“Muere, Monstruo, Muere” (a partir de ahora MMM) es una película… extraña. El adjetivo puede parecer peyorativo, pero lo cierto es que la segunda película en solitario de Alejandro Fadel se aleja totalmente del convencionalismo del cine argentino, con una obra visceral, distinta, extraña. En un campo alejado de Mendoza, una mujer es asesinada de una manera muy sangrienta: decapitada. Lo que vemos es un plano en donde la cámara no corta hasta que la cabeza se desprende de su cuerpo. Desde el inicio sabemos que estamos viendo, una película de género (no tan comunes en nuestra cinematografía) pero con condimentos de algo más. Porque a pesar de tener sangre, decapitaciones y hasta un monstruo, el tono de la película se balancea en un verosímil extraño (¿cuantas veces más usaré esa palabra?) donde los personajes hablan raro, todos sus textos son una suerte de soliloquio shakeasperiano y sus personalidades parecen formar parte de un universo onírico más que el real. En muchos aspectos recuerda a la película “Soñar, soñar” de Leonardo Favio. La cuestión de género (todas las personas asesinadas son mujeres), los psicofármacos, el sexo y la culpa, la locura, la religión y la búsqueda de la verdad son los pilares en los que MMM se balancea construyendo pequeños oasis de momentos que van desde el terror, a la risa. Si a eso lo condimentamos con la banda sonora de Sergio Denis podemos empezar a entender un poco el espectáculo de dos horas al que nos exponemos una vez que entramos al cine. Porque como bien dice su director, MMM es una experiencia cinematográfica. Será por la fotografía de Julián Apezteguia (que también hizo lo propio en “El Ángel“), que trabaja algunas paletas ochentosas y saturadas, con paisajes preciosos de la Mendoza no tan cool; o será quizás por el arduo trabajo de todos los que forman parte de “La unión de los Ríos“, la productora que lleva adelante este proyecto además de haberse hecho cargo de “El Estudiante” y “La Cordillera” de Santiago Mitre o “Los Salvajes“, la opera prima de Alejandro Fadel. Y para el final del relato todo se resuelve con la aparición del monstruo que hace honor al título, un ente extraño (y van…), amorfo, sexual… algo que por sus colores y movimientos parece formar parte del paisaje rocoso mendocino, porque como dice uno de los protagonistas “¿no te das cuenta? yo soy el monstruo”, que parece ser una respuesta a una de las frases que dice una de las policías femeninas “nos están matando a todas”. ¿Todos somos el monstruo? Habrá que tener cuidado de recorrer los paisajes alejados de Mendoza, esa parte sin viñedos pero con motoqueros, luces de colores y sobre todo un monstruo. Ese monstruo extraño.
Bueno: ESTO NO TIENE SPOILERS. Lo que se puede decir con esta película es: Los hermanos Russo hicieron algo totalmente diferente a lo que esperábamos. Se tejían mil teorías, y como siempre puede haber alguno/a que haya atinado a la respuesta correcta. Se pueden haber hecho conjeturas con imágenes que hace más de un año se filtraron, pero es una película totalmente personal y con algunas búsquedas interesantes para este género. Pero a título personal: Avengers Endgame no es mejor película que Infinity War. Los que quedaron atrás En la mitología bíblica, durante el apocalipsis hay una etapa llamada “La Tribulación“, donde luego que los bautizados y santos desaparecen para ir al cielo, el grupo de los “dejados atrás” deben vivir en un mundo oscuro donde la mayoría perdió a sus seres queridos. Algo así cómo si un titán loco chasqueara los dedos y eliminara a la mitad de la población viva del universo… La película arranca depresiva, gris, triste… algo a lo que no estamos acostumbrados (hasta en los peores momentos había un halo de esperanza), como bien reza Steve Rogers en el trailer: “perdimos, y no estamos acostumbrados a perder”. Una decisión jugada la de los hermanos Russo (uno de ellos tiene un cameo al inicio de la película), que los emparenta más al inicio de Justice League de Snyder que al bello mundo multicolor de