Cuestión de roles Mujeres que juegan al fútbol. Un tema casi tabú en la sociedad machista argentina. Reconocidos periodistas deportivos expresan su visión del deporte amateur y las posibles causas de la marginalidad en la que se encuentra. Gastón Recondo y Víctor Hugo Morales, son algunas de las caras conocidas que aparecen en el documental de Ginger Gentile y Gabriel Balanovsky. Mujeres con pelotas (2014) es un interesante trabajo porque trata un tema invisibilizado por varias cuestiones, por un lado la cuestión de género y por otro la marginalidad de sus participantes. Las mujeres siempre han tenido que imponerse ante los hombres en la historia de la humanidad. Siempre en situaciones adversas, difíciles y complicadas. Y más aún si intentan ejercer un rol social para el cual no fueron criadas, y más aún si vienen de clase social baja. La película se centra en el equipo de fútbol femenino de nombre “Aliados de la villa 31” y su entrenadora. Lo interesante de este trabajo es su capacidad para tratar desde un tema particular, problemáticas más universales que se evidencian espontáneamente. “No es un deporte para chicas”, dicen algunos y desacreditan automáticamente el esfuerzo y voluntad de las chicas. Pero tambien está presente la clase social pobre a la que pertenecen, otra imposición para desarrollar libremente su actividad. La AFA (Asociación de Fútbol Argentino) viene esquivando los pedidos de legitimidad del fútbol femenino. “Es una cuestión de dinero” opinan algunos. El fútbol es un negocio y el femenino no genera ingresos, cuestión que supera impedimentos genéricos, o comentarios machistas retrógrados. Pero ellas luchan igualmente por su causa, por el reconocimiento, sin dinero pero con pasión y esfuerzo. Hasta perfeccionan la técnica día a día y logran un juego más vistoso en comparación con el friccionado fútbol argentino. Mujeres con pelotas tiene la virtud de denunciar la situación que atraviesa el fútbol femenino en Argentina, de manera informativa y descriptiva, pero nunca victimizando a las deportistas sino mostrándolas como luchadoras incansables por la causa. Todo en apenas una hora de duración y con mucho ritmo, más que cualquier partido del Fútbol para todos.
Lo que ellas quieren La sección Sportivo BAFICI del último festival porteño y el estreno hace un par de semanas de la notable El otro Maradona pusieron sobre el tapete la temática del fútbol en el panorama de documentales argentinos. En esa misma línea se inscribe Mujeres con pelotas, de Gabriel Balanovsky y la neoyorquina Ginger Gentile. El film está centrado en la lucha de un grupo de chicas de la Villa 31 por formar su propio equipo y jugar un importante torneo en Río de Janeiro. Todo esto al menos desde la sinopsis oficial, ya que la dispersión genera que esto no sea algo secundario, pero sí uno de las tantas aristas que se tratan durante los 75 minutos. Al fin y al cabo, también se abordará la discriminación, el menosprecio mediático y de los mismos clubes, las dificultades para conseguir espacios adecuados de entrenamiento y la falta de contención familiar de algunas jugadoras, todo entremezclado con testimonios de periodistas y dirigentes de distintas entidades relacionadas con el fútbol. El film se encuadra en una tendencia recurrente en los documentales argentinos, que es la de abordar un tema interesante y casi sin difusión, desarrollarlo con interés y preocupación, pero sin demasiado cuidado por la forma. Así, Mujeres con pelotas funciona como una serie de viñetas en las que se intercalan testimonios, permitiendo conocer en profundidad una disciplina hasta ahora silenciada.
