La Claudia del titulo es el personaje que encarna Dolores Fonzi (lejos, lo mejor que propone esta película), una wedding planner con look de azafata de avión, obsesiva y perfeccionista que cuando reemplaza a una compañera de trabajo en la organización de una boda, reformula íntegramente no sólo la fiesta de casamiento sino también la ceremonia religiosa, con cambios que, tanto la familia como la empresa organizadora, comienzan a reclamar de manera hasta violenta. - Publicidad - El espacio en el que ocurre la casi totalidad de la historia es una casona de fin de siglo XIX principios del XX de las que suelen encontrarse en zonas ricas del conurbano bonaerense, donde sucede lo que desde el guión se plantea como una serie de extrañas situaciones, pero que en realidad es una inconexa sucesión de eventos sin demasiado asidero: la novia no quiere casarse, el padre de la novia tiene otros intereses que no son precisamente románticos, el novio es algo especial, algunos amigos y parientes son sospechosos de un complot que se irá desenredando con el correr de los minutos. Así, la actitud detectivesca de Claudia se alterna con sus reflexiones sobre ideales de actitudes en la vida, fundamentalmente sobre el amor y la muerte. Es que hacia el principio de relato, la muerte de su propio padre parece movilizar algo de la dureza con la que Claudia suele enfrentar las cosas; el corte entre ese primer momento y el tema central de la película que es esta boda buñuelesca (tal vez adjetivo que le queda muy grande) donde principalmente se altera el orden ceremonial comúnmente impuesto de Iglesia-Fiesta por el de Fiesta-Iglesia, es bastante rotundo, y podría haber sido mejor explotado. Suena hasta banal si se quiere que el problema de este grupo de personajes sea ese. Eso si, el funeral del comienzo tendrá un cierre hacia el final. La extravagancia puede ser una marca autoral, en Claudia hay algo que ni siquiera alcanza esa categoría: un desarrollo entre la obviedad y el absurdo, desde el comienzo con un recital de Lali Spósito, una fiesta con 12 invitados (no eran 60??), un jardín con dos autos en la puerta, un show de tango payasesco improbable, situaciones que no conducen a ninguna parte. En medio de todo eso, Dolores Fonzi hace un personaje que sale al salvataje de este cuasi despropósito que deberemos recordar por mucho tiempo como la película de apertura de un BAFICI alguna vez. En su superficialidad, su esquematismo, su vacío de sentido, su futilidad, Claudia será también, tal vez, la última película de toda una época.
Coproducida entre Paraguay, Argentina y Francia, bien podemos considerar a Matar a un muerto, ópera prima de Hugo Giménez, como un nuevo escalón en el creciente e importante cine paraguayo. La productora involucrada había sido la de aquel film inaugural de este cine que fue Hamaca paraguaya. Inaugural en el sentido que a partir de allí Paraguay sorprendió con películas como 7 cajas, Las herederas o la misma Las acacias (también producida por Sabaté Films) y se instaló una cinematografía de recorrido internacional, y claro que lo celebramos. - Publicidad - Aunque filmada íntegramente en exteriores, el film de Giménez que también escribe el guión, logra un clima de claustrofobia y encierro realmente destacable. Dos hombres tienen una tarea monótona pero perversa: enterrar a los muertos que el ejército deja en las orillas del río, un río que funciona como frontera entre la vida y la muerte y como no lugar también. Viven en una precaria casa en el bosque. Es época de Dictaduras en Latinoamérica, unidas por los macabros designios del Plan Cóndor, un sistema de colaboración para ejercer el Terrorismo de Estado: en Paraguay Stroessner, en Argentina Videla. Es el año del mundial 1978, y la única radio que tienen, devuelve algunas pocas noticias del desarrollo de los partidos. Los muertos llegan muertos, hasta que uno llega vivo. Y habrá que decidir qué hacer con él. Muchos años después las aguas vuelven a bajar turbias. Giménez maneja con sobriedad los movimientos de su actores, sus gestos, invitando más a la sugerencia y por lo tanto a desentrañar quiénes son esos hombres, qué piensan, a qué le temen y fundamentalmente cómo enfrentan esa nueva e inesperada decisión que cuestiona el tema de la obediencia debida, desde lo más humano. La cámara funciona así en un lugar de pregunta antes que de respuesta. Los seguirá entre los árboles, en las fosas, se aquietará en el momento de la lluvia. No habrá juicio sobre sus actos pero sí capta con fuerza poderosa el miedo ante el superior. Tiene espacio también para el pensamiento mágico y allí el fantasma de un perro salvaje y un amuleto en un pequeño frasco funcionará como amenaza o castigo. Gran film de actores. Recomiendo mucho Matar a un muerto.