Marvel. ¿Luego? Una serie de casualidades ponen en movimiento una maquinaria que podría estar o no dentro de las 14 millones de posibilidades que vio el Doctor Strange y que llevarán a los miembros que sobrevivieron hacia aventuras por separado. Algo similar a lo que vimos en Infinity War. Revisitando Greatest Hits, y los otros… Es una película íntegramente realizada para los fanáticos. Uno tiene que haber ido con toda la info de las anteriores 21 películas para estar a tono con todos los ribetes narrativos que atraviesa la trama. Pero no hablamos de haber visto las películas de Avengers (que según la lógica sería lo único necesario), sino esas películas muy criticadas del mismo universo, que tienen datos que serán de vital importancia para el desarrollo de esta historia. Cómo si fuera una suerte de banda que lleva a cabo su tour de despedida, los hermanos Russo interpretan los temas musicales que hicieron gigante a este universo cinematográfico (hola New York 2012) y esos temas que sólo los fanáticos más recalcitrantes pueden llegar a defender (¿alguien dijo Thor 2?). Lo complejo de la trama, la excesiva duración (le sobra media hora, SEGURO) y los guiños constantes a historias y personajes del pasado lo vuelven un espectáculo gigante para los fans de la primera hora, y una película a ser evitada por los que “alguna vez vi una de Marvel, ¿está Batman ahí?”. Algunos momentos de Girl Power y otras discusiones sobre la belleza hegemónica En la película hay una batalla (no vamos a decir más que eso), y tiene un momento de sororidad (como ese tan genial que vimos en Infinity War), pero lamentablemente no funciona tan bien, se nota forzado, para la hinchada. Puede que con cierto público a pie sea efectivo (en la sala una chica gritó “era hora”), pero para una construcción de cupo femenino todos sabemos que Marvel aún se encuentra en el debe y forzar una escena con Girl Power no es cambiar las cosas de raíz. Otra de las cosas que deja entrever esta película: van a tener que encontrar una forma de trabajar el personaje de Captain Marvel, una suerte de Deus Ex Machina bíblico que sólo aparece cuando se necesitan las armas nucleares. Sí es de destacar el papel de Nebula, que crece mucho y es (junto con Loki) de los personajes que más crecieron en el MCU. Ahora, hay varios personajes que cambian y uno me hizo sentir muy empático porque pone en tela de juicio discusiones sobre la belleza física hegemónica en un universo cinematográfico donde todos son rubios, flacos, musculosos y menemistas. Ahora uno de los personajes es obeso, y mientras lidia con el dolor de la pérdida también termina aceptando su lugar sin por eso adelgazar. ¿El mundo que viene será de los gorditos? ¡Que vengan los matchs en Tinder! Lo que sea necesario hacer… La película es un inicio es un final. Tiene momentos épicos y necesarios luego de años y años de espera. Es el espectáculo definitivo, ese que remonta al inicio del cine en teatros, donde se ponía una moneda para maravillarse con mundos más allá del nuestro. Ahora hay que ver como sigue la nueva fase (¿será fase 4?), después de ese epílogo que será Spiderman: Far From Home, como se reconvertirá en otra cosa. Algunos terrenos quedaron fértiles, veamos si Kevin Feige sigue con mano firme llevando el espectáculo más allá. Resumiendo: oscura, sorpresiva, épica, larga, enreversada, compleja, atolondrada por momentos y en otros se detiene en algunos puntos que deberían pasarse por encima, pero dentro de sus fallas (que no son pocas) refuerza lo importante de este universo: sus personajes. “Mundos morirán, mundos vivirán… y el universo DC nunca será los mismo” rezaba el anuncio en los 80s de Crisis en Tierras Infinitas, esa saga seminal que cambió el mundo de los comics para siempre. En el cine eso se lo lleva Marvel y estas tres fases cinematográficas superheroícas. Con sacrificios, aventuras, épica y lo que sea necesario hacer…
