Toda la subtrama referida a la violencia latente en la sociedad fue abordada en su momento por Rob Zombie y muy pocos se lo reconocieron. Esta vez lo forzaron tanto que bordea la ridiculez. Y encima falta una entrega más.
La mano de Natalia Meta evoluciona y consigue una de las mejores propuestas argentinas de los últimos tiempos. Tiene referencias a Dario Argento y Brian de Palma que son un deleite. Mucha atmósfera pesadillesca y amor por el género.
Logra un buen balance entre respetar las tradiciones de la franquicia y humanizar al personaje de Daniel Craig. Lo malo es que el trabajo de Cary Fukunaga no llega a destacarse y se saca de encima el tropiezo de Sam Mendes de la manera menos sutil.
Las ideas se van agotando y la mano de Genndy Tartakovsky parece alejarse cada vez más. Es un capítulo efectivo para disfrutar con los más chicos pero también intrascendente. Tiene más destino de serie televisiva que de saga cinematográfica.
Por momentos se sostiene gracias al desempeño de Rebecca Hall y alguna que otra escena a destacar. Pero se hace tan aburrida que se pierde en giros engorrosos. Más de uno se va sentir estafado con los últimos minutos. La inflaron bastante.
Liam Neeson haciendo lo que sabe hacer. Comienza a ponerse tan aburrida que ni por asomo llega a ubicarse entre sus mejores thrillers de acción junto a Jaume Collet-Serra. La narrativa es muy obvia y hasta floja en varios puntos. Carece de esfuerzo.
Insufrible de principio a fin. Quisieron sumarle una subtrama de lo más ridícula y la resolución de las trampas no se sostiene con ningún argumento. Encima va camino a convertirse en otra de esas franquicias que lucran durante años sin aportar ideas.
James Wan pudo darse el lujo de hacer un giallo ridículo y absurdo. Hasta le mete humor a lo Larry Cohen. El acto final es impensado para el mainstream de estos tiempos. Aunque haya ingresado a las grandes ligas el malayo no perdió ciertas mañas.
Se le pueden criticar cuestiones técnicas como el uso de la cámara, pero el timing de los diálogos saca algunas risas. Casi que se siente como un compilado de mini sketchs con el sello de Malena Pichot. Leonardo Sbaraglia siempre es un punto a favor.
Para cuando aparece el personaje de Ben Kingsley la historia termina de desbarrancar y se pierde cualquier motivación por lo que vaya a suceder. Marvel no quiere arriesgarse a modificar su preciada fórmula y la franquicia empieza a perder gusto.