La afinadora de arboles de Natalia Smirnoff, que se estrenó hace unos días en Buenos Aires, tiene muchas en cosas en común con Rompecabezas, su ópera prima. Casi 10 años distan entre ambas, (entre ambas películas y entre ambas mujeres). Rompecabezas me siguen pareciendo una de las grandes películas del cine argentino de la segunda década del siglo. Muchas cosas pasaron para las mujeres en este tiempo, y aún cuando en el comentario que hicimos de la película que protagonizaba la estupenda María Onetto hablábamos de una preocupación de otros tiempos, en estos, de empoderamiento femenino Paola Barrientos (en bella actuación) ya no es la ama de casa que se somete a esa cotidianidad fatigosa de la que es difícil escapar, sino su Clara, es una mujer escritora-ilustradora exitosa de literatura infantil alrededor de la que gira el funcionamiento familiar. No es esa familia o ese hogar lo que ahoga a Clara sino su propio trabajo, repleto de obligaciones que no tiene ganas de enfrentar o de exigencias editoriales que no entiende y cortan su creatividad. Smirnoff, como la directora de sutilezas que es, hace de Clara una triunfadora a la que no le alcanza la cáscara hueca del éxito, sino como toda mujer de estos tiempos quiere siempre más. La vuelta al barrio y la historia de adolescente, fuera de la ciudad, implica a esta altura un esfuerzo de toda la familia pero un regreso a cosas prístinas, privadas, sencillas. También, igual que en Rompecabezas , Smirnoff descansa en una omnipresencia de su protagonista, haciendo suya una enunciación interna a través de la cual el espectador irá construyendo su propia opinión sobre Clara, esta mujer por momentos caprichosa y extremadamente cómoda que está más con ella misma que con los que lo rodean y que termina transformándose por una decisión más interna que externa. En esa decisión hay una nueva idea de arte, no el que se hace dentro de cuatro paredes y en solitario sino el que se hace en colectivo y con la gente. La afinadora de árboles es una película madura que asimila los tiempos que vivimos, que cumple con lo personal y lo social, y que no se desenfrena ni se colapsa, sino que elige la calma y la felicidad por encima de todo.
Finalmente se podrá ver todos los lunes a las 20 hs en el Centro Cultural de Cooperación esta película, dirigida por Juan Mascaró y producida por la Universidad de Luján, que viene precedida por una negativa del INCAA para exhibirse en la sala Gaumont, que este organismo gestiona y que alberga películas de producción nacional más algunos (cada vez menos) festivales y muestras. Como Escuela bomba, no fue producida por el Instituto de Cine el INCAA consideró a ultimo momento que no tenia prioridad frente al resto de estrenos que sí cuentan con el apoyo estatal. - Publicidad - Si ya de por sí es polémica la restricción de estreno en la sala oficial de películas por fuera de ese circuito de subsidios más problemático aún es si se considera que Escuela bomba es literalmente una bomba para la gestión de la educación pública del estado provincial de este gobierno. Es fácil asociar un hecho con el otro y hablar de censura, ante una película realmente inconveniente en el contexto previo de las elecciones PASO que tendrán lugar en el país. Escuela bomba detalla con ajustada rigurosidad los hechos ocurridos antes y después del día de la explosión por escape de gas en la Escuela 49 de Moreno, aquel 2 de agosto del 2018 en el que murieron la vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar Rubén Rodríguez. Detalles que en el vértigo de la información de la cobertura periodística de los medios se pasaron por alto. Un pantallazo sobre esos medios y el registro directo del momento de la explosión da inicio a un documental que tiene la urgencia del tema que cuenta y en el que testimonios emocionados algunos, otros más objetivos, pero todos basados en la fuerte tesis que la película impone: que éste no fue un accidente sino un asesinato. Los que dan su voz son los docentes de la escuela, representantes gremiales, familiares de las víctimas. No es muy feliz la elección de algunas pantallas empequeñecidas y enmarcadas en un marco de madera para diferenciar algunas imágenes de archivo. Si se ve por ejemplo el discurso al estilo charla Ted que dicta el Ministro de Educación, ese recurso lo reduce y lo equipara al resto de las imágenes cuando en realidad es la malla ideológica que envuelve el relato. En ese sentido la búsqueda de argumentos e la historia misma de la distribución económica de los recursos del Estado nacional y los estados provinciales aporta un marco de referencia bien concreto.
