El turno de los estudiantes de cine Hay películas que piensan desde su génesis en el público al que van dirigidas: películas para críticos, películas para cinéfilos. Making off Sangriento: Masacre en el set de Filmación (2012) es una película para estudiantes de cine. Universo que parodia desde una burla consiente que se reitera en cada escena y personaje. Un grupo de estudiantes de cine a punto de realizar su corto tesis para la facultad, debe interrumpir el rodaje por el asesinato de dos compañeros. Días después los jóvenes deciden continuar con la filmación y los hechos vuelven a reiterarse. Se suma un detective para resolver el caso, tan perverso y psicópata como el asesino. Making off Sangriento: Masacre en el set de Filmación es deliberadamente un film auto paródico. Todos los estereotipos de los estudiantes de cine se muestran en la película: un director que se cree talentoso (se llama Lisandro Acuña en alusión a Lisandro Alonso), la maquilladora hueca, el productor amigo de las chicas, la histérica, la directora de arte snob, y todo el clima cool del set. Quien haya formado parte de ese universo encontrará muchos puntos desopilantes más. Pero también la película dirigida por Gonzalo y Hernán Quintana corresponde al género de terror gore cuya principal características son las tripas desparramadas por doquier. Toda película emblemática del género necesita de un desmembramiento particular, aquel que quede en la memoria colectiva del público: Making off Sangriento: Masacre en el set de Filmación cuenta con el felatio más doloroso de la historia del cine. Además de la parodia a Lisandro Alonso, están citados varios clásicos del género, sumado a que la trama tiene muchos puntos en común con La sombra del vampiro (Shadow of the Vampire, 2000). Divertida, sangrienta y entrañable (sobre todo por las entrañas desparramadas), la película tiene la frutilla del postre al enumerar en boca del propio asesino los motivos para matar estudiantes de cine: “es hora de hacer justicia” dice, y es sólo el comienzo.
Muertos de risa Si el Nuevo Cine Argentino made for BAFICI tuvo su exponente paródico en UPA! Una Película Argentina (2007), el cine de terror (más comedia negra con toques gore) encuentra su film burlón en Making off sangriento: Masacre en el set de filmación, título que en sí mismo es tan explícito que llega directamente al spoiler. Porque el largometraje de los hermanos Quintana (basado en el corto homónimo que ganó el premio del público en el Festival Buenos Aires Rojo Sangre) es precisamente eso: la filmación de una sucesión de asesinatos que ocurren durante el rodaje de un corto semi-amateur por parte de unos estudiantes de cine. El principal problema de Making off sangriento… es que su premisa se consume, se desinfla demasiado rápido. Las bromas sobre el cine Clase Z, su exaltación de lo berreta, las referencias cinéfilas o los chistes sobre el ámbito artístico local son demasiado obvias, por momento un poco torpes, y, así, todo resulta bastante efímero y banal. En principio hay un prólogo con una primera masacre en un rodaje. Los sobrevivientes deciden retomar el proyecto y convocan a un autor- presuntuoso- intelectual llamado… Lisandro Acuña (Lisandro Alonso + Ezequiel Acuña, cuac) y a un actor que se convertirá en el asesino serial de turno (el mítico rockero Marcelo Pocavida, de lo mejorcito del elenco) cuando llegue al set. También hay un patético detective llamado Caligari que sigue el caso (el reconocido director y aquí también coguionista Valentín Javier Diment). Lo que sigue es lo dicho: una acumulación de descuartizamientos, algunos más ingeniosos que otros (hay una escena de sexo oral bastante inquietante) y una permanente -para bien y para mal- apuesta por lo excesivo que nunca deja de ser lúdica y que podrá despertar cierto entusiasmo entre algunos fans no demasiado exigentes del género. Pero, sin ponerse en un lugar esnob, ya es hora de pedirle algo más a los realizadores locales del cine de género. Sin entrar en comparaciones odiosas e injustas respecto de lo que se hace en el Primer Mundo cinematográfico, incluso en el ámbito local el estándar se ha ido elevando en los últimos tiempos. En ese sentido, sin ser un despropósito, Making off sangriento… tiene gusto a poco, a bastante lugar común, a un cine que ya hemos visto demasiadas veces.
