Reparación histórica Al pueblo judío se lo asocia por lo general con diásporas, es decir que los éxodos forman parte de su historia y por eso este documental de Miguel Kohan toma como punto de partida la búsqueda de diferentes huellas en lugares que en una primera aproximación podrían resultar más que insólitos por la poca referencialidad hacia el judaísmo y principalmente a su historia. Entre los nexos que marcan este itinerario, nos sumergimos como espectadores en un viaje del propio realizador documentado casi en primera persona, aunque la voz en off no es el recurso que prevalece sino más bien el testimonio de diferentes voces ligadas de cierta manera a las raíces del judaísmo, lugares (Sinagogas, Cementerios) en que el viaje se vuelve mucho más singular para el propio Miguel Kohan en su descubrimiento. La experiencia judía… aporta otra mirada sobre el judaísmo y la memoria en primer término al rescatar por ejemplo a los gauchos judíos en Basavilbaso (Argentina) para luego cruzar fronteras y encontrar vestigios de la cultura judaica tanto en Brasil como en Surinam, por citar a uno de los tantos países a los que Miguel Kohan visita en su doble rol de documentalista apoyado en una investigación rigurosa, pero también como testigo del paso de la historia, la tradición, las persecuciones, que lo conecta directamente con sus propias raices. No obstante, sin hacer de este documental una película de profunda intimidad, el realizador de El francesito… logra un justo equilibrio al tomar la distancia entre el hecho documental y el proceso en el registro.
El director de El Francesito, un documental (im)-posible sobre Enrique Pichon Rivière vuelve a proponer un viaje hacia la historia, en este caso focalizando en los primeros inmigrantes judíos hacia América, quienes llegaron provenientes de distintas regiones de Europa debido a la persecución por parte de la Inquisición. La experiencia judía, de Basavilbaso a Nueva Ámsterdam pone sus pies en un pasado familiar que es también el de gran parte de una comunidad. Todo arranca en la localidad entrerriana de Basavilbaso, de donde es oriunda la familia del realizador, y continúa por distintos puntos del continente a los que Kohan viaja con la idea de descubrir más acerca de aquellos sefaradíes. Más allá de su puesta en escena televisiva, La experiencia judía… es una de esas películas abiertas a la sorpresa. Mejor dicho, abierta a la posibilidad de dejarse sorprender. Con paradas en el hallazgo de las ruinas de lo que alguna vez fueron sinagogas hasta cementerios en medio de la selva de Surinam y el encuentro con una comunidad del noreste de Brasil que descubre su identidad judía, por citar algunos ejemplos, Kohan construye un mosaico antropológico cuya base está cimentada por la voluntad de transmitir los sentimientos generados por el desarraigo y la lejanía. Sentimientos que, queda claro, no distinguen raza ni religión.
Ir de lo particular a lo universal es una de las principales habilidades de Miguel Kohan, que una vez más se pone al frente de una épica folclórica, entendiéndolo como la idiosincrasia de un pueblo que trasciende y supera fronteras, en este caso las del pueblo judío que se reinventa a pesar de las expulsiones que ha sufrido.
Vestigios de sinagogas, cementerios en las junglas de Surinam y a través del Caribe y el nordeste brasileño se van descubriendo en este documental que se transforma, así, en un viaje que revela la historia no contada de la presencia judía en América, impulsada inicialmente por la creación de la Inquisición en Castilla y en Aragón, y pocos años más tarde, la expulsión de las comunidades judías de España en 1492, a través del edicto de Granada. Con indudable calidez y una infinita paciencia, el propio director Miguel Cohan relata, con su emotiva voz, aquellos tiempos de la diáspora en los que quedaron como testigos tumbas que hablan de la persecución y del horror.
