Vidas cruzadas Luego de varios años en escena y ser aclamada por el público y la crítica, la obra teatral El viento en un violín de Claudio Tolcachir llega a la pantalla grande. Mater (2017) cuenta con la dirección de Pablo D'Alo Abba, quien utilizó los recursos del séptimo arte para llevar a cabo la versión cinematográfica. Por un lado, Mater se centra en Darío, quien a sus treinta y dos años continúa conviviendo con su madre Mecha, una abogada controladora de clase socio económica alta; y por otro lado en Lena y Celeste, una pareja humilde que busca cumplir el deseo de la maternidad pero por falta de recursos económicos no logra conseguirlo. Los sucesos cambian cuando las mujeres conocen a Darío en un boliche, lo secuestran y lo violan, quedando Celeste embarazada como producto de dicho acto. Desde allí las vidas de los personajes se entrecruzan y se modifican para siempre. Hay historias que tienen mayor atractivo entre las páginas de un libro, otras que muestran su riqueza al ser representadas por actores sobre un escenario, otras que se retratan mejor con una cámara y luego son llevadas a la pantalla grande, mientras que hay historias que pueden llegar a ser funcionales a todos los formatos. Este es el mayor desafío de Mater. La mirada del director Pablo D'Alo Abba es uno de los puntos interesantes del film, ya que no juzga a los personajes ni a sus acciones sino que los expone al máximo, dando luz tanto a sus virtudes como a sus mayores miserias, para que luego el público actúe como el juez de los acontecimientos observados. En el teatro, la percepción del espectador está limitada a su butaca, no hay ubicuidad en su punto de vista y es él quien elige a qué o a quién prestarle mayor atención de la puesta en escena. Mientras que en el cine, es el montaje de planos el que permite el cambio de punto de vista óptico. Lo atractivo de Mater es que no pretende ser una “película teatral”. El director utiliza los recursos cinematográficos a su alcance: desde los diferentes tipos de planos para priorizar determinados movimientos de los sujetos o ciertas situaciones, hasta el recorrido por variados espacios y temporalidades que le otorgan la fluidez necesaria al relato. El reparto del film está integrado por los mismos actores de la versión teatral. Más allá de las diferencias presentes entre los individuos, tienen un punto en común que es la búsqueda… la búsqueda desesperada, y esa sensación traspasa la pantalla y genera incertidumbre escena a escena. Se destacan las actuaciones de Lautaro Perotti y Miriam Odorico, quienes componen un vínculo madre-hijo que aumenta su tensión con el correr de los minutos. Mater es una película en la que no hay buenos ni malos, sino personas que quieren alcanzar diferentes objetivos y son capaces de llegar a límites extremos con tal de cumplirlos. Cada personaje tiene sus argumentos para accionar de la manera en que lo hace, y eso es lo que inquieta aún más al espectador ya que se verá obligado a analizar cada hecho desde diferentes miradas. Mater es un largometraje que arranca cuando se apagan las luces de la sala y si bien técnicamente termina con los créditos finales, lleva a la inevitable reflexión y debate post film, por lo que la riqueza de la película continúa.
Mater es un film que surgió de la obra de Claudio Tolcachir “El viento en un violín” y es llevada al cine de la mano de Pablo D’Alo Abba con los mismos actores. Me hubiese gustado haber visto la obra. Suele haber películas basadas en libros, pero basadas en piezas teatrales, es menos común. Me la perdí. Dicen, los que pudieron ver ambos que la película es un poco más “light” que la obra. Imagino que para quienes la vieron, será un viaje interesante transitar la peli. En fin, Mater es un largometraje que podría haber sido corto o mediometraje. Una película fuerte, incómoda, que por momentos parece que todo se podría haber contado en menos tiempo. Es una historia de dos mujeres que buscan ser madres y hacen lo imposible, y lo peor para conseguirlo, y un hombre sin un lugar en la sociedad, excluido, que busca pertenecer. Su director no juzga, solo muestra. No hay conclusiones. Hay tragedia, y sin embargo hay final feliz. A mí, me hizo un poco de ruido que un abuso se deje pasar por alto. Acaso no sería una inconcebible ese final si la historia fuese al revés? Es menos grave el abuso de parte de una mujer? Muchas preguntas y una película para debatir, y así habrá dado que hablar la obra. En donde quizás la intención final fue buena, mostrar otro tipo de familias, por ej, pero el fin justifica los medios?