Se me venía presentado cierta dificultad con algunos documentales argentinos que se estrenaron últimamente en pantalla grande o se exhibieron de manera menos convencional: cierta inercia en los temas, una insistencia interna en un eje temático central (y único) que no hace más que redundar la historia que se cuenta, un forzamiento de la modalidad de observación o la de testimonios, que producen la sensación que hemos visto esto muchas veces. - Publicidad - A una legua, ópera prima de Andrea Krujoski que se estrena este jueves 20 de junio, escapa a esos embrollos, y fluye en cambio a través de un inteligente uso de elementos, que se diversifican pero que nunca pierden unidad. Hay observación, entrevistas que se asumen como charlas descontracturadas con figuras del folclore y de la música (Egle Martin, Vitillo Avalos, Cuti Carabajal (padre de Camilo), recitales, contacto con la naturaleza, con la cultura urbana de la música electronica. Varios caminos toma el documental para homenajear al bombo leguero, instrumento de la infancia de Camilo y de su propia historia familiar. Uno: la idea de construir bombos con elementos reciclados, tanques de agua por ejemplo; dos: transformar sonidos, tiempos, silencios y pasarlas del ritmo musical al formato de ADN para guardar esa información dentro de una bacteria y almacenarlas congeladas; y tres: poder plantar en la provinica de Buenos Aires ceibos que puedan ser usados en el futuro para armar nuevos bombos. Cada uno de esos momentos tiene especial atención dentro del relato, y se entraman entre sí usando el ritmo de la percusión y de la mùsica como lògicos conductores, cosa que sume al documental de Krujoski en una lògica interna que, insisto, bien podrían envidiar otros documentales Como integrante de la gran familia de Los Carabajal conjunto de música folklórica santiagueño que forma parte de la historia del folklore argentino desde los años 60, Camilo, hijo de Cuti se pone al hombro el proyecto mientras participa y forma parte de su banda de folklore electrónico Tremor, que también tiene unas atinadas intervenciones dentro de la película Ciencia, arte, ecología, tradición y futuro se entrelazan en este documental argentino que recomendamos ampliamente.
Con epicentro en San Martin de los Andes, uno de los lugares turísticos más importantes de la Patagonia Argentina, el séptimo film de Ulises de la Orden se ocupa de la historia de la recuperación que viene haciendo la organización "Vecinos sin techo" de 400 hectáreas en poder del Ejercito y la posterior construcción de viviendas. El conflicto entre el negocio inmobiliario, las decisiones políticas y la falta de tierra para un sector de la población, el documental elige el modo observacional y lo que comienza a relatar desde los casos particulares lo va convirtiendo en un sistema colectivo. El desarrollo de las asambleas populares y las decisiones sobre la construcción de viviendas sociales con materiales de ultima generación, los tendidos de cables eléctricos, el reparto del trabajo de organización en base a la idea de interculturalidad, la reunión con los concejales, las discusiones micro y macro van conformando un universo que De la Orden se preocupa en geosituar en el contexto actual de las cooperativas dejadas de lado por los gobiernos locales y nacional. El documental es correcto, emotivo en cierto sentido, sin jugarse a grandes sorpresas, y lo que vemos es una sucesión de de dificultades que se presentan oralmente y que sirven de hilo narrativo. Aunque siempre resulta importante conocer las empresas comunitarias y cooperativas que suceden en nuestro país. Estreno jueves 30 de mayo en el Gaumont Dos únicas funciones en el Centro Cultural San Martín Martes 4 y 11 de Junio – 20hs En el marco del Ciclo DocuMartes Organizado por ADN
Buena noticia el estreno en Buenos Aires de la ultima película de Assayas, mientras transcurre en Europa el Festival de Cannes. Una película de interiores praisinos, personajes y diálogos que pone atención sobre dos grandes temas: las relaciones de parejas y el ambiente literario. Esta sumatoria le viene dando el tinte de película alleniana. Pero esto no es Nueva York sino París y la Binoche es incomparable. - Publicidad - Juliette hace de una actriz de serie televisiva (producto masivo) casada hace 20 años con un editor literario que ha decidido recurrir al e-book frente a la edición en papel. Precisamente rechaza el último manuscrito de un escritor (bien en el personaje de bohemio perdedor) que tiene una relación con su mujer y que escribe a partir de sus vivencias entre las cuales lógicamente aparece como personaje la esposa (Juliette) del editor. Las relaciones cruzadas, el amor y el abandono, la infidelidad y el aburrimiento de los matrimonios largos, detrás (o delante) de las discusiones sobre la literatura y los modos de acceso del público, y el negocio claro está. Aquí los diálogos tienen subtextos, los otros saben poco de las personas con las que viven y si sospechan, preguntan, pero siempre las respuestas serán más subtextos. Assayas es Assayas y todos esos temas que son más viejos que el agua y podrían caer en la melancolía facilista o en el intelectualismo vacuo, el director de Los destinos sentimentales, Sils Maria, y Personal Shopper los presenta en una bandeja muy delicada que es la del cine más refinado. Atención al final que viene con perlita.
