"Animales en la casa" En su momento, cuando escribí mi opinión sobre esa correcta antología llamada “Las crónicas del miedo” (V/H/S), dije que el cine de terror estaba atravesando un momento especial y necesario: El cambio generacional de sus realizadores y la revitalización de contenidos según la necesidad del público nuevo. Siempre digo lo mismo: Si hay un género que vivió, vive y vivirá marcado notablemente por las modas que atraviesan las sociedades, ese es por excelencia el terror. Y estos tiempos que corren están marcados por los pincelazos que un grupo de nuevo realizadores vienen ofreciendo desde hace un tiempo y que muchos critican empedernidamente sin otra justificación que no sea la de compararlos con la vieja escuela y generaciones pasadas. Por eso hay que aclarar antes de ahondar más en esta opinión dos cosas que considero esenciales. En primer lugar, “Cacería Macabra” de Adam Wingard no es un film de terror, sino una película de género que toma algunos de los elementos más representativos del slasher para ofrecer un producto plagado de violencia y humor negro. “You´re Next” no asusta, puede generar tensión y suspenso, pero su objetivo claramente pasa por otro lado: Sorprender, ser chocante y por sobre todo entretener al público. En segundo lugar, el nuevo trabajo de Wingard viene a sumarse a esa amplia y variada galería de films que ofrecen un claro ejemplo de los vaivenes por donde el cine de terror se moverá en los próximos años. Si no te gustaron películas como “Trick ‘r Treat” (Michael Dougherty, 2007), “The Signal” (Dave Bruckner, Dan Bush y Jacob Gentry, 2007), “The House of Devil” (Ti West, 2009), “The Innkeepers” (Ti West, 2011), “The Cabin in The Woods” (Drew Goddard, 2012), “The ABCs of Death” (V.A, 2012), “V/H/S” (V.A 2012) y “V/H/S 2” (V.A 2013), difícilmente “You’re Next” sea de tu agrado. Agarra tu videoteca, hacete una cuenta en Netflix o simplemente espera que pasen tus películas favoritas por la tele, pero no le pidas peras al olmo. Si buscas que el presente revindique al pasado sin ofrecer nada original y moderno, esta clase de producciones no son para vos. Con una premisa bastante simple y predecible (una familia numerosa que decide pasar unos días en su casa de campo), Wingard empieza a plantar las fichas necesarias desde el arranque para que nos vayamos preparando para la segunda y tercera parte del relato (la cacería y su justificación), que es la que todos queremos ver. Sin embargo no podemos subestimar la correctisima introducción que hace el realizador de sus personajes, en un tono de comedia muy marcado, donde las tensas relaciones familiares son el plato fuerte que precisamente anteceden al escenario principal (el salón comedor) y a la situación detonante del conflicto (la cena). Y aquí, cuando arranca la cacería, la violencia y la parte cruda del relato, es donde Wingard muestra sus dientes y las verdaderas intenciones que tuvo al realizar este film, dejando casi sin validez toda la primera parte. La analogía es más que interesante, ya que mientras los cazadores se ponen mascaras para tratar de esconder sus identidades, los integrantes de la familia parecen decididos a sacarse las suyas para tratar de sobrevivir a esa cruel masacre. Párrafo aparte para todo ese elenco, donde sobresale la bella Sharni Vinson con el personaje más llamativo e interesante de la producción, pero donde además cumplen su labor con creces Joe Swanberg, AJ Bowen, Rob Moran y Barbara Crampton. Con algunos giros previsibles, que si bien están retocados por el humor negro y una gran cantidad de sangre, la película se encamina derecho al desenfreno y delirio absoluto haciéndole honor a su titulo, tanto el original como su traducción. “You’re Next” (tu eres el siguiente) es como un domino fall, donde todas las piezas caen por un pequeño impulso que necesita ser correcto y preciso, dejando para después únicamente una sucesión de acontecimientos que despiertan sonrisas y asombro en su transcurso, guardando todos los aplausos para el final. “Cacería Macabra” en definitiva se sostiene por esa correcta dirección de Wingard a la hora de adaptar el guión de Simon Barrett y esa honestidad hacia el publico para satisfacer esa necesidad de entretenimiento de una forma bizarra, entretenida, rebuscada, fresca y por sobre todas las cosas perversa. O tal cual dice su titulo, macabra.