Audaz, extrema, provocadora Basada en la obra El viento en un violín, de Claudio Tolcachir, esta película de Pablo D'Alo Abba narra dos subtramas paralelas que terminarán cruzándose: por un lado, la historia de amor entre Lena y Celeste, quienes están dispuestas a todo para ser madres; por otro, la de Darío, un hombre de 32 años que sigue viviendo a la sombra de una madre abogada tan controladora como manipuladora. El sexo, la violencia, las conflictivas relaciones entre madres e hijos y las diferencias sociales son algunos de los temas que aborda esta audaz, por momentos extrema y en varios pasajes provocadora transposición de la obra de Tolcachir, con una puesta que intenta -y por momentos logra- dotar al relato de una impronta más cinematográfica que teatral.
La película dirigida por Pablo D'Alo Abba expande el universo de la pieza teatral de Claudio Tolcachir, El viento en un violín, y cuenta dos historias que confluyen en personajes que buscan la felicidad a su manera. Una cámara nerviosa sigue la corrida de Darío -Lautaro Perotti- por las calles de un barrio acomodado. El es un treintañero desorientado que aun vive con su madre Mecha -Miriam Odorico-, una abogada inescrupulosa y manipuladora. Por su parte, Celeste -Tamara Kiper- y Lena -Inda Lavalle- es una pareja obsesionada por cumplir su deseo de ser madres y decide salir en busca de un donante en la noche porteña. Dos mudos contrastantes que tienen algo en común: la necesidad de ser felices y poner sus deseos en marcha, sin importar los límites o las consecuencias. Con tópicos universales como la crianza, la educación, la búsqueda de caminos personales y el amor en sus distintas formas, Mater también tiene a Norma, otro pilar en la historia, la madre de Celeste que trabaja en la casa de Mecha, el nexo de dos mundos que parecen irreconciliables. El film expone con humor y brutalidad a este puñado de seres de diferentes clases sociales en una versión cinematográfica que muestra a familias disfuncionales en pleno movimiento y acción. En la trama desfilan además el psicólogo -Gonzalo Ruiz- -en una chispeante escena con Darío- y las intervenciones de Marina Bellati y Martín Slipak, que no estaban en la puesta teatral. Las potentes actuaciones del "dream team" de Timbre 4 saltan a la pantalla grande con convicción, llenas de matices en esta propuesta que juega entre la violencia, suspiros, prejuicios y amor.
Es el primer largometraje de ficción de Pablo D´Alo Abba, que escribió el guión basándose en la obra de teatro “El viento en un violín” de Claudio Tolcachir. Una historia de un hombre que a los 32 años todavía vive con su madre, una abogada sin límites morales, manipuladora y castradora. A ese hombre lo violan una pareja de lesbianas que están desesperadas por conseguir que una de ellas quede embarazada. La futura mama resulta ser la hija de alguien muy cercano a la familia. Y cuando todo parece desbarrancar ese hombre descubre que por fin, lejos de su parálisis para manejar su vida, sus ataques de pánico y sus adicciones, encontrará su lugar y su responsabilidad en el mundo. Una familia disfuncional que se encamina en armonia. Con su base teatral visible, el director logro airear la historia y contó con buenos actores para lograr una película atractiva. En el elenco se destacan Lautaro Perotti, Tamara Kiper, Inda Lavalle y Mriam Odorico.
