Alyson (Jennifer Mischiati) regresa a la casa de su infancia, luego de la muerte de su padre, junto a su pareja Richard (Christoph Hulsen) y el bebé de ambos. Allí comenzará a vivir experiencias extrañas, visiones de personas que parecen venir del pasado en forma de fantasmas. Pero claro, como toda película de terror, el primer obstáculo que deberá sortear la protagonista será que su pareja le crea, para luego si luchar juntos contra los demonios. Al parecer los padres de Alyson han caído en una fuerte maldición, originada hace ya muchos años por la novia de su abuelo, quienes a pesar de acudir en ayuda al cura del pueblo no han podido detener. Ahora, este extraño espíritu ha regresado no sólo para perturbar a Alyson sino también para llevarse a su bebé.
Duelo, pasado, oscuridad, se conjugan en esta extraña producción de origen italiano hablada en inglés que no logra superar su mezcla de otras propuestas ya vistas con anterioridad. Da más risa que miedo.
La única cosa peor que una mala película de terror es una que se esfuerza para ser un producto digno y sólo es el borrador berreta de películas mediocres del mismo género. La maldición de la novia (Dead Bride, Italia, 2022) es uno de esos casos en los cuales una película no de Estados Unidos intenta transitar los caminos de los títulos de ese país. Es un pesado y tortuoso camino de estética no auténtica, ritmo muy inferior y trucos repetidos al infinito. Después de la muerte de su padre, Alyson, su pareja Richard y su bebé regresan a la casa de su infancia. Algunos hechos sobrenaturales la alertan de la peligrosa situación en la cual ella y su familia se encuentran. Recuerdos de su pasado y amenazas en el presente se van multiplicando. Lo que parecen alucinaciones o sueños tal vez sea una verdadera maldición vinculada con el pasado de la propia familia de Alyson. Quiso el azar que dos semanas antes del estreno de esta película italiana se reestrenara Rojo profundo (1975) de Dario Argento. Las comparaciones serán odiosas, pero sirven para recordar que sea puede hacer buen cine de terror en cualquier lugar del mundo, solo se necesita tener algún criterio estético, un guión original y rigor para filmarlo. Nada de eso aparece en este melodrama familiar terrorífico que comentamos aquí.
Alyson (Jennifer Mischiati), su marido Richard (Christoph Hülsen) y su bebé Seth se mudan a la casa heredada por Alyson en el medio del campo luego del suicidio de su padre (David White), sin tener relación con él desde hace tiempo y con el peso de una madre Susan (Duné Medros) afectada por problemas psíquicos. En la casona comprueba, luego de algunos sucesos perturbadores, que hay una maldición generada por el fantasma vengativo de Mary (Francesca Albanese), la novia de su abuelo que él mismo mató. A Alyson se la ve frágil, muy apegada a su esposo, tanto que le pide que no viaje cuando debe hacerlo por negocios. Se queda sola, muy a su pesar, en esa enorme mansión y su bebé desaparece, lo que la obliga a pedir ayuda. Primero intenta con el Padre Elbert (Sean James Sutton) quien ya había ayudado a la familia en el pasado, pero ahora se niega a hacerlo, por lo que decide buscar al psíquico Dave Owen (Douglas Dean) quien sí acepta el reto de bucear en un mundo oscuro del que deberá traer a su hijo de regreso. La película dirigida por Francesco Picone, también autor del guion, no ofrece nada nuevo, predecible por momentos, no hay un buen desarrollo de cada uno de los personajes, y el suspenso no aparece. Nunca. Las actuaciones son débiles, ni siquiera se ve una química real entre la pareja protagónica y tiene otra gran contra: se ve poco natural una película filmada en Italia y hablada en inglés. Otra más de mansiones y fantasmas.
Las películas de “un solo nombre” suelen ser un arma de doble filo. Porque si bien el responsable puede desarrollar todo su imaginario y así lograr exactamente lo que quiere, cuando la imaginación es de tiro corto ocurren despropósitos como el que nos ocupa. El italiano Francesco Picone se desdobló en productor, director, guionista, actor, y editor de esta película de terror, y fracasó en casi todos los aspectos. Y eso que se trata de la adaptación de un corto que el mismo director filmó en 2016. La historia de La maldición de la novia sigue a un matrimonio y su bebé recién nacido que se mudan a la casa del padre de ella, quien se suicidó poco tiempo antes. Al menos es lo que ellos creen, porque el espectador sabe gracias a la primera escena, que en realidad la muerte del hombre fue producto de un espíritu vengativo que deambula por el lugar, y que a partir de su llegada irá por ellos también. Es cierto, la historia no es un prodigio de originalidad, pero hay cosas peores. Como que hasta la mitad de la película no haya ni rastros ni explicación alguna sobre la novia del título. O que muchos diálogos sean filmados con los actores de espalda o fuera de cuadro. ¿Por qué? Probablemente porque al ser un film italiano pero hablado en inglés, parte del elenco no fuera muy ducho con el idioma, teniendo que ser doblado. No mostrar sus caras era una forma de disimular el recurso… que no funcionó. Posesiones, un exorcismo, algo de claustrofobia, un par de sustos y viajes fuera del plano astral. En otras palabras: una acumulación de ideas remanidas que mucho abarcan, pero poco aprietan.
