"La Elegancia del delito" Si hay algo que no podemos negar del nuevo trabajo de Ridley Scott es que se trata de un film polémico, que busca dividir aguas y ofrecer un punto de vista sobre el mundo criminal y las organizaciones ilegales que el cine comercial no se anima a mostrar frecuentemente. Generalmente cuando se habla de narcotraficantes y criminales dentro del cine estadounidense se cae dentro del cliché de que “los malos son los de afuera” (casi siempre mexicanos u latinos) y los buenos, los únicos que luchan contra el consumo de drogas y estupefacientes, son los nacidos en aquel país del Norte. Por si fuera poco, a todo ese combo, se le agrega una dosis de cinismo que termina por retratar a estos criminales como gente de bajo recursos, organizada en asentamientos en medio del desierto y que subsisten gracias al apoyo y complicidad que reciben por parte de corruptos gobiernos estatales. Ridley Scott (director inteligente, maduro y con suficiente huevos) y el escritor Comac McCarthy (autor de “No Country for Old Men” y “The Road”) decidieron romper con esa línea fantástica, cargada de estereotipos y prejuicios, para ofrecer una visión mucho más realista y acertada de cómo se mueven en la actualidad aquellos sujetos que forman de uno de los negocios ilegales más rentables del mundo, después de la venta de armas y el tráfico de mujeres. Por ese motivo “El Abogado del Crimen” (titulo explicito si los hay) retrata el destino de un abogado (Michael Fassbender), del cual nunca sabemos su nombre, que en vistas a formar una familia y establecerse bien económicamente junto a su esposa Laura (Penelopé Cruz) decide invertir una cantidad de dinero importante en una operación de narcotráfico, donde también está involucrado un amigo suyo, Reiner (Javier Bardem) y su excéntrica novia Malkina (Cameron Díaz). Cuando las cosas salen mal, fuera del rumbo planeado por un intrigante personaje llamado Westray (Brad Pitt), todos los protagonistas de esta historia conocerán la verdadera cara del mundo al cual quisieron ingresar, sin siquiera conocer sus reglas. El punto más alto de la nueva película del director de “Prometheus”, “Black Hawk Down” y “Blade Runner” es precisamente ese: Mostrarnos lo fácil que puede resultar hoy en día ingresar a estos negocios turbios y como la gente ambiciosa pretende ejercer también su dominio en un verdadero territorio hostil y violento, donde la única ley que rige es la de la selva. Los paralelismos que podrían trazarse entre la realidad (sobre todo con hechos que sucedieron en el plano local) y la trama que propone “The Counselor” son numerosos, por lo que repito nuevamente, ahí está la clave y el gran merito de esta película que sin embargos presenta falencias en otros aspectos. El numeroso y prestigioso elenco parece estar solo para el poster, a excepción de Michael Fassbender y Cameron Díaz, que son los únicos actores que a través de sus personajes rompen de forma certera estereotipos y logran traspasar la pantalla. Lo de Díaz sobre todo, si bien no es para alquilar balcones, es un gran trabajo parte de esta actriz, acostumbrada a otra clase de producciones y protagónicos. Cruz, Bardem y Pitt, en cambio, son meros accesorios del que Scott dispone para aportar cuotas innecesarias de drama, humor (Reiner parece un personaje sacado de otra película), diálogos y secuencias previsibles que no convencen ni aportan demasiado. Ni hablar de las pequeñas e intrascendentes apariciones de Bruno Ganz y Rubén Blades, que son para el aplauso y el comentario infortunito y molesto de la dama mayor dentro de la sala. Claro está que esto se debe a que, durante algunos momentos, el guión de McCarty pierde los estribos que le aseguran mantener el buen ritmo intenso, digno de un acertado thriller, por lo que la salida fácil a dicho problema parece que fue llenar esta producción de caras conocidas. Técnicamente, como toda película de Scott, estamos frente un notable trabajo de fotografía de Dariusz Wolski (“Prometeo”) y una musicalización soberbia del casi debutante Daniel Pemberton, quien viene de muchos años de trabajar solo en la televisión. En definitiva, lo que me interesa destacar de “El Abogado del Crimen” es su gran acierto al mostrarnos personajes mucho más realistas y cercanos a la realidad, haciendo lo suyo en el mundo del narcotráfico, dándose cuenta no solo de lo violento que vuelven a la sociedad donde viven (la escena de la marcha en México, claro ejemplo) sino también del riesgo al que arrojan a todos sus seres queridos. Cometer errores en un mundo desconocido e intentar solucionarlos en la realidad, solo puede terminar de una forma. El gran Ridley Scott tomó la posta y se encargó de reflejar esa cruzada. Y no es la que todos quieren ver, ni la que están dispuestos a entender.