Hace diez años que se estrenaba en París “El viento en un violín”, revolucionaria obra de Claudio Tolcachir, con el mismo elenco que ahora protagoniza “Mater” (2017) de Pablo D’Alo Abba, una propuesta diferente en la actual producción cinematográfica. Si hace unas semanas algunos medios celebraban la llegada de “Desearás al hombre de tu hermana” (2017), de Diego Kaplan, por su desestructurada propuesta y desfachatez, en esta oportunidad tendrán que festejar que la maternidad, la sexualidad, el amor, se piensen desde un lugar diferente. “Mater” es la historia de un hombre, y también de dos mujeres, con un deseo tan fuerte de ser madres que no ven que aquello que están por hacer es incorrecto. D’Alo Abba presenta y no juzga, propone y no indaga, se dedica a llevar a la pantalla grande aspectos que en la obra no estaban planteados, como el origen y pertenencia social de cada uno de los personajes, y juega con ellos. Si bien en “El viento…” se podía inferir que la diferencia de clases era notoria, en esta oportunidad, los espacios son también aquellos encargados de construir aspectos no dichos de la trama. El juego de seducción propuesto por las dos mujeres para engañar al hombre, además, acá se potencia por la casa en la que sucede todo. Espacio más no juzgamiento van impulsando la dinámica narrativa, con algunos planos secuencia que diluyen la teatralidad del relato, buscando otras maneras expresivas, en este caso plásticas, de la propia raíz cinematográfica, que terminan configurando una experiencia diferente a la teatral. El tono con el que todos actúan también es clave, si bien la mayoría de los intérpretes provienen del teatro, en “Mater” no actúan como tales, buscan un tono diferente al que venían plasmando en el mítico Timbre 4 la obra, claro logro del director. Tal vez esa es una de las principales virtudes de “Mater” el producir un texto diferente al de la obra, apelando y utilizando todas las posibilidades expresivas del cine para enfatizar o subrayar cuestiones claves e intentando, con naturalismo, seguir adelante con la propuesta. El elenco, encabezado por Lautaro Peroti y Miriam Odorico, busca revisitar sus roles con una nueva frescura, algo que se nota también en Tamara Kiper e Inda Lavalle, quienes componen a Lena y Celeste con una notable naturalidad. “Mater” presenta los hechos, no juzga, y cuando se comienza a enredar todo, es cuando más ese alejamiento de preconceptos y prejuicios comienza a funcionar. La base autoral de Tolcachir dice presente en cada escena, pero se percibe, además, una nueva sensibilidad a la hora de hablar sobre temas tabú como la violación. En este punto una vez más se destaca la elección del director de dejar librado al espectador la posibilidad de revisar los hechos y de tomar partido por una parte o por la otra y de exigirles a los personajes resoluciones. Algunos aspectos técnicos y la linealidad del relato, le juegan en contra al total de la obra, un cuento sobre el amor en los tiempos que corren que nada tiene que envidiarle a propuestas que vienen de afuera con una supuesta libertad y mentalidad diferente.
