Vicios y virtudes del rockumental de tributo Luego de codirigir Buen día, día, documental dedicado a la figura de Miguel Abuelo, Sergio Cucho Costantino se ocupó -ya en solitario- de otro de los grandes mitos del rock argentino: Federico Moura. Como en aquella oportunidad, apela al patchwork estilístico y narrativo al que es tan afecto el rockumental: una colorida mixtura de imágenes de shows en vivo, testimonio a cámara de otros integrantes de Virus, de familiares y amigos, fotografías, grabaciones en audio de entrevistas al propio Moura, y -en uno de los aspectos menos convincentes- una suerte de ficcionalizaciones, algo así como videoclips sobre una fan del protagonista y su propia historia de amor y opresión contada a través de las canciones del artista. Los materiales de archivo (en algunos casos incluso inéditos) son impecables, aunque no siempre de buena calidad (típico problema de la falta de conservación en la Argentina) y, en ese sentido, se nota que hubo un gran trabajo de investigación y de posproducción, pero al mismo tiempo al film se le extraña un punto de vista, un hilo narrativo, una idea rectora que sirva para darle mayor fuerza y cohesión a una narración por momento algo deshilachada. Hay aspectos logrados (como la búsqueda de describir el espíritu de época de esos años ’80 -fines de la dictadura y comienzos de la primavera democrática- en La Plata) y hay otros que el director prefirió no desarrollar demasiado (como la degradación final por el SIDA que terminó con su vida en 1988). Más allá del claro sentido de documental “oficial”/de homenaje, de ser un film que no pretende ahondar en las contradicciones ni miserias del artista y sí exaltar la celebración generalizada de su genio artístico (que lo tuvo), el film alcanza ciertos picos emotivos (como el recuerdo que la familia hace de Jorge Moura, el hermano mayor secuestrado y desaparecido en 1977) e íntimos (como las declaraciones de la madre). Son verdaderos hallazgos dentro de una película siempre correcta y disfrutable.
Recordando tu expresión Sergio Cucho Costantino ya había experimentado en el género del documental musical junto a Eduardo Pinto en Buen día día (2010), un retrato sobre Miguel Abuelo. Ahora vuelve a meterse con otro de los grandes del rock nacional como lo es Federico Moura en Imágenes paganas (2013), una historia que va mucho más allá del rock. Imágenes paganas es un documental con una estructura clásica integrado mayoritariamente por testimonios e imágenes de archivo (muchas de ellas inéditas) que se entrelazan con canciones de Virus y algunos videos clips originales para la película. Federico Moura es retratado por quienes compartieron con él su vida (desde su madre hasta sus compañeros de Virus) quienes pintan un cuadro con todas las contradicciones que genera un ídolo de estas características. Pese a la construcción clásica que el realizador le da al documental en cuanto al estilo narrativo elegido, desde lo cinematográfico utiliza algunos elementos plásticos cercanos al videoclip para darle un toque moderno y en cierto sentido más acorde al personaje central. Sobreimpresiones, mucho colorido visual, animaciones y una historia de amor entre dos chicas rompen con el relato biográfico y lo convierten en un film más musical. Imágenes paganas viene a saldar una deuda pendiente que el cine tenía con uno de los grandes del rock nacional que marcó a toda una generación. Con muchos aciertos y algún que otro reproche, una película que vale la pena ver.