"Amistad explosiva" Así como en la vida hay cosas que entran por los ojos y nos vuelven completamente locos, impulsándonos a obtenerlas lo más rápido posible para satisfacer nuestra inmediata necesidad, en el cine también pasa lo mismo. Una película nos puede generar atracción previamente por su historia, por sus actores, por su director o por algún otro motivo en particular, pero también puede pasar lo contrario: No conocemos demasiado su historia, sus actores pueden ser buenos pero no sabemos si hay química entre ellos, su director tiene poco antecedentes y todo lo que completa el producto está oculto. Eso pasa con “2 Guns” de Baltasar Komákur, un film de acción basado en una novela grafica no muy popular, con dos actores de peso (muy distintos) como lo son Mark Wahlberg y Denzel Washington y con un apartado técnico muy prolijo y correcto, pero escondido en un segundo plano (al menos en la promoción del film). Conociendo esta situación, Komákur comienza su nuevo trabajo presentando los puntos altos del film para tratar de comprar al espectador desde el minuto cero dentro de la sala de cine. En primer lugar nos presenta la gran dupla formada por Washington y Wahlberg, sobre la cual se sostendrá todo el relato, tanto en las partes cómicas, en las secuencias de acción y en las vueltas dramáticas del film, que son las de menor presencia en el relato. La química que lograron ambos actores es fundamental, y si bien Wahlberg ya demostró en varias oportunidades su habilidad para la comedia, Washington es casi una revelación, confirmando el talento que viene demostrando desde hace varios años detrás de las cámaras. En segundo lugar, el director de “Contrabando” (2012) apela a lo visual: La fotografía, los planos largos y dinámicos y la composición de pequeñas unidades audiovisuales muy llamativas (la música de Clinton Shorter es clave) para adentrarnos a una historia que comienza a desenredarse de menor a mayor. Finalmente viene el relleno que nunca está de más, y al contrario, aporta mucho al film. Desde la terriblemente hermosa presencia femenina por parte de Paula Patton, hasta los personajes grises y ambiciosos interpretados por James Mardsen y Bill Paxton. Hasta el jefe narco de turno, interpretado por el mítico Edward James Olmos (el conocido Teniente Castillo de la serie Miami Vice), tiene pólvora para ofrecer en esta producción que tiene un sello que la define por completo. “2 Armas Letales” es la muestra perfecta de los buenos resultados que se pueden obtener a la hora de trasladar un cómic a la pantalla grande, exprimiendo al máximo todo lo que esta clase de trabajos pueden ofrecer. Es una película que tiene y se destaca básicamente por tener el ritmo de una novela gráfica, ya que al igual que en ella, todo cuadro es relevante, todo personaje aporta un granito de arena y los giros argumentativos están a la orden del día, igual que las soluciones imposibles a los pequeños conflictos y los finales estruendosos durante su última parte. Pero no solo es lo que toma del mundo de los cómics esta película, ya que “2 Guns” se caracteriza también por ofrecer esa ácida visión de la realidad que solo puede encontrarse en la actualidad en las páginas de novelas gráficas para adultos. Por ejemplo, que los personajes interpretados por Wahlberg y Washington, además de ser los tipos más incorrectos de todo el relato, tengan que volver a ingresar a su país y lo hagan cruzando la frontera como inmigrantes sin papeles debido a que, según ellos, es la forma más fácil de entrar a los Estados Unidos, no es algo que se vea en todas las producciones de Hollywood. El irrisorio, el absurdo y sobre todo las escenas de acción pueden confundir al espectador por momentos, pero si uno se concentra verdaderamente en lo que tiene para ofrecer “2 Armas Letales” se encontrará con una sátira y critica visión de la sociedad norteamericana, sobre todo en relación a términos de lucha contra el narcotráfico y el uso de armas. Sin frenar ni un momento, Komakúr se apropia de la historia de Steve Grant escrita para las viñetas y, a