Emotivo canto a la libertad y al amor "No se nace mujer: se llega a serlo". Esta máxima de la escritora francesa Simone de Beauvoir es aplicable a la activista birmana Aung San Suu Kyi, una figura emblemática de la oposición a la opresora y represiva dictadura militar que ocupó el poder entre 1962 y 2011. Sobre esta mujer fuerte, serena y audaz se ocupa este filme del cineasta Luc Besson, quien abandonó los filmes policiales para realizar una biografía cargada de emoción y rigor histórico, a partir de un guión escrito por Rebecca Frayn. Y como lo señala el título impuesto en nuestro país, Besson también rescata el valor familiar, tan degradado en estos tiempos, al mostrar el profundo amor conyugal, la fidelidad y el compromiso que existió entre Suu Kyi y su marido, el académico inglés Michael Aris, quien falleció de cáncer en marzo de 1999. Y de ambos por sus hijos Alexander y Kim. Suu Kyi nació en Rangún, Birmania (hoy Myanmar), el 19 de julio de 1945. En 1947 su padre, el general Aung San, líder de la lucha por la independencia de su país, fue asesinado por un grupo de militares rebeldes que se identificaban con un pañuelo rojo al cuello. Siendo joven, Suu Kyi se radicó en Londres y estudió en la Universidad de Oxford. Allí conoció a Michael Aris, con quien se casó en 1972. En 1988 Suu Kyi regresó a Birmania para asistir a su madre enferma y desde entonces no pudo salir de su país. Apenas arribada, fue testigo de las sangrientas represiones ejecutadas contra manifestantes que enarbolaban como estandarte la imagen de su padre. A pedido de intelectuales y estudiantes, Suu Kyi asumió la conducción de un movimiento opositor y en 1990 fundó la Liga Nacional para la Democracia. Basó su lucha en "los principios sagrados de la moral", en el ejemplo de Ghandi y en un apotegma que dice: "Sigue esperando lo mejor, mientras te preparas para lo peor". El 14 de octubre de 1991 la Academia de Suecia le concedió el Premio Nobel de la Paz, que ella pudo retirar recién el 16 de junio de 2012, lo mismo que el doctorado honoris causa que en 1993 le había conferido la Universidad de Oxford. Quince de los últimos veintiún años, Suu Kyi vivió privada de libertad, ya sea en presión o con arresto domiciliario. El régimen dictatorial pretendió utilizar la enfermedad de su marido para que se fuera del país y así deshacerse de ella, pero no lograron doblegarla. Por eso y por su denodada lucha a favor de la libertad, la dignidad, los derechos humanos y la reconciliación de las etnias de su país, recibió el hermoso apodo de "La orquídea de acero". Estas son algunas de las muchas cuestiones presentes en este filme, que reconoce dos actuaciones brillantes: la de Michelle Yeoh, de recordada intervención en El tigre y el dragón , como Suu Kyi, y la del inglés David Thewlis como Aris. Hoy que tanto se habla de amor, libertad y derechos humanos, resulta recomendable que este filme se vea en todos los colegios secundarios.