Diversas configuraciones de la maternidad. Adaptación oficialísima de la obra El viento en un violín, de Claudio Tolcachir (la compañía Timbre 4, comandada por el dramaturgo y actor, es una de las empresas productoras del film), Mater reconstruye trama, temas y diálogos para la pantalla grande en un doble juego que, por un lado, no intenta ocultar el origen teatral del concepto narrativo central y, al mismo tiempo, aprovecha la ubicuidad natural de la cámara para abrirse a otros espacios y ámbitos. Prácticamente la totalidad del reparto replica los personajes creados originalmente para el escenario: Lautaro Perotti es Darío, estudiante universitario de más de treinta abriles ahogado por una relación enfermiza con su madre sobreprotectora, Mecha (Miriam Odorico), y las particulares sesiones de análisis con su terapeuta. En esa casa de familia acomodada compartida por madre e hijo limpia, cocina y ayuda en otros menesteres Nora (Araceli Dvoskin), madre de Celeste (Tamara Kiper), una chica que “ahora se hizo lesbiana”, según sus propias palabras. El sexto peón del tablero es Lena (Inda Lavalle), la novia de Celeste, ambas desesperadas por ser madres. Literalmente desesperadas, al punto de salir a la caza de cualquier hombre dispuesto a pasar la noche con Celeste. Que el donante de semen inconsulto termine resultando –de todos los hombres posibles– justamente Darío, encarna en una de esas casualidades casi imposibles desde el punto de vista estadístico que el medio cinematográfico, por sus cualidades realistas (incluso en el más fantástico de los terrenos), termina introduciendo un poco de ruido en la señal narrativa. Pero Mater parte con orgullo de ese concepto algo absurdo para llevar adelante sus ideas centrales, entre otras, la posibilidad de optar por la creación de una nueva familia cuando aquella que vino otorgada de fábrica se parece demasiado a un callejón sin salida. Que el origen de esa elección tenga como germen una violación es uno de los varios detalles irónicos del relato, jugado a un tono humorístico incluso en sus momentos más dramáticos. Existe algo excesivo en la construcción de varios personajes –particularmente el de Darío y su madre–, un roce con el grotesco que sin dudas es capaz de brindar mejores frutos sobre las tablas que delante de una cámara (el medio debería ser además el mensaje y no simplemente eso, un medio). Pero la dirección de Pablo D’Alo Abba (codirector de Vienen por el oro, vienen por todo), funcional en todo sentido a la trama, y un montaje que sabe dónde y cómo cortar, logran que la historia se sobreponga de la mayoría de esos problemas y avance con cierta gracia hasta el punto de explosión del conflicto y su resolución más epílogo “algunos meses más tarde”. En última instancia –como su título en latín lo indica expresamente– se trata de ser madre, con sus infinitas y muchas veces contradictorias configuraciones. Una pena que la de Nora –por lejos, el personaje más interesante de todos, el más misterioso, el menos marcado por arquetipos al uso dramático– sea la menos explorada de esas maternidades.
Crítica emitida por radio.
Habla de las relaciones entre madres e hijos, las diferencias sociales, las miserias humanas, toca temas relacionados con la violencia y el sexo, resulta audaz, fuerte, en algún punto puede llegar a incomodar y provocar al espectador. Se destacan las actuaciones de Miriam Odorico y Lautaro Perotti. Este film nace a partir de la obra de Claudio Tolcachir “El viento en un violín”. Un film para debatir.
Drama y locura El objetivo concluyente de una película del género Drama es generar empatía con el público. Que el espectador, en cierto punto, se sienta parte de la historia contada, que se identifique con alguno de los personajes y que ellos mismos no encanten para lograr una emoción: Alegría, tristeza, gracia o enojo, son las más comunes de las reacciones. Mater es una película producida por Prado Cine y un respetable teatro de la ciudad porteña como es Timbre 4, dirigida por Pablo D´Alo Abba y basada en la obra El viento en un violín, de Claudio Tolcachir. Cuenta con una particularidad muy peculiar: Sus actores. Patricio Aranguren, Marina Bellati, Araceli Dvoskin y Tamara Kiper, entre otros, son los mismos que participan en la obra original, estrenada en 2011, y que recorrió el mundo participando de festivales teatrales muy prestigiosos, estrenando por ejemplo en París, España, Chile y Colombia entre otros. El célebre elenco ya conocido por su participación en la prestigiosa obra teatral: La omisión de la familia Coleman, se adentra en la adaptación al cine de la obra estrenada 6 años atrás. Las diferencias entre el cine y el teatro son incontrastables. El séptimo arte cuenta con la posibilidad de hacer infinidad de escenas hasta el contento del director. Mientras que en el teatro cada función es única, juegan diferentes factores, internos y externos que se conjugan en el momento. La realización cuenta con una historia de vidas paralelas que se cruzan mediante un evento desafortunado. La desesperación es un rol fundamental en la obra, ya que está constantemente presente en cada momento del film. Sus protagonistas, con diferentes estilos de vida, diferentes carencias y objetivos de vida, comparten este sentimiento y en definitiva es el mismo que hará la conexión entre estos personajes. La dirección parecería estar basada fielmente en la obra de teatro, más que nada basándose en los tiempos de narración y la correlación del guion con los contextos y omisiones argumentales que dejan cabos sueltos a la hora de llegar al clímax de la película. Estas omisiones, en una obra de teatro con la expectativa en juego por parte del público, pueden generar la incertidumbre y utilizarla en su beneficio. En el cine queda desprolijo e incluso se saltea lo que podrían ser las escenas más interesantes del drama. En definitiva, Mater cumple con la premisa de generar empatía en el público. Pero deja una sensación más profunda; es una adaptación muy fiel de una exitosa obra de teatro, la cual peca en esa fidelidad y no aprovecha los tiempos del cine para argumentar en contexto y explotar los clímax, que por tiempos y producción son más difíciles de realizar en el teatro. Si bien el guion y los argumentos terminan por entenderse, quedan sensaciones de que podría haber sido mucho más contundente con un libreto con mayor construcción y escenas más propias del séptimo arte.
