Con varios documentales aparecidos en los últimos tres o cuatro años conecta éste de Daiana Rosenfeld que se estrena este jueves 17 de agosto en el Gaumont y que narra vida y obra de la intelectual argentina Salvadora Medina Onrubia. - Publicidad - Beatriz Portinari, un documental sobre Aurora Venturini de Agustina Massa & Fernando Krapp (2013); El jardín secreto Cristián Costantini, Diego Panich y Claudia Prado (2014) sobre Diana Bellessi y Alfonsina de Christoph Kühn (2015). Podríamos agregar la serie para TV Alejandra de Ernesto Ardito y Virna Molina sobre Alejandra Pizarnik. Existe también un programa de 26 minutos sobre Onrubia en canal Encuentro (http://encuentro.gob.ar/programas/serie/8109/1599) Tal vez, de las mujeres malditas de la literatura y la política argentina, Salvadora fue la peor de todas. “Nací anarquista como se nace genio, como se nace imbécil, o como se nace rico” dice. La peor, la más anarquista de las mujeres protagonistas del siglo XX, mujeres importantes que vivieron y lucharon en medio de hechos importantes de la Argentina. Muchas de ellas revisitadas por estos documentales para dejar cuenta del lugar que tienen en la historia, sus tensiones con el poder de turno o con la sociedad de la época que vivieron. Fue Salvadora Medina Onrubia (La Plata, 23 de marzo de 1894/Buenos Aires, 21 de julio de 1972) la menos reconocida de todas, contemporánea a Alfonsina y a Victoria Ocampo. Y en estos tiempos de hoy que comienzan a revalorizarla el documental de Daiana Rosenfeld es bienvenido. Escritora pero también maestra rural, periodista, feminista y anarquista, y esposa de uno de los hombres más poderos del país, dueño del diario Crítica, Natalio Botana. Su voz poética atraviesan la hora que dura el documental, acompaña algunas dramatizaciones, imágenes de sus fotografias, que alternan con testimonios de Álvaro Abós, Alicia Villoldo -Su nuera- y la ensayista Silvia Saitta. La vida social y política (la defensa de Simón Radowitsky o la trama de la Semana Trágica de 1919) se va entramando con la personal (sus hijos, su matrimonio con Botana, el final de sus días recluída en un departamento de Buenos Aires): uno de los momentos más relevantes que toca este trabajo es la muerte de su hijo, contado con “dolor y locura”: “Escribo aquí el nombre de mi hijo Carlos Natalio, que al irse de este mundo se llevó con él, el alma de este mundo de su mamita”. Muy buen film de Daiana Rosenfeld, Salvadora estuvo seleccionado en el 19° Bafici 2017. Su directora había realizado Los ojos de América, sobre América Scarfó, joven mujer de Severino Di Giovanni asesinado durante el golpe de Uriburu.
Una cámara capta la naturaleza. El agua, los cielos, sus tonalidades y movimientos. A partir de ella, comienza el relato acerca de una mujer nacida en 1894, en la ciudad de La Plata, bajo el nombre de Salvadora Onrubia Medina. Criada en Gualeguay, empezó de manera precoz su carrera como maestra de una escuela rural a la edad de trece años pero su sueño era otro: escribir. Fue a causa de ese deseo que comenzó a participar con la revista Fray Mocho, donde tuvo algunas apariciones esporádicas siendo aún adolescente. Pero no fue su carrera lo único que llegó pronto, sino también un niño -Pitón- ya que a los dieciséis años quedó embarazada de un político conocido, decidiendo seguir adelante como madre soltera, algo que en la sociedad de aquel entonces no estaba bien visto.
Daiana Rosenfeld, da a conocer a una personalidad rica, trágica, adelantada a su época, como la de Salvadora Medina Onrubia, que fue maestra rural, escritora, periodista, militante anarquista, feminista. Madre soltera, llega a Buenos Aires para seguir escribiendo, se transforma en una ferviente anarquista, que para sorpresa de muchos, arenga a la multitud en los actos partidarios. Juzgada y burlada por el diario Critica, va a entrevistarse con su legendario fundador y director, Natalio Botana, y el flechazo es inmediato. El adopta a su hijo y cuando llegan los propios la convence para casarse Es que ella descreía de las convenciones sociales y de las mujeres sometidas al mundo de los hombres. Golpeada por las tragedias y los acontecimientos políticos, su destino, su voz, extraída de sus poemas y notas, enriquecen un retrato conmovedor.
