Karin, la directora, descubre cierto día que ha recibido su nombre porque evoca a la hija de compañeros de militancia de sus padres. Entonces, inicia una búsqueda de ese origen. Utilizando una profusión de registros del pasado, y tomas actuales, realiza un viaje que no sólo es histórico, a las épocas en que sus padres eran jóvenes y se trasladaban de un sitio a otro en busca de un buen trabajo y bienestar, sino -y por ese motivo- también geográfico, que la lleva al extremo norte de Chile, Antofagasta, hasta el sur, en Chiloé. “El interior de un auto es un lugar seguro”, dice la omnipresente voz en off de la realizadora narrando su documental y, desde la ventanilla de un coche, vemos pasar las distintas geografías chilenas: el desierto de Atacama, junto al mar, los paisajes lluviosos del sur. Esta abundancia de imágenes desordenadas -como lo son los recuerdos-, si bien alcanza a mostrar algunos efectos de la dictadura, provocan que el film pierda su objetivo inicial: conocer la historia de ese nombre. La Erin original, que fue apresada y torturada, es dejada súbitamente de lado y se nos niega esa historia.
Conmovedor relato acerca de una mujer que necesita cerrar su propia historia, conociendo su pasado, del que pocos rastros materiales existen, para planificar un futuro alejado de dudas e incertidumbres. El relato en off potencia los retazos de la vida no dicha y el develamiento de la verdad.
Crítica del film chileno “Historia de mi nombre” Un relato intimo que atraviesa recuerdos y secretos. Disponible en Puentes de Cine. Lautaro Franchini Hace 7 horas 0 9 En búsqueda de recuerdos, la cineasta chilena Karin Cuyul recreó el documental “Historia de mi nombre”. Largometraje que recorre la vida de la directora entre la familia y la fatídica dictadura de Augusto Pinochet. Un trabajo que nació tras la conexión con Karin Eitel, una activista detenida y torturada en 1987. La película, junto a sus remembranzas, se estrena hoy en la plataforma de Puentes de Cine. Por Lautaro Franchini. A raíz de que el nombre de la directora salió en reconocimiento a Eitel, la joven militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que sufrió las calamidades de la policía de Pinochet, la realizadora decidió revolver el cajón de los recuerdos para conocer y encontrar más sobre esta aventura. Los pasos de Cuyul se dirigen de un sector al otro tras las tantas mudanzas que realizó la familia. Ciudades y contextos distintos debido a los secretos que le ocultaron sus padres, quienes también estaban involucrados en la causa. Cada lugar conlleva una historia. Muchos gobernados por la situación del país y su proceso militar. Otros, por las catástrofes climáticas que acompañaron a la familia. Y el más recordado, en Antofagasta, donde se incendió la casa donde vivían los Cuyul. Un incidente que les quitó su techo y todas sus pertenencias. Algo que quedó marcado a fuego y es muy difícil de olvidar. La sala virtual de Puntes de Cine tendrá a partir de hoy en su plataforma “Historia de mi nombre”, película que el año pasado transitó por varios festivales con grandes elogios y reconocimientos tras ser una ópera prima independiente. La cantidad de imágenes y fotografías que se entrelazan para unir un emotivo e incognito rompecabezas generan un vínculo íntimo con la cinta, su relato y la unión del nombre Karin. Puntaje 75/100. Dirección
Sepultado en el tiempo Perder todo en un incendio puede ser una de las peores cosas para experimentar, pero para Karin Cuyul y su familia, indagar en qué se perdió allí, puede ser mucho peor. El documental Historia de mi Nombre (2020), se estrena este 24 de septiembre por la plataforma Puentes de Cine. Tras el incendio de mi casa, regreso a los lugares donde crecí para reconstruir mis recuerdos de infancia. En este viaje emerge el recuerdo de Karin Eitel, mujer detenida y torturada en dictadura a quien debo mi nombre. Una historia de la que nunca hablaron mis padres, me acerca a Karin ya no sólo por mi nombre. De fondo, el recuerdo de una infancia en un país que reconstruyó su democracia omitiendo su propia historia. Karin Cuyul reconstruye no solo su pasado sino que también nos adentra en una pequeña fracción de la historia chilena con el fin de descubrir no solo el por qué de su nombre, sino que también el por qué se teme tanto rememorar la historia misma. El documental está narrado en primera persona por la realizadora acompañada por un excelente trabajo de montaje de imágenes y sonido, reconstruido con material de archivo tomado de conocidos y lugares de interés; material filmado en la actualidad que sirven para contraponer el antes y después de las locaciones visitadas, y breves entrevistas a sus padres. Si bien el trabajo sobre el sonido es bueno, la voz de Cuyul resulta monótona y carece de ritmo, lo que produce en el espectador una falta de empatía y una nula emotividad sobre lo que se cuenta además de que nunca queda muy clara su postura, lo que parece ser una posible falta de objetivo en la realización del mismo. "Si bien los elementos son mostrados de forma ordenada y la información brindada se comprende en todo momento, la conclusión a la que Cuyul llega no tiene suficiente fuerza como para justificar todo el documental."