¿Desperatará el interés del público joven? Hermosas criaturas es la adaptación del primero de cuatro libros escritos por Kami García y Margaret Stohl. Los otros tres se titulan Hermosa oscuridad, Hermoso caos y Hermosa redención . Los cuatro textos fueron identificados por los autores como "Saga de las dieciséis lunas". La historia se desarrolla en Gatlin, un pueblo de Carolina del Sur detenido en el tiempo, con doce iglesias y una sola biblioteca pública, donde hay libros prohibidos y reina el oscurantismo. Fue fundado por los antepasados de Macon Ravenwood (Irons), un anciano enigmático que posee una traza que recuerda al Conde Drácula. Según Macon, los habitantes de Gatlin se dividen en dos categorías: los "atascados" y los "tontos" que no se atreven a abandonar el pueblo. Uno que está harto de la monotonía pueblerina y sueña radicarse en Nueva York es Ethan Wate (Ehrenreich). Es huérfano, tiene diecisiete años, cursa el último año del secundario y es un apasionado lector de Matadero cinco , de Kurt Vonnegutt. Sufre una recurrente pesadilla nocturna en la que ve a una joven que lo espera en un campo de batalla de la Guerra de Secesión, pero un hechizo le impide acercarse a ella. Cabe acotar que en cercanías de Gatlin ocurrió, el 21 de diciembre de 1863, la batalla de Honey Hill. La vida de Ethan sufre un quiebre cuando en Gatlin aparece Lena Duchannes, una huérfana de quince años, sobrina de Macon, que se aloja en su residencia. Pero apenas arribada, comienzan a ocurrir hechos extraños. Ethan se enamora de Lena y aquí comienzan los problemas. Según su versión, ella pertenece a una antigua dinastía de brujos afincados en el sur de Estados Unidos, que se autodenominan "caster", están dotados de poderes sobrenaturales e impedidos de casarse con humanos "mortales". El 21 de diciembre Lena cumplirá dieciseis años, la edad en que accede a la condición de "mujer" y se define su estatus de "bruja buena" capaz de abrirse a la "luz", o de "bruja mala", que se mueve en la "oscuridad", donde no existe el amor. La incógnita forma parte de la intriga. Otros personajes claves son Amma (Davis), quien trabaja como bibliotecaria; la señora Lincoln (Thompson), quien también puede convertirse en Sarafina; y Ridley (Emmy Rossum), la exuberante prima de Lena, de la que se puede presumir que es una "bruja mala". Hermosas criaturas llega para ocupar el sitio en el imaginario fílmico que dejó vacante la saga Crepúsculo , en la que una "humana" se enamoraba de un joven vampiro. En este caso ocurre al revés: un humano se enamora de una bruja. La opresiva lógica del pragmatismo y la cultura "tecno" encontraron, como ocurría en aquella saga, una vía para justificar la celebración de lo sobrenatural y la aventura romántica. Hermosas criaturas pretende repetir esa variable, pero por los resultados obtenidos hasta ahora, no ha despertado el mismo interés en el público joven. Posee una muy buena factura técnica, pero la historia es irrelevante, reiterativa y con un escaso crecimiento dramático. Además, la telaraña de maldiciones y fuerzas oscuras que reinan en el seno de la dinastía Revenwood complican en exceso la historia primaria protagonizada por los dos adolescentes.
Historia de muy alto nivel fílmico Este filme ha sido calificado de comedia dramática, pero tiene más de drama que de comedia. Está basada en una novela de Mathew Quick. Los derechos de autor fueron adquiridos por el productor Harvey Weinstein y el cineasta Sydney Pollack, quien tenía previsto dirigirla. Tras el fallecimiento de Pollack, Weinstein encomendó la realización a David Russell (Tres reyes, El ganador ), quien de esta manera fue readmitido en Hollywood después de los conflictos con varios actores que lo marginaron de la industria del cine. ¿En qué consiste el "lado luminoso"? ¿Todos pueden acceder a ese estado o es patrimonio de unos pocos? ¿Cómo se manifiesta? Son preguntas que surgen de la visión de esta historia, que se desarrolla en Filadelfia y tiene como protagonista a Patrick (Pat) Solitano (Cooper), un joven que alterna la euforia con la depresión por padecer de un trastorno bipolar. El relato lo asume cuando sale de un hospital psiquiátrico, luego de ocho meses de internación por haber agredido brutalmente, en un rapto de ira, al amante de su esposa Nikki, un profesor de Historia del mismo colegio donde él presta servicios. Pat encontró a los amantes en la