El documental en 3D dedicado a un fenómeno del pop ya dejó de ser una rareza en las carteleras del mundo. De los Jonas Brothers al nuevo grupo de muchachos británicos de atractivo global, One Direction, hoy parece que para ser una estrella pop juvenil como el mercado y las fanáticas mandan hay que tener un documental que muestre lo que hacen en el escenario y más allá de él. En ese contexto aparece Teen Angels: el adiós 3D , una recopilación del show despedida de la exitosa banda integrada por Nico Riera, Peter Lanzani, Lali Espósito, Rochi Igarzábal y Gastón Dalmau en el teatro Gran Rex. Y, al igual que muchos de los films de este mismo subgénero, la película que resulta está realizada solamente para convocar a los fanáticos del grupo que quieran revivir el show que probablemente vieron en vivo. El agregado de los testimonios de los integrantes de la banda refuerza esa idea de audiencia informada, esa que conoce quién es cada uno y hasta qué irá a decir. Sentados frente a la cámara en el imponente Gran Rex vacío -que impacta especialmente cuando se corta a las escenas del mismo lugar estallando de fanáticos-, los artistas resumen su experiencia en la banda en segmentos divididos por temas bastante convencionales: los fanáticos, las canciones preferidas, los recuerdos, las palabras de la despedida. Si el objetivo de la producción era realizar un registro del final de una banda y un fenómeno que encantó a miles de adolescentes y niños durante sus más de seis años de existencia, Teen Angels: el adiós 3D cumple la tarea. Pero no consigue mucho más. Como probó el documental dedicado a la llegada de Justin Bieber al Madison Square Garden, Justin Bieber: Never S ay Never, en el cruce entre la industria discográfica, los ídolos juveniles y el cine se pueden contar historias que satisfagan a los fanáticos, pero que además cuenten una historia para los que no lo son. Y tal vez nunca lo sean, pero al menos podrán entender qué es lo que fascinó a tantos y de paso ver un film que supere la inmediatez y particularidad de su premisa inicial. Algo que este documental no parece haberse planteado siquiera como posibilidad.
El último vuelo de un fenómeno del pop El filme de Juan Manuel Jiménez tiene una mirada de fan y está pensado para aquellos que no estuvieron en sus últimos shows. La cámara lenta deja ver a la larga fila de chicos y chicas que se amontonan en las puertas del Teatro Gran Rex para disfrutar del último show de TeenAngels en julio de 2012. Como si no se quisiera acabar, llega a su fin aquel ritual que se respetaba desde hacía más de un lustro. Los preparativos en el backstage de Nicolás Riera, Peter Lanzani, Lali Espósito, Rochi Igarzábal y Gastón Dalmau comienzan a correr el telón de la intimidad de este grupo que editó seis álbumes de estudio y tres ediciones en vivo, además de unas cuantas giras internacionales. Furor joven. El concierto posee una ágil edición, registrado desde varios puntos con cámara grúa incluida, y se intercala con entrevistas a los artistas, antecedidos con el tema de la pregunta en cuestión, un recurso que le quita algo de ritmo al relato. Por separado, el quinteto responde sobre el escenario del Gran Rex vacío y se profundiza el efecto tridimensional. Lo que llama la atención de este musical (más que documental) es el rol que cumplen los fans en la película. Por un lado se les da cierta omnipresencia durante muchos tramos del show, a través de planos faciales que buscan plasmar -hasta el cansancio- cuánta emoción sienten por sus ídolos. Pero por el otro, existe una ausencia de sus seguidores en el registro oral: no hay una sola declaración de ellos a cámara sobre el grupo de sus sueños. Se percibe cierta distancia cinematográfica entre los ex Casi ángeles y su gente. Las entrevistas al grupo toca temas como “El público”, “Ser mujer” o “Lo bueno y lo malo, la música y los miedos” donde Nico es -por varios cuerpos-, el que más se sale del libreto y le pone algo de pimienta y humor a las acartonadas y predecibles respuestas de sus compañeros. “Lo bueno es que no tuve que pagar más una entrada a un boliche”, contaba Riera sobre el plus de la fama. Temas como Sale el sol, Nena (con la clásica galera incluida) y la emotiva Escaparé se reparten en el recorte del setlist. Las coreografías de Lali y Rochi (algunas bastante sensuales) se contrastan con el gran despliegue físico de Nico y el carisma de Gas. Y la lluvia de papelitos nunca desentona en estos popcumentales para chicos. “A mí me decían que no podía cantar”, dice entre lágrimas Nico en las palabras de despedida del show. Los cinco están muy emocionados, bien cerca, es lo más lacrimógeno del filme. Pureza y pasión donde chocan las emociones. Una mayor cantidad de tomas desde el medio del público (se ven algunas, pero no son suficiente) le hubiese dado un mayor vértigo y calor a este registro correcto. Demasiado prolijo para un producto que nunca deber perder la frescura necesaria.
