La leyenda romana de Rómulo y Remo -hijos de Marte y Rea Silva- cuenta que una loba (lupa capitolina) amamantó a esos gemelos que fueron arrojados al río Tíber. De esa loba madre surge el título del tercer documental de Marina Zeising, "La lupa". La cineasta ("Habitares", "Lantéc Chaná") relata en primera persona el deseo de ser madre, pero también se cuestiona todo lo que rodea a ese proyecto, que aún hoy sigue anclado al mandato social. Zeising trata de deconstruir la maternidad y lo hace abordando distintos temas, entre ellos la nueva ola feminista y la violencia obstétrica. Para eso, la directora, además de indagar sobre estos tópicos en la Argentina, se embarca en un viaje por dos lugares diferentes: Italia, la tierra de una expareja, y el país de sus abuelos maternos, Noruega. EL CONTEXTO En esta especie de travesía sentimental, la realizadora pone el foco en el sistema patriarcal y lo contrasta con las diferencias culturales vinculadas al rol de la mujer y también registra el encuentro con mujeres que habitan la maternidad de distintas formas. "Me interpelo en un contexto sociocultural de una nueva ola feminista que se revela ante el sistema patriarcal dominante. Identificada con esta perspectiva de género, e influenciada por mis raíces maternas nórdicas, viajé a los países que me llevaron a un proceso de interpelación y deconstrucción", expresó la cineasta. Con imágenes del 8M, la marcha del 8 de marzo de 2018 en Buenos Aires; entrevistas a referentes feministas de la sociedad italiana y conversaciones con una doula (mujer que acompaña a la madre en el parto y el primer período de la lactancia), entre otros entrevistados, Zeising hace un recorrido por varios puntos que trata el feminismo sin agregar nada novedoso. Aunque el documental analiza muchos temas, están bien llevados y tratados con profundidad.
En "El hijo", la segunda ficción de Sebastián Schindel, el director de "El patrón. Radiografía de un crimen" vuelve a trabajar con Joaquín Furriel. Acá, el actor encarna a Lorenzo, un pintor que espera con ansias la llegada de su hijo, luego de haber tenido un pasado complicado. Perdió la tenencia de sus hijas de un matrimonio anterior y tuvo problemas con el alcohol. Ahora, su actual mujer, Sigrid (Heidi Toini), una bióloga noruega que trabaja en el laboratorio del sótano del caserón de la pareja, a medida que avanza el embarazo se obsesiona con el cuidado del bebé. Una de las tantas decisiones que toma es la de parir en su casa. Por eso invita a una compatriota, quien cuidó de ella en su infancia, para que la ayude a dar a luz, mientras que Lorenzo queda relegado de cualquier tipo de participación. El thriller, que está narrado mediante saltos temporales, también presenta a la pareja amiga del protagonista, Renato y Julieta (Luciano Cáceres y Martina Gusman), quienes los ayudan a relanzar su carrera artística y además a enfrentar conflictos judiciales (sobre esto último no se puede spoilear). PERTURBADOR Basada en la nouvelle "Una madre protectora", de Guillermo Martínez, la película -a diferencia de su antecesora que tiene un tono más realista y social- navega por las aguas de lo pesadillesco en relación a la maternidad. Como aquel cuadro de Goya al que hace alusión el filme, "Saturno devorando a su hijo", el relato puede ser por momentos perturbador. Sin embargo, más allá de alguna escena mejor o peor lograda, la película tiene un problema y es que genera varias preguntas, de las cuales muchas quedan sin resolver. Si "El patrón" desde lo narrativo es conciso, "El hijo", por el contrario, intenta acaparar varios temas que no logran estar del todo bien trazados. Con una buena dirección de arte y fotografía, la película se destaca por la simbología que el director logra darle a esas imágenes. Un thriller que por momentos linda con el cine de terror y pone en foco el tema de la paternidad y maternidad en medio de una situación inquietante.
