El tiempo y la distancia. El pasado y el presente. Buenos Aires, 1919; New York, 1932; México, 1938; Buenos Aires, 2017. Cuatro historias y una revolución, la más grande de todos los tiempos. Tras más de 3 años de trabajo, Violeta Bruck y Javier Gabino nos presentan La Internacional del fin del mundo, un extenso y hermoso recorrido por las trayectorias de Pedro Milesi, Mika Etchebéhère, Mateo Fossa y Liborio Justo. De fondo, el rugido eterno de la lucha de clases. Un motor siempre encendido La historia, sentenció Marx, tiene un motor potente: la lucha de clases. En la Argentina del siglo XX, los bordes de la narrativa nacional se erigieron en las calles y sus manifestaciones, en las fábricas y sus huelgas, en los combates y sus barricadas. La Internacional del fin del mundo nos invita a ese recorrido. Las cuatro trayectorias que nos presenta están unidas a uno de los hechos más vibrantes del siglo que pasó: la revolución rusa de 1917. A su manera, con sus palabras y sus acciones, Pedro, Mika, Mateo y Liborio son testigos y voceros de un tiempo donde las callen guían la mano de los cronistas. Esos fantasmas son los que las clases dominantes pretenden conjurar, llamar al silencio, borrar. Ahí está la saña represiva del régimen dirigido por la oligarquía con olor a bosta, al decir de Sarmiento. Con las plazas y los parques porteños de fondo, la clase dominante descarga su furia contra quiénes rechazan su (nada) natural dominación. Y entre esas calles cubiertas de barricadas encontramos a nuestros protagonistas. A quienes nos hablan desde un pasado que es, a la vez, presente y futuro. Como en un caleidoscopio, La Internacional del fin del mundo presenta a sus personajes confundidos en aquel universo que los rodea. Donde hay cuatro historias hay, en realidad, miles. O millones. El lector o la lectora pueden despreocuparse. No hay, en las líneas que siguen, nada parecido al spoiler. Lo atrapante de La Internacional... está, y mucho, en quienes la protagonizan. El viejo Pedro Pedro Milesi es testigo de grandes gestas y movilizaciones obreras. Desde la Semana Trágica de 1919, pasando por el 17 de octubre de 1945, llegando a los convulsivos años 70, en la Córdoba del clasismo. Su huella, imborrable, está en los recuerdos de Susana Fiorito: “Él escribió toda su vida. Tenía unos dedos gordos de metalúrgico, de haber pavimentado calles. Tenía una máquina portátil. Y sin embargo, se las arreglaba”. Confinado en el penal de Ushuaia, un infierno en el fin del mundo, el “viejo” se erige como educador de sus compañeros de lucha y presidio. “Comenzamos un curso sobre organización sindical, siguiendo con otro sobre el rol de la mujer obrera en las luchas revolucionarias. Días después, a pedido de los compañeros, dí un curso sobre materialismo histórico y economía política”, rememora en la voz de Susana. Capitana y mujer, mujer y capitana “La pasión que sentían por las revolución los llevó a irse a Europa”, dice Andrea D’Atri. Mika e Hipólito huyeron de las comodidades de una vida tranquila en el sur argentino. Aquella pasión se había tejido en los años previos, al calor de la hoguera revolucionaria que ardía en el viejo continente. Hoguera que quemaba más allá de las fronteras rusas, con tizones regando el mundo entero, incluida la Argentina granero del mundo. Su destino es la convulsionada Alemania. La fecha no tiene nada de anodina: finales de 1932. Hitler se encamina al poder. Poco después, en 1936, España les hace un llamado urgente. Se enlistan en las milicias del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Parten al frente, combaten. Hipólito es asesinado por las balas fascistas. Mika se convierte en capitana. La única mujer capitana de aquella indómita revolución en tierras españolas. El hombre que desafió a Roosevelt El 1° de diciembre de 1936, ante el Congreso de la Nación y ante los ojos del mundo, Franklin Delano Roosevelt fue increpado por un joven de 34 años. “Abajo el imperialismo”, grita Liborio Justo desde los balcones internos que dan al recinto. De pie, junto al líder de la mayor potencia mundial, está Agustín Pedro Justo, presidente de la nación... y su padre. “Es un personaje muy fuera de serie”. Desde las entrañas de esa inmensidad arquitectónica que es el Palacio Barolo, Mónica Justo habla de su padre: “Hubiera tenido un lugar al lado del establishment, que es lo que le correspondía. Pero él eligió ser la oveja negra y enfrentar a todo el mundo”. Aquella oveja negra, bajo múltiples pseudónimos, tejió una vasta obra. Los seis tomos de Nuestra patria vasalla constituyen un aporte sustancial a la comprensión de la historia nacional. El carpintero que entrevistó a Trotsky Buenos Aires, finales de 1935. Otra escala de viaje en