El punto de encuentro para los creativos . Crítica de “Rivera 2100” El cineasta Miguel Kohan recrea un descriptivo documental familiar bajo las estimulantes melodías de Lito Vitale El filme del director Miguel Kohan expone el universo artístico de los Vitale en un sentido homenaje a Rubens “Donvi” Vitale y a Esther Soto con testimonios que revelan su potencial como pareja y por separado en el desarrollo de instituciones culturales. La cinta se estrena este jueves por 22 a las 20 en Cine.ar TV. El argumento del documental “Rivera 2100” se centra en las figuras de Donvi Vitale y Esther Soto quienes se proponen desarrollar Músicos Independientes Asociados (MIA) un refugio musical y cultural en el hogar ubicado en Villa Adelina. Desde ahí nacen grandes talentos e innovaciones alternativas de la época y una forma de hacer proyectos artísticos de manera libre e independiente que se sostiene hasta la actualidad. El director Miguel Kohan desplegó un registro exploratorio en un estilo novelístico con el que se reconstruye la obra de la pareja Vitale y Soto. documental Archivos - Analía Sánchez | Comunicación & Prensa El realizador tras realizar “Salinas Grandes” con la música de Gustavo Santaolalla y su devoción por encontrar esos relatos a punto de ser olvidados. Kohan en “Rivera 2100” los recupera, cura, edita, cataloga y los reúne con: melodías, canto, testimonios, narraciones orales, videos de archivo, fotografías, documentos y comentarios radiales o audiovisuales. El guion de Miguel Kohan, Paula Romero Levit y Alicia Beltrami sirve por la riqueza en elementos reflexivos, filosóficos, históricos, anecdóticos y emotivos. Rivera 2100 - Analía Sánchez | Comunicación & Prensa En torno a los históricos se aprecia la creación de Músicos Independientes Asociados (MIA) una productora cultural autónoma del Estado y otros gestores privados. Ella le daba espacio a los artistas para que puedan generar sus discos en periodos de dictadura en los años 70. En una estructura distinta ya que le otorgaban más lugar a las mujeres en las bandas ya sea como instrumentistas o vocalistas. La sumatoria de coros, duetos o tríos en los que participaron sus hijos el pianista Lito Vitale y la cantante Liliana Vitale. Asimismo el plus de ser un centro cultural para intelectuales combatiendo la censura y la represión a los artistas. La colaboración con la revista Expreso Imaginario donde los artistas podían comunicar sus conciertos, estilos de vida, pensamientos y literatura. El intercambio entre MIA y el Expreso Imaginario difundió una serie de recitales con conferencias en el Teatro Santa María. Lo que resultó en más ofertas para la cooperativa y su sistema de ficheros donde los artistas podían ser llamados o contactados vía correo por sus fans. Donde Donvi y Esther eran socios, ella en la parte organizativa y él como docente de música, publicista, vendedor e inventor de “El goyete” un mueble de piano desarmable. Rivera 2100 - Analía Sánchez | Comunicación & Prensa “Soy por naturaleza un pedagogo de la música y en general de los oficios mecánicos y no tan mecánicos. Fui delegado gremial de fábricas textiles Alpargatas, Produtex, Fila y dirigente de la Asociación Obrera Textil entre los años 1952 y 1960 y sigo creyendo en la necesidad del sindicalismo. Creo en El capital como el gran libro en el que siempre hay que volver. Lejos de acabar en los escombros del Muro del Berlín, Marx está emergiendo en todo su sentido”, comenta Donvi sobre las revoluciones sociales y el capitalismo imperante. Rivera 2100 - Analía Sánchez | Comunicación & Prensa Como prólogo fílmico se escuchó al artista Luis Alberto Spinetta quien opina sobre MIA como un lugar de un “Calor impresionante, condiciones musicales alarmantes y espacio de música nueva”. El Indio Solari como epílogo quien le agradeció a la cooperativa por darle el espacio y prestarles su sello para la génesis de Los Redonditos de Ricota y sus valores autogestivos. Rivera 2100 - Analía Sánchez | Comunicación & Prensa