través de un guión que lleva la firma de Blake Masters (La ley y el orden), ofrece un film plagado de acción, personajes divertidos, giros inesperados, personajes llamativos, explosiones por todos lados y un final a todo trapo que recuerda y mucho al cómic “Wanted” de Mark Millar. Ese tiroteo final entre los narcos de un cartel mexicano, la CIA, la DEA y los Marines es un espectáculo en toda regla que merece ser disfrutado en la pantalla grande. Lo mismo pasa con el robo del banco con el que abre el film, la persecución que tiene como protagonistas dos camionetas en medio de un paisaje desierto y los incesantes tiroteos en los que se ven involucrados sus protagonistas. Como aspecto negativo de esta producción solo puedo mencionar ese pequeño bache argumental que une el segundo y tercer acto, algo flojo y poco elaborado, con poco peso para introducirnos al desenlace del film. De todas formas “2 Armas Letales” es una muy entretenida buddy movie que ofrece acción a raudales, altas dosis de humor y escenas espectaculares al servicio de una historia digna de un cómic, pero adaptada de gran forma a la pantalla grande. Una muy grata sorpresa que recomiendo fervientemente a todos aquellos que deseen pasar un gran momento dentro de una sala de cine. Voy a empezar a hacer lugar en mis repisas para el cómic escrito por Grant y para el posterior dvd de este film.
En un año excelente para los cines argentinos, tanto en el aspecto comercial como en la producción nacional de contenidos, faltaba la frutilla del postre que se erigiera como la mejor película argentina del año. Ese es el lugar que viene a ocupar “Wakolda” de Lucia Puenzo, sin dudas. Basada en una historia real, encastrada históricamente de forma muy precisa, dirigida de forma magistral y actuada de forma convincente, el más reciente trabajo de Puenzo viene a imponerse como uno de los films de suspenso más interesantes que supo ofrecer en los últimos años el cine local. Sobre su argumento se puede hablar muy poco debido a que gran parte de la magia del film descansa en el misterio que siembra un personaje en particular (interpretado de forma impecable por Alex Brendemül), como así también en la tensa, dinámica y, por momentos, pervertida relación que establece con Lilith, interpretada por la joven, talentosa y debutante Florencia Bado. “Wakolda” se sostiene desde el minuto cero gracias a la complejidad y el fino trabajo que realizó Puenzo detrás de las cámaras y en el guión para unir a estos dos personajes de forma tal que el espectador no pueda sacar los ojos de la pantalla. La madurez de la realizadora le permitió en este caso jugar todo el tiempo con una relación entre ambos personajes que ofrece un hilo muy fino que roza lo perverso, lo amoroso, lo familiar y controvertido, sin dejar en ningún momento de ser seria, eficaz y necesaria para narrar la historia. Por si fuera poco todo el grupo de actores que completan el reparto de esta producción cumple con creces sus objetivos, dejando muy en claro que casi no existen personajes irrelevantes en el relato. Natalia Oreiro (quien sorprende hablando alemán con total naturalidad), Diego Peretti, Elena Roger y Guillermo Pfening son pilares donde “Wakolda” también suele apoyarse cómodamente en el trascurso del relato sin perder su ritmo ni su intensidad que la caracteriza desde el inicio. Dichas características, obviamente, son intrínsecas al perfecto trabajo que realiza Lucia Puenzo detrás de las cámaras, donde no solo vuelve a demostrar su excelente pulso para trabajar con actores en roles difíciles, sino que también ofrece un repertorio de calidez técnica de factura imperdible. La fotografía de “Wakolda” es imponente, los escenarios y el montaje son impresionantes y la música digna de un gran thriller son algunas de las riendas que Puenzo utiliza para mover esta impresionante producción que no deja de ser polémica. Y ese es otro acierto que presenta esta película: Su historia se centra en una etapa de la historia argentina bastante turbia y socialmente olvidada por la mayoría. La relación de nuestro