Disney sigue apostando por adaptar sus éxitos animados a películas live action. Lo hizo con Alicia en el país de las maravillas (dirigida por Tim Burton), con La Cenicienta, El Libro de La Selva y La Bella y la Bestia. ¿La fórmula? Agarrar la película animada original y adaptarla con mucho CGI y actores de carne y hueso. En este grupo también entrarían películas como Maléfica (adaptando a la villana de La Bella Durmiente), Alicia a través del espejo (la continuación del mito de Alicia) y Christopher Robin (una tierna historia en el universo de Winnie The Pooh). Las adaptaciones demostraron que económicamente son viables, y que a la vez recuperan historias para nuevas generaciones, dándole un guiño de ojo a les padres-madres / tíes / abueles para que lleven a sus niñates a vivir por primera vez historias que amaban mirar en tele o en los viejos VHS. En el caso de las adaptaciones de El Libro de la Selva, Cenicienta y La Bella y la Bestia, se buscó replicar casi plano a plano (algo similar a lo que viene con El Rey León) la historia original, aderezando de nostalgia el plato cinematográfico, pero de alguna manera no ayudando a la sorpresa. Esta bien, es una buena milanesa con papa fritas… ¿pero si tenemos ganas de probar cosas nuevas? El de El Gran Pez, pero matizado por Disney y sin Johnny Depp Dumbo es un poco diferente. Nacida en el seno de un país entrando a una guerra (la película se estrenó muy cerca del ataque a Pearl Harbor), también respiraba aires de una guerra interna dentro de Disney, que buscaba recuperar algo de dinero luego del fracaso de Fantasía. Con un poco más de una hora de duración y repeticiones animadas de otras películas, buscaba ser el bálsamo que posibilite el resurgimiento en taquilla de la productora. Fue Disney siendo independiente, robando recursos para ahorrar donde se pueda. Y lo lograron. La historia de un elefante que nació dentro de un circo y que sufría bullying por parte de sus iguales (un grupo de viejas elefantas conchetas de Barrio Norte) y era acompañado / ayudado por un ratón (gran acierto, desapareciendo esa idea que los elefantes temen a los roedores), que demostraba ser especial al poder volar, y ayudaba a salvar a todos, se convirtió automáticamente en un clásico. Disfrutado incluso por los más grandes, gracias a esas escenas lisérgicas para mirar de pepa. La nueva versión tiene muchísimo más material, y mantiene un halo de fantasía y magia a pesar de terrenalizar más la historia. No hay elefantas conchetas de Barrio Norte, ni un ratón charlatán. Pero hay personajes humanos interesantes (lo de Danny DeVito es de otro planeta) y la emoción a flor de piel. Tim Burton (en la silla de director) maneja bien el juego entre sus pasiones (ya casi repeticiones) y el manual de estilo de Disney, ofreciendo una historia prima hermana de El Gran Pez en su humanidad y con una preciosura técnica que te ayuda a creer realmente que un elefante puede volar. Todo cambia para seguir igual La historia mantiene su estructura: el elefante se queda solo luego que su madre ataca a una persona indeseable, la gente del circo descubre que puede volar, aunque Dumbo no se cree capaz de hacerlo. Pero se suman historias secundarias que van sumándole al relato: la historia de la familia desmoronada de Collin “el manco” Farrell y sus hijos ante la falta de la figura materna, la tristeza de Eva Green por ser una figura “florero” a pesar de su talento, y el adonis de la sobre actuación, el gran Michael Keaton demostrando el poderío de Disney y contando un paralelo donde siendo dueño adinerado puede comprar empresas gigantescas por un solo espectáculo dejando el resto en la calle (¿alguien ve lo mismo que yo?). Un experimento que da sus frutos y genera esperanza por los proyectos por venir. Ya que todes estamos emocionades por lo que viene (SIIIIMMMMBAAAA), pero podemos disfrutar reversiones de los clásicos sin imitarlas al pie de la letra y manteniendo la emoción al prenderse las luces de la sala. Esa emoción primitiva que forma un nudo en la garganta cuando estamos saliendo del cine. Esa misma que nos hace creer que un elefante puede volar.