"Malas Compañías" Desde que Marvel lanzó esa bomba pochoclera atómica conocida como “Los Vengadores” (Josh Whedon, 2012) el destino de todo su universo cinematográfico se vio alterado por los efectos exitosos y devastadores de aquella producción. De hecho el primer gran movimiento polémico post-vengadores que dio el estudio es dejar afuera del tablero de sus próximos proyectos a Tony Stark (Robert Downey Jr.), quien luego de “Iron Man 3” (Shane Black, 2013) parece no tener un lugar asegurado en la denominada “Fase 2”. Ahí entra a jugar Thor, quien en su segunda película tiene que levantar la batuta y hacerse cargo de gran parte de la suerte que correrán en el futuro las siguientes producciones de los superhéroes de Marvel, entre las que se encuentran “Capitán América: Soldado de Invierno”, “Guardianes de la Galaxia” y “Ant-Man”. El príncipe asgardiano no escapa de tamaña responsabilidad, ofreciendo en esta oportunidad un producto muy superior en muchos aspectos con relación a su antecesora, aunque también cometiendo y ampliando algunos de los errores que presentaba la película dirigida por Kenneth Branagh en el 2011. Dentro de lo positivo encontramos el desembarco definitivo del dios del trueno y su inseparable mjolnir en la pantalla grande, con escenas de acción grandilocuentes, épicas y visualmente espectaculares que se asemejan mucho más al comic y a lo que todos los fanáticos de los superhéroes queremos ver en la pantalla grande. Cada vez que Thor agarra su martillo comienza una tremenda escena de acción, que acompañada esta vez del correcto uso del 3-D, termina por ofrecer gratos momentos dentro de la sala de cine. Gran parte de eso se debe al director Alan Taylor, quien además de apoyarse en su gran capacidad de dirección para las secuencias de acción, hizo un trabajo notable en la fotografía y la música. Kramen Morgenthau, quien sorprendentemente también viene de trabajar mucho tiempo en la televisión al igual que Taylor, realizó un trabajo soberbio en el aspecto visual de “Thor: El Mundo Oscuro”, ofreciendo no solo imágenes poéticamente bellas de Asgard, sus construcciones y ceremonias (hay una en particular que es tristemente hermosa), sino también de todos los reinos de Yggdrassil que dicen presente en esta película. Por su parte, la música a cargo del siempre cumplidor Brian Tyler, por fin le impregna el tono épico tan esperado por todos los fanáticos a una producción de Marvel, las cuales no solían ser fuertes en este sentido. Por lejos, la invasión de los elfos oscuros a Asgard y la batalla final con Malekith (Christopher Eccleston) en Londres son un ejemplo perfecto de esto, además de ser escenas impresionantes que pagan la entrada de cine por completo. Los problemas nuevamente con Thor pasan a ser sus compañías. Natalie Portman como Jane Foster podrá ser hermosa, pero no le quita lo nefasto, tonto y aburrido que se vuelve su personaje a medida que avanza la película. Más que una científica parece una quinceañera con ganas de conseguir novio. Por su parte Stellan Skarsgard ya está completamente desfigurado y lo arrojaron al plano de la comedia con su profesor Erik Selvig, ofreciendo situaciones patéticas que no causan la más mínima gracia. Sin embargo el premio mayor se lo lleva ella, la Jar Jar Binks de la saga “Thor” y el personaje más nefasto y estúpido del universo Marvel. Hablo de Kat Dennings y su infumable papel como Darcy Lewis. Por si fuera poco, esta vez, sumaron a su versión masculina interpretada por Jonathan Howard, lo cual solo empeora las cosas. Y ojo que lo malo de “Thor: Un Mundo Oscuro” no pasa solo porque el accionar de estos personajes es molesto, sino porque en definitiva terminan arrastrando a todo el resto con ellos para que se desenvuelvan de forma ridícula e innecesaria en momentos inoportunos. Thor tomándose el subte en plena batalla final es algo que no funciona bajo ningún aspecto. Lo frustrante es que todo el resto de los personajes, desde el cada vez más grande Loki (Tom Hiddleston perfecto) quien se consolida como uno de los personajes más interesantes de Marvel dentro del cine, Odin (Anthony Hopkins amoldado increíblemente al cine pochoclero), Frigga (Renne Russo impecable) hasta Heimdall (el siempre presente Idris Elba) se convierten en aliados perfectos de Thor para contar esta aventura, pero hacia la parte final de la película desaparecen por completo, dejándolo solo junto a sus malas compañías. Si no fuera por este aspecto, sin dudas estaríamos hablando de una película digna de seguir la jerarquía impuesta por “Los Vengadores”. Una lástima, porque “Thor: Un Mundo Oscuro” es una de las películas más grandes y arriesgadas de Marvel por su increíble apartado técnico, su grandiosa puesta en escena y porque, en definitiva, es el primer paso hacia un mundo nuevo de aventuras que recién acaba de empezar y promete un montón. Bienvenidos a la “Fase 2”.