Un documental concisamente narrado sobre una banda que marcó al Rock Argentino. Como turco en la neblina Hasta que vi este documental, lo único que sabia del grupo Virus es que habían hecho el tema Wadu Wadu. De la historia interna de la banda no sabía absolutamente nada, pero a medida que la película se desarrollaba me encontré con que conocía mas temas del grupo de los que originalmente pensaba. Más allá del Wadu Wadu La trama del documental es lisa y sencillamente la historia del grupo, desde sus orígenes en la ciudad de La Plata hasta el fallecimiento de su vocalista, Federico Moura. La película consiste en sendas entrevistas a los miembros supervivientes del grupo, así como de gente que los conoció íntimamente. También hay sendas entrevistas de radio y televisión de la época de apogeo de la banda, haciendo un extenso y detallado uso del material de archivo. Pero la película se desvía del formato habitual del documental y se las ingenia, muy originalmente, para insertar a modo de subtrama una historia de ficción, protagonizada por una fanática del grupo que experimenta cambios en su vida, en paralelo a los cambios que sufre la banda. Siendo esta historia un separador entre bloque y bloque de la historia que se está contando. Aunque incuestionablemente apunta a un público familiarizado con la historia de la banda, posee un hilo narrativo bien hilvanado que la hace fácil de seguir para cualquier tipo de público. Por el lado de la técnica es correcta, nada espectacular, pero correcta. Hay algún que otro problema en el registro sonoro durante las entrevistas, pero nada que se interponga en la adecuada comprensión de la historia que se está contando. La subtrama de Paloma, la fanática, es lo mas logrado de la peli. De la mano de un formato que es hibrido del videoclip y la fotonovela, la fotografía y la dirección de arte utilizadas para el mismo son exquisitas. Eso sí, el único punto que le encontré en contra fue que se les pasó la mano con el formato letterbox. Conclusión Imágenes Paganas es una muy correcta narración, que será mejor apreciada por los seguidores de Virus, aunque la claridad de su narración la hace accesible para aquellos ajenos a su historia. - See more at: http://altapeli.com/review-imagenes-paganas/#sthash.23hcP0uY.dpuf
"Espero que hayamos sido encantadores", dice Federico Moura. Sí, Federico, lo fueron. La banda platense Virus liderada por Federico Moura fue un punto clave de los ochenta, y sigue siendo un hito insoslayable del rock argentino: su sonido new wave , sus arreglos perfectos, su profesionalismo, la cualidad de duende magnético de Federico. Pero esto es una crítica de cine y no una celebración musical. Imágenes paganas es un documental sobre Federico, voz y líder del grupo, que murió a causa del VIH el 21 de diciembre de 1988, la tercera de las grandes muertes del rock argentino de fines de los ochenta (Luca Prodan había muerto en 1987; Miguel Abuelo, a principios de 1988). El director de Imágenes paganas es Sergio Costantino, que codirigió Buen día, día (2010, sobre Miguel Abuelo) junto a Eduardo Pinto. Costantino toma una decisión osada: mezclar pequeños clips ficcionales que buscan la estética de los ochenta y algunos bailes en medio de canciones de Virus. Puede resultar shockeante porque no son fragmentos de especial brillo. Pero enseguida se integran a la película, incluso con cierta sabiduría en su extraña modestia pop: hasta se convierten en encantadores en su inocencia estética, en su falta de sofisticación. No quieren -no pueden- ser mejores que las historias sugeridas por las letras de los clásicos de Virus. La estructura principal de Imágenes paganas -primer acercamiento del cine argentino a este músico fundamental- está dada por entrevistas a la madre de Federico, a los hermanos de Federico (Marcelo y Julio fueron parte de Virus desde el inicio, y Julio lidera la banda hoy en día), a los otros músicos del grupo, a amigos de Federico. La historia familiar (con un hermano desaparecido en la dictadura), la personalidad de Federico, la música de la banda, el éxito aquí y afuera, la enfermedad. La película no esquiva temas, no juega al documental distanciado o de observación quieta, yerma. Se compromete con la figura de Moura, la busca con pasión. Y si pierde en prolijidad o en formas inobjetables gana en emoción, en fascinación ante el encanto del talento, del profesionalismo, del gesto, de la voz, del movimiento de Federico Moura. "Espero que hayamos sido encantadores", dice Federico Moura al final, se lo escucha un poco bajo, fugazmente, en una frase no destacada al final de Imágenes paganas (canción y película). Una frase esencial de una personalidad apasionada (son varias las referencias al carácter fuerte de Federico) con un constante deseo de cautivar y de seducir mediante el pop perfecto. Una frase que la película deja caer sin enmarcarla, sin profundizarla, sin exprimirla al máximo. Hay tanta riqueza por extraer del Virus de los ochenta que Imágenes paganas se da esos lujos.
Un documental emotivo, profundo, sobre Federico Moura, Virus, su familia y el significado de un artista diferente que marcó un antes y un después en el rock argentino. Para informarse y para incurables nostalgiosos.