La historia de una mujer extraordinaria. En la Argentina oligárquica, patriarcal y cristiana de comienzos del siglo XX, Salvadora Medina Onrubia fue una mosca blanca. Desprejuiciada, libertaria y feminista avant la lettre, esta mujer indómita que terminó doblegada por la tragedia familiar fue precoz y longeva. La realizadora Daiana Rosenfeld, que previamente había correalizado junto a Aníbal Garisto los documentales El Polonio y Los ojos de América, basa su documental Salvadora en el abundante archivo familiar de los Botana (Onrubia fue la esposa del célebre Natalio), que mecha con testimonios en off y la muda presencia de una actriz en on, representando a esta escritora, maestra rural, periodista y militante feminista, nacida en La Plata en 1894 y fallecida en 1972, en un inmenso y descascarado departamento de la Capital Federal. “Me hice en un lugar de la provincia de Buenos Aires”, dice Salvadora, en lugar de decir “nací”. A los 16 queda embarazada, producto de la relación clandestina con un conocido político platense, y decide no abortar ni casarse. “Se casaban las idiotas”, afirmaría más tarde. “Se casaban y la vida se detenía”. Tiene a su hijo, al que pone el raro nombre de Pitón, pero no puede hacerse cargo de él y lo deja al cuidado de sus padres. Ya antes de ese episodio había empezado a colaborar con la revista Fray Mocho, y en 1914, recién llegada a Buenos Aires, comenzaría a hacerlo en el periódico anarquista La Protesta, en un momento en que la cantidad de mujeres periodistas era ínfima. Su desembarco en la capital no es tímido: en febrero de ese año ya está dando un encendido discurso público, parada sobre el dintel de una ventana, en un mitin por la libertad de Simón Radowitzky, el anarquista que cinco años antes había asesinado al jefe de policía, Ramón Falcón. Pero a Salvadora no le bastaban los discursos. Dos veces organizó la fuga de Radowitzsky. Falló las dos. El tiempo corría: en 1915 se casa con Botana, que gracias a la popularidad del diario Crítica “construyó un imperio”, en palabras de Salvadora. Eso le permite ir a los actos anarquistas en Rolls Royce. En 1930 se opone al golpe de Uriburu, del que su marido había sido principal fogonero, y es puesta en prisión. La realizadora cuenta esta historia literalmente extraordinaria con elegancia y fluidez, recurriendo al relato de una de las nueras de Salvadora y a los datos aportados por Sylvia Saitta y Álvaro Abós. Algunos reiterados planos del cielo, nubes azafranadas y aves en vuelo tal vez estén destinados a insuflar una dosis de poesía visual, cuya necesidad sería discutible.
Una heroína tan singular como admirable "He nacido anarquista como se nace genio, como se nace imbécil o como se nace rico", dijo alguna vez Salvadora Medina Onrubia, mujer con una vida realmente apasionante que rescata este valioso documental de Diana Rosenfeld, la misma realizadora que había ganado un merecido Martín Fierro en 2016 por Los ojos de América, otra buena película, codirigida con Aníbal Garisto y dedicada a América Scarfó, la joven compañera sentimental del famoso libertario Severino di Giovanni. Basada en diarios autobiográficos, poemas y documentos personales de la protagonista, Salvadora cuenta el derrotero de una heroína tan singular como admirable que se lució como periodista y dramaturga, fue capaz de enfrentar a José Evaristo Uriburu y se casó muy joven con Natalio Botana, el legendario creador del diario Crítica, medio que ella misma terminó dirigiendo entre 1946 y 1951, tras la muerte de su esposo. No faltaron sobresaltos ni tragedias en la existencia de esta pionera del feminismo nacional. Y el film los detalla sin resquemores, al tiempo que va recreando con precisos apuntes la convulsionada historia de la Argentina del siglo XX, a manera de necesario contexto. Para Salvadora Medina Onrubia, el anarquismo era, más que una filsofía política, un estado espiritual. Ese fuego sagrado es el que rememora oportunamente este film, justo en una época en la que ese tipo de tenaces convicciones brillan por su ausencia.
