Por el lado de la política, Guillermo Greco (dirigente principal de la JTP [Juventud Trabajadora Peronista]) y otros compañeros de militancia profundizan sobre la obra y la acción de “Quique” Juárez como jefe de la columna norte de Montoneros, afrontando las situaciones que se presentaban con una personalidad contundente. Con guión de Gustavo Alonso, el relato conmovedor de cómo Enrique Juárez, a través de una posible “cita envenenada”, fue muerto y desparecido, da paso a la evocación del Grupo Cine Liberación haciendo hincapié en su obra fundamental, La Hora de los Hornos (Solanas y Getino, 1968). Tal recurso demuestra la relación y el compromiso colectivo que tenía aquella generación con la militancia. Así, los cineastas antes mencionados no solo hacen referencia a Enrique Juárez, sino que abren el panorama y ponen al espectador en sintonía con la problemática entre arte y política de esos tiempos, siendo este uno de los rasgos más destacables del documental, aunque lamentablemente en la sola opinión individual de cada participante no se genera un cruce, pues estas voces solo relatan su memoria y no dialogan entre sí ni con un interlocutor que los interpele. Fragmentos rebelados se estrena comercialmente a nueve años de su realización, pero el paso del tiempo afianzó el síntoma testimonial que el documental propone, dando motivos de sobra para que el film salga a la luz después de haber sido proyectado en nuestro país por única vez en el BAFICI 2010. A diferencia de otros documentales de Blaustein que se enfocaban en una sola temática mediante imágenes de archivo, Fragmentos rebelados utiliza varios disparadores para revelar la vida y obra de uno de los directores de cine desaparecidos en dictadura, entre los que también se encuentran Raymundo Gleyzer, Pablo Szir y Jorge Cedrón (en exilio). El film establece, además, una mirada de lo que fue el cine y la militancia de los años 60 y principios de los 70. Una película necesaria (como todas las que hacen referencia a esa época) para ejercer memoria y reflejar el pasado de nuestro país y de toda Latinoamérica en esos años de agitación política y cinematográfica.
Blaustein regresa al cine para explorar una generación tan beneficiosa para la cinematografía como para la política. En el rastreo de la obra de un realizador se habla de la historia de un país y las heridas que aún permanecen marcadas a fuego y latentes.
Cineasta militante La obra cinematográfica de David Blaustein se compone de una serie de documentales políticos que tienen su centro en la revisión de la historia de los años ‘70 y principalmente la del movimiento Montoneros. Sobre esos ejes orbitan sus primeros trabajos, Cazadores de utopías (1996) y Botín de guerra (2000). Fragmentos rebelados, que busca reconstruir la figura del cineasta, dirigente sindical y montonero Enrique “Quique” Juárez, viene tardíamente a completar una posible trilogía. Tardíamente porque se trata de una película de 2009, que tuvo una proyección especial en la edición 2010 del Bafici, pero que recién ahora tiene su estreno oficial en el cine Gaumont. Lo particular de Fragmentos rebelados es también lo particular de Enrique Juárez. Se trata de un documental que encara el activismo militante a partir del surgimiento de las corrientes políticas del cine durante la década de 1960, que hizo eclosión con el estreno en 1968 de La hora de los hornos, de Pino Solanas y Octavio Getino. De ese núcleo participó Juárez, quien de forma paralela se formó como dirigente sindical, fue miembro de la Juventud Peronista y de Montoneros, y que sería secuestrado, asesinado y desaparecido en diciembre de 1976. De modo tal que si bien la película vuelve sobre el tópico de la militancia combativa y los años ‘70, también ofrece una mirada sobre el lugar que cine y cineastas ocuparon en dicha porción de la historia. Los testimonios de unos José Martínez Suárez y Solanas diez años más jóvenes, o de las figuras aún vivas de Getino, César D’Angiolillo, Fernando Vallejo, o del boliviano Humberto Ríos, no sólo representan una oportuna paleta de voces autorizadas, sino que