La idea de esta película parte desde una imagen que proviene de la infancia del autor y que está relacionada a una visita que el mismo hiciera a Basavilbaso, el pueblo de origen de su padre, a partir de lo cual cuestiones referentes a su propia procedencia comenzaron a interpelar su fibra íntima. Casi dos décadas le llevó al realizador concretar este film y es por ello que, a partir de este disparador, “La experiencia judía” intenta desandar el camino de una imagen que permaneció en forma de interrogante acerca de la identidad, la procedencia y el desandar el camino acerca del exilio judío, la diáspora que terminó haciendo de esa huida su asentamiento. Estos recuerdos de viejos tiempos se instalaron en su memoria, permaneciendo hasta hoy, cobrando vida en la travesía concretada en “La Experiencia Judía”. Según la mirada del autor, aún existen lugares remotos que el mundo globalizado desconoce afortunadamente, y en aquellas locaciones el realizador reconstruye la historia acerca de la llegada de la comunidad sefaradí que huyó de la Inquisición hacia la selva de Surinam. En la obra de Kohan existe una indagación que se manifiesta a través de dos temáticas primordiales. Por un lado, del espacio y el lugar que cada uno se hace para sí y , por otro lado y en consecuencia, la posibilidad de que se pueda a partir de dicha conquista inspeccionar acerca de uno de forma más profunda, como el autor ya había plasmado en “Lluvia Cósmica”; film de su factura. Resulta paradójico examinar la convivencia de la comunidad con los indígenas que poseen una idiosincrasia africana como Surinam. Igualmente sorprendente, todo lo que ocurre en el rodaje en locaciones de Brasil nos remite a personas que hoy en día dudan de su procedencia, tienen costumbres judías y son todos descendientes de aquellos perseguidos que escaparon Inquisición. Resulta atractivo el trabajo de investigación previo que formó parte del proceso de gestación del film, se nota aquí muy intuitivo al autor en hacer una lectura pormenorizada de cada locación y potenciales protagonistas que intervendrán, como sobrado ejercicio de cine documental. En este sentido, “La Experiencia Judía” se torna una película reveladora: una historia tan desconocida como la presencia judaica en lugares tan inhóspitos y remotos invita a despertar nuestra curiosidad.
Una reveladora investigación sobre la presencia judía en el continente Americano, una lúcida reflexión sobre lo que le ocurrió a quienes pudieron emigrar rápidamente al nuevo Mundo lejos del dominio español y de la Inquisición. Y así es como aparecen en este minucioso trabajo de reconstrucción de vestigios lo absolutamente inesperado: según su director, 18 años de recorrido para una empresa que comienza en los recuerdos infantiles de Basavilbaso , los interrogantes sobre la identidad judía en distintos lugares y el encuentro con un historiador autodidacta Mordechai Arbell en Jerusalén y la investigación que realizó sobre los judíos sefaradíes que huían de la persecución de los tribunales católicos, la antropóloga Rachel Frankel en un pueblo remoto de Jamaica, que revela tumbas con inscripciones hebreas en un basural que tuvieron que limpiar. O el nordeste de Brasil con sus campesinos que se redescubren judíos. Los verdaderos alcances de un éxodo que comenzó en América mucho antes de las creencias generalizadas y solo a causa de la Segunda Guerra Mundial. Original y sorprendente.
El filme de Miguel Kohan, a través de un relevamiento por distintas zonas de Latinoamérica, da cuenta de la presencia judía en sitios como las selvas de Surinam, Paramaribo, Caico, Serra Do Vento, en el nordeste de Brasil, y Jamaica. Sinagogas, cementerios, lápidas desenterradas bajo la exuberante naturaleza tropical hablan de protagonistas de la diáspora que van dejando testimonios de ellos mismos mientras huyen de la persecución religiosa, de la intolerancia, del poder de la Inquisición en épocas de oscurantismo. A partir de las preguntas sobre identidad judía planteadas al historiador Mordechai Arbeli en Jerusalén, el joven director Kohan ("El Francesito", documental sobre Enrique Pichón Riviere) emprende un viaje por diferentes lugares de Latinoamérica. Lugares donde incluso se revelan curiosidades como la colaboración indígena (arawakas) con las comunidades de judíos que se establecen en la zona, a diferencia de los proverbiales distanciamientos con otras comunidades que pretendieron interferir en sus creencias ancestrales. El hallazgo de lápidas en hebreo, en ladino, en holandés, en zonas que se constituyeron como colonias del país, fijan la importancia del éxodo. Relevamientos en Surinam, primera colonia judío sefaradí desde el siglo XVII, dan cuenta de la presencia de edificios destinados al culto judío que incluso fueron testimoniados por el pintor Pierre Jacques Benoit en obras pictóricas como "Jerusalén a orillas del río" (1830). La tradicional imagen de una colectividad dedicada al comercio es modificada sabiendo la importancia que tuvieron estas organizaciones en zonas de Surinam y Jamaica con el cultivo y la industria referida al cacao, la vainilla, el azúcar y sus posteriores exportaciones. INVISIBILIZADOS Así, florecientes negocios fueron interrumpidos cuando los precios de los productos dejaran de ser convenientes y Africa y sus colonias desplazaron a las americanas. Un cuidado trabajo el de este filme en el que figuras de la investigación y la ciencia, como la arqueóloga Rachel Frankel, aportan su testimonio y permiten visibilizar aspectos hasta ahora ignorados de la presencia judía en América.