En lo que va del año se estrenaron unos cuantos documentales que abordan figuras de la contracultura o la cultura alternativa local. Es el caso de Bernarda es la Patria con el actor y transformista Willy Lemos, Retrato de la canción infinita con el músico Daniel Melero o Satori Sur con el periodista y escritor Miguel Grinberg (quien también hace una breve aparición en el film que hoy nos ocupa). A esta serie ahora se suma Rivera 2100 que toma la historia y el legado de M.I.A. (Músicos Independientes Asociados), más que un grupo musical una experiencia creativa notable por su originalidad y su vitalidad a pesar de (o quizás por) el contexto en que se desarrolló durante los años de la última dictadura cívico militar. Por lo general se asocia a MIA con el Rock Progresivo, lo cual no es incorrecto aunque su actitud inquieta y ecléctica llevó a sus múltiples integrantes a experimentar con varios géneros de la música popular. Fundada en la casa del matrimonio Rubens “Donvi” Vitale y Esther Soto, con un núcleo integrado por sus hijos Lito y Liliana Vitale (hoy figuras reconocidas del ámbito musical argentino), mantuvo una formación abierta que la convirtió no tanto en una banda de rock en el sentido convencional sino en un colectivo por el que pasaron cerca de 50 músicos, que además se asociaron en una cooperativa que eleva ese número a cerca de 60 integrantes sumando técnicos o artistas gráficos, con Donvi y Esther a cargo de la parte organizativa y de algún modo ideológica. En ese aspecto son varias las ideas originales para la época que M.I.A. llevó a la práctica: la idea de declararse independientes mucho antes que esto se transformara en una etiqueta, de autogestionarse o de rechazar los medios masivos, algo que retomarían algunos de sus colaboradores y herederos ideológicos como Los Redonditos de Ricota, con quienes Lito también colaboraría. Y en particular iniciativas novedosas en ese momento como elaborar un fichero con los datos de contacto de su público para mandarles información y también hacer preventas que ayudaran a financiar los discos desde su realización, algo así como versiones analógicas del Newsletter y el Crowdfunding. Miguel Kohan (aquí la entrevista) ya había realizado una operación similar de rescate en El Francesito (2016) con la figura de Enrique Pichon Riviere, donde tomó algunas decisiones en función de las características de su objeto. Aquí también tiene una serie de ideas que quiere plantear no solo conceptualmente sino que estas formen parte de la puesta en escena. Ya desde el título, la vieja dirección de Los Vitale y en donde se formó M.I.A., Kohan da cuenta de su intención de darle a la casa un lugar protagónico. Esa decisión implica que todo transcurre en el interior de la casa, aunque ya no en la original de Villa Ballester (donde ahora funciona una imprenta) sino en la de San Telmo donde Esther y Donvi se mudaron en 1985. Como si la nueva casa sustituyera o de algún modo interpretara a la original para el film. Allí transcurre no sólo la investigación de Lito y Liliana sobre el extenso archivo de sus padres, sino también que todos los entrevistados vienen y dan sus testimonios allí y reaccionan a piezas de ese archivo que los interpelan. También por el hecho de que algunas fotos y el archivo audiovisual (algunas filmaciones de los integrantes de la banda y viejas entrevistas a Donvi y Esther) se proyectan en las paredes y vemos como las observan y reaccionan a ella Lito, Liliana y sus invitados junto al espectador marcando una complicidad con el mismo mientras la textura del archivo se funde con la de la superficie de la pared y sus molduras Está idea de los hermanos Vitale a la vez como anfitriones del film y del lugar, recibiendo a sus amigos, parientes y compañeros viene también a cuanto de la idea de comunidad que estuvo siempre presente en M.I.A. y que incluía a músicos, técnicos, artistas, organizadores y también a periodistas como los del Expreso Imaginario con quienes coordinaron actividades (y donde el realizador Kohan era fotógrafo), así como otros músicos importantes de la escena rockera entre los que se destacan los testimonios de Luis Alberto Spinetta y el Indio Solari. El primero en una grabación de audio de un recital compartido en 1978 y el segundo desde un video actual, que funcionan uno como introducción y el otro como epílogo o como coda. Una comunidad que también incluía a su público, como lo prueba la idea de los ficheros, que pudiera compartir intereses relacionados al