Las distintas tomas de rejas y cámaras de vigilancia con las que abre "4x4" anticipan lo que se verá durante la próxima hora y media. Los realizadores de "El hombre de al lado" y "El artista" vuelven a separarse en la dirección: el año pasado Gastón Duprat estuvo al frente de "Mi obra maestra" y Mariano Cohn la produjo. Ahora intercambiaron roles. El argumento es simple: en una calle tranquila de un barrio porteño -con una desmesurada gráfica de la ficticia secuela de "El hombre de al lado"-, hay una camioneta estacionada y Ciro (Peter Lanzani) entra al vehículo para robar el estéreo. Cuando quiere salir, luego de haber orinado el asiento trasero del auto, no puede. Las puertas no responden y los vidrios tampoco. El automóvil bunker se transforma en una cámara de tortura y el ladrón no consigue escapar. Después de haber pasado horas sin comer y sin tomar líquido, el protagonista recibe una llamada del dueño de la camioneta. La voz de Enrique (Dady Brieva), un médico de clase media, describe cómo su vida personal ha sido afectada por la cantidad de veces que le robaron. Por eso, esta vez decide tomar cartas en el asunto y hacer justicia por mano propia. FILME SADICO En las obras de Cohn y Duprat suele ser incierta la posición que toman los cineastas frente a sus personajes. Se ríen del snob que consume alta cultura, pero también del bruto simplón. Sin embargo, en "4x4" es distinto. El mensaje es claro, sádico, y recolecta cada frase de odio de una parte de la sociedad para armar un relato siniestro. El thriller es una película de encierro -casi todo sucede dentro de la camioneta- en la que Lanzani ("El clan"), una vez más, demuestra que puede sostener un protagónico sin titubear. El actor está presente en casi todos los planos. Brieva, a diferencia de Lanzani, no pone el cuerpo (aparece recién al final), pero con su voz consigue delinear de manera precisa y apropiada a su personaje. Un largometraje correcto desde su forma pero con un contenido despiadado sobre el tema de la inseguridad.
Entre tantos largometrajes estadounidenses que alberga la cartelera porteña, hoy se estrena "El cisne", la película islandesa de Asa Helga Hjörleifsdóttir, basada en la novela homónima de Guobergur Bergsson. La ópera prima transcurre en la Islandia rural contemporánea donde Sól (Gríma Valsdóttir), una niña de nueve años, es enviada a la casa de campo de unos tíos para trabajar en la granja durante el verano. Ese rito de paso, muy típico de la sociedad islandesa, tiene como objetivo la maduración e independencia de los jóvenes. En la estancia, la protagonista conoce a Jón (Thor Kristjansson), un campesino adulto con quien comparte habitación y por quien se sentirá atraída. A la granja también llega Asta, la hija pródiga de los tíos. Ellos -Jón y Asta-, con sus conflictos, "harán despertar" a Sól de su microentorno y ella empezará a percibir con otra lente el mundo exterior. LA INOCENCIA El coming of age, contado desde la perspectiva de la niña, muestra cómo esta joven soñadora, que narra historias fantásticas en medio de la vegetación, tiene su primer contacto con el sexo, la muerte y, también, las traiciones. La directora retrata de manera auténtica la inocencia de la protagonista y su aislamiento en el bucólico paisaje a través de una interesante puesta de cámara y fotografía. Además, la elección del reparto, sobre todo de la protagonista, Gríma Valsdóttir, se destaca por su naturalidad. La película -que tuvo su premiere mundial en Festival Internacional de Cine de Toronto- juega con elementos oníricos para recrear el punto de vista de Sól y la transformación que experimenta en la estancia de sus tíos. "El cisne" es una apuesta arriesgada y peculiar sobre el paso a la adolescencia.
Con un primer plano del ojo de un niño, la cámara se sumerge en la inmensidad del mar. Así comienza "Obsesión", el thriller protagonizado por Matthew McConaughey y Anne Hathaway, quienes ya habían trabajado juntos en "Interstellar". A simple vista, la película parece ser un neo-noir: Karen (Hathaway) es un monigote de femme fatale que va en busca de su ex marido, Baker Dill (McConaughey), un ex combatiente de Irak que ahora se gana la vida llevando a los turistas en excursiones de pesca en su barco bautizado "Serenity". Cuando finalmente lo encuentra viviendo en Plymouth, una isla tropical, le ruega a Dill que se "encargue" de su actual pareja (Jason Clarke), un mafioso que maltrata tanto a ella como a Patrick, el hijo que tuvo con Dill. El plan que elucubra Karen consiste en que él lo lleve a pescar, en una de las excursiones que ofrece, lo emborrache y lo arroje a los tiburones. A cambio, ella le pagará una buena suma de dinero. VARIAS PISTAS Dill, ese macho alfa alcohólico y ensimismado, que está obsesionado por atrapar un mítico atún de aleta azul que continuamente elude su alcance, se niega a llevar a cabo el macabro propósito de su ex mujer, pero cuando empieza a tener visiones más fuertes que lo conectan con su hijo, cambia de parecer. La película de Steven Knight, el guionista de "Promesas del Este" y creador de la serie "Peaky Blinders", siembra diferentes pistas durante toda la narración, y aunque el plot twist es inminente en el tercer acto, el resultado final no llega a buen puerto. Si bien el giro que propone la historia es audaz y tiene que ver con la personalidad retraída de Patrick, no logra ser del todo convincente y los artilugios que utiliza el filme para llegar al punto cúlmine se perciben en exceso. Una película cuyo final explica, en parte, lo estereotipados que están sus protagonistas.