El material de este documental inicialmente parece ser parte de una larga lista de rutinarios pero valiosos testimonios sobre la memoria de los inmigrantes judíos por el mundo. En este caso los primeros en llegar al continente americano escapándose de la persecución de la Inquisición. Para el espectador argentino será más conocida y familiar la historia de los que se instalaron en Basavilbaso, provincia de Entre Ríos, pero luego el viaje se vuelve más sorprendente cuando recorre lugares que tal vez poco sepan que también tuvieron sus inmigrantes. El término Nueva Ámsterdam se refiere, por supuesto, al nombre de los territorios en donde más adelante estaría la ciudad de Nueva York. Pero también hay sorprendentes revelaciones en medio de la selva en Surinam y también el noreste de Brasil. El material del documental es atrapante, pero la duración del mismo le termina jugando en contra. Aun así, para los interesados en el tema, la película contiene material nunca antes visto o muy poco conocido.
En busca de la diáspora. Miguel Kohan estuvo en contacto con el historiador israelí Mordechai Arbell durante años. Innumerables faxes, documentos y fotos viajaron desde Jerusalén hasta la localidad entrerriana de Basavilbaso, de donde es oriunda la familia del realizador, hasta que la necesidad de un encuentro se hizo imperiosa. Kohan hizo las valijas para ver cara a cara a su principal fuente de información sobre los orígenes de la comunidad judía en América. Esos orígenes se remontan hasta la llegada de los primeros inmigrantes sefaradíes provenientes de distintas regiones de Europa debido a la persecución por parte de la Inquisición. En busca de indicios y certezas sobre las prácticas de esos primeros judíos-americanos parte Kohan en La experiencia judía, de Basavilbaso a Nueva Ámsterdam, un film que pone sus pies en un pasado familiar que es también el de gran parte de una comunidad. “El gran tema es la inmigración en general, más allá del judaísmo. Es una película que invita a reflexionar sobre la inmigración y sus consecuencias”, dijo Kohan en la entrevista publicada en estas páginas el último domingo. Esa reflexión se construye a través de un relato que entrevera lo detectivesco con lo histórico, lo estrictamente personal con lo dogmático y lo religioso. Suerte de bitácora de un viaje en tiempo y espacio, La experiencia judía narra el periplo del director de El Francesito, un documental (im)-posible sobre Enrique Pichon Rivière a lo largo del continente americano. El recorrido se inicia en Entre Ríos y continúa hasta bien al norte de la región, pero el destino final, como en todo viaje abierto a la sorpresa y la espontaneidad, recién se avizora en los últimos minutos de metraje. Las paradas son muchas y por variadas razones, desde el hallazgo de las ruinas de lo que alguna vez fueron sinagogas hasta cementerios en medio de la selva de Surinam y el encuentro con una comunidad del noreste de Brasil que descubre sus orígenes. Esos mismos orígenes esfumados por el correr de los años. Tantos años pasaron que muchos de esos descendientes dejaron de lado todo atisbo de pertenencia religiosa. Y es justamente la pertenencia el gran eje del relato, en tanto Kohan se detiene en detalles aparentemente minúsculos pero de gran trascendencia a la hora de armar este mosaico antropológico cuya base está cimentada por la voluntad de transmitir los sentimientos generados por el desarraigo y la lejanía. Sensaciones universales, que no distinguen religión, ni color de piel ni país de procedencia. El director no tiene apuro alguno por llegar al hueso de su tema, y realiza entrevistas que muestra a través de escenas largas y con pocos cortes internos, como si quisiera que adquirieran una respiración propia. La falta de scouting de locaciones previas al rodaje –algo reconocido por el director en la nota del domingo– ayuda a acrecentar la sensación de sorpresa ante lo desconocido, incluso cuando eso “desconocido” haya ocurrido hace cientos de años.