arte, la creatividad y modos de vida relacionados a la naturaleza, la no violencia y las filosofías orientales, todo ello en medio de un ambiente político y social extremadamente hostil. Esto lleva a otra idea que es la de refugio, un lugar que sirve no solo de cuartel de operaciones, sino también como lugar de referencia y seguridad. El grupo M.I.A. además de plataforma para la expresión artística de sus miembros, cumplía un rol semejante de aglutinar y ofrecer un lazo solidario, como alternativa al agobio de la dictadura de la que fue casi contemporánea en el tiempo. La agrupación se formó en 1975 y se disolvió en 1982 ya en la decadencia del régimen, como si ya cerca de ese final sus integrantes pudieran buscar nuevos horizontes creativos aunque conservando un vínculo fortalecido por ese pasaje en tiempos difíciles. La idea de familia es otra línea presente que se expresa en los hermanos Vitale recordando el legado de sus padres y a su propia obra y a la vez incluyendo un traspaso generacional. Por eso es Fidel, el hijo de Liliana, el que observa y lee algunos de los archivos familiares. El vínculo nunca disuelto entre sus miembros y esa idea de comunidad es la que termina confluyendo en una escena fundamental donde la nueva casa es el escenario del encuentro entre todos los participantes, más hijos, nietos, periodistas y amigos. Un evento que tiene el carácter de histórico ya que reúne a casi todos los miembros vivos que pasaron por la agrupación. Un reencuentro de esa comunidad que da cuenta de la vigencia que sigue teniendo una experiencia como aquella casi cuarenta años después. RIVERA 2100 Rivera 2100. Argentina, 2020. Dirección: Miguel Luis Kohan. Elenco: Lito Vitale. Liliana Vitale. Esther Soto. Donvi Vitale. Guión: Miguel Luis Kohan, Paula Romero Levit, Alicia Beltrami. Fotografía: Federico Bracken. Montaje: César Custodio, Camila Menéndez. Música: Lito Vitale, Daniel Curto, Juan del Barrio, Alberto Muñoz, Juan Belvis. Producción Musical: Lito Vitale. Dirección de Sonido: Nicolas Giusti. Producción: Marcelo Schapces, Mariana Erijimovich. 68 minutos.
“Imaginarianos” La música, la familia y el hogar. El documental del director argentino trata la vida y la trayectoria artística de la familia Vitale. Rivera 2100 (2020) es un documental argentino dirigido por Miguel Kohan. Fue seleccionado para el BAFICI 2020 y se estrenará el jueves 22 de octubre a las 22 hs por Cine.Ar; también estará disponible en Cine.Ar Play desde el sábado durante siete días. Año 1976, Rubens (alias “Donvi”) y Esther Vitale viven juntos y crean una productora musical en Villa Adelina durante la última dictadura militar. La productora, llamada MIA (Músicos Independientes Asociados), era y es un oasis musical que acobija jóvenes interesados por aprender y expresarse en el contexto de represión. Los años pasaron, sus hijos Lito Vitale y Liliana Vitale son los herederos de la escuela y reconstruyen los orígenes de este espacio mediante archivos, proyecciones, fotografías y conversaciones con amigos, familiares y compañeros: Fidel Vitale, Mex Urtizberea, Salvador Gargiulo y Miguel Grinberg, entre otros. La banda de sonido del film es muy buena, debido a la calidad de las grabaciones y las canciones seleccionadas. La estética está muy bien lograda, a causa de la calidad de las imágenes; el trabajo de la fotografía con pocas fuentes lumínicas es notable. Los recursos destacados son travelling lateral, panorámica, archivos fílmicos, plano entero, plano detalle, plano medio y angulación en contrapicado. En este sentido, la relación de aspecto (1.85:1) juega un rol fundamental para exponer la mímica de los rostros, los pensamientos y la relación de los cuerpos con el interior del espacio. El argumento del film se desarrolla con idas y vueltas en el tiempo, pues se montan recuerdos, entrevistas e imágenes. Por momentos, el montaje resulta reiterativo y no genera expectativas sobre lo que vendrá; los intertítulos no tienen buena calidad y no son claros. La locación es la casa ubicada en Rivera 2100 y se trabaja con suma maestría desde todos sus rincones. "En conclusión, la obra de Kohan y Vitale vuelve sobre el pasado familiar, los recuerdos y los testimonios. Un homenaje a la obra de Esther y Donvi Vitale."
