Atravesar el velo de la apariencia. Testigo de otro mundo tiene registro de documental y en ese espacio cinematográfico la ficción surge a cuentagotas para recrear una experiencia que tuvo como protagonista a Juan, un niño de doce años, quien vivió un “denominado” encuentro cercano con seres de luz, episodio traumático que lo recluyó en su propio mundo de soledad, completamente aislado de todos y con el miedo que aquello que vio fuera producto de su locura o su anormalidad frente a sus pares. El director Alan Stivelman escudriñó en la historia de Juan, penetró en ese muro de soledad gracias a la hospitalidad de este hombre de 35 años, con la misma mirada transparente del niño de doce, y decidió ayudarlo para cerrar un ciclo en su vida, recuperar los orígenes de su identidad ligada a los guaraníes, encontrar en sus ancestros las respuestas a su experiencia con el fenómeno OVNI. Sin embargo, la Ufología no ocupa el centro de Testigo de otro mundo, sino que el realizador junto a su protagonista Juan en una etapa de madurez y con ganas de confrontar sus propios miedos se internan en la búsqueda de la identidad para generar nexos entre el aporte de los sabios guaraníes, el experto en Ufología Jacques Vallée, quien declaró en varias oportunidades que la de Juan es una historia única en relación a otros acontecimientos de encuentros con seres extraterrestres, sin juzgar la verosimilitud de un relato de un niño de doce años cuando pudo conocerlo. Para Alan Stivelman correr el velo de la apariencia significó un enorme desafío a la incredulidad y a entender un fenómeno más ligado a la esfera espiritual que a los platos voladores. Conocer, en definitiva es aprender a hacer las preguntas correctas; abrir las dimensiones de la sensibilidad y despojarse de los falsos caminos de los saberes cuando la verdad se expresa y manifiesta de muchas formas diferentes, como la odisea de Juan y su encuentro con sus ancestros, sus sueños premonitorios y su paz interior tras haber cruzado el umbral del miedo a lo desconocido.
Al leer la sinopsis del film, uno espera encontrarse con una película más relacionada con hechos sobrenaturales, con la típica mística de las películas de extraterrestres que cierran con el mensaje “no estamos solos”. Sin embargo, Testigo de otro mundo es mucho más que eso. Se trata de un documental que aborda la problemática de los que dicen haber tenido experiencias con entidades que no parecen ser de nuestro planeta, se centraliza en el pensar, sentir y sufrir de Juan Pérez, quien fue abducido durante su infancia en Venado Tuerto en 1978. Lo hace desde un lado muy humano, sin poner en cuestión la existencia de los extraterrestres, sino en los traumas y las consecuencias que marcaron su vida y con los que sigue viviendo, aún hoy casi 40 años después. Tanto es así que al verlo en cámara, Juan de 50 años, todavía tiene cara de niño. Con ese objetivo, el director del film, Alan Stivelman se encarga de presentarnos y seguir la vida, mientras busca lograr una explicación que ayude a Juan, logrando una purgación en su relación con el traumático hecho. Entre consultas con chamanes guaraníes, expertos en los fenómenos OVNI, con la colaboración especial de Jacques Vallée, un reconocido astrónomo y ufólogo, el documental hace un trabajo de campo que dura aproximadamente un año entre viajes y entrevistas. El film al mismo tiempo se vale de recrear muchas de las escenas del pasado a través de dramatizaciones y animaciones. Se trata de un film más asociado a lo espiritual que al fenómeno OVNI, en el que se generan reflexiones muy interesantes sobre el hombre actual y nuestra relación con lo metafísico, la soledad, la naturaleza, las sociedades como comunidades y sobre todo, el sufrimiento de las personas que sienten o ven algo diferente que el común de la gente. Por eso, Testigo de otro mundo resulta un documental muy recomendable, ya que aunque el espectador no se sienta muy interesado por el fenómeno extraterrestre, se trata de una mirada diferenciadora del resto de este subgénero, y lo trae al llano. Genera empatía con el afectado y impulsa una visión sanadora de las cosas que ocurren a lo largo de nuestras vidas, más allá de este caso en particular. Porque en definitiva, sin buscarlo, trata sobre las diferencias que tenemos los seres humanos y la riqueza que hay en todos nosotros. Por Germán Morales
En la década de 1980 un chico de origen guaraní, que vivía en medio del campo argentino, tuvo un encuentro con un OVNI que, para muchos expertos internacionales, es uno de los casos más interesantes de este fenómeno. Alan Stivelman, director de "Testigo de otro mundo", decidió buscar a este chico, Juan Pérez, ahora adulto, y lo halló convertido en una persona aislada de sus semejantes y perturbado por aquel encuentro cercano que nunca pudo entender del todo. Para analizar su experiencia, trajo a la Argentina al astrofísico Jacques Vallée (el asesor elegido por Steven Spielberg en "Encuentros Cercanos del Tercer Tipo"), quien ya había estado en nuestro país cuando ocurría ese caso. El resultado es una película fascinante, que explora el tema de una manera distinta de los programas del estilo "Alienígenas ancestrales", ya que lo hace desde un punto de vista personal, alejado de los lugares comunes de la pseudociencia, empezando por la presencia de Vallée y centrándose en la conexión entre antiguas culturas originarias, como la guaraní, con fenómenos supuestamente extraterrestres. Si en lo formal la película resulta un tanto artesanal, y hasta desprolija, se debe a que muchos de los testimonios fueron obtenidos de manera sorpresiva por el mismo director, desprovisto de su equipo técnico, lo que por otro lado le da al conjunto un alto nivel de verosimilitud difícil de encontrar en otros documentales sobre encuentros cercanos. "Testigo de otro mundo" es uno de los mejores testimonios sobre el misterio del fenómeno OVNI y es muy recomendable tanto para creyentes como para el público que jamas tuvo interés ni sabe nada sobre el asunto.
