El marginal En los últimos tiempos, tanto la televisión y el cine se encargan de mostrar las realidades y los submundos que existen a metros de nuestra casa o barrio, y en este caso, el director Cristian Tapia Marchiori, nos trae La noche más fría (2017). La película nos cuenta la historia de Carlos (Juan Palomino), un simpático linyera que vive en el corazón de una plaza de la gran ciudad, bajo una glorieta que el vecindario fue cediendo con el tiempo. Apareció allí después de haber perdido trágicamente a su familia en un enigmático accidente del que nadie sabe nada. Hoy, mientras busca infatigablemente reencontrarse con su hijo, barre veredas a cambio de propinas o algo que lo ayude a pasar las noches del cruel invierno que afecta a su salud. Cristian Tapia Marchiori desde la dirección y la confección en el guion, refleja de manera exacta la realidad que viven las personas que no están insertadas en la sociedad, ya que han sido expulsadas o no se les permiten acceder a ella. La crudeza rige en este submundo y tiene sus propias leyes. Leyes en las que sobreviven solo los más fuertes, una realidad tan triste y angustiante como verdadero. Pero el punto más importante de la película, y por la cual se sostiene toda la historia, es la excelente actuación de Juan Palomino que demuestra ser un actor que transmite las emociones de sus personajes, generando en el espectador una empatía y sumergiéndolo de buena manera a conocer los sentimientos del protagonista. Su trabajo lleva de pequeñas alegrías hacia un camino de amargura y tristeza. Sin embargo, algunos personajes secundarios pueden llegar a deslucir por su mala interpretación, al tratar de simular el típico estereotipo de gente de barrios carenciados y con adicciones, en una especie de imitación de Lombardo (Rodrigo de la Serna) en la conocida serie El Puntero. La noche más fría nos introduce en la vida de un marginal lleno de buenos sentimientos, que trata de sobrevivir en una jungla de cemento. Después de todo cualquier persona, sin importar su estatus social, tiene algo porqué luchar.
Dentro de la nutrida cartelera porteña de esta semana, hay un título local del que no se ha hablado mucho, pero ofrece el protagónico de uno de los mejores actores nacionales de la actualidad (Juan Palomino): "La noche más fría". Opera prima de Cristian Tapia Marchiori (un nuevo valor surgido de Pergamino), se presenta como un drama social, que refleja la difícil vida de los linyeras y excluídos, en su dura rutina por sobrevivir. "La noche más fría" es la historia de Carlos (Palomino), un hombre que se fue del "sistema", y no puede volver. Habiendo perdido su familia, su única razón para vivir es reecontrarse con su hijo, a quien no ve hace mucho tiempo. Su actividad central es estar disponible para hacer cualquier trabajo que lo oportunidad le ofrezca. Tiene un pequeño grupo de conocidos que lo ayudan a sobrevivir, pero lo cierto es que la vida en las calles es muy dura. Carlos pasará por un doloroso vía crucis y experimentará los dos caras de la sociedad frente a su condición: por un lado habrá manos amigas y cuidados de extraños y conocidos, y por otros recibirá agresiones y ataques de otros sectores de la comunidad. Lo cierto es que Tapia Marchiori se propone contar una historia bastante esquemática, incómoda y lineal. Es la etapa de quiebre de un hombre bueno, que por circunstancias de la vida es expuesto a un derrotero de abandono y miseria. Palomino hace un trabajo sólido, habitual en su repertorio, pero se lo siente bastante solo ya que los secundarios lucen estereotipados en sus roles. La historia tiene una ambientación no tan cruda como podría pensarse (estaría instalada en el Conurbano bonaerense pero fue rodada en Pergamino), y eso quizás le quita un poco de realismo a la situación de calle que vive el personaje principal. Dentro de las locaciones, pensaba que si los costos no fueran un problema, el Gran Buenos Aires tiene lugares más ásperos donde los escenarios de exclusión tienen toda la presencia visual necesaria para servir de valor agregado al guión. Creo que "La noche más fría" es una cinta que invita a tomar contacto con una realidad que es incómoda de ver, pero existe y está instalada en nuestra sociedad. El valor de ese recorte es quizás el mayor argumento positivo (junto con la actuación de Palomino) para darle una oportunidad a este primer largo de Tapia Marchiori.
Escrita y dirigida por Cristian Tapia Marchiori, Juan Palomino protagoniza La noche más fría, un retrato sobre los sin techo y la importancia de la solidaridad. Carlos vive en el centro de una plaza donde, de a poco, pudo ir construyendo algo parecido a un hogar. Alguna vez luchó en Malvinas, alguna vez fue marido y padre. Pero un accidente le quitó a su mujer y a su hijo se lo llevaron, aunque él lo sigue buscando incansablemente. Mientras tanto, sobrevive a base de propinas que le dan por barrer algunas veredas y de la solidaridad de quienes lo conocen hace tiempo. Es invierno y hace frío. Y está solo. Y va a hacer más frío. Carlos entonces planea ir a un refugio porque una noche como esa es muy difícil sobrevivir en la calle, especialmente con su frágil salud probablemente producto de su forma de vida. Pero un altercado lo deja injustamente afuera. Lejos de su lugar, sin la posibilidad de un poco de calor, luchando constantemente por proteger las pocas cosas que tiene. A través de La noche más fría, Cristian Tapia Marchiori va narrando lo que es vivir a la intemperie, expuesto ante todo tipo de adversidades. Juan Palomino interpreta a este sin techo de un modo contenido pero lo suficientemente expresivo para generar aquello que su personaje va generando también en el relato, empatía. A la larga, a Carlos sólo lo mueve la posibilidad de poder encontrar a su hijo. La película, que fue rodada en Pergamino, es un retrato intimista, amable pero al mismo tiempo lo suficientemente crudo como para entender lo que es vivir de este modo. La cámara sigue siempre a Carlos, a veces siendo testigo de situaciones que generan impotencia. Desde escenas en que se lo muestra como a una persona que, a simple vista, genera cierto miedo o incomodidad ante gran parte de la sociedad hasta aquellas en la que la gente lo ve como la persona que realmente es, atenta y cargada de buenas intenciones.