Tratamiento sobrio para una temática socialmente compleja y conflictiva Hace unos años el actor y director teatral Claudio Tolcachir estrenó en varios países europeos, y en Buenos Aires, su obra de teatro “El viento en un violín” con un gran suceso, porque él es un afamado dramaturgo y por el tema planteado en el espectáculo llamando la atención de la crítica y el público. Con la intención de amplificar la repercusión que tuvo en su momento, y viendo que se lo podía trasladar perfectamente al lenguaje cinematográfico, el director Pablo D´Alo Abba decidió filmar esta historia, y para completar la faena, además, convocó a los mismos actores que la interpretaron en el teatro. La historiagira en torno de Celeste (Tamara Kiper) y Lena (Inda Lavalle), una pareja de lesbianas que viven junto a la madre de la primera, Nora (Araceli Dvoskin), en una humilde casa del Gran Buenos Aires. Por su parte Nora trabaja como empleada doméstica en la enorme y lujosa casa de Mecha (Miriam Odorico), donde vive con su hijo treintañero Darío (Lautaro Perotti), quien no trabaja y casi tampoco concurre más a la facultad de arquitectura. La narración está planteada como dos mundos equidistantes entre sí, y cercanos a la vez, porque podemos observar la opulencia y el dinero de unos y la austeridad de los otros. La madre de Darío es autoritaria, quiere que su hijo despierte de su letargo, le paga a un psicólogo para que lo trate, y también termina dominando. La madre de Celeste no acepta la relación de su hija que, por si fuera poco, desea tener un bebé, pero no la discute, sólo se resigna. Darío va por la vida desorientado, sin un rumbo fijo. Todo lo contrario de las chicas quienes tienen un objetivo y un proyecto de vida en común. El deseo de la maternidad es muy fuerte, y ellas deciden hacerlo de la manera convencional, para lo que necesitan a un hombre. Con la decisión tomada de que Celeste se va a embarazar, pues anteriormente había tenido novios varones, ambas van a un boliche de “cacería”, y sí, como se lo pueden imaginar, Celeste lo “levanta” a Darío, él se la lleva a su casa y Lena lo amenaza de muerte para que tenga sexo sin preservativo. El relato es preciso, están muy bien logradas las continuidades y transiciones entre las escenas. Los diálogos son acordes a los parlamentos que tienen que decir los personajes porque están delineados de tal forma que cada uno tiene personalidad totalmente definida y eso los hacen creíbles. El embarazo modifica la existencia de todos los involucrados en ésta realización, donde una nueva forma de ver las cosas se está gestando. Por eso se podría inferir que el leitmotiv de éste film es la aceptación, tanto de cómo es el otro, pero también de uno mismo. Sin críticas, ni reproches, dejándolos ser porque los actuales modelos de estructuras familiares van mutando de tal modo que la sociedad irá reconociendo paulatinamente.