Retrato de una pionera Documental sobre la escritora Salvadora Medina Onrubia, la primera mujer en dirigir un diario en el país. Salvadora Medina Onrubia (1894-1972) fue mucho más que la esposa de Natalio Botana y la abuela de Copi: escritora y periodista, militante anarquista y feminista, fue la primera mujer en dirigir un diario en la Argentina y una de las protagonistas de la escena literaria local de los años ’20 junto con Alfonsina Storni y Victoria Ocampo. Pero, a diferencia de ellas, su nombre cayó en el olvido. En los últimos años esa situación empezó a remediarse, y ahora se están estrenando una obra de teatro y una película alrededor de su figura: ayer subió a escena Rabia roja, de Maruja Bustamante, sobre textos de Medina Onrubia, y hoy llega al Gaumont y a la plataforma digital cine.ar este documental de Daiana Rosenfeld (codirectora, junto a Aníbal Garisto, de El Polonio y Los ojos de América). A partir de sus diarios autobiográficos, poemas, cartas y documentos personales, Rosenfeld reconstruye, en orden cronológico, la fascinante vida de esta mujer que fue madre soltera en una época en la que era imperdonable, y que se casó con uno de los hombres más poderosos de la Argentina, sin que eso le impidiera mantener su activismo anarquista. A la par de codearse con la crema intelectual de la época en la mansión de Los Granados, en Don Torcuato (donde Siqueiros pintó el célebre mural Ejercicio plástico) y manejar un Rolls Royce, participó de las manifestaciones de la Semana Trágica y organizó una campaña para la liberación de Simón Radowitzky. Ningún aspecto de su biografía queda afuera de Salvadora: sus trabajos literarios, su interés por la teosofía, su compleja maternidad. El documental -que cuenta con los testimonios de Sylvia Saítta, Alvaro Abós y Alicia Villoldo Botana- es más atractivo por la historia en sí que por su ritmo narrativo. Ante la escasez de archivo audiovisual sobre el personaje, Rosenfeld debió recurrir a una voz en off que lee textos de la retratada, algo que por momentos tiñe todo de una tediosa solemnidad. Pero no llega a opacar las andanzas de Salvadora, tan admirables como trágicas.
Mujer política Un personaje enigmático y rico, y una realizadora que es consciente de esto, terminan por potenciar el hilo narrativo del biopic documental Salvadora (2017), de Daiana Rosenfeld, que desanda los pasos de Salvadora Medina Onrubia, anarquista de principios del siglo pasado y una revolucionaria por donde se la mire. Salvadora maneja tres líneas narrativas, cada una con el mismo peso, y que, en su conjunto, potencian visualmente el relato. Por un lado Daiana Rosenfeld no quiere dejar fuera la entrevista testimonial, por lo que llama a referentes como Silvia Saítta, investigadora experta en la historia del diario “Crítica”, de Natalio Botana (y de quien Salvadora fue mujer) para analizarla. Por otro lado busca en el archivo la posibilidad de anclar visualmente hechos y acontecimientos claves en la vida de la protagonista, jugando no sólo con las imágenes, sino principalmente, con titulares de diarios y hasta la propia prosa de Salvadora Medina Onrubia. El último punto trabajado es la recreación, en la que se arriesga enriqueciendo la apuesta con una Salvadora imaginaria que devela su historia en textos originales narrados en off e “ilustrados” con paisajes, detalles del hogar, naturaleza, etc. Estas imágenes son de un cuidado y una belleza únicos. Entre el trío Salvadora avanza, y la inmersión del espectador que logra, hipnótica por momentos, termina por conjugar un testimonio inmenso sobre una época y la avanzada de esta mujer sobre la misma. Anarquista, dramaturga, luchadora, Salvadora Medina Onrubia reflejó un espíritu de época adelantándose al suyo, y Rosenfeld sabe de ese avant garde, de ese ir más allá a pesar de todo, y se apropia de la figura para devolverle el rol de mujer. Salvadora habla de dolores (el suicidio de su hijo), de luchas (salir adelante con su primer hijo), del quiebre del rol establecido de la mujer de época, y sale del lugar común que la ubicaba en los libros únicamente como la mujer de Botana. Porque Salvadora fue mucho más que la “mujer de” y en este documental, que recupera su voz, se termina