Un emotivo legado musical Rivera 2100 de Miguel Kohan. Crítica. Bruno Calabrese Hace 2 mins 0 0 Este jueves en Cine Ar TV y a partir del viernes en la plataforma streaming CineAr Play, se estrena el emotivo documental que rinde homenaje a «Donvi» Vitale y a Esther Soto. Por Bruno Calabrese, Aplausos, gritos, una ovación y la presentación de Rodolfo García y Luis Alberto Spinetta, baterista y voz/guitarra de Almedra, la legendaria banda argentina. El inolvidable flaco toma el micrófono y resalta la importancia de MIA (Músicos Independientes Asociados) para la música argentina, la agrupación nació en 1975 como una cooperativa independiente para impulsar la aparición de nuevos músicos. El proyecto surgió de un trío formado por Alberto Muñoz, Liliana Vitale y Lito Vitale, un joven pianista de 12 años.presentación de una banda. Simple pero contundente carta de presentación a poco de iniciar el film. Pero el documental no habla específicamente de la banda, gira alrededor de Donvi Vitale y Esther Soto (padres de Liliana y Lito), quienes en 1976 deciden crear un oasis musical y cultural en la casa (que al mismo tiempo es estudio de grabación) de la calle Rivera 2100 de Villa Adelina. De allí emergerá buena parte de la cultura alternativa de la época y un modo de gestionar la creación artística en absoluta libertad e independencia que perdura hasta nuestros días. Donvi tenía una trayectoria propia en el mundo de la música. Su talento como pedagogo y el riquísimo ambiente musical que se respiraba en el hogar que formó con Esther Soto -su mujer de toda la vida- en Villa Adelina, forjaron la carrera de su famoso hijo pianista y de Liliana, su hija cantora. Miguel Kohan retrata a través de imágenes diapositivas, la cuales son comentadas por les hermanes, testigos privilegiados de todos los registros fotográficos. La vocación de Donvi fue la de enseñar y transmitir todos los conocimientos que había aprendido desde tan chico. Fue profesor y guía de infinidad de músicos jóvenes, entre quienes se cuentan sus hijos, Andrés Calamaro y Mex Urtizberea. Este último será uno de las apariciones estelares del documental, sorprendido al encontrarse con el enorme archivo de carpetas con recortes de revistas de entrevistas de sus alumnos, guardados como valiosos tesoros de su legado en cada uno de sus aprendices. Donvi Vitale falleció en 2012, con 83 años de edad, mientras que Esther seis años después en 2018. Los registros de ella hablado de la ausencia de él tienen una carga emotiva que cobra relevancia con el paso de los años. Su rostro se ve reflejado en una pared a través de un proyector, ahora no solo los hijos son testigos de sus palabras, quienes compartieron MIA con ellos en algún momentos se sumaron y oyen la frase más emotiva de Esther: «Cuando uno se acostumbra a vivir en plural, es muy difícil vivir en singular». Lo que marca que la ausencia de Donvi cuesta para quien fue su compañera de vida desde 1955. No solo es un profundo homenaje a un destacado artista e innovador en el campo de la pedagogía musical, Rivera 2100 es un ejercicio de la memoria emotiva y una especie de árbol genealógico que irá ampliando sus ramas y sus flores a medida que avance el relato. Un legado histórico que empieza con los hijos, Liliana y Lito, y termina con un sinfín de músicos que se juntarán para rendir pleitesía a los grandiosos «Donvi» Vitale y a Esther Soto. Puntaje: 90/100.
