La familia siempre fue algo complejo de ver, y se ha complicado mucho más en este milenio, donde las distancias son tan cortas como largas, y a veces una tragedia y un milagro conspiran para volver a re ordenar todo. Aralia (Betiana Blum) es una pianista que se está recuperando de un trasplante de corazón. Esta nueva oportunidad de vivir hace que ponga en marcha una empresa arriesgada: juntar a toda su familia. Para esto, utiliza como excusa, una ceremonia para dar descanso final a las cenizas de su difunto marido, y un concierto homenaje para el mismo, donde participarán sus tres hijos (Martín Slipak, Pablo Rago y Romina Gaetani), y la banda conformada por una cellista (Silvana Bosco), y dos violinistas (Hugo Arana y Jorge Chester). Pero los problemas pasados con la banda y entre sus hijos conspirarán para que este encuentro sea de todo menos fácil.
El legado La segunda película de Tomás Sánchez (Otro corazón), Todavía (2018), decide tomar una vez más el tema de los trasplantes, pero desde el después de éste, trabajando con el drama y el humor, en dosis justas, las desventuras de una familia tras el deceso de la cabeza del grupo (Víctor Laplace) y las decisiones que tomarán para poder despedirse de él. Recuperando un cine popular que supo hacerse en los años ochenta, y revisitando el grotesco costumbrista, aquel género que tuvo como exponente máximo en la pantalla local a Alejandro Doria, la película se propone, además, como un aleccionador relato, con moraleja incluida, sobre la familia, el amor, la amistad y el duelo como proceso que en grupo se puede sobrellevar mejor. Pero aquello que tendría que ser simple se complejiza cuando el personaje que reúne a todos, Aralia (Betiana Blum), se empecina en convocar a sus hijos (Pablo Rago, Martín Slipak, Romina Gaetani) para cumplir con un último encuentro que servirá de ceremonia secreta para expiar culpas y unificarlos, pero también para despedirse y, de alguna manera, revelar algunos detalles poco conocidos de la vida de cada uno. Narrada en tres actos, y con algunos giros sobre el final de cada uno de éstos, el guion se ocupa de presentar la lucha de la mujer contra sus propios fantasmas, el recuerdo de su ex marido (Laplace), que la acompaña a todos lados (a modo de la clásica telenovela Regalo del cielo), acongojándola y separándola del resto de los miembros de su grupo, y la familia, quienes la seguirán de cerca controlándola ya que recientemente recibió un trasplante de corazón. Así, y sabiendo que sus hijos la cuestionarán, a pesar de ser la guía del grupo, los conflictos se apoderarán de todos cuando viejos resquemores salgan a la luz y los enfrenten ante una realidad inevitable, el dolor de saber que los vínculos se han debilitado, que la distancia ha hecho mella en cada uno y que ante el mínimo gesto, todo puede cambiar para peor. Sánchez vuelve a trabajar con problemáticas poco trabajadas en el cine local asociadas al servicio y la divulgación de cuestiones que profundizan sobre la realidad de personas trasplantadas y cómo se manejan con su entorno. La medicina se cuela en los fotogramas, desarrollando momentos pedagógicos que potencian decisiones dramáticas, como una charla que Aralia ofrece en un colegio a los alumnos. La decisión de transcurrir la acción en bellas locaciones naturales (Chapadmalal, Purmamarca) configura el marco ideal para que los conflictos se potencien, y a su vez, estimulen la identificación con los personajes a partir de las características con las que se los construyen. Con una estética televisiva, encuadres propios de ésta, y diálogos simples, Todavía apunta a un nicho específico que puede disfrutar sin prejuicios relatos para pasar el rato con mensajes incluidos. A la madre y sus hijos la secundan la pareja del ex marido (Beatriz Spelzini), el “novio” actual (Hugo Arana) y otros personajes que habilitarán la interacción a partir de algunas situaciones contenidas dentro de un contexto donde el humor permitirá trabajar el gag como apuntalamiento del progreso narrativo y también como motores de la tensión necesaria antes del desenlace.