el tiempo. “Se derrumba la patronal”, reza el encabezado de un boletín de huelga. La clase trabajadora hace sentir se fuerza. Los obreros de la construcción sacuden al país. En ese torbellino de la lucha de clases, el nombre de Mateo Fossa gana un lugar destacado. Dirigente del gremio de los madereros, se convierte en activo impulsor de la solidaridad con los obreros en huelga. “Utilizar todos los medios al alcance, de tal manera que la huelga general penetre hasta el último rincón de la clase obrera”, reza el comunicado que Alicia Rojo lee ocho décadas más tarde. La potencia de aquella gran huelga lo llevará a México. A miles de kilómetros de su país, conocerá al hombre más perseguido del planeta. El impacto personal se fundirá con el interés político. En aquel viaje, Mateo Fossa hará las veces de periodista y entrevistará a León Trotsky. Continuidades Ficción y realidad se entrecruzan en La Internacional… Se unen, amalgaman y multiplican. Sus protagonistas no viven solo en el pasado. Están aquí, ahora, en el presente de esta moderna Buenos Aires. Buceando entre viejas fotos, leyendo viejos diarios, subiendo en viejos ascensores. En ese cruce de dimensiones, las calles son –una vez más– el campo de (múltiples) batallas. Las imágenes de un Congreso militarizado llegan a las retinas. Los pañuelos verdes invaden la pantalla. La clase trabajadora resiste, enfrenta despidos y represiones. Cae y se vuelve a levantar. El motor sigue encendido. El guion de la historia se reescribe. Los protagonistas, con sus rostros cambiados, son los mismos. La izquierda está ahí, en las calles. Las banderas rojas flamean detrás de la densa cortina montada por los gases lacrimógenos. Jóvenes, estudiantes, mujeres y trabajadores combaten. Del otro lado, llueven balas de goma. De fondo, macizo, emerge el Congreso Nacional. Pedro, Mika, Liborio y Mateo siguen allí. En cada bandera, en cada cántico, en cada hecho de resistencia y lucha. La Internacional… nos presenta la Buenos Aires de dos comienzos de siglo: el XX y el XXI. Esa presentación está fuertemente documentada. Fotos, escritos, filmaciones, grabaciones. Todo está ahí para dar cuenta de los pasos que siguieron realmente los acontecimientos. En el mismo registro, a lo largo de 90 minutos, nos encontramos con historiadores como Hernán Camarero, Roberto Pittaluga y Alicia Rojo; investigadoras militantes como Andrea D’Atri y Susana Fiorito. O con la misma Mónica Justo. Ellos y ellas también le ponen voz a la historia viva de la lucha de clases en nuestro país. *** El autor de esta nota está muy lejos de ser un especialista en cine. Opina, reseña, como espectador y militante político. En ese marco, no puede más que recomendar La Internacional del fin del mundo, que se estrena en muy pocos días en el Cine Gaumont. A los argumentos antes vertidos súmese una excelente presentación visual, que incluye, entre otras cosas, múltiples tomas áreas de Buenos Aires. Vista desde el cielo, la ciudad donde ardieron barricadas tiene una notoria belleza.
La historia sin fin Los realizadores Violeta Bruck y Javier Gabino proponen un recorrido por el origen de los movimientos de izquierda en nuestro país a partir de la vida de los referentes Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo. Violeta Bruck es la protagonista de este documental en el que busca reconstruir una historia personal que a medida que avanza se convierte en colectiva., La Internacional del fin del mundo (2019) viaja desde el Buenos Aires del presente al pasado a través de testimonios e imágenes de archivo donde ficción y realidad se entrecruzan para introducirnos en el nacimiento de la izquierda argentina a través de cuatro personajes provenientes de ámbitos opuestos. Las vidas de los obreros Pedro Milesi y Mateo Fossa, la estudiante Mika Etchebéhère y Liborio Justo, hijo del dictador Agustín P. Justo, servirán para abrir las aristas de un relato que retrocede un siglo para recorrer tópicos que aún hoy siguen siendo parte de la agenda diaria como las luchas feministas y sociales en pos de los derechos. El documental se nutre de un interesante material de archivo visual, testimonios, momentos ficcionalizados, contando además con escenas del libro El verdugo en el umbral del escritor argentino Andrés Rivera, y en ese collage de estilos es donde la historia se vuelve más atractiva porque no solo se pone el foco en lo que se cuenta sino también en como decidieron contarla, con ideas rupturistas que rompen el clasismo documental. Del presente al pasado y viceversa, La Internacional del fin del mundo habla tanto del hoy como del ayer, dando la sensación de que por momentos la temporalidad se rompe y el hoy y el ayer se unifican en una historia sin final.