por homenajear y dar lugar al potencial propio que tenía y sigue teniendo, dejando de lado sus avatares amorosos, que fueron tan sólo un capítulo más de su apasionante vida. Y en la decisión de potenciar esta idea, el documental avanza, transitando momentos en la vida de Salvadora que significativamente permiten conocer algunos hitos, pero también la necesidad posterior de volver a su poesía y dramaturgia para recuperarla. Justamente la clave de la realización es la de poder disparar ideas sin tregua, advirtiéndole que en Salvadora hay una riqueza que no se terminaría nunca de explicar en imágenes en la pantalla. Allí el cine cumple una función pedagógica, pero no ilustrativa, al contrario, más bien un rol complementario de la posterior acción que cerrará el círculo con la búsqueda de más material una vez terminada la proyección. “El anarquismo no es un movimiento político es un estado espiritual” escribió en alguna de sus miles de manifestaciones, definiéndose como un ser político atravesado por otras vicisitudes, pero que nunca la alejaron de ser lo que llegó a ser. Rosenfeld, quien dirige por primera vez en solitario, utiliza la frase en un momento clave del relato para posicionar aún más a Salvadora como animal político, como mujer ávida de expresión y como testimonio de la historia, figura única en la organización del anarquismo en Argentina y que Salvadora recupera de una manera clásica y potente, dejando un legado y preguntas para aquellos que se acerquen a verla.
El relato del retrato En plena época de elecciones y cambios la cartelera cinéfila se renueva con una propuesta atípica pero acorde a los tiempos que corren. El documental Salvadora (2017), de Daiana Rosenfeld, tiene como misión recuperar y sembrar en el espectador el espíritu de lucha por sus ideales. En esta ocasión, con la misma fuerza de su anterior documental, Los Ojos de América (2014), la directora retoma personajes que son la esencia de nuestra nación. Es así como mediante la figura de Salvadora Medina Onrubia muestra su visión crítica del contexto socioeconómico que atravesó Argentina tras el golpe de Estado de 1930 encabezado por el General Uriburu en oposición a la democracia liberal de Yrigoyen. En este marco, Salvadora es la huella del anarquismo. Es la única voz autorizada para (re)interpretar los ideales de ése movimiento revolucionario que luchó contra los avasallamientos militares y el cuerpo paramilitar fascista que respaldaba la creciente ola de desempleo y caída de salario real. Entre tanta ignominia donde se intentó reformar la Constitución (Legión Cívica) para reprimir política y sindicalmente, picana eléctrica mediante, a los gremios opositores, Rosenfeld cuenta el lado B de la historia. Explora los hechos censurados del Estado cuando la violencia no tuvo límites y atentó indiscriminadamente contra la libertad de expresión y los derechos humanos, fusiló al anarquista italiano Severino Di Giovanni y aprisionó a la destacada periodista, dramaturga, militante. Una figura cuya escritura impregnada de poesía y elementos alquimistas cautivó fervientemente a las masas y, al mismo tiempo, el corazón del empresario más poderoso de la época: Natalio Botana, creador del diario Crítica. Salvadora es un mix entre biopic y ficción. El eje de la trama es unidireccional: recorre el camino que la convirtió en leyenda e ícono influyente del movimiento anarquista mientras, irónicamente, manejaba su Rolls-Royce. Es espejo del libro Salvadora, la Dueña del Diario Crítica (2005), de Josefina Delgado: recopila desde el material de archivo de sus textos aquella belleza lírica, transgresora, de su escritura. Aquí la narración respeta el canon de su impronta. Se elige un estilo directo. Se habla en primera persona al espectador para enaltecer desde las cronologías y discursos de época su amor a la patria. Esta decisión no peca de ingenuidad. A ella se suma un poderoso plano detalle que habla por sí solo: la polémica carta en la que Salvadora, desde la cárcel, insulta al presidente de facto Uriburu al enterarse de que un grupo de notables intelectuales (entre ellos Borges y Arlt) piden magnanimidad. Bajo este espíritu se tiñen las escenas, lentamente, de rojo pasión y elipsis. Se