casa, mientras sonaba de fondo una canción de Stevie Wonder que ambos habían elegido para la boda. La justicia le impuso a Pat la prohibición de acercarse a Nikki. Pero a pesar de aquel trágico episodio, sus secuelas y la "restricción", Pat sigue enamorado de Nikki y busca empecinada e incansablemente la reconciliación. Y para lograrla, se propone demostrar a propios y extraños que se ha recuperado de su enfermedad. Al perder su casa, Pat se aloja en la de su padre, también llamado Pat (De Niro), un hombre obsesivo compulsivo que tiene restringida la entrada al estadio de Los Aguilas de Filadelfia, acaba de perder su trabajo y sufre de una ludopatía galopante. Además de ellos dos, en la casa también vive Dolores (Weaver), la madre, quien es una santa. En uno de sus habituales trotes por las calles del barrio donde reside, Pat conoce a Tiffany Maxwell (Lawrence), una joven viuda cuyo marido murió en un accidente, que acaba de ser despedida del trabajo por causa de su voracidad sexual y también procura encontrar una luz al fondo del callejón. O eso que se conoce como "el lado luminoso de la vida". Y aquí comienza el segmento central de esta historia plagada de incidentes, de marchas y contramarchas que ponen a prueba la enorme capacidad interpretativa de Bradley Cooper y Jennifer Lawrence, cuyas actuaciones producen una emoción casi tan profunda como la propia historia. Y algo similar se puede decir de Robert De Niro y Jackie Weaver. Como es habitual en el cine de Russell, el relato está organizado sobre la base de grandes momentos dramáticos, aunque sin perder por ello la continuidad narrativa. Algunos giros pueden resultar arbitrarios, pero son necesarios para la organización de la historia. Una historia de muy alto nivel fílmico, que el espectador inteligente no debería perderse. Para Russell, también autor del guión, la locura ya forma parte de la vida moderna, habla de las bondades del baile y la danza como terapia, y sugiere que el mejor medicamento para superar o aliviar ciertos trastornos psicológicos es el amor. No el libertinaje, sino el amor verdadero.
Producción menor, amable y entretenida En 1971 el madrileño Roberto Bodegas dirigió Españolas en París , con Laura Valenzuela y Ana Belén, sobre mujeres hispanas que a principios de la década de 1960 emigraron a París para trabajar como empleadas domésticas y enviar algún dinero a sus familias. La película de Bodegas inauguró la corriente que se conoció como "tercera vía" del cine español de los años setenta, con producciones situadas entre el cine de autor y el comercial, entre la crítica a las imposiciones del mercado cinematográfico y la aspiración de llegar a la mayor cantidad posible de espectadores. Pues bien, Las mujeres del 6º piso es el punto de vista francés sobre el mismo tema. En este caso son un grupo de españolas de distinta edad, muy trabajadoras, limpias, honestas y vitales, que se instalan en el sexto piso de un edificio parisimo y desde allí emprenden la búsqueda de un trabajo como sirvientas. El edificio es propiedad de Jean Louis Joubrt, un atildado burgués casado con Suzanne, una mujer llegada del campo y muy preocupada con sus podólogas y sus cócteles. Monsieur Joubert es socio de una empresa financiera. Cuando la sirvienta se va de la casa luego de veinte años de trabajo, Joubert contrata a María, que reúne las aptitudes señaladas precedentemente y, además, es la más bella de ese bullicioso grupo de "exiliadas del franquismo" que arrastran, quién más quién menos, alguna marca de la Guerra Civil. El amable y caricaturesco caballero francés se convierte en involuntario benefactor cuando procura mejorar las condiciones de vida de las hispanas y a fuerza de dádivas logrará conquistar el corazón de una de ellas. El relato concluye con un impensado epílogo ambientado tres años después de los episodios centrales de la historia. El director, para quien éste es su sexto largometraje, centra la atención sobre las diferencias culturales entre franceses y españolas, que deriva en una comedia costumbrista a la vieja usanza, narrada según el estilo folletinesco de los radioteatros de la época evocada. Una de las bazas de esta producción menor pero amable y entretenida, son las actuaciones de los franceses Fabrice Luchini (Joubert), Sandrine Kiberlain (Suzanne) y las españolas Natalia Verbeque (María), Carmen Maura y Lola Dueñas, entre las más conocidas.
