La directora Meritxell Colell, vuelve a trabajar con la bailarina y coreógrafa Mónica García, para demostrar, con un registro donde se hermanan realidad y ficción, como para hacer cine casi no hacen falta las palabras. La protagonista, acompañada por su pareja de años (Gonzalo Cunill) son en el argumento bailarines y actores que han emprendido un viaje, posiblemente para salvar una relación, que a poco de andar se nota en crisis sin remedio. Los dos europeos se internan en un trayecto por pueblos de Jujuy y Salta, de la cultura andina, en una fecha muy especial que es la celebración del carnaval. Momentos de devoción y promesas, de suelta de la alegría de los diablitos, de celebración. Plenas de colorido y sonidos maravillosos. En ese tiempo especial ellos intentan mostrar su arte, usando su auto como hogar, conviviendo con pobladores, dialogando con ellos. Mientras que para la mujer ese trayecto incluye retomar sus raíces, valorar la cultura y los trabajos del campo, el recuerdo de su madre y de su abuela. Para él es deambular en silencio, sumergirse en reproches, pedir explicaciones que no llegan. Es un film de susurros y miradas, de largo adiós.
Una vez más, un de las famosa animación de Disney llega en Live acción, con seres humanos, pero con su bagaje de efectos digitales y la aplicación de inteligencia artificial. El responsable es el celebrado director Rob Marshall (Chicago) y el guionista David Magee que se basaron en la versión de 1989. El tema es que siempre cuando se va de la animación a versiones como esta, hay implícita una necesidad de buscar que todo se potencie con más canciones, mucha más acción, agregado de personajes y espectacularidad. El resultado se extiende por dos horas quince minutos lo que parece de antemano un despropósito para el público infantil. Pero esa pretensión hace que el hiperrealismo logrado, especialmente bajo el mar, donde todo parece mucho más efectivo, sea realmente sorprendente, con tiburones que dan escalofríos y una villana pulpo que tiene en Melissa McCarthy a una intérprete ideal, amén de restos de naufragios, corales y peces que parecen una versión amplificada y llamativa de los documentales submarinos. Aunque justo es decir que lo realmente atractivo sea esta sirenita negra, hermosa y talentosa, excelente cantante, Halle Bailey la que le da encanto a esta versión. Ella luce enamorada y anhelante de aventuras, amores y conocimiento, y tiene toda la gracia. Bajo el mar ella y la más mala se lucen, pero tanto empeño subacuático hace que el príncipe adoptado, su madre la reina negra y el pequeño imperio caribeño luzca pobretón, salvo en los peligros de tormenta. Y lo más difícil son las escenas reales de agua hasta el cuello donde menos convencen los personajes, especialmente Jarvier Bardem. Pero cuando uno se acostumbra al estilo adoptado, la cosa empieza a funcionar, fluyen las canciones y la concreción de los sueños del eterno cuento de Christian Anderson, sin demasiadas angustias para el cambio de mundo, pero buena cuota romántica para el púbico del género de princesas. Toda la polémica sobre la elección de Halle Bailey que despertó no pocos racismos en las redes no hizo más que aumentar las expectativas sobre una versión que seguramente tenga mucho éxito.
El director Matías Scarvaci, el mismo de “Los cuerpos dóciles”, muestra la labor de dos jueces, Walter Saettone y Alejandro David, que ejerce el derecho penal restaurativo. Hombres comprometidos con su labor y su cargo judicial, que visitan cárceles, detenidos hacinados en comisarías, y se interesan con dedicación por cada caso que cae en su jurisdicción. Son hombres que vinculan a los presos con sus familias pero también con sus víctimas y que trabajan sobre el posible perdón y la reinserción de los detenidos en la sociedad. Testimonios crudos, momentos emotivos y por sobre todo una realidad que se desconoce, por desinterés o descarte. Son parte del programa “probemos hablando”. Un trabajo valiente y conmovedor.