El disparador de “Mujeres con Pelotas” (Argentina, 2014) fue el trabajo que el grupo “Las Aliadas de la 31” venían realizando en el potrero de la Villa 31, y es por esto que Ginger Gentile y Gabriel Balanovsky, directores del filme, a través del registro de este grupo pueden hablar de la discriminación y disparar no sólo temas obvios de género, sino también otras cuestiones como la misoginia y el racismo, presentes en esta actividad deportiva. A través de imágenes capturadas con una cámara que contempla, en vez de juzgar, y de la utilización de entrevistas a especialistas (periodistas, sociólogos, entrenadores, etc.) se va hilvanando una historia que refleja las miserias y luchas constantes detrás del fútbol femenino, un deporte que, más allá que en otros países con menos tradición y pasión por la redonda ha alcanzado un grado de profesionalismo inusitado, acá aún depende de la voluntad y ganas de sus miembros. En el contraste entre la palabra y la acción (en el potrero), el discurso que se va logrando es verdaderamente intenso, porque más allá que, por ejemplo, voces autorizadas como las de Víctor Hugo Morales y Gastón Recondo puedan ofrecer su visión sobre este deporte (antagónica por cierto), en las habilidades que van demostrando en la pantalla algunas de las jugadoras y en la lucha constante por lograr respeto dentro y fuera de la cancha se va armando una verdad indiscutible. “Las Aliadas de la 31” practican todos los días, pero deben pelear para poder utilizar la cancha. Mientras ejercitan son “invadidas” por los hombres, que más allá que las ven a diario jugando partidos, aún no las reconocen como pares. El potrero es un campo de batalla y la guerra de sexos se pone al día entre vestuarios y camisetas coloridas. Y en algunas ocasiones también puede transformarse en un cuadrilátero de contienda entre punteros y organizadores sociales. Laura, una de las integrantes del grupo afirma que lo más difícil de la actividad es derribar prejuicios: “no respetan a las mujeres” y esto no sólo en su ámbito, si hasta Recondo dice algunas frases sobre la superioridad del hombre por la mujer que dan vergüenza: “no lo dice el fútbol, lo dice cualquier disciplina” ó “se acercan pero nunca igualan”. Quizás al ver la película, y luego de entender que hay determinadas exigencias con las que deben cumplir las mujeres (principalmente relacionadas a la crianza de los hijos y tareas domésticas) y aun así y todo se esfuerzan diariamente para lograr las metas dentro del espacio de juego esos prejuicios sean superados. La película es un espacio de debate casi tan importante como el de la práctica, pero quizá algunas limitaciones de producción o su esquema narrativo simil documental de televisión le juegue en contra. Lo que sí es interesante es la utilización de algunas imágenes de archivo que refuerzan el sentido de denuncia de “Mujeres…”. En algunos tapes antiguos del programa de Gerardo Sofovich en el que mujeres hacen jueguitos en vivo el conductor dice: “acá la mujer no será tratada como objeto” y a continuación un pequeño recuadro en el margen superior derecho de la imagen mediatizada que muestra un inmenso trasero femenino. “Mujeres con Pelotas” derriba algunos mitos y prejuicios en cada pelotazo, a fuerza de imágenes detalles de las gambeteadas y los cuerpos que recorren los espacios en los que diariamente se intenta que el fútbol femenino sea reconocido y remunerado como corresponde.
Muy poco fútbol Las intenciones y posturas temáticas, de contenido, políticas incluso de Mujeres con pelotas son irreprochables. Las historias de las mujeres que practican el fútbol -como jugadoras, directoras técnicas o árbitras- están a la vista pero a la vez son permanentemente ocultadas e ignoradas, y merecen ser contadas. Pero claro, no se trata sólo de qué contar, sino de cómo contarlo. Ahí empiezan, lamentablemente, toda una serie de problemas en este documental: 1) Para empezar, hay un claro y grave error con el título del film. Lo de “Mujeres con pelotas” remite, es evidente, no sólo al hecho de que las mujeres practican el fútbol con una pelota (como también lo podrían hacer con el básquet, el vóley y tantos deportes más), sino también -y principalmente- a la valentía con que lo hacen, enfrentando una cantidad casi infinita de obstáculos deportivos, institucionales, sociales, culturales, económicos, familiares, etcétera. Ahora, si para resaltar que esas mujeres son valientes hay que decir que tienen “pelotas”, o sea “huevos” -como los hombres-, estamos en serios problemas. Las mujeres que protagonizan este film -permítanme ser un poco crudo- no tienen ni pelotas ni huevos, ni nada que las asemeje a los hombres: tienen ovarios y tetas, a las que portan con mucho orgullo, y lo bien que hacen. Son valientes desde su femineidad y no desde una masculinidad que no les corresponde ni las representa. De ahí que el título, torpemente futbolero, no tenga nada que ver con lo que se quiere narrar. 2) Mujeres con pelotas recurre a muchos testimonios, no sólo de las mujeres que habitan -o luchan por habitar- las canchas de fútbol argentinas, de dirigentes o personajes vinculados al fútbol, sino también a periodistas. Que los rostros que más hablan a cámara sean los de Gastón Recondo, torpe hasta para decir cosas más o menos interesantes, y Víctor Hugo Morales, siempre con su manual de corrección política a cuestas -“no sólo los hombres son machistas, también lo son muchas mujeres” (¡oh, qué gran descubrimiento!)