además confirman lo demorado de este estreno y completan de forma involuntaria el tono elegíaco del documental. Curiosamente, es esa misma particularidad la que ofrece argumentos para referirse al trabajo de Blaustein, que si bien no deja de ser correcto está lejos de aportarle algo novedoso ni a la fórmula del cine militante ni al género documental. El propio Getino lo dice con claridad, refiriéndose al corto Ya es tiempo de violencia (1969), obra del propio Juárez. “Si queremos cambiar las ideas, la información… cambiar el mundo, también tenemos que desafiarnos a nosotros mismos para ver cómo mejoramos o cambiamos nuestro propio discurso, nuestra propia mirada cinematográfica. Porque la militancia no es abordar un tema militante, poner en cámara a los militantes y una voz en off que convoque a la revolución o a lo que fuere. El desafío del cineasta que estaba [o está] en la militancia incluía [o incluye] al cine mismo”. Eso dice Getino y es legítimo preguntarse qué tipo de desafío de las formas o del relato representa una película como Fragmentos rebelados, que no se aparta nunca del prolijo modelo de cabezas parlantes + material de archivo + momentos emotivos. Más interesante resulta la mirada crítica con aquel momento del pasado (sus propios pasados) que se percibe en las voces de Solanas o de D’Angiolillo, que se apartan de la mera idealización de una historia compleja.
Rostros imborrables En Fragmentos Rebelados (2018) el incansable documentalista social David Blaustein asume el riesgo de volver a los setenta para no sólo reponer la figura del realizador Enrique Juárez, sino también seguir revisando el instante más urgente que tuvo el cine nacional. ¿Quién podría olvidar el sonido de los tambores repiqueteando en La hora de los hornos (1968)? Pues el director de producciones como Cazador de utopías (1996), Botín de Guerra (2000), oye los ecos de este sonido y toma la iniciativa política. Blaustein no hace documentales formales, y eso lo deja claro otra vez cuando incrusta cine, política y pasado al llano presente de producción-exhibición que vive el séptimo arte argentino. Familiares, compañeros militantes y amigos (con injerencia predominante en el cine de la base), recuerdan al desaparecido Enrique Juárez. Se halla cierto placer cuando escuchamos a Fernando "Pino" Solanas, José Martínez Suárez y Octavio Getino. Todos reunidos con el fin reflexivo sobre lo que se hizo bien y (también) mal durante aquellos días. A su vez, sería difícil saber cuál habrá sido el ultimo registro que aunó a todos estos directores militantes que destrabaron el bloqueo creativo en Latinoamérica. Por otro lado, Blaustein recurre a un cierto Macguffin hitchcockeano adaptado a la realidad del ejercicio práctico filmado, funcional para su idea: puntapié inicial con Juárez, para luego colarse por las arterias del pasado cinematográfico que tuvo una identidad pocas veces tan marcada en nuestro cine. Blaustein, quien también ganó el Premio Especial del Jurado en la Competencia de Documentales del Festival de Cine de La Habana, se vale de imágenes de archivo, fotografías y cortos donde aparece Juárez, con el propósito de rearmar y volver armar la historia setentista. Cineastas, militantes, revolucionarios, pero, por sobre todas las cosas, personas. Ese es el efecto que causa este material. Podremos ser más o menos adherentes a una ideología a la que hoy cuesta encimarle renovación conceptual y generacional, pero nunca quedaríamos implícitamente exentos del impacto que provocó la generación del cine liberación. Probablemente de los mejores documentales en 2018.
El cineasta David Blaustein reconstruye la vida de su colega Enrique Juárez, fundador de la Juventud Trabajadora Peronista, miembro del grupo Cine Liberación y desaparecido desde 1976. Los testimonios a cámara son muchos e incluyen a "todos los Juárez", hijos, sobrinos, hermano Nemesio, primos, pero también a colegas y amigos que permiten, a través de sus reflexiones y recuerdos, reconstruir la imagen del hombre de cine y militante: desde José Martínez Suárez a Pino Solanas u Horacio Verbitsky.