Dicen que los opuestos se atraen o al menos eso parece darse en "Tampoco tan grandes". Lola (Paula Reca) y Teo (Andrés Ciavaglia), ahora ex novios, son a simple vista completamente distintos. La protagonista, una publicista puntillosa y a punto de casarse, cree tener su vida bajo control; sin embargo, cuando se entera de que su padre, a quien creía muerto, verdaderamente fallece, su vida se desmorona. Es ahí cuando, en vez de llamar a su actual pareja, se comunica con Teo, un aspirante a cineasta en crisis que cuida de su hermana Rita (María Canale), quien se está rehabilitando por adicción a las drogas. Teo y Rita, entonces, deciden acompañar a Lola a Mar del Plata para arreglar los detalles de la herencia que le dejó su difunto padre, y en la ciudad balnearia conocen a Natalio (Miguel Angel Solá), la pareja de su progenitor. Los cuatro viajan hacia Bariloche para esparcir las cenizas del fallecido, pero a la vez también para ver el terreno heredado. En el trayecto, por supuesto, cada personaje se enfrenta a su propia flaqueza para finalmente madurar. ROAD MOVIE Galardonada en la sección Panorama Argentino de la última edición del Festival Internacional de Mar del Plata, la película combina dos géneros: la road movie y la comedia romántica. Esta mixtura mantiene una fórmula similar a las norteamericanas y, aunque el guion caiga en lugares comunes, el largometraje no deja de ser entretenido. Federico Sosa ("Yo sé lo que envenena", "Contra Paraguay") sale airoso en su labor como director, sobre todo porque se trata de una película por encargo -él no es autor ni productor del proyecto-. Con una atractiva puesta en escena, la comedia cuenta con buenas actuaciones: Reca se luce con un papel hecho a su medida, mientras que Solá sorprende por interpretar uno distinto a lo que acostumbra hacer. "Tampoco tan grandes" tiene los elementos necesarios para pasar un buen rato, sin demasiadas pretensiones.
Las playas brasileñas fueron el paraíso de la clase media argentina en la década del "90 y Ana Katz traslada esa etapa a "Sueño Florianópolis" para contar las vivencias de una familia tipo a punto de separarse. En ese universo de caipirinhas, arena, mar y banana boat aparece reflejado un poco lo que es el comportamiento argentino en el exterior. Con esas "argentinadas" que nos identifican y avergüenzan a la vez, como llevarse algún souvenir del hotel y "mandar fruta" con el idioma, en este caso el portugués. La quinta película de Katz -ganadora del premio especial del jurado en Karlovy Vary por este filme- sigue a los psicoanalistas Lucrecia (Mercedes Morán) y Pedro (Gustavo Garzón), un matrimonio que viaja a Florianópolis junto a sus hijos adolescentes, Julián (Joaquín Garzón) y Florencia (Manuela Martínez). Cuando ellos llegan a la isla se encuentran con que el departamento que habían alquilado desde Buenos Aires (sin tener referencias, claro, porque no había internet) está en un estado deplorable. Entonces deciden contactar a unos brasileños que conocieron por casualidad en la ruta, Marco (Marco Ricca) y Larissa (Andrea Beltrao), para alquilarles una casa. Alejados de todo e influenciados por las delicias del ambiente tropical, Lucrecia y Pedro, que están evaluando el tema de la separación y cuyos hijos ya son algo grandes para pasar tiempo con ellos, se atreven a explorar nuevos horizontes y a experimentar otro tipo de libertades. PADRES E HIJOS La realizadora de "Una novia errante" y "Mi amiga del parque" nuevamente vuelve a poner el foco en un personaje femenino y sus impresiones sobre las relaciones de pareja y la familia. Esa familia que constituye en "Sueño Florianópolis" es uno de los aspectos más ricos del filme. La cineasta eligió a los hijos de los actores -en la vida real- para que encarnaran a los de la ficción. Manuela es hija de Morán y Joaquín, de Garzón. La decisión de priorizar la naturalidad del vínculo es lo que termina de darle solidez a ese grupo de personajes en la película. "Sueño Florianópolis" es nostálgica, íntima, pero sobre todo personal. La filmografía de Ana Katz está marcada por la hibridación entre el drama, la comedia y el absurdo. Una directora que sabe correrse de lo convencional para contar historias de mujeres auténticas.