El drama de un veterano de guerra Se luce Juan Palomino en este drama sobre un veterano de guerra que vive de pequeñas changas, tirado en la plaza, con el solo sueño de encontrar a su hijo. No anda pidiendo nada con una garibaldina de combate, ni cuenta sus recuerdos de Malvinas. Solo contará su parte de culpa, cuando al regreso empezó a tomar y arruinó del todo su vida. ¿Alguien lo acompañó en ese momento? Ahora, ayudado por simples laburantes, pero hostigado por personal de seguridad y adolescentes pendencieros, vemos un día de su vida, la penosa noche de ese día, y una mañana de consuelos tardíos. Eso es todo, y trae recuerdos. Según referencias, se inspira en un personaje real. Como diría Borges, "Es verdadera la historia, / y más de un hombre fue aquel hombre". Mal que nos pese. La película está hecha en Pergamino, ciudad natal de su director, el debutante Cristian Tapia, que por alguna razón le ha dado su apellido al personaje. Peca de monocorde, entre otras imperfecciones. Tiene en cambio un elenco de gente creíble, música de Emilio Kauderer, y una razón de ser, que es lo que importa.
Estrenada la semana pasada, una película de Cristian Tapia sobre un veterano de Malvinas sobre el que se acumularon las desgracias: su adicción al alcohol, su accidente donde muere la mujer cuando el manejaba ebrio, la pérdida de la tenencia de su hijo, su vida en las calles. El titulo alude a la noche mas gélida, donde el peligro de muerte es real, pero también refleja como ese hombre tiene una red de amigos que lo ayudan y las agresiones y golpes que sufre de otros desamparados y violentos. El film es Juan Palomino, que lo lleva sobre sus hombros con su talento único. Una película valiosa aun con sus defectos.
Pasión y compasión. Hay películas que sus directores concluyen después de haber sorteado gran cantidad de obstáculos y temores, piezas menores sostenidas por la indudable nobleza de sus intenciones y logros parciales que crecen si se consideran las limitaciones con las que fueron realizadas. La noche más fría responde un poco a esas características. Su director, Cristian Tapia Marchiori, es un joven nacido en la localidad cordobesa de Alta Gracia que vive en Pergamino, realizador de videoclips y publicidades desde hace poco más de una década, integrando a su crecimiento profesional estudios y trabajos junto a Sabrina Farji, Ramiro San Honorio y Aldo Romero. Para su primer largometraje recreó un patético caso real: el de un veterano de la guerra de Malvinas que no pudo reintegrarse a la sociedad y, alejado de su familia, sobrevivió como pudo, durmiendo en la calle y contando con la ayuda de algunos amigos. Afrontando el desafío de su ópera prima con pasión, Tapia Marchiori convivió con gente en situación de calle, habló con ex combatientes, rastreó locaciones y se rodeó de un equipo competente. Carlos, el personaje principal, es presentado a partir de detalles, después que la cámara se desliza en blandos travellings por una ciudad que parece Buenos Aires y recorre ligeramente una plaza ganada por un clima invernal. La calidad de la música de Emilio Kauderer (utilizada de manera algo invasiva) y de la fotografía de Claudio Perrín suman puntos, ya desde el comienzo. Avanzada la película, Tapia Marchiori manifiesta mayor madurez como director que en su función de guionista, ya que se advierten algunos subrayados (un graffiti que explicita un mensaje, los recuerdos en voz alta del protagonista en determinado momento), de la misma manera en que aparecen simplificados los rasgos de algunos personajes. En todo el tramo final hubiera sido deseable una contención que apaciguara el desborde sensiblero, en tanto es desigual el desempeño de los actores, en lo que va del excelente Daniel Valenzuela y la entrega física de Juan Palomino (como Carlos) a un predicador poco convincente y algunos estereotipos. Tal vez en la formación del joven cineasta falta contacto con películas más modernas (incluso de realizadores argentinos de su generación), que lo inspiren para canalizar de manera menos anacrónica su mirada compasiva sobre seres desprotegidos. Sin embargo, cuando Carlos está revisando su pie y la cámara se aleja suavemente (revelando que se encuentra acompañado por ocasionales curiosos), o cuando de improviso comienzan a escucharse fuegos artificiales en off, Tapia Marchiori logra efectos limpios, nada manipuladores, sin apelar a la palabra ni al énfasis musical. En ese sentido, debe destacarse también que consigue transmitir el espíritu melancólico de la ciudad nocturna en varios planos admirables. Con ecos neorrealistas y comparable temáticamente con el cine que suele hacer Ken Loach, La noche más fría compromete al espectador a ver de manera diferente a las personas que suele encontrar durmiendo o pidiendo ayuda en cualquier calle de la ciudad. Encomiable logro, más aún en estos tiempos.