Tras “Humano”, el realizador Alan Stivelman regresa con una propuesta diferente que bucea en un caso particular de encuentro con extraterrestres, la desinformación, y la explicación empírica para encontrar respuestas. El documental apela a recreación y a una multiplicidad de elementos narrativos para escapar de lugares comunes, potenciando su mensaje y logrando trascender su origen.
En Testigo de otro mundo, vamos a ver la historia de Juan, quien a sus doce años, tuvo una vivencia que lo marcó de por vida, ya que fue testigo presencial de un caso de ovnis. Ahora de adulto, vemos como vive retirado de la sociedad, con una angustia que nunca pudo sacarse y una historia que necesitaba ser contada. Algo que tenemos que hablar y aclarar de entrada, es que Testigo de otro mundo no nos va a mostrar el fenómeno ovni desde la parte ufológica y técnica del suceso, sino que vamos a ver una historia de auto descubrimiento, y donde su protagonista, cierra una vieja herida emocional. Así de a poco vamos conociendo sus raíces aborígenes, y cómo dicho encuentro, está conectado con sus antepasados, en especial, con su abuelo. De a poco el documental va mutando de tema, pero lo hace de forma tan natural, que como espectadores nunca nos va a molestar el cambio temático, ya que lo que se nos cuenta es bastante interesante. La parte donde se hace foco en la ascendencia aborigen de Juan, no solo nos muestra más de la cultura de este pueblo; sino que incide bastante con lo que en realidad quería contar Alan Stivelman (director y guionista del proyecto), y es la historia de un hombre que decidió auto recluirse de la sociedad, al no sentirse amparada por esta cuando vivió algo tan traumante. Si hablamos de los apartados técnicos, podemos decir que Testigo de otro mundo es muy bella de ver. Contrario a lo que pasa con muchos documentales, donde la calidad de imagen se siente bastante pobre, en esta ocasión vamos a tener no solo una buena dirección, sino un trabajo de imagen muy sólido. En especial donde se re crea el avistamiento vivido por Juan. Testigo de otro mundo es una buena opción para ir al cine esta semana, si uno no es fan de los superhéroes y le quiere escapar a la ola de gente que va a poblar casi todas las salas. Con un tema interesante, un buen guión que va mutando y una historia por demás humana, estamos seguros que no va a dejar indiferente a nadie.
Es un recorrido por la vida de Juan Pérez, que vive en el campo, de ascendencia guaraní y que cuando tenía 12 años vio un OVNI, no pudo contar bien su historia, todavía se quiebra emocionalmente porque sin duda fue algo muy fuerte y lo sigue siendo. Aun lo invaden los recuerdos e intenta reflejarlo a través de este documental con la ayuda del cineasta Alan Stivelman, la participación del famoso astrofísico Jacques Vallée, quien lo conoció en 1980, dos años después del hecho. Intentan sacarle sus traumas, encontrar su identidad y reencontrarse. El cineasta Alan Stivelman logra mostrar varios momentos emotivos e interesante , como así también cuando después de 35 años ellos se reencuentran con Juan Pérez, quien además fue reconocido por su comunidad y recibe el nombre de Avá Tupá que en lenguaje guaraní significa “Enviado del cielo”.
