EL SHOW CONTINUA La construcción del imaginario infantil en la industria audiovisual es una carrera a la que cada vez se suman más participantes, aunque, como bien se puede comprobar, Illumination Entertainment hace rato que se encuentra a la cabeza. Esta vez, los animales representan a los humanos con todo lo que eso implica: responsabilidades, mañas, sueños. Sing: ¡Ven y canta! es graciosa, por momentos reflexiva y con el toque acertado para atrapar a toda la familia: un repertorio de más de sesenta números musicales con los hits de Spotify conocidos por los más chicos y también los clásicos que escuchaba el abuelo. La facha de fanfarrón le sienta a bien a Matthew McConaughey, quien ahora le da voz a Buster Moon, un koala empresario -algo chanta, ya que venimos al caso- que decide presentar la competencia de canto más grande del mundo para salvar su teatro, el cual, después de reiterados espectáculos fallidos, está a punto de caer en la quiebra. Entre sus artistas seleccionados se encuentran Mike (Seth MacFarlane), un talentoso pero engreído ratón; Meena (Tori Kelly), una elefanta con miedo escénico; Rosita (Reese Witherspoon), una cerdita madre de familia cuyo sueño frustrado siempre ha sido cantar; Johnny (Taron Egerton), un gorila gangster; y Ash (Scarlett Johansson), una puercoespín punk. El concurso musical será su última entrada para subirse al tren del éxito y salvar su reputación. Garth Jennings (El hijo de Rambow) se metió de lleno en lo que es su primera obra animada. No se conformó sólo como director y guionista, sino que aprovechó sus premiados dotes artísticos y le dio vida a Miss Crawley, la poco productiva lagarto asistente de Buster y el típico personaje torpe pero querible que se lleva la mayor parte de las risas. Ya con los Minions y las Mascotas tuvimos una experiencia similar:personajes entrañables, carismáticos y empáticos son el ingrediente secreto para que todo esto funcione a como de lugar y que su presencia siga latente aun cuando hayan abandonado la gran pantalla. Así es como la magia de Chris Meledandri, productor y principal responsable de muchas de las obras de Illumination Entertainment, mantiene su éxito cuesta arriba. ¿Quién no ha seguido algún concurso musical de la talla de American Idol o The X Factor? La adrenalina es la misma, sin perder el verdadero hilo de la historia: enfrentar los retos, el show debe continuar. Desde de Stevie Wonder y Frank Sinatra hasta Katy Perry y Lady Gaga, casi no faltó ningún género -hubiese sido divertido escuchar un Def Leppard, Queen o Metallica-. Todos los protagonistas llevan vidas distintas en lo que se asemeja a la ciudad donde todo es posible, Los Ángeles. La música los unirá sin importar tamaño, raza, edad ni color, para vencer sus miedos y continuar con el show. SING: ¡VEN Y CANTA! Sing. Estados Unidos, 2016. Dirección: Garth Jennings. Guión: Garth Jennings. Producción: Janet Healy y Christopher Meledandri. Música: Joby Talbot. Montaje: Gregory Perler. Intérpretes: Matthew McConaughey, Reese Witherspoon, Seth MacFarlane, Tori Kelly, John C. Reilly, Taron Egerton y Scarlett Johansson. Duración: 144 minutos.