Tarea difícil la que lleva adelante esta película… no solo porque se estrena algunas semanas antes del fin del Universo Cinematográfico de Marvel como lo conocemos (pues claro, hablamos de “Avengers: Endgame“), sino porque: es la primera película en solitario protagonizada por una mujer, es una película de orígenes en momentos donde solo queremos saber cómo le van a patear el culo a Thanos, y porqué… básicamente tiene a varios trolls de internet en contra. Capitana Marvel es una película confusa, que navega entre recuerdos y orígenes, intentando salir del molde disneyniano (sic)… algo como lo que le sucede a la protagonista. La llegada (tardía) al empoderamiento Capitana Marvel busca continuar la fórmula que tan bien le resultó a “Wonder Woman“, pone a co-dirigir a una mujer (Anna Boden, junto a Ryan Fleck) y suma a sus filas una protagonista con ciertos pergaminos en su haber: Brie Larson (Room, Kong: Skull Island), quien dio muestras de manejarse bien en el drama y en la acción. Igual, siendo sinceros… un poco tarde. ¿La historia? Arranca con un recuerdo borroso y Vers (como se la conoce a la protagonista al principio) viviendo en Hala, el planeta de los Kree, una raza guerrera de sangre azul que están en guerra con los Skrull, una raza de cambiaformas que parecen aterrorizar el universo con una suerte de guerrilla e infiltración. No tiene recuerdos claros de quien es. En una misión liderada por Yon-Rogg (Jude Law), el mentor de la protagonista, Vers es secuestrada por Skrulls y obligada a surfear por sus recuerdos para buscar a una persona… alguien que parece tener una conexión con ella, alguien de la Tierra. Así que tanto Vers, sus secuestradores Skrulls, como Yon-Rogg y su ejército se reúnen en la Tierra durante 1995 buscando un “núcleo de energía”. A eso lo aderezamos con unos jóvenes Nick Fury (Samuel Jackson) y Phill Coulson (Clark Gregg) y tenemos una más de Marvel… No vamos a adelantar nada, pero nuestra protagonista descubre que su nombre real es Carol Danvers, y que nació siendo terrestre. Demasiado poder La película va y viene entre recuerdos (algunos falsos, otros verdaderos), una guerra que parece no tener sentido, y un juego cambiante de lealtades que van movilizando a Carol al punto de dejar de confiar en todo lo que la rodea. Y eso que enfrente tiene a extraterrestres que pueden convertirse en cualquier persona… La película funciona como una suerte de Capitán América 0.5, ya que no sólo se mete a explicar el origen de un personaje más poderoso que todos los personajes conocidos, sino que también es el origen de SHIELD, Fury, Coulson, alguna gema del infinito, la iniciativa Avengers (medio burdamente), Ronan, incluso de Korath (aquel que le preguntaba “¿Quién?” a Star Lord en “Guardianes de la Galaxia”)… lo que podría ser una suerte de entretenido relato parece algo forzado, buscando encastrar en una maquinaria demasiado formada y que parece no necesitar, datos que ayudan más a la trivia de “¿Cuánto sabes del Universo Marvel?” que a la historia en si. Pero claro, hay un gatito… y se lleva todas las miradas… ES PRECIOSOOOOO. Cargando contra los trolls Durante la etapa de prensa, Brie Larson dijo que estaba cansada que las minorías no tengan tanta presencia, y que ella iba a intentar privilegiarlas en las entrevistas… así que los hombres blancos entre 20 y 40 se puso de la cabeza, imaginate, se metieron con el patriarcado. Y llamaron a un boicot para arruinar la película, rompiendo Rotten Tomatoes en el medio. Claro que esto no va a hacer mella en una película de un estudio gigante, que obviamente tiene dos escenas post-créditos (y sí, una de ellas retoma el final de “Avengers: Infinity Wars“) y que va a inundar las salas de gordos nerds que van a comprar sus pochoclos a pesar que SE METIERON CON ELLOS. Capaz funcionaba mejor después de Endgame Capitana Marvel sufre tener tan cerca el final de la fase 3 del MCU, sufre una historia de orígenes diversos que muchas veces son burdos y forzados, sufre una protagonista que parece querer sacarse el papel de encima rápido, sin la pasión necesaria (estamos frente a gente como Samuel Jackson, que está desde el principio y parece disfrutar más), y sufre quedar un poco atrás en la ola verde de empoderamiento femenino (¡era por abajo, Palacios!, digo: ¡era antes con Black Widow!). Sin embargo es un gran entretenimiento con grandes efectos, un poco de buen humor y algunos conceptos muy interesantes para discutir con las nuevas generaciones (sobre todo el tema de la guerra, y de la capacidad del ser humano para levantarse siempre a pesar de todo)… y sobre todo UN GATITO QUE NO PODES NO AMAR.