Homenaje sin vuelo La familia Moura abrió las puertas de su hogar (y archivo) para un merecido documental que honra la memoria de Federico Moura, motor de Virus, el icónico -y adelantado- combo musical de los ‘80. El realizador mendocino mezcló ficción (con Paloma, una fan desde los orígenes del grupo) junto a los testimonios, filmaciones y fotos de la carrera del grupo platense. Esa cruza interrumpe el vértigo documental, lo embrolla y hace perder cierta coherencia temporal. La cuidada obra de Federico, todo su glamour y dominio artístico en varios campos, choca con las desacertadas locaciones para presentar al resto del grupo: Julio, entre sombras, tocando el piano, el tecladista Marcelo Moura en un viaje en auto (y ruido ambiente en el jardín familiar) y hasta Mario Serra, de pantalones camuflados, gesticulando a cámara y tocando exageradamente la batería. Lo más jugoso llega con la palabra de Ricardo Serra, primer violero del combo platense, que cuenta sus desavenencias cuando el grupo se hizo más electrónico y menos rockero. Y cómo el artista plástico Eduardo Costa, íntimo de Fede, lo ayudó durante su enfermedad. Aunque Imágenes paganas tenga un amplio registro de voces y un valor de archivo sin igual, su presentación estética y guión podría haber sido más prolija. A la altura del gran Federico Moura.
Un tributo para Federico Moura El pop y rock locales en la década de 80 tuvo una figura esencial: Federico Moura, el que murió víctima del sida, en 1988. Virus fue una banda oriunda de la ciudad de La Plata. Federico Moura, había nacido en Berisso, en 1951 y desde muy pequeño, quizás influenciado por su madre, que es pianista, se inclinó por la música. "Federico siempre fue un chico muy inquieto. A los cinco años tocábamos el piano a cuatro manos y siempre le atrajo la música clásica", cuenta Velia Oliva de Moura, madre del músico. Mientras que el ex baterista de Virus, Mario Serra, señala que no era fácil tocar con el vocalista y creador de "Wadu wadu". "A veces no coincidimos en un tono, o una melodía y se enojaba muchísimo, discutíamos, pero después siempre terminábamos coincidiendo en esas canciones, que para el público terminaban siendo una fiesta". LA FAMILIA "Imágenes paganas", el documental de Sergio Costantino, es un cálido y afectuoso homenaje a Federico Moura, al que lo muestra a través de fotos, de notas publicadas en distintos diarios, en tapas de discos y en declaraciones que se escuchan en off, como aquella, en la que afirma, ""no estoy seguro de lo que quiero y me parece bien que sea así"". Los Moura (que en total eran seis hermanos, dos mujeres y cuatro varones), en plena dictadura, sufrieron la desaparición de Jorge, uno de los hermanos y a Federico y sus músicos no les fue fácil al comienzo imponer su música y esas letras, que hablaban del amor con ironía, del romanticismo, o la sensualidad. El director Costantino intenta abordar desde distintos ángulos lo que fue la vida del músico y lo hace a través de testimonios de familiares, de amigos y también se muestra que Moura, era un artista multifacético que intervenía en la ropa que iba a ponerse la banda para salir a escena, en la tapa de los discos, en las ilustraciones de los afiches. El filme también permite un recorrido por fragmentos de sus canciones, muchas de ellas han quedado grabadas en el recuerdo de los que vivieron aquella época, como "Imágenes paganas", que da título a la película; "Wadu wadu", "Hay que salir del agujero interior", o "Luna de miel en la mano".
Debo reconocer que esperaba este documental. Viví en los 80’ la fiebre por la música nacional y Virus (más que Soda Stereo, en mi caso personal) marcó esos años de adolescencia. Federico Moura siempre me pareció un revolucionario y estas “Imágenes Paganas” vienen a hacer justicia a ese gran ídolo del rock local. Sergio “Cucho” Constantino ya había hecho un interesante registro en “Buen día día”, siguiendo la trayectoria de Miguel Abuelo y ahora elige componer un retrato del alma mater de la banda, no tan convencional como lo esperable. Para quienes no lo saben, Moura integraba una banda tremendamente popular con sus hermanos y tuvo la desgracia de ser una de las primeras víctimas del Sindrome de Inmuno Deficiencia Adquirida dentro del ambiente, lo cual derivó en su temprana muerte, dado que se tenían pocas herramientas para combatirla en ese entonces. A los testimonios y cintas de archivo que aporta para graficar la estatura personal y musical de Federico Moura, le agrega un plus: Constantino juega con un personaje de ficción, femenino y fan de Virus, que seguirá los pasos del grupo y el descubrimiento de su propia sexualidad, como suerte de homenaje al poder del legado del prestigioso líder. En ese sentido, “Imágenes paganas” se ocupa de dejar en claro que Virus (la banda) revolucionó la escena local y que el carácter andrógino y seductor de su front-man era mucho más que eso: estética y letras audaces (dentro de una sutil trama) para conducir a un grupo de platenses hacia el éxito en América Latina. Un perfeccionista, profesional, transgresor y dueño de una personalidad magnética, sujeto que produjo un quiebre con su desaparición física y que extrañamos mucho... La cinta tiene una soundtrack excelente y una cuidada edición que la asemeja a esos especiales de VH1 que cada fin de semana vemos en el cable. No están en presencia de uno de esos documentales esquemáticos en los cuales todo es previsible. El director sabe cómo activar en nosotros, un interés que se recrea en cada fragmento de canción que aparece en la pantalla. El recorrido es ajustado y debemos reconocer que cuando termina, nos quedamos con ganas de más. Junto a “Aire de Chacarera”, de los mejores trabajos de este año en el género. Excelente.
