“Puerto Almanza” de Maayan Feldman y Juan Pablo Lattanzi La vida en el fin del mundo. Producida por la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, se estrena el documental que cuenta la historia de los habitantes del pueblo más austral del mundo. Por Bruno Calabrese. Almanza es un pequeño asentamiento entre las montañas y el mar donde residen los pobladores más australes del mundo. Situado en la provincia Argentina de Tierra del Fuego, lo habitan unos pocos hombres quienes conviven con el frío, la naturaleza y la rusticidad del poblado. Allí vive el pescador Rolo con sus 4 hijos, los únicos niños del lugar. Rolo se niega a que sus hijos vayan a la escuela en otro sitio. Reclama tener una escuela propia en Almanza. Entre tanto Santiago, un ex adicto al juego, convive solitario con los fantasmas del pasado, mientras aguarda la llegada de un hijo al que nunca crió. Gracias a una hermosa fotografía del pueblo y la extraña personalidad de estos dos habitantes, el documental narra la vida de un grupo de personas alejadas de las urbes, inmersas en una realidad alejada a los beneficios del turismo, la industria o aquellos aspectos por el cual se reconoce a la Provincia. Se notan en los testimonios que son personas que han sufrido los avatares de vivir en sociedad. Tanto Rolo como Santiago pueden despertar polémica con algunas de sus declaraciones pero igualmente no se puede dejar de empatizar con con ellos. “Pueblo Almanza” retrata una realidad distinta, es poesía en sus imágenes e inocencia en los testimonios. Un atractivo documental sobre un lugar alejado del ruido, lleno de silencios y niebla. Con personajes ermitaños que eligen vivir sin ataduras, despojado de lo material pero que cargan con un pasado sufrido sobre sus espaldas. Puntaje: 70/100.
Con la dirección de Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldman descubrimos a este pequeño asentamiento ente las montañas y el mas, el más austral del mundo en una Tierra del Fuego en las antípodas de la postal turística. Alli un puñado de hombres nos cuentan su historia y su filosofía. Esta el poeta y ex adicto al juego que espera la llegada de un hijo que nunca crió, que estuvo preso. O el trabajador todo terreno que lucha con su esposa y sus cuatro hijos por una escuela en el lugar. O un pescador que aplica toda la experiencia de una vida arriba de los barcos para estar por su cuenta, ganarse la vida y visitar cada tanto a su familia. Una paisaje de encanto para una vida precaria. Hombres curtidos, con filosofía propia que se atreven a vivir prácticamente en el fin del mundo. Un documental que permite conocerlos, y hasta celebrar su victorias.
Almanza es un pequeño asentamiento ubicado entre las montañas y el mar donde residen los pobladores más australes del mundo. Uno de ellos se niega a que sus hijos, los únicos niños de la zona, vayan a una escuela de otro pueblo y reclama un digno espacio de estudio en su propia tierra, mientras que otro convive solitario mientras aguarda la llegada de un hijo al que nunca crio. Además de este par de personajes fueguinos, recorren este documental, dirigido con calidez y con una cámara atenta por Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldman, otros pobladores que narran sus cotidianas vivencias en ese remoto y casi desconocido lugar en el mundo.