“Todavía” es una película argentina dirigida y escrita por Tomás Sánchez y protagonizada por Betiana Blum, Hugo Arana, Romina Gaetani, Pablo Rago, entre otros. La historia se centra en Aralia, una pianista que salva su vida gracias a un trasplante de corazón y que tendrá otra oportunidad para concretar su mayor deseo. Pondrá en marcha un plan para reunir a sus hijos, más allá de las profundas diferencias que los separan. Un viaje lleno de humor y de música con sorprendentes encuentros que permitirán enfrentar y transformar en reconciliación el dolor por la pérdida de su esposo y el padre de sus hijos. El director nos trae una trama bastante interesante que combina y juega mucho con el drama familiar antes de un evento importante y la comedia. Todo esto va construyendo una historia muy entretenida, donde los personajes que aparecen durante todo el argumento llegan a ser muy simpáticos todos. Al principio del film se puede sentir un poco sobrecargado, ya que nos ponen sobre la mesa muchas peleas y discusiones entre varias personas de la familia y de la banda. Pero luego se van resolviendo uno por uno estos conflictos con su respectivo desarrollo y conclusión. El elenco es muy bueno y tienen química entre todos, desde los papeles más principales hasta los que no aparecen mucho. Todos tienen personajes muy bien construidos y el espectador puede sentirse identificado con cualquiera de ellos, ya sea hasta por la más mínima cosa. Los aspectos técnicos también son un punto positivo para “Todavía”, desde los hermosos paisajes del lugar donde se realizó el rodaje, con muy buenos planos generales. La banda sonora ayuda mucho al momento de crear los instantes emotivos de la cinta, sobre todo en la escena final que propone un cierre perfecto para toda la familia y la banda. En resumen, “Todavía” es una muy buena película de drama y comedia que está acompañada de un elenco fantástico y una banda sonora muy bonita.
“Todavía”, de Tomás Sánchez Por Marcela Barbaro - 30 octubre, 2018 Todavía la nueva propuesta del realizador Tomás Sánchez, es una suerte de continuación o segunda parte de su primera película Otro corazón (2012), donde comenzó a reflexionar sobre el tema de la donación de órganos y la dificultad que padecen los pacientes que esperan largamente recibir un trasplante. La película buscó concientizar sobre la importancia de donar para dar vida a otro. Durante el proceso de producción, Sánchez conoció al doctor Jorge Rodríguez Kissner, un médico que pasó por un trasplante de corazón, en quien se basó de su experiencia para realizar Todavía. Con un gran elenco encabezado por Betiana Blum, Beatriz Spelzini (ambas, protagonistas de Otro corazón) junto a Pablo Rago, Hugo Arana, Víctor Laplace, Martín Slipack y Romina Gaetani, se continúa con la temática, pero a partir de una mujer recientemente trasplantada. Aralia (Betian Blum), un pianista en pleno proceso de adaptación post quirúrgico, transita ésta segunda oportunidad de vivir. Al quedar viuda, convoca a sus tres hijos para esparcir las cenizas de su marido (Laplace) junto a la banda de músicos donde tocan y hacer un concierto homenaje. El hecho de reunirlos a todos y viajar primero a Chapadmalal, y luego a Purmamarca (Jujuy), será un intento para unir los lazos que los separan, saldar lo pendiente y volver a ser una familia. Desde el inicio, se introduce la voz en off de Aralia cuando le habla a su difunto marido; un Victor Laplace que aparece vestido de blanco y que sólo ella puede ver y escuchar, una y otra vez, enlazando las escenas. Junto a ese recurso, se acompaña de fondo el leit motiv musical a cargo de Javier López del Carril, responsable de la música de la película, que se aplica en toda ocasión sentimental. Al igual, que el subrayado de violines en determinas escenas, que anticipan una propuesta que recuerda aquel cine argentino superado por la generación del noventa. Sánchez intenta acercarse a una temática delicada y sensible, a través de una comedia dramática para toda la familia, donde aplica todos los clichés del género. La película podría ser una metáfora del lema “la vida es un trabajo en equipo”, como dice el personaje de Hugo Arana. Bajo esa premisa, el aspecto narrativo y la puesta en escena se reducen a ser simples vehículos para unir escenas donde los roces y conflictos interpersonales, los reproches entre hermanos, las cenizas del muerto en una cartera que siempre se pierde, forman un cúmulo de situaciones forzadas y previsibles. Apelando al humor, los afectos y el romance, los actores se cargan la película al hombro, para sostener el tema de fondo. Todavía, como el adverbio que tiene por título, indica algo en desarrollo, presupone aquello que aún no concluyó y que se conecta al presente. Y eso se traduce en su formato, porque sigue conectada a su antecesora, no termina de ser un documental apelativo auspiciado por el INCUCAI, ni logra ser una sólida ficción que aborde el tema en profundidad, más allá, de la mirada solidaria y bien intencionada de su realizador, y de haber sido declarada de interés Cultural y Educativo por el Ministerio de Educación y Cultura de la Nación. TODAVÍA Todavía. Argentina, 2018. Dirección y guion: Tomás Sánchez. Intérpretes: Betiana Blum, Hugo Arana; Romina Gaetani, Pablo Rago; Paula Reca, Martín Slipak, Beatriz Spelzini, Anabel Cherubito, Silvina Bosco y Victor Laplace. Dirección de fotografía y cámara: Marcelo Iaccarino (ADF). Edición: Cesar Custodio (SAE). Música: Javier López Del Carril/ Sonido: Jésica Suárez. Duración: 90 minutos.