Empiezo a buscar algunos materiales sobre esta película de la cantante de ópera María Callas estrenada el jueves pasado, y encuentro que en noviembre de 2018 se estrenó en Londres un espectáculo único: María Callas, tal vez la más grande, revivía a través de un holograma proyectado con láser sobre el escenario del London Coliseum acompañada en directo por 50 músicos de la Royal Philharmonic Orchestra. El 20 de marzo este espectaculo podrá disfrutarse en Buenos Aires en el Gran Rex. Una fantasmagoría creada por BASE Hologram, empresa que planea para este año algo similar con Amy Winehouse. - Publicidad - El documental Callas by María del francés Tom Volf convoca en Buenos Aires a melómanos, fanáticos y curiosos en el contexto de una cartelera tan pobre que La Capitana Marvel se lleva más del 80 % del publico de salas. Pero no todo está perdido y asistir al cine Lorca un sábado a la noche y estar en una sala llena de un público entusiasta da algo de aliento. Mucho silencio y atención en este documental en el que asistimos al retrato de una de las divas más grandes del siglo XX, de esas que ya no hay, se escucha por ahí. De esas divas que de tan divas difícilmente podamos verlas en algún momento sin la máscara que le da el pesado maquillaje, sus rasgos griegos, ojos negros, cejas gruesas, nariz pronunciada. Callas es María, pero antes que nada es Callas: una joven exigida por su madre desde pequeña que confiesa que el máximo logro de una mujer es tener un marido y ser madre. Pobre mujer decimos (?) y creemos que en realidad no lo es tanto. Luego, un marido millonario 30 años mayor que ella, un romance con Aristóteles Onassis uno de los hombres más ricos de la época, y la tristeza y soledad de la fama y el éxito. Callas nunca deja de ser Callas, acusada de caprichosa, malhumorada, un famoso episodio durante la cancelación de su concierto en Roma por una repentina bronquitis la hace caer en una mala prensa inaudita o el fin del contrato con el Met de Nueva York comienzan a darle fama de mujer difícil. En pleno momento de la sociedad del espectáculo: Callas entendía sus procedimientos, el diálogo con la prensa, la salida y entrada de sus actuaciones, las bajadas por las escalerillas de los aviones, las entradas a los autos, las salidas de los autos. Una gran parte del documental recurre a este tipo de imágenes de pasaje donde el misterio le gana a lo real, y la fugacidad a lo humano. Esa mujer que se niega a deshonrar una sola nota del Bel Canto de un Bellini o un Donizetti o un Rossini con su ronquera o su hilo de voz, esa mujer que se entera por los periodicos que el gran amor de su vida se casa con una de las mujeres más poderosas (y tambien más indefensas) de la tierra; Anécdotas, entrevistas de tv, imágenes que se evidencian a través de enorme cantidad de material de archivo. Callas by Maria es una película de archivo, apenas intervenida por el trataient de algunos de los fragmentos puestos en formato fotograma y por la voz impecable de Fanny Ardant que pone en primera persona las cartas de la Diva, pasajes que no dejan de ir de lo intimo a lo público. La investigación de archivo que hizo Volf detectó cerca de 10.000 fotografías, 400 cartas personales y 60 horas de imágenes en manos sobre todo de la madre y la hermana, herederas de la famosa soprano. De la Scala de Milán a una fiesta en un circo; de la ópera de Paris a los escenarios de Tokyo, de conferencias de prensa a filmaciones caseras, del making off de la pelicula Medea (material imperdible con un Pasoloni a pleno) a las bambalinas antes o despues de salir a escena; de la dureza de los primeros años de ensayos a las vacaciones en un yate en el mar griego y la sonrisa amplia. No hay minuto en que el icono María Callas deje de serlo, nunca rompe el cristal Tom Volf y hace un film para el melómano y para el que no, María Callas: En sus propias palabras no será un holograma pero es como si lo fuera y les aseguro que dignifica la alicaída cartelera porteña.
