Toublanc de Iván Fund es un hipnótico y enigmático relato de pesquisa y construcción, entre tres historias inspiradas en la vida y obra de Juan José Saer, que juega con el policial y el thriller. Con logrados climas, diálogos austeros y buenas interpretaciones, en la misteriosa aparición de un cuerpo y sus posibles implicaciones aquí y del otro lado del mundo, Fund se permite jugar con el soporte, con las pasiones de sus protagonistas, y, principalmente, con el espectador. Atrapante.
Salto cualitativo en la obra de Iván Fund. Inspirada en la obra y figura de Juan José Saer, Toublanc es el film que confirma definitivamente el talento del joven cineasta de Crespo.
Mapa de emociones Inspirada en la vida y obra del escritor Juan José Saer, Toublanc (2017) es una de las películas más logradas (en términos semánticos y formales) de Iván Fund. Con esta interesante aproximación al universo de Juan José Saer, Iván Fund se destaca en la sección Vanguardia y Género del [19] BAFICI. Se trata de un muy libre abordaje de uno de los autores esenciales de la narrativa argentina. El co-realizador de Los labios (2010) vuelve sobre sus marcas de estilo (los extensos planos, el tono contemplativo, la pantalla fragmentada) para concentrarse en la vida de dos personajes solitarios que, tal como ocurre en la literatura del autor de Cicatrices y El limonero real, conectan dos espacios lejanos: París, en donde vive el lacónico detective Toublanc, y Santa Fe, lugar de residencia de la profesora de francés que interpreta Maricel Álvarez. Dos acontecimientos policiales marcan el presente de ambos: un asesinato que investiga él (en la piel de Nicolás Azalbert, crítico de la revista Cahiers du cinema), y otro que ocurre a escasos metros de la casa de ella, con el caballo de la víctima como único “testigo”. Más allá de estos acontecimientos nodales para el relato, lo que le interesa a Fund –como era de suponer- es más el tono que la acción. La conexión emocional de los personajes se hará cada vez más evidente conforme avanza el film; son, en definitiva, dos seres solitarios, jóvenes pero no adolescentes, con vidas sin demasiados sobresaltos pero con intenciones de mantener lazos afectivos. En el caso de Toublanc con su hijo, producto de la relación con su ex mujer, y en el caso de ella con un joven alumno que la ha espiado y con el que comenzará una relación amorosa. La capacidad de Fund para “robar” del plano un momento de verdad encuentra aquí su máxima expresión, sobre todo cuando deja la cámara estática y permite que los movimientos internos del plano se aproximen a la interioridad de los personajes, o cuando se detiene en elementos cotidianos y percibe “algo” que se nos escapa en una primera y desinteresada mirada. Este talento se complementa con el preciso casting, en donde se destaca la talentosa Álvarez. Toublanc, finalmente, es no sólo un buen abordaje desde lo cinematográfico de la literatura de Saer, sino también un justo y merecido homenaje.
Pasó casi inadvertida, pero fue una de las agradables sorpresas del último BAFICI. Se estrena en el MALBA el más reciente film del prolífico director de La risa, Los labios y Hoy no tuve miedo. Veterano del BAFICI, Fund estuvo en la Competencia Internacional 2009 con la irritante La risa. Ahora, cuando hizo una notable película como Toublanc, fue “relegado” a la sección Vanguardia y Género que tiene mucha menor visibilidad. Injusticias aparte (en definitiva son criterios del equipo de programación), este film inspirado en relatos (y en aspectos de la vida) del genial escritor Juan José Saer lo devuelve a las alturas de Los labios, aquella gema que codirigió en 2010 con Santiago Loza. Y Loza vuelve a estar presente de alguna manera aquí, aunque en este caso solo como coguionista. Rodada entre Santa Fe, Rennes y París, Toublanc debe su título a un detective divorciado y con un hijo pequeño (hermosos los planos en que juegan al fútbol en el parque) interpretado por Nicolas Azalbert (crítico de la revista Cahiers du Cinéma que pasó mucho tiempo en Argentina). El policía de la Brigada de Homicidios parisina es enviado a su pueblo natal en la región de Bretaña para investigar el caso de un joven obrero asesinado, pero está claro que no está muy interesado en volver a su terruño ni en ocuparse de la cuestión. En Santa Fe, por su parte, Clara Ríos (Maricel Alvarez), una solitaria profesora de francés que vive con su perro, también tiene que lidiar con un crimen que ocurre enfrente de su casa, mientras inicia una cada vez más (in)tensa relación con uno sus alumnos (Diego Vegezzi). Los enigmas policiales no constituyen el corazón del film (que no es estrictamente un thriller), ya que la prioridad de Fund pasa por los viajes (internos y externos) de sus criaturas, por sus entornos y -sobre todo- por la poética de los lugares y de sus historias de vida. La forma en que el realizador de Hoy no tuve miedo filma los rostros, las ciudades, los trenes o los animales sintonizan a la perfección con los climas y la impronta de la literatura del autor de Cicatrices, libro que parece haber sido uno de los gérmenes e inspiraciones principales de esta pequeña, sensible y bella película.