-, no es lo más problemático. Tampoco que las cosas que se digan sean en general poco novedosas y no pasen de las verdades de perogrullo. Lo peor es que todos los periodistas que hablan en el film son… hombres. Es llamativo que una película que tiene como tesis principal el darle un lugar de jerarquía a la mujer dentro del fútbol pareciera no tomar en cuenta que hay muchas mujeres dedicadas al periodismo deportivo y que podrían tener su propio punto de vista respecto al fútbol femenino, la forma en que se juega, por qué es tan poco aceptado y respaldado en nuestro país y cuáles serían las medidas a implementar para revertir esa situación. Pero no, en un documental sobre el fútbol femenino, los que hablan y comentan, desde una distancia genérica abismal, son hombres. 3) Finalmente, Mujeres con pelotas es un documental en extremo disperso, donde en apenas 75 minutos se intentan abarcar variables de todo tipo. Pareciera que el foco fuera inicialmente las motivaciones, obstáculos, alegrías y tristezas de un equipo de fútbol de la Villa 31 que lucha por llegar a disputar la Copa Mundial de Homeless de Brasil. Sin embargo, también se muestran a jugadoras de otros clubes, de la Selección Nacional de Fútbol Femenino, a entrenadoras, se hace hincapié en factores culturales y dirigenciales -el rol de la AFA, por ejemplo-, en cuestiones de entretenimiento y unas cuantas cosas más. La película hace referencia a casi todos los tópicos vinculados a su tema central, hay hasta sobreabundancia de testimonios, pero casi no se muestra a las mujeres jugando al fútbol. Es decir, se habla de la lucha de estas mujeres, pero no se muestra por lo que luchan. No deja de ser paradójico que en un film donde en un momento surge la queja -absolutamente válida- de que no hay transmisiones televisivas del fútbol femenino argentino, no se aproveche a fondo la oportunidad de mostrar eso que está invisibilizado. Lo que más falta en Mujeres con pelotas es fútbol. Hay, sí, unas cuantas secuencias de montaje donde se exhiben las habilidades individuales de las mujeres. Pero nunca se las ve jugando al fútbol, es decir, a ese deporte donde hay que armar toda una serie de circuitos grupales para llegar al gol y para defender el arco propio. No hay jugadas, tácticas, momentos de tensión, ni nada parecido. Esa ausencia del deporte amado por estas mujeres es la gran oportunidad perdida de este film.
Víctimas de una doble discriminación Que el fútbol es cosa de hombres es algo discutible, pero al mismo tiempo difícil de discutir. Particularmente en un país como el nuestro, donde atávicos mandatos patriarcales y machistas siguen imperando a pesar de los cambios sociales de las últimas décadas. Y en el que a un hombre al cual no le gusta o interesa el fútbol se lo mira con algo de sospecha, casi igual que a una mujer dispuesta a conversar sobre los asuntos del balompié en pie de igualdad. Y ni hablar de una fémina que lo practique como deporte. En Mujeres con pelotas, el documental del argentino Gabriel Balanovsky y la estadounidense Ginger Gentile, se discute y mucho sobre esas y otras cuestiones: del fútbol como pasión, como práctica deportiva, como lugar de inclusión y contención, como ámbito donde darle batalla a los prejuicios y estereotipos de género. Tal vez lo más valioso del film sean, precisamente, sus claras intenciones por darle visibilidad a algo tan cercano pero que, sin embargo, permanece oculto, casi invisible para una mayoría. Si bien Mujeres con pelotas (evidente y localista juego de palabras que tiene una profunda razón de ser) recorre diferentes ámbitos, estratos sociales y estructuras deportivas, el corazón del film parece descansar en el equipo de la Villa 31 de Retiro, Las aliadas, a quienes la cámara y el montaje vuelven una y otra vez. Tal vez porque esas jugadoras amateurs son víctimas de una doble discriminación: además de patear la pelota incansablemente las chicas son villeras. En la descripción de su esfuerzo, tesón y esperanza, acompañadas por la obcecada pasión de su entrenadora, Mónica Santino –tal vez el mayor referente del fútbol femenino en el país, a su vez una de las protagonistas hace más de diez años de otro documental, Lesbianas de Buenos Aires, de Santiago García–, la película encuentra un núcleo desde el cual abrirse hacia otras historias y experiencias. Desfilan así futbolistas de los escasos equipos semiprofesionales del país (Boca, Estudiantes de La Plata), la dueña de una escuela de fútbol llamada A lo femenino, dirigentes deportivos y periodistas especializados como Víctor Hugo Morales y Gastón Recondo. Es una verdadera pena que los realizadores no hayan encontrado un soporte formal interesante sobre el cual construir el relato: Mujeres con pelotas se parece demasiado a un extenso informe televisivo. Lo de extenso no es precisamente un defecto, más bien todo lo contrario: difícilmente un programa de tevé disfrute de 75 minutos para profundizar sobre un tema. Pero el estandarizado formato de entrevistas a cámara alternado con fragmentos ilustrativos le juega en contra, achatando los logros del trabajo de investigación y seguimiento. Quedan en la memoria las historias de vida, la improbabilidad de una profesionalización del fútbol femenino en el futuro inmediato, el deseo de Mónica Santino de crear el primer club exclusivamente femenino, la alegría de un viaje al extranjero para competir en un torneo de fútbol “social”. Y, por cierto, la estupidez al desnudo de algunos prejuicios, como la canonización de la jugadora de fútbol como marimacho, en palabras textuales de uno de los entrevistados. Aunque, al respecto, cabría preguntarles a los realizadores si decidieron omitir la condición de lesbiana de Santino porque no tenía ninguna relevancia en el contexto del film o bien por miedo a contribuir indirectamente con la continuidad de ese estereotipo.