¿Cómo se sana un trauma con origen sobrenatural? El documental "Testigo de otro mundo" intenta responder a esta incógnita a través del viaje interno de su protagonista. Juan, que en la actualidad tiene 52 años, a los 12, fue testigo de un suceso ovni. Y a partir de ese día, el hombre de Venado Tuerto vive recluido en el campo, preso de la angustia y la incomprensión de lo que vivió. Ante este panorama, el director Alan Stivelman realiza un trabajo documental con las voces de sus protagonistas, de chamanes y de especialistas en el fenómeno. Lo cierto es que el fenómeno Ovni se presenta como un hecho sobrenatural moderno, y las películas se encargan de mostrar que los extraterrestres son seres que vienen a conquistar el planeta. Por eso, lo valorable del director es que propone apuntar en otra dirección e ir hasta el fondo. Así, se van tejiendo puentes a través del relato en primera persona del cineasta, de Juan, de las regresiones junto a su psiquiatra Néstor Berlanda y el análisis del famoso astrofísico Jacques Vallée. Si bien el tema es complejo de ser mostrado y que resulte verosímil, el filme mantiene el clima y conecta el fenómeno con las raíces aborígenes y los antepasados. Ubicado en pleno campo, este relato indaga en la naturaleza y más allá de las estrellas.
Encuentros cercanos de tipo argentino Testigo de otro mundo (2018) explora, dentro del género documental, el universo íntimo de un granjero asentado en la soledad rural, quien asegura haber visto un Ovni en su pre-adolescencia. Apoyado en la excusa de la fenomenología, Alan Stivelman (Humano, 2013) avanza hacia el costado antropológico para tomar contacto con la cultura y creencias guaraníes. Registro que bien podría ser exportado a otras latitudes por los conceptos globales que maneja sobre la existencia del ser. Además, está apadrinado por el creador de ARPANET (la pre internet) Jacques Vallée. El documentalista Alan Stivelman vuelve a congeniar lazos con Humano Films, joven productora dedicada al desarrollo de una línea temática que indaga en la búsqueda, orígenes y misterios de la identidad. Testigo de otro mundo logra un acabado documental que combina el estilo History Channel con el registro más abocado a lo autoral. Viaje de por medio, el rodaje se desarrolla entre Argentina y Paraguay, particularmente en los ámbitos donde circula Juan, hombre que asegura haber tenido contacto del tercer tipo apenas era niño. Imagen de archivo mediante (el caso llegó en su momento a la televisión), se puede ver en conferencia de prensa a un joven que se quiebra y es incapaz de expresar el hecho que lo trajo hasta allí. Ese muchacho, hoy convertido en adulto chacarero, es entrevistado por Stivelman con el objetivo de terminar el pasado relato trunco. El documental encuentra en la lucidez visual su mejor carta de presentación. Montaje, planos secuencia y desplazamientos de cámara transforman este registro vivo en una historia casi ficcionalizada, donde los conceptos fenomenológicos se fusionan con temas globales. Preguntas como, por ejemplo, ¿qué es el ser?, ¿existe vidas paralelas? ¿y en otros lados del universo? Son elevadas a un plano universal para ser pensadas por cualquier tipo de público. El documental, si bien está rodado en Argentina, apunta hacia otras latitudes. Esa extraña, pero pintoresca combinación entre documental al estilo Fernando "Pino" Solanas y The History Channel, sale airosa y se propone trasgredir las barreras del lunfardo nacional. Además, a partir del personaje elegido, Juan, el realizador propone el desentrañamiento antropológico y conocer cada detalle de la cultura guaraní, impregnada de la sabiduría sobre la vida, el más allá y el lenguaje. Rica en su multiplicidad de tonalidades, Testigo de otro mundo logra su cometido: emprender dos tipos de viajes, el primero hacia el interior de la vida personal de Juan y cómo se desarrolló la misma luego del evento epicentrico, y otro que tiende un puente transversal hacia la comprensión de otros tipos de pensamientos. Sostenida gracias al marco teórico inyectado por el creador del ARPANET, Jacques Vallée, la historia se hace convincente. El profesional, fuente de inspiración para la creación del personaje del experto francés Claude Lacombe interpretado por François Truffaut en Encuentro Cercano del Tercer Tipo (Close Encounters of the Third Kind, 1977), aporta desde sus conocimientos sobre ufología, pequeños detalles que van ayudando a Juan a recrear la escena que cambió su vida. Sin duda, otra llave para aprovechar y atreverse a cruzar la puerta de acceso al registro documental en el cine.