Cuántas chances hay de que un meteorito choque contra una nave espacial? Aparentemente, más de lo que uno esperaría. El director de Código enigma (2014), Morten Tyldum, vuelve de la mano de su nueva apuesta Pasajeros, concebida como un thriller romántico y sexy con el toque justo de acción. En este viaje lo acompaña la galardonada y mejor paga actriz de Hollywood Jennifer Lawrence, la heroína de la ciencia ficción, esta vez siguiendo los pasos de Sandra Bullock y su performance en Gravedad (2013). Sin las expectativas de un Armagedón (1997), Pasajeros resulta prometedora, empezando por su atípico argumento. El Avalon es una nave espacial que transporta a cinco mil personas a una nueva vida en el planeta Homestead II. La llegada fue programada para 120 años después de dejar la Tierra, pero a tan sólo 30 de partir, la nave sufre un desperfecto técnico en sus cápsulas de hibernación luego de recibir el impacto de un gran meteorito. Como resultado: dos de sus pasajeros, Jim Preston, un humilde y brillante mecánico, y Aurora Lane, una periodista muy respetada, despiertan 90 años antes de llegar a destino. Mientras intentan descubrir qué hay detrás de esa falla, se enamoran sin poder negar la atracción que existe entre ambos hasta que se ven amenazados por el posible e inminente colapso de la nave, lo que los llevará a descubrir por qué despertaron. La trama es diferente, lo que hace aún más tentador permanecer expectante en el asiento, antes de ver otra Perdidos en el espacio (1998) y salir corriendo. El hecho de tomar responsabilidad de sus propias decisiones es lo que mueve a los personajes en este caso -incluso si implicara no hacer nada al respecto-, renunciar a la vida en la Tierra y no ser obligados a ello. ¿Por qué? Si no era necesario. ¿Cómo sobrevivir ante estas circunstancias? Es la poca experiencia, la falta de conocimiento y lo que aún no ha sido comprobado de lo que es capaz el ser humano aquello que capta la atención y demuestra que vale la pena responder a esos interrogantes. Por otro lado, la experiencia 3D casi que no tiene nada que envidiarle a la premiada Interestelar (2014). Aunque no está totalmente justificado -salvo que experimentar la sensación de falta de gravedad sea suficiente-, resulta atractivo sentir más cerca algunos aparatos futurísticos flotando. Sin tantos actores en escena, tiende a esperarse que el protagonismo vaya más por el lado de los efectos especiales, aun habiendo un soberbio desempeño actoral. Oliver Stone dijo una vez que las películas pueden estar sujetas a un millón de interpretaciones. Está claro que más allá del modelo de ciencia ficción que Tyldum dirige, aborda un sentido algo más filosófico si se quiere: la sensación de permanecer varados en el espacio-tiempo, pensando en las probabilidades de tener un buen futuro en lugar de hacer lo mejor del presente. Pasajeros suma más puntos a favor que en contra, empero, se agrega a la larga lista de películas que no se convertirán en clásico y quedarán a la sombra de la interminable saga de Star Wars dentro del género. Aunque, a pesar del desafiante panorama en el mundo cinematográfico, tiene todas las de ganar para convertirse en una película épica. PASAJEROS Passengers. Estados Unidos, 2016. Dirección: Morten Tyldum. Guión: Jon Spaihts. Música: Thomas Newman. Fotografía: Rodrigo Prieto. Intérpretes: Chris Pratt, Jennifer Lawrence, Michael Sheen, Laurence Fishburne, Andy García y Julee Cerda. Duración: 116 minutos.
UN SOLO PASO DEL DRAMA A LA TELENOVELA Si cada familia es un mundo, según dicen, los Di Mateo han sentado las bases del Apocalipsis. En los tiempos que corren, las apariencias nos definen, nos engañan y hasta nos lastiman. No resulta increíble si se tiene en cuenta que el ser humano es por definición un poco masoquista. Viven de las puertas para afuera, aunque eso les valga una fructífera y estable relación familiar. A decir verdad, cuando de sacar los trapitos al sol se trata, los lazos irrompibles no existen o importan poco y nada. Mariana, hija única del Dr. y la Sra. Di Mateo, vuelve a Mendoza, su tierra natal, debido al delicado estado de salud de su padre, después de varios años de vivir en México. No obstante, su verdadera intención es develar todo aquello que ha mantenido oculto en un oscuro silencio y por lo que decidió irse de su hogar. Se reencontrará con un pasado doloroso, dentro de una familia muy conservadora y dispuesta a todo por mantener los roles preestablecidos por la sociedad. Las mentiras, secretos y polémicas discusiones convirtieron a lo que inicialmente pretendía ser concebido como un drama en una típica y reciclable novela de Pol-ka. Entre constantes vacilaciones, la trama cambia conforme -con poco sentido en ocasiones- a medida que se presentan los hechos -más bien los quilombos- que atentan contra la integridad de la familia Di Mateo. Como de costumbre, suele ser una madre “ejemplar” la que pretende sostener una fachada ficticia. No le sentó nada bien a Ana María Picchio (La tregua), que tal vez ya no está para estos trotes. Después de participar en varias películas como productor, una de ellas también junto a Catalina Saavedra (La nana), Sebastián Sánchez Amunátegui volcó sin miedo al exceso todo su conocimiento adquirido en el ámbito teatral en su ópera prima como director cinematográfico. Para hacer a la idea, tan sólo diez minutos con Juan Gil Navarro en escena bastaron para presentar la historia, el resto… es extremo melodrama y lloriqueo. LO QUE NUNCA NOS DIJIMOS Lo que nunca nos dijimos. México/Argentina, 2016. Dirección: Sebastián Sánchez Amunátegui. Guión: Flavia Atencio. Producción: Flavia Atencio, Mónica Gorbea, Antonio Hernández y Sandra Burgos. Fotografía: Juan Carlos Lazo. Edición: Roberto Bolado. Intérpretes: Flavia Atencio, Ana María Picchio, Sandra Burgos, Juan Gil Navarro, Catalina Saavedra, Mario Bertone y Miguel Conde. Duración: 91 minutos.