Tres colectividades de inmigrantes se reflejan en otros tantos documentales estrenados esta semana. Sorprende “La experiencia judía”, donde Miguel Kohan va de la tierra de los gauchos judíos hasta Jodensavanne, en Surinam, Sin Eustatius, del archipiélago de las Barlovento, y otros lugares recónditos del continente donde nadie imaginaba que también hubiera aldeas judías, incluso judíos negros, con historias interesantísimas por todos lados. “Lo nuestro no es un árbol genealógico. Es una enredadera”, bromea el gaucho Hugo Arcusin, que también recuerda orgulloso el viejo dicho de sus paisanos: “Sembramos trigo, cosecha- mos doctores”. Otra clase de recuerdos aparece registrada por los chicos de una escuela armenia cuando preguntan, en sus hogares, de qué modo sobrevivieron los bisabuelos al genocidio. La memoria familiar se va perdiendo, y con ella también la historia de la Diáspora, observa uno de los alumnos mayores, mientras los demás juegan alegremente en el patio y la escritora Ana Arzomaunian se pregunta por el futuro del “armenio occidental”. “Acá y acullá”, es el trabajo, surgido de un taller escolar de cine a cargo de Hernán Khourian. ¿Y cuál será el futuro de los senegaleses sudamericanos? En “Estoy aquí (Mangui fi)”, de Bramuglia y Tabacznik, vemos a dos muchachos de suerte diversa. Uno patea la calle desde hace 5 años vendiendo imitaciones, y ahora piensa mudarse a Brasil. Pero antes visita unos días su tierra de gente amable, de puertas abiertas, de pobreza crónica. Otro enganchó una novia porteña y trabaja como traductor en la Defensoría del Pueblo. Hermosos, el casamiento birracial, y las ceremonias alegres, coloridas, en la mezquita de los africanos. Hay unos chiquitos motudos corriendo por ahí. Son los nuevos argentinos.
Colonias judías en América El tercer documental del realizador argentino Miguel Kohan, responsable de El Francesito: Un documental (im)posible sobre Enrique Pichón-Riviere (2016) y Café de los Maestros (2008), es una investigación de la diáspora judía alrededor de América, una historia fascinante sobre la construcción de comunidades específicas que van desde una pequeña ciudad en Entre Ríos hasta Nueva York, pasando por Jamaica, Surinam y Brasil. En La Experiencia Judía (2019) Kohan reconstruye a partir de entrevistas a historiadores, diplomáticos, investigadores y descendientes de las comunidades hebreas la historia del exilio judío en América, una búsqueda incansable de una tierra prometida en los textos sagrados a nivel simbólico y un lugar para profesar sus creencias sin persecuciones en el ámbito político. A partir de un gran análisis histórico el documental asiste al encuentro de tumbas del Siglo XVII en basureros y tierras anegadas en Jamaica y en Surinam, a la historia de los gauchos judíos en Entre Ríos, inmortalizados por la novela de Alberto Gerchunoff y la película de Juan José Jusid, y las comunidades judías convertidas a la fe católica en Brasil y otras regiones americanas a lo largo de los años para asimilarse y no quedar aisladas. Desde la cooperación entre comunidades indígenas y judías en Surinam hasta la creación de las primeras Sinagogas públicas, el documental busca la huella de una comunidad de la que quedan rastros y descendientes que hoy redescubren su legado. A partir del estudio de las inscripciones en las lápidas encontradas, los investigadores descubren las formas en que la religión era comprendida y vivida por los judíos exiliados que escapaban de los pogromos en Rusia y Rumania, o de la inquisición de España y Portugal a través de Holanda en un documental que invita a adentrarse y estudiar las congregaciones judías en América, un capítulo anegado de la historia del continente, como una forma de encontrar una herencia cultural americana que parecía perdida y hoy es redescubierta. La música original de César Lerner propone imbuir al documental de las raíces semíticas para estudiarlas y recuperarlas. La Experiencia Judía también rescata la relación entre la independencia norteamericana y la isla de San Eustaquio, parte de las Antillas Holandesas, un puerto natural donde la comunidad judía se asentó durante muchos años con prosperidad hasta la guerra de independencia estadounidense. La Experiencia Judía consigue despertar así el interés sobre una cuestión poco estudiada que merece un análisis más exhaustivo que el que el documental termina ofreciendo.