El tiempo pasa “Todavía” (2018) es una comedia dramática argentina dirigida y escrita por Tomás Sánchez, siendo ésta su segunda película luego de “Otro Corazón” (2012). Filmada en Purmamarca y Mar del Plata, el reparto incluye a Betiana Blum, Martín Slipak, Romina Gaetani, Pablo Rago, Hugo Arana, Víctor Laplace, Beatriz Spelzini, Paula Reca, Silvana Bosco, entre otros. Está inspirada en hechos reales. Gracias a un transplante de corazón, Aralia (Betiana Blum) puede seguir con su vida descansando y cuidándose más. Sin embargo, la mujer no quiere quedarse sin hacer nada: su deseo es organizar una ceremonia de cenizas con música para darle el último adiós a su marido Rafael (Víctor Laplace) en el Cerro de los Siete Colores. El problema consiste en que sus tres hijos no tienen una buena relación. Cada vez que Diego (Pablo Rago) ve a Lucho (Martín Slipak) es para reclamarle que no hizo las cosas como se debe con su madre, aparte de que Emi (Romina Gaetani) se alejó hace años de la familia y consiguió triunfar sola en España. Reunidos en Jujuy, con la mujer con la que estuvo Rafael cuando se separó por un tiempo de Aralia, con Sol (Paula Reca), la actual novia de Lucho, y demás personas relacionadas, la conmemoración servirá para unir y reforzar estos vínculos que estaban a la deriva. Yendo a lo que verdaderamente importa, “Todavía” es de esas cintas que están diseñadas para ser transmitidas un domingo a la tarde en la televisión, donde no hay nada mejor que hacer. Con una melodía que se repite durante casi todo el metraje (inclusive en el comienzo y los créditos), la trama pretende dar lecciones sobre las segundas oportunidades, el amor y los buenos tratos entre integrantes de la misma familia, sin embargo en ningún momento consigue emocionar por tener personajes estereotipados y casi sin desarrollo. El contenido resulta muy pobre para ser convertido en una película, por lo que veremos algún que otro cliché y chistes que no terminan de provocar la risa deseada. Con la subtrama de Lucho y su chica (un amor a primera vista sumamente inverosímil), el film despierta un poco el interés ya que la joven no solo tiene un malestar estomacal sino que está embarazada de otro hombre. Aunque los paisajes de Jujuy son imponentes y lindos de ver, así como el vasto mar de Mar del Plata, el guión no está bien estructurado, en especial por la molesta voz en off de la protagonista y el sinfín de momentos que no aportan nada relevante a la historia. Puede que este tipo de película ultra sencilla hubiese funcionado unos cuantos años atrás, pero ahora ya no basta con que el conflicto central sea mentirle a una mujer mayor sobre las cenizas de su difunto esposo, que accidentalmente cayeron en una pileta y fueron reemplazadas por carbón. El marido, interpretado por Víctor Laplace, solo es visto por Aralia en un traje blanco, mientras los demás ven a la señora bailar, hablar o caminar sola. Aunque el film tiene este toque fantástico y su previsibilidad es suprema, puede llegar a ser ameno para los que se dirijan a verlo sin ningún tipo de objeción.