Otra entrega de una saga indestructible En 1988 John McTiernan lanzó Duro de matar, basada en la novela Nada dura para siempre , de Roderick Thorpe y protagonizada por Bruce Willis como el policía neoyorkino John McClane. El filme renovó el género policial y trajo la desmesura en el cine, entre otras consecuencias. Después llegaron otras tres versiones, con propuestas cada vez más alocadas e inverosímiles. En la cuarta es secuestrada Lucy, la hija de McClane, quien se lanza a rescatarla. En esta quinta entrega de la saga aparece finalmente Jack, el hijo, interpretado por el australiano Jai Courtney. En la segunda secuencia se observa a McClane practicando tiro en un polígono y un ayudante suyo se acerca para informarle que finalmente localizaron a Jack, de quien el padre está distanciado y hacía varios meses que carecía de noticias. "¿Morgue u hospital?", pregunta McClane. "Peor", le responde el interlocutor. Luego le aclara que está preso en Moscú y le advierte que en Rusia los policías suelen hacer las cosas a su manera. "Yo también", contesta McClane, quien inmediatamente vuela hacia la capital rusa. Allí McClane se entera que Jack es un agente encubierto de la CIA y que su misión es proteger a Yuri Komarov, un preso político encarcelado desde hace cinco años por orden de su ex socio Víctor Chagarin, un hombre que se perfila como relevante figura política de su país. Aunque McClane insiste una y otra vez que está de vacaciones, no puede impedir verse envuelto en increíbles y muy trajinadas aventuras, pero manteniendo su férrea "indestructibilidad". Todo eso lo vive en compañía de su hijo, que registra la misma energía que el padre, pues como dice el refrán, "de tal palo, tal astilla". Lo único que lo diferencia es su falta de humor, que McClane no olvida, ni siquiera en los momentos más dramáticos. La historia se desarrolla en dos escenarios: Moscú (aunque las secuencias fueron filmadas en Budapest), donde ocurren las imágenes más delirantes, con centenares de automóviles destrozados; y Chernobyl, pero el por qué de este sitio lo debe descubrir el espectador. Desde el inicio del relato Chagarin se muestra interesado en recuperar un "expediente" que lo involucraría y que Komarov mantendría oculto en algún lugar. En realidad se trata de un McGuffin, de cuya existencia sólo tienen conocimiento Chagarin, Komarov y la hija de éste. "¿Buscas los problemas o los problemas te encuentran a ti?", le pregunta Jack a su padre. "Es una pregunta que vengo formulándome desde hace mucho", responde. El espectador también. En nuestra crítica de Duro de matar , la primera versión, la calificamos de "novísima expresión de cine catástrofe con envoltura policial". Si eliminamos "novísima", lo demás conserva su vigencia. Aquí los "malos" vuelven a ser los rusos, como en la época de la Guerra Fría (¿qué dirá Putin de esto?), las acciones toman dimensiones dantescas y McClane se ha convertido en un estereotipo absoluto, con buen olfato como policía, pero con características de robot. Lo más penoso son los diálogos que McClane mantiene con Jack, cuando intenta recuperar su condición de padre y que el hijo lo llame "papá" en lugar de John. Son una suerte de oasis en medio del caos y en esos momentos McClane se vuelve increíblemente nostálgico.
