Aventura con Mercedes Suerte de combinación de comedia dramática con road movie, Ella se va seduce con su trama cambiante y singular pero fundamentalmente por la presencia magnética de la gran Catherine Deneuve. Abordando un rol sin tanto glamour, la Deneuve aquí es una mujer simple pero contradictoria: por un lado, se comporta como una adolescente, al abandonar de golpe su vida rutinaria y familiar, y por otro, demuestra madurez al no estar demasiado atada a su pasado de fulgurante reina de belleza. Al contrario de sus colegas, con las que se encuentra –muy a su pesar– en un revival periodístico y publicitario. Esa mujer con problemas financieros y una molesta relación con su madre posesiva hace eclosión, y con la clásica excusa de ir a buscar cigarrillos se lanza a una aventura no planeada con su viejo Mercedes. Pero su vida cambiará por el encuentro con un nieto al que no ve desde hace años, vínculo que dará pie a los mejores y más entrañables momentos de la película. La también actriz y realizadora Emmanuelle Bercot (directora de la interesante Backstage) da la sensación de haber bosquejado una trama madre y luego haberse dejado llevar por lo que le proponían los caminos y paisajes de su país, los personajes y esencialmente el carisma y la persistente belleza de la legendaria intérprete francesa. Con aciertos expresivos y algunas lagunas, Ella se va es un film disfrutable, de la mano de una actriz fascinante y un convincente niño como partenaire.
El amor en los ’80 La reciente colaboración de realizadores españoles con el cine argentino ya ha entregado algunos títulos de real valía, como Atraco! y Séptimo, y ya sea haciendo participar a intérpretes de aquí o rodando en nuestro país, esta integración está rindiendo sus frutos. En el caso de Inevitable, el director Jorge Algora, responsable de la atrayente El niño de barro, aborda una trama completamente distinta, aunque también un extraño pero hipotético crimen se produce. Inspirándose en una obra del notable autor Mario Diament, esta película vuelve a poner a Darío Grandinetti en un protagónico fílmico, acierto que se extiende a otros intérpretes talentosos como Federico Luppi y Antonella Costa. Ubicada en unos indeterminados años ’80, el film propone devaneos amorosos, filosóficos, psicológicos y hasta metafísicos, en una amalgama que, con inteligencia y sensibilidad, no se aparta de la peculiar línea narrativa pero que podría haber dado aún para más. En medio de un matrimonio desgastado y una muerte cercana, el protagonista tomará decisiones inesperadas, que sacudirán sus vínculos y su vida rutinaria, mientras que un escritor ciego (referencia clara a Jorge Luis Borges) intervendrá otorgándole nuevos devenires a la historia. Un estupendo Grandinetti, pleno de matices, junto a una Costa intrigante y bella, comandan un elenco en el que también se destaca la española Mabel Rivera.
El reino de la excentricidad El inefable Wes Anderson profundiza su fenomenal y creativo estilo a través de la recreación de un insólito, figurado y lujoso hotel de la ciudad capital de Hungría, en El gran hotel Budapest. Aunque el film transcurre en un país ficticio llamado Zubrowka, en una Europa oriental frívola, sarcástica e imaginaria, en vísperas de la hegemonía totalitaria. Cada vez más personal y audaz en sus enunciados estéticos y narrativos, el director de la genial Los excéntricos Tenenbaum y la reciente y bellísima Un reino bajo la luna, se interna aquí en ese universo europeo de países y reinos hipervinculados (pese a la ausencia de tecnología), haciendo foco en sus supuestos hoteles, los más sofisticados y emblemáticos. La trama, burbujeante y abarcativa, avanza persiguiendo las peripecias del calificado conserje y de un joven botones de ese famoso hotel europeo. Manteniendo un tono de delirante farsa, ambos atravesarán robos, cárceles, fortunas familiares, asesinos e inspectores con el telón de fondo de un continente, en apariencia, resplandeciente. Con un diseño de producción suntuoso, elegante en extremo pero también melancólico y decadente, El gran hotel Budapest tiene como marco una insólita pantalla cuadrada que remite a los inicios del cine, lo cual no impide apreciar una imponente parafernalia visual. Y como si esto no fuera suficiente, reúne un elenco inconcebible para cualquier otro realizador, arrancando por un Ralph Fiennes impecable como el personaje que conduce expresivamente todo el andamiaje. Junto a él, Adrien Brody, Tilda Swinton, Willem Dafoe, Edward Norton, Harvey Keitel, Jeff Goldblum, Owen Wilson, Bill Murray, F. Murray Abraham y Jude Law, entre otros, como para que sobren las palabras.
