Gisella Paz eligió para investigar sus raíces culturales, pobladas de nostalgias de sus mayores, recorrer Italia y mostrar los trabajos y los días de hombres y mujeres que muestran sus rutinas, sus convicciones, sus habilidades y sus tradiciones. Así conocernos a un colectivo de inmigrantes africanos que fabrican yogurt casero y cultivan verduras orgánicas; una fábrica recuperada de autopartes; un hombre orgulloso de su carnicería y la relación con sus vecinos, clientes y proveedores; un taller de cerámica familiar; un peluquera a domicilio y sus clientas adultas mayores; un viñedo en el momento de la cosecha; una fábrica de zapatos; un atelier de costura artesanal de prodigiosos resultados; un tallador de madera; un escultor de piedras y sus creaciones. La directora resolvió de manera inteligente como mostrar a una sociedad, a mitad de camino entre producciones en cadena conviviendo con artesanos y trabajadores manuales que sostienen sus labores conviviendo en una sociedad de raíces culturales complejas. El esfuerzo individual, familiar y colectivo, presencia de la tradición, la manera de afrontar una realidad adversa, el orgullo del saber y la creación. Una muestra curiosa y fascinante a la vez.
Es la gran oportunidad para Nicolás Francella que vuelve con un protagónico absoluto. El film creado por Ricardo Hornos y Carlos Gil, es de una anécdota pequeña, “magra” según su definición, concentrada, en supuesto tiempo real. La anécdota parte de un cliente impaciente que se comunica una vez más con un call center para cancelar un servicio, ante el empleado lindo, atento y jovial que lo atiende y le ofrece un rosario de ofertas en vez de satisfacerlo. Frente a esa respuesta se instala una amenaza concreta: el empleado está en la mira de su rifle y la voz intimidante no deja lugar a dudas: le volará la cabeza a él o a sus compañeros si no se apresura a cumplir sus deseos. Rápidamente se vive el peligro y lo que sufrirá ese joven sometido a tanta presión, por jefes, compañeros, una femme fatal y un vengador anónimo que no le pierde detalle. Entretenimiento garantizado, con buen desempeño del protagonista y de quienes lo acompañan con la voz increíble de El puma Goity. Mantiene el interés del comienzo al fin.
La primera sensación que tendrán los fanáticos de la serie, con ese castillo, su familia y sus vidas plagadas de tradiciones, con amores, odios, sabiduría y torpezas, ese mundo de los aristocrático y de quienes son sus sirvientes, es revisitar un universo conocido, un reencuentro. Pero también es una vuelta de tuerca para seguir sacándole el jugo a una creación de Julian Fellowes que derivó en una atracción globalizada que tiene seis temporadas, 52 capítulos y una segunda película que tiene un público cautivo asegurado. Así como en el primer largometraje la visita del rey ponía todo patas para arriba, aquí el gran misterio corresponde a la matriarca de la familia que ha recibido como herencia una villa en el sur de Francia, de parte de un noble francés. De ese hecho surgirán no pocos conflictos de herencia, orígenes y razones. Pero los que se quedan en el lar familiar aceptan que se filme una película porque con lo que les pagan arreglaran el techo con goteras del castillo. Pero además es el momento de transición entre el cine mudo y el parlante. Y por si esto fuera poco hacia el final a toda orquesta, muy bien logrado hará que los fanáticos que preparen los pañuelos.
Atención con esta película, hay que verla. Su director, Aly Muritiba y coguionista con Henrique dos Santos, ha decidió según sus declaraciones reflexionar sobre el afecto masculino, “como amamos los hombres y como expresamos esos sentimientos en una sociedad patriarcal y conservadora en su esencia”. Y lo hace con una profundidad conmovedora. Sigue a su protagonista primero presentado como un hombre muy dedicado a su padre, disminuido físicamente. Se demora especialmente en esa relación y luego se develara que hablamos de una familia de policías. Especialmente de un policía que castigo duramente a un recluta hasta dejarlo en estado de coma, y como no pudo evitar la difusión de un video brutal, debe enfrentar un juicio. De una conversación casual con su hermana nos enteramos de su homofobia. Ese hombre cercado por sus conflictos decide huir, atravesar todo el país en busca de la persona con la que mantiene una relación de amor virtual, que ha dejado de escribirle. De esa búsqueda, de ese encuentro inesperado, surgirá quizás la posibilidad de la redención. El resultado de permitirse la intensidad, la ternura, la conmovedora comunión de deseos y soledades. Grandes actuaciones en un film profundo, muy bien realizado, con climas logrados y sutiles pinceladas que abarcan a la sociedad toda. Lo mejor de la semana.