Constante renacer Aún en los más recónditos y hostiles lugares se puede encontrar una nueva vida y la belleza subyacente. Puerto Almanza (2019), situado en la provincia de Tierra del Fuego, lo habitan unos pocos hombres quienes conviven con el frío, la naturaleza y la rusticidad del poblado. Allí vive el pescador Rolo con sus 4 hijos, los únicos niños del lugar. A Rolo se le dificulta que sus hijos vayan a la escuela en otro sitio y reclama tener una escuela propia en Almanza. Entre tanto Santiago, un ex adicto al juego, convive solitario con los fantasmas del pasado, mientras aguarda la llegada de un hijo al que nunca crió. Este lugar tan retirado, le ha permitido a Almanza mantener su inmaculada belleza natural por la que nos vemos atraídos de manera inmediata, capturada por medio de las hermosas tomas panorámicas y generales que nos muestran Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldman. A través de su cauteloso acercamiento a esta modesta vecindad poco a poco conoceremos a los protagonistas de esta realidad, su día a día, sus sueños, esperanzas y su apego a un sitio tan alejado de todo. No obstante, esta técnica de cámara discreta, atenta a solo escuchar y contemplar sin interferir, no añade más al propósito del documental. Aun si su objetivo era solo documentar y mostrar a los pobladores no quedó suficientemente claro, el valor de las vivencias de los protagonistas termina siendo casi tan desarraigado como la naturaleza de sus habitantes. Sí, conóceme, veme, pero mantengamos nuestra distancia. Por momentos pareciera que nunca va a responder las preguntas que plantea y tampoco queda claro si este era el propósito. "Puede despertar la curiosidad del espectador y cautivar su mirada, aunque más de uno sentirá incompleta la experiencia." Calificación: 6/10 FICHA TECNICA Género: documental Año: 2019 Duración: 75 minutos Equipo técnico Productora: UNIVERSIDAD NACIONAL DE TIERRA DEL FUEGO – Dirección de producción audiovisual Dirección: Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldman Producción Ejecutiva: Silvana Jaldin - Juan Pablo Lattanzi Guión e investigación: Maayan Feldman y Juan Pablo Lattanzi Dirección de Fotografía: Guido De Paula (ADF) Sonido: José Pera Montaje: Fabio Pallero y Lucas Makuc Cámara: Guido De Paula (ADF) y Kashik Maggio Diseño Gráfico: Federico Conforto Jefe de Producción: Ezequiel Méndez Coria Posproducción de sonido: Hernán Gerard Posproducción de imagen: Lidia Suarez Rode
Texto publicado en edición impresa.
Puerto Almanza se llama la localidad más austral de la Argentina, así como el documental que Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldman produjeron con la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. La presentación del largometraje promete mostrar «un costado desconocido» de esta provincia devenida en atracción turística y polo industrial. Algunos espectadores encontramos algo más interesante todavía: una invitación a (re)formular el significado de Libertad. De los setenta habitantes permanentes de este asentamiento, Lattanzi y Feldman se concentran en dos varones cincuentones: Rolo, pescador que vive con sus cuatro hijos, los únicos niños del lugar, y Santiago, ex convicto, ex adicto al juego, a la espera permanente de la visita de un hijo veinteañero que no crió. El otro gran protagonista de la película es el paisaje, incluidos –por mención o aparición– algunos animales. La fotografía de Guido De Paula captura la gama de grises y azules que varían según se impone la nieve, la montaña o el mar. A partir de estas imágenes, los realizadores ilustran la relación de sus entrevistados con la naturaleza, aspecto fundamental de la Libertad sugerida (la comunión con el medio ambiente en tanto requisito para «ser en el mundo» en palabras de Martin Heidegger). Las reflexiones sobre el trabajo, el dinero, la paternidad, los otros enriquecen la arista filosófica del documental. Lattanzi y Feldman también exploran una veta sociológica mediante la atención que les prestan a las dificultades de Rolo a la hora de garantizar la escolaridad de sus hijos, y a los recuerdos de Santiago sobre el tiempo que pasó en la cárcel. Uno y otro testimonio aluden a un Estado más preocupado por sancionar al ciudadano que por arbitrar los medios necesarios para asegurar el cumplimiento de sus derechos. En este marco aparecen dos entrevistados secundarios: una maestra todo terreno y otro pescador. El reclamo de una escuela que reemplace aquélla improvisada «en Recursos Naturales» constituye el núcleo de un micro-relato con escenas conmovedoras como el partidito de fútbol entre la docente y sus alumnos, y el cierre del año lectivo previo a la inauguración del establecimiento educativo rural, bautizado «44 Héroes del Submarino ARA San Juan«. Puerto Almanza, se nota, está hecho con mucho amor. Después de ver el documental, algunos espectadores sentimos ese afecto profundo, no sólo por el asentamiento fueguino homónimo, sino por los espíritus libres y corajudos que se animaron a poblarlo con la intención de convertirlo en «reino» como dice Rolo, o en refugio según sugiere la poesía de Santiago