LA CONTRACARA DEL CAPITALISMO Ben Cash (Viggo Mortensen) es padre de seis hijos. Durante diez años los ha criado en un campamento autosuficiente en unos remotos bosques al noroeste del Pacífico, lejos de la civilización y, por sobre todo, rechazando cualquier contacto con el capitalismo. No celebran festividades “religiosas-comerciales”, como la Pascua y la Navidad, veneran el nacimiento de pensadores ateos, a Noam Chomsky en su lugar. Tras la muerte de su esposa, la familia se ve obligada a abandonar su paraíso y volver a la tierra individualista. De nombres creativos y una alta exigencia intelectual, todos son únicos en el mundo en la familia Cash. Así, debido a esa misma arrogancia, comenzarán a aparecer los problemas, cuando intenten adaptarse a la sociedad moderna. Camino al funeral de su madre, los chicos descubren el mundo real para el que claramente no estaban preparados. Quienes estamos sobrecargados de imágenes e información que nos envuelven en un pensamiento que no es más ni menos que consumista, les gritaríamos locos -“frikis” sería más acertado-. ¿Por qué? Si ellos no se burlan de nadie -salvo de los cristianos-, no hacen más que mirarnos con ojos descontaminados de todo lo que nos rodea. capitanEl también actor Matt Ross (Silicon Valley, American Horror Story, Big Love) escribe y dirige esta película hilarante pero también reflexiva. ¿Debemos ir a la escuela formal? Si podemos formarnos intelectualmente por nuestra cuenta. ¿Por qué proteger a los chicos de algunos conceptos? Si los descubrirán en algún momento. En pocas palabras, nadie está preparado para el mundo real. De cuando en cuando, no viene mal preguntarnos “¿Qué vine yo a hacer acá?”. De seguro, a seguir las órdenes de ningún capitán. Los humanos somos seres pasionales. Nos dejamos llevar por nuestras emociones, creencias o ideologías, en mayor o menor medida. Que aburrida sería la existencia si todos fuésemos iguales. Chomsky decía: “Si asumes que no existe esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que existe un instinto hacia la libertad, entonces existen oportunidades de cambiar las cosas”. Es útil recordar que las cosas son sólo cosas, que nosotros somos dueños de ellas y no ellas de nosotros. Que el mundo no es para los cobardes, muy pocos pasaron a la historia por arrogantes. “Hay pobres porque hay ricos, hay ricos porque hay pobres”. Si aún existen oportunidades de cambiar, cualquiera está a un solo paso. En definitiva, todos estamos hechos del mismo palo. CAPITÁN FANTÁSTICO Captain Fantastic. EE.UU., 2016. Dirección: Matt Ross. Guión: Matt Ross. Música: Alex Somers. Fotografía: Stéphane Fontaine. Intérpretes: Viggo Mortensen, George Mackay, Annalise Basso, Erin Moriarty y Frank Langella. Duración: 118 minutos.
