Crónica del rock pesado ¿Qué es el heavy metal? O mejor dicho, ¿qué es "ser" un heavy metal? Preguntas que se aventura a responder el rockumental Sucio y desprolijo: El heavy metal en Argentina (2015) que dirigen Lucas Lot Calabró y Paula Alvarez. Un recorrido por la historia del “rock pesado” en Argentina, sus bandas fundacionales con sus máximos exponentes, pero también acerca del “sentido” de pertenencia del heavy metal, una forma de ser y de pensar. Una actitud de vida para sus seguidores. “¿Sábes por qué hacemos rock? Porque con la música de la princesita Karina no podemos ir a la guerra”, dice Ricardo Iorio, líder de Hermética entre otras bandas que supo armar, como una suerte de gurú espiritual del movimiento musical en Argentina. El documental de Lucas Lot Calabró y Paula Alvarez cuenta con todos los elementos que un buen documental debe tener: la voz de todos los especialistas en el tema, imágenes de archivo contundentes y gráficas de lo narrado, y la recreación del espacio y tiempo donde transcurre el heavy metal para posicionar en ese micro universo al espectador. De esta manera Sucio y desprolijo: El heavy metal en Argentina cuenta con la colaboración de Joaquin Amat, Andrés Violante, Martín Darksoul, Liliana Napolitano, José Luis “Paya” Sosa, Alfredo “Pocho” Andrade, y tiene los testimonios del ya mencionado Ricardo Iorio, Pappo, Alberto Zamarbide, periodistas de la talla del ruso Verea y muchos más; que cuentan anécdotas exquisitas de la formación e influencia de bandas como V8, Hermética, Riff, Pappo Blues, Almafuerte. La película arranca con una voz que dice “heavy metal es ir todos los días a trabajar, a estudiar” ésta -y la frase de Iorio como tantas otras-, hacen alusión a la actitud rockera de lucha diaria, de aquellos que pertenecen al eslabón más bajo del sistema y que reafirman sus principios a fuerza de orgullo y sacrificio. Desde este lugar el documental rompe con la estigmatización social hacia el seguidor de la música “heavy” -de ahí el título sucio y desprolijo- para entender su verdadera razón de ser. Un documental apasionado y completo sobre el heavy metal argentino, que promueve el escuchar las citadas bandas a todo volumen y -¿por qué no?- manejando en auto por la ruta. Frase que alguna vez dijo Pappo, y merece ser tenida en cuenta. Ahora sabemos el motivo.
Lo importante es la familia… del heavy metal El documental de Lucas Calabró y Paula Alvarez es un intenso recorrido por la historia del heavy metal en el país durante las últimas tres o cuatro décadas, que se centra en la figura de Ricardo Iorio, una de las piezas fundamentales del género en Argentina (aunque los demás personajes tengan cosas que contar, indirectamente siempre se vuelve al líder de Almafuerte), junto a un espacio de mitificación fuerte para Pappo. Sucio y desprolijo: el heavy metal en Argentina comienza con los pioneros del rock nacional, y se habla de Manal y El Reloj como bandas de un rock más duro que fue lo más cercano a este movimiento en la década del 70. Los primeros dos que realmente tuvieron sonido e imagen de heavy metaleros fueron Riff y V8. Y un tema fundamental en ese recorte es la rabia que esa generación tenía en sus letras: Destrucción fue el título de una de las canciones más emblemáticas del período. Dentro de un obsesivo trabajo de investigación, se sigue la relación que tuvieron con la violencia, principalmente en las décadas del 80 y 90, algunas veces demasiado direccionada por los medios, otras por el mismo público que acrecentaba las diferencias de gustos con respecto a qué es heavy metal y qué no. El cambio de mentalidad de buena parte del público que se dio a fines de los 90, permitió que los padres puedan volver con sus hijos a los recitales, reforzando esa idea de familia que el documental potencia. Hay pequeños apartados muy interesantes, uno es la falta de mujeres en el género, que muchas veces se debió a esa imagen machista que se mostraba hacia afuera, aunque por suerte cambió mucho en los últimos años, como comenta Silvina Harris. Otro punto interesante es la tendencia a cerrarse como comunidad, lo que incrementa su sentido de pertenencia, pero a su vez los aísla un poco de otros públicos. Esta dicotomía se nota en las expresiones de algunos de los entrevistados y le da un aire sincero a este muy atractivo film.
EL HEAVY METAL EN NUESTRO PAÍS Paula Alvarez y Lucas Calabró y el resultado un trabajo de cuatro años que destaca al heavy metal como un movimiento de lucha y resistencia que ya lleva 30 años. Con más de 90 entrevistas a músico y periodistas, con el testimonio de figuras como Ricardo Iorio, Michel Peyronel, Mario Pergolini, el ruso Verea, Eduardo de la Puente, entre muchos otros. Interesante, sólido trabajo.