Sobre el fútbol femenino con mirada inteligente Con el mismo título de este documental, se conoció tiempo atrás una antología de cuentos y recuerdos de 23 escritoras amantes del fútbol, varias de ellas desde niñas ("Mujeres con pelotas", Ed. del Dragón, Bs.As, 2010). Aquí, lo primero que vemos es una nenita con el biberón en una mano y la redonda a sus pies, avanzando a pataditas por algún parque público. Lo lleva en sus genes, pero la madre toma sus recaudos. No sea que se entusiasme demasiado y le salga medio machona. Sobre ése y otros prejuicios habla esta película, que ofrece además un primer panorama sobre el fútbol femenino en nuestro país. Ya varios clubes tienen su equipo y se hacen campeonatos. Hay un departamento en la AFA, un buen espacio en el campo de deportes de Ciudad Universitaria, donde concurren casi 200 criaturas de 8 años para arriba, y hay también varias escuelas privadas, pero falta organizar mejor los semilleros, las infantiles y sub-20, interesar al público y la TV, convencer a las comisiones directivas, etcétera. Los "machistas" reacios deben saber que hay cosas todavía peores: en otros países ya están teniendo peso las árbitros, y en Francia hay una DT al frente de un equipo de hombres (la portuguesa Helena Costa, en el Clermont Foot, de la B). Esto es lo que se viene, y Joseph Blatter lo propicia. El documental se centra en las chicas de la cancha Güemes de Villa 31, Retiro, un sector de tierra seca rodeado de murales religiosos, donde juegan diversos grupos entre los cuales el auto de la policía pasa despacito, como para mirar un poco el partido. Se muestra el trabajo de la entrenadora Mónica Santino, el desarrollo de un espíritu de equipo, un picadito contra un equipo visitante de rubias noruegas (escena bastante desperdiciada por darle espacio a una lugareña xenófoba), hasta la conformación de un seleccionado entre las de 31 y las de Villa Martelli que participaron en el Homeless World Cup 2010, lo que permite ver de paso unas lindas escenas en las playas de Rio de Janeiro. Todo esto se alterna con comentarios de Bettina Stagnares, DT de las mujeres de Estudiantes de La Plata, periodistas (Poggi, Morales, muy ecuánimes, Recondo, asimilando el de las mujeres al fútbol "de hace 70 años", justo el de La Máquina), Juan Bava, director del Instituto de Arbitros, otro réferi y una estudiante, Salvador Stumbo, director de Fútbol Femenino de la AFA, jugadoras de clubes (Huracán ya tiene su colombiana) y directoras de escuelas. Una de éstas se llama La descosemos. Pensar que antes las mujeres iban a la escuela a aprender a coser. Detalle curioso: un material de archivo busca la polémica contra un programa de Gerardo Sofovich, pero una chica que mostró allí sus habilidades haciendo jueguitos lo recuerda agradecida. Autores, Ginger Gentile y Gabriel Balanovsky, cabezas de San Telmo Productions, pequeña empresa que brinda servicios de producción al National Geographic, History Channel y similares. Música, Ramiro Gutiérrez, más un tema de Kumbia Queers que embarra un poco la cancha.