¿TERRORISMO O CORRUPCIÓN? En vísperas del Día de la Bastilla todo puede pasar. La ciudad francesa de Niza, sin ir más lejos, fue escenario de un trágico ataque terrorista en el festejo de este año. Atentado en París no hace más que proyectar la cruda realidad que hoy vemos alrededor del mundo en los diarios y revistas -de hecho, su fecha de estreno fue postergada por tocar una trama tan delicada-. El Estado Islámico reclama París como la “capital de las abominaciones y de la perversión” y, en un simple acercamiento a un mundo que está en guerra, la producción inglesa de James Watkins (La dama de negro) demuestra que, si de violencia se trata, el terrorismo y la corrupción van juntos de la mano. Michael Mason (Richard Madden), un carterista estadounidense prófugo que reside en París, se ve implicado en un supuesto atentado terrorista cuando roba un bolso en el que había algo más que una simple billetera. Tras ser perseguido por la CIA, el agente Sean Briar (Idris Elba) comprende que Michael no es más que el último eslabón de una conspiración criminal y lo reclutará para desarmar una gran red terrorista que podría afectar a la seguridad internacional. Resulta extraño pensar que, al ser una coproducción europea, la película se acerca más a lo que fue Londres bajo fuego de Babak Najafi: un yankee llega para salvar al mundo. Sin embargo, Watkins como director le apuesta al clásico lobo solitario de la CIA y la pareja dispareja que luchará para defender los ideales y la integridad occidentales. Terrorismo, agentes estadounidenses y un poco de acción a la licuadora dan con la fórmula para una perfecta película cliché. Burócratas fachos y policías corruptos pueden ser mucho más peligrosos que el fundamentalismo islámico al que intentan concebir como enemigo para justificar sus acciones. Desafiar al poder político y sembrar el caos, ese supone ser su objetivo principal, pero, ¿acaso sabemos también por quien nos dejamos gobernar? Si algo diferencia a Atentado en París de la saga de Jason Bourne solamente son un par de hashtags y rebeldes anarquistas. ATENTADO EN PARÍS Bastille Day. Reino Unido, 2016. Dirección: James Watkins. Guión: Andrew Baldwin. Producción: Bard Borros, Fabrice Giabfermi, Steve Golin y David Kanter. Música: Alex Heffes. Fotografía: Tim Maurice-Jones. Edición: Jon Harris. Intérpretes: Idris Elba, Richard Madden, Kelly Reilly, Charlotte Le Bon y Anatol Yusef. Duración: 92 minutos.
LA VENTANA INDISCRETA Corrido el rímel y con bolsas en los ojos, fija una mirada vacía por la ventana. De labios resecos, que piden a gritos por un vaso de agua. Rodeada de gente, a la vez se siente sola. La cara de Rachel Watson (Emily Blunt) es la personificación de la tristeza y el desdén. Dicen que lo que está por venir siempre es mejor que lo que se fue. Lástima, esas no son más que palabras sin sentido para La chica del tren. Una ex esposa borracha, la depresión y la resaca muy lejos están de ser una buena combinación. ¿Podríamos llegar a dudar hasta de nosotros mismos nada más que “por amor”? Rachel es una mujer devastada y que, por su reciente divorcio, ha caído tristemente en el alcohol. Cada mañana, de camino al trabajo en el tren, pasa por su antigua casa, donde viven su ex esposo (Justin Theroux) y la nueva mujer. Para distraerse, observa a Megan (Haley Bennett) y Scott Hipwell (Luke Evans), una pareja aparentemente perfecta que vive unas casas más abajo. Una mañana es testigo, desde la ventana, de un impactante suceso y se verá envuelta en el misterio que ella misma revelará: la desaparición de Megan Hipwell. El director Tate Taylor (Historias cruzadas) retrató el calco perfecto de la pena y el desconsuelo que viven en las páginas de la novela de Paula Hawkins. Reproduce maridos violentos que envenenan a toda una sociedad, donde la única salida es el coraje y la voluntad. Rachel Watson es, en ese sentido, de las personas excepcionales que luchan para quebrar con la perturbadora misoginia. Sin embargo, sólo puede divagar en los recuerdos que le quedan hasta dar con la verdad. Tal y como en Sueños, misterios y secretos (2001) o Misteriosa obsesión (2004), es la historia de una mujer presa de sí. Un personaje tan vivo, tan empático, tan real como nunca antes visto. Culpar a los demás es fácil, es no aceptar la responsabilidad que la vida conlleva, es distraerse de ella. Sin embargo, ¿de qué sirve denunciar? ¿de qué sirve gritar?, si a la ex alcohólica reincidente no la van a escuchar. Cuando viajamos pensamos -demasiado-, imaginamos historias en las que a veces somos héroes, en otras no tanto. Como en La chica del tren, la clave es mantenerse en movimiento. Siempre y cuando cambiemos de ventana, cambiemos de vagón, dejar de ser masoquistas y aprender a cambiar de vista. LA CHICA DEL TREN The girl on the train. EE.UU., 2016. Dirección: Tate Taylor. Guión: Erin Cressida Wilson (Novela: Paula Hawkins). Música: Danny Elfman. Fotografía: Charlotte Bruus Christensen. Intérpretes: Emily Blunt, Rebecca Ferguson, Haley Bennett, Luke Evans, Edgar Ramirez y Justin Theroux. Duración: 112 minutos.