Realización perfecta de una historia que no es veraz La noche más oscura es la narración cronológica de la investigación sobre Osama Bin Laden, su localización y asesinato en mayo de 2011 en Pakistán, en un bunker situado en cercanías de la ciudad de Islamabad. La realización es perfecta, lo que no significa que la historia sea veraz. Considero pertinente aportar algunos datos, que pueden ser tan dudosos como los incluidos en la película, porque desde el 11-S el misterio rodeó siempre la existencia de Bin Laden. Se sabe, por ejemplo, que en julio de ese año fue atendido por una grave afección renal en un hospital norteamericano en Dubai. El 26 de diciembre de 2001 un diario egipcio reprodujo una nota necrológica de Bin Laden, que se publicó primero en "The Observer" de Pakistán. El entierro se habría realizado en la zona montañosa de Afganistán en una tumba sin nombre y según el rito wahhabi, la colectividad islámica a la que pertenecía el terrorista. La "resurrección" se produjo en 2002 y desde entonces proliferaron videos que lo mostraban "vivito y coleando". El fantasma vivo de Bin Laden en uno de esos videos, que luego se verificó que era falso, favoreció a Bush en las elecciones de 2004. Además, a Bush le convenía que Bin Laden estuviese vivo, porque podía justificar la continuidad de la guerra en Afganistán. En 2006 las informaciones periodísticas volvieron a darlo como muerto y, finalmente, en mayo de 2011 el presidente Obama anunció que había sido aniquilado en una operación comando, luego de nueve años de pesquisas, aunque su cadáver nunca fue exhibido. La película se basa en un guión de Mark Boal, que según él habría tenido acceso a archivos clasificados e información "privilegiada" brindada por el gobierno de Obama, lo que provocó una fuerte reacción de los republicanos. Bigelow, catalogada "la reina del cine de acción" de Hollywood, pensó inicialmente "matar" a Bin Laden en 2001 en la batalla de Tora Bora, en Afganistán (que se menciona en la película), pero el anuncio de Obama le obligó a cambiar los tiempos, la historia y el enfoque narrativo. Según la información obtenida por el guionista, quien dirigió la investigación que condujo a localizar a Bin Laden (algo así como encontrar "una aguja en un pajar"), habría sido una joven agente de la CIA, de identidad reservada. En la película aparece con el nombre de Maya y es interpretada con solvencia por Jessica Chastain. Independientemente que esto sea cierto o no, la inclusión de este personaje es un toque feminista muy afín a la ideología de la directora. La primera secuencia muestra una sesión de torturas a un detenido, supuesto integrante de Al-Qaeda, una organización terrorista que habría sido creada por Bin Laden por sugerencia de la CIA, en la época que Afganistán sostenía una guerra con Rusia con apoyo de Estados Unidos. En la película, los agentes secretos estacionados en aquellos países escuchan con estupor a Obama, que en un discurso de noviembre de 2008 dijo que "Estados Unidos no tortura". Bigelow fue acusada tanto por los conservadores como por los académicos liberales de justificar las torturas cuando existe "una buena causa". La directora respondió que la suya es "solamente una película y no un documental". Y es cierto. La noche más oscura (se refiere a la noche del asesinato de Bin Laden) es una típica "americanada", muy habitual en el cine de Hollywood, pero cuya puesta en escena es impecable. La película atrapa de principio a fin y probablemente convenza a los espectadores sobre la fenomenal actuación de Maya y sus colaboradores, aunque la verificación que hace de la identidad del cadáver del terrorista sea tan inverosímil que produce risa. La película, insisto, es un "gran espectáculo" y fue filmada por Bigelow con un estilo que oscila entre el documental y el cine bélico. Ya había demostrado su talento en Vivir al límite , premiada por la Academia de Hollywood. Pero la cuestión es creer o no creer en la historia que se narra en el filme. Yo no me la creo.