La pampa y la estrella La experiencia judía, de Basavilbaso a Nueva Amsterdam (2019) es un documental dirigido por Miguel Kohan que invoca la travesía de los judíos que llegaron a América del sur, en especial a una región de Argentina, una provincia donde se respira aire gauchesco. Un apartado de la historia que parece haber recaído en ese lugar y desde donde el relato va redescubriendo una historia que viene a contarle a los pobladores su pasado. Todo empieza con la búsqueda personal de Miguel Kohan quien tiene una herencia de gauchos judíos. Para comenzar su viaje llega hasta Jersusalén para que la historia de la diáspora sefardi sea contada por Mordechai Arbell, quien vive allá. A través de una entrevista comenzará a narrar sobre los judíos que llegaron a América del Sur, particularmente de la sabana en Surinam y lo que sucedió con muchos de ellos en España, que ante la presión religiosa los obligaron a convertirse al catolicismo. Algo que también sucedió en América del Sur. Entonces la mayoría de los habitantes de muchos lugares tienen pasado judío y así lo fueron dejando atrás y expandiéndose. Kohan hará el recorrido para mostrar a los judíos históricos, llegará hasta Brasil pasando por Paramaribo y la isla de Eustaquio, lugares de gran aglomeración judía que, con todas sus riquezas y conocimientos, comenzaron a asentarse. Es decir, que en las montañas de las Guyanas hay pasado judío. Pero todo empieza en Basavilbaso, el lugar que elige Kohan para iniciar un viaje sobre lenguas, migración e historia judía, con gauchos y niebla pampeana. Siempre escapando, siempre bajo la figura de una diáspora Resulta interesante que la película se convierta en un viaje a una zona inhóspita y poco vista como las islas Guayanas. Sobre todo, para hablar de un tema controversial como la expulsión de los judíos de Europa. Solo su mención despierta curiosidad, tantos años después de decretos y guerras, expulsados de España y Portugal llegan al Caribe. Kohan diseña este viaje como un mapa. En realidad, es un mapa literario como una cartografía que sigue el curso de las pistas que obtiene de su oráculo, el historiador Mordechai Abell quien lo va guiando para mostrar que entre cada urbanización y pueblo sudamericano hay una sinagoga perdida o pobladores que desconocen su pasado judío. Esta vez el viaje no es para sobrevivir sino para descubrir. Resulta atractivo que el viaje esté contenido de alguna forma en una conversación u entrevista. Como si el hilo estuviera en lo que dice Abell y mientras tanto vamos siguiendo los distintos lugares que a la vez tienen nuevos guías que dan cuenta que el judaísmo está en cada uno de ellos. Así es que un viaje espacial (porque los mapas son viajes espaciales y a veces desplazamientos imaginarios) se convierte en un viaje en el tiempo, como entrar al museo y encontrar capas de pasado, muertos y fantasmas de otros lugares y otras eras. La migración pura. La clave se intenta destramar desde la posición de Kohan con su visión en primera persona, y aquí el diseño literario de un punto de vista que sirve para describir un mundo religioso que siempre estuvo presente.
Constantemente perseguidos. Nunca queridos. Siempre que se dio la ocasión, fueron agraviados, acusados y discriminados injustamente. Así viven los judíos desde que se comenzó a escribir la historia moderna. Por ese motivo, primero desde la época de la inquisición española, y siglos más tarde al ser perseguidos por la Rusia zarista, éste pueblo se vio obligado a huir de Europa y recalar en distintos puntos de América, donde crearon colonias para trabajar la tierra, construir sus viviendas y mantener las tradiciones religiosas, erigiendo Sinagogas, colegios y cementerios. Para explorar este pasado, previo al surgimiento de Hitler en Alemania, Miguel Luis Kohan realizó este documental. El director, descendiente de los gauchos judíos de Basavilbaso, investigó y encontró rastros de comunidades judías similares a la entrerriana en Surinam, Antillas Holandesas, Nueva York, Jamaica y Brasil. Junto a su equipo de trabajo fue hacia cada una de ellas para registrar personalmente los vestigios de las instituciones y poder charlar con personas que se enteraron de adultos que pertenecían a la colectividad. Muchos de ellos se interiorizaron y dedicaron su tiempo para estudiar el tema y, de ese modo, ofician de guías y relatores frente a la cámara. El director alterna este tipo de entrevistas con otras llamadas “cabezas parlantes”, es decir, gente que brinda su testimonio sentada y, generalmente, en un lugar cerrado. La producción cuenta con un buen presupuesto como para viajar hacia los países nombrados anteriormente, y realizar tomas en el agua y aéreas, además de las tradicionales. También musicalizadas de tal modo que pasan las canciones desapercibidas. Aquí lo importante es lo visual y las declaraciones detalladas de las personas entendidas. El objetivo no es regodearse con las emociones, ni victimizarse, sino que se direcciona la película en reflejar simplemente la realidad de lo que sucedió en otros tiempos. El cineasta nos lleva de viaje para reconstruir un pasado olvidado, o desconocido por la mayoría de los habitantes del mundo actual, que nos permite descubrir y aprender un poco más sobre el recorrido que hizo un pueblo para permanecer vivo, a pesar de las decisiones arbitrarias de los gobiernos necios e ignorantes.