Un interesante documental que aúna situaciones similares entre una ciudad de Corea del Sur y el drama de los desaparecidos en nuestro país. Las madres de Gwangju (que significa “buena luz) defienden la memoria y justicia de los hijos que protagonizaron en 1980 un levantamiento contra el gobierno dictatorial. Esa búsqueda se espeja con la de las madres de Plaza de Mayo. Métodos de violencia de estado, ocultamiento, desaparecidos. Pero también una lucha irrenunciable para encontrar restos en fosas comunes, rastrear datos, reencontrar identidades y reivindicar a los desaparecidos. Una impresionante coincidencia en distintos lugares geográficos, en tiempos diversos, pero con tantas cosas en común que resultan escalofriantes.
Un documental curioso e inteligente, no exento de humor e ironías que se explaya en el mundo de las discusiones, de los que argumentan porque sienten el placer de debatir, que recorre en cinco capítulos universos diversos, divertidos, acuciantes nunca aburridos. Con una duración de no más de una hora, Martin Fariña, el mismo de Mujer Nómade, El Fulgor, demuestra que su talento siempre sorprende y puede expresarse en distintos temas con su toque personal e inteligente. Desde una joven que está convencida de su éxito y su futuro como millonaria, a una hijo y su madre discutiendo sobre liberalismo y populismo junto a enseñanzas de una escuela espiritual, de amigos que se trenzan en la visión económica del creador de las hamburguesas mas famosas mostrados en un film (Hambre de poder) a los que confiesan los abusos de las escuelas religiosas, pasando por debates sobre el falso progresismo de la película “Roma” de Alfonso Cuarón. Una invitación a la agudeza de observaciones, fanatismos y pinturas de nuestro mundo real.
El primer largometraje de Fernando Lacolla, autor también del guión que pinta muy bien como las ambiciones de éxito y dinero rápido pueden impulsar a un joven empleado de una inmobiliaria a enredarse en una trama de corrupción y violencia. El protagonista trabaja para su suegro a quien quiere demostrarle sus capacidades. Se enreda con un diputado que tiene que “solucionarle” una habilitación municipal que se retrasa desde hace demasiado tiempo. El negocio familiar es vender unas futuras torres en terrenos del ferrocarril, en Córdoba y entre otras cosas, además de conseguir clientes que aporten dinero, deben desalojar a una villa miseria que ocupa el lugar. Nada detiene a estos emprendedores. El diputado en cuestión es una especie de “diablo” que ofrece situaciones de rápido ascenso económico, ilusiones de una vida real, fantasías entre la vida campestre y la urbana, pero con engaños terribles. Un buen retrato de un mundo reconocible que solo tiene como objetivo el éxito y el ascenso social. Un buen elenco, y logrados climas que alternan las fantasías y la cruel realidad.
La cuota de terror semanal que no puede faltar de las carteleras porteñas. En este caso con la dirección y guión de Lori Evans Taylor una historia que abreva en los terrores de la maternidad que desatan sus demonios cuando la protagonista que ya perdió a un hijo recién nacido, queda embarazada, pero con la obligación de hacer reposo. A ese panorama que se presenta tenso y tedioso, con un marido muy absorbido por su trabajo, se le suma un detalle, que es un recurso muchas veces utilizado. El matrimonio joven acaba de mudarse a una casa con historia horrosa. Cuando no. A la claustrofobia del encierro se le suman, lugares que no terminaron de arreglase con la mudanza y algunas apariciones que solo la futura madre ve. La protagonista es Melissa Barrera (la de Scream 5 y 6) una experta a esta altura en gritos y sobresaltos. Tiene buena química con quien encarna a su esposo Guy Burnet y buen contrapunto con la voz de la razón que encarna Eddie Inksetter. Nada nuevo en cuanto a ideas, conflictos y resoluciones, pero que tendrá su público satisfecho.