Miguel Kohan recupera el universo creativo colectivo de la familia Vitale a partir de la mítica vivienda en donde explotó el arte como manera de resistencia e independencia en tiempos de utopías, sueños, pero también de censura y dictadura. Acompañando a Lito y Liliana Vitale, el director repasa la experiencia de MIA (Músicos Independientes Asociados), la bohemia,el boom artístico de ese momento y mucho más.
Miguel Kohan dirige este documental que llega a las pantallas de Cine.Ar TV y Cine.Ar Play sobre "Donvi" Vitale y Esther Soto, creadores de MIA (Músicos Independientes Asociados) en 1976. En 1976, Rubens “Donvi” Vitale y Esther Soto deciden crear un oasis musical y cultural en Villa Adelina. De allí emerge buena parte de la cultura alternativa de la época y un modo de gestionar la creación artística en absoluta libertad e independencia. Rivera 2100 empieza con la voz de Luis Alberto Spinetta hablando sobre MIA, sobre este cálido espacio de música nueva. “Es interesante la labor desinteresada que están haciendo para la música nueva y bien inspirada en nuestro medio”. La idea que en principio puede parecer idílica, en especial en una época como en la que sucede, sobre cambiar el mundo, fundar uno propio dejando un legado de acción cultural que trascienda la saga familiar y permanezca vigente. Y sin embargo es algo que se ha cumplido. Lito y Liliana Vitale son los hijos que hoy mantienen vivo ese legado y quienes llevan adelante este documental. Como no podía ser de otra manera, también la música, interpretada por Lito, juega un papel primordial. El documental está compuesto, a modo de collage, a través de algunos testimonios, escenas de clases de canto, o revisando y descubriendo archivos de la familia, la imagen y voz de Esther (fallecida en el 2018) a través de una pantalla, la voz de “Donvi” reflexionando sobre las revoluciones sociales, o ex integrantes reunidos revisitando diapositivas de fotos antiguas en Rivera 2100 en Villa Adelina; a esto se le suma el epílogo con el agradecimiento del Indio Solari por lo que MIA hizo por los Redonditos de Ricota. La edición y el guion escrito entre Miguel Kohan, Paula Romero Levit y Alicia Beltrami permiten que la narración fluya y respire. Lo que no hace la película es poner carteles explicativos, recién al final aparecen los nombres de cada persona que aparece en pantalla y para ello apela a la familiaridad. Es un film hecho con cariño y respeto, intimista y conmovedor, en especial con Esther. El documental incluso dedica un momento a su faceta de autora y moviliza escucharla cuando habla de la muerte de su marido y explica que “es muy difícil volver a vivir en singular”. Rivera 2100 funciona como un tributo, como un homenaje, pero también como un retrato sobre la importancia del legado familiar y de la cultura como refugio.