Una comedia familiar con complicaciones, ambientada en lugares lujosos y únicos, con una música envolvente y mil enredos a la que no le falta ni siquiera un muerto persistente y conversador. Una mujer que acaba de ser trasplantada del corazón quiere reunir a sus tres hijos, en especial a una hija a la que le exigió demasiado para transformarla en prodigio. Pero también quiere volver a reunir a una orquesta donde su marido era el eje. Con la excusa de esparcir las cenizas de ese hombre con el que discute aunque este muerto, la idas y venidas familiares se mueven en ambientes distintos del país desde la costa a Purmamarca y sus paisajes de ensueño. Con un elenco que reúne muchos nombres, como Víctor Laplace, Betiana Blum, Hugo Arana, Pablo Rago, Romina Gaetani, Marin Slipak, Beatriz Spelzini, Paula Reca y otros. Con un exterior bello y buena música, pero con una falta de ritmo en la efectividad de las situaciones cómicas o dramáticas que se suceden, con un montaje ágil que quiere reemplazar la falta de ritmo de las actuaciones. No esta del todo lograda.
Cálida travesía, entre el duelo y el futuro Aralia, una pianista que salva su vida gracias a un trasplante de corazón, tendrá otra ocasión para concretar su mayor deseo: reunir a sus hijos, más allá de las diferencias que los separan. Ellos han construido un pequeño mundo que los alejó de esa madre que desea deshacerse de las cenizas de su fallecido marido. En una urna de la que ella nunca se separa, el grupo inicia un largo peregrinaje para cumplir con ese propósito. El director Tomás Sánchez elaboró una trama agridulce en la que los enfrentamientos se transformarán en reconciliación. Cálido y emotivo, el film tuvo en Betiana Blum y en todo el elenco un sólido sustento para esta travesía mortuoria.
La segunda película de Tomás Sánchez, "Todavía", suma a un numeroso y talentoso elenco para narrar en clave de comedia la historia de una familia reunida por las buenas intenciones. Debería existir un apartado para el cine de las buenas intenciones. Buenas intenciones en los realizadores, en los actores, y en los personajes. Algo cercano a una asociación benéfica en formato largometraje. ¿Alcanzan estos fines nobles para hablar de una buena película? Tomás Sánchez debutó en el cine en 2012 con "Otro corazón", acerca de una familia con muchos problemas de comunicación, que debía reunirse frente a la necesidad del patriarca de un trasplante de corazón. En ese momento, el logo de la Fundación Favaloro tuvo más significativo que la propuesta, fallida narrativamente. Seis años después, Sánchez parece realizar algo que perfectamente podría ser una secuela, o una remake de aquella. En "Todavía" la historia cambia, lo que no cambiaron son los elementos y las mañas. Si antes era la necesidad de ser trasplantado, ahora es la necesidad de contención luego de ese trasplante. En definitiva, en una y en otra, la importancia del donar y dar una nueva chance. Aralia (Betiana Blum) es una viuda, trasplantada del corazón, con todas las características de una matriarca. Es todo lo neurótica que puede ser Betiana Blum en su nueva faceta algo más zen, pianista, y lidera una banda musical con la que, de alguna forma, integra a toda su familia, en el sentido amplio del término familia. Tiene tres hijos, Romina Gaetani, Martín Slipak, y Pablo Rago; y ve a su difunto marido (Víctor Laplace), con el que tiene profundos diálogos más allá de que antes de fallecer se habían separado, y el hombre ya había formado un nuevo vínculo. Aralia va de acá para allá con las cenizas del muerto, y aún no se decide sobre qué hacer con ellas. Cambia de idea permanentemente. El nuevo antojo es reunir a la banda y hacer juntos un concierto en Mar del Plata para arrojar las cenizas en el mar. Por supuesto, la banda la integran además de Aralia, su hija como cantante, la nueva pareja de su esposo (Beatriz Spelzini), y un músico compuesto por Hugo Arana. Todos, junto a dos hijos varones, más una camarera cantante (Paula Reca) que el hijo menor conoce en La Feliz y de inmediato se enamoran e integra a la troupe; se mueven como un clan de acuerdo a los caprichos de la mujer. Este viaje, que luego decantará en Punmamarca servirá para revalorizar los vínculos, y sobre todo unir a Aralia con su desafectada hija, alejada del clan una vez que triunfó como cantante a nivel internacional. Los paralelismos con "Otro corazón" abundan, es casi un espejo, sobre todo por lo que en ambas es fundamental, el auspicio de la Fundación Favaloro. La familia, los trasplantes, la música como lazo, el comienzo de una nueva vida metafórica y