Violeta Bruck y Javier Gabino reconstruyen la historia de la izquierda en nuestro país. Para eso investigan las vidas de cuatros jóvenes en los albores del siglo XX. Un recorrido que los realizadores investigaron y filmaron, para seguir las huellas de Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebehere y Liborio Justo. Diferentes, de distinto origen social pero igualmente determinantes para la época. Se trata de una fusión entre el lenguaje propio del documental junto con una ficción que se propone y logra encontrar rastros en la actualidad. Y además cuenta con escenas del libro “El verdugo en el umbral” de Andres Rivera. En nuestro siglo todavía repercuten las acciones de dos obreros, una estudiante y el hijo de Agustin P. Justo. Con testimonios actuales y una fascinación que funciona como lo quieren sus creadores: una “memoria para reincidentes” . Con los directores hubo todo un equipo de técnicos, actores y realizadores que ayudan a entender una verdadera diversidad de movimientos culturales, feministas, sindicales y políticos inspirados en la revolución rusa de l917. Entrevistas a protagonistas de nuestro tiempo y personajes que se empeñan en presentarse aunque son habitantes del pasado.
“La internacional del fin del mundo”, de Violeta Bruck y Javier Gabino. Por Marcela Barbaro La historia argentina se ha caracterizado por la constante persecución, hostigamiento y desaparición hacia quienes lucharon por alcanzar ideales de vida más justos e igualitarios para todos. Una y otra vez, se intentó eliminar y callar las voces que promovían los derechos humanos y las reformas laborales en contra de la explotación y la esclavitud. Sobre esos temas que sentaron las bases de la izquierda en la Argentina, se construye La internacional del fin del mundo, de los documentalistas Violeta Bruck y Javier Gabino, integrantes del colectivo Contraimagen y autores de “Memoria para reincidentes” (2012). La película transita entre el pasado y el presente a través de un diálogo que refleja el paralelismo entre los problemas acaecidos en la Argentina de principios del siglo XX, y las dificultades del presente; en ambas etapas se visibilizan las consecuencias de la falla del sistema capitalista, la exclusión de las políticas neoliberales y los efectos de la globalización. La internacional del fin del mundo parte de la vida de cuatro jóvenes argentinos de origen muy diverso, para desarrollar los cimientos de un partido y de una forma de pensamiento opuesto al Imperialismo, y ejercido a través de la lucha obrera. Ellos fueron: Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo. A partir de ese proceso de búsqueda, Violeta Bruck guía el documental entrevistando a destacados investigadores, activistas y familiares que reconstruyen la cronología de los hechos que se suscitaron en Buenos Aires, a partir de la influencia de la revolución rusa de 1917. Los testimonios, silenciados por la historia oficial en relación a la semana trágica, la Patagonia rebelde, la Reforma Universitaria y la crisis del treinta, acompañan las fotos y documentos de archivo, los audios, las filmaciones de época, y las imágenes actuales, que integran el relato. Desde lo formal, el documental se nutre del lenguaje clásico, pero también se aleja por momentos, a través de reconstrucciones de época ficcionales y el relato en off. Un estética, que recuerda los recursos narrativos y herramientas discursivas del documentalismo actual, entre ellos el ciclo “Algo habrán hecho por la historia argentina” conducido por Felipe Pigna y Mario Pergolini. Además, cuenta con escenas inspiradas en el libro “El verdugo en el umbral” del gran escritor argentino, Andrés Rivera. La riqueza del material subraya el rol y la dialéctica de sus cuatro protagonistas: Pedro Milesi, un referente obrero que es parte de los principales acontecimientos de lucha en el país, hasta ser el consejero de Agustín Tosco durante el Cordobazo. Liborio Justo, el hijo del dictador Agustín P. Justo, se rebela contra su familia, y hará el “primer escrache” hacia un presidente de Estados Unidos. Mateo Fossa, un destacado dirigente obrero del gremio de la Madera será el único argentino que tendrá un encuentro con León Trotsky en México. Y Mika Etchebéhère, una joven feminista y comunista que participa en la Revolución Española donde logra ser la “primera mujer capitana”. La internacional del fin del mundo comienza y termina con un cartel que dice “que si bien la historia transcurre en Buenos Aires, podría transcurrir en cualquier lugar del mundo”. Esa universalidad, parte de aquella transformación social que comenzó con los bolcheviques y maximalistas, y que fue tomando distintos rumbos. Una ideología de lucha que la traslada, como una suerte de espejo, hacia las marchas de mujeres con pañuelo verde peleando por el derecho al aborto, legal, seguro y gratuito, como también a los miles de trabajadores despedidos que resisten en asambleas y movilizaciones. Sin duda, rescato la intencionalidad de los documentalistas, porque apuestan a la vigencia de lo pendiente. LA INTERNACIONAL DEL FIN DEL MUNDO La Internacional del fin del mundo. Argentina.2019. Dirección, guión y montaje: Violeta Bruck y Javier Gabino . Dirección de Fotografía y cámara: Lucas Martelli. Dirección de sonido: Andrés Perugini. Producción: Violeta Bruck, Dolores Contreras, Giselle Ventrice. Música original: Matias Gali, Lucas Olarte, Patricio Bonfiglio. Arte y escenografía: Natalia Rizzo, Iara Rueda. Pos-producción de imagen: Javier Gabino.
