Interesante exponente del weird western que plantea un relato desolador sobre la matanza de los pueblos originarios. Simula proyectar un escenario distópico con aires a Jodorowsky y Kusturica pero es más realista de lo que imaginamos.
Una secuela que llega bastante tarde y sin aportar novedades al entramado de sus personajes. La historia tiene poco atractivo y encima carece de un villano. Apenas sirve para que Disney se asegure millones en merchandising y nada más.
Clint Eastwood y otra biopic con pulso clásico. Lejos de la ideología que lo caracteriza, esta vez hay palos para las entidades gubernamentales y los medios de comunicación. La dupla de Paul Walter Hauser y Sam Rockwell la rompe.
Son de fierro James Mangold no se detiene. Después de construir una reputación sólida gracias a joyitas como “Tierra de policías”, la remake de “El tren de las 3:10 a Yuma” y en especial “Logan”, Mangold suma a su filmografía uno de sus puntos más altos con “Contra lo imposible”. La película, basada en la famosa carrera de Le Mans del 66, en un principio iba a ser dirigida por Michael Mann, pero luego de algunos cambios en la producción, la tarea finalmente cayó en manos de Mangold. Con Matt Damon y Christian Bale a bordo del elenco, estaba todo listo para convertir en ficción la legendaria historia que enfrentó a dos pesos pesados del automovilismo como Ford y Ferrari. Porque sabemos que Hollywood no podía perderse la oportunidad de llevar al cine aquella competencia donde los norteamericanos se consagraron campeones por primera vez. Mangold cumple con la tarea y entrega una película de corte clásico, podríamos decir fordiana, filmada con una pasión por el género como pocos directores saben hacerlo hoy en día. Pero además de sus atributos técnicos y narrativos, “Contra lo imposible” también funciona gracias al desempeño de sus actores. La química entre Damon y Bale se fortalece a medida que nos van paseando por talleres y circuitos de carrera, haciendo de esta amistad un viaje que emociona hasta las lágrimas.
Cambio de hábito Y contra todo pronóstico, finalmente “Midsommar” llegó a las salas porteñas. La última propuesta del aclamado director Ari Aster supo generar cierta expectativa como la nueva sensación del circuito indie durante su paso por diferentes festivales de cine independiente; pero finalmente fueron los espectadores quienes se sintieron algo desilusionados cuando descubrieron que “Midsommar” está lejos de repetir la misma fórmula que “El legado del diablo”, la anterior película de Aster. “Midsommar” se centra alrededor de un culto que habita en una comuna de Suecia y donde rápidamente comenzamos a sospechar que se puede tratar de una secta donde se realizan cultos paganos. En medio de todo esto acompañamos a cinco amigos que viajan hasta dicha comarca para presenciar una ceremonia que se festeja cada 90 años. Para quienes estén más familiarizados con este tipo de películas, en la misma línea que “El hombre de mimbre”, seguramente reconocerán varios de los mecanismos que sostienen el desarrollo de los personajes y la historia, aunque Aster le agrega condimentos visuales y narrativos que hacen más atractiva esta revalorización de una temática que involucra rituales y sacrificios. “Midsommar” no es una película para todos los paladares, pero no deja de ser un trabajo que no pasa desapercibido, a manos de uno de los realizadores más interesantes de los últimos años.
Eso vive En 2009 el escritor Stephen King realizó una encuesta entre sus lectores más fieles para que ellos decidan cuál debería ser su siguiente novela. La elegida por la mayoría fue "Doctor sueño", una secuela directa de "El resplandor", la misma que en 1980 fue adaptada a la pantalla grande por el maestro Stanley Kubrick. Debido al revival que en estos últimos años nuevamente puso de moda la idea de adaptar diferentes trabajos de King al cine, el proyecto para realizar una película basada en "Doctor sueño" era algo inevitable, considerando además que tanto el libro original como la película de Kubrick se convirtieron en clásicos imbatibles. Ewan McGregor interpreta a una versión adulta de Danny Torrance, el niño con capacidades extraordinarias que junto a su madre sobrevivió a los eventos ocurridos en el Hotel Overlook, y que ahora deberá ayudar a una joven con la que comparte cierto vínculo sobrenatural. Al mismo tiempo nos encontramos frente a un grupo de secuestradores y asesinos de niños, quienes deambulan por el país buscando a otros infantes con poderes para alimentarse de su energía y volverse más longevos. Mike Flanagan, director de las muy bien logradas “Ouija: El origen del mal" y “El juego de Gerald”, se encarga de adaptar el libro respetando las decisiones de King, pero dentro del universo cinematográfico que construyó Kubrick, y que sabemos nunca fue del agrado de King. Por suerte Flanagan consigue salir bien parado y presenta una versión a la altura de las circunstancias. Casi tres horas de duración que se diluyen rápidamente sin descuidar la tensión del espectador. De lo mejor que dio el género en todo el año.
