Otro intento en vano por relanzar una franquicia insufrible. Ya ni se esfuerzan en ponerle un poco de entusiasmo a la construcción del relato o preservar la identidad del villano. Chris Rock queriendo reinventarse empeora más las cosas.
Nia DaCosta se preocupa por el concepto visual mientras Jordan Peele subraya el conflicto racial. La original era más sutil en el campo ideológico, pero no por eso le resta distinción a esta secuela directa. Importa más el mensaje que las ganas de asustar.
Por fin un Guy Ritchie que se reivindica. Esta vez deja de lado sus manierismos para concentrarse en la narración y mantener la atención del espectador. Jason Statham se carga la mayoría de las escenas sin la necesidad de emitir palabras.
Una secuela innecesaria que carece de la solidez que destacaba a la primera. Suma algunas escenas de gore pero todo lo que va a pasar es previsible y esquemático. Podemos reconocerle el haber puesto a un violador como el bueno de la historia.
Un dramón a puro diálogo que se reserva algunas escenas inquietantes. El aire teatral del guión original se siente bastante. Da la sensación de que la hicieron especialmente para que Anthony Hopkins y Olivia Colman arrasen en la temporada de premios.
El blockbuster donde James Gunn pudo haberse desatado termina siendo bastante moderado. Quiere impregnar el estilo de la productora Troma pero no se la juega. Su mayor acierto es John Cena y su habilidad como comediante.
Toda historia que lleve el sello de M. Night Shyamalan tiene aciertos y tropiezos. Acá recurre otra vez a esa necesidad de tener que sobreexplicar sus entramados con diálogos imposibles. Igual es de los pocos que defienden un cine tan personal.
Una secuela que disminuye el peso dramático tan presente en su antecesora y que apuesta por el suspenso a cada momento. Lo mejor es la inclusión de Cillian Murphy cargando con todo el protagonismo. A William Friedkin le encantó.
Un mero capítulo intrascendente dentro de la saga. Lo mejor son las participaciones de Florence Pugh y David Harbour. El potencial que tenía Taskmaster como villano brilla por su ausencia. Marvel busca otra excusa para ganarse el voto femenino.
La idea de poner a Bob Odenkirk como héroe de acción hace que toda la película funcione, y la oferta de entretenimiento cumple de principio a fin sin altibajos. Una alegría reencontrarse con las caras de Christopher Lloyd y Michael Ironside.