La reencarnación:
Luego de una cinta como The Exorcist (1973), absolutamente todas las películas de este sub-género quedaron relegadas a meras copias o buenas intenciones que quedaron es eso, solo intenciones que fracasaron. Año tras año se quiere innovar en un terror que tuvo su máximo exponente en cines hace mas de 40 años, y por mal que nos pese, hasta hoy en día no hay nada qe supere esa maravilla dirigida por William Friedkin.
Así llega La Reencarnación (Incarnate, 2016), tardemente estrenada en cines argentinos, en la que el Dr. Ember (Aaron Eckhart), un exorcista poco convencional confinado a una silla de ruedas, debe enfrentarse a un demonio que poseyó el cuerpo de un niño (David Mazouz, el Bruce Wayne de Gotham) el cual tiene un pasado en común con la tragedia de Ember, entonces, esta misión será algo más que de rutina para convertirse en una vendetta personal.
La premisa del film es bastante original, o por lo menos, fuera de lo común, ya que este caza-demonios no se vale de agua bendita o crucifijos para ahuyentar a los seres del inframundo, sino que para él son parasitos de otras dimensiones, y para enfrentarlos se vale de la tecnología para meterse en el subconsciente de los afectados y allí despertarlos cual Leonardo DiCaprio en Inception (2010) si hasta incluso se vale de un objeto físico para conectar con la realidad a modo de Tótem; e incluso, esta cinta también toma como referencia el film protagonizado por Jennifer López, The Cell (2000).
Aún así, y con todo este bagaje fílmico, la película dirigida por Brad Peyton termina virando hacia lugares comunes, los secundarios parecen estar de relleno, y no se maneja suficiente la tensión como para mantenerte pegado al asiento. Por más que la duración sea de 90 minutos, La Reencarnación se siente como si ya hubiésemos visto lo mismo mil veces y, además de prever el final con tan solo ver un fotograma, nos toman de idiotas al terminar con una secuencia que sirve de antesala hacia una posible secuela (por favor no!).
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