Una enorme intensidad dramática Es la ópera prima de Hernán Belón en el cine de ficción, cuyo escenario casi excluyente es una antigua casa de campo, cerca de un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Los protagonistas son Santiago y Elisa, casados y padres de Matilda, una hermosa niña de un año y medio. Viven en la ciudad, pero por iniciativa de Santiago compran esa casa de campo en busca de un remanso lejos de las neurosis urbanas y para comenzar un nuevo proyecto de vida. Esos personajes fueron interpretados con solvencia por Sbaraglia y Fonzi. Santiago es todo impulso, inclusive en el plano afectivo, mientras Elisa demuestra ser una mujer aún afectada por el embarazo y el nacimiento de su hija. Es hipersensible, ciclotímica y temerosa (el clásico miedo a lo desconocido), porque siente que el campo y la nueva casa no le reportan seguridad y más bien los observa como ambientes hostiles. El filme nunca explicita cuáles eran sus actividades anteriores y en qué consiste el proyecto laboral que pretenden desarrollar en el campo. De algo sí están convencidos: que la casa reclama urgentes refacciones. Para colmo el cambio de vida ocurre en pleno invierno. Aparte de un paseo por una laguna cercana y una salida nocturna al pueblo cercano, el relato centra la atención sobre la pareja, dentro y fuera de la casa. Cuando ella ya no puede ocultar su frustración, después de un inicio donde sobreabundan los besos y arrumacos, estallan las diferencias de criterio, que a su vez derivan en discusiones, gritos y esporádicas expresiones de violencia. Y todo eso agravado por la inoportuna visita de una vecina, anciana y solidaria, que produce rechazo en Elisa. Más que una historia de amor, el filme propone un relato sobre la construcción de una pareja. El campo fue la primera película interpretada por Fonzi después de haber sido madre y esa experiencia se introduce subrepticiamente en la historia, quizás a pesar suyo. Lo que sí aparece claro es que ninguno de los dos personajes tienen idea de lo que es el campo y la vida en ese ámbito. Tampoco la tiene el director. Y si se informó previamente, ese conocimiento no aparece traducido o proyectado en la película. La naturaleza puede resultar una amenaza si no se la sabe dominar. Y esto no es un juego de niños. ¿El campo es la historia de un fracaso? No exactamente. Es la historia de dos improvisados insertos en una universo desconocido, que los altera y conduce a un aparente callejón sin salida. La película ostenta una enorme intensidad dramática, incluso con algunas pizcas de terror psicológico. El espectador siente que en cualquier momento puede surgir alguna sorpresa o estallar la violencia. El relato se sostiene sobre una buena estructura narrativa y un excelente trabajo del fotógrafo Guillermo Nieto.
Sueño cumplido, y con creces, por Tarantino Se sabe que Tarantino es un fanático admirador de los spaghetti western y su sueño era filmar su propia versión del género, un proyecto que le llevó diez años para concretarlo. Por su ambientación en el sur de Estados Unidos, lo bautizó como "southern". Django es un personaje legendario del Lejano Oeste, que recibió numerosas revisiones desde la primera versión del italiano Sergio Corbucci en 1966, hasta la más reciente titulada Sukiyaki Western Django1 (2007), del japonés Takashi Miike. La gran diferencia de esta versión de Tarantino con la saga italiana es que el personaje de Django no es un blanco sino un esclavo negro liberado. El filme de Corbucci fue protagonizado por Franco Nero y Tarantino lo homenajeó convocándolo para un paneo como un sheriff. La historia comienza en 1858, dos años antes de la Guerra Civil, en "algún lugar de Texas". Allí el alemán y falso dentista King Schultz (Waltz) encuentra al esclavo Django Freeman (Foxx), lo compra, lo libera y lo lleva consigo para que identifique a los hermanos Brittle. Schultz es un cazador de recompensas que cobra muy bien por su trabajo de capturar, "vivos o muertos", a los forajidos condenados por la Justicia. Es solidario con Django, pero despiadado con los delincuentes. Y a pesar de su ascendencia, descree --dice-- de las supremacías raciales. Schultz convierte a Django en su socio, lo que significa conceder a un negro las justicieras prerrogativas de poder disparar y matar a los blancos. También le promete rescatar a Broomhilda von Shaft, la esposa de Django, también conocida como Hildi, quien trabaja en la plantación algodonera Candyland, propiedad de Calvin Candie (un desaforado Di Caprio), quien además de explotar y maltratar a sus esclavos, también