LA OSCURIDAD, EL NUEVO INFIERNO Que a la mayoría de los hombres no le gusta pedir indicaciones es un hecho, pero de cuando en cuando no vendría mal hacerle caso al GPS, por lo menos. Cuando Sarah (Niamh Algar) y Mark (Stephen Cromwell) decidieron tomarse unas mini vacaciones, no pensaron mucho a la hora de elegir su destino. El condado Offaly en Irlanda parece ser la excepción a la regla de un país reconocido por sus bosques encantados, mitos y leyendas. Una joven pareja y una desolada campiña irlandesa combinan a la perfección, más aún tratándose de una película de terror. Todo comenzó como una simple escapada romántica. El viaje venía según lo planeado hasta que, por supuesto, la pareja se pierde y estanca el auto en medio de la nada. Tampoco les llega señal al teléfono por si algo faltaba. En lugar de ir en busca de ayuda, se meterán directamente en la boca del lobo: una pequeña granja abandonada, donde se toparán con una horrible criatura que los acechará durante toda la noche. Al buen estilo Rambo, Sarah intentará defenderse a sí misma y a su improductivo novio. Conor McMahon, director y guionista independiente irlandés, ya tiene varios años en el rubro de terror -y bastante bien le va-. Siguiendo una misma línea que sus cortometrajes, series y Carne muerta (2004), se fanatizó con los seres oscuros y de aspecto poco agradable. No obstante, hay que admitir que a David Sandberg no le pagó los derechos de autor de Cuando las luces se apagan: otra vez, una amenaza infernal que vive en la oscuridad y es alérgica a la luz. Claramente, Noche diabólica no le llega ni a los talones a su clásico del payaso maldito, Stitches (2012). Según Paulo Coelho, la vida es muy rápida; hace que la gente pase del Cielo al Infierno en cuestión de segundos. Sin embargo, para Sarah y Mark fue una agobiante y eterna noche. Aunque nada tiene que ver con la Noche diabólica de 2005, cada vez resulta más denso y difícil correrse de los estereotipos. En fin, bien podría pasar como película de acción, pero si vamos a darle lugar al terror, es bueno saber que, para recorrer Irlanda, contratar un buen agente de viajes sería una gran opción. NOCHE DIABÓLICA From the dark. Irlanda, 2016. Dirección: Conor McMahon. Guión: Conor McMahon. Fotografía: Michael Lavelle. Música: Ray Harman. Montaje: Tony Cranstoun. Intérpretes: Niamh Algar, Stephen Cromwell, Ged Murray, Gerry O`Brien. Duración: 90 minutos.
