Para nuestra cartelera, el director de "Seis sesiones de Sexo", Ben Lewin es prácticamente un desconocido. Sus films anteriores como "Georgia" "Paperback Romance - El amor es un golpe de suerte" y "The Favour, the Watch and the very big fish" nunca llegaron a estrenarse a pesar de contar con figuras como Anthony LaPaglia, Natasha Richardson, Judy Davis, Jeff Goldblum o Bob Hoskins en sus interesantes elencos. De este modo, este primer acercamiento a la filmografía de este director de probada carrera televisiva es una grata sorpresa. Primeramente por la forma en que está narrada la película, pivotando entre el punto de vista del protagonista y el punto de vista de su "terapeuta", de forma tal de poder percibir un mismo tema desde dos miradas completamente distintas. En segunda instancia porque el elenco es perfecto, cada uno logra explotar al máximo las posibilidades que les da el guión y sobre todo capturan desde las primeras escenas la esencia de cada uno de sus personajes, construyéndolos desde una naturalidad, que hace que el espectador empatice rápidamente con ellos. Por último, Lewin sabe perfectamente cómo quiere contar la historia y no se aparta en ningún momento de su consigna ni se deja tentar por ningún golpe bajo -a pesar de que los distintos repliegues de la historia habrían podido dar lugar a que el material tuviese otro tono absolutamente diferente-. Basada en el artículo “On seeing a sex surrogate” de Mark O’Brien, con quien el director ha trabajado conjuntamente en la construcción del guión, se cuenta de forma autobiográfica la decisión que toma un enfermo de polio con un pulmón artificial -de acero- de perder su virginidad a los 38 años. Para ello emprenderá un camino terapéutico con una especialista en la materia pero también con íntimas charlas con su sacerdote confesor. John Hawkes se calza la piel de Mark como un guante, mostrando la imperiosa necesidad de sentirse no solamente hombre en el terreno sexual sino de ir por su integridad y su capacidad de sentirse amado y poder retribuirlo. El actor que fuese nominado al Oscar por su trabajo en "Lazos de Sangre" y que participó en "Contagio", "Lincoln" y la festivalera e independiente "Martha Marcy May Marlene" hace un trabajo absolutamente extraordinario, convicente, emotivo y profundo aún cuando justamente por la discapacidad que presenta, sólo pueda expresarse con ciertas facciones en su rostro. Su cura confesor es William H. Macy quien vuelve a validar su título de gran actor, tan dúctil para el drama como para la comedia y que encuentra en esas confesiones, un elemento francamente perturbador aunque sea él quien deberá contener a Mark y guiarlo en ese camino a la búsqueda de su completud y la construcción de su identidad. Completa el excelente trío protagónico Helen Hunt en el rol de Cheryl, la terapueta sexual que ayudará profesionalmente a que Mark cumpla con su cometido. El pacto son solamente seis encuentros en los que ella intentará ayudarlo a Mark, aunque cuando la historia gira hacia el punto de vista de Cheryl, en esos momentos en los que llega a su casa, a su vida familiar y la encontramos redactando los informes que hace sobre las sesiones que mantienen juntos, el espectador podrá ver también lo que esto está produciendo en ella, que más allá de ser una probada profesional, se ve emocionalmente comprometida con la historia. Este papel le dio a Helen Hunt la posibilidad de brillar en un rol comprometido, diferente a lo que ella había hecho hasta este momento, con escenas completamente desacostumbradas para una estrella de la televisión y de Hollywood y que le valió una merecida nominación al Oscar como mejor actriz secundaria. Siendo ésta la única nominación que ha logrado la película, una pequeña historia independiente filmada con un nivel actoral impecable y con una historia tan sólidamente contada, nos deja el sabor que la estampida de las grandes producciones, la han dejado relegada injustamente en las entregas de premios que se fueron dando a esta altura del año, tanto para el guión pequeño pero sólidamente construido y por sobre todo a una brillante actuación protagónica de Hawkes. Pero no solamente uno puede deleitarse con tres grandes actuaciones, sino que además cuenta con un rico elenco secundario (Moon Blodgood y Annika Marks como las cuidadoras de Mark y en papeles menores las participaciones de Adam Arkin y Rhea Perlman) y el ritmo particular que le imprime Lewin a la historia. Eligiendo contarla desde la simpleza y la honestidad con la que la despliega, eludiendo en todo momento caer en el lugar común y poniendo el acento en la dignidad del personaje central, hacen que "Seis sesiones de sexo" sean esas pequeñas películas que aparecen de tanto en tanto que enamoran con su pequeña historia y salimos del cine modificados, distintos. Muy recomendable.