Porque tenemo’ aguante… Presentada en la Sección Sportivo del 16 BAFICI, Mujeres con Pelotas expone las problemáticas que presenta el fútbol femenino en nuestro país, pero lo interesante es que sus protagonistas -las “Aliadas de la 31”- jamás son puestas en el lugar de víctimas sino que los directores se proponen registrar y denunciar a través de testimonios -de jugadoras, periodistas deportivos, entrenadoras, relatores y árbitros- la marginalidad de la disciplina femenina, que algunos hombres del ambiente definen como “fútbol torpe”, una versión infantil del fútbol masculino y hasta “fútbol de hace 70 años”. Pero realmente son los argumentos masculinos sobre esta cuestión de género los que atrasan siglos, porque la única diferencia entre un juego y otro radica en el período de preparación para realizarlo. Mientras los hombres comienzan a entrenarse a más temprana edad (siete u ocho años), a las mujeres les llega la posibilidad una vez alcanzada la adolescencia. Las “mujeres con pelotas” del título luchan contra todas las adversidades: su posición social, la discriminación, la alternancia de tareas domesticas con los entrenamientos, los prejuicios de sus padres al ver a sus hijas jugar a lo que ellos mismos tildan disciplina de “machonas”, para ganarse un lugar en un mundo machista. Pero lo llamativo de la película radica en su aproximación al machismo no como algo exclusivamente de hombres sino ligado al prejuicio generalizado, es decir, el machismo visto como una cuestión cultural y dentro de ella, la obligación de la mujer por tener que demostrar que sabe de futbol para luego ser respetada. Los directores plantean todo tipo de cuestionamientos y posturas que toma la sociedad ante las mujeres que corren tras la pelota. Sobre su orientación sexual, su comportamiento, su cuerpo y el rol social que deben ocupar. Pero ellas no se sienten menos femeninas por jugar al fútbol a pesar de la mirada burlona y libidinosa de algunos hombres que mientras ellas corren en la cancha, comentan “qué buenos culos”.
Chicas que despliegan su pasión deportiva El documental dirigido por Ginger Gentile y Gabriel Balanovsky se estructura a partir de una puesta donde las entrevistas a las jugadoras se le contraponen los testimonios de los profesionales del fútbol, como los periodistas deportivos (desde el notable machismo de Gastón Recondo al progresismo de Víctor Hugo Morales), las entrenadoras que luchan y empujan por lo que creen, y la voz institucional de la AFA que escapa hacia delante con un discurso a futuro que no se compromete. Todo esto da como resultado un interesante contrapunto donde la cuestión de género necesariamente se complementa con los prejuicios de clase, a los que se suman el cuerpo como campo de batalla donde se perpetua el poder (los hombres pueden desde siempre) y se clausura ante el "otro" (las mujeres nunca pudieron, pero ahora sí y cada vez más). Lo cierto es que, más allá de los análisis y los discursos de opresión que se encarga de remarcar Mujeres con pelotas, hay un espacio inteligentemente dosificado donde las chicas, con luchas de baja intensidad en sus hogares para que las dejen jugar, para que les cuiden un hijo y para poder desplazarse a los pocos lugares donde se pueden juntar con sus pares, finalmente entran a la cancha y hacen lo suyo, despliegan su pasión por el deporte, se divierten, compiten, instantes de genuina emoción donde se confirma la estupidez y lo injusto de la desigualdad.
Ginger Gentile y Gabriel Balanovsky son los realizadores de este documental que parte de los sueños de un grupo de chicas de la villa 31 de poder tener su equipo de fútbol femenino y extiende el tema a las dificultades que encuentran las mujeres futbolistas,: discriminación, ninguneo, desprecio. Muy interesante.
Salir del contexto social asignado, desde antes del nacimiento, a pura pelea, sin bajar los brazos; es una frase hecha para un sinfín de películas de ficción y documentales que plantean el accionar de personas que realizan diversas actividades que les posibilitarán, o no, progresar del lugar en el que crecieron. Así, como el año pasado vimos Boxeo Constitución y Boxing Club, centradas en un grupo de boxeadores amateurs emergentes de barrios carenciado; ahora le llegó el turno a las mujeres y al futbol como deporte contexto. Los documentalistas Ginger Gentile y Gabriel Baranovsky centran el relato en la historia del equipo Aliados de la Villa 31, y de ahí expande su concepto informativamente. Aliados de la Villa 31 efectivamente es un equipo de futbol femenino, proveniente de ese barrio, cuyas integrantes, jugadoras y entrenadora, desean elevarse salir del amateurismo, con más de un sentido. Mujeres con pelotas podría ser declarado un documental feminista, pero sería una idea corta; su vuelo se expande hacia una realidad social, y hacia una realidad cultural. No son cualquier mujer, no es cualquier barrio, no es cualquier deporte. Son mujeres, que viven en un villa, que sufren el entorno machista, y que juegan el deporte masculino más popular del país; por todo eso, no son vistas con buenos ojos. Estamos frente a un trabajo casi periodístico, con testimonios y relatos entrecruzados, con opiniones diversas y variadas, y mucha información y datos arrojados al espectador. En pantalla aparecen las mujeres, y también aparecen varios testimonios del afuera cercano, como el de varios periodistas deportivos, que opinan de un lado y del otro; por ejemplo, aparece el periodista Gastón Recondo, del que ya se conocen respuestas al respecto. Se habla de la necesidad de jugar para escaparse de la realidad del lugar, del intentar salir o progresar. Se habla del futbol femenino como generalidad, de las trabas de la propia AFA, y del visto negativo general que tiene este deporte al que mucho se debe que la contraparte masculina sea tan popular. De duración corta, casi de mediometraje. De aspectos técnicos reservados, tradicionales, importan acá el peso de los testimonios y la mucha información vertida. Queda claro que a veces, un deporte, es mucho más que un juego.