Cenizas de un exito Nunca fui amigo de esta clases de producciones, pero en su momento lo que me pasó con la primera entrega de “Los Juegos del Hambre” dirigida por Gary Ross fue que su historia me llamó rápidamente la atención. Si bien la originalidad no estaba a la orden del día (en muchos aspectos es similar Battle Royale de Koushun Takami), para ser Hollywood y tratarse de un best seller, me parecía algo innovador e interesante. El trabajo de Ross en su momento, si bien no me parece una obra de arte, acertaba en dos aspectos: Ritmo y suspenso. Ambas cosas le impregnaban a aquel film dinamismo y sorpresas hasta su final, lo cual me dejó con un buen sabor de boca. Para esta segunda parte, habiendo digerido todas las sorpresas, los giros y las idas y vueltas de su antecesora, me esperaba mucho más y el resultado es un producto regular, casi paupérrimo. Dirigida por Francis Lawrence (Constantine, Soy Leyenda), “En Llamas” retoma las líneas abandonadas en la primera entrega: Katniss (Jennifer Lawrence) y Peeta (Josh Hutcherson), ganadores de la 74º edición de los juegos del hambre envueltos en un falso circulo de éxito que intenta distraer a la población de los distritos de sus verdaderos problemas, se ven nuevamente obligados a participar de la competencia que los traumó hace un año, en lo que esta vez se conoce como “Vasallaje de los Veinticinco”. En pocas palabras: Una cacería mortal entre los ganadores de todos los juegos anteriores para conmemorar los 75 años de dominación del Capitolio. Creo que ahí radica el principal problema de la película (lo cual habla también un poco de la calidad de la saga) y es que en esta segunda incursión se vuelven a repetir los esquemas de la primera entrega, volviéndose completamente predecible y aburrida. La última hora de “En Llamas”, que viene a ser la más interesante de esta producción en todos los sentidos, ofrece lo mismo que su antecesora, con algunos pequeños e intrascendentes cambios (el escenario, las dificultades y los participantes). Nuevamente asistimos a la presentación de nuestros personajes frente a los espectadores del nuevo show, para luego verlos entrenando para los juegos, eligiendo sus aliados y finalmente participando de la cacería, algo que ya no sorprende ni puede generar mucho entusiasmo. Poner a los mismos personajes, en la misma situación, ya sabiendo de antemano que si lograron sobrevivir en la primera ocasión seguramente en esta lo vuelvan a lograr, es algo a lo que no le encuentro gracia ni lógica. “En Llamas” en términos de linealidad para la saga de “Los Juegos del Hambre”, no avanza, ni tampoco retrocede. Solo se estanca y promete. La resolución pasa a convertirla en una película puente, cuya única función parece ser un prologo de la tercera parte por llegar, la cual de por sí tendrá que tapar varios agujeros pendientes. Con personajes completamente chatos que de repente adquieren una trascendencia injustificada y desmedida, situaciones que se desarrollan de formas imprevisibles y casi dos tercios del film donde no pasa absolutamente nada significativo, “En Llamas” es más de lo mismo, aunque en forma de reflejo borroso de algo que funcionó en su momento y ahora (¿Tan pronto?) muestra signos de agotamiento. Bajen las expectativas porque están frente a una película tan tibia que es incapaz de quemar a nadie.