Aunque hubiese tenido más sentido que se estrenara "Somos una familia", la última película de Kore-eda Hirokazu, que ganó la Palma de Oro en la edición de este año del Festival de Cannes, ahora la que llega a la cartelera porteña es "Nuestra hermana menor", de 2015. El filme del aclamado director ("Un día en familia" y "De tal padre, tal hijo") es una adaptación de la novela gráfica "Umimachi Diary", de Akimi Yoshida. Tres hermanas, Sachi (Haruka Ayase), Yoshino (Masami Nagasawa) y Chika (Kaho), que comparten casa en Kamakura, viajan a las afueras de la ciudad para asistir al funeral de su padre, a quien no han visto en quince años. En el velatorio, las chicas conocen a su medio hermana Suzu (Suzu Hirose) -producto de una relación extramatrimonial- y, como se encariñan con la adolescente, deciden invitarla a vivir con ellas. UNIVERSO FEMENINO El realizador japonés vuelve a retratar un tema recurrente en su filmografía: las relaciones familiares. En esta película, el cineasta no solo se adentra en la cotideaneidad de las cuatro hermanas y en ese universo femenino, sino también en cómo las protagonistas repiten patrones en su vida adulta por haber transitado la traumática separación de sus padres. Con una fotografía delicada, y algunas puestas que recuerdan al cine de Yasujiro Ozu, el filme busca mostrar de manera sobria la angustia de sus protagonistas, en especial la de Suzu, la menor, quien está en plena metamorfosis. De ritmo tranquilo, la película presenta este nuevo ensamble entre las hermanas que funciona como un fresco comienzo para esa familia partida y también como una manera de reconciliarse con el pasado.
Basado en el homicidio de la familia Borden en la ciudad estadounidense de Fall River en 1892, el thriller indie se adentra en la vida de Lizzie (Chloë Sevigny), la hermana menor del clan y en el periodo previo a los crímenes. La película -que se presentó en la última edición del Festival de Sundance- comienza seis meses antes de los asesinatos del patriarca y su nueva mujer, con la llegada de la nueva criada a la casa de los Borden, Bridget (Kristen Stewart). Maggie (el nombre que le designan cuando empieza a trabajar para la adinerada familia), una inmigrante irlandesa, no tarda en entablar una buena relación con la contestataria e independiente Lizzie. Lizzie, que es una adelantada para la época, se anima a ir sin compañía al teatro rompiendo con algunas convenciones sociales. Y hasta es capaz de desafiar a su perverso padre, Andrew (Jamey Sheridan), quien abusa de Bridget por las noches. BUENAS ACTUACIONES La segunda película de Craig William Macneill retoma la historia de Lizzie Borden que en varias oportunidades fue llevada a la pantalla. La más reciente fue en 2015 con la serie de televisión "The Lizzie Borden Chronicles", protagonizada por Christina Ricci. El filme gótico, que se siente un poco más largo de lo que dura, se desluce al no desarrollar con profundidad el aspecto psicológico de los personajes. Sin embargo, y teniendo en cuenta esta característica, las actuaciones sí realzan el relato. Chloë Sevigny ("Los muchachos no lloran") es perfecta para este papel y Stewart y Sheridan hacen lo suyo y se lucen en la cinta. Lo más interesante de "El asesinato de la familia Borden" es que ofrece una versión actualizada de esta historia en relación al empoderamiento femenino. Una película que se enfoca en la opresión que siente la protagonista por parte de su tirano padre y en cómo llega hasta las últimas consecuencias en una lograda escena gore.
Ally (Lady Gaga) entona "La Vie en Rose" mientras se pavonea por el drag bar. En el fondo también está Jack Maine (Bradley Cooper), borracho, con la cara arrebatada por el sol y el pelo grasiento. El músico de rock-country se siente impresionado por el talento de la joven camarera y en la escena siguiente, la va a ver al camarín y le pide que se saque parte de su maquillaje, algo similar a lo que tuvo que hacer Lady Gaga fuera de cámara para componer a Ally. Porque la cantante pop en "Nace una estrella" usa su color de pelo natural y deja de lado todo tipo de disfraz estrafalario. Luego de pasar una noche conociéndose, Jack invita a Ally a su próximo recital, que se transformará en una gira y finalmente en el ascenso de la artista. La película es la ópera prima de Bradley Cooper -dirige, actúa y canta- y la cuarta remake. Las dos primeras fueron protagonizadas por Janet Gaynor y Judy Garland, pero en vez de girar alrededor del mundillo de la música, se centraban en Hollywood y las crudas imposiciones del star system. Barbra Streisand, en cambio, encabezó la tercera, la menos lograda de todas. DE ORUGA A MARIPOSA El melodrama retrata una historia de amor inmersa en los vaivenes de la música (ascenso, fama y adicciones), con algún que otro cliché, pero no por eso deja de ser fresca, honesta y delicada. Lady Gaga demuestra que no sólo es virtuosa en el canto sino también en la actuación. Es magnética y en cada plano que aparece dan ganas de seguir viéndola. Por su parte, Cooper, con acento sureño y apariencia de cowboy del rock, consigue un personaje sólido y sensible. Mientras que detrás de cámara sabe cómo dominar la puesta y enfatizar en lo verdaderamente importante. Sin embargo, lo más fascinante de la película es la química que logran los protagonistas. El vínculo romántico y artístico de la pareja traspasa la pantalla y posiblemente resuene en las nominaciones de la próxima entrega de los Oscar.