Cuatro visiones de la izquierda Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhére y Liborio Justo, cuatro jóvenes de la Argentina de principios del siglo XX y de diferente origen social (dos obreros, una estudiante de clase media y el hijo del general Agustín P. Justo) son el eje de este documental dirigido por Violeta Bruck y Javier Gabino, que busca reflejar una diversidad en los movimientos culturales, feministas, sindicales y políticos argentinos inspirados en el triunfo de la revolución rusa de 1917. La atenta cámara de los realizadores se detiene en investigadores y activistas de ese cuarteto para reconstruir sus historias, ayudados por imágenes de noticieros y registros fotográficos.
“LA INTERNACIONAL DEL FIN DEL MUNDO” se construye como un documental coral en base a cuatro historias bien diferenciadas, que a pesar de tener sus puntos en común, los directores eligen narrar en forma separada e inclusive echando mano a diferentes formatos y texturas, quedando de esta forma un relato bien dividido en cuatro nombres protagónicos. Así se narran las historias de Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo, quienes –aún provenientes de diferentes estratos sociales- han compartido una misma mirada de la realidad en la que se vieron involucrados y han participado activamente en movimientos culturales, sindicales y políticos que, tomaron fuerza y se vieron fuertemente influenciados por el movimiento de la revolución rusa de 1917. De esta forma, los realizadores Violeta Bruck y Javier Gabino (quienes ya habían realizado “Memoria para reincidentes” sobre la lucha y militancia obrera en nuestro país en la década del ’70), se encargan de narrar estas historias y utilizarán desde entrevistas y testimonios actuales, combinando material de archivo e ilustrando con reconstrucciones de época, para construir el relato desde diferentes abordajes y con diferentes herramientas. Es así como por momentos se narra con un formato más volcado a la investigación periodística y en otros, los realizados intentan resolver desde una idea de documental histórico que le otorgará un lugar preponderante a los archivos fotográficos y a los documentos privados de cada uno de los personajes cuya imagen este trabajo intenta revisitar y reconstruir. Todos estas personalidades tendrán como eje central e hilo conductor, la construcción de la cultura de Izquierda en nuestro país durante las primeras décadas del siglo XX y son retratos de quien participaron activamente de movimientos que han sido fundadores de una cultura de militancia y nuevas ideas que puede ir desde la participación en la Semana Trágica hasta la lucha por la Reforma Universitaria. Uno de los puntos más interesantes del trabajo de Bruck y Gabino es el de haber podido encontrar una verdadera polifonía en donde podemos escuchar tanto a los historiadores, investigadores y reconocidos docentes que se han especializado en el tema hasta los propios familiares y amigos cercanos que muestran una mirada más personal e íntima. A través de las anécdotas o de los objetos personales que se van desplegando a medida que avanza el documental, se acierta en la intención de poder mostrarlos desde otra óptica, humanizándolos, fuera de cualquier actitud enciclopedista. Cajas llenas de fotos, libros, fotografías, cartas personales y manuscritos son algunos de los elementos de los que se sirven los directores para romper el esquema narrativo tradicional y poder presentar cada historia desde lugares diferentes. Si bien el aporte de las reconstrucciones de época con actores no aporta un sentido adicional ni demasiada información, permite que el trabajo juegue con diferentes estilos y no se termine construyendo mecánica y reiterativamente, sino con una diversidad de herramientas que despierta un mayor interés. Y en cada uno de esos detalles reforzados por los testimonios “LA INTERNACIONAL DEL FIN DEL MUNDO” permite, sencillamente, volver a reflexionar sobre el nacimiento de la izquierda en nuestro país y de la lucha por los derechos, muchos de ellos hasta hoy en día, en permanente replanteo.