Una alegría que es contagiosa Canciones por las que pasa la melancolía, el amor, en las que abunda el concepto de sueño realizado, las experiencias positivas y la alegría compartida, coinciden en un filme ideal para los fans de los "Teen Angels". El filme presenta un grupo juvenil que se origina a partir de una exitosa serie televisiva Ñ"Casi ángeles"- que se mantuvo al aire con éxito por tres años y medio y fue creada por la productora y compositora Cris Morena ("Chiquititas"). Integrado originalmente por Gastón Dalmau, Nicolás Riera, Juan Pedro Lanzani, Mariana Espósito y María Eugenia Suárez, el actual grupo incluye a Rocío Igarzábal, ante la desvinculación por motivos que se desconocen de la joven María Eugenia Suárez. Heredera del éxito televisivo, la banda se convirtió en suceso para adolescentes y pre adolescentes, grabando varios álbumes y recorriendo distintos puntos geográficos del interior y el exterior, donde repitió su éxito y se independizó de la serie televisiva en 2011, para finalizar su actividad un año después. LOS CHICOS CANTAN Y BAILAN Esta película muestra su último recital en julio de 2012, en el Cine Gran Rex, de Buenos Aires con la asistencia entusiasta de más de tres mil doscientos jóvenes. El filme matiza imágenes del concierto en vivo, con tomas de los admiradores en la sala, así como reflexiones de los chicos que integran el grupo sobre el mismo fenómeno que representan. De esta manera pasan revista a sus seis años de integrantes de la serie televisiva, sus emociones, anécdotas y posteriormente su participación en la banda. "Teen Angels: El adiós 3D" tiene formato tradicional, es visualmente atractiva y transmite mucha energía adolescente. Incluye todas las canciones de la banda y puede disfrutarse de la simpatía de sus jóvenes integrantes -Gastón Dalmau, Mariana Espósito, Rocío Igarzábal, Juan Pedro Lanzani y Nicolás Riera-, fascinados por la experiencia, tanto como sus admiradoras deslumbradas por el desempeño del grupo. Canciones por las que pasa la melancolía, el amor, en las que abunda el concepto de sueño realizado, las experiencias positivas y la alegría compartida, coinciden en un filme ideal para los fans de los "Teen Angels".
Como la “idea” de grabar el último recital de la banda teen que salió del programa “Casi Angeles”, se transforma en un pseudo documental que no tiene ni pies ni cabeza como asi también su pésima dirección y guion aniquila cualquier posible puntaje. UNA GUÍA DE COMO NO SE DEBE HACER UN DOCUMENTAL Toda critica debe ser objetiva. Te pueden gustar o no estos chicos y lo que hacen. El documental esta ENTERAMENTE dirigido al mismo público que asistió a dicho recital, nenas de entre 10 y 15 años. Tomando este concepto como punto de inicio, quien haya dirigido esta cosa, se le ocurrió la genial idea de que TODO se conforme por sucesiones de las canciones en vivo alternándose con segmentos cuyas transiciones parecen estar hechas con el Power Point del Windows 98. Por otro lado la voz en off que narra el film es la de los protagonistas, jamás pero jamás se le da voz a alguna fanática para enriquecer el contenido. Son solamente estos chicos cantando por un lado y contando en los segmentos lo que significo la banda y bla bla bla… Si hubiera sido bien llevado, el resultado seria otro. El documental parece hecho de obligación con el Movie Maker, cuyas utilidades, seguramente a juzgar por la calidad del film, aún deben estar aprendiendo quienes realizaron dicho engendro de Lucifer. SIN PLATA Y SIN IDEAS No vamos a ponernos a juzgar si las canciones de los Teen Angels (en realidad ellos no componen solo ponen la jeta) son buenas o merecen la pena capital. Lo que se juzga es preguntarse ¿por que con todos los beneficios (llámese $$$) que le reparo dicha banda a sus creadores estos no se jugaron por un producto digamos, un poco mas “digno” y no tan ofensivo para la inteligencia del público? (En otras palabras; por que fueron tan ratones y no se gastaron un mango en darle un cuerpo más solido a esto?). Ademas el supuesto “3D ” hace una gala de ausencia total, su uso es ínfimo e insultante. Si lográramos buscar alguna analogía para explicar esta cosa con algún otro exponente teen del momento diría que “Teen Angels: El Adios” es a “Never Say Never” (la de Justin Bieber), lo que las películas de Uwe Boll (considerado el peor director de la actualidad) son a las de Tarantino. CONCLUSION La etiqueta de solo para fanáticos resulta hasta ofensiva. Se elaboró un producto malo y mezquino basándose en un sector de niñas que aun están en plena pubertad y con un amor irracional por sus teen idols, cuyos cerebros aun están en pleno proceso cognitivo. El resto de los mortales esta avisado de ante mano ante la presencia de lo que es una basura toxica fílmica de pies a cabeza.