Una divertida y sangrienta sátira sobre el mundillo de los estudiantes de cine. Un grupo de jóvenes estudiantes de cine se propone comenzar a filmar la tesis final de la carrera cuando la directora y uno de los protagonistas aparecen asesinados salvajemente en un baño. Mientras comienza la investigación por parte del detective Caligari, el resto de los estudiantes sobrevivientes se proponen finalizar el cortometraje en tan solo una noche convocando a un nuevo y vanguardista director. Pero lo que no saben es que el asesino está entre ellos y es uno de los misteriosos actores del proyecto: Ricardo B. De cine y de loco Estamos de suerte. Durante la 13° edición del Festival Buenos Aires Rojo Sangre se presentó Making Off Sangriento: Masacre en el Set de Filmación y, siendo una sola persona la que cubre todo el festival para Alta Peli (quien les escribe estas lineas), se nos pasó de largo a pesar de las ganas que teníamos de verla. Pero este próximo 31 de Julio la película de los hermanos Quintana (caras visibles de El Desquicio Producciones) llegará al Espacio INCAA Km 0 Gaumont para que pueda ser vista por todos aquellos que disfrutan de la sangre y tripas con una buena cuota de humor. Somos varios los que en Alta Peli estudiamos cine. Nuestro amor por el séptimo arte nos llevó a aprender este oficio en distintas facultades de nuestro país. Y si bien no creo que sea necesario haber pasado por esto para disfrutar de Making Off Sangriento, sin lugar a dudas potencia aun más la experiencia. La cinta se ríe en la cara de aquella gente que disfruta de ver y hacer películas “poéticas” o “contemplativas”, hay guiños por doquier y algunos son más fáciles de captar que otros (como por ejemplo el nombre de los directores: Lucrecia Bureman y Lisandro Acuña). Lo mismo sucede con los homenajes al género, cosa que deja en evidencia que los Quintana están haciendo exactamente lo quieren y también poco les importa quedar bien con muchos de sus pares. Making Off Sangriento es ágil y divertida. La historia arranca bien rápido como una suerte de “found footage” y luego de una psicodélicamente genial secuencia de títulos conocemos a Ricardo B., el asesino serial más carismático del cine argentino interpretado por Marcelo Pocavida. La trama avanza a tres puntas: tenemos por un lado a los estudiantes intentando terminar el corto, tenemos al detective Caligari (encarnado por Valentín Javier Diment, director de La Memoria del Muerto) dedicado a la investigación del caso, y por último acompañamos a Ricardo B. mientras lleva a cabo una masacre por el barrio que inevitablemente concluirá en el set de filmación. Es cierto que la cinta tiene sus errores, pero nada que no suela encontrarse en otras obras hechas a puro pulmón. Incluso, y a pesar de contar con un presupuesto por demás de acotado, hay cosas sorprendentemente muy bien realizadas, como por ejemplo los efectos especiales prácticos. Otra cosa que es digna de mencionar es que la mayoría del elenco está compuesto por actores jóvenes y ninguno desentona. También debo reconocer que me encontré riendo a más no poder en una escena en particular donde el detective Caligari lucha contra un hombre de importante contextura física que lo confronta al grito de “¿¡Querés pija!?”. Conclusión Making Off Sangriento: Masacre en el Set de Filmación es una película que sabe exactamente lo que quiere y como lograrlo. Sin demasiadas pretensiones e incluso resaltando en algunos aspectos, la diversión está asegurada si aceptan sumergirse en lo que nos proponen aquí los hermanos Quintana. Párrafo aparte merece el hipnótico y carismático Marcelo Pocavida, quien es una de las principales razones por las cuales Making Off Sangriento funciona. No me tiembla el pulso a la hora de afirmar que Ricardo B. entra en la historia del cine argentino como uno de sus mejores asesinos seriales.