La posibilidad del amor En un cambio llamativo de perfil estilístico, el realizador Jason Reitman deja atrás la comedia inteligente con toques sarcásticos y chispeantes, con los que desdramatizaba temáticas a veces hondas y complejas, para abordar aquí un drama con todas las letras. Aires de esperanza es un film con ingredientes sentimentales y románticos básicamente arduo en su trama y que busca activar resortes emotivos. Y en el tramo final, especialmente, llega a lograrlo, además de incluir algunos trazos de suspenso. El director de las magníficas La joven vida de Juno y Amor sin escalas hace un brusco rebaje en su carrera y apuesta a la posibilidad de que un amor inesperado entre como un aluvión en las vidas de dos (o tres) personas, pese a los indudables reparos, peligros y desencuentros que traerá aparejado ese vínculo. Porque una joven madre y su hijo se cruzarán con un fugitivo criminal que los forzará a que le brinden ayuda y escondite. A partir de allí, en ese fin de semana largo en el que se celebra el Día del Trabajo, se producirá un encuentro profundo e insólitamente perdurable entre esos tres seres. El film cuenta bien una historia que podría ser difícil de creer, sin llegar a ser una gran película pero aportando momentos logrados y emotivos. Las notables labores de Kate Winslet, Josh Brolin y el niño Gattlin Griffith sostienen dramáticamente su frágil estructura.
Universo adolescente Luego de su debut con Ana y los otros hace diez años, la directora Celina Murga ofreció un film diferente pero de muy escasos logros como Una semana solos; ahora, con el aval de Martin Scorsese, estrena su tercera película, La tercera orilla, un film con casi las misma deficiencias y virtudes que el anterior. La cineasta maneja indudablemente bien los climas cotidianos, otorgándoles una singular verosimilitud. Aquí lo demuestra internándose en ámbitos muy diferentes, ya sea la casa de un barrio cerrado colmada de niños o una familia disfuncional en un pueblo mesopotámico. En ambos casos, Murga sorprende con un fuerte quiebre en el desenlace, que aún generando interés en el espectador, de ningún modo se justifica a través del minucioso pero abúlico desarrollo previo. Aquí retrata muy bien el universo adolescente de la zona junto a extraños y sinuosos vínculos familiares, con la mira puesta en un joven taciturno guiado por ciertos y férreos principios y un padre respetado en el pueblo pero tradicionalista, controlador y autoritario. Una chispa se encenderá entre ambos, produciendo una desproporcionada actitud de uno. El realismo costumbrista y la ausencia de todo suspenso malogran los ambiciosos objetivos propuestos, pero algunas buenas escenas se pueden rescatar, junto a composiciones como la de Daniel Veronese.
Amor a primer clic Partiendo de una idea y un desarrollo brillantes, y llevando eso hasta las últimas consecuencias –bien en el estilo de Spike Jonze–, Ella es una obra cinematográfica absolutamente fuera de lo común. El director de ¿Quieres ser John Malkovich? vuelve a demostrar que su universo es único, y además que aquí alcanza su máxima expresión. Combinando extrañamente la ciencia-ficción, la comedia romántica, la tecnología deshumanizada, la metafísica, la filosofía y –paradójicamente– con un enorme humanismo, Ella cuenta una trama insólita pero a la vez, si el espectador acepta rápidamente todos los códigos puestos en juego, una historia de amor con todos los ingredientes posibles. Con toques que la vinculan con algunos films muy diferentes pero a la vez afines, como Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, y la reciente Cuestión de tiempo, este film de Jonze envuelve, deslumbra y también conmueve. Un hombre rutinario y a la vez creativo, que coexiste con un peculiar futuro no especificado, se vincula de manera profunda con un programa femenino informático. Y no vale la pena detallar más acerca de una trama que en todo momento atrapa, sorprende y compromete. La estética visual, la ambientación, el vestuario y la música enmarcan de manera fascinante un film en el que Joaquin Phoenix y tan sólo la voz –incomparable– de Scarlett Johansson hacen el resto. Imperdible.
Amor: conocerás al hombre de tu vida Con la particularidad de contar no sólo con la participación como protagonista del cantautor Ismael Serrano, sino también como coautor del guión junto al director, y Jimena Ruiz Echazú, Luna en Leo propone una eficiente comedia romántica, sin muchas pretensiones pero correctamente realizada. El director Juan Pablo Martínez ya había recurrido al músico en un film anterior, El hombre que corría tras el viento, y aquí mejora sustancialmente la propuesta, tanto en lo formal como en el desempeño de Serrano. El título del film hace referencia al nombre del personaje femenino y a la ocupación periodística del protagonista, que confecciona horóscopos. Ambos atraviesan por el trance de la primera cita, y en esas circunstancias vivirán situaciones inesperadas, enojosas y contradictorias, que finalmente resultarán casi milagrosamente conducentes. Con buena puesta en escena y fotografía, Luna en Leo logra hilvanar algunos diálogos y situaciones graciosas. Martínez logra retratar a dos seres con pocas cosas en común que en definitiva logran comunicarse y encontrarse. Convincente desempeño de la bella Carla Pandolfi, acompañando a un Serrano que se esfuerza en crecer en sus nuevos desafíos artísticos.