UN AIRE DE FAMILIA Viejos videos y fotografías son proyectados sobre las paredes, hijos y nietos de Donvi Vitale y Esther Soto recorren álbumes de fotos, miran recortes periodísticos, observan el archivo cuidadosamente organizado que Donvi dejó en forma de valioso registro de una historia singular. En Rivera 2100 el director Miguel Kohan recorre la experiencia artística comandada por Vitale y Soto, quienes en medio de los violentos años 70’s montaron un estudio de grabación por el que pasaron varios de los jóvenes artistas que daban entidad y nacimiento a la cultura alternativa argentina. Y lo hace con un cariño increíble por esa historia y por esos personajes, con un aire de familia que vuelve la experiencia absolutamente cercana para el espectador. En aquella casa de Villa Adelina ubicada en la calle Rivera 2100 Donvi Vitale y Esther Soto darían vida a MIA (Músicos Independientes Asociados), una entidad que tenía como objetivo una forma de exhibición del arte argentino que andaba por los márgenes, pero fundamentalmente la autogestión. Los orígenes del rock nacional, la influencia de géneros de la región eran parte constitutiva de este proyecto que albergó a artistas como “Nono” Belvis, Verónica Condomí, Mex Urtizberea, Kike Sanzol, entre otros, y que fue una de las patas fundamentales de la contracultura de aquellos tiempos. Por ahí se escucha la voz de Luis Alberto Spinetta, también pasa Miguel Grinberg o se siente el espíritu de la mítica revista El expreso imaginario. A través de viejas grabaciones, la película de Kohan da registro del pensamiento político de Donvi y Esther. Y de la forma en que MIA era entendido como una forma de militancia a través del arte. En Rivera 2100 pasan los hijos del matrimonio, Lito y Liliana Vitale, pasan sus nietos y pasan muchos de aquellos artistas que dieron vida a MIA. Kohan elige, antes que las definiciones en retrospectiva sobre quiénes eran Esther y Donvi, el recuerdo a través de las anécdotas, a través del descubrimiento de aquel archivo, las fotos y los videos. Reencuentro comunitario que alcanza un momento único cuando la proyección en la pared de imágenes de aquellos años es observada por la concurrencia. La sorpresa, las risas cómplices, la emoción por reencontrarse con el que se fue en el pasado atraviesa la pantalla y contagia. Un gran momento que tiene la textura del cine y de la fuerza enorme de las imágenes. Hacia el final, los créditos de la película presentarán a los protagonistas casi como en un árbol genealógico, dejando impresa la calidez de la película y la noción de familia de todos los que participaron de esta experiencia única.
Rivera 2100 suena a título de una película distópica. Pero, aunque la idea de futuro está en juego en este documental dirigido por Miguel Luis Kohan, nada más alejado de la ciencia ficción. Rivera 2100 es la dirección de la casa de la familia Vitale en Villa Adelina. Fue allí que en 1976 Rubén "Donvi" Vitale y Esther Soto, junto a sus hijos Lito y Liliana, montaron un estudio de grabación que operó como oasis de libertad albergado a numerosos artistas con ganas de dar rienda suelta a la creatividad. El nuevo trabajo del director de Café de los Maestros, La experiencia judía de Basavilbaso a Nueva Amsterdam y El francesito, un documental (im)-posible sobre el Dr. Enrique Pichon Rivière aborda lo ocurrido en aquellos años a través de un registro documental realizado con indudable cariño hacia los Vitale y cercanía para con quienes pasaron por allí, muchos de ellos figuras centrales de las distintas corrientes artísticas que afloraron luego del regreso a la democracia. La película se apoya principalmente en los testimonios de Donvi y Esther, a la postre creadores de MIA (Músicos Independientes Asociados), una de las entidades pioneras en materia de producción independiente, a los que se entrelazan los recuerdos y vivencias de quienes estuvieron bajo su paraguas. Desde ya que Lito Vitale tiene un rol fundamental tanto detrás de escena (es uno de los productores) como delante. Es así que durante poco más de una hora Rivera 2100 agrupa recuerdos y anécdotas que entrelazan lo familiar con lo artístico y lo personal con un contexto político oscuro donde la música asomó como la luz al final del túnel.
En una esquina de Villa Adelina nació allá por 1976, cuando se iniciaba la última dictadura militar en Argentina, un proyecto alternativo de creación y gestión cultural liderado por Rubens "Donvi" Vitale y Esther Soto, los padres de Lito y Liliana Vitale. La historia es muy singular: aparecen en el relato de este cálido documental desde la recuperación de un piano que insólitamente alguien usaba como andamio hasta la puesta en marcha de un método alternativo de educación musical y la fundación de MIA (Músicos Independientes Asociados), una cooperativa de artistas y técnicos que fue pionera en la producción independiente en el país. Por la casa de Rivera al 2100, ese reducto plagado de sueños y también de hechos muy concretos y palpables, pasaron artistas como Luis Alberto Spinetta, Egberto Gismonti, Miguel Ángel Estrella, Gustavo Santaolalla y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Se armó una red colaborativa a la que se sumaron periodistas e intelectuales (Miguel Grinberg y Jorge Pistocchi de la revista ElExpreso Imaginario, por ejemplo) interesados en la música, las artes plásticas, las filosofías orientales y la poesía. El valor de la película no se agota en la recuperación de aquella experiencia ejemplar. A esa necesaria operación de rescate se añade toda la potencia que transmite la pareja protagónica, una fuente de inspiración para imaginar el futuro.