Los hermanos Gonzalo y Hernán Quintana demuestran el interés que existe por el género de terror en nuestro país con Making off sangriento, masacre en el set de filmación. Aquí la historia se centra en un sádico individuo que, elegido como actor para un corto de una escuela de cine, asesina a la directora y a un compañero de elenco. La investigación, a cargo de un curioso detective, sospecha de otros compañeros de rodaje como coautores del hecho. Todo vuelve a complicarse cuando, en su afán de terminar su tesis, los estudiantes se reagrupan para filmar el malogrado cortometraje en una sola noche. Los hermanos Quintana no ahorraron sangre, suspenso y sexo para lograr su cometido, y convierten esta película en una de esas clase B a las que nos tiene acostumbrados la cinematografía norteamericana: hiperviolenta, por momentos divertida y atada a la sensación de que todo el elenco desaparecerá en manos de ese asesino serial. Marcelo Pocavida, pionero de la escena punk local (conocido por el ensamble platense Los Baraja), y Valentín Javier Diment, también guionista y director, animan con convicción a los personajes principales de este entramado, que cuenta con una impecable fotografía y con una acertada banda musical que agilizan cada una de las situaciones de esta muestra sin dudas inusual en la pantalla local.
Dentro del panorama del cine de terror y fantástico argentino, los hermanos Hernán y Gonzalo Quintana se abrieron paso gracias a una serie de cortometrajes bajo el ala de El Desquicio, productora de ambos. Uno de esos trabajos fue Making off Sangriento, un slasher en el que la leyenda del under Marcelo Pocavida se dedica a exterminar a un grupo de pretenciosos estudiantes de cine durante el rodaje de un corto. La estupenda repercusión (sobre todo, en el festival Buenos Aires Rojo Sangre, donde ganó el Premio del Público) posibilitó que los directores decidieran expandir la idea en una película. Making off Sangriento: Masacre en el Set de Filmación funciona como la continuación de los hechos acontecidos en el corto. Un nuevo grupo de aspirantes a cineastas -igual o más de snobs que los de antes- pretende filmar un corto durante una noche. Para desgracia para ellos, contratan como actor a Ricardo B (Pocavida), un individuo que no se detendrá hasta hacerle honor al título del film. Pero esta vez hay alguien que lo está buscando: Caligari (Javier Diment), un detective no mucho más normal que el temible psicópata. La historia sigue siendo una de “asesino que acuchilla a quien se le cruce”, en la línea de las sagas de Noche de Brujas y Martes 13. Sin embargo, lejos de quedarse en sólo eso, tiene grandes hallazgos. Para empezar, Marcelo Pocavida. El imparable astro del punk y el shock rock local (sigue dando shows con su banda) nació para interpretar a Ricardo B. Lejos de provocar miedo y rechazo, y al igual que Michael Myers, Jason y Freddy Krueger, este personaje termina generando una simpatía en el espectador, más teniendo en cuenta lo insoportables que suelen resultar sus víctimas. Y allí está el otro encanto de la película: el de sátira del microcosmos de los estudiantes de cine, no sólo a la hora de mostrarlos concretando un rodaje sino también cómo son empapados por el denominado “cine arte” (es cierto que esas instituciones educativas tienden a desdeñar los géneros por considerarlos menores). De hecho, el director del corto, interpretado por Hernán Quintana, tiene un nombre que hace referencia a realizadores identificados con un cine nacional más contemplativo. En ese caso, Ricardo B es como una especie de justiciero trash que arremete contra esa visión tan cerrada del séptimo arte. Toda una declaración de principios por parte de los directores. Tampoco hay que olvidar el trabajo de Javier Diment. El guionista y director es un referente del horror autóctono, ya que supo dar obras como la perturbadora Beinase y La Memoria del Muerto. Aquí, en su faceta delante de cámara, luce tan desquiciado que provoca escalofríos. Y eso que interpreta a un representante de la ley. Making off Sangriento: Masacre en el Set de Filmación mezcla terror y comedia en un festín gore, con bromas destinadas a entendidos y descuartizamientos para el público ávido de emociones fuertes.