Obsesión es la nueva película protagonizada por Matthew McConaughey (EdTV, Reign of Fire, The Wolf of Wall Street) y Anne Hathaway (Interstellar, Alice in Wonderland, The Princess Diaries). El nombre original es Serenity, y responde al nombre del barco del protagonista. Es una película por demás extraña. Si sos fanáticx de Matrix, Westworld o Inception, puede que te sientas más cómodx con este relato. Porque seamos sinceros: lo que vende el trailer, y lo que venden los primeros 30 minutos de película ES TODO UNA CORTINA DE HUMO. Es escrita y dirigida por Steven Knight, el mismo que escribió Eastern Promises y la serie Peaky Blinders. Seguimos la historia de Baker Dill (Matthew), un ex-combatiente que no volvió completamente de la guerra y esto lo llevó a alejarse de su familia. Es huraño, trata de mantener las relaciones lo menos cercanas posibles, está obsesionado con un atún gigante que nunca puede pescar, se la pasa teniendo sexo con la MILF Constance (una preciosa Diane Lane) y gusta de “bañarse” en bolas en el mar. En el pueblo pesquero de Plymouth Island no parece pasar mas nada… todo parece completamente normal y metódicamente repetitivo. Hasta que llega ella. Karen Zariakas (Anne) es la ex-mujer de Baker, y lo estuvo buscando desde la separación. Se casó nuevamente, y su nuevo marido Frank Zariakas (Jason Clarke) es básicamente una de las peores personas del mundo: borracho, abusador, golpeador, soberbio… ¿su solución? Pagarle 10 millones de dólares a Baker para que mate a Frank en el medio del océano. ¿Parece un thriller de esos de venganza tan propios de los 90s? Bueno, no canten victoria, porque todo hacia el final vira para otro lado. En el medio: un personaje que siempre llega tarde para encontrarse con Baker, Karen y Baker poniendo todo de sí para ser una de las parejas más hot actuales, el hijo de ellos apareciendo de manera espectral en lugares y la sensación de que hay algo que no está bien. Obsesión se configura como una extraña pieza que bebe mucho del mundo más millenial, pero con un relato más propio de los padres de los millenials, y la necesidad de re-visitar para entender si hay huecos en la historia o todo tiene sentido hacia el final. ¿Es una comedia? ¿Es Sci-Fi? ¿Es todo filosófico? Mientras nos seguimos maravillando con esas playas y nos embarcamos en la búsqueda del gato negro (siempre será un placer cruzarse con Diane Lane) o de ese atún que parece imposible de pescar.