Reencontrando el camino De la mano de los hermanos Liliana y Lito Vitale, el director Miguel Kohan plasma un viaje en el tiempo musical. 45 años de la creación de la iniciática agrupación MIA, las voces e imágenes de los fundadores Donvi y Esther Soto van abriendo esa "caja de pandora" que fue la precursora de la autogestión independiente. Un bienvenido estreno nacional en Cine.Ar. (Dado que a varios de los protagonistas de este documental, los he conocido y tratado personalmente, me voy a tomar el atrevimiento de narrar, contar o describir ciertas cuestiones en primera persona). El título del film, Rivera 2100 hace referencia a la dirección de la casa-estudio en donde vivió la familia Vitale y donde comenzó esa inigualable experiencia músico-pedagogica-productiva llamada MIA (Músicos Independientes Asociados). En Villa Adelina transcurrieron la infancia de los hermanos Liliana y Lito y también los años de estudio y creación compositiva junto a sus padres, el pedagogo y musicólogo Rubens Marcos Vitale, más conocido por Donvi –por Don Vitale- (quien falleció el 26 de octubre de 2012 a los 83 años) y la antropóloga y escritora Esther Soto, quien lo sobrevivió hasta el 21 de marzo de 2018, con 84. Allí formaron la agrupación que reunía tanto a instrumentistas, cantantes, pintores, docentes, sonidistas, como poetas. Esta cooperativa de autogestión se llamó MIA y la integraban los ya mencionados Liliana Vitale, Lito Vitale, mas Verónica Condomí, Alberto Múñoz, Nono Belvis, Daniel Curto, Juan del Barrio, Mex Urtizberea, Gustavo Mozzi, y, entre otros el también ilustrador, Kike Sanzol. De manera independiente grabaron sus discos, los editaron y los comercializaron; creando el Sello Ciclo 3. Los MIA grabaron 4 discos: Transparencias (1976), Mágicos juegos del tiempo (1977), Cornostípicum (1978) y Conciertos (1979) un álbum triple grabado en vivo en el Teatro Santa María del Buenayre (Montevideo y Avenida Córdoba) en noviembre de 1978. Ya a principios de los 80 irían dejando esta agrupación para encarar sus propios proyectos ya fuera en formaciones tanto solista, en dúos, tríos o banda grupal. El film hace reseña de toda esta etapa. Pero hay una paradoja. Mientras el título hace referencia a la dirección de la casa primal de la banda, toda su historia, sus recuerdos, anécdotas y memoria se llevan a cabo en la actual sede de esta familia-productora. A principios de los 80 se mudan al barrio capitalino de San Telmo. Y en esa vieja casona, con patio central de piso de baldosas calcáreas, y piezas y cuartos alrededor, crean su nuevo bunker. Ahí tuve la suerte y el gusto de poder visitarlos más de una vez. Cruzando el patio se llegaba a la gran cocina-comedor diario, con una mesa larga. Sentada en una de sus puntas estaba Esther haciendo números, llamadas, preparando algunos mates. Y fumando como descosida. Siempre con todo bajo su control. Por ahí irrumpía Donvi para meter algún bocadillo más que interesante, o el paso raudo de Liliana que se dirigía a su habitación que quedaba al fondo arriba pasando la cocina. E infaltable el saludo de Lito, quien estaba casi todo el tiempo componiendo, grabando, experimentando frente a su pared de teclados, aparatos, monitores y luces en su vidriado estudio en una esquina de la casa. Y toda esa sensación, ese clima placentero y amigable se ve reflejado en esta película. Miguel Kohan desliza su cámara con suaves panorámicas y lentos travellings. Va recorriendo “la casa de mis viejos” –como bautizó Lito a este bunker- , con paredes llenas de estanterías y bibliotecas, puertas y ventanas entreabiertas, infinidad de rincones con recuerdos. Acompañados por una música, no de fondo sino presente, cuando no hay diálogos ni grabaciones viejas. Aunque compuesta por el