OTRA VEZ SOPA Otra vez solterona, con una copa de whisky en mano y de fondo Celine Dion al palo. Con el horizonte de la menopausia más o menos cerca, Bridget Jones llegó a sus dulces 43 años aunque ahora sin el galán Mark Darcy, con 20 kilos menos y dejó de calmar sus penas con un atado de cigarros. Jamás tuvo suerte en su vida personal. Sin embargo, su mala racha está por cambiar. Esta vez, no habrá dos hombres en discordia por los que hacerse problema, sino tres. Por increíble que suene, Bridget Jones va a tener un bebé. A pesar de incontables metidas de pata, se convirtió en una exitosa productora de televisión pero, en cuanto a su vida personal, siempre dejó mucho que desear. Cansada del estrés laboral -una nueva jefa hipster a la que no logra complacer- y decidida a no caer en la depresión, Bridget (Renée Zellweger) se va de fiesta con sus amigas treintañeras, lo que la llevará a conocer a Jack (Patrick Dempsey, un solemne reemplazante de Hugh Grant), el típico ricachón fachero, dueño de una página de citas web -una dulce ironía-. No obstante, el destino la volverá a reunir con su gran amor, el Sr. Darcy (Colin Firth). Con más hormonas que cabeza, quedará embarazada después de tener una aventura con ambos pretendientes casi al mismo tiempo. La pregunta del millón es: ¿Quién es el padre? Sharon Maguire, reconocida por dirigir a la exótica Bridget Jones, suma la tercera entrega a su lista. Al igual que en la primera y la segunda, Maguire no puede prescindir del tradicional humor inglés que le agrega un toque de chispa a la “desgracias” que le toca vivir a la solterona. No hay lugares para el drama. Además, para agregarle un poco más de picante, Ed Sheeran -el colorado, sí- y Emma Thompson -la eternamente adorada Nanny McPhee- también participaron de esta secuela. Un menjunje de caras conocidas que bien causan furor o algo de melancolía. El más codiciado multimillonario o el príncipe azul de traje y corbata, ¿a quién elegir? Aunque la primera opción suena tentadora, es difícil escoger a la persona indicada. Amar puede ser duro, pero vale la pena. El amor no es lógica, simplemente dejamos que pase, con muchas idas y vueltas. Si de compatibilidad se tratara, Jones estaría en el horno. Por suerte, decidió pasar a la tercera fase de un gran salto y formar una familia -no de la mejor manera, la vida no es tan linda-. Para evitar confusiones, mejor será fijarse en la fecha de caducidad antes de usar eco-preservativos o, sino, hacer lo que Bridget y buscar un buen partido. EL BEBÉ DE BRIDGET JONES Bridget Jones’ Baby. Reino Unido, 2016. Dirección: Sharon Maguire. Guión: Emma Thompson, Helen Fielding y Dan Mazer. Música: Craig Armstrong. Fotografía: Andrew Dunn. Intérpretes: Renée Zellweger, Colin Firth, Patrick Dempsey, James Callis, Celia Imrie, Sally Phillips, Nick Mohammed, Joseph Harmon y Emma Thomson. Duración: 122 minutos.
¿MITO O VERDAD? Ouija: El origen del mal, la secuela de la Ouija de 2014, dejó en claro que al menos en las películas, los espíritus nunca son buenos porque pueden engañar a los jugadores y encontrar una manera de entrar en el mundo físico. Las reglas establecidas son simples: no juegues solo ni sobre un cementerio. No obstante, debería ahorrarse papel en instrucciones porque, como de esperar, no serán cumplidas. Este no parece un juego para chicos. La viuda Alice Zander (Elizabeth Raser) y sus dos hijas, Paulina (Annalise Basso) y Doris (Lulu Wilson), añaden un nuevo truco a sus fraudulentas sesiones de espiritismo e inconscientemente, abren las puertas de su casa a un auténtico espíritu maligno. Aquella fuerza se apodera del cuerpo de la hija menor y la familia, junto a un poco devoto cura (Henry Thomas, un maduro Elliott, amigo de E.T., al que se le vinieron los años encima), se enfrentará a terrores inimaginables para salvarla y devolver al intruso al lugar que pertenece. Después de haber visto, no sé, desde el clásico El exorcista hasta Actividad paranormal, hay que dar por sentado que lo único que trae jugar con los muertos son malas consecuencias. Mark Flanagan (Oculus, Somnia: Antes de despertar), un fanático del melodrama, se guarda la parte de terror para el final, creando así empatía con sus protagonistas. De otro modo, no sería más que una decepción para los apasionados del terror. El susto fácil lo dejó en casa. Los “científicos” dicen que la gracia de la Ouija no es más que el producto de la mente, la influencia de la sugestión sobre los movimientos corporales involuntarios e inconscientes. Esto podría justificar como, de a ratos, el juguete de Flanagan pierde lo verosímil. Si cada tablero tuviera el poder de contactarnos con fuerzas del más allá, el mundo viviría maldito. Escucharíamos voces, nos volveríamos locos. Sin embargo -y por darle un sentido a todo eso-, como decía Pablo Neruda, hay cierto placer en la locura. OIUJA: EL ORIGEN DEL MAL Ouija: Origin of Evil. Estados Unidos, 2016. Dirección: Mike Flanagan. Guión: Mike Flanagan y Jeff Howard. Producción: Michael Bay, Jason Blum, Andrew Form, Brad Fuller, Brian Goldner y Stephen Davis. Interpretes: Elizabeth Reaser, Henry Thomas, Annalise Basso, Kate Siegel y Lulu Wilson. Duración: 101 minutos.