Fragmentos rebelados realiza un doble movimiento hacia el pasado. El primero hacia el pasado argentino de los 60 y 70 a partir de la figura de Enrique Juárez, cineasta militante y dirigente gremial de Luz y Fuerza, miembro de la Juventud de Trabajadores Peronistas y asesinado por la dictadura en diciembre de 1976. El segundo hacia el pasado de la misma obra, filmada en 2009 y estrenada casi diez años después, con los rostros jóvenes de algunos entrevistados, con una mirada retrospectiva sobre su propia arqueología de la Historia. Blaustein logra una película precisa y equilibrada, que gana concisión cuando se afirma en la figura de Juárez, en su identidad indeleble de militante y director de cine, en sus obras inacabadas descubiertas por amigos y familiares cercanos. Las palabras cargadas de recuerdos se cruzan así con las latas oxidadas, y la moviola se convierte en una máquina del tiempo en la que el cine se mira a sí mismo, su poder como testimonio, su permanencia como legado. Blaustein no aparece y sin embargo su película es más personal que nunca, allí está la cinefilia del Dilecto y de Núcleo, los relatos de Humberto Ríos y Martínez Suárez, las controversias sobre Montoneros, y la condición entre proletario e intelectual de Juárez. Fragmentos rebelados adquiere su potencia en esas contradicciones, entre lo soñado y lo hecho, en la lucidez de repensar el cine y la política sin sacrificar verdad ni sobreactuar méritos.
La nueva producción de David Blaustein (de obra prolífica y enmarcada en el rescate y la reflexión sobre una época díficil para nuestro país), sigue buceando en recuperar recorridos de vida destacados, en el marco de la lucha revolucionaria que se daba en nuestro país en los difíciles y controversiales 70'. En esta oportunidad, el eje de "Fragmentos rebelados" es recordar la trayectoria del desarparcido director y militante Enrique Juárez. Blaustein, director de "Cazadores de Utopías" (1996), "Botín de Guerra" (2000) y "Hacer Patria" (2006), entre otros títulos, vuelve a instalarnos en un ambiente que reconocemos familiar, con fragmentos de entrevistas importantes (Pino Solanas, José Martínez Suárez, Horacio Verbitsky, Mario Pasik y Octavio Getino, sin ir más lejos), material de archivo y mucha discusión sobre cómo se encaraba el "cine militante", en esa época. Juárez había rodado cortos y mediometrajes que daban cuenta del momento político que se vivía y tenía un enorme compromiso con sus ideas. En este documental, veremos como parte de su familia, accede a un lugar donde logran dar con una gran cantidad de latas de fílmico, que eran el producto de la actividad del cineasta. En ellas aparece el cortometraje de ficción "La desconocida", y mucho material de trabajo que Juárez utilizaba. Recordemos que fue responsable de un mediometraje muy importante para el cine de esos años, "Ya es tiempo de violencia", obra que describe un momento crítico en nuestra historia política. "Fragmentos rebelados" pone voz a relatos conmovedores de cómo se combatía al gobierno militar en esos momentos. Y cómo quienes querían hacer cine, y defender a la vez sus convicciones, debían transitar caminos alternativos, riesgosos y nada sencillos. Y vuelve sobre la figura de Juárez, mostrando el valor de un realizador, comprometido con sus principios, hasta el final (los rodajes clandestinos son elementos de alto valor narrativo, en ese sentido). Quizás la única cuestión que uno puede aportar para el debate post-proyección, es pedir más recursos técnicos al servicio de estas historias. Creo que para que el cine documental pueda tener más presencia y llegada al espectador corriente, debe ofrecer mayor variedad de recursos a la hora de organizar cómo se presenta su material. Excepto esa cuestión (presente en la mayoría de los documentales locales), "Fragmentos rebelados" es una aporte valioso, a la construcción de la memoria colectiva que no debe olvidar, ni por un minuto, el horror de todo lo vivido durante la dictadura militar.