Sería una simplificación decir que Puerto Almanza (2019) es un documental sobre el último pueblo ubicado en el extremo sur del territorio argentino y las personas que eligieron ese lugar para vivir. La película de Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldmanreflexiona, entre muchas otras cosas, sobre la relación entre padres e hijos. Puerto Almanza es el último bastión humano antes de la Antártida. Santiago y Rolo se instalaron allí hace algunos años y no piensan irse. El primero vive de changas pero admite que no le gusta trabajar, el segundo se dedica a la pesca pese a la ausencia de una autoridad competente que reglamente la actividad y le permita vender ajustándose a la ley. Santiago se distanció de su hijo porque este se fue a Río Grande en busca de oportunidades que Almanza no brinda. “Tiene 22 años, es un pibe y le gusta salir” dice en varios pasajes de la película. Rolo, en cambio, cuida de sus cuatro hijos y lucha para que el Estado les brinde educación primaria sin la necesidad de trasladarse a la capital fueguina. Así, Recursos Naturales les presta un salón donde Juana, una maestra que debe viajar entre una hora y media y dos, les imparte clases. “El sol es una masa de fuego” dice la maestra cuando habla sobre el sistema solar y uno de los hijos de Rolo alcanza a decir que su papa es como el sol porque siempre está enojado. En lo que parecen pequeñas intervenciones accidentales, los realizadores se adentran en lo más interesante de la película: la relación entre padres e hijos. Si bien el escenario natural es preponderante y se erige como un personaje más, en Puerto Almanza lo que se destaca es cómo los padres deciden sobre su vida y esto repercute inmediatamente en su descendencia. Así como el hijo de Santiago se fue del pueblo porque no veía un futuro prometedor, Rolo asegura que sus hijos una vez que crezcan no querrán irse de ahí. En esa aseveración queda la sensación de que se trata de un anhelo propio y no de un deseo de sus hijos. De esta manera, la película de Lattanzi y Feldman posee un carácter universal que podemos encontrar en cualquier parte del mundo, por más austral que sea. Y lo que comienza como una historia sobre la vida en un lugar remoto, se torna familiar para el espectador que, sentado en una butaca a metros del Congreso, puede percibir que se habla de algo que trasciende las fronteras.
LA ÚLTIMA FRONTERA Viajar a tierras inhóspitas tiene ese encanto de encontrarse a uno mismo en lo desconocido. Películas como Into the wild de Sean Penn o La increíble vida de Walter Mitty de Ben Stiller avivan ese fuego de dar ese salto y arriesgarse, “que todo fluya”. Fuego que dura hasta la primera de cambio, cuando nos damos cuenta que ya no tenemos wifi para publicar nuestra aventura en redes sociales, vamos a reconocerlo. El sur argentino tiene ese atractivo, sobre todo por su extenso territorio y pocos habitantes (dos por kilómetro cuadrado). O como cuenta uno de los protagonistas del documental Puerto Almanza: “la mayoría de los que llegamos a Tierra del Fuego, llegamos por trabajo o huyendo de la ley”. Almanza es la región más austral del territorio argentino, una población de cien habitantes que en su mayoría se compone de personas dedicadas a la pesca y de viajeros a los que se les terminó el mapa. En el paisaje fueguino, sus directores, Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldman, recalcan las historias de los pobladores, sobre todo de dos: Rolo y Santiago. El primero es un padre de cuatro hijos que se instaló en el poblado, con una promesa de trabajo que nunca tuvo. Reclama para que Almanza tenga una escuela y nos relata su historia de mochilero, siendo joven. Por su parte, Santiago, el personaje más interesante, es un hombre que dejando atrás su adicción por el juego, se aleja de los casinos hasta el fin del mundo. En la cámara, encuentra un espejo con el que dialoga con sus errores: su poca relación con su padre, el abandono y reencuentro con su hijo, la vida en prisión, y su pasatiempo como escritor de zambas y poemas. Un poblado cuyas casas han sido construidas por el desecho de otras o aprovechando la madera del bosque, al igual que sus habitantes, construyendo sobre lo que han vivido y adaptándose al entorno. Una fotografía que no invade el lugar y entra en tono con el paisaje pasivo, territorio conocido por su director, Guido De Paula (La cárcel del fin del mundo). Aprovechando los distintos climas que atraviesa el lugar, siendo la cámara un turista respetuoso. Puerto Almanza es un documental que presenta algunas historias, que imaginamos mientras viajamos por la ruta de noche, y observamos aquellas luces en soledad. Pensando en las personas que habitan en la nada, y aquí, en uno de los lugares más recónditos del mundo. Desconozco si Rafaella Carrà tiene razón de que en el sur se encuentra un buen amor, elijo creerle. Pero dicho lugar, rodeado de un paisaje natural y alejado de la jungla del asfalto, es una invitación a un nuevo comienzo.