Miembros del colectivo ContraImagen y colaboradores de La Izquierda Diario (un muy buen portal digital de orientación trotskista), Violeta Bruck y Javier Gabino codirigieron este documental (con algunos pocos momentos de ficcionalizaciones que no agregan demasiado) con cuatro historias de vida, cuatro experiencias revolucionarias (incipientes, pioneras) en la Argentina: Mateo Fossa, Pedro Milesi, Mika Etchebéhère y Liborio Justo; es decir, dos jóvenes obreros, una estudiante de clase media y el hijo del dictador Agustín P. Justo de origen aristocrático. La película va trazando relaciones, asociaciones, analogías (a veces un poco caprichosas) entre aquellos hechos del pasado (todos inspirados al calor de la revolución bolchevique de 1917 en Rusia) y el presente de una Argentina sacudida por la profunda crisis económica y la marea verde del movimiento feminista. Pero, claro, son cuestiones entre ensayísticas e ideológicas que habría que discutir en otro ámbito y otro contexto. Lo mejor del film es su trabajo de investigación, su uso del material de archivo, sus entrevistas con historiadores y analistas (la propia Bruck aparece en varios momentos en pantalla dialogando con quienes ofrecen sus testimonios) y, en ese sentido, la historia más fascinante es la de Liborio Justo a.k.a. Quebracho (1902-2003), quien no solo se despegó de los mandatos familiares sino que se dedicó a viajar por el mundo (con hermosos registros literarios y fotográficos), abrazando en cada destino distintas reivindicaciones revolucionarias que -más allá de las peleas y disputas internas propias de la izquierda- lo convirtieron en referente de varias generaciones de militantes hasta pasados los 100 años de edad. Las luchas estudiantiles y obreras, las grandes huelgas proletarias, la reforma universitaria, la Semana Trágica, la Guerra Civil Española y la inevitable reivindicacion de León Trotsky en las internas de la izquerda son los principales hitos que conforman el trasfondo en el que luego se desarrollan las cuatro interesantes historias de vida que merecían una reconstrucción y, sobre todo, esta reivindicación.
Texto publicado en edición impresa.
Documental que recorre el origen de los movimientos de izquierda en el país, con información, investigación y con la necesidad de demostrar el esfuerzo que exijió a cada uno de sus involucrados. Poderoso.
Crítica de “La Internacional del Fin del Mundo” de Violeta Bruck y Javier Gabino “La internacional del fin del mundo” recorre la vida de cuatro jóvenes de la Argentina de principios del siglo XX: Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo. Todos ellos de diferente origen social, dos obreros, una estudiante de clase media, y el hijo del dictador Agustín P. Justo. Esa diversidad confluye en los movimientos culturales, feministas, sindicales y políticos inspirados en la revolución rusa de 1917. Desde que la documentalista comienza a recorrer la Buenos Aires del siglo XXI visitando familiares, investigadores, y activistas para reconstruir su historia, el tiempo deja su cronología y varios personajes con quienes se cruza se descubren como habitantes del pasado que investiga. La película está narrada de un modo clásico, arranca con un cartel que dice “que si bien la historia transcurre en Buenos Aires, puede trancurrir en cualquier lugar del mundo”, leit motiv que sirve como excusa para hasta enfocarse en sus cuatro protagonistas: Pedro Milesi, un referente obrero que es parte de los principales acontecimientos de lucha en el país, hasta ser el consejero de Agustín Tosco durante el Cordobazo. Liborio Justo, el hijo del dictador Agustín P. Justo, se rebela contra su familia, y hará el primer escrache hacia un presidente de Estados Unidos. Mateo Fossa, un destacado dirigente obrero del gremio de la Madera será el único argentino que tendrá un encuentro con León Trotsky en México. Y Mika Etchebéhère, una joven feminista y comunista que participa en la Revolución Española donde logra ser la primera mujer capitana. Una interesante puesta en escena, sobre todo en la fotografía de Buenos Aires filmada desde un dron; la investigación, a modo de ficcción, de la documentalista en la búsqueda de material de archivo con una interesante recreación de época, sobre todo de inicios de los años 20, reflejo de la influencia de la revolución rusa en Argentina. Todo se unifica para que el documental tenga dinamismo y sea entretenido. “La internacional del fin del mundo” reivindica la lucha de la izquierda argentina desde comienzos del siglo XX. Dando cuenta que muchas de esas peleas, que hoy aún siguen vigentes (sobre todo la lucha feminista), tuvieron su germen en ese espacio político. Puntaje: 70/100.