BURTON, MÁS PECULIAR QUE NUNCA Qué pasaría si las historias que nos contaban nuestros abuelos fueran más que simples cuentos? Basta con poner un pie dentro de la casa de Miss Peregrine y los niños peculiares para dar con la respuesta, aunque existe una delgada línea entre la fantasía y la demencia. Jake, un muchacho inadaptado de 16 años que vive en Florida, decide apostar por esos relatos que, por más locos que suenen, lo guiarán para descubrir el por qué de la muerte de su abuelo Dave. Niños que desafían el poder de la gravedad, invisibles y de fuerza sobrehumana pueblan la isla de Gales donde viven junto a Miss Peregrine (Eva Green), en un orfanato. Siguiendo la pista de una misteriosa carta, Jake (Asa Butterfield, del mismo palo del que alguna vez fue el pequeño Hugo Cabret de Martin Scorsese) llega al lugar en donde su abuelo se crió. Allí, encuentra vivos a los niños y niñas de las fotografías que solía enseñarle, aunque, según recuerda, murieron en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. En un viaje de espacio-tiempo, deberá luchar contra aquellos monstruos oscuros que atentan contra su vida y la de los peculiares. En una adaptación del best-seller del escritor estadounidense Ransom Riggs (guionista de La dama de negro y varias películas de los X-Men) y sus mutantes, Tim Burton no sólo dirige sino que se apropia, como de costumbre, de este mundo literario para ponerle su sello tanto a los personajes como al relato. Parece que no supera su tan admirable trabajo artesanal, que a la primera de cambio incorpora sus marionetas y muñecos hechas a mano, hasta en sus personajes de carne y hueso. Le agrega ese tono sombrío, aterrador, pero que no deja de ser infantil. Un detalle que Miss Peregrine… merecía. Como en todas las películas de Burton siempre habrá algo de Sombras tenebrosas, El extraño mundo de Jack y El joven manos de tijera. En muchos libros y películas los niños de Miss Peregrine podrían pasar por súper héroes, indiscutiblemente. Pero en este caso, no son más que niños raros que deben mantenerse alejados del resto de los humanos. Viven en un lugar donde el tiempo no corre, el mañana nunca llega y el día es tan oscuro como la noche. ¿Una metáfora para la indiferencia y la marginalidad? A todos nos toca vivir con los fantasmas del pasado, pero es más divertido pensar en la idea de que, como los peculiares, podríamos detener el tiempo y evitarnos unas cuantas arrugas. MISS PEREGRINE Y LOS NIÑOS PECULIARES Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children. Estados Unidos. 2016. Dirección: Tim Burton. Intérpretes: Eva Green, Asa Butterfield, Samuel L. Jackson, Ella Purnell, Terence Stamp, Rupert Everett. Producción: Peter Chernin y Jenno Topping. Guión: Jane Goldman. Montaje: Chris Lebenzon. Fotografía: Bruno Delbonnel. Música: Danny Elfman. Duración: 127 minutos.