En los últimos años el rock nacional pasó a tener un lugar entre los documentales argentinos. La cantidad de fanáticos y de personas amantes del rock en nuestro país siempre hizo que preguntáramos porque no era proporcional a la cantidad de películas relacionadas con esa temática. En los últimos tiempos y entre algunos que podemos recordar, en esta edición del BAFICI estuvo la película sobre Adicta, de la edición anterior recordamos “Relampago en la Oscuridad”, sobre el Beto Zamarbide; o también “Desacato a la Autoridad”, la película sobre el punk contada por Tomas Makaji y Patricia Pietrafesa (música de Kumbia Queers o She Devils); “Solo”, el film sobre el Bocha Sokol, “El rey del rocanrol, la leyenda de Pajarito Zaguri”, entre muchos otros. Todo esto en un corto tiempo de dos años. Ahora volvemos sobre la temática del heavy metal para repasar su historia en el país en los últimos casi 35 años, Sucio y Desprolijo hace un repaso muy global sobre el movimiento metalero, en especial sobre sus bandas más populares y referentes más destacados. A lo largo de dos horas, el film se divide en capítulos entre la cronología y el hincapié sobre algunas figuras como Ricardo Iorio o Pappo. Sucio y Desprolijo comienza abordando el tema de los orígenes del movimiento, a través de testimonios de periodistas, músicos y fanáticos, todos muy conocidos en el ambiente, como el Ruso Verea, Alejandro Nagy, César Fuentes Rodríguez, Andrés Violante, casi todos los grandes músicos del metal pesado argentino, y etc, etc, etc. Con un interesante material de archivo sobre el que se apoya para desarrollar muy bien su argumento, sin narrador, ni voz en off, todo contado en primera persona por los protagonistas de primera mano. El único apoyo visual, por fuera del archivo y los testimonios, son gráficas que muestran la línea temporal de las bandas que surgieron. Como relato, el film no deja de lado las polémicas y reflexiones sobre el pasado, presente y futuro del heavy metal. No tiene pudor en exhibir las miserias de otros tiempos, como la famosa pelea entre “falso metal/careta” y el metal de verdad que estuvo muy arraigada en la cabeza de sus fans durante mucho tiempo. Por otro lado, muestra el panorama del ambiente actual, las influencias principales de otros momentos y también cierta preocupación sobre el futuro, por la falta de lugar para nuevos referentes en la música metalera. Los cuatro años de producción de la película fueron suficientes para tomar de primera mano varios encuentros interesantes para filmar como, entre otros, el recital de reunión de v8 o algún homenaje a Pappo. El film es casi obligatorio para cualquier escucha del heavy metal, pero también del rock. “Sucio y Desprolijo” no solamente está dedicado a los músicos, sino también tiene declaraciones de los grupos de fanáticos más conocidos del ambiente, que testifican las dificultades de otros momentos en el ambiente y su sentido de pertenencia. En muchas de esas anecdotas también se ve lo rico de la película, porque va a tono con lo que busca contar; el heavy metal no se trata solamente de un estilo musical, sino de un estilo de vida para una gran cantidad de fanáticos.
Así como existe en la ficción un pysique du role ideal de los actores para tal o cual personaje, el cine demanda una forma de realización ideal para determinado contenido. Cuando estos factores se conjugan la cosa fluye distinto y provoca una dinámica pura a la cual se le pueden destacar detalles a favor o en contra, pero en definitiva se da un funcionamiento lo más acorde posible a la propuesta. Con esto dicho, el género documental encuentra en éste tipo de decisiones una parábola ideal que se traza entre los realizadores y los receptores de cada obra que a veces sientan las bases inspiradoras para el tan postergado abordaje de nuestra historia en todos los aspectos sociales, políticos y económicos que en definitiva definen nuestra cultura. El estreno de “Sucio y desprolijo: El Heavy Metal en Argentina” planta una semilla más para aportar a las dos grandes “deudas” (las comillas no son críticas sino una expresión de deseo) que la ficción nacional tiene con el fútbol y con la música. Para los neófitos y no tanto, éste estreno bien podría ser una continuación conceptual de aquél gran documental llamado “Argentina Beat” en el cual Hernán Gaffet exploraba en las raíces de nuestro rock, empezando por los ‘50 con Eddie Pequenino a la cabeza, todo relatado por Lalo Mir. La película de Paula Alvarez y Lucas Calabró toma, tal vez sin proponérselo, una posta que a fines de los ‘70 iba a bifurcar el camino del rock en distintas corrientes. Así, con testimonios de los artistas más representativos del Metal Pesado y especialistas se irá tejiendo y construyendo el árbol genealógico de la parte más rebelde, contestataria y protestante del rock en el mundo, pero en Argentina en particular. Los directores se apoyaron claramente en la palabra calificada de hacedores y críticos para poder armar el andamiaje del texto, y un poco menos en el material de archivo que, salvo por algunos fragmentos de verdaderos hallazgos, en la investigación histórica, no representan en su esencia un elemento determinante del mensaje (imperdible la anécdota del “doble bombo” de V8). “Sucio y desprolijo: el Heavy Metal en Argentina” es un abrazo (ya el nombre remite a uno de los grandes temas de Pappo's Blues) a la forma de escribir esta página de nuestro rock, acaso la que más escollos, prejuicios y rechazos ha recibido desde su nacimiento. “…Para mí el Heavy Metal no es el tipo vomitando en el rincón…” dirá Gustavo Zavala de “Tren Loco “...las letras del metal son un grito de rebeldía. Es como gritar en el medio del desierto, tenés que gritar más fuerte para que te escuchen…” Desde Alejandro Nagy, César Fuentes Rodríguez y Alfredo Rosso (especialistas) a Alejandro Medina, Michel Peyronel y Gustavo Rowek, el texto se hará carne en las imágenes y alma en las palabras para poder acercar una gran porción del gen de toda esta historia que acaso se transforme en las banderas eternas de la crítica feroz al sistema. Una descarga para el “no puedo más” del tipo que se resigna. La realización es convencional en su forma, pero absolutamente necesaria como testimonio para las próximas generaciones. El rock pesado está vivo y esta película llegó para demostrarlo.
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