El documental de Violeta Bruck y Javier Gabino, en un gran trabajo de investigación, relata la historia de cuatro jóvenes que promovieron las ideas marxistas a principios del siglo XX. Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebèré y Liborio Justo, cuatro jóvenes, que inspirados por la revolución rusa, dieron batalla, desde distintos ámbitos, al imperialismo, a la opresión de las clase trabajadora y por los derechos de las mujeres. Ya desde las primeras imágenes, con un dron que muestra la ciudad de Buenos Aires y que la incluye como un personaje más, el documental ficcionado, muestra a través de entrevistas a historiadores, las primeras huelgas y luchas que la clase trabajadora dio en la Argentina de principios de siglo XX. Las imágenes intercaladas de aquella Buenos Aires convulsionada, y la Buenos Aires de hoy, de Mateo Fossa a trabajadores en la actualidad, de las antiguas barricadas en las calles porteñas a movilizaciones en la Panamericana, o de Mika Etcehebere reflexionando sobre el voto a la mujer y los problemas de las mujeres de los conventillos, y reflexiones del feminismo de los años ´20 con ecos que llegan al movimiento de mujeres con sus pañuelos verdes, deja en claro que hay un hilo histórico de las luchas, que no se comienza de cero, y que con triunfos y derrotas sigue siendo el camino. El dron convierte a la ciudad en protagonista y sus calles, el lugar de cada batalla. Las escenas de ficción le dan dinamismo y calidez al relato histórico. Los diversos lugares que recorre la cámara: el Congreso, el Palacio Barolo, y los lugares que la cámara de otros años también recorrió. Así, los documentalistas, quiebran la temporalidad y van y vienen en el tiempo. Con testimonios valiosos, como el de la hija de Liborio Justo, ese revolucionario que fuera hijo del presidente de la década infame, Agustín Justo. Con imágenes de archivo de la Semana Trágica, la Guerra Civil Española, la Reforma Universitaria, las huelgas, los realizadores atraviesan la historia, la cuentan y rompen con una forma tradicional de hacer documentales. La música acompaña todo el relato y resuena en el oído en los momentos más conmovedores que no faltan. Un necesario documental para conocer una Buenos Aires que parte de la historia nos vedó, un recorrido lleno de emoción y una curiosidad por saber más sobre el legado que dejaron estos jóvenes que creían en que un mundo mejor es posible y por ello lucharon. Funciones hasta el miércoles 18 - 19hs - Cine Gaumont
UNA HISTORIA SIN GRISES La idea que le da razón de ser a La Internacional del fin del mundo es más que atractiva: seguir la vida de cuatro jóvenes de principios del Siglo XX (Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo) que tenían distintos orígenes sociales pero a los que los une el haber participado en movimientos culturales, feministas, sindicales y políticos que se inspiraron en la Revolución Rusa de 1917. Sin embargo, ya había un desafío importante, que era encontrar conexiones más fluidas y potentes entre las cuatro figuras, para así poder darle más sentido y energía al relato. Lamentablemente, el film de Violeta Bruck y Javier Gabino encuentra en pocos pasajes esa conexión, precisamente porque no termina de tener suficientemente en cuenta ese factor. De hecho, expande sus ambiciones en demasía, pretendiendo, desde las pequeñas historias de sus cuatro protagonistas, trazar un panorama socio-político –tanto a nivel nacional como internacional- de buena parte del Siglo XX y vincular los debates de esas décadas con la actualidad. A eso le suma una búsqueda por fusionar las formas documentales –que rara vez salen de lo esquemático y se nota demasiado cuando están manipuladas para construir determinadas escenas- con pasajes ficcionales, que recrean eventos determinados pero nunca llegan a aportar algo sustancial a la narración. El objetivo de fondo es claro: establecer una contraposición con los discursos históricos dominantes y darle una voz a la visión histórica de los movimientos de izquierda. El inconveniente es que, a pesar de partir de caminos individuales, termina privilegiando excesivamente la discursividad política en detrimento de sus personajes, que quedan por debajo del mensaje. Asimismo, esa Historia alternativa que pretende construir desde las imágenes es tan esquemática –o más- que la oficial: es otro relato de buenos y malos, con sus respectivos silencios u omisiones, solo que con los roles cambiados y sin ambigüedades. A pesar de tener recorridos apasionantes en los cuatro personajes que elige como punto de partida, el voluntarismo y simplismo con el que se maneja La Internacional del fin del mundo lleva a que desperdicie buena parte de sus potencialidades. Es un documental que pretende convencer pero solo le habla a los que ya están convencidos. Por eso tampoco reflexiona sobre las razones de las derrotas ni es capaz de insinuar autocríticas, haciendo del pasado supuestamente glorioso un presente eterno, que no deja de ser irreal.