Una sátira oscura sobre cierto empresariado local, que aún se puede encontrar en pequeños pueblos, donde un hombre que ejerce su convicción patriarcal a ultranza trata de una manera particular a sus empleados. Escrita y dirigida por Fernando León de Aranoa ( “Los lunes al sol”) se propone mostrarnos con humor negro al dueño de una fábrica de balanzas que considera a cada empleado, como de su familia y que confunde sus deseos e intereses con la de cada trabajador, como si se tratara de extensiones de su propio ser. Convocar para el rol principal a Javier Barden, absolutamente deslumbrante, es el mayor hallazgo. El hace de ese empresario protector y seductor un personaje fascinante y a poco de andar siniestro. Un hombre que se preocupa por el bienestar de todos cuando en realidad solo se trata de satisfacer sus ansias de figuración, sus deseos depredadores, su ejercicio del poder sin límites. A poco de andar las cosas no le salen tan bien y eso permite el lucimiento de actores como Oscar de la Fuente, Manolo Solo, Almudena Amor entre otros, y de todo un elenco muy comunicado. El filme peca por ser demasiado largo y en algunos momentos el trazo es demasiado grueso, pero igual eso no invalida el buen entretenimiento y el acertado uso de la ironía frente a identificables y conocidas situaciones laborales o sociales. El giro de este “buen patrón” y su definición es lo mejor de la película que tuvo gran recorrido de festivales y nada menos que seis premios Goya en su haber.
Una historia de amor entre adultos que están en crisis,( un arquitecto y una profesora de letras),un accidente, fantasías y realidades que el mismo diálogo define como método de cajas chinas, historias dentro de historias que toman sentido hacia el final del relato. Con la ciudad de Mar del Plata como una protagonista más, con actores y técnicos mayoritariamente de la ciudad, la película escrita y dirigida por Mariano Laguyás, se presenta como una comedia romántica, que tiene varias vueltas de tuerca que incluyen encuentros con gente más joven que los cuestionan y seducen. Tiene a su favor usar a adultos cincuentones en la historia de una relación, que suelen no ser protagonistas, con una producción ambiciosa pero con un lenguaje cinematográfico que no fluye. Es valorable como fruto de trabajo local para ciudad.
Es un documental que se cruza con la ficción, que se conecta con la pintura, la literatura, y que expone con contundente claridad, en un hibrido creativo, lo que ocurrió con Alejandro Bordon y su calvario de cárcel. Muestra como es una causa abiertamente armada en una circunstancia favorable para ciertas ambiciones políticas y para “calmar ánimos” en muchos casos de asesinatos y ataques a conductores de colectivos. El experimentado realizador Marcelo Goyeneche se juega con una apuesta que incluye actores, a los verdaderos protagonistas, con la creación de climas muy logrados de teatralidad, con una iluminación desde las ideas a las luces sobre un caso paradigmático, que se considera el primero en una serie que luego se multiplicó descaradamente. El 5 de marzo de 2010, Bordón es detenido en el momento que, en Lanus, su lugar de residencia, tomaba un colectivo para ir a su trabajo en Aeroparque. Lo acusan de haber asesinado a Juan Alberto Nuñez, de un tiro en la cabeza, minutos antes. No hay armas, ni testigos, al muerto le dejaron sus pertenencias y frente a ese panorama los policías inventan, que la esposa de Bordon tenía un romance con el chofer y que su marido actuó por venganza. Casi dos años después queda absuelto. Un gran trabajo de Diego Cremonesi acompañado por Jorge Prado, Tatiana Sandoval y Manuel Vicente. Con los testimonio del propio Bordón, su esposa y su abogado. Y la participación especial de Nora Cortiñas y José Celestino Campusano. Un trabajo de ideas precisas, con una realización impecable.