El estado suspendido de la melancolía. Aunque en el film hay crímenes como en el texto original, el ejercicio de Fund no es una traslación lineal del escritor santafesino. Con una bella narrativa visual, el director construye un film de climas, de esperas, de ansias, de estados de ánimo. El nuevo largometraje del crespense por adopción Iván Fund –el más prolífico de la camada de realizadores surgidos de esa ciudad entrerriana– probablemente sea, junto con Los labios (codirigida junto a Santiago Loza hace ya siete años) su mejor película a la fecha. Por supuesto que en esa aseveración entran en juego las reglas de la subjetividad, pero la maquinaria narrativa y poética puesta en funcionamiento desde el primero hasta el último de los planos que conforman Toublanc y las correspondientes ambiciones y logros la ubican varios escalones por encima de los últimos esfuerzos del director. Loza también está presente aquí, y junto con Eduardo Crespo y el propio Fund tomaron la responsabilidad como guionistas de absorber algunos elementos de la obra y la figura del escritor Juan José Saer –según aclara el propio film en la secuencia de títulos– e intentar trasladar los intereses y rasgos de su estilo literario a la pantalla. En particular aquellos presentes en la novela pseudo policial Cicatrices, cuya portada aparece no una ni dos sino tres veces en cuadro, corroborando esa ligazón de manera clara y explícita. A pesar de ello, Toublanc no es de ninguna manera una adaptación del libro. Aunque aquí, como en la novela –publicada originalmente en 1969– hay también un crimen (dos, en realidad). Los cuatro relatos entrelazados del texto se transforman en dos, distanciados geográficamente por los miles de kilómetros que separan a París y la Bretaña francesa de la ciudad de Santa Fe, aunque íntimamente ligados por un tono melancólico general y la sensación de eterna espera que embarga a los protagonistas. Philippe Toublanc (el crítico de cine y director francés Nicolas Azalbert), por traza y modos el más insospechado de los agentes de policía, deja pasar los días entre la escritura de informes y algún encuentro en el parque con su pequeño hijo (como muchos otros “datos” biográficos y psicológicos, la información de que el chico vive con su madre debe deducirse y nunca es explicitada). La reunión con uno de sus superiores en la fuerza lo llevará de regreso a su pueblo natal al borde del mar, donde un crimen no resuelto espera su llegada y consiguiente investigación de los hechos. En Santa Fe, Clara Ríos (Maricel Alvarez), una profesora de francés soltera de cuarenta y un años (el número de DNI expresado en voz alta confirma fehacientemente la edad), suele viajar del trabajo a su casa y de su casa al trabajo, aunque la posibilidad incierta de un acercamiento romántico con uno de sus alumnos podría llegar a alterar en algunos aspectos esa rutina. Al mismo tiempo, la llegada de otro animal a su entorno (Clara vive con una perra), un caballo abandonado en la puerta de su casa, dispara una serie de circunstancias secretas que también desembocan en un homicidio. Los protagonistas de Toublanc son entonces tres, dos humanos y uno equino, al cual la película prodiga una serie de escenas visualmente relevantes, incluido un bellísimo paseo por plazas y campos en busca de alimento o solaz. El montaje alterna las historias a lo largo de poco más de 90 minutos, encontrando simultaneidades y equivalencias que no están relacionadas necesariamente con lo narrativo en un sentido estricto: se trata, a fin de cuentas, de un film de climas, de esperas, de ansias, de estados de ánimo. En varias instancias, Fund recurre a un uso ingenioso e intrigante de la pantalla dividida: un mismo personaje en una situación y posición similares, aunque en momentos diferentes, que podrían estar separados por minutos, días o meses. Nueva corroboración del estado suspendido de melancolía en el que permanecen los personajes, habitantes de tramas policiales sin disparos ni sangre a la vista (a excepción de un charquito ya seco, secuela visible de uno de los crímenes). Magníficamente encuadrada y fotografiada por Gustavo Schiaffino, Toublanc es el resultado de un programa llamado “Año Saer”, producido por el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe. Merecidos aplausos por la libertad absoluta concedida a Iván Fund, cuya película está en las antípodas de los modismos inocuos de tantas celebraciones oficiales de figuras de la cultura.