“Historia de mi Nombre” presenta una búsqueda de identidad personal y familiar, a través de archivos ajenos de la directora Karin Cuyul. Una pesquisa que persigue una fotografía y una lectura sobre varias instancias del pasado que no admite perdón ni olvido. Sin testimonios fotográficos de su infancia, en Antofagasta, retorna en su adultez a los lugares que vivió de niña y reconstruye un retrato íntimo y autobiográfico. Presenciamos un singular híbrido de cine documental de mujeres que cruza la variable política con la más personal. La película, de esta manera, recrea un gran viaje de familia acontecido en 1995, desde el Norte al Sur de Chile, en búsqueda de un intercambio que devela una travesía personal por la historia de Chile, un modelo de país y sus paisajes, paralelamente a una imagen romántica que se proyecta al mundo. Inspirándose en la figura de Karin Eitel -mujer emblemática que enfrentó la dictadura-, el film visibiliza el cambio abrupto de escenarios, desde el desierto árido chileno a la particular isla sureña que albergará los días de la joven (futura cineasta) en este amplio espectro, pueden verificarse algunos hechos vitales; no solo de la historia personal de la realizadora, sino de la historia política de Chile, proveyendo una interesante reflexión al respecto. A nivel narrativo y sonoro, es menester para Cuyul valerse del sonido ambiente que capte las diferentes capas y superficies del espacio físico que transita. Por enésima vez, percibimos un arduo viaje como excusa para abordar una discusión que reflexione sobre la realidad socio-histórica latinoamericana.
Documental chileno en el cual su directora, Karin Cuyul, reflexiona sobre su infancia mientras regresa a los lugares en los que creció para poder darle sentido a sus recuerdos silenciados. Podes audiovisionar este film en Puentes de Cine. La película da su inicio con la voz en off de la propia directora mientras observamos imágenes difusas en primera persona. Encuadres desenfocados, desanclados y recortados de una realidad perceptiva de lo que pareciera ser un incendio de su propio hogar de niña. A partir de esa experiencia en la que ella siente que comenzó a “desaparecer como el pueblo” (en referencia a Chile) acusando que “todo acabo y comenzó ese día”, decide reconstruir la estructura de este documental personal que mutará a una enorme metáfora sobre la historia de un país y sus consecuentes dictaduras. Resulta que la directora recibe su nombre de Karin Eitel, una mujer detenida y torturada en la dictadura de Pinochet en 1987. Como homenaje, su mamá y su papá la llaman Karin y hoy ella reconstruye, desde su lugar de individua, parte del pasado del pueblo chileno. Durante el recorrido del relato, ella confiesa que “cada vez que avanzo (en la historia de por qué la llamaron así), mi madre dice no.” Entonces, en función de estos “secretos familiares” emprende su viaje hacia los espacios y lugares en donde fue subsistiendo con su familia, esperanzada de poder recordar o, al menos, reconectarse con su niñez y quizás, desde ahí, poder comprender el silencio de sus mapadres. Así como Karin reconstruyó su adultez omitiendo, de alguna forma, su propia infancia, Chile lo hizo con su democracia mientras omitía la propia historia. Lo no dicho en su madre y su padre, ahora sobrepasan el ámbito personal y, es por ello que, la búsqueda sobre la recolección de recuerdos no culmina con la historia de origen de su propio nombre, sino que el cine denota, otra vez, que lo personal es político. Karin observa y reflexiona en primera persona desde la parte trasera de un auto en búsqueda de memorias durante todo el film. Jamás la vemos a ella, pues somos ella mientras viajamos y miramos por la ventana hacia un afuera al que nunca salimos, lo que nos despierta preguntas ¿Adónde vamos? ¿De quién huimos? ¿Por qué viajar es mi mayor recuerdo? Ella relata que su familia nunca tomó fotografías, por lo que también recorre su infancia a través de imágenes de archivo que una familia le prestó para su reconstrucción. Y acá es donde genera el estudio de la propia mirada pero desde lo ajeno, recordando que la base de su familia siempre fue la de pertenecer a un no lugar, pues ellxs “no eran ni de uno ni de otro, no pertenecían ni al Si ni al No…” y ese “silencio familiar”, esa “identidad invisible”, se debe, según su propio padre, a que “Chile es un país muy largo y la historia en cualquier momento se puede repetir”. Historia de mi nombre es un documental reflexivo sobre la búsqueda de un pasado individual que atañe a todo un país.
