Flogger lado B Más que un documental sobre Agustina Vivero, más conocida como Cumbio, el film de Andrea Yannino es un retrato furioso sobre el reverso de la fama, centrado en un personaje que bien podría haber sido cualquiera de nosotros. Cumbio tomó presencia mediática cuando hace un par de años las tribus urbanas compuestas por floggers, emos y cumbieros coparon con su presencia los medios masivos de comunicación argentina. Soi Cumbio (2011) toma ese momento en la vida de la adolescente que la tapó la boca a más de un “periodista” y la muestra desde un costado desconocido, íntimo y familiar. El relato es llevado adelante por la propia Cumbio desde el presente. No se mete con su vida pasada ni con su futuro. De manera excluyente se sitúa en sus cinco minutos de fama, sin juzgar ni manipular al espectador para llevarlo hacia lugares en los que pueda dictaminar sobre la persona o el personaje, simplemente lo muestra. Así la vemos transitar por su casa, su vínculo familiar, sus amores, su relación con la fama y los medios ante lo que su imagen generaba. Soi Cumbio no sólo muestra a una adolescente que se caracterizó por tener el fotolog más visitado del país sino lo que ella generó consigo misma con menos de 18 años y como se las ingenia para convivir con la fama efímera. Dejando al personaje para mostrar a la persona Andrea Yannino logra un documental dinámico, sin demagogia y con la inteligencia de omitir juzgamientos impropios. Una tesís que sirve para entender como es el lado B de lo que uno cree la fama y que para quienes lo vivencia en persona no es otra cosa que la normalidad.
Pasión de multitudes Documental que muestra a la famosa flogger, suelta, en su intimidad. Usted quiere entender minuciosamente qué es o fue el masivo fenómeno “Cumbio”? ¿Quiere comprender en qué consiste ser flogger ? Bueno: nada de eso está explicado en este documental sobre la adolescente que, a través de su fotolog, despertó pasión de multitudes. Soi Cumbio muestra a Agustina Vivero, verdadero nombre de la protagonista, en su intimidad familiar y en el vínculo con sus amigos, mientras la fama le cambia ambiguamente la vida. La película no cuenta con una voz en off, ni con juicios ni con análisis sobre Cumbio. En realidad, invierte la lógica de los documentales de personaje y nos muestra, en este caso, las veloces, poderosas construcciones comunicacionales que envuelven a una chica como tantas otras. Por un lado, las redes sociales, que parecen ser una fuente de placer multiplicador para ella. Por otro, los medios periodísticos, con sus construcciones muchas veces arbitrarias. La brusca fama y sus efectos secundarios: para Cumbio, según lo muestra este documental, no todos fueron positivos. Así podemos verla, al mismo tiempo que su familia, en los principales programas de TV, bombardeada a preguntas sobre su sexualidad, como si el tema resultara importante para alguien. La película, en cambio, capta sus idas y vueltas, como las de cualquier otra persona, con su novia. Cumbio demanda públicamente, y esto sí involucra a otros, respeto por la diversidad. Más allá de esto, destila rebeldía, vitalidad y confusión, como tantos jóvenes y adultos. Queda para otra película saber si su fama desmedida tiene justificación: acá constatamos la maquinaria mediática que la propició.
Buen retrato de la “flogger” más famosa «In Argentina, a Camera and a Blog Make a Star», titulaba el «New York Times» hace poco más de dos años una nota sobre el suceso de Agustina Vivero, (a) Cumbio. Hasta ahí había llegado la fama de esta chica, una de las primeras famas surgidas exclusiva y espontáneamente a través de internet en cualquier parte del mundo. Por raro que parezca, un día la chica se sentó, empezó a hacer amistades virtuales, pocos años después empezó a armar reuniones para verse las caras reales, y descubrió su gran poder de convocatoria. A su vez, la descubrieron la tele y los comercios, y el público descubrió la palabra flogger. Para entonces, Cumbio tenía 17 años, 29 millones de visitas a su fotolog, clubes de fans, hasta mil dólares semanales por hacer presentaciones en fiestas floggers que ella misma impulsaba en determinados locales, un contrato con una firma internacional para pasear una línea de ropa, y hasta una autobiografía. Era una simple adolescente como cualquier otra, pero poco de esto hubiera pasado sin su particular carisma, y, especialmente, sin su particular sentido común, que la diferenciaba de tantas otras criaturas de su edad. Tampoco hubiera pasado, hay que reconocerlo, si un experto en mercadotecnia no se hubiera acercado a ella en el momento oportuno. Este documental de Andrea Yannino la sigue en su paso hacia los 18 años, haciendo chiquilinadas como corresponde a su edad y también diciendo cosas lúcidas, bien serias, en entrevistas y charlas públicas en escuelas, donde ya dio impulso a un mejor diálogo entre adultos y adolescentes, sobre todo en materia de asuntos sexuales que a ciertos medios les encanta escarbar. El documental sigue también a sus padres, dos personas sencillas que la acompañan con mucha paciencia, amplio sentido de la contención familiar, y aún mayor sentido del humor. Muy criollo el hombre, de gran aguante la mujer, correntinos los dos. Otros miembros de la familia mantienen perfil bajo. Detalle interesante, que hace más valorable a la chica: en cierto momento, Cumbio se niega a hablar de lo que no sabe, y eso que es un personaje mediático. Buen testimonio.