Regresa Ivan Fund, uno de los más prestigiosos "indies" locales, esta vez su trabajo podrá verse los sábados a las 22 en Malba Cine. En lo personal, creo que su manera de aproximarse al espectador es sutil y definitivamente personal. Hoy nos llega "Toublanc", que nació como una suerte de homenaje basado en la vida y obra del escritor santafesino Juan José Saer (fuente de inspiración para Fund), para ser presentada en el marco de los festejos del "Año Saer". Si bien los planos largos y el ritmo pausado de su manera de relatar no comulgan con el cine comercial que impera actualmente, no deja de ser interesante la manera en la que el transmite sus ideas y emociones. Se percibe en su búsqueda, una estructuración de encuadre que aleja al espectador cómodo de sus producciones, apelando a una mirada que debe conectarse con todos los elementos en juego, no sólo con la dinámica física de la historia. "Toublanc", que pasara por el BAFICI de este año en la sección Vanguardia y Género, es una historia que transcurre en tres lugares geográficos distintos y cuyos personajes principales parecen no tener nada que ver. Uno es el detective (Nicolás Azalbert) que da nombre a la película, quien en París recibe el pedido de su superior para investigar un crimen en su tierra natal (la región de Bretaña) y aunque no tiene intenciones de regresar, no tiene más opciones que adentrarse en ese viaje de reencuentro son sus memorias en aquel poblado. Por otra parte, tenemos a Clara (Maricel Alvarez), profesora de francés al que entrevista la policía local en Santa Fé, por un tema de un caballo y un asesinato ocurrido frente a su casa. En sí, "Toublanc" (nombre extraño porque lo entroiza como único protagonista y no lo es), ofrece un relato de dos (tres si contamos al equino) seres, en relación con su medio ambiente. No esperen recorridos emocionales violentos ni asesinos escondidos... No. Aquí los crímenes, son referencia nada más. La excusa de estos temas, permite a Fund rodar como a él le gusta. Planos estáticos, excelente fotografía, personajes atrayentes, escenas difíciles de lograr con naturalidad. La película tiene un aspecto técnico notable (el equipo que lo secunda es de los mejores que he visto este año, Eduardo Crespo, Gustavo Schiaffino, Guido Deniro, Lorena Moriconi, Betania Cappato, aútenticos baluartes del film ), y lo único que debo reconocer es que en mi lo particular, me gustan las historias con cuerpo y alma definidas y sonoras. Y esta no se hace fuerte allí. Fund busca más lo sensorial y explora la contemplación de los sujetos en un determinado hábitat, lo cual no es para todos los espectadores. Invita bien, desde ya. Lo hace con armas nobles, pero no todos buscan ese convite. "Toublanc" no ofrece una trama de suspenso en busca de culpables. Genera un universo hermético para pintar a sus personajes y te sugiere zambullirte en él. Eso es lo que Fund mejor hace y si lo tuyo va por la cuestión experimental o te fascina en particular la fotografía cinematográfica, quizás este sea un film de esos que no te podés perder. Si buscás una trama definida, ritmo de narración sostenido, complejidades y vueltas de tuerca, sinergia,.. No las sentí en el repertorio del film. Y no está mal eh! Fund es un gran director y uno puede tener sus preferencias. Le reconozco su enorme capacidad para aunar talentos y llevar adelante proyectos únicos. Este lo es. Con sus pros y contras. Si desean despojarse de sus ropajes de espectador tradicional, Fund lo espera. De lo contrario, cruzarse de vereda y dar paso a los apelados por la singular propuesta.