Este filme italiano, de guionista y director del mismo origen, al igual que la mayoría de los actores y técnicos, esta hablada en un ingles bastante británico, pero transcurre en algún lugar de los EEUU, siendo claramente un refrito con clara influencia Hollywoodense. ¿Raro no? Empieza con una supuesta frase del libro Éxodo del antiguo testamento, “LOS PECADOS DEL PADRE CAEN SOBRE EL HIJO” EXODUS, 20, 5-6. Bien ese capitulo no dice eso. Empezamos mal. Ni con Caín, Dios castigó a su descendencia. Después de la muerte de su padre, Alyson (Jennifer Mischiati) vuelve, junto a Richard (Cristoph Hülsen), su esposo y el bebé de ambos recién nacido, a la casona de la familia. Después de una serie de eventos sobrenaturales impactantes, Alyson descubre que ella y su familia han estado
El público se renueva, las ideas no. Luego de enterrar a su padre, Alyson junto a su esposo e hija van a cambiar de aire a una nueva casa donde su familia había vivido previamente, pero ni bien llegan empiezan a pasar sucesos sobrenaturales. Quedará en manos de Alyson enfrentar esta problemática que la toca muy de cerca. Dirigida por el italiano Francesco Piccone, esta propuesta intenta sorprender al evitar los tópicos de maldiciones familiares, fantasmas vengativos y demás, con el giro de un viaje astral de la protagonista para salvar a su familia. Dead Bride, mejor conocida acá como La maldición de la novia, es otro filme de terror que se suma a una lista interminable de títulos que seguramente se te olviden ni bien salís de la sala, por el sólo hecho que, si bien se vende como algo terrorífico, es cualquier cosa menos eso. Además de una alarmante carencia de suspenso, la verdad que no encontré ningún elemento de interés que me sorprenda. Como dije antes, ese viaje astral (por medio de un sueño inducido al mejor estilo Freddy Krueger) creo que fue lo mejor de la película, donde vemos un cambio rotundo de fotografía con colores fuertes y un justificativo para que el conflicto no decaiga. Ahora, la supuesta Novia a la que alude el título, la “vedette” de este convite, lejos está de serlo. Eso incluye una resolución tonta, que se zanja en 5 minutos, pero como suele pasar en el género nos dejan un final abierto. Cómo si esas cosas pasaran. Lo más doloroso de esto es que en su tramo final, cuando la película parecía ponerse buena, se resuelve terminar todo abruptamente, dejando varios cabos sueltos. Los casi 80 minutos de un relato lento no hacen más que eternizar esta película. Una pena porque se pudo intentar algo distinto con mejores resultados. Quedará para una próxima vez.
Las historias de terror con casas donde suceden cosas raras suelen ser un recurso muy usado en el terror y el suspenso. Aquí una joven pareja se instala en un hogar crujiente, la casa familiar de la joven madre. Lo cierto es que el marido, que esta mucho tiempo afuera, no le cree a su esposa, que esta al cuidado del pequeño hijo, que en ese lugar lo sobrenatural se está aflorando. Hay una maldición que en realidad pende sobre la familia, por un abuelo que asesina a una novia embarazada, cuyo espíritu promete y cumple con una maldición por toda la eternidad. Una presencia que roba bebes. La solución será, con ayuda mediante, darse un paseíto por el inframundo buscando a la criatura. Un argumento que no es nuevo, pero que es llevado discretamente por el director Francesco Picone, con golpes de efectos, apariciones, ruidos y sustos varios. Para los amantes del género un entretenimiento módico.
Pareja en casa heredada, casa embrujada, exorcismo y bebé desaparecida. En cualquier orden que unan estos elementos, tendrán la película que, cercana a una noble clase B de género, se apoya en el realismo y en el clima mucho más que en la historia, que parece realizada solo para sostener la performance de los actores y probar nuevos y viejos métodos de crear miedo. Nada mal para una película que no pretende más que sostener nuestro interés por hora y media.