propio Lito tiene un aire a las Gymnopédies de Satie. Cada uno de esos segmentos se va fusionando con tomas de proyecciones con diferentes entrevistas a Donvi y Esther. O cuando tanto Lito como Liliana o su hijo Fidel, van revisando viejas cajas con fotos, textos, recortes de revistas, papeles varios, partituras. O chequeando mediante un proyector de diapositivas (a la vieja usanza), una serie de imágenes históricas e inéditas para el resto del mundo. Hay dos momentos con sendos invitados que son muy entrañables. Uno por lo gracioso, el otro por lo emotivo. Liliana charlando con Mex Urtizberea (quien estuvo en los finales de MIA y luego con otro ex de esta banda, Nono Belvis formaron La Sonora del Plata), entre recordatorios y anécdotas imposibles. Y el escritor, poeta y periodista Miguel Grinberg sorprendido al ver que una nota suya titulada “Diccionario fundamental de los ritmos contemporáneos”, publicada en el diario La Opinión en 1976, está guardada solita en una carpeta del extenso y prolijo archivo que tenía Donvi. Dos imágenes potentes: Lito de espaldas dibujando notas sobre un antiguo piano casero construido por su padre. Liliana con el pelo recogido y tomando mate, es Esther 30 años atrás. Los responsables de este tan querible documental ya tenían en su haber otras aproximaciones al mundo de la música. Kohan dirigió Café de los Maestros (2008) con guion coescrito con Gustavo Santaolalla. Y Marcelo Schapces, quien además de director aquí es uno de los productores, fue durante varios años manager de Litto Nebbia y en cine produjo por ejemplo Luca (2008) de Rodrigo Espina y Zonda, Folklore Argentino (2015) de Carlos Saura. Es muy bueno que la prole de los Vitale siga por este sendero de músicas y canciones. Este film puede tener su continuación -y tiro como idea el título: Estados Unidos 629. Vale recordar también que en 2015 Esther y Donvi (él post mortem) fueron galardonados con el Premio Konex a la Música Popular con Mención Especial por Trayectoria. Ambos fueron pilares y hoy siguen presentes. Desconocer su presencia, no tiene goyete.
Una idea original de Lito Vitale se convierte en el disparador del presente documental, cuyo título remite a una icónica dirección. En Rivera al 2100 fue fundada M.I.A. (Músicos Independientes Argentinos), una cooperativa que impulsaba a nuevos talentos en el mundo de la música. Orbitando fuera del mainstream, su obra como productora cobraría notoriedad en los años ’80, posibilitando el lanzamiento de “Gulp!” (1985), el disco debut de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Por el estudio de grabación también pasó nuestro amado Luis Alberto Spinetta, cuyas palabras se convierten en el prólogo de este imprescindible documental. Miguel Kohan, experto director y fotógrafo, retorna al género que transitara en films como “El Café de los Maestros” y “La Experiencia Judía”. Aquí, da cuenta de un espíritu de trabajo inclaudicable, exhibiendo el colectivo de artistas un concepto estético en tiempos donde Argentina se internaba en la oscuridad y el horror sembrados por la última dictadura militar. La casa de familia se convirtió en un polo cultural y la independencia artística en tiempos de censura y persecución engrandece la misión acometida. Pioneros de la autogestión musical, M.I.A. llevó a cabo una gesta heroica. La producción artística alternativa validó modos emergentes no transitados anteriormente. La memoria viva del núcleo conformado por Lito y Liliana, junto a su padre y madre, entre anécdotas plenas de nostalgia y recuerdos imborrables, recupera este precioso reservorio afectivo que funciona, tanto como reconstrucción histórica, como rescate emotivo para el corazón melómano. “Rivera 2100” respira una sensibilidad y artesanía notables.