Seis sesiones de sexo es una maravillosa película que no podés dejar de ver por nada. Es imposible no conmoverse más de una vez, ya que las actuaciones de los protagonistas brindan un gran trabajo emocional haciendo que el espectador realmente sienta y se identifique con lo que le está sucediendo a cahttp://elbazardelespectaculocine.blogspot.com/2013/04/seis-sesiones-de-sexo-critica-sessions.htmlda uno...
Seis sesiones de sexo es un drama romántico muy particular con tintes de comedia. La película adquiere un prestigio mayor por contar con actuaciones realmente brillantes de John Hawkes, Helen Hunt y William Macy (éste con menor participación pero en la piel de un cura muy canchero, carismático y con apariencia casi “rocker”). Basado en hechos reales, el relato nos remite a la peculiar vida de Mark O´Brien (Hawkes), un poeta y periodista que a causa de una enfermedad sufrida de pequeño, la poliomielitis, se encuentra tetrapléjico. Lo curioso y principal del personaje radica en su incapacidad para mover su cuerpo mientras que sí resulta sensible al tacto. Por ende, y aquí se encuentra el motor de la cinta, a sus 38 años decide perder su virginidad bajo la ayuda de una terapeuta especial (Hunt) y los consejos de un sacerdote. Por lo general, los dramas suelen resultar bastante densos, difíciles de digerir. Pero este no es el caso de Seis sesiones de sexo: con una duración para nada extensa (98 min. aproximadamente), el film mantiene un ritmo ameno durante casi toda su proyección, gracias a una serie de escenas rodadas de manera ágil y a unos cuantos buenos chispazos graciosos que hacen que el espectador tome con una angustia menor la cantidad de sucesos tristes y melancólicos que nos propone el film. La historia realmente conmueve, el protagonista enternece a escalas ascendentes a medida que la cinta avanza, sintiendo y hasta deseando una suerte o destino mejor para este querible sujeto. Otro punto fuerte de la narración queda asentado en el desparpajo a la hora de tratar temas que sin el cuidado necesario podrían llegar a pasar del otro lado de la línea que lo separa del mal gusto. Emotiva, prolija y agradable visualmente, Seis sesiones de sexo resulta una triunfante película que deja al espectador con una agradable sensación y con la mente en estado reflexivo por unos minutos. LO MEJOR: la gran forma en que se abordan los sucesos. Las excelentes actuaciones de Helen Hunt y John Hawkes: inmejorables. LO PEOR: puede esperarse algún que otro giro mejor en determinadas instancias. PUNTAJE: 7,5
Todo a mitad de camino. Una idea jugada, incómoda de contar. Retratar la grave discapacidad de una persona, pero con un tono cómico jocoso, rozando lo negro, alivia la carga prejuiciosa de lo que uno espera de este tipo de historias. En Seis sesiones de sexo se plantea un juego, que va y viene de los extremos, de llegar a conmover, hasta provocar la risa incrédula por lo que se cuenta en pantalla. La historia se basa en la vida de Mark O’Brien, un poeta estadounidense, que sufrió una poliomielitis cuando era chico y las secuelas fueron que sólo pueda controlar el movimiento de su cabeza, y depende de un pulmón de acero para respirar. Lejos de caer en un dramón personal, enumerando las frustraciones sufridas, el dolor por la imposibilidad de cambiar ese presente, se vuelca a contar, con un peculiar positivismo, sobre un tema tabú: el sexo de los discapacitados. Si el sexo en sí escasea como temática. El espectador, ajeno a esa realidad y negador por elección, se encuentra con una liviandad en el retrato, con una fluidez amistosa, que lo acerca, que lo divierte, que vuelve común una historia anormal. Ben Lewin hace que Seis Sesiones de Sexo pose para la foto. Da su mejor cara. Un registro sencillo, convencional, sin estar dotado de un gran virtuosismo elocuente, que no se necesitaba, ilustrando recuerdos montados eficazmente. Con extremada simpleza pese a estar hablando de un tema difícil...