Una película de los hermanos Quintana (Hernán y Gonzalo) que mezcla la realización de un film, estudiantes de cine, tips del género, un asesino serial que odia muchas cosas del ambiente, señoras que piden mano dura y un investigador de pasado oscuro. Demasiado para un film con humor, dos buenos protagonistas (Marcelo Pocavida y Valentín Javier Diment) y regodeo de muertos.
La fiaca Making off sangriento es tan perezosa que sus realizadores ni siquiera repararon en el hecho de que “making of” se escribe así, con una sola “f”, algo que se descubre en dos segundos mediante un simple googleo. Esta corrección podría resultar detallista y rompehuevos, pero a) ¡es el fuckin’ título de la película!, y b) es una señal de pereza entre tantas que atraviesan esta película, de un descuido formal y temático que asusta. Lo que más resalta de este intento de slasher movie dentro del cine es la idea que tiene sobre cierto tipo de películas y realizadores: la película se embandera en una suerte de cruzada contra lo que, en algún momento, se ha dado en llamar “Nuevo Cine Argentino”, pero lo hace desde una elementalidad y una falta de inteligencia y conocimiento sobre el tema que hacen que todo lo que tiene de paródico se cancele. El director de la “película dentro de la película” es un pretencioso de aquellos; un pedante fanático del plano secuencia quien (¡spoiler!), antes de morir, dice “soy una obra de arte”. Y se llama Lisandro Acuña. Lisandro. Acuña. Ya el hecho de establecer una conexión entre el cine de Lisandro Alonso y el de Ezequiel Acuña demuestra que los realizadores jamás vieron películas de ninguno de los dos directores. Es meter todo en la misma bolsa; es decir que todo ese tipo de cine es exactamente lo mismo y está todo mal con él. Un monólogo a cámara durante los créditos finales se encarga de cerrar esta idea propia de un Jorge Carnevale ejecutada con la misma profundidad. Lo criticable no es que la película se mofe de toda una vertiente del cine argentino y de los estudiantes de cine en general, sino que lo haga de esta manera; sin ningún tipo de investigación previa del objeto a parodiar. Y lo peor (y esto es algo que habla muchísimo de la pereza antes mencionada) es que todo esto es muy fácil de parodiar. Cerca del final (sigue el spoiler) vemos una marcha de fanáticos del cine de Lisandro Acuña pidiendo justicia por su muerte con unas pancartas bastante graciosas (“Tu luz cyan seguirá encendida en cada película”). Pero los admiradores de este director supuestamente arty no están vestidos con atuendos hipsteroides sino con vestimentas más o menos cualunques, y entonan cánticos de cancha, algo muy alejado de personajes de este tipo. La película también es perezosa desde lo formal: Making off sangriento es una película de terror sin climas; una slasher movie en la que los asesinatos están filmados a desgano y sin ningún tipo de creatividad, algo más bien central dentro del cine slasher. Es chata tanto en lo visual como en lo argumental, y todo esto, sumado a unos personajes esquemáticos con quienes resulta imposible lograr algún tipo de empatía (y que encima están actuados con una afectación que recuerda a la sobrevaloradísima Mujer lobo, de Tamae Garateguy), hace que sus escasos 80 minutos de duración parezcan muchísimo más.