Es un policial que toca temas serios y activos en nuestra sociedad. Como es una coproducción española, argentina y alemana, reúne talentos como Arturo Morte, ( el famosísimo “profe” de La Casa de Papel), a Verónica Echegui y de la parte local China Suarez, Daniel Araoz, Selva Aleman y Andy Gorostiaga. El director Jorge Dorado con el guión de Natxo López redondea un thriller con vuelas de tuerca y ocultamientos pero que tiene como telón de fondo la trata de personas, la prostitución de lujo, el tráfico de bebés, las mujeres explotas, obligadas a alquilar sus vientres. Temas tratados con altura que no interfieren en una acción sostenida de impecable factura técnica. Donde los escenarios son Madrid y el Norte andino Argentino. Si hay algo para reprocharle es cierto paso abrupto que resuelve sin profundizar sobre algunos personajes. Nada grave. Morte se impone como un hombre con secretos que está al frente de una oficina de objetos perdidos que se presenta en un comienzo y que hace que el espectador imagine una serie con cada cosa que encuentra en ese lugar lúgubre y mágico al mismo tiempo. La química con Eugenia China Suarez se establece rápidamente y transforma al protagonista en un hombre un hombre que tomará todos los riesgos tozudamente. Un antihéroe taciturno y querible.
El gran mérito de esta franquicia para llegar a la película número diez, que se dividirán en tres partes, según informa el Hollywood Repórter, es que ya nadie le pide que haya algo real, que la diversión provenga de situaciones espectaculares que incluyan una lógica propia que da como resultado un verdadero parque de diversiones de efectos y discursos donde los más importante es la familia. Una secuencia implica casi la destrucción de Roma por una bomba de tamaño colosal, que casi nos deja sin historia y que iba destinada a explotar en el Vaticano. La excusa de la historia escrita por Justin Lin y Dan Mazeau es retroceder a la entrega número cinco, con una secuencia inolvidable. Cuando Vin Disel y Paul Walker se llevan a la rastra por las calles de Río de Janeiro a una enorme caja fuerte. No solo es la escusa para la nostalgia y el homenaje sino que es inteligentemente cambiada para que haga su aparición el mas divertido y letal villano que encarna Jason Mamoa. Un hombre que quiere vengarse de Dom Toretto haciéndole sufrir lo indecible, atacando a los suyos. Mamoa se entrega a este personaje con una gracia sin igual como un bromista caprichoso ataviado con sedas y colores, uñas pintadas y peinados increíbles. Es el exceso la contracara perfecta del rol de Vin Diesel. La lista de celebridades se une al equipo base: Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Ludacris, Natalia Emmanuel, más John Cena, Jason Statham, Helen Mirren, Rita Moreno, Charlize Theron, Brie Larsson. Y algunos cameos y sorpresas entre títulos. Cuando llega la palabra fin ya somos unos adictos que piden más….- Y si a eso se suma el soundtrack con un tema de María Becerra cartón lleno.
Es un policial que tiene lazos inquietantes entre las relaciones del poder, la corrupción y la religión. Y además se desarrolla lo que para nosotros es un ambiente exótico. Aunque la película del realizador Tarik Saleh se filmó en Turquía y Suecia, la acción transcurre en la histórica mezquita de El Cairo, Al-Azhar, el centro de enseñanza del islam sunita. Hasta allí llega el hijo de un pescador, de una familia muy humilde que ha sido seleccionado como estudiante. Un honor que celebra porque se supone que sale de su destino marcado. Sin embargo en ese lugar de estudio se verá mezclado en una trama de espías, obligado a ser un corre ve y dile entre los distintos sectores en lucha y a presenciar que para el poder dictatorial de Egipto no hay límites para imponer su voluntad. También es una trama muy bien urdida que nos permite seguir esa mirada sobre el crecimiento de un chico inocente que adquiere una inteligencia al servicio de sobrevivir a amenazas no solo para él sino para su padre. En ese ámbito donde se supone que solo interesan los temas sagrados y la discusión de las escrituras, la pelea para imponer voluntades y candidatos de conductores espirituales es a matar o morir. El protagonista se relaciones con un agente de seguridad que le impondrá un impresionante juego del gato y el ratón, donde nadie estará seguro de nada. Una mirada inteligente del director que también escribió el guión y apuntes de situaciones tan impensadas para el mundo occidental como una competencia que se parece a una batalla de rap pero en realidad es recitando de memoria de los versículos de El Corán. Una mirada critica a nuestro mundo y hacia los distintos sectores en pugna. El sordo ruido de los intereses en juego, la danza macabra de la que nadie quisiera participar.