literalmente, las familias ensambladas, la sangre como algo poético, lo paisajístico. Todos elementos que encontramos en ambas. También los personajes hieráticos, los diálogos entre imposibles y anticuados, los vínculos forzados, y el tufillo a moralina discursiva por sobre la narración cinematográfica. Todavía es una propuesta que atrasa. Hace recordar al cine de Fernando Siro, ni siquiera al grotesco de Doria o Ayala. No, acá falta que en cualquier momento entre el curita de Luís Landriscina (paradójicamente un adalid de la fundación), o el matrimonio de Adolfo Linvel y Menchu Quesada. No necesariamente representar un esquema de cine antiguo es algo negativo. Se puede hacer bien y obtener resultados felices para un público que añora ver eso en pantalla en buena ley. El asunto es que "Todavía", al igual que "Otro corazón", lo hace a los tumbos. El elenco numeroso es su mejor arma, cada uno de ellos pone lo mejor de sí, y parcialmente sacan a flote su labor, pese a tener que reproducir parlamentos totalmente inverosímiles. No hay química entre ellos, pero porque el film no la genera. En todo caso, huele a una tira de telecomedia compactada. Muchos de los personajes no encuentran nunca su razón de ser dentro de la historia. Todo pasa por Blum, Gaetani, Reca y Spelzini. Del resto, algunos funcionan como satélites, más o menos, otros ni eso, no se entienden ni qué son; lo peor, a la historia le da lo mismo que estén o no. Afortunadamente, en lo que sí se diferencia "Todavía" de "Otro corazón" es en tener un tono de comedia más ligera, sin tanto golpe bajo ni melodrama como aquella. Con todo, se ve con una sonrisa, y su duración se hace amena y rápida. En "Todavía" todos tienen buenas intenciones, faltaría que el espectador tenga la buena intención de presenciar un espectáculo que tiene más de panfleto sobre la donación que de evento cinematográfico.
La película escrita y dirigida por Tomás Sanchez (“Otro corazón”, 2012), nos presenta otro producto de cine nacional, pero que queda muy por debajo de los estrenos potentes que este año pudimos disfrutar. En la historia conoceremos a Aralia (Betiana Blum), una pianista que logra sobrevivir tras ser trasplantada de corazón. Aprovechando esta nueva oportunidad, reunirá a sus hijos y a su banda para brindar un concierto y despedir juntos a su marido. Allí resurgirán las relaciones de amistad y de familia, sus facetas oscuras, antiguos reproches, y atravesando todo esto, el amor por la música. Si bien la idea de la historia resulta tierna y emotiva, la dirección y el guión fracasa en ese propósito: la película se vuelve predecible y monótona. Recorre lugares poco novedosos y no sorprende ni logra atrapar al espectador durante su desarrollo. Si bien resulta simpática por momentos, el resultado es fallido. Ni el carisma de Betiana Blum, a la cual se la ve divertida e hipnótica, logra salvar la historia. En relación a las locaciones donde se filmó “Todavía“, resulta muy lindo ver el paisaje de Purmamarca, este lugar y su gente tiene una magia que le aporta al filme una estética de la cual carece durante la primer parte. Con esta propuesta, “Todavia” se transforma en una comedia destinada a pasar desapercibida, en comparación a productos muy logrados y taquilleros de la actual cartelera. Calificación: Regular Manuel Germano
Esta historia se dice que se encuentra inspirada en hechos reales y trata sobre la importancia de donar órganos, especialmente un corazón. Se encuentra narrada en tres actos, la vida de Aralia, (Betiana Blum, es la tercera película que trabaja junto a este director), se inicia con el intento de una nueva vida, tuvo el trasplante y sus hijos (Martín Slipak, Pablo Rago y Romina Gaetani), pretenden que este más tranquila. Ella, ya viuda, viaja por todos lados con las cenizas de su difunto (Víctor Laplace) que además charla a solas con él porque no ha logrado desprenderse y entre las situaciones pendientes queda la de reunir a la banda compuesta por: una cellista (Silvana Bosco), y dos violinistas (Hugo Arana y Jorge Chester), pero como es lógico ciertos problemas irán sucediendo con estos amigos y sus hijos. Filmada bajo un hermoso paisaje en la tierra de los siete colores en Purmamarca, entre otras locaciones, con pinceladas de humor, habla de las relaciones humanas, de los vínculos y las situaciones no resueltas, la acompaña una subtrama algo romántica, con las vivencias que sufre Sol (Paula Reca) que está a punto de ser una nueva integrante del grupo familiar y varios mensajes, se encuentra un poco sobreactuada, aburre un poco y contiene cierto toque televisivo.