ROAD MOVIE DE LA MEMORIA Historia de mi nombre de Karin Cuyul es una búsqueda de identidad sin respuestas concluyentes, pero hace de esa búsqueda íntima, tan íntima como un nombre, una radiografía social de la transición democrática chilena desde la voz de la protagonista. Hay una imagen que se repite que es el marco de la ventana del auto, un refugio que le da “seguridad” a la protagonista, acaso porque su vida estuvo ligada al desplazamiento. Esa movilidad a través de los recuerdos y los pueblos y ciudades donde vivió es el corazón de este documental tan fresco como entrañable, donde la respuesta aparece en la búsqueda misma, mientras asistimos a un notable trabajo de archivo. Y el proceso creativo comienza con el recuerdo de un hecho destructivo, un incendio. Esto desencadena la búsqueda de su nombre y porque lo comparte con otra mujer que fue detenida, torturada e interrogada en televisión abierta en 1987, Karin Eitel. Los recuerdos de conversaciones y fragmentos de memorias se entrelazan como indicios que la directora va uniendo, por momentos dudando del objetivo de su búsqueda y por otros desconfiando concretarla. No podría ser de otra forma cuando estos mismos indicios se presentan como espejismos o pistas falsas. En paralelo este viaje introspectivo encuentra un punto en común con su viaje hacia Queilén, Castro o Antofagasta, locaciones que guardan los recuerdos de distintas etapas de su vida. La carretera se presenta como una constante y la ventana del auto nos pone como espectadores en el lugar de la incertidumbre. Al mismo tiempo, este relato generacional que tiene en el centro el ocaso de la dictadura chilena y el histórico plebiscito nacional de 1988, adquiere solidez al acercarse a una respuesta parcial. Y esta respuesta proviene del testimonio de sus padres, que develan su militancia en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y una convivencia compleja con el clima político en cada una de las localidades donde se establecieron. Si bien las palabras son magras, algunas conclusiones nos acercan a las razones de una vida dividida entre varias ciudades. El relato balancea la frialdad de datos e información histórica con imágenes del archivo personal que son vertebradas por el relato en off de Cuyul, que destila sensibilidad en cada reflexión. Hay en sus palabras un tono de resolución pero también de nostalgia y dolor. Este equilibrio entre la vida personal y el sismo generacional que implicó la transición a la democracia es la mayor virtud de Historia de mi nombre, incluso cuando quizá esa autorreferencia termina empantanando algunos segmentos. Este documental, que constituye la ópera prima de su realizadora, demuestra frescura y madurez para hacer de un proceso catártico un relato generacional que trasciende a las preguntas y respuestas que hace.
Luego del incendio de su casa familiar, la directora de este documental, Karin Cuyul, emprende un viaje introspectivo en el que primero descubre que los padres la llamaron así por otra Karin, una detenida y torturada durante la dictadura de Pinochet. A partir de este descubrimiento, la cineasta bucea en su propia biografía y descubre que en su familia había temas de los que no se hablaba, como la pertenencia de sus padres a un grupo de militancia revolucionaria cuya sola mención, con el tiempo, se volvió peligroso. “Historia de mi nombre” apela a curiosos métodos narrativos, basándose en la voz en off de la directora que, ante la falta de material de archivo y otros elementos biográficos debido a un incendio, recurre a las películas caseras de una familia amiga contemporánea a su historia. Las imágenes no tienen mucho peso en comparación con la narración en off, lo que por momentos convierte todo en un extenso videoarte más que en una auténtica película. Con todo, lo que se cuenta tiene su interés, aunque si hubiera apelado a otros elementos visuales habría tenido mas atractivo.