Payasada gore sin ninguna otra pretensión Un grupo de estudiantes de cine filma un cortometraje de terror llamado "Noche Brava", mezcla de psychothriller con historia de casa embrujada. Pero cuando estaban preparando recién el making off del rodaje, un asesino misterioso mata de forma cruenta a dos de los participantes del proyecto. La policía, liderada por un detective de apellido Caligari, no tiene muchas pistas y libera a todo el equipo, que pese a lo sucedido, decide continuar con el asunto dado que alguien se olvida de cancelar el catering y están llenos de comida. Por supuesto, una vez retomado el rodaje, los crímenes continuarán. No se puede decir que "Making off sangriento Masacre en el set de filmación" sea mala, al menos no demuestra tener más pretensiones de ser otra cosa que una divertida payasada gore, lo que por momentos realmente consigue. Los diálogos y el estilo cómico son bastante tontos, aunque a veces resultan divertidos, sobre todo cuando parodian la cinefilia nerd de algunos estudiantes de cine. Por otro lado, la estética es realmente colorida, obviamente sobre todo en tonos rojizos, ya que el gore abunda alegremente, aunque luego del prólogo se hace esperar un poco, pero terminada la proyección nadie se va a quejar de que falte sangre. Por otra parte, en medio de un buen número de actuaciones tan amateurs como sus propios personajes, sobresale el siniestro protagonista, el legendario cantante punk Marcelo Pocavida (conocido por sus actos con bengalas en los shows de bandas como Star Losers, al punto de que ya fue objeto de un documental biográfico). Pocavida no necesita hacer mucho esfuerzo para lucir ominoso, y su presencia anima algunas atractivas escenas terroríficas, como cuando discute con la actriz protagónica su método actoral. Los hermanos Quintana pueden hacer cosas mejres si ponen un poco más de cuidado en el guión y algún rigor en los detalles.
Lobo suelto Ex cantante de Los Baraja, Cadáveres y una larga lista de bandas punk, el extravagante Marcelo Pocavida resultó el candidato ideal para encarnar al primer asesino serial argentino. La actuación, además, tuvo una vuelta de tuerca: su personaje, Ricardo B., es el protagonista de un film slasher en donde encarna a un asesino serial, y a lo largo de la filmación arremete contra todo el staff. Conocidos cultores del circuito gore argentino, con su debut Making off sangriento: Masacre en el set de filmación (al mismo tiempo, adaptación de un mediometraje), los hermanos Quintana hacen una ocurrente lectura del género rojo sangre, donde no sólo hay un serial killer al estilo Texas Chainsaw Massacre sino parodias diversas al cine nacional. Mientras el director dentro del film, un tal Lisandro Acuña (¿un cruce entre Lisandro Alonso y Ezequiel Acuña?), es un estudiante egresado y becado, Ricardo B. parece tener algo personal contra esa casta y su “liberación” dentro del rodaje recuerda a La sombra del vampiro (en el set hay incluso un retrato de Klaus Kinski en Nosferatu). Para redondear el gesto paródico, el rol de policía cazador lo interpreta Javier Diment, activo guionista (Aballay) y realizador de films de género como Diablo.
Que cada género tiene sus códigos, acepciones, convencionalismos y formas de hacerlo es una verdad de Perogrullo, pero útil de recordar a la hora del análisis. Es más, en este creciente cine argentino del género de terror es fundamental tener en cuenta el nivel de producción. No puede medirse con la misma vara que a las procedentes de Hollywood, porque en cualquier caso todo termina en el guión. Si el guión no es sólido, tanto en la historia principal como en las subtramas, y si los personajes no están bien pensados y delineados, no hay manera de lograr una obra de calidad, por más millones que se invierta la cosa no funciona, o salen garrones engañosos como casi tres insoportables horas de “Transformers: La era de la extinción” (2’14) En un registro estético emparentado con las dos primeras películas de Rob Zombie, en especial con “La casa de los 1000 cuerpos” (2003), “Making off sangriento: Masacre en el set de filmación” propone, desde el comienzo, ser una película ochentosa de asesinatos en serie, mucho gore y mucha sangre. En una locación de filmación, en la cual un grupo de estudiantes pretende terminar la tesis final de la carrera de dirección de cine, aparecen muertos la directora y uno de los actores. Luego de los títulos, lo que queda del grupo toma el olvido de suspender el catering de esa jornada como una señal para seguir adelante y “filmar otro guión”. Para ello convocan al actor ya antes seleccionado, Ricardo B (Marcelo Pocavida), una especie de Pappo, con menos tachas pero ostentando contra los estudiantes de cine, la misma actitud que “El Carpo” tenía hacia la música