Una vez más el director Gustavo Hernández (“La casa muda” y “No dormirás”) pone en funcionamiento su talento, su dominio técnico, su gran capacidad para mantener el relato en un lugar cerrado, y manejar un suspenso que nunca decae. Aquí tiene como escenario un club (El Neptuno) en Montevideo, una ciudad durante una noche apocalíptica, donde irrumpen los zombies con su inapelable agresividad. Ese escenario de canchas vacías, pileta de natación, oficinas, calderas, un laberinto que uno imagina lleno de vida diurna, esa noche es un elemento más para lo escalofriante. En especial porque para hacer frente a tanta locura asesina solo hay una mujer como vigiladora, que tuvo que llevar a su niña al lugar de trabajo. El título hace alusión a los segundos en que quedan en calma, paralizados, los infectados, antes de reanudar los ataques. Una persecución llena de ideas, de variantes visuales, de efectos de luz y sonido, que unido a cada toma estudiada y precisa, redondea una tensión que en algunas escenas, que no contaremos, llegan al límite de lo soportable. Dentro del subgénero de zombies, estos son inteligentes, deciden, se manejan en grupos organizados para que todo sea más temible. El director y Juma Fodde delinearon un guión preciso. El trabajo protagónico de Paula Silva es notable, porque también se abordan sus conflictos de madre abandónica y sus terribles conflictos. Daniel Hendler aparece en la mitad de la película en momentos impresionantes.
Una comedia que reúne muchos buenos elementos para un entretenimiento bien logrado. Por un lado tiene un tono de aventura a lo Indiana Jones, pero con dos protagonistas que no tienen la más mínima idea de una aventura salvaje. Una escritora de novelas románticas con acción, que elabora el duelo por la pérdida de su marido, usa en la tapa de sus libros a un modelo creído de sí mismo con quien tiene una relación pésima. Ella supo ser una aplicada antropóloga por eso un millonario la secuestra para que le interpreta un mensaje del pasado y encontrar una joya de gran valor. Entre Sandra Bullock y Channing Tatum la química es perfecta, eligió muy bien ella que es productora del film y que consiguió también a Brad Pitt para un rol corto donde parece burlarse de los films de acción y puso como villano a Daniel Radcliffe. La Bullock se pasea en vestido de lentejuelas rosa en un entorno salvaje y Tatum es la imagen de la frustración cuando trata de parecerse al héroe de novela y solo recibe desencanto de la mujer que lo enamora. Un diálogo ágil en un guion escrito entre los directores, los hermanos Nee, Aaron y Adam, en conjunto con Oren Uziel y Dana Fox, que redondean las dosis exacta de delirio, acción, efectos y romance. Con una cuidadosa producción.
El joven director Robert Eggers que tanto nos sorprendió con esa joya de terror que es “La Bruja” y luego con ese trabajo visual de intensidad expresionista que fue “El faro” ahora nos propone un film también distinto, inmersivo, de una explosión visual diferente y aterradora, donde las leyendas vikingas se remontan a los tiempos en que hombres y bestias se hermanaban con facilidad. Al lado de esta producción las sagas de vikingos televisivas parecen juego de niños. Es que lo que propone el director es desarrollar una leyenda nórdica sobre el príncipe Amleth que inspiró nada menos que a William Shakespeare para escribir su “Hamlet”. Al pequeño heredero le toca ver como su tío asesina a su padre, se queda con su madre y ordena buscarlo para matarlo. El chico escapa y se transforma en un guerrero al que Alexander Skarsgard le da no solo un físico imponente sino un compromiso actoral que impresiona. Una larga muestra que desde lo estético y desde la exacerbación de la violencia, la sangre, la espiral de venganza se transforma en un espectáculo visual creativo, hipnótico y hasta revulsivo por momentos. Un gran elenco acompaña al protagonista como AnnTaylor-Joy, el regreso de Björk a la actuación, Willem Dafoe, Ethan Awke y la rara interpretación, por su acento, de Nicole Kidman. Para verla en cine.