Te quiero empoderada Es cierto que “Estafadoras de Wall Street” puede parecer un relato más acerca del ascenso y la caída de quienes transitan el camino inmoral del sueño americano, pero detrás de su estructura en piloto automático (cada acto parece orquestado de manual) se esconde una comedia bastante ingeniosa sobre la amistad entre un grupo de mujeres que buscan dominar un ámbito laboral poblado de ejecutivos machistas, durante la crisis financiera que afectó a los Estados Unidos en 2008. Entre los productores figura el nombre de Adam McKey, responsable de “La gran apuesta”, película con la que comparte ciertos matices al momento de centrar su historia durante uno de los periodos económicos más difíciles que le tocó vivir a los norteamericanos, pero en el caso de “Estafadoras de Wall Street” la directora Lorene Scafaria concentra la trama alrededor de cuatro strippers que se convierten en criminales profesionales cuando comienzan a seducir y drogar a hombres adinerados para poder usar sus tarjetas de crédito. Scafaria nunca detiene el ritmo del relato, incluso durante los instantes más dramáticos, y se asegura de poner al frente el carisma de sus protagonistas, sin perder el humor ni el glamour. Dentro del elenco se destaca la presencia de una veterana Jennifer Lopez como la líder y protectora del grupo, en uno de sus mejores papeles hasta la fecha. En un año donde el género femenino asumió su liderazgo al frente de diferentes proyectos provenientes de Hollywood, “Estafadoras de Wall Street” supo ganarse un lugar entre las más festejadas por la prensa internacional, aunque buena parte del público local quizás tarde un poco más en descubrirla.
El futuro es mujer A pesar de los constantes fracasos en cada una de sus últimas entregas, la saga de Terminator insiste en querer renovar su imagen para conquistar a las nuevas generaciones, siendo que ya pasaron 35 años del estreno de la película original, y teniendo en cuenta que ninguna de las secuelas que precedieron a las que dirigió James Cameron volvieron a gozar del mismo éxito, tanto en recaudación como en críticas. “Terminator: Destino oculto” propone resetear todo lo acontecido en capítulos anteriores para presentarse como una continuación directa de “Terminator 2: El juicio final”. La premisa regresa a las fuentes y presenta a un trío de heroínas que deberán sobrevivir a una serie de persecuciones extremas mientras un Terminator del futuro intenta alcanzarlas. Para asegurarse que esta sexta parte llame la atención de los espectadores, la producción fue a buscar nuevamente a Cameron, a quien le pidieron que supervise el guión, mientras sentaban a Tim Miller, director de la mega exitosa “Deadpool”, tras las cámaras. Pero el fan service no se detiene ahí, y otro de los grandes atractivos que se suma es el regreso de Linda Hamilton en el papel de Sarah Connor. La película va a lo seguro y apuesta por la acción constante, antes que detenerse en argumentos sólidos que expandan el universo narrativo de la saga (aunque muchos se sentirán traicionados por algunas de las decisiones que tomaron los guionistas). Tampoco falta el oportunismo progre del contexto hollywoodense actual, y que se basa en fomentar el estreno de grandes tanques liderados por elencos, en su mayoría, femeninos. “Terminator: Destino oculto” es rock para las (nuevas) masas, ni más ni menos.
El último soldado Pasaron más de diez años para que Sylvester Stallone finalmente decida retomar una de las franquicias de acción más importantes de todos los tiempos, protagonizada por otro de sus icónicos personajes. “Rambo: Last blood” es la quinta entrega del héroe bélico que ya lleva más de 35 años luchando en diferentes partes del mundo. En esta oportunidad la trama se aleja de los combates en territorios hostiles como Birmania o el rescate de soldados prisioneros en Vietnam para reducir todo a una simple película de venganza. En “Rambo: Last blood” nuestro veterano de guerra sigue lidiando con sus conflictos del pasado mientras convive en un rancho con una adolescente a la que ayudó a criar, quien durante un viaje a México es secuestrada por una red de prostitución clandestina. A partir de este suceso, Rambo deberá una vez más hacer uso de sus tácticas de combate para cruzar la frontera y enfrentar a los captores de la joven. Aunque a diferencia de las últimas entregas, donde la acción ocupaba gran parte del relato, esta vez el desarrollo de la historia busca explorar el costado más humano del personaje. Al momento de su estreno en los Estados Unidos, la película causó cierto revuelo entre la prensa especializada, acusando a Stallone de promover una postura a favor de las políticas de Donald Trump contra el pueblo mexicano. Lo cierto es que “Rambo: Last blood” es una nueva excusa para que los fanáticos de la saga puedan reencontrarse con su máximo ídolo; y si bien la propuesta no se destaca frente a otros exponentes del género, la sola presencia de la estrella y las escenas finales donde se desata una carnicería altamente placentera, son motivos suficientes para justificar el precio de la entrada. Por Enrique D. Fernández
Psicópata americano Después de pasarse la mayor parte de su filmografía dirigiendo comedias, el realizador Todd Phillips decidió pegar un volantazo en su carrera con “Guasón”, una película basada en los orígenes del célebre villano de DC Comics, pero manteniendo el tono corrosivo que es sello del director. Con ecos a clásicos de Martin Scorsese como “Taxi Driver” y sobretodo a “El rey de la comedia” (el papel de Robert De Niro es una clara referencia al presentador televisivo que interpretaba Jerry Lewis), el antihéroe que compone Joaquin Phoenix explora la metamorfosis de un ciudadano depresivo y a punto de explotar. Con su mezcla de thriller psicológico, comedia negra y debate social, “Guasón” es una obra a contramano de las propuestas más cotidianas en la cartelera cinematográfica (considerando el aluvión de estrenos provenientes de la factoría Marvel), tanto por el guión a manos de Phillips junto a Scott Silver, como por la actuación de Phoenix (candidato a convertirse en uno de los favoritos en la próxima temporada de premiaciones), en un plano más introspectivo del que propuso Heath Ledger hace una década atrás. Entre las múltiples relecturas que ofrece la propuesta, muchos se refieren a “Guasón” como un antes y un después en el cine de superhéroes contemporáneo. El tiempo dirá. Por Enrique D. Fernández