país con Alemania antes, durante y posterior a la segunda guerra mundial tuvo como resultado una importante convergencia cultural debido a la cantidad de exiliados, como así también de personajes nefastos del nazismo, que se insertaron sin problemas en nuestra sociedad bajo el amparo de ciertos representantes políticos locales y con el consentimiento de ciudadanos comunes y corrientes. Sin ir más lejos, toda esta situación provocó que varios organismos de investigación de diferentes países del mundo vieran con ojos sospechosos a la Argentina, convirtiéndonos en un tablero de ajedrez donde se jugaron movimientos muy importantes con relación a la búsqueda de los responsables de uno de los mayores genocidios de la historia contemporánea. Hacía mucho tiempo que el cine argentino no se encargaba de reflejar esta situación histórica, quizás debido a la precisión histórica que demanda dicho desafío, como así también por cierto temor a contar un secreto a voces que innecesariamente con el paso de los años varios gobiernos intentaron tapar. Por eso mismo, otro de los grandes méritos de Lucia Puenzo es ponerle la firma a un guión más que interesante y dinámico, basado en el libro homónimo que la realizadora escribió hace un par de años con ayuda de un reconocido historiador. En definitiva, “Wakolda” es la mejor película argentina de lo que va del año, gracias a su excelente reparto, su imponente apartado técnico y la impecable dirección de Puenzo al servicio de una historia que logra atrapar al espectador debido a su precisión histórica y a la ambigüedad, seriedad y subjetivismo con el que toca temas muy complicados y difíciles. Puenzo sale triunfando de este enorme desafío y “Wakolda” sin dudas se perfila como una de las favoritas para representar a nuestro país en algunos de los certámenes internacionales más importantes que quedan de aquí hasta el final del año. La visión de este film es casi una obligación. Una muestra enorme y clara de la calidad a la que puede aspirar el cine local en estos tiempos de cambios favorables para la industria.
"Ciencia acción" Neil Blomkamp la rompió con “Sector 9” (District 9, 2009), película que puede considerarse tranquilamente como una de las mejores que brindó el género en los últimos 10 años por el solo hecho de trazar una perfecta analogía entre una invasión extraterrestre y el apartheid que azoto a Sudáfrica. Cuatro años después llega “Elysium”, el segundo trabajo del realizador que repite algunas de las formulas exitosas de su anterior incursión en el cine, pero que se olvida de otras, quizás en pos de amoldarse a un esquema de producción, como el de Hollywood, el cual parece que le queda chico. La historia de “Elysium” es sucia, al igual que la de “Sector 9”. Sus protagonistas no son los típicos héroes y se ven arrojados a superar un destino que nunca soñaron afrontar en un contexto desfavorable, donde los fuertes explotan a los más débiles y la única forma de acabar con eso es a través de revoluciones y batallas que se cobrarán victimas de ambas partes y en gran cantidad. Max (un correcto Matt Damon) es un trabajador de una planta industrial que vive en la tierra, mientras sus jefes explotadores viven en Elysium, una especie de satélite que flota en el espacio, donde todo es perfecto. Cuando Max sufre un accidente que lo deja con tan solo 5 días de vida, su pasado de criminal parece ser la única salida que le permitirá llegar a Elysium, el único lugar donde puede cambiar su destino. Nuevamente con un soberbio trabajo en el aspecto visual (la fotografía de Trent Opaloch es perfecta) y una ascendente (en materia de transmitir emociones) banda sonora compuesta por Ryan Amon, “Elysium” arranca de menor a mayor para ofrecer más que un film de ciencia ficción de jerarquía una película de acción de enorme grandilocuencia y ritmo frenético. Las secuencias de acción se suceden unas a otras a partir del quiebre de la película (la imponente escena del secuestro) y alcanzan una magnitud impensada (la épica batalla final sobre un puente en Elysium), pero muy bien recibida