pop. También llaman a Lisandro Acuña (Hernán Quintana), una especie de leyenda entre los estudiantes, para que les dirija la tesis (un Alan Smithee encubierto). Al equipo se suma una directora de arte que, irónicamente, no modifica en nada lo que ya estaba pensado. A todo esto, un inspector de policía (Valentín Javier Diment) está a cargo de la investigación de los asesinatos porque, no olvidemos, acá hay dos muertos y alguien tiene que hacerse cargo. Ya desde los diálogos entre los atribulados estudiantes en el sillón, post interrogatorio, adivinamos un registro paródico que a su vez funciona como una constante burla a los lugares comunes del género. Aparentemente, todos están más preocupados por desaprobar el final que por las muertes. Así funciona el absurdo en ésta producción, y resulta efectivo gracias que Hernán Quintana y Gonzalo Quintana exponen en la puesta un notable fanatismo (a veces mucho) por el cine clase B. Guionistas y directores, los dos se permiten en igual medida tanto la posibilidad de divertirse con los clichés, como algunos guiños u homenajes al cine de Corman, Romero, Miner, el propio Zombie, y por qué no a otros viejos maestros, empezando por el apellido del detective: Caligari. También aparece la estética bizarro sexual de los ‘50. Como si Bettie Page fuera a algún programa de Crónica TV. De todos modos, esta comedia negra sobre el terror, que además se anima a hablar del esnobismo o la inseguridad (la secuencia de la encuesta de la comunidad vecinal no tiene desperdicio), tiene personalidad propia, un ritmo narrativo acorde con la duración y buen timing para los gags visuales (“la vieja hecha percha” por ejemplo). Hace más de 20 años que éste cine intenta salir a acortar la brecha generacional entre Narciso Ibañez Menta y el siglo XXI. Si bien el público tiene la última palabra, es hora de empezar a quererlo (INCAA, atiendan el teléfono por favor), y darle la oportunidad que merece. “Making off sangriento: Masacre en el set de filmación” es la confirmación de que si hay tal cosa como “nuevo cine argentino” (“Que se muera Trapero”, que. modo de gags de tribuna, se escucha en un momento en una manifestación). Al menos en éste género los realizadores tienen mucho más claro qué y cómo hacerlo. El terror argentino está vivo y goza de buena salud.
Sniff, snuff, acción Con gran acogida en el Festival Buenos Aires Rojo Sangre donde obtuvo el Premio del Público, este cortometraje ampliado ahora a largometraje, dirigido y escrito por Hernán y Gonzalo Quintana, es una digna autoparodia, sátira, gore, que introduce al slasher vernáculo por la puerta grande y que, consciente de su propio norte y su acotado nivel de pretensiones artísticas, explota en el mejor sentido del término con una economía de recursos notable. La premisa sugiere que la mejor coartada para un serial killer, cuya preferencia no es otra que la fauna de estudiantes de cine, es sin lugar a dudas un set de filmación donde un grupo de estudiantes se encuentran en pleno rodaje de la tesis para lo cual realizan un corto de terror que tiene como protagonista a un asesino serial, entre otras cosas. Cine dentro del cine con altas dosis de humor, el relato incorpora la auto referencia desde el minuto cero cuando una cámara documenta los entretelones del rodaje mientras el asesino camuflado de actor hace de las suyas y desata un verdadero carnaval de tripas, sangre y mutilaciones, en pleno ritual de cacería de cada uno de los miembros del equipo (productores, maquilladores, asistentes y actores), incluido un director Lisandro Acuña, caricaturizado por sus pretensiones cinematográficas -en clara alusión al realizador Lisandro Alonso-, quien acepta unirse a este proyecto menor como parte de su experimentación artística entre la frontera de la representación, el artificio y la realidad. El elenco cumple en su derrotero de pesadilla pero quien más sorprende es el rockero punk apodado Marcelo Pocavida en el rol de serial killer –con cierto parecido a Javier Bardem en la película Sin lugar para los débiles- no sólo por su naturalidad frente a cámara sino por su fotogenia a la hora de resaltar sus rasgos psicopáticos. También se une a este proyecto de los hermanos Quintana y en este caso delante de cámara otro referente obligado del cine de terror local como Javier Diment (La memoria del muerto) en el rol del perverso detective Caligari (sin su gabinete) que sigue los pasos del monstruoso demente. El equilibrio entre el humor y los exabruptos gore, que incluyen una felatio bastante jugada en cámara por sus efectos, marcan la principal característica positiva de una película que sabe hacia dónde se dirige y piensa en el público que la consumirá sin reparos, entre risas y la predisposición a pasar un rato agradable.