Hasta Justin Bieber, a su lado, parece de calidad Este documental sigue explotando el fenómeno de la banda de música pop adolescente "Teen Angels", y nadie que no sea fan a muerte de estos chicos debería pensar ni en acercarse a la puerta del cine. Está claro que tiene miles de espectadores casi asegurados (no sólo son populares en la Argentina, sino en lugares como Israel, lo que está relacionado con el éxito en la exportación de algunos productos televisivos autóctonos). El documental no deja de ser un producto correctamente hecho, pensado un poco a la medida del film sobre el cantante Justin Bieber "Never say Never", registro de un show en el Madison Square Garden, ya que "Teen Angels El Adios 3D" documenta el último show del grupo en el Gran Rex el año pasado. Hay mucha histeria femenina, y seguramente las fans verán la película más de una vez y dormirán con el dvd debajo de la almohada cuando salga editado, y se sorprenderán favorablemente al verse gritando y llorando como locas estereoscópicamente. Hay buena puesta de luces, muchas cámaras bien dispuestas y un montaje vertiginoso típico del género, pero nada muy creativo o que llame la atención. Esto es algo entendible y en sincro con todas las variaciones de la más insulsa y desabrida música pop que interpreta esta banda artificial en su concepción y concreción. Se podria decir que, a su lado, Justin Bieber es Jim Morrison y los Jonas Brothers, los Rolling Stones.
El primer desamor Cuando estaba en una edad apropiada para seguir una producción de Cris Morena, al aire estaba Rebelde way, y la banda que formaron cuatro de los actores se llamaba Erreway. Esta última estaba muy bien pensada: Luisana y Felipe tenían el look y Camila y Benjamín el cerebro; en la telenovela Camila se rebelaba como podía a las expectativas del personaje de Catherine Fulop, y Benjamín flirteaba con ella prestándole discos de Lenny Kravitz. Las canciones eran mayormente pésimas, pero cada miembro tenía una onda que, en la suma, llegaba a representar a una buena tajada de los chicos que empezábamos a preguntarnos cosas por ese entonces. Teen Angels se despidió el año pasado después de la cosecha típica de cualquier plantel de Cris Morena: la telenovela, un musical para teatro, una parva de CD’s, la gira con el sorpresivo éxito en Israel, algún libro y la película, que en este caso es un registro del último recital, filmado en 3D para demorar un poco la precocidad de fanáticos capaces de enseñarles a sus padres a bajar películas. A diferencia de Erreway, los Teen Angels parecen gozar de un menor balance del encanto entre sus cinco miembros: Tacho Riera se pasa la mitad del show en cuero, toca la guitarra, hace una mímica sospechosa con el piano y es quien suelta las mejores impresiones en los intervalos de la película entre canciones, riéndose de sí mismo y llegando a admitir que un gran perk de ser Teen Angel es poder entrar gratis a los boliches. Los otros dos chicos surfean con simpatía el aburrimiento que provocan, y las chicas se contrastan entre la sobriedad de Rocío Igarzábal y el cada vez más grave protagonismo de Lali Espósito, quien ya carga con un bodrio nacional en 3D en su carrera (La pelea de mi vida), y en esta oportunidad suma un contacto horrendo pero efectivo con el público, opiniones de cassette y una pose sexual sobreactuada y ridícula en un par de canciones que recuerda a los singles apócrifos de Jenna Maroney, el personaje de 30 Rock. El escenario del recital se dispuso con los cinco chicos en el centro y los músicos que, según el momento