El aguante femenino He aquí un título poco feliz. Lo que no es un dato menor. El título no es gracioso (mucho menos simpático). Como declaración de principios, es grosero y (para peor) machista. Y no es un dato menor porque la cinta dice lo contrario, es decir que la mujer tiene el mismo derecho que el hombre a jugar al fútbol. A este fin, con todas las costuras a la vista de un trabajo de tesis, Mujeres con pelotas muestra los distintos obstáculos que enfrentan las chicas dentro y fuera de la cancha, desde los prejuicios paternos y la indiferencia de los grandes popes hasta la burla de los chicos y sus congéneres. Lo interesante del trabajo es su honestidad: presenta la realidad del fútbol femenino tal cual es; su rol en la integración, su importancia en el interior del país y las villas de emergencia, con algunas imágenes verdaderamente interesantes. Al testimonio de chicas, entrenadoras y fomentadoras se suma un tribunal de luminarias deportivas entre las que se cuentan Juan Bava, Víctor Hugo Morales y Gastón Recondo (que, como era de esperar, juega el rol de policía malo).
Women with balls scores big time onscreen Everyone knows soccer is the Argentine sport by definition, despite the fact that polo really is the national sport. But when you think of soccer, you think of men, don’t you? However, something not many people know is that Argentine women’s soccer is actually on the rise, even if it doesn’t have the development and support men’s soccer has. For instance, there’s no professional league. But there are fervent amateur players who take it very seriously, to the point of defying a chauvinistic society that often places women in more traditional, household-related roles. Argentine documentary Mujeres con pelotas (Goals for Girls: A Story of Women With Balls), directed by Ginger Gentile and Gabriel Balanovsky, focuses on a group of girls from the Villa 31 — a popular slum located right next to one of the city’s most affluent areas in Retiro — that strives hard, time and again, to make their own team and satisfy their need to play soccer, just like men do on a regular basis. Yet in the case of women, the road is covered in obstacles left and right: the boys won’t let them use the field they claim it’s theirs, their families oppose their playing because they consider soccer is a men’s sport, they are called tomboys and so they are discriminated against, they have no resources to meet the most basic expenses — and so forth. However, despite the many hardships, the girls from Villa 31 will struggle until the very end to fulfill a much-cherished dream: to take part in the Homeless World Cup in Brazil. The filmmakers intertwine many diverse testimonies from players, coaches, next of kin and friends, and this way a precise, multifaceted panorama of the universe of women’s soccer is drawn. Interviewees talk candidly and share their enthusiasm — or their rejection — and firmly defend their points of view. Nobody here stays in a middle ground. It seems you either strongly embrace or totally despise the idea of women playing soccer, which makes the film all the more attractive. Plus the amount of information and background exposed is also of much help to understand the many sides of the affair. After watching Mujeres con pelotas, which in Spanish translates literally as “women with balls,” you’ll realize that women do certainly have the balls to struggle for something that rightfully belongs to them. As a downside, and in tune with many recent local documentaries, Mujeres con pelotas renders a panorama, but doesn’t probe deep into any particular story. Not that it must, but bear in mind that these players have more than interesting personalities and idiosyncrasies, so going for a more detailed picture would have resulted in a more complex feature in dramatic terms. It would have been great to get to know the story of two or three girls from their childhood to today, and while there are some examples, the truth is that they are barely sketched. Since women are the protagonists, then allow them to be shown with their many nuances. Leaving that aside, Mujeres con pelotas is a skillfully shot documentary that scores big time when it comes to addressing a largely ignored theme that could use much more exposure.