Pedazos de un rompecabezas imborrable El realizador argentino Iván Fund se enfrenta en Toublanc (2017) a la inconmensurable tarea de combinar la vida y la obra del escritor argentino Juan José Saer en el marco o con la excusa del Año Saer, que homenajea al escritor como parte de un programa de difusión del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe. Como un vórtice que abre un portal entre Santa Fe y Francia a través de la prosa de Saer, Philippe Toublanc, un inspector de homicidios de la policía francesa en París, acude a Bretaña, su ciudad natal, para investigar el asesinato de un obrero mientras que Clara Ríos, una profesora de francés solitaria y deprimida que vive con su perra Asia, denuncia a la policía el abandono de un caballo en un terreno baldío enfrente de su casa. Cuando el dueño del caballo aparece muerto enfrente y el caballo desaparece entre ambos crímenes traza un paralelo unido por la pasión. A su vez, Clara recibe una narración de uno de sus alumnos más brillantes que la involucra como un preámbulo para una ruptura de la rutina cotidiana que se materializa a través de la relación con su alumno y del crimen acaecido enfrente de su casa. La música y las escenas se funden a través de la literatura de Saer en bellas imágenes en la que se destaca tanto la labor de dirección de Fund como el trabajo de fotografía y cámara a cargo de Gustavo Schiaffino. La actuación de Maricel Álvarez es extraordinaria, construyendo un personaje taciturno y retraído que expresa sus emociones a través de sus gestos faciales y posturas corporales. Los brillantes escritos poéticos del joven estudiante de francés obsesionado y enamorado de la profesora basados en la novela Cicatrices de Saer cierran este portal de encuentros de mundos unidos por la literatura, el crimen y el amor mientras el caballo, único testigo del crimen deambula por la ciudad de Santa Fe como un melancólico personaje nocturno que se pierde en una ciudad que se debate entre su pasado agroexportador y su pujante presente en la economía argentina. Toublanc es un film tan enigmático como la literatura de Saer, con muchas claves de lectura y reminiscencias a la obra, las angustias y la vida del escritor santafesino. A través de estas historias construidas en los márgenes del crimen y el amor, el opus de Iván Fund da cuenta de un mundo que se desarrolla por fuera de las primeras planas, que de forma circunspecta rodea lo extraordinario, rozándolo así para de vez en cuando sentir la profundidad de lado y no caer en los abismos.
Qué buena película que es Toublanc. Realizada en del marco del programa “Año Saer” propuestas que homenajean al escritor santafecino. Se proyecta en el Malba desde este sábado que pasó. Planos poderosos, nunca conformistas (prestar atención a las tomas de altura en algunas los espacios van a quedar levemente vacíos), tiempos justificadamente aletargados que sostienen una narración duplicada en dos geografías, en dos universos que parecen ser el mismo: Francia y Argentina; París y Santa Fe; Rennes y Santa Fe. Un hombre y una mujer sólo conectados por el milagro del mundo Saer y el mundo Fund. Iván Fund, (director de Me perdí hace una semana o La risa, codirector junto a Santiago Loza de Los labios). Hablando de Loza, coguionista y coproductor de Toublanc, aquí otra vez aparece el idioma francés como en la película que habíamos llamado alguna vez “la más francesa del cine argentino, quizás”, la bella Si je suis perdu, c’est pas grave. El francés como uno de los motivos centrales: aprender, enseñar y hablar francés. Las tres cosas forman parte de lo mismo: el lenguaje es una herramienta amorosa. Desde el principio hasta el final Toublanc trabaja con esos recursos. Durante los créditos, a través los planos descriptivos de dos ciudades y dos geografías que van a situar dos historias: en Francia, un inspector solitario (Nicolás Azalbert), cuyo apellido da titulo al film, con un pequeño hijo, tiene que investigar el asesinato de un joven. Los testimonios son apenas una excusa para explayar imagen e idioma. No hay enigma policial, solo el regodeo del encuadre y el personaje. En Santa Fe, una profesora de francés (Maricel Álvarez) se ve atrapada por la misteriosa carta de un joven alumno y el misterio de un crimen al que solo asiste un caballo que parece vagar por lugares imposibles. Ambas historias transcurren en mundos paralelos y entrelazados, tanto que aparentan tener algo en común, cuando lo que los une es en realidad un clima, un estado de la imagen, una memoria, y muchos seres y situaciones: los pájaros, el río, un perro, una espera, una calle, un transporte. No otra cosa, nada más ni nada menos. Ojalá cuando se hable del mejor “cine argentino”, o del cine argentino que queremos, se use como ejemplo esta clase de película que es Toublanc, o de este equipo creativo que hace unos años conforman Fund-Loza-Crespo-Schiaffino-Moriconi, garantía de que lo que vamos a ver es poético, interesante y está lleno de preguntas, como todas las buenas películas. Las fechas y horarios en MALBA son: Todos los sábados a las 22hs del 9 de septiembre al 7 de octubre de 2017 Entrada general: $60 – Estudiantes y jubilados: $30. Av. Figueroa Alcorta 3415 – CABA