La ópera prima de la realizadora chilena Karin Cuyul construye una trama documental donde, desde la propia subjetividad, se reconstruye sucesos traumáticos que atañen al fin de la dictadura chilena y la tardía emergencia de la democracia. Pero Historia de mi nombre, no teje su relato alrededor de la historia de Chile, sino que lo hace alrededor de la construcción de la identidad de la directora, atravesando un sinfín de fragmentos de recuerdos, archivos dispersos, entrevistas a sus familiares y el interrogante alrededor de la figura de Karin Eitel, prisionera de guerra durante la dictadura. Lo único que la realizadora sabe de su alterego, es que su interrogatorio fue televisado a fines de la década del 80 en un horario prime time y que es el motivo por el cual sus padres le adjudicaron el nombre de Karin. Desde este punto, la directora realiza un periplo cuyo trayecto se parece más al armado de un rompecabezas de piezas rotas que a un camino con un comienzo y final claro. Imágenes de Antofagasta, Agoní, Queilén, todos espacios en los cuales Karin Cuyul ha transitado en su infancia, son acompañados por una voz que narra sucesos que signaron el pasado: el incendio del hogar, el encuentro con el padre de Karin Eitel, la relación con sus padres y la escuela, etc. En esta reconstrucción se hace difícil distinguir el recuerdo real de la construcción de una memoria aprehendida. Por ello, a pesar de rozar lo histórico, el documental es un relato sobre la construcción de la identidad, la subjetividad y la memoria individual. ¿Cómo y por qué recordamos aquello que duerme en la memoria? ¿Cómo opera esa memoria involuntaria que se impone con un recuerdo que no sabíamos que teníamos? Y, ¿qué tiene que ver todo esto con saber quiénes somos? Pero habíamos comenzado diciendo que en este documental también se reconstruyen sucesos relativos a la última dictadura. Y así es, ya que la manera en que esa representación de lo particular cobra vida -¿qué relación hay entre Karin Cuyul y Karin Eitel?-, lo general e histórico se impone y se hace evidente que nos atraviesa y nos constituye. Uno mira este documental y se pregunta ¿para qué filmar, documentar lo personal? En un punto, la pregunta de la madre, al ser entrevistada, es similar: ¿qué espera encontrar su hija removiendo todo aquello del pasado? Historia de mi nombre apunta a rescatar la memoria entendiendo al flujo de la vida como algo que está permanentemente acechado por la idea de la desaparición, aunque también resistiendo a ese acecho. Todo desaparece dice la realizadora de manera recurrente: la casa arrasada por el fuego, las construcciones en ruinas, la figura de su abuela a la lejanía, las imágenes en la memoria, las fotos, los pueblos extinguidos por tsunamis, terremotos o procesos sociales. El flujo es ese, siempre. Queda en cada uno resistir el asedio del olvido o abandonarse al placer de la distracción. HISTORIA DE MI NOMBRE Historia de mi nombre. Chile, 2018. Dirección y guión: Karin Cuyul. Producción: Joséphine Schroeder, Karin Cuyul, Dominga Sotomayor, Ana Alice de Morais. Montaje: Nicolás Tabilo. Dirección de sonido: Roberto Collío. Dirección de fotografía: Felipe Bello.
El legado nominal Historia de mi nombre cuenta la reconstrucción de Chile luego del fin de la dictadura en los noventa, desde el punto de vista de la directora Karin Cuyul, cuyo nombre se remite a una mujer que fue detenida y torturada por el régimen militar que gobernaba el país. Con imágenes de archivo que muestran la vida de Karin en su infancia, antes del incendio que dejó su casa hecha cenizas, la historia toma lugar en distintas ciudades de Chile. Los testimonios de sus padres permiten contextualizar la historia y centralizarla con el enfoque de la niñez y adolescencia en democracia. Sumerge al espectador a los recuerdos y las preguntas que buscan respuestas luego de muchos años, con la voz en off por parte de la directora que acompaña todo el trabajo. Pueblos abandonados, desaparecidos y muchas otras secuelas de la dictadura son analizadas en este documental. Imágenes estáticas, tomas desde la seguridad del auto en movimiento y un buen trabajo de montaje. Por otro lado, por momentos puede ser reiterativo y el conflicto demora en llevarse a cabo, lo que genera inestabilidad en la historia.