de la lista de canciones, se muestran o dejan espacio a distintas visuales. Así es que la mayoría de planos 3D sobre el escenario termina haciendo un buen efecto, resaltando a los cantantes sobre las pantallas, los músicos o el público. La película se encarga de sabotear ese logro con un montaje lleno de malas decisiones en las cámaras y los movimientos elegidos, impidiendo seguir las coreografías o al menos a los Angels mientras se van turnando sobre los versos de las canciones. Si se escucha una voz o una armonía con un efecto dramático importante en el tema, por alguna razón pasa a poncharse a alguna chica en el público, muchas veces mirando el recital tranquila o incluso pifiándole a la letra que llega de arriba. Los intervalos ya mencionados reúnen sensaciones del grupo acerca del público, el teatro Gran Rex, la despedida y las canciones que cantan solos o en pareja, con errores de ortografía en los intertítulos y opiniones desconectadas que no dejan más que un mimo de consuelo a las fans que experimentan su primera disolución de banda gracias al criterio comercial que dictaminó su final. La puberploitation de la factoría Cris Morena trae siempre esta imposibilidad de que el producto en cuestión tenga un rendimiento digno en cada una de sus pretensiones multimediales. Es cierto que las telenovelas desde las que parten fueron siempre un combo mediocre de pop, chicos y chicas partibles, mensaje social y muchos clichés un poco insultantes para la individualidad que podemos alcanzar cuando somos jóvenes, pero nada es una buena excusa para que las nenas que lloraron frente a la tele, o con una vincha ridícula en el teatro, se lleven esto de souvenir.
Un show "casi en vivo" y para fans En febrero de 2011, fanáticos de todo el mundo vieron llegar a pantalla granda una recopilación de la carrera del ídolo juvenil Justin Bieber y su ascenso hasta el magnífico recital en el Madison Square Garden que lo lanzó definitivamente a la consideración mundial. El documental dirigido por John Chu y distribuido por Paramount Pictures en formato 3D, significó para la gran mayoría del público preadolescente y adolescente que seguía al canadiense, la oportunidad de colocarse frente a su ídolo en una suerte de "vivo virtual"; un "como si..." lo hubieran visto en persona y compartido cada paso hacia la concreción de su sueño, gracias al uso de las cámaras 3D. Algo similar ofrece Teen Angels: el adiós , una película que toma registro del recital de despedida de la banda en el Teatro Gran Rex, en julio del año pasado. Tras una gira que recorrió ciudades de la Argentina --incluida Bahía Blanca, con un megarecital en el estadio del Club Liniers--; Chile, Perú, Uruguay, Israel y países europeos, el grupo se disolvió en 2012, y a comienzos de este año se dio a conocer el lanzamiento de esta cinta. Como en el caso de Never say never , se puede ver en ella los preparativos para el recital que ofrecieron Gastón Dalmau, Mariana Espósito, Rocío Igarzabal, Nicolás Riera --hoy en proyectos individuales--; testimonios de las sensaciones de cada uno de ellos en la previa a esa despedida tras cuatro años de trabajo como banda, intercaladas con escenas del recital, un contraste entre intimidad y fiesta masiva que pega fuerte en las emociones de los fanáticos. A ellos está dirigida esta cinta, y posiblemente a captar algún resabio de consumidores desprevenidos que puedan contribuir a extender un fenómeno musical que, al menos hoy y ante la irrupción de ídolos tan inolvidables como reemplazables, ya forma parte del pasado.