organiza luchas entre negros, conocidos como "mandingos". La película está divida en tres partes diferenciables. La primera, una suerte de buddy movie, se ocupa de Schultz y Django como cazarrecompensas e incluye entre otras varias subhistorias, una parodia a los orígenes históricos del Ku Klux Klan. La segunda se desarrolla en la propiedad de Candie y en este segmento aparece el negro Stephen (Jackson), un hombre locuaz, servil y esclavista que oficia de secretario de su patrón. En la tercera parte se resuelve el conflicto dramático, que se introduce en la historia desde el momento que Django menciona la existencia de su esposa y su difícil sueño de liberarla. Los segmentos más atractivos son el primero y el tercero, mientras que el más dramático es el segundo. Tarantino ha dicho que su película "es en esencia un western hecho y derecho, con aportes del género tomados en sus expresiones europeas o negras". Es cierto, pero prevalece el espíritu lúdico del spaghetti western, más algunas dosis de melodrama romántico y todo "matizado" con escenas de violencia extrema. El director también desliza algunos apuntes políticos sobre la brutalidad de los blancos esclavistas, resumidos en una acotación que Django le hace a un Schultz asombrado por una escena de crueldad. Que no puede tolerarla --le dice-- porque por su condición de extranjero está menos acostumbrado a los norteamericanos. El filme respira pasión por las imágenes, observable en especial en los bellísimos planos largos, e incluye varias actuaciones meritorias y, a manera de homenaje, fragmentos musicales de Ennio Morricone, Riz Ortolani y el tema original de Django compuesto por Luis E. Bacalov.
Abuelos, padres y nietos, con mucho por aprender Es la típica película "yanquilandia", de ésas que se han visto hasta el hartazgo, pero es propuesta por el director y su productor Billy Cristal como una comedia original, "familiera" y reidera, cuando en realidad es una suma de tópicos argumentales y convencionalismos narrativos. Alice (Marisa Tomei) y Phill Simmons (Everett Scott) conforman un matrimonio sumamente atareado con sus respectivos trabajos, aunque muy organizados, previsores y sobreprotectores. Tienen tres hijos: Harper, una niña de 12 años, a quien los padres obligaron a aprender a tocar el violín desde los 5 años; Turner, de 9, tartamudo; y Barker, de 5, el más travieso, interesado y "extorsionador", de quien el abuelo dice que es un "enano capitalista". Phill y Alice deben viajar por razones profesionales y como los abuelos paternos tampoco están en la ciudad para cuidar a los hijos, recurren a los "suplentes". Porque como ocurre en muchas familias, también aquí están los "titulares" y los "otros abuelos". En este caso se llaman Artie Decker (Crystal) y Diane (Bette Midler). Como ven a los nietos a cuenta gotas, les falta "entrenamiento", pero les sobra buena intención para conquistar su afecto. Y con esta actitud se instalan en la casa, dispuestos a cuidarlos y asistirlos en sus necesidades. Artie ha sido cronista de béisbol durante 35 años y acaba de ser despedido del trabajo. Por lo tanto debe luchar internamente para disimular su alicaído estado de ánimo. Además tiene menos sentido común que un elefante. Phill instaló en la casa un sistema, inventado por él, que controla el movimiento de sus habitantes y les recuerda sus obligaciones cotidianas. La tecnología esclavizante es una de las variables más criticadas en este filme. La otra es el excesivo apego de los padres a teorías modernas de educación de los hijos, porque según se expone en la película, les resta espontaneidad e iniciativa. La más dominada por estas teorías es Alice, quien pretende ser la "madre perfecta". Del diccionario familiar han eliminado, por ejemplo, el adverbio "no". Billy Cristal comentó que el origen de esta historia fue una experiencia propia, cuando él y su esposa tuvieron que cuidar durante siete días a sus nietas de 6 y 9 años, con infinidad de reglas impuestas por su hija, y después requirieron otra semana para reponerse del estrés emergente. Pero en esta historia todos terminan aprendiendo o curándose de algo, aunque en algún caso eso ocurre más bien por arte de birlibirloque. O aceptando la realidad, cuando ésta posee más consistencia que los sueños paternos. A Marisa Tomei parece que no le pasan los años, pero aquí no puede mostrar el carisma que exhibió en otros filmes; Bette Midler hace lo que puede y Crystal busca desesperadamente concretar algo que parezca gracioso. Lástima que todo ese esfuerzo se dilapide por un pésimo doblaje.