Deportistas contra los prejuicios Un grupo de chicas de la Villa 31 lucha por formar su propio equipo de fútbol. Con perseverancia y valentía ellas recorren un camino lleno de obstáculos que, finalmente, les permitirá cumplir el sueño impensado de participar en el Mundial de los Sin Techo, en Brasil. Con este punto de partida, los directores Ginger Gentile y Gabriel Balanovsky revelan el mundo del fútbol femenino en la Argentina, en el que quedan al descubierto desde el prejuicio de las propias familias hasta la total falta de apoyo de los dirigentes locales, a contramano de su desarrollo en todo el mundo. Con una cámara atenta a reflejar las figuras y las palabras de quienes, anónimamente, han hecho de este deporte su emoción cotidiana, los realizadores se centran en Mónica Santino, una de las pioneras locales del fútbol femenino y señalan también las palabras de esas otras mujeres que decidieron ingresar a diversos equipos barriales. En canchas y en grandes estadios, estas mujeres poseen el convencimiento de que podrán transformarse en hábiles futbolistas. Todo en este film es tan sencillo como grato, al recorrer la trayectoria de esas jugadoras que son un ejemplo inspirador para las nuevas generaciones. Suman puntos un música de alegres tonos y una fotografía que no deja escapar detalle a los partidos que transitan por la pantalla.
Es irónico. Sólo sabiendo que es Argentina, pero sin tener la menor idea del contenido, uno escucha “Mujeres con pelotas” como título y pensaría que es una de Porcel y Olmedo, o un espectáculo de teatro de revista porteña, sabiendo además el lugar que ocupa la mujer en esas producciones. Tan cerca, pero tan lejos de eso. Testimonios de hombres públicos comos Gastón Recondo o Víctor Hugo Morales, la palabra de jugadoras de fútbol femenino, amateur o profesional, y opiniones de hinchas de fútbol (hombres), sobre estos tres pilares enunciados en los títulos, es que se desarrollará “Mujeres con pelotas”. Gabriel Balanovsky y Ginger Gentile siguen a un grupo de mujeres que, tanto en off como frente a cámara, van relatando su experiencia como fanáticas jugadoras del deporte más popular de nuestro país, y del mundo. Estos relatos son, para el texto cinematográfico, el intento de derribar los prejuicios, los mitos, y de paso denunciar el asqueroso machismo que deben soportar cuando tratan de jugar un partido en un campito metido en medio de la villa 31. La intolerancia, el ninguneo con cierta saña e incluso la discriminación, quedan plasmadas en imágenes como si estas fuesen la banda visual de las voces denunciantes, como muestra la escena en la cual las mujeres juegan en el campito mientras hombres de todas las edades pasan por el medio caminando o en bicicleta. El documental se va metiendo un poco más en la intimidad de las mujeres que practican éste deporte y se lo toman tan en serio como los hombres. Así conocemos algunas jugadoras de Estudiantes de la Plata, Boca Juniors, Aliadas de la 31, y otros equipos. Las realidades no son muy distintas de la que viven los jugadores de Fenix, Flandria o cualquier otro equipo de la D o del Argentino A. Gente que trabaja para luego ir a entrenar, o terminar un partido para ir a cuidar a los hijos… Aun así es increíble como una realización que no sale de lo convencional en su estructura, logra dibujar una realidad escondida detrás de toda la parafernalia del fútbol masculino: la nuestra es una sociedad predominantemente machista y acaso discriminadora. “Andá a lavar los platos” es la frase que las jugadoras escuchan cada vez que alguno pasa cerca. Por momentos “Mujeres con pelotas” logra incomodar, con lo cual el claro objetivo se cumple pese al convencionalismo de la construcción de la obra. Sería inútil preguntarse si el hecho de que las entrevistadas estén a la derecha, a la izquierda, o en el centro de la imagen obedece a una decisión estética “para que se vea la cancha de fondo”, o a querer contar algo con esos encuadres. Tal vez los directores no se plantean contar con las imágenes porque el tema requiere otro tipo de urgencias para declarar sus principios. Lejos del paladar preciosista de algunos especialistas, la producción apunta, a través del fútbol, a marcar claramente algunos defectos de nuestra sociedad. Si es por eso, el objetivo central se cumple.
Publicada en la edición impresa.