La nueva película de Iván Fund, Toublanc, es un homenaje a la obra de Juan José Saer. Dirigida por Iván Fund, y escrita por el mismo director junto a Eduardo Crespo y Santiago Loza, hay varias historias en Toublanc y, principalmente, tres personajes: un hombre, una mujer y un caballo. El hombre vive en Francia y es detective. Tiene un hijo con el que comparte momentos y costumbres como el fútbol y al que un día le ofrecen trabajar en una investigación que lo llevará de regreso al pueblo donde nació y se crió. La mujer vive en Santa Fe, con su perra, y es profesora de francés. Su corazón fue roto recientemente y, mientras tanto, divide su tiempo entre su trabajo, su casa y, ocasionalmente, el cine a donde va sola. Allí también hubo un asesinato y ella es interrogada al respecto, sobre todo porque el caballo que se le aparece en la puerta parece haber tenido relación con ese homicidio. Más allá de estas historias, en la película de Iván Fund prevalece más el poder descriptivo y las imágenes antes que la narración en sí. De hecho, pasa casi media película hasta que vemos al protagonista interrogando a una persona del pueblo sobre lo que pasó (el homicidio de un obrero). Entre las escenas que comparte el protagonista con su hijo o las que transcurre frente a su máquina de escribir, pasando por aquellas en que la mujer da clases o vive su tiempo a solas hasta que algo sucede con uno de sus alumnos, entre esos pequeños momentos es que se va desarrollando este film y va mostrando a dos personajes alejados pero que comparten cierto paralelismo. Más allá de la sinopsis la película no es un policial ni se acerca a serlo. Al contrario, esa línea queda en un segundo plano y el film termina siendo un retrato poético sobre un hombre y una mujer, con el espíritu literario de Juan José Saer dando vueltas por ahí (el libro Cicatrices es el que aparece explícitamente). A la larga, los protagonistas de Toublanc son personajes solitarios.
La séptima película en ocho años del joven realizador santafesino es su más ambiciosa y una de sus más logradas. El filme cuenta dos historias en paralelo, inspiradas en la obra del escritor Juan José Saer. Los sábados en el Malba. El Año Saer tiene otro muy buen representante tras EL LIMONERO REAL, de Gustavo Fontán. El filme de Fund no se basa específicamente en ninguna obra del autor santafesino pero tiene una estructura y algunos puntos de contacto con “Cicatrices”, libro que tiene un breve “cameo” en la película. Aquí también son varias historias que tienen algún eje en común (o no) y que corren en paralelo, con relaciones más temáticas y estilísticas que necesariamente narrativas. En Francia, el detective Philippe Toublanc (el crítico de cine y realizador Nicolas Azalbert), un hombre separado con un hijo pequeño escribe constantemente y recorre Paris hasta que en un momento es convocado para ir a una ciudad casi desierta (su pueblo natal, en Bretaña) a investigar el caso policial de un joven obrero que fue asesinado por otro, caso del que preferiría no tener que ocuparse. En tanto, en Santa Fe, Clara, una profesora de francés tan solitaria como él (Maricel Alvarez, en su segundo filme en BAFICI) se topa con un crimen que sucede frente de su casa y con un caballo suelto en su puerta, que puede ser el único “testigo” del asunto. En paralelo, uno de sus alumnos de francés (Diego Vegezzi) empieza a obsesionarse con ella, a seguirla y a escribir trabajos para la clase que revelan que sabe mucho sobre Clara y que tiene una rara, pero ejemplar y poética manera de hacérselo saber. Fund aplica aquí su ya acostumbrado registro poético para narrar mayormente con imágenes, aunque con una precisión y marcas de estilo un tanto más sobrias y formalistas que en sus anteriores películas. Los derroteros de estos protagonistas solitarios enfrentados a situaciones policiales nunca están narrados desde el suspenso sino desde la interioridad, algo que se sostiene también a partir del guión escrito por el director junto a Santiago Loza y Eduardo Crespo, en el que las palabras –especialmente en un momento, cerca del final– cobran un peso mayor que las que suelen tener en otras películas del codirector de LOS LABIOS. En cierto modo, la forma que tiene Fund de “homenajear” a Saer está más en la forma –la experimentación con el lenguaje para narrar el tiempo, la espera, los momentos cotidianos– que en tomar estrictamente un texto suyo y adaptarlo. Y se trata, sin duda, de la manera más lógica de hacerlo, ya que la obra del escritor no es fácilmente trasladable de otro modo. El “espíritu Saer” circula alrededor de TOUBLANC y, quizás gracias a ese curioso “angel guardián”, Fund logre concretar su mejor película en mucho tiempo.
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