Guerra de dos mundos Con una Helen Mirren excepcional y una historia atrayente y extrañamente melancólica, Tras la puerta ofrece la posibilidad de apreciar un gran melodrama a cargo del notable cineasta István Szabó. El realizador húngaro de perlas como Mephisto, Coronel Redl y Cita con Venus aborda aquí un arduo entramado en el que los vínculos humanos, a pesar de las barreras, trascienden intensamente. Szabó regresa cinematográficamente a su patria, una eclipsada Hungría de posguerra, más allá de que la película esté hablada en inglés. El conflicto que da lugar al título se refiere al misterio que rodea a un ama de llaves hosca, parca, maniática y conflictiva, que no le permite a nadie traspasar la puerta de su casa: ni siquiera a la mujer que la emplea, que vive al lado y con la que establece una peculiar relación de afecto. Ambas pertenecen a mundos opuestos, lo que fomenta el enfrentamiento y una búsqueda de supremacía de una sobre la otra. El controvertido universo femenino que pinta el realizador se integra a una evocativa recreación histórica que desata hondos pero muy contenidos sentimientos. Además, la sutil intriga que sostiene la narración no se agota aún después de ser franqueada la morada de esa mujer casi intratable pero fascinante. Lo propio se puede decir de la soberbia interpretación de la Mirren, magníficamente acompañada por la alemana Martina Gedeck.
Corpo a la medida Una verdadera y estimulante sorpresa representa este nuevo film de Fabián Forte, que antes había incursionado en el género de terror, especialmente en su último y desbordado título, ¡Malditos sean! Con toques de ciencia ficción integrados a una trama disfrazada de un engañoso costumbrismo, La corporación habla de una misteriosa organización o compañía –que nada tiene que ver con grupos empresariales reales vinculados a la realidad política del país, o sí– que recrea un mundo artificioso confeccionado a la medida de cada cliente. El recuerdo de la genial Al filo de la muerte (The Game), de David Fincher, resulta inevitable y tampoco se puede dejar de mencionar a The Truman Show de Peter Weir, cuya parábola roza las ideas y el espíritu expresivo aquí expuesto. Pero más allá de inspiraciones, La corporación está dotada de sus propios valores y originalidad, dentro de una trama que se va hilvanando inteligente y sustanciosamente, gracias a una puntillosa realización y un grupo de personajes bien delineados. Este último elemento suele escasear en nuestro cine, y aquí se ve afianzado por un Osmar Núñez impecable como ese empresario metódico y estructurado pero acosado por un enorme vacío interior, acompañado por un consustanciado elenco en el que también aportan su oficio figuras como Juan Palomino y Federico Luppi. Como para terminar de redondear una notable pieza del cine nacional.
Arte, arte, arte Ambientada en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial e inspirada en hechos reales y muy poco difundidos, Operación Monumento es la nueva película como director de George Clooney, en la que también se desenvuelve como actor, guionista y productor, roles que ya conoce. Con chispazos de muy buen cine y abordando nuevamente temáticas fuera de catálogo –quizás el rasgo más inteligente y reconfortante de este popular intérprete en su faz de cineasta–, este film aglutina ingredientes que lo vuelven muy disfrutable. La búsqueda de obras de arte secuestradas en el marco de la guerra más devastadora de la historia, trama esencial del relato, se ve matizada por toques de comedia, humor, suspenso y aventura. Sin embargo, aun así, estas alternativas no fueron aprovechadas en sus máximas posibilidades expresivas, como sí lo había logrado en la evocativa y magnifica Buenas noches y buena suerte y en la excelente Secretos de Estado. En una suerte de brigada que acaso recuerda a la de Bastardos sin gloria, pero con propósitos muy diferentes, Operación Monumento progresa de manera ascendente en su trama, logrando mayor interés a medida que transcurre el metraje. Esos hombres de los monumentos, tal como fue denominada esa fuerza especial creada por Roosevelt para recuperar patrimonios artísticos históricos en aquellos tiempos, tienen un gran lucimiento a través de un estupendo grupo de actores que incluye a John Goodman, Jean Dujardin, Matt Damon, Cate Blanchett, Bill Murray y Bob Balaban. Y el espíritu por la defensa del arte que el actor y director quiso poner en un gran primer plano.