La temática del éxito mediático se ve reflejada en el documental argentino de la directora Andrea Yannino Soi Cumbio, recientemente exhibido en el pasado BAFICI. El film abarca la instancia en que Cumbio, una niña flogger se vió envuelta en un fenómeno que bien pudo llevar adelante teniendo en cuenta su temprana edad, una instancia que generó millones de visitas via internet, entrevistas para gráfica, tv, publicidades de prestigiosas marcas de calzado deportivo y hasta traspasar continentes. La popular sobre-exposición es aquí enfocada sobre la cotideaneidad, la mirada de sus padres, el alrededor conformado por amigos, su entonces novia y seguidores. Cumbio se convirtió en un fenómeno, y lo que aquí se evidencia es que desde el humilde lugar en que se vió situada, muchos aprovecharon la mediática situación para valerse de shows que convocaban a toda una generación que se veía reflejada en ella, que consumía los mismos productos como es la vestimenta, corte de cabello, gustos musicales y tecnología digital, virtual y telefónica. Soi Cumbio, nos muesta bien de cerca el panorama de la demonización de los medios, la fascinación de personas humildes por entrar en lo que para la televisión es la fama, y el reconocimiento inmediato, una movida cultural flash. Cumbio es Agustina Viveo, apodada asi por su gusto sobre el género musical, su página de internet alcanzó picos de millones de seguidores, quienes atentos a los movimientos de la adolescente acuden a toda convocatoria realizada con el simple objetivo de romper la barrera digital y conocerse personalmente, toarse fotografías, firmar autógrafos y convertirse así en un ídolo o referente juvenil. En cierta manera representante de una juventud no escuchada por los mayores, especialmente los padres, su devenir en comunicadora de una parte de la sociedad lo vió involucrada en recorridos por el interior de nuestro país, convocando a charlas y debates como así a tortuosas operaciones de lugares bailables para convocar público gracias a su presencia y como denuncia ésta en el documental, volver a su casa con tan solo cien pesos. Cumbio, por momentos, sólo apreciables en este delicado documental muestra su faceta interna, la de ser hija. Alli la cámara observadora de Andrea Yanino no urga, sólo documenta rostros, gestos, conversaciones que terminan por mostrar las flaquezas de Cumbio, como toda persona frente a un fenómeno que la sobrepasa. La fama es hermosa si se la sabe manejar, pero esta, escapa de sus manos. Un gesto de cariño hacia su madre, sólo llega ante un escrito en su sitio de internet, no con un abrazo ni un beso. Cumbio siente, cuida a su novia, la cela y distingue claramente al responder a periodistas sobre su intimidad, sexualidad y definición. En cierta manera, y teniendo su edad, le tapa la boca a mas de uno. Soi Cumbio es un documento valorable a la hora de querer entender qué es un blog, un fotolog, una web site, cómo son administradas, qué generan del otro lado, quienes las consumen, y el poder de esta no ya tan novedad que revolucionó la era digital tras el advenimiento de internet. Las nuevas formas de colectividades a través de distintos caminos y maneras de establecer el vínculo.
Soi Cumbio es el primer largometraje de la directora Andrea Yannino. Documental de 75 minutos que retrata una fragmento de la vida de la otrora adolescente Agustina Vivero, alias Cumbio, cuyo devenir flogger la llevó a una inesperada popularidad algunos años atrás. El relato que vemos, nos ofrece a Cumbio desde las diferentes relaciones que sostiene con sus padres, amigos, novia, periodistas, seguidores, colegio y medios de comunicación; en el momento en que la fama la descubre. Así veremos como, una vez más, tanto la televisión como la prensa escrita demuestran su interés, al hacer foco en el fenómeno para servirse de este hasta agotarlo.Soy Cumbio refleja la multiplicidad de relaciones que evidencian las diferentes instituciones que conforman nuestra sociedad y a través de las cuales los sujetos crecen, se desarrollan y se reproducen: familia, escuela, pareja, pares. Instituciones que, como ya sabemos, se han visto desequilibradas con el advenimiento de la llamada cultura 2.0 que instala una nueva modalidad de relación entre quienes se internan y comunican a través de ellas. Esta nueva forma de relacionarse, a través de chats, blogs, fotologs, mensajes de texto, e-mails y auriculares en eterno funcionamiento, que es a juicio de quien escribe, una nueva modalidad de alienación, está modesta pero correctamente construida por Andrea Yannino. La virtud del documental reside en que es a través del tratamiento de la imagen que percibimos las vertiginosas vivencias tristes y alegres de la adolescente protagonista. Lejos de todo juicio de valor sobre el personaje y prescindiendo de la habitual voz en off del género, es en la utilización del montaje por corte directo, los movimientos de cámara veloces que obligan a una pérdida de foco que se demora en restablecer, y una iluminación que pareciera denotar la misma espontaneidad que Cumbio en sus expresiones, que la película encuentra su mayor valor. Existe en la imagen una homologación a la protagonista en tanto invita a preguntarse cuál es o ha sido el rol de las instituciones en la vida de los adolescentes en general. Soy Cumbio utiliza material rodado con Agustina Vivero y su familia en la propia casa y alrededores, al que intercala fragmentos de archivo periodístico que dan cuenta del momento de breve fama de la joven que la ha llevado, incluso, a publicar un libro cuyos compradores formaron largas colas para conseguir la firma de la autora. El material documental muestra el mismo respeto que se evidencia en la elaboración de la película, pues sabemos que en todo rodaje existe una puesta de cámara sostenida por una decisión y elección previa; y en este registro, el documental, Andrea Yannino, comprende la inmediatez del contacto entre personas y a la vez el vacío comunicacional.