establece un nexo entre el movimiento anarquista y el universo espiritual, como si fuesen complementarios para expresar las emociones. Al mismo tiempo, las correctas decisiones artísticas y testimoniales enfatizan dos ideas: la verdad es imperativa y el dolor, patrimonio de lo poético. A grandes rasgos, en 60 minutos se reconstruye a una mujer que tuvo impronta propia, a la que jamás podría conocérsela como “la mujer de Botana que arruinó la vida del empresario”, como intentaron prescribirla en la hemeroteca. Salvadora fue pionera del movimiento feminista local. Esta afirmación se sustenta en el relato a partir del material fotográfico, música lírica y escenas paisajistas seleccionadas cuidadosamente para formar el árbol de su vida. Fuentes testimoniales de especialistas, como la de Sylvia Saítta, ratifican que el rechazo social fue producto de la época; al respecto explica “Ella nació en La Plata en 1894, fue hija de una sacrificada maestra rural y tuvo el agravante de tener un hijo soltera a los 16 años. Se consideró un acto impuro”. Sin embargo, su reputación cambió cuando viajó a Buenos Aires: consiguió su primer trabajo de periodista en el diario La Protesta, conoció a Botana y se casaron en 1915. Él adoptó a su hijo Carlos –apodado Pitón-, le dio su apellido y tuvieron tres hijos más. Se hizo gran amiga de Alfonsina Storni; juntas llevaban el anarquismo como estandarte y le pidieron a Yrigoyen el indulto de su amigo Simón Radowitzky. También fue una exitosa dramaturga: escribió Las Descentradas, con un personaje principal que parece autobiográfico cuando grita, en referencial al rol de la mujer ama de casa: “¿No hemos convenido muchas veces en que somos mujeres extraordinarias? Las otras deshacen sus dolores con lágrimas. Yo los deshago con palabras”. Salvadora es un documento histórico, digno de ver, sobre todo en el marco vigente de #niunamenos. Es interesante cómo Rosenfeld transmite su mirada en el rol transgresor de la mujer, capaz de vencer cualquier obstáculo. Si bien la voz en off que acompaña las escenas remite una sonoridad oscura, tenue, que pareciera reflexionar desde otra dimensión su indomable ímpetu al que define como locura, denota el sufrimiento que padecía. Y aquí Rosenfeld redobla la apuesta: es objetiva, no juzga pero remarca a las claras que las palabras desmedidas, si se apegan al sentimiento de ira, son capaces de influenciar y causar daños irremediables. Juega con el discurso de madre versus mujer y, en este sentido, contrapone la importancia de develar, o no, la verdad histórica sea cual fuere para la educación de los hijos. Salvadora, sin querer queriendo, forjó un capítulo mítico, retórico, e irreversible en la vida de su hijo, que también se inscribe en El Mural (2010), de Héctor Olivera: cuando estuvo convencida de que Botana le fue infiel con Blanca Luz Brum, le confesó a Pitón su origen y éste se suicidó. Así de crudo el episodio y el dolor de madre que la acompañó hasta su muerte en 1972. Al respecto, Sylvia Saítta recuerda: “Es triste el final de Salvadora, terminó sola viviendo en su departamento. Perdida en éter, a causa de la morfina”. Su vida fue la génesis del esplendor de un emporio, el dolor y la locura.
Este es el tercer documental de Daiana Rosenfeld y ya se encuentra preparando otro. Narra la historia de la primera mujer en dirigir un diario, intima amiga de Alfonsina Storni y Victoria Ocampo, intensa y comprometida con sus ideas. Un documental apasionante, ideal para conocer un poco más a esta mujer, una luchadora y madre, muy interesante, con imágenes de archivo, emocionante, para conocer la historia desde otro lugar. Tiene una fotografía impecable y suave de la directora, guionista, editora, productora y montajista Daiana Rosenfeld, hecha a plumón.
Pequeño pero poderoso documental sobre un personaje único en la historia del siglo XX de la Argentina. Salvadora Medina Onrubia fue activista política, fue una libre pensadora, fue madre soltera. Fue la esposa de Natalio Botana y tuvo muchas relaciones tormentosas. Fue musa y fue un personaje fuera de su época. La película rescata esta personalidad prismática con elementos notables y sin derivas inútiles, lo que concentra aún más su efecto.