Izquierda, siempre izquierda Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo son los referentes de la izquierda histórica elegida por los directores de este documental para ensayar un abordaje de este movimiento político a lo largo de las décadas y que hoy encuentra una expresión en las calles, en las protestas sociales y en dinámicas propias de esta convulsionada coyuntura social argentina. Buscar causas comunes y enemigos es uno de los principales pilares de este documental que apela a material de archivo fotográfico, de diarios de la época y testimonios de personas vinculadas directa o indirectamente a la investigación histórica para ir construyendo un retrato de miles y miles de rostros sin nombre. Desde el apartado visual, la complementación del discurso y el texto encuentra en las decisiones estéticas una idea que excede el formalismo como por ejemplo las panorámicas con drones para mostrar un mapa distinto de la ciudad, o el recurso de cabezas parlantes -propio de documentales clásicos- en contraste con algunas dramatizaciones forzadas. Como aproximación a un movimiento político, La Internacional… es un aporte más, tal vez para aquellos que comulgan con un tipo de cine enfático y que busca marcar determinados rumbos a la mirada bajo cierta espesura emocional.
Comienza cuando vemos ingresar al historiador Hernán Camarero en el archivo general de la Nación y a través de una caja que contiene documentos con la lucha de los años 20, fotos de 1910 con una presencia de banderas rojas de la izquierda muy significativa, en la sociedad ya había una presencia de la izquierda, una adhesión genuina y natural surge una inspiración por los acontecimientos en Rusia, no solo se analiza esto sino que también se muestran imágenes de esa época. El relato continúa con datos sobre el obrero municipal y dirigente sindical argentino Pedro Milesi con fotos de 1911, al que se le suman imágenes de video, el retrato de Marx, hasta distintas situaciones se representan por actores, también se cuenta sobre la vida de otros personajes: Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo. En distintos momentos siempre está presente la lucha femenina, la narración va desde 1919 hasta situaciones de la actualidad. El documental es muy didáctico, con muy buenos planos, impecable fotografía, contiene un muy buen material que incluye: fotografías, fílmicos, testimonios, escritos, grabaciones, hojas de diarios, un análisis de una época, también se entremezcla con hechos de la actualidad. Aquí participan y dan su aporte los historiadores: Hernán Camarero, Alicia Rojo y Roberto Pittaluga; investigadoras militantes: Andrea D’Atri y Susana Fiorito y hasta la misma Mónica Justo, entre otros.
El documental “La Internacional del fin del mundo” es el segundo proyecto del Grupo Contraimagen, un colectivo de artistas de varias disciplinas (cine, teatro, plástica, música, estudiantes y docentes de arte), al cual pertenecen Violeta Bruck y Javier Gabino encargados de la dirección, guion y montaje de ésta producción, el primero fue “Memoria para reincidentes” en 2012. La obra apunta a ofrecer un compacto de los comienzos de la izquierda en la Argentina a través de la vida de cuatro jóvenes de principios del siglo XX (Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebehere y Liborio Justo); provenientes de diferente origen social, dos obreros, una estudiante de clase media, y el hijo del presidente de la Naci´pon Agustín P. Justo. Él documental se inicia y finaliza con un cartel que dice “que si bien la historia transcurre en Buenos Aires, podría transcurrir en cualquier lugar del mundo” y propone un viaja desde el presente (siglo XXI) al pasado (siglo XX), a través de testimonios e imágenes de archivo, donde se entrecruzan ficción y realidad, para introducirnos en el nacimiento de la izquierda argentina, a través de aspectos que caracterizaron a personajes involucrados, entre ellos Pedro Milesi (1888-1981) obrero y dirigente gremial, protagonista en la movilización hoy conocioda como La semana trágica en la Capital Federal (07 al 14 de enero de 1919) por la huelga de los Tallerres Vasena, que dejó como saldo centenares de muertos víctima de la represión gubernamental, para llegar a la movilización del 17 de octubre de 1945, y aludir a la que originó el primer Cordobazo (29 y 30 de agosto de 1969) Confinado en el penal de Ushuaia, se convierte en educador de sus compañeros, prisión y lucha: “Comenzamos un curso sobre organización sindical, continuando con otro sobre el rol de la mujer obrera en las luchas revolucionarias, y