María es argentina, Anne es alemana. Se conocieron haciendo un curso de cine en una de las escuelas más prestigiosas del mundo, San Antonio de los Baños en Cuba. De allí surgió un equipo de trabajo que resultó en el corto Cine Encanto y en el largo Proyecto 18 - Publicidad - En un nuevo desafío se plantearon una consigna: la del viaje de dos mujeres occidentales solas por más de 10 países del medio Oriente, un viaje que debería ser sólo por tierra o por agua. Nunca volando. Wanderlust, cuerpos en tránsito se convierte así en un film de experiencia, subjetivo donde atravesar el territorio es también pasar por distintos grados de amenaza, sobre todo en los cruces de frontera. Mirá la charla que tuvimos con María Pérez Escalá Wanderlust es una suerte de película nómada, un documental del off de un viaje: los transportes, las aduanas, los couchsurfing, los soldados israelíes y argentinos, otras mujeres viajeras, Esos testimonios de una u otra manera, ponen en el centro la mirada que las mujeres tienen sobre las cosas del mundo, y también el modo en que las mujeres son miradas por extraños culturales. Ese juego es tal vez lo más interesante que propone la película que intenta alejar todo lo que significa el viaje turístico, Anne y Maria emprenden un viaje de experiencias, y sus voces ponen mucho enfasis en lo que pasa con esos tránsitos, con esos cuerpos. En el medio, el Mundial de Fútbol del 2014 les propone también compartir la experiencia de un evento global en bares donde solo hay hombres. El Cairo, Israel, Palestina, Chipre, Turquía, Bulgaria, Alemania, y sus voces a modo de guía. Sopla un viento fresco en el cine hecho por mujeres que comparen sus vivencias y sus maneras de enfrentar el mundo.
Basada parcialmente en una historia real, una de las favoritas a tener una buena performance en los próximos Premios Oscar no es más que el retorno de algo así como Conduciendo a Miss Daisy pero al revés. Un tipo de películas que requiere para existir de las buenas, sino potentes, actuaciones de sus protagonistas, en este caso Viggo Mortensen como el italo americano que queda desocupado y comienza a trabajar como chofer de un sofisticado y exitoso músico negro, interpretado por el oscarizable Mahershala Ali (Luz de luna). - Publicidad - Corre el año 1962, en pleno segregacionismo, cuando la figura de John F. Kennedy se levanta como una esperanza para calmar los duros enfrentamientos raciales, sobre todo en el sur del país, hacia donde se dirige el trío de Don Chaley a tocar en ricos y elegantes lugares de blancos. Kentucky, Alabama, Misisisipi, Louisiana, estados en los que los negros trabajan todavía en los campos de algodón, no pueden entrar a las tiendas de los blancos, ni usar los mismos baños. Mucho menos albergarse en los hoteles. Por eso la existencia de unas guías llamadas Green Books, (Green por su autor) mejor dicho El Libro de Green para el automovilista negro en el que figuran a modo guía turística lugares donde los negros pueden parar legalmente y sin tener problemas: bares, restaurantes, hostales. En ese sentido, la película de Peter Farrelly, un director de larga trayectoria de comedias livianas (Loco por Mary, Tonto y Retonto, Irene, yo y mi otro yo) logra un tono didáctico nada desdeñable, en virtud de esa férrea voluntad de Chaley de trabajar dignamente en el lugar donde prima el racismo bajo todas sus formas. Hay una anécdota por allí de la paliza que recibió Nat King Cole unos años antes. Como toda película que no intenta reflexionar más allá de lo que muestra, Green Book funciona por contrastes: el que se plantea entre la educación, la cultura y la caballerosidad de Chaley y los modos cuasi salvajes de Tony Lip, el universo fastuoso e hipócrita de los aristócratas sureños blancos y la lucha de adaptación personal de ese músico que toca jazz para ser aceptado; el contraste entre la música clásica y la música popular (también hay que decirlo), tal vez la escena más interesante es la del bar de negros en el que toca una pieza de Chopin para luego rápidamente volver al jazz improvisado. Interesante el nivel de diferencias geográficas, las peligrosas ciudades sureñas se diferencian de Nueva York, ciudad cosmopolita y segura para los negros. Green book resulta, en fin, una pieza hollywoodense bien aceitada en la que la conciencia social solo tiene que ver con el trato personal, esa anagnorisis algo tramposa en la que los blancos, aunque sean inmigrantes italianos, “aceptan” a los negros en su mesa de Navidad, porque después de todo, y si aprenden la lección, son buena gente.