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El nuevo documental de Daiana Rosenfeld se centra en la figura de la escritora Salvadora Medina Onrubia. Salvadora fue una mujer distinta a lo que la época (y algunos todavía) esperaban de ese género. Madre soltera, militante, anarquista y feminista, una combinación explosiva para los principios del siglo XX. Rosenfeld elige que sea mayormente la propia escritora la que relata a través de sus textos, y se le suman algunos testimonios –sólo los suficientes- e imágenes de archivo termina de reconstruir un retrato bello y preciso sobre una figura tan llamativa como ella. Así, se repasa su vida desde lo laboral, lo público y, claro, lo íntimo, lo personal, su vida como madre soltera y la tragedia que luego termina sumiéndola en un oscuro estado mental. “Ella quería hacer militancia, quería escribir, quería tener éxito y tenía que criar a cuatro criaturas”. La directora (la misma de “Los ojos de América”, documental con el que este dialoga en más de una manera) termina de construir su retrato con escenas ficcionalizadas que funcionan de manera más bien ilustrativas, junto algunas más poéticas. Quizás porque el material de archivo no es demasiado en cantidad –aunque sí hay una buenas dosis de fotografías y material de prensa como recortes de diarios-, lo cierto es que algunas de estas imágenes terminan sintiéndose como de relleno más allá ser evocadoras. Pero el peso verdadero lo tiene la narración en off, que va relatando los diferentes momentos y sensaciones con la voz de la propia escritora. Textos basados en sus diarios y apuntes personales, obras de teatro, cuentos, poemas y textos autobiográficos escritos a lo largo de su vida. Rosenfeld dirige y escribe pero además es la encargada de la fotografía, el arte y el montaje. “Salvadora” es un recorrido a través de una mujer fascinante y rebelde. “Mi vida iba a ser mía. No de un hombre ni de un pueblo. Sólo mía”. Si siguen interesados en esta figura, se acaba de estrenar en el Teatro San Martín, “Rabia Roja”, obra basada en textos de Salvadora.
BENDITA TÚ FUISTE ENTRE LAS MUJERES DE TU ÉPOCA Principios del siglo XX. Argentina. La cultura. La prensa y el poder. En la cultura occidental, el rol y el papel de la mujer dentro de la sociedad ha sido tradicionalmente escindido de las cuestiones del poder, la política o los asuntos del Estado. Sin embargo, siempre han existido excepciones a las reglas, personas que han cuestionado lo naturalizado dentro de una sociedad. Un ejemplo de esto es Salvadora Medina Onrubia, conocida para la historia tradicional como la esposa de Natalio Botana, fundador del diario Crítica. Pero en el documental Salvadora, de Daiana Rosenfeld, se nos muestra más que la veta sentimental de la interesante mujer, ampliando su lado militante, artístico y feminista. El documental se compone de varios elementos que permiten otorgarle una estructura múltiple: mezclando voz en off, ficcionalización, mostración de fuentes documentales y relatos de especialistas en historia, la película logra reconstruir un relato más cabal de la figura de Salvadora Medina, socavando no sólo el aspecto de su vida matrimonial, sino su pasado y sus características individuales. Militante anarquista, defensora del incipiente feminismo aquí en Argentina, Salvadora supo hacer coincidir su discurso y su accionar, ante una sociedad que claramente se le arremetía en contra. A pesar de los diversos obstáculos en su camino para construirse como un sujeto activo de su vida y de la sociedad de ese momento, la escritora logró dejar huella y allanar el camino a todas aquellas mujeres que posteriormente a ella quisieron involucrarse activa y comprometidamente a transformar la realidad y el mundo desigual en el que estuvieron inmersas y que, lamentablemente, se sigue reproduciendo. Gracias a la utilización del recurso de la voz en off, podemos conocer fragmentos de sus pensamientos más profundos y parte de su obra literaria (fue una de las primeras dramaturgas argentinas), ambos discursos marcados a fuego por su militancia política e ideológica. La enunciación de ambos textos está acompañada por la ficcionalizacion de la figura de Salvadora en sus momentos meditativos y de producción discursiva, elemento que permite darle dinamismo al devenir del documental. Este aspecto se complementa con el recurso de la voz de autoridad, a cargo de historiadores y especialistas en la historia de Natalio Botana o de Salvadora, lo que le otorga al film, una veracidad histórica pertinente. Finalmente, para poder elaborar un retrato más cabal de la figura de Medina, también se presenta el relato, más a modo anecdótico, de parientes lejanos de la familia. Más allá de la recuperación de la importancia de la figura de Salvadora Medina Onrubia dentro de la historia política, social y cultural de nuestro país, el documental también plantea un punto interesante de reflexión y que ha estado en boga durante los últimos años: el rol de los medios de comunicación en la construcción, perpetuación y caída de las figuras, procesos y partidos políticos en Argentina.