después, a pedido de los compañeros, di un curso sobre materialismo histórico y economía política”. Mika Etchebehere (1902-1992), otro de los evocados, viajó a Alemania a fines de 1932, cuando Hitler intentaba conseguir el poder político, en 1936 viaja a España y se alista en las milicias del POUM (Partido Obrero de la Unificación Marxista), parte al frente de lucha y se convierte en la única mujer capitana de la Guerra Civil Española. En cuanto a Mateo Fossa (1896-1973), en el Buenos Aires de finales de 1935 los obreros de la construcción se declaran en huelga y Fossa, dirigente del gremio de los madereros, impulsa la solidaridad con los obreros en huelga, utilizando todos los medios al alcance para que la huelga general llegue “hasta el último rincón de la clase obrera”, luego viajara a México (1938), y lograra entrevistar nada menos que a León Trotsky. Y el creador del primer escrache nacional, el último de los evocados, Liborio Justo (1902.2003), cuando el 01 de diciembre de 1936, en el Congreso Nacional, se encontraba de visita Franklin Delano Roosevelt quien fue increpado por un joven de 34 años con el grito de “¡abajo el imperialismo!”, desde los balcones internos del recinto, estando de pie junto al invitado de la mayor potencia mundial,. Agustín P. Justo, entonces primer mandatario argentino, y padre del provocador Mónica Justo, su hija, comenta en una entrevista que él “hubiera tenido un lugar al lado del establishment, que es lo que le correspondía. Pero eligió ser la oveja negra y enfrentar a todo el mundo”. Aquella oveja negra, bajo varios seudónimos, fue autor de “Nuestra patria vasalla”, en seis tomos. El documental, es una interesante evocación entre el presente y el pasado, reflejando un paralelismo entre los problemas de principios del siglo XX y las dificultades del comienzo en el presente siglo XXI, donde se visibilizan las consecuencias de las fallas del sistema capitalista y la exclusión de las políticas neoliberales. Los realizadores elaboraron un documental de estructura clásica basado en investigaciones, con entrevistas y testimonios, imágenes y documentos lo cual permiten esbozar una idea respecto de la influencia de la revolución rusa en estas tierras, como asimismo de los procesos locales entre principios del siglo pasado y nuestra actualidad enmarcada en la corriente de La Internacional.
“La Internacional del Fin del Mundo” nos relata la influencia que tuvo en la Argentina la revolución rusa, precisamente en los movimientos culturales, sociales y políticos de la época a través de la vida de cuatro personajes trabajadores, parte del movimiento de la Semana Trágica e involucrados tanto en el movimiento de la reforma universitaria como en corrientes revolucionarias de la izquierda. Quizás el más particular de todo ellos resulte la inclusión en esta historia imprescindible de ser contada al hijo del presidente Agustín P. Justo (por la Unión Cívica Radical, 1932-1936). Dirigido por Violeta Bruck y Javier Gabino (de “Memoria para reincidentes”) y liderando a un equipo de realizadores independientes del grupo Contraimagen, el construye una nueva geografía en la Buenos Aires de principios de siglo XX, basándose en el libro “El verdugo en el umbral”, del escritor Andrés Rivera. Resulta interesante la opción de sugerir como espejadas algunas luchas por igualdad de derechos con la urbe contemporánea, brindando a la película una llamativa contemporaneidad. A partir del recurso cinematográfico, el film rompe la temporalidad y reconstruye la historia del debate político en base a cuantioso material de archivo y testimonios de familiares. Testimoniando luchas de clases obreras, movimientos feministas, revoluciones de izquierda y el anarquismo europeo, el documental intercala imágenes de noticieros y un análisis pormenorizado que abunda en registros biográficos e históricos.
Se estrenó en Septiembre de 2019 en el Cine Gaumont y narra los comienzos de la izquierda en Argentina recorriendo la vida de cuatro jóvenes de principios del siglo XX: Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo.Si bien la lucha por los derechos de los trabajadores en la última parte del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX distó mucho de ser un compendio de situaciones felices, si podemos decir que quienes se embanderaban y peleaban por conseguir mejores condiciones de vida y empleo, al menos, no eran regidos por organizaciones que se erigían en amos y señores inalcanzables de las voluntades y los recursos de quienes ponían el cuerpo y eran explotados salvajemente.