Liam Neeson terminó constituyéndose en un género en sí mismo. De ser de esos actores que siempre caen bien en las películas (del mismo club de Tom Hanks o Julia Roberts, por ejemplo), pasó a convertirse en el actor veterano que patea culos y que siempre tiene pérdidas familiares… desde esa fatídica vez en 2008 que secuestran a su hija en Taken. A partir de ese momento (y luego de ser el tutor de Batman, la voz del Leon de Narnia, el Maestro Jedi de Obi Wan Kenobi, o Zeus), Liam comenzó a hacer películas de Liam en lugares enfrentando a malevos que se meten con sus allegados: Liam en un avión, en Europa, en un tren, en la nieve, contra lobos… y cada una de ellas logró emocionarnos y gritar cada vez que usaba los puños como lenguaje. Y este jueves se estrena la nueva de Liam, donde, por suerte (ya que el cine aún da sorpresas), el género Neeson presenta una nueva veta, un nuevo estilo… una vuelta de tuerca. Venganza (Cold Porsuit en su título original) tiene todos los condimentos: nuestro protagonista vive en una ciudad helada, y es el héroe local por encargarse de abrir el paso con su camión a los diferentes vehículos que buscan atravesar la ruta. Su hijo es asesinado por estar en el lugar incorrecto, y cómo nadie parece creerle decide tomar venganza por mano propia. ¿La diferencia? La película es europea, y trae consigo condimentos que las versiones yanquis no ostentaban. Primero, lo primero… como todo elemento del post-modernismo, la película es una remake. La original se llama Kraftidioten (In orden of Disappearance en su traducción al inglés) y está protagonizada por Stellan Skarsgård (otro vejete que patea culos) y Bruno Ganz. Hans Petter Moland (director, Noruego) dirige ambas películas, la original y su remake. La escalada de violencia en la que arremete Nels Coxman (así se llama el personaje de Liam) termina detonando una guerra entre traficantes de drogas, la vuelta a un pasado familiar mafioso, y una relación tensa con su mujer al no poder enfrentar la pérdida de su hijo. Y uno de los elementos más importantes que esta película maneja a la perfección: el humor negro. La constante utilización de la comedia para condimentar momentos violentos, patéticos o sangrientos es una briza de aire fresco que se agradece en este tipo de films. Además de nuestro protagonista brillan Laura Dern (como la mujer de Nels), Tom Bateman (como uno de los villanos), Domenick Lombardozzi (como uno de los lacayos del villano, y una gema como personaje), Tom Jackson (como otro de los villanos), William Forsythe (como Wingman, hermano de Nels) más John Doman y Emmy Rossum como los policías del pueblo que se encuentran en el medio de una guerra de carteles y un vigilante buscando al asesino de su hijo. Acción, grandes personajes, humor, sangre, y un guión que va escalando y nos va envolviendo mientras nos entregamos a un relato que siempre sorprende. Lo queremos mucho a Liam, pero más si sigue evolucionando.
Green Book, dirigida por Peter Farrelly (extrañamente un director mas abocado a la “comedia ligera” como “Loco por Mary“, “Tonto y Re-tonto” o “Irene, yo y mi otro yo“) es uno de esos viajes que da gusto hacer. Capaz no sean de los que te cambian la vida, pero son de esos que los vas a recordar por siempre. La historia sigue a dos protagonistas: Tony Lip (Viggo Mortensen), un italiano hosco, sin pre-consciente, malhumorado, calentón pero de buen corazón… mezcla extrañísima pero que lo convierte en un perfecto personaje tridimensional, con el que algunas veces te sentís incómodo, pero que te termina llegando al corazón; por otro lado tenemos a Dr. Don Shirley (Mahershala Ali), un extraordinario pianista de música clásica que sufre algunos ataques mesiánicos que esconden muchas inseguridades y dolor. Luego de quedarse sin trabajo, Tony va a aceptar ser el chofer de Don en una gira por las zonas más racistas de Estados Unidos durante 1960. Sería como meter en una licuadora a “Conduciendo a Miss Daisy” y “Huye“. Ambos personajes, completamente dispares, van a aprender de sus diferencias para potenciar sus puntos más débiles… tanto Tony entendiendo que el color de piel no define nada, como Don entendiendo que no está solo en la vida. Situaciones que sacan sonrisas, algunas más violentas… todos signos de una