Si uno ve el afiche de Making Off Sangriento: Masacre en el set de filmación se adivina claramente “influencias” en el afiche de Diablo de Nicanor Loreti. Es que es obvio, una película como esta es deudora de aquel film con Juan Palonino y Sergio Boris, no tanto en su contenido como obra que pertenecen a géneros distintos, sino en lo que aquella significó, la llegada a salas comerciales, y el reconocimiento de un público amplio a aquel cine trash, under, por años caracterizado como “de nicho”. Junto al crecimiento de esta “subespecie” (queremos tanto a Full Moon) de films nacido de jóvenes estudiantes de cine que querían ver un cine argentino distinto, de género, y que no le tema al extremo; fue naciendo otro, el de los estudiantes más “serios” aquellos que atrapan al cine contemplativo, de largas tomas, sonidos ambientes, y silencios profundos y metafóricos. Sí, se declaró la guerra de bandos, y "Making Off sangriento" es un germen salido del primer ataque del “bando” clase B. ¿Cuánto cine dentro del cine vimos? Mucho, pero poco como este; quizás podríamos nombrar una lejanía a La sombra del vampiro, o más cercana a ese deliro poco reconocido que es la australiana Cut; aun así, todas “bebé de pecho” frente a lo que aquí veremos. Un grupo de estudiantes se enfrenta a su trabajo de tesis, es de los que les gusta el cine contemplativo. Pero a la suma de nervios y estrés habituales deberán sumar otra cosa, la muerte de dos integrante del grupo. La filmación se detiene por un período, pero no indeterminadamente, el rodaje se retoma, y las muertes se suceden otra vez; a lo cual se suma un detective que intentará esclarecer la situación antes que todo el set se bañe de sangre. No esperen acá las medias tintas, los directores Hernán y Gonzalo Quintana ponen todo lo que hay que poner para que el manifiesto de principios sea claro y contundente. "Making Off Sangriento" es una parodia franca, una burla terrible a los estereotipos del estudiantado de cine que aspira ser “un artista”. Ningún personaje está delineado a la ligera, todo, hasta el más intrascendente, responde a un correlato real, lo que permitirá una inmensa identificación. No podemos adelantar demasiado de los personajes para que la gracia sea mucho mayor al descubrirla (atentos a ese director, por favor), sólo tiraremos un par de datos, presten atención a los nombres y apellidos, a las actitudes y frases, y al destino de cada uno. También podríamos hablar de un Scream lisérgica y moderna, los personajes hablan de cine, y hacen constantes enumeraciones, hasta hacen referencias en los momentos menos indicados. Un párrafo para advertir que la película puede incomodar a algún “timorato”, sepan que es cine orgullosamente B o hasta Z, con la remera bien puesta, lo que significa, tripas, litros de sangre, exageraciones de todo tipo, escenas que rozan el mal gusto de todo tipo, y una gracia incontenible. Quienes estamos en este medio leemos seguido cómo llegan las críticas de un lado hacia el otro, y "Making Off sangriento" es una muestra cabal de esto, y por ese sólo hecho, el estreno en sala comercial de este tipo de films debe ser sumamente celebrado. Hechas las salvedades del caso, cada uno sabrá a qué público pertenece, y los Quintana no engañan, hicieron la película para su público. Un producto muy divertido, descontracturado, filmado con pericia, con recursos mínimos (como debe ser), que no le teme a nada, y pega ahí donde tiene que pegar. Amantes de género, bienvenidos a esta, su fiesta.