SOMOS LO QUE HACEMOS CON LO QUE HICIERON DE NOSOTROS Asimilación, persecución, exilio, son los grandes temas que atraviesan la historia del judaísmo. Es inevitable para un creador no incluir acontecimientos que influyan directamente en su vida personal, y como también en el caso de La experiencia judía, de Basavilbaso a Nueva Ámsterdam, familiar. El documental que inicia Miguel Kohan desde Basavilbaso, Entre Ríos, tierra donde sus antepasados trabajaron los campos y él fue criado, surge como idea a partir de una reunión con Mordechai Arbell, un historiador autodidacta israelí, que se ha especializado en la investigación sobre la diáspora sefardí que escapó a América de la Inquisición en la Península Ibérica en 1492. A partir de este momento clave en la historia judía que el mismo Arbell desarrolla, narrando en campo o en voz en off en otras secuencias, el realizador emprende un viaje en busca de las distintas comunidades judías que habitaron América a partir del Siglo XV, lugares en cuales los exiliados lograron asentarse. El primer destino es la sabana judía, en Surinam. Donde los judíos sefardies crearon una comunidad durante 80 años gracias a las alianzas que establecieron con los indígenas locales en la selva. Desde allí, Kohan se traslada a San Eustaquio, isla caribeña donde, luego de la persecución, los judíos desarrollaron el comercio de la región y favorecieron la independencia de Estados Unidos con la ayuda de la venta de armamento que habían traído desde Europa. Después a Jamaica, donde se han descubierto cementerios pertenecientes a la religión con fechas del 1500 e investigadores jóvenes dedican años estudiando acerca de quienes habitaron ese país en aquel tiempo. Volviendo atrás, algunos judíos que escaparon de España y Portugal logrando establecerse en Brasil tras las persecuciones europeas, debieron exiliarse posteriormente en Nueva York por la Inquisición portuguesa que tomará en particular la ciudad de Recife. En Nueva Ámsterdam, Nueva York, fundan la comunidad judía del estado norteamericano. Cada ciudad recorrida está empapada de largos planos e imágenes frescas y espontáneas de sus actuales habitantes. Este documental en primera persona que, a través de sus narradores, va trazando los recorridos de este mapa, posee una profunda investigación acerca de las Inquisiciones ocurridas en España y Portugal durante la caída de la Edad Media, acontecimiento atroz que, gracias a este estudio histórico y cinematográfico que realiza Kohan, logra reconstruir identidades. Luego de siglos de persecuciones y genocidios, en ciudades del continente americano donde parece que el tiempo se detuvo, existe un ritual, una ceremonia que mantiene viva la tradición: el Shabat. El descanso pone un punto final a lo ocurrido durante los últimos seis días, nos conectamos con nuestro ser, con lo más sagrado, despojando todo lo material para que al día siguiente podamos volver a comenzar. Deja atrás el pasado, sin olvidarlo, y nos prepara para el futuro, lo que vendrá. Nos identifica principalmente con la judeidad: se celebró a escondidas durante la Inquisición y en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. En nuestros días se celebra en libertad. Todos los viernes tienen un significado especial. La experiencia judía, desde Basalvibaso a Nueva Ámsterdam desentierra lo que estaba muerto, hace visible lo que se escondía bajo capas y capas de hojas, también de basura. Dice lo que antes permanecía en silencio, da identidad a lo que estaba desconocido.
Cómo fue la experiencia judía en América no sólo en los últimos siglos sino también mucho antes, cuando había que huir de la Inquisición. Este documental narra, a través de vestigios y de preguntarse cosas pertinentes, cómo fue la experiencia judía en América no sólo en los últimos siglos sino también mucho antes, cuando había que huir de la Inquisición. Los parajes, las ruinas, los vestigios y los relatos se tejen concisa mente para dar a conocer, a la manera de un gran cuento, una historia muy poco