Andrea Yannino sigue los pasos de la flogger argentina más mediática Agustina Vivero, mejor conocida como Cumbio (por su amor por la cumbia), es una joven ahora de veinte años del barrio de San Cristóbal como cualquier otra, sólo que hace cuatro años tuvo la idea pionera de crear una comunidad de adolescentes como ella, angustiada por terminar con la soledad y el aislamiento que propone la vida a esa edad, a partir de un fotolog. De allí la definición de comunidad flogger, nacida en tiempos de las redes virtuales. El fenómeno, que tomó características de mediático hace tres años, cuando las reuniones cada vez más grandes del grupo en las escalinatas del acceso al Abasto por la calle Agüero iban convirtiéndose en multitudinarias, quedó reflejado en forma indirecta en este documental de Andrea Yannino que se propone observar al personaje más allá de su vida pública, que aparece justo en el momento de su acceso a los grandes medios, como The New York Times o El Paí s, de Madrid, que la entrevistaron. Cumbio llegó a tener espacios fijos en medios, notas de a montones en revistas juveniles, participación en ciclos televisivos hasta el cansancio y un libro, en un registro que mucho se parece al de un reality show. Cumbio definió un look físico, una forma de vestir, una serie de pautas a las que seguir, fue y todavía sigue siendo, aunque en menor intensidad, un nombre repetido y marca registrada de transgresión, hay que reconocerlo, bastante naíf y aun así muy criticada y hasta perseguida por miradas morales extremas (atormentadas por su bisexualidad), y las de otros grupos juveniles sesgadas por la intolerancia, tal el caso de algunos cumbieros y raperos. A la intimidad familiar su suman sus reuniones con su entorno, con compañeros de historias floggeras, que van armando un panorama más acabado de lo que se constituyó como un fenómeno social multitudinario. Yannino aporta una mirada objetiva, sin subrayados, en compleja tarea de encontrar a la persona detrás del personaje, y lo consigue. El tema interesa y su observación se ajusta a la meta buscada, con prolija espontaneidad y sin caer en demagogia alguna.
Agustina Vivero, alias Cumbio, fue, hace aproximadamente tres años, la abanderada de la cultura flogger. La cultura flogger integra lo que llamamos las tribus urbanas. Aquella etapa de Cumbio, seudónimo que se ganó por su gusto a la cumbia, es reflejada en su vida cotidiana. Vida para nada desconocida por parte de los fanáticos que la siguieron a través de los programas mediáticos, de los fotolog y los diferentes formatos de comunicación computarizada. Se hace mucho hincapié en su sexualidad, como si fuese la única diferencia, y se la muestra a Cumbio junto a su familia. Este documental de la realizadora Andrea Yannino humaniza la figura de Cumbio y la podemos conocer más a fondo. Sin lugar a dudas deja demostrado que la fama es puro cuento, y de qué manera todo lo que sube rápido baja con similar rapidez. Vemos las imágenes de Cumbio en los principales programas de TV y toda la fiebre que generó en sus seguidores, y hoy, a tan sólo dos o tres años, poco es lo que queda el personaje ya es historia. En la actualidad Agustina no es tan adolescente, lo mismo sus fans que hicieron cola para comprar su libro. Quizás esta producción sea el cierre de lo que fue Cumbio para la cultura flogger. Dentro de unos años este documental va a resultar toda una curiosidad para las nuevas generaciones, tal como ocurre hoy cuando vemos el nacimiento de los hippies en la Argentina, o cuando observamos que ya no queda nada de esos punks que en la última dictadura militar se reunían en Cabildo y Juramento. Cumbio crecerá, sus seguidores también, y todo esto se convertirá en recuerdo de juventud. Esa juventud que nunca se pierde y se lleva en un rincón del corazón. Una realización para ver y analizar estos fenómenos que se dan de vez en cuando, y que con el paso de los años forman parte de las anécdotas de geriátricos.