Una Relación Particular Inspirada en la historia real de Mark O’ Brien, esta película del veterano director televisivo Ben Lewis, pretende ser el típico estreno inspirador de la semana. No quiero que se tome a mal lo que voy a decir, pero me la imagino a Virginia Lago presentándola un sábado a la noche en televisión. Lo más interesante, acaso, es que sin ser un gran film, con una estética netamente televisiva, logra trascender gracias a la ausencia de golpes bajos, pero sin caer en golpes efectistas comunes relacionadas con la enfermedad del protagonista o agrandando la ironía de la situación, explotando los poco gags que tiene el guión o pretendiendo emocionar gratuitamente. Seis Sesiones de Sexo, es ante todo un film iniciático. Similar en cuanto a ideas a Vuelo en Busca del Amor, dirigida por Paul Greengrass, realizador ignoto en su momento, Seis Sesiones… narra la historia de un hombre, que desea debutar sexualmente, pese a su incapacidad muscular a los 37 años. Para esto recurre a una terapeuta sexual, casada y con un hijo, bastante insatisfecha con su propia vida conyugal. El conflicto no sucede, por el descubrimiento sexual, sino por la búsqueda de una relación amorosa correspondiente, y el enfrentamiento ideológico – religioso que sobrelleva el protagonista, a través de una banal subtrama, donde le confiesa y relata sus experiencias a un cura bastante liberal, interpretado por William H. Macy, con su habitual gracia. El tema religioso es relevante, pero no tiene sustancia, ya que de hecho, el punto de vista de Lewin es bastante afable con respecto a los dogmas y la función de la iglesia en el film. La tensión acaso pasa por la evolutiva relación que entablan Mark y Cheryl, atravesando el miedo al rechazo y la posición que toma la protagonista en relación a una posible infidelidad. La química entre John Hawkes y Helen Hunt es el principal factor positivo del film de Lewin, ya que de hecho todas sus escenas tienen una impronta semi teatral. Hawkes logra transformarse físicamente y consigue una actuación notable, lejos de la sobreactuación y cercana a la profundidad psicológica que tenía Daniel Day Lewis en Mi Pie Izquierdo. Helen Hunt en cambio arma un personaje a su medida, similar en parte al que interpretara en el film Mejor… Imposible de James L. Brooks por el cuál consiguió su único Oscar. Acaso los elogios pasan más por el “coraje” que tiene de mostrarse completamente desnuda en múltiples escenas, lo que para el espectador y la crítica media estadounidense, siempre es un factor de riesgo. Pero Hunt lo encara con la naturalidad que el trabajo lo amerita y los desnudos están justificados. Hay historias paralelas que poco aportan a la principal – como la relación de la cuidadora de Mark con el conserje de un hotel – y la poca profundidad de estos personajes es notable. Sin embargo la película es simpática, consigue emocionar, entretener y divertir por momentos, sin caer en los típicos golpes de efecto. No hay que esperar mucho más de lo que se muestra en la superficie. Y a veces, eso alcanza.
Conectarse en la intimidad "The Sessions" es una película maravillosa que celebra la vida y las relaciones interpersonales, el conectarse íntimamente con otro ser humano. Lamentablemente no llegará a estrenarse en Argentina vaya a saber uno por qué cuestiones, eso sí, para películas de adolescentes idiotas histeriqueándose o exorcismos varios, siempre hay salas de sobra. ¿Por qué será que nos atrae más ver por decimocuarta vez a una joven poseída y no una historia bien hecha sobre el amor, la redención y la vida misma?... Después de este pequeño lamento, paso de lleno a la reseña de este trabajo del director polaco Ben Lewin, un veterano del cine y la TV que no dirigía un largometraje desde 1994. Sus films anteriores son buenos, no la gran cosa, pero buenos. Se ve que el tiempo le vino muy bien a este señor y volvió con todo. "The Sessions" se basa en las memorias de Mark O'Brien, un periodista y poeta que padeció una enfermedad degenerativa de los músculos llamada poliomielitis desde su infancia. La trama se centra en Mark a sus 38 años, momento en el cual nuestro protagonista conoce el amor y el sexo por primera vez. Su condición física lo alejó siempre de las mujeres, no sólo por el rechazo que generaba, sino muchas veces por la propia estreches de sus pensamientos acrecentados por una gran sensación de inseguridad. Y no es para menos, Mark además de encontrarse cuadripléjico dependía gran parte de su tiempo de una cámara de ventilación negativa, pasándolo en criollo, una máquina para poder respirar. Criado católico, Mark busca consejo y asesoramiento en el padre Brendan para tomar la decisión de encarar una terapia sexual en la que podría al fin perder su virginidad. Esta situación contribuyó en gran parte a la condición de comedia que tiene el film, ofreciendo momentos realmente divertidos entre los dos personajes. Por otro lado, el humor se combina de manera muy natural con el otro gran pilar de la historia, el drama de descubrir las sensaciones del amor, las lindas y las feas. El trío de actores principales, un espléndido John Hawkes en el rol de Mark, Helen Hunt como la terapeuta sexual, en uno de los mejores papeles de su carrera actoral, y el genio de William H. Macy como el padre Brendan, conforman un equipo inmejorable que tomará al espectador por sorpresa y lo llevarán por un paseo emocional fuerte, sin golpes bajos ni cursilerías, pero sí apelando al corazón de cada uno.