sociedad que hace demasiado poco tiempo ardía en un racismo inexplicable. Más inexplicable sí sabemos que se basa en una historia real. La comedia de situaciones se sazona con buena música, una hermosa relación a distancia entre Tony y su mujer Dolores (interpretada por la bellísima Linda Cardellini), pollo frito, y las cartas escritas con la ayuda tras bambalinas de Don. Emotiva, real, con momentos que sacan sonrisas, buena música, y una relación que queremos acompañar por siempre, porque queremos tanto a Viggo… Lo único que se critica es que el clímax nunca llega, y que todo parece ser un viaje en un terreno plano, sin llegar nunca a un pico alto. Un viaje que recordaremos por siempre, pero difícil que sea el mejor de tu vida. El Viggo Mortensen de la gente Cada personaje lo hace suyo (siempre agregando algún elemento “cuervo”, como en este caso que pasa más de la mitad de la película con una camisa roja y azul), lo llena de matices y nos hace quererlo cada vez más. Viggo no sólo es más Argentino que el dulce de leche, sino que también interpretó alguno de los grandes personajes de los últimos años: Aragorn: el Rey absoluto, Elendil, el que traerá el balance a la fuerza (ups, saga equivocada)… un personaje que va a quedar en la historia del cine y la culturar Geek&Pop en general, en “El Señor de los Anillos“, dirigidas por Peter Jackson. Tom Stall: su primera participación con David Cronemberg como director, en “Una historia de violencia“, interpretando a un dueño de un restaurante que ve su vida cambiada cuando llega una persona alegando conocerlo del pasado. Pura tensión y violencia acumulada. Nikolai: segunda colaboración con Cronemberg en “Promesas del Este“, haciendo de un mafioso ucraniano temible. La pelea con cuchillos no será olvidada con facilidad. Hombre: una de las películas más tristes de la historia, “La carretera“, lo encuentra protegiendo a su hijo durante el fin del mundo. Lo dirige John Hillcoat. Ben: en “Capitán Fantástico“, siendo más Viggo que nunca, y educando a sus hijos de una manera para nada convencional. En esta película se vuelve a animar al canto y por supuesto… lo hace bien.
Levantando vuelo Casi diez años pasaron desde que el héroe impensado (Hiccup –Hipo en español-, en la voz de Jay Baruchel) conoció a un dragón que se creía extinto, a la temible raza de “Furia Nocturna“, a ese otro héroe llamado Toothless (Chimuelo en español). En ese momento el mundo era diferente, el protagonista estaba entrando a la adolescencia, su padre Stoick (el rey del poblado vikingo… en la voz de Gerard Butler) lo obligaba a seguir el mandato patriarcal, y ambos sufrían la falta de una figura femenina: Hiccup de una madre, Stoick de su esposa y compañera. En esa primera parte de esta trilogía el mundo era diferente, se temía y odiaba a las bestias aladas en igual medida… el deporte era asesinarlos y el entrenamiento una manera de derrotarlos. Pero llegó él… mezcla de perro y gato, con poderes especiales que irá desarrollando en toda la saga, y una impronta y actitud con las que metió a medio mundo en su bolsillo. Y del encuentro de Toothless con Hiccup surgió la chispa que modificó todo. El hijo del rey entendió que como todo animal, el dragón no es un ser malo por naturaleza, y que a través del entendimiento y la comunicación se podría llevar a cabo una convivencia pacífica en donde ambos universos (el humano y el dragoneril) se verían beneficiados. El rey entendió que se había equivocado, decidió apoyar a su único hijo y convertir a su pueblo (Berk) en un refugio único entre ambas razas. La primera película, basada en un libro escrito por Cressida Cowell y estrenada en 2010, tuvo una tibia repercusión ni bien su estreno, pero luego con el boca a boca se empezó a convertir en una obra de culto… llenando de alegría (y las arcas de dinero) a Dreamworks, que veía con buenos ojos poder comenzar a combatir palo a palo al gigante Disney/Pixar. El fanatismo tomó vuelo y propició una continuación en 2014, que marcó el retorno de la madre del protagonista (Valka, en la voz siempre hermosa de Cate Blanchett), adelantó la historia cinco años mostrándonos a un Hiccup más adulto y responsable, y tuvo un final oscuro y rompecorazones al estilo de Episodio IV de Star Wars. La tercera es la vencida