Familia desacoplada. Existe un viejo axioma de la comunicación que puede aplicarse perfectamente a un tipo de cine como el que busca Todavía, un pretexto de una historia familiar donde es mas importante el mensaje que el medio. El medio es el mensaje, la idea repiquetea al tomar contacto con la trama estructurada como aquellas películas costumbristas y que coquetean con el sainete o el grotesco tomando como punto de referencia la irreemplazable Esperando la carroza. La que lleva la batuta de esta pequeña orquesta desafinada en analogía con lo que conocemos como familia es Betiana Blum, en rol de madre que gracias a un trasplante de corazón reciente sigue en pie y en plan de clausurar el duelo de la muerte de su esposo (Víctor Laplace). Para ello busca arrojar las cenizas en algún lugar de Argentina representativo y también como homenaje realizar un pequeño concierto e interpretar una canción compuesta por el fallecido, aunque su relación con tres hijos, dos hombres (Martín Slipak y Pablo Rago) y una mujer (Romina Gaetani) no es del todo armoniosa. La dinámica del film apunta en todo momento a crear una historia donde la importancia del trasplante, reforzada en ciertos diálogos, es de vital importancia más allá de los conflictos habituales de toda familia en la que siempre existen diferencias entre hermanos, secretos que tarde o temprano se rebelan pero sin indicios de ruptura final. Por eso, la familia de Betiana Blum, ahora sin cabeza paterna, también es una empresa familiar donde la música ocupa el centro. Y en ese sentido para que la música fluya, los sentimientos y las emociones deben hacerlo proporcionalmente. Sin excesos ni desbordes dramáticos innecesarios, Todavía consigue la rápida empatía con cada uno de los personajes primarios sin dejar de lado el aporte de los secundarios como Hugo Arana y Beatriz Spelzini, en un tono acorde a la propuesta que no va más allá del mensaje y cierto refuerzo de la moraleja, elementos que la hermanan con otro cine argentino de otros tiempos.
Con la necesidad explícita de Tomás Sánchez para filmar una historia basada en hechos reales, sobre una mujer trasplantada del corazón, se desarrolla esta película que incluye a un numeroso elenco, aunque cuenta con una austera producción, con lo quje intenta dar vida a esta comedia dramática realizada en un complejo turístico de Chapadmalal, como también de Purmamarca. Aralia (Betiana Blum) encarna a la señora trasplantada, cuyo mayor deseo es reunir a la banda de músicos en la que ella tocaba el piano, para realizar el homenaje de despedir las cenizas de su ex esposo Rafael (Víctor Laplace), que se le aparece constantemente para aconsejarla, pero para eso necesita la inestimable colaboración de sus hijos, Diego (Pablo Rago) y Lucho (Martín Slipak) que viven en la Argentina, y de Emi (Romina Gaetani) que es cantante en España, y peleada con su madre. El relato está regido por muchas situaciones forzadas o, en todo caso, mal justificadas, como el hecho de que a Aralia no le parece apropiado arrojar las cenizas a la playa y decide ir al norte del país, y llevar consigo a toda la troupe de acompañantes. Porque ella es impulsiva, mientras que Diego es pragmático y quiere que su madre se cuide. Lucho desea ayudarla, y Emi, que regresó por unas semanas, vive discutiendo, sin poder cerrar las heridas que la alejan de su mamá. Bajo una musiquita que se vuelve irritante, por sonar en casi todas las escenas, y con escasos diálogos bien construidos que intenta concientizar al espectador de que estar trasplantado es una dura prueba personal, pero que se puede aceptar y asimilar de la mejor maner, para continuar viviendo. Falla por las reiteraciones de diálogos y situaciones, como así también del timing para ejecutarlas en el momento indicado. La presencia de Rafael es otra prueba de ello. Son todos elementos que le impiden avanzar a la historia, queda patinando en el mismo lugar, hasta que puede continuar su marcha. Lamentablemente el film no logra divertir, ni conmover o hacer reflexionar sobre la donación de órganos. Simplemente transcurre guiado por las indecisiones de Aralia, las discusiones con sus hijos y con los integrantes de la banda, donde lo único rescatable son las magníficas imágenes de los paisajes argentinos.