Los Versos y la ausencia La historia del rock nacional post dictadura debe reservarle un capitulo completo a una banda insigne, Virus, que allá por los ochenta marcó un punto de inflexión en el pop y atacó desde un discurso musical y estético a los convencionalismos de un movimiento que luego de la dictadura pareció desinflarse sin aportar novedades en lo que a cultura se refiere. Pero Federico Moura, líder y creador de este grupo, conservó en su corto paso por la vida el espíritu de la libertad ante cualquier mirada prejuiciosa que se le antepusiera en su camino artístico para dejar un legado que en este documental de Sergio Cucho Costantino (Buen día día, 2010), construido con pasión, devoción y material inédito, concluye una etapa poco conocida, por no decir oculta, de un cantante genuino y auténtico que parece no haber quedado en el olvido siempre que alguna voz lo recuerde o al menos tararee esas letras vacías y llenas a la vez. A veces se respira una atmósfera musical muy en sintonía con lo que podría definirse como ópera rock y esa particularidad se magnifica al apelar a los recursos de la ficción para concentrar cierto protagonismo en un personaje tan ambiguo como fascinante con rostro y cuerpo de mujer que actúa en un doble carácter de testigo y musa que fluye en el devenir de las imágenes y texturas que atraviesan este pequeño y gran universo de versos y de ausencias. Imágenes paganas logra equilibrar la balanza entre la admiración y la contradicción de todo fenómeno que se termina convirtiendo con el correr de los años en mito o culto.
La película dirigida por Sergio Cucho Constantino es un necesario homenaje a Federico Moura. Imágenes Paganas es el título de un tema emblemático de Virus, la banda de rock nacional que marcó el ingreso del pop a este género, tradicionalmente más ligado al jazz o incluso al tango, proponiendo un estilo propio de fuerte visualidad. Si bien la banda se forma en 1981, su masividad llega en 1983 con el disco Agujero interior, convirtiéndose en una banda mítica de la escena temprana de la post-dictadura. El film no recupera este aspecto contextual ni demasiadas referencias al período que se inicia en 1983, donde la música popular tiene mucho que historizar. De hecho la película ofrece muy pocas fechas. Sí recupera la figura del mayor de los Moura, Jorge, desaparecido el 8 de marzo de 1977 en la ciudad de La Plata de donde es oriundo el clan. Tampoco pone en contexto los primeros años de la diseminación del SIDA en Argentina, dolorosamente cercano a varios de los artistas de una generación que terminan sus días entre fines de los 80 y los 90, con carreras igualmente intensas y concentradas, como Miguel Abuelo, Liliana Maresca, Alejandro Kuropatwa o Feliciano Centurión. Tampoco trabaja la poética creativo de sus letras, absolutamente emblemáticas en relación al campo de las corporalidades (aunque algo de la estética física de Virus menciona), de la sexualidad y de las libertades personales. En lo que sí acierta es en ubicar a Federico como ícono pop y objeto de deseos y fantasías, casi fetiche, proponiendo, a la par de los testimonios y el material de archivo del registro documental, distintos inserts planteados desde el punto de vista de una adolescente que va creciendo de la mano de Virus. Estos inserts tienen una estética de videoclip y provocando un contrapunto con el tono más periodístico del resto que a momentos se vuelve un poco forzado. La cuestión de la cercanía con el lenguaje visual pop da un interesante sistema gràfico que se expresa en animaciones y fotos intervenidas. Sergio Constantino (Mendoza, 1965) tiene en su haber otra biopic sobre un músico argentino, nos referimos a Buen día, día, co-realizada junto a Eduardo Pinto. Trailer de la pelìcula
Publicada en la edición digital #256 de la revista.