Enrique Juárez fue un delegado peronista en el sindicato de Luz y Fuerza durante los años ‘60 y principios de los ‘70. Creía firmemente en el proyecto de gobierno instaurado por Perón. No admitía otra cosa, era un idealista. Este documental trata sobre la biografía pública y privada de un singular personaje. Con un relato clásico de entrevistas a familiares y amigos, generalmente cómodamente sentados, y en otras con sus hijos y sobrinos, desempolvando viejas y oxidadas latas con material fílmico en su interior. Porque, su otra pasión, era hacer cine. Enrique filmó varios cortometrajes de ficción y dentro del “ambiente” se estaba haciendo conocido. Pero no era un cineasta convencional sino que su obra era comprometida social y políticamente. Especialmente después del derrocamiento del General hubo muchos jóvenes directores que necesitaban retratar con sus cámaras los dramáticos y convulsionados sucesos que transcurrían en nuestro país. Con ese plan integrador de pensamientos y opiniones similares se creó el Cine Liberación., y entre sus integrantes secundarios, estaba Enrique. Bajo la dirección de David Blaustein se estrena éste film nueve años más tarde de haberse filmado, que le corre el velo a la historia de una persona con una personalidad muy particular, porque no sólo se contentó con participar en las reuniones políticas, sino que estaba totalmente convencido de sus creencias y se unió al grupo de montoneros. Su familia y amigos lo recuerdan con admiración, porque fue perseguido por la dictadura militar y luego asesinado. El relato va mezclando distintas semblanzas de su vínculo íntimo con imágenes de archivo de noticieros, fotos con gente “pesada” y fragmentos de películas que él filmó. Pese a que quieren convertirlo en una víctima desestiman el hecho de que el homenajeado tomó las armas en contra de los gobiernos de turno para defender su ideología, aunque haya sido ilegal. No lo critican ni lo juzgan. Sólo lo evocan con cariño.
Después de casi diez años de su proyección en el Bafici se estrena Fragmentos rebelados de David Blaustein, un documental que explora la vida del cineasta y militante desaparecido durante la dictadura Enrique Juárez y la época en que se descubre al cine como arma política. “Primero la actitud militante. El cineasta viene después”, dice Gerardo Vallejo en uno de los muchos valiosos testimonios del documental de David Blaustein escrito por Gustavo Alonso. Así define a Enrique Juárez, una persona que ama el cine pero lo hace utilizándolo como herramienta política. Su hermano Nemesio Juárez (La revolución es un sueño eterno) es el primero en tomar la palabra. En esa primera escena el también director narra sobre la última vez que lo vio y cuando ya no supo más de Enrique. Luego aparecen sus hijos, cada uno con recuerdos y experiencias diferentes, reunidos esta vez frente a latas de películas viejas que realizó su padre. En el medio, se intercalan imágenes de archivo y testimonios de amigos y gente que transitó ese tiempo tan especial de nuestro país, cómo se relacionaban con él y con el cine. Pero ante todo, la primera parte del film expone el retrato de una época, para luego ahondar mejor en el de la persona. Ahí aparece Pino Solanas y su La hora de los hornos, una película que marcaría un punto de inflexión. El cine siempre fue político, pero a partir de aquella se toma conciencia más que nunca de la función que podía cumplir en una época de revolución. Durante el film, además, se hace alusión a los rollos que se encuentran de sus películas y luego se verá parte de ese material. Cortos como La desconocida y Ya es tiempo de violencia. Sin embargo, ya más cerca del final aparece material aún más valioso quizás: el de una película que no se terminó de filmar donde actuaba un joven Mario Pasik (que también aparece dando su testimonio de aquella época y experiencia). Es muy interesante y fuerte el cierre que le imprimen a este documental con esas imágenes, también mérito del montaje de Juan Carlos Macías. Además de los mencionados Vallejo y Solanas, aparecen testimonios de cineastas como Octavio Getino, Humberto Ríos, Luis César D´Angiolillo, José Martínez Suárez, quienes van aportando experiencias propias, no sólo aquellas relacionadas a su relación con Juárez sino a lo que fue vivir en esa era.
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