Entre la primera y la segunda parte pasaron cuatro años de producción, y entre la segunda y la tercera cinco. Dreamworks realmente quería cerrar la saga con bombos y platillos, y estar a la altura de lo contado anteriormente. Sólo pasó un año de la anterior película, el pueblo de Berk todavía llora su pérdida, mientras que el protagonista intenta encontrar su lugar en un nuevo rol. Algunos han crecido y tienen barba, y otros siguen buscando aprobación. La isla está hastiada de dragones, fruto de la estrategia de Hiccup por rescatar cuantos pueda de las garras de piratas y vikingos. Pero la convivencia los convierte en un objetivo, y un nuevo cazador (llamado Grimmel) se pone entre ceja y ceja asesinar al último “Furia Nocturna” vivo, el alfa de la manada de dragones, nuestro querido Toothless. Pero nuestro alado amigo no se encuentra sólo… llega el amor y con él las complicaciones. Una nueva dragona hará las delicias de los ritos de apareamiento y construir una relación desde cero, y la desconcentración de Toothless por esta situación será aprovechada por el villano que pondrá en jaque a nuestro héroe y a todo su pueblo. Mientras, Hiccup intentará finalizar la labor de su padre y encontrar “El mundo escondido”, un lugar en el fin del mundo de donde vienen los dragones. Un cierre perfecto How to Train your Dragon es una saga que funciona de principio a fin, tiene tensión, comedia, personajes para vender merchandising, acción, aventura, personajes tridimensionales, discusiones sobre la identidad, el amor y el rol de la mujer… tiene a un protagonista entrañable y a un dragón que da placer de sólo observarlo. Los villanos son un poco acartonados y exagerados, y terminan siendo paródicos, pero solo son el catalizador para mostrar el crecimiento de una relación que cambió el mundo (literalmente). La empatía que produce no distingue de edades, y se convierte en un espectáculo que disfruta la familia entera… ahora sí (SPOILERS), si son del grupo de los que lloraron con la despedida de Butterfree en Pokemon, mantengan distancia de esta saga porque como dice el maestro Rudyard Kipling: Hay suficiente tristeza en la vida por hombres y mujeres para colmar nuestros días Y cuando sabemos que las reservas rebosan de tristeza ¿Por qué buscamos añadir aún más? Hermanos y hermanas les pido que reflexionen antes, De darle su corazón a un perro (dragón), para que lo desgarre. Si se quedaron con ganas de más, visiten la serie animada en Netflix para llenar ese vacío… horas y horas de diversión.
Tarea difícil la de esta película de Luca Guadgnino (Call me by your name), ponerle Suspiria y darla a luz como remake de aquel clásico de Dario Argento puede producir diversos sentimientos: duda, odio irracional, deseo de fracaso, intriga… las perspectivas no están a la orden del día. Por suerte, esas bajas expectativas funcionan para cierta sorpresa a la hora de salir de la sala “al final no era tan desastrosa”… Suspiria es hipnótica, extraña, barroca… esto es un soplo de aire fresco en tiempos de películas genéricas, pero también presenta dificultades cuando se pone demasiado enroscada o lenta, para terminar en un clímax algo sobre explicativo. Hay que saber que esta versión es una suerte de familiar peleado que decidió exiliarse del seno sanguíneo y arrancar una nueva aventura en otro país. Acá los colores son pastel, el ritmo es pausado, y el clima enrarecido mezcla temas de las diversas cintas del italiano en su saga de las madres. Destacan las actuaciones de Dakota Johnson y Tilda Swinton (que personifica -a título personal, innecesariamente- tres personajes diferentes), acompañadas por un aquelarre de actrices muy robusto y establecido. Uno les cree y se ve inmerso en esta suerte de estudiantina extraña donde siempre rodea la guadaña de la Sra. Muerte. A pesar de su duración (152 mins) merece un segundo visionado, para descubrir algunas cosas que pasaron desapercibidas y que se van colando en la cabeza de uno algunos días después de haber sido testigo de ese baile espectral. No es perfecta, y tiene en contra el haberse presentado en sociedad como remake de un clásico, pero no deja de ser una apuesta arriesgada con grandes ideas visuales. Un viaje lisérgico, que como tal a algunos les pegará bien y a otros… no.