Energía adolescente sobre el escenario Cada vez es más frecuente la realización de un documental en 3D alrededor de una banda juvenil, lo que genera una especie de subgénero donde se cruzan la industria discográfica, el cine y los fugaces ídolos adolescentes. Es también el caso de esta película sobre una banda originada a partir de la exitosa serie televisiva “Casi ángeles”, grupo teen que emergió al calor de aquel fenómeno mediático y se convirtió en suceso para idénticos adolescentes y púberes. El concierto posee una edición ágil, con un registro desde varios puntos, algunos con cámara grúa. Se intercalan entrevistas a los integrantes: cada miembro del quinteto responde generalidades parecidas pero por separado, sobre el escenario del Gran Rex vacío. Apenas uno de ellos, “Nico”, escapa de las acartonadas y predecibles respuestas de sus compañeros, porque además de poner literalmente el cuerpo, sus confesiones son las más espontáneas y sinceras, en tanto reconoce sus limitaciones y temores: “Al principio del proyecto, a mí me decían que no podía cantar”, confiesa entre lágrimas y tambien admite que “para bailar me sentía más duro que un adoquín, paralizado...”. Tan prolijo como superficial Todo en este documental tiende a resaltar el espectáculo, la puesta en escena. Hay muy poco del backstage, rápidos preparativos y algunos comentarios breves antes de salir al ruedo. La participación del público, formado por púberes con sus madres y adolescentes de clase media, se enmarca siempre con miradas arrobadas, palmadas y aullliditos controlados. Se lo registra en masa, cuando se amontona en las puertas del Teatro Gran Rex y cuando forma filas para entrar, pero llama la atención que por un lado se les dé a los fans protagonismo durante muchos tramos del show, a través de primeros planos que los encuentran emocionados y arrobados ante sus ídolos, aunque entre ellos no se encuentra una sola declaración a cámara. Nunca se les da la palabra para hablar del grupo de sus sueños, evidenciando un vínculo distante, paradójicamente tibio y contenido. Una mayor cantidad de tomas desde el medio de los espectadores le hubiese dado mayor vértigo y calor al registro siempre prolijo y demasiado cuidado, como todo producto que quiere capturar solamente caras lindas, mohínes, letras melosas y emociones superficiales. Los temas son invariablemente convencionales: se parecen todos entre sí: hablan de lo mismo, con la misma rima y los mismos tópicos. Se pierde la cuenta de las veces que aparecen las palabras “corazón”, “sol”, “amor” y otras agudas acentuadas en “o” en letras edulcoradas, más lacrimógenas que emotivas, siempre sobrevolando abstracciones generales, dispuestas a salvar al mundo, a rescatar los sueños y a recordar que después de las tormentas sale el sol. El hecho de que con excepción del quinteto, lo demás permanezca en la sombra, hace que los verdaderos músicos del espectáculo sean audibles pero invisibles (ni siquiera se los nombra). Porque los Teen Angels cantan y bailan pero no mucho más, incluso sobre el número del piano, Nico confiesa que es la única canción donde sabe cómo tocar las teclas. En su formato tradicional “Teen Angels: El adiós 3D” es visualmente atractiva y transmite mucha energía adolescente pero solamente cumple el objetivo de registrar -a su manera- el final de una banda y un fenómeno que encantó a miles de jóvenes durante sus más de seis años de existencia. Convoca a los fans del grupo que quieran revivir el show pero nunca va más allá de la inmediatez de su premisa inicial, ni se lo propone.
Los Teen Angels es un grupo de cinco adolescentes que cantan. Salieron de la tira “Casi Angeles” y vendieron muchos discos. Vienen a ser como Los Parchís, Menudo, Chiquititas o el grupejo que a cada uno le haya tocado en “suerte” soportar cuando niños. Les sobra técnica y producción tanto como les falta alma y letras algo más elaboradas que el mensaje obvio sobre el amor y la amistad. Sería necio e ingenuo hacer un análisis sobre “Teen Angels 3D” midiendo con la misma vara con la que se mide una obra cinematográfica. Si me pongo a pensar podría ser una buena excusa para descargar varias broncas. A decir verdad, no hay absolutamente nada para decir de éste estreno y sin embargo ahí andamos con el editor discurriendo qué hacer. Sucede que es un recital brindado por esta gente. Un recital documentado, si se quiere porque también tiene imágenes de los fans haciendo la cola en el Gran Rex; niñas gritando de la emoción y planos detalles de algunas banderas. También hay varios copetes grabados por los integrantes del grupo Teen Angels con el teatro vacío como fondo e intercalados entre tema y tema como para darle más... ¿emoción? No. ¿Ternura? No, tampoco. ¿Valor artístico? Ni a palos. ¡Duración! ¡Ahí está! Eso era. Duración. Algo que justifique el precio de la entrada o el valor del enésimo DVD que salga con el mismo material que los anteriores. Ah… es 3D y no hay nada que lo justifique. Si usted tiene la desgracia de tener hijas fanáticas de la banda, deberá cerrar los ojos y llevarlas. Mala suerte. Es por la felicidad de ellas. Mi tía se bancó Los parchís contra el inventor invisible y nunca me lo echó en cara. Volví a ver la película muchos años después. La verdad que mi tía me bancaba cada una cuando era chico…
Para los fanáticos de estos ángeles adolescentes, en la línea de las películas que ya tuvieron Justin Bieber, Katy Perry, Miley Cyrus y se viene la de One direction. La despedida para revivir la emoción, para que la última vez sea inolvidable.