Exhaustivo y riguroso documental sobre una mujer que desafió a su época Ocasionalmente, dentro de las sociedades, emergen personas que desde pequeñas se sienten descolocadas, diferentes, por sus pensamientos o creencias. No aceptan las convenciones colectivas, los estamentos o los mandatos familiares. Simplemente les surge desde sus entrañas y, si saben cómo, pueden canalizar esas necesidades del tal modo que llegan a erigirse en paladines o referentes para las minorías, a tal punto de potenciar ciertas fuerzas catalogadas como débiles, pero molestas para los gobiernos de turno. En 1894, con estas características personales nació en la ciudad de La Plata, Salvadora Medina Onrubia, y este documental dirigido por Daiana Rosenfeld está dedicado a la vida y obra de esa mujer que influyó tanto en la política como en la cultura argentina en los comienzos del siglo XX. Para el público en general, no tan consustanciado con la historia de nuestro país, más allá de lo estudiado en el colegio, la biografía de la protagonista se escapa del registro testimonial que poseen los especialistas en la materia. Al poco tiempo se mudan a Gualeguay, Entre Ríos, y a los 13 años se recibe de maestra, cargo en el que trabajó unos años, hasta que se da cuenta que a los 16 años está embarazada de un conocido político, pero decide no casarse para no estar sometida a un hombre y perder la libertad, de este modo se convierte en madre soltera de “Pitón”, con todo lo que eso representaba para la época. Este hecho será el primer hito importante en su vida, pero no será el único porque más tarde, con 20 años, ella se muda con su hijito a Buenos Aires y su existencia será de novela, pero que, con el paso del tiempo, se convertirá en una tragedia. Entró a trabajar en el diario “La Protesta” como periodista y se convirtió en anarquista, pero no era una más sino que fue militante, líder, guía, y una voz respetada hasta por los hombres que siempre la tenían en cuenta ante cada protesta o conflicto. Más tarde, se uniría a Natalio Botana, dueño del influyente diario “Crítica”, con quien tiene tres hijos más, y se casa con él. Su juventud fue vertiginosa, en poco tiempo se hizo de un nombre dentro de la política y la cultura nacional porque también escribió obras de teatro, cuentos, etc. La madurez le traerá aparejado el drama, las pérdidas y la debacle, a nivel personal y económico, pues todo lo que soñó y realizó se esfumó en un santiamén, tal vez porque su personalidad no le permitía callarse nada, influyendo de manera decisiva en el destino desgraciado de su familia de un modo inimaginable. Con un exhaustivo y riguroso relato cronológico de la vida de Salvadora, contada en paralelo a los vaivenes políticos que ocurrían durante esos convulsionados años en el país, la directora ficciona algunas situaciones con la actuación de Berenice Gandullo, personificando a Salvadora, para unir momentos, sustentar las reflexiones realizadas por el personaje en cuestión, resaltando con planos detalle o primeros planos de gestos, miradas, emociones, tristezas, etc., todo eso narrado con una voz en off sobre escritos de la protagonista, además de imágenes de archivo de fotos, noticieros de la época, recortes y tapas de diario. También hay entrevistas a la nuera, y a biógrafos, para apoyar mucho más los datos históricos que la directora vuelca, con una gran precisión, en la pantalla. Como hemos observado en este exhaustivo documental dedicado a una mujer adelantada a su época, en más de un aspecto, donde su único y mayor deseo era ser libre e independiente, las circunstancias que enfrentó no las supo manejar y la terminaron condenando eternamente.