Tipos duros y melancólicos En 1986 Jeff Kanew dirigió Dos tipos duros (Tough guys ), sobre dos gangsters ex convictos interpretados por Burt Lancaster y Kirk Douglas, que fueron condenados a treinta años de prisión por asaltar el tren de lujo "Gold Coast Flyer" y al recuperar la libertad, pretenden aprobar lo que consideran su asignatura pendiente. En 2000 Michael Dinner realizó Los mafiosos (The crew ), sobre cuatro gangsters "jubilados" que no aceptan abandonar el hotel donde viven, cuyo dueño decidió modernizarlo, y para ahuyentar a los potenciales nuevos pasajeros roban un cadáver de una funeraria, lo acribillan a balazos y lo colocan en el lobby del edificio. En 2012 el actor y director Fisher Stevens, de recordada participación en la saga Circuito 1 y 2 , convocó a otros tres gangsters veteranos y de poca monta, y los sigue con su cámara durante toda una noche que, quizás, puede ser la última. El más equilibrado es Doc (Walken), que habita un departamento, posee un automóvil y con él va a buscar a Valentine, apodado Val (Pacino), quien luego de veintiocho años de cárcel recupera la libertad. Luego van a buscar a Hirsch (Arkin), que vive en un asilo y en los "buenos viejos tiempos" oficiaba de chofer de la banda. Para ellos ninguna puerta es inviolable. Pasan por una farmacia para hacerse de medicamentos y algo más, también por un prostíbulo y auxilian a una prostituta que fue violada por varios maleantes y tiene debilidad --dice-- por la música de Cascanueces. Aunque se trata de una comedia policial, el acento no está puesto en el humor, sino en la tensión emergente de una amenaza que desde el inicio de la historia pende sobre sus cabezas, cuando un capomafia exige a uno de ellos ejecutar a otro, para cobrarse una deuda de sangre. En el filme de Dinner, uno de los personajes afirmaba muy suelto de cuerpo que "los mafiosos siempre arruinan todo". Algo similar ocurre en este filme, aunque ellos procuran defender su dignidad, a balazos si es necesario, ayudan a los más débiles y hacen de la amistad un culto. Hay mucho de melancolía crepuscular y de nostalgia por una época de gangsterismo que los había hecho "felices" y prodigado reservas para subsistir en la vejez. Pero parece que los tres están dispuestos a rifar todo su pasado en una sola noche. El principal crédito de este filme, de modestas pretensiones, es la presencia de los tres actores, cuyos personajes se permiten parodiar sus debilidades físicas y su decadencia como delincuentes. Resulta gracioso observar la disposición a la aventura de Arkin, las observaciones cargadas de ironía de Walken y las gesticulaciones de Pacino, que a pesar que su personaje transita un estado calamitoso, conserva la suficiente cordura para aconsejar bien a su gran amigo Doc. Como dato adicional, cabe decir que Fisher Stevens ganó en 2010 un premio Oscar de la Academia de Hollywood por su documental The Cove, donde fustiga a los japoneses por la descarada matanza de delfines.