Un documental dedicado al fútbol femenino, primer largometraje realizado por Ginger Gentile (Nueva York, 1980) y Gabriel Balanovsky (Buenos Aires, 1969) que devela un mundo muy poco conocido que aún continúa ligado a lo marginal por su asociación con roles sociales sobre lo que puede y lo que no puede hacer una mujer. El documental se estructura alrededor de dos tipos de testimonios. Por un lado, el de las mujeres protagonistas, fundamentalmente las entrenadoras Mónica Santino (DT de Las Aliadas de la 31) y Bettina Stagnares (DT del equipo de fútbol femenino de Estudiantes de La Plata). junto a jugadoras cuyas edades rondan los 15 a 18 años, familiares e integrantes de asociaciones deportivas que buscan ampliar este campo para la práctica de mujeres. Por el otro, hay testimonios de periodistas, hinchas de fútbol y dirigentes de AFA , quienes dan su opinión sobre este campo particular. Así, comentan sus ideas personajes tan disímiles como Gastón Recondo (cuyos comentarios machistas son totalmente coherentes con los comentarios homófobos que ha sabido declarar sin rubor ante otros temas), Víctor Hugo Morales, que tiene una mirada abierta e inclusiva y el director del área de fútbol femenino de la AFA, Salvador Stumbo, que porta una camiseta totalmente institucional. Entre todo este mix de opiniones, la película sostiene un interesante tono crítico que expone una maraña de deseos, prejuicios, microfísicas y redes de segregación más o menos indirecta, con el juego de intereses más o menos previsibles, pero no por eso menos centrales en el tema de igualdad de derechos y oportunidades, instalando cuestiones vigentes sobre la discriminación de la mujer en nuestras comunidades que se hace necesario debatir. Un componente muy interesante que logra el documental lo aporta desde la imagen. Una sucesión de escenas de las chicas jugando, afirma la visibilidad de esta práctica, la contundencia del hacer deportivo, los contrastes con los prácticas masculinas profesionalizadas y sobre todo, el tesón y el deseo de jugar. Mujeres con pelotas, felizmente, tiene fecha de estreno en el espacio INCAA Gaumont el 8 de mayo de 2014. Sus directorxs están planeando traer a las protagonistas al estreno, y para financiar la movida de estas jugadoras, en su mayoría de pocos recursos, piden colaboración. Para contactarlas y obtener más información de esta práctica deportiva en general, recomendamos: https://www.facebook.com/MujeresConPelotas
Doble trabajo La sal de la tierra de Herbert Biberman, una verdadera rareza en la historia del cine norteamericano, descubría en 1954 la huelga organizada por mineros de origen mexicano a la compañía estadounidense Delaware Zinc. El panorama parece ser, en un principio, el de un reclamo típico por condiciones desfavorables de trabajo. Inesperadamente las esposas de los mineros se resisten a quedarse en la casa sin tomar parte de la protesta. Inician un piquete paralelo con sus propios reclamos, algo como una huelga dentro de otra sin apoyo ni consentimiento de sus maridos. Sesenta años después la situación no dista mucho del documental de Ginger Gentile y Daniel Balanovsky sobre las chicas que, así sea profesional o recreativamente, intentan jugar fútbol. Una buena parte de Mujeres con pelotas se basa en la invisibilización que sufren a la hora de intentar ocupar la cancha. Como las esposas de los mineros, las mujeres que acceden al deporte a través de planes sociales deben sortear esta doble discriminación; la de una invariable exclusión de la sociedad y la de los propios hombres de su entorno, que no advierten sus presencias ni respetan su derecho al juego. Si una película con las mismas características se basara en el entrenamiento de varones se centraría en esta misma emergencia social pero sobre todo en las proezas, destrezas y habilidades del más hermoso de los deportes. De más está decir que la tarea de las chicas va más allá de jugar a la pelota. Se trata de vencer ese cúmulo de prejuicios e impedimentos reales que hacen que les sea difícil de desarrollar la actividad que les ha sido negada por años, incluso en un país con una extraordinaria tradición futbolística. Mujeres con pelotas está hecha con los materiales del fútbol femenino; con pasión, habilidad y escasos recursos. Su mayor fuerza expresiva radica en los testimonios de las jugadoras, en las canciones de Ramiro Gutiérrez y Kumbia Queers que estallan en los momentos felices y en la inconfundible lucidez de Mónica Santino, entrenadora de “Las Aliadas” de la villa 31 y estrella hace diez años de Lesbianas de Buenos Aires de Santiago García. Cuando las protagonistas no aparecen en cámara se superponen testimonios de periodistas deportivos reconocidos por su labor en televisión. Aquí el montaje se evidencia a través de la contraposición de opiniones y el documental pierde fuerza, por lo maniqueo del procedimiento y porque los comentarios –más allá del aval de los periodistas– resultan bastante corrientes. (Hubiera sido interesante aprovechar más a Mónica Santino o convocar a un gran especialista en Filosofía del deporte como Claudio Tamburrini) Pero la mayor contradicción en la que incurre la película es la de incluir solo voces masculinas como aval, como si la actividad se confirmara a partir de ese reconocimiento.Sí resulta atractivo recabar los prejuicios positivos y negativos que evidencia este muestrario de opiniones. Algunos, más optimistas, aseguran que el futuro del fútbol es femenino. Otros se sorprenden de la habilidad y capacidad del juego de las chicas. Otros, en el más penoso de los casos, ni siquiera las ven.