Desde su productora Happy Madison, Adam Sandler construyó un filme ideal para él, rodeándose de colaboradores que pudieran serle funcionales a sus planes. El director Dennis Dugan es el mismo de la fallida “Son como niños” y el guión está levemente inspirado en el de “Flor de cactus” (no es en esencia una remake de aquella película con Goldie Hawn). A esto se suma la pequeña Bailee Madison que, con su colección de acentos, es tal vez quien tiene los pasajes más divertidos de esta propuesta y el trío de mujeres compuesto por Jennifer Aniston, Brooklyn Decker y Nicole Kidman (en breves apariciones), todas a favor del lucimiento del verdadero protagonista: Sandler.
Bennett y Rose sufren un accidente automovilístico. Tres meses después, embarazada de su difunto novio, ella decide mudarse a la casa de sus suegros. Allen y Grace no terminaron de asimilar la muerte de su hijo y, en mayor o menor medida, creen que la presencia de la adolescente en su hogar terminará por arruinar los endebles lazos familiares que aún se mantienen en pie. Sin embargo, la interacción de Rose con cada uno de ellos resultará ser justamente lo que necesitaban para volver a ser una familia unida. Tras un impactante comienzo, “Prueba de amor” termina volcándose hacia la sumatoria de lugares comunes, paralelismos previsibles incluidos. Susan Sarandon aporta su corrección habitual, a pesar de lo exacerbada que se encuentra la veta dramática de la historia. El talento de Pierce Brosnan suele aflorar de vez en cuando y ésta no es una de esas ocasiones. A pesar de todo, la simpatía y frescura de Carey Mulligan -garantía de buenas actuaciones- es la perfecta y principal razón para ver este filme.
Hace años que los hermanos Marziano no se hablan. Hay cuestiones de dinero, falta de responsabilidad e incompatibilidad de personalidades. Juan (Guillermo Francella) sigue creyendo que sus cintas con los programas de radio que hizo durante toda la vida son piezas de un valor incalculable y ahora quiere digitalizar… ¡200 casetes! Por su parte, Luis (Arturo Puig) es protagonista de un acontecimiento poco común en su country: alguien se dedica a cavar pozos en la cancha de golf, provocando la caída de los vecinos. En medio de ambos, Delfina (Rita Cortese) la única mujer de la familia Marziano que parece llevarse bien con sus heterogéneos hermanos y Nena (Mercedes Morán), esposa de Luis y viejo interés amoroso de Juan. Cuando este último comienza a sufrir una enfermedad que le imposibilita leer, es obligado por Delfina a volver a Buenos Aires a comenzar una seguidilla de consultas médicas. Un asado, una tarde de pileta en el barrio cerrado y un cumpleaños serán los motivos para intentar reunir a los hombres Marziano. El nuevo filme de Ana Katz ("Una novia errante") posee un timming y una historia tan entretenida que su proyección se siente natural, agradable, frente a tanta película comercial con duración inhumana. Todo en Los Marziano nos puede ser familiar de uno u otro modo: todas las familias son el centro de discusiones, malos entendidos, reconciliaciones y reuniones multitudinarias. La excelencia por parte del cuarteto protagónico, sumado a la pequeña participación de Daniel Hendler y Cristina Alberó, es el puntal de esta divertida propuesta agridulce.
Rick y Fred (Owen Wilson y Jason Sudeikis) son dos padres de familia que ahora viven su cuarta década entre recuerdos de juventud y deseos de algo más emocionante para su vida. Aman a sus esposas pero no pueden evitar imaginarse cómo sería su vida con cada una de las mujeres que se les cruza en el camino. Sus esposas (Jenna Fischer y Christina Applegate), a regañadientes, toman la decisión de darles un "pase libre": una semana de libertad para hacer lo que ellos quieran, sin preguntas posteriores. Rick y Fred descubrirán que sus expectativas acerca de la soltería no son nada parecidas a su realidad actual. Los hermanos Farrelly (creadores de “Locos por Mary”) parecen haber quemado todos sus cartuchos de creatividad con aquella cinta que llevó a la popularidad a Ben Stiller. Nada en “Pase libre” funcionaría si se le quitara el humor básico, escatológico y previsible que desborda por todos lados. Salvo algunos pequeños momentos de auténtica gracia, este filme es un producto menor fácil de olvidar.
No se confunda y piense que lo que está a punto de ver es un drama romántico: la historia, por la cual efectivamente cruza un triángulo amoroso, es más dura de lo que se puede advertir a priori. Ningún spoiler se colará en estas líneas y por ello es aún más difícil brindar una sinopsis del mismo: lo cierto es que cualquier tipo de información de más arruinará los inesperados giros del guión. Con interpretaciones sólidas por parte del elenco protagónico (Carey Mulligan, Keira Knightley y Andrew Garfield), también se lucn las breves apariciones de Sally Hawkins y Charlotte Rampling. Basada en la novela de Kazuo Ishiguro, “Nunca me abandones” es un relato de una crudeza sentimental avasallante que trata como nunca se había hecho hasta ahora un tema espinoso del que poco se atreven a hablar.