El pueblo más austral del mundo, sus inhóspitos paisajes y sus habitantes, son los protagonistas del documental Puerto Almanza, en el cual los directores nos hacen convivir con los aspectos más personales de habitar en donde nadie más habitaría. Santiago vive su vida tranquilo en Puerto Almanza, al sur de la provincia de Tierra del Fuego, último asentamiento humano antes de la Antártida. Recaló ahí huyendo de un pasado de adicción al juego y luego de haber pasado diez años en la cárcel. Rolo también vive allí, pero él no está huyendo de nada. Vivió su vida como un nómade, dejó hijos sin reconocer y pasó por muchos lugares, hasta que llegó a Puerto Almanza y se enamoró del lugar, asentándose por primera vez en su vida adulta. Allí se convirtió en laburante, concubino y padre y ahora vive una vida más tranquila. Puerto Almanza es un documental sobre un lugar que es la definición exacta del concepto de inhóspito. Es el pueblo más al sur del mundo, tiene pocos habitantes y la localidad gubernamental más cercana está a más de 70 kilómetros del lugar. Sus habitantes tienen que sostenerse con la pesca y autoabastecerse de los elementos necesarios para vivir, incluyendo la leña que es esencial para calefaccionar las casas en la zona. Aunque la premisa al principio parece ser la idiosincrasia del pueblo y sus costumbres, el documental enseguida se acerca a Santiago y Rolo y, sin mediar ninguna explicación, sus vidas pasan a ser el eje principal. La película nos construye desde ahí la historia de ellos dos y el paraje en sí tiene poca presencia, solamente atravesado por sus comentarios y anécdotas. La ausencia de personajes femeninos en el film es altamente llamativa, siendo la maestra la única a la que se le dedica algo de tiempo. La esposa de Rolo cocina casi siempre de espaldas y no emite palabra y más allá de los dos personajes principales y algunos amigos que vemos esporádicamente, no parece haber más gente en Almanza, mucho menos mujeres. Para aquellos que disfrutan del formato documental de entrevistas a personajes pintorescos, Puerto Almanza tiene justamente eso para ofrecer. Pero para aquellos interesados en saber más sobre este lugar o sobre cómo es vivir en el asentamiento más austral del mundo, poco y nada se termina sabiendo. La decisión desde la fotografía de no mostrar el esplendor de los paisajes de la zona se contrapone con esto en gran parte, ya que no podemos como espectadores empatizar con el enamoramiento que genera el lugar ni apreciar lo hosco de las condiciones de vida.
En la pequeña localidad austral de Almanza, vive un pescador, bajo sus propias reglas y aislado de todo contacto con el mundo exterior. Tiene 4 hijos: ellos son los únicos 4 niños del lugar. Todos los días una maestra les da clases en una pequeña sala. Su padre reclama tener una escuela. Mientras tanto, Santiago es un hombre que vive solitario junto al bosque, donde trata de purgar su oscuro pasado. Aguarda el regreso de su hijo e intenta responder preguntas acerca del vínculo con su padre. Este es el cuadro humano que nos presenta el documental dirigido por Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldman. El frío y la montaña visten los paisajes de esta calle cerrada que da hacia el mar. “Puerto Almanza” se interna en la cruda realidad de quienes habitan ese lugar del mapa, fronterizo y conectado directamente con Chile. Una estirpe de pescadores que nos recuerdan a los antiguos protagonistas del neorrealismo italiano, una realidad cruda y de férras tradiciones como en “La Tierra Tiembla”, de Luchino Visconti, sólo que aquí la docu-ficción y la explotación de trabajadores ha dado paso a los contrastes sociales y las dificultades de vivir en ese extremo sur patagónico. Una fotografía cálida narra las vivencias con una inmediatez que contrasta la fría atmosfera de este paisaje singularmente hipnótico y que también posee precariedades. Ubicado a 75 kms. de Usuhaia, el desafío para la dupla de directores resulta en poder hacer una película en un lugar rústico y asilado de todo tipo de contaminación exterior. Una mirada respetuosa por los personajes y las historias del pasado que aún habitan la región, nos vislumbran cargas de violencia atávicas. Sin embargo, su tono contemplativo espera la complicidad del espectador. Un retrato de una Tierra del Fuego diferente, alejada de las postales turísticas más habituales, nos invita tierras adentro, a descubrir su extraña belleza.