Quinta a fondo “Drive” es una de esas películas que cuando llegue la hora de hacer un balance de lo mejor del año, seguramente estará presente en la lista. Es muy pronto, creo, para catalogarla como un clásico, o una peli de culto. Ni hablar de lo más ridículo; catalogarla como lo mejor del año cuando recién estamos en marzo. Sí, en marzo señores críticos. No quieran ahorrarse trabajo, por favor. Lo que esta claro es que es una muy buena propuesta y que vale (y mucho) la pena disfrutar de una peli asi en una sala de cine. Nicolas Winding Refn, un director casi desconocido para todos nosotros, es un dinamarques que viene trabajando desde hace rato como realizador. Aclaro esto para que el éxito de “Drive” en los distintos festivales y en el publico no borre sus trabajos anteriores. Entre esos trabajos se encuentra la muy interesante “Bronson”, una peli que se editó en DVD en nuestro país y que está protagonizada por Tom Hardy en el papel de Charles Bronson, el alter ego de Michael Petersen; el prisionero más peligroso de Inglaterra. Los paralelismos que podemos trazar entre “Bronson” y “Drive” son varios, siendo el más excluyente el hecho de que nuestro protagonista es un hombre marcado por la soledad. El otro punto en común es la violencia, muy explicita, en ambas películas. Sin embargo lo que caracteriza a “Drive” y la convierte en la gran peli que es, tiene que ver con el hecho de que todo se encuentra en la medida justa. Por no decir perfecta. Estamos frente a una película que combina acción, drama, suspenso y amor sin caer en ninguno de los clichés de estos géneros y sin erigirse como una peli perteneciente a uno solo. Hay varias propuestas en el cine que intentaron hacer algo similar, mezclar géneros, y los resultados no siempre son tan buenos como este. “Drive” tiene muy buenas escenas de acción. No son muchas, pero se agradecen, sobretodo por no caer en la espectacularidad y la irrealidad que estamos acostumbrados a ver. El trabajo del realizador, en lo personal, me sorprendió en este aspecto, brindando un manejo de cámaras más que digno a la hora de las persecusiones. La edición y el sonido también ayudan bastante al respecto. Que haya estado nominada a Mejor Edición de Sonido en la ultima edición de los Oscars fue en un gran acierto, ya que las persecuciones del film se escuchan impecables. También es una buena propuesta de suspenso, con algunos giros interesantes que te mantienen engachado durante gran parte de la peli. Y este es un gran punto a favor, ya que la historia que parece que hemos visto tantas veces y que conocemos de principio a fin, nos sorprende de forma amena. El mundo criminal en el cine siempre puede dar algo nuevo en materia de suspenso, solo es cuestión de intentarlo. Por más que nos resistamos, también es una historia con tintes románticos. La relación entre sus protagonistas está marcada por el amor y, al no caer en los puntos comunes a los que estamos acostumbrados, nos encontramos con una historia de amor honesta y realista. Pero también “Drive” es un drama. Nos presenta a personajes extraños, en un momento bastante peculiar de sus vidas y eso desata una serie de consecuencias y problemas que los van a ir marcando a lo largo del desarrollo de la peli. Encontrar películas asi, con la medida justa de todo, repito, es muy difícil. Ni hablar si nos limitamos solamente al cine comercial. Por eso “Drive” se agradece. Pero hay más cosas que hacen grande a esta película. Asi como Winding Refn se coloca con esta peli entre los favoritos del publico, la critica y los festivales, hay que mencionar también a Ryan Gosling, un actor que de a poquito se va ganando un lugar que se merece en Hollywood. Lo de Gosling tampoco es casualidad y al igual que Winding Refn solo basta con ver sus anteriores trabajos para comprobarlo. Ni hablar de Carey Mulligan, actriz nominada al Oscar y por la cual varios directores se pelean para que forme parte de sus próximos proyectos. En este caso la palabra casualidad suena más insólita todavía. Brian Cranston, Albert Brooks, Ron Perlman y Chistina Hendricks completan un elenco interesante y digno de ver en la pantalla grande. Los premios y nominaciones que suman todos estos actores, básicamente, hablan por si solos. Para el final un aspecto me parece interesante resaltar es la banda sonora instrumental compuesta por Cliff Martinez, como los temas compuestos por otras bandas y que son utilizados en este film, son sencillamente excelentes. La escena de los créditos iniciales, al mejor estilo GTA: Vice City garpa mucho, pero mucho. Ni hablar de la escena del primer beso entre los protagonistas. En definitiva, “Drive” es una excelente película que lo tiene todo en medidas justas y por ese motivo me parece que vale la pena verla ya que es muy difícil encontrarse con propuestas así todos los días. Sirve ademas para demostrar que si se juntan una serie de factores en el momento justo, salen cosas buenas como estas. Hablar de película sobrevalorada, o de casualidades, ya de por si es una boludez. Aplicarlo a “Drive” es ser injusto.