Encerrada contra su voluntad en un hospital mental, Babydoll comienza a planear su escape no bien ingresa en este lúgubre hospicio que funciona como pantalla para tráfico de drogas y esclavizante prostitución. Decidida a luchar por su libertad, convence a otras cuatro internas para aunar fuerzas y poner en marcha un plan que le fue explicado en sueños. Rocket, Blondie, Amber y Sweet Pea serán el equipo que Babydoll necesita para encontrar los cinco elementos que serán su pase a la libertad: un mapa, fuego, un cuchillo, una llave y un elemento misterioso que le será revelado en el momento oportuno. A través del poder de la música y de los mundos surreales que la misma despierta en las chicas, la fuerza grupal será la única salida que les queda. Escrita y dirigida por Zack Snyder, quién en sus últimos trabajos siempre se dedicó a reversionar historias de otros autores (300, Watchmen y Ga’Hoole) el patchwork visual que propone en esta oportunidad está al borde de la exageración visual. Los mundos oníricos de las protagonistas son ampulosos, magnánimos, desaforados… un contrapunto extremo con respecto a la historia que se da en “el mundo real” del relato. Algo que genera que la coherencia y la solidez (si es que hay aunque sea un poco de ella) de la historia tambalee en más de una oportunidad. De clasificarla, deberíamos inventar una categoría intermedia entre el regular y el bueno, pero el riesgo de llevar a la pantalla una historia propia por primera vez en mucho tiempo inclinó la balanza a favor de Snyder.
Después de varias postergaciones finalmente se estrenó en nuestro país “Ondine”, la historia de Syracuse (Colin Farrell), un pescador que un día rescata con su red a una joven, hermosa y misteriosa mujer (Alicja Bachleda). Al contarle parte de esta historia a su pequeña hija, que sufre de insuficiencia renal, la niña comienza a investigar convencida de que la dama que provino del agua es en realidad una sirena que llegó para inundar sus vidas de amor y buena suerte. ¿Puede una sirena tomar completa forma humana para devolverle un poco de felicidad a este triste pescador solitario? ¿Puede un cuento de hadas convertirse en realidad? En otra demostración de su talento, Colin Farrell despliega sus mejores armas, aquellas que sólo parecen salir a la luz cuanto más independiente es el proyecto y más alejado se encuentra de los convencionalismos de Hollywood. Las bellas melodías que acompañan el retrato de estos desolados parajes irlandeses también son un aporte a destacar.
En Papúa Nueva Guinea un grupo de espeleólogos y submarinistas se encuentra trabajando en una de las últimas cuervas inexploradas del planeta. En estas galerías subterráneas de cientos de kilómetros de extensión, se combina el trabajo con la emoción de ser los primeros hombres en descubrir los secretos que la tierra lleva escondiendo desde hace siglos. Sin embargo, la misión se complicará cuando una tormenta comienza a inundar los túneles, haciendo que el espacio para moverse sea cada vez menor. El equipo deberá colaborar en su conjunto para poder escapar de esta tumba natural, pero no todos están dispuestos a sacrificarse por los otros. Hay dos cuestiones que servirán como advertencia para un espectador desprevenido. 1) La leyenda de “inspirado en hechos reales” no siempre es un gancho efectivo. 2) Que el nombre de James Cameron -en su rol de productor- aparezca en el afiche del filme responde únicamente a la necesidad comercial de estrenar la película en todo el mundo. Ni siquiera relaciones esta propuesta con el suceso azul de Avatar.
En lo que parecía ser una lluvia de meteoritos fuera de lo común y totalmente desprevenida para la NASA, un grupo de marines son alertados por el Departamento de Defensa, el cual les revela que lo que está a punto de ocurrir es una invasión extraterrestre. Las ciudades más importantes del planeta, entre ellas Nueva York, Buenos Aires, Berlín y París, son destrozadas, pero Los Ángeles se convierte en la última resistencia del pueblo norteamericano. Las armas humanas son incapaces de detener el poderío alienígena, y un grupo de combatientes deberá usar toda su inteligencia para encontrar el punto débil de los invasores y acabar con ellos. Este film protagonizado por Aaron Eckhart y Michelle Rodríguez llega a nuestro país un día antes que a las salas de Estados Unidos, un hecho casi sin precedentes para su distribuidora Sony Pictures. La historia no tiene mucho más para ser contada aquí que lo dicho en el párrafo anterior, sin embargo cabe destacar que en este caso los realizadores privilegiaron un desarrollo de los efectos visuales por sobre cualquier tipo de peso dramático o relato sólido. Los casi 120 minutos que dura el filme también atentan contra su efectividad.
Desde que se conocieron en un campamento adolescente, Emma y Adam han tenido ganas de ver si podían llegar a empezar una relación. No lo hicieron ni a los 15 años, ni una década después cuando se cruzaron en el funeral del padre de ella, ni siquiera ahora que están a punto de cumplir la treintena. Con sus vidas más o menos encarriladas en sus profesiones (ella es una promesa de la medicina en el hospital donde trabaja y él aspira a convertirse en guionista de la serie teen de la cuál es asistente de producción) y un completo desorden amoroso (la novia de Adam lo dejó por el que hasta entonces era su suegro y Emma ni siquiera piensa en los hombres) deciden llegar a un acuerdo. Para proteger su amistad mantendrán una relación libre, sin celos, recriminaciones, con canilla libre de sexo, salidas, ratos compartidos… pero nada de regalos cariñosos, planes a futuro o enamoramiento: sólo serán “amigos sexuales”, como a ellos le gusta definirlo. Pero después de tanta intimidad, ¿puede sobrevivir una amistad libre de amor? Dirigida por Ivan Reitman, la nueva comedia romántica protagonizada por Natalie Portman y Ashton Kutcher (¿alguna vez se sacará el traje de él mismo como logró hacer para “El efecto mariposa”, su mejor filme hasta la fecha?) rebalsa de clichés, de diálogos supuestamente simpáticos que terminan siendo vacíos, de risas y caídas de ojos repetidas una y otra vez… en fin, de una falta casi total de gracia y divertimento. La conclusión que se puede sacar al ver esta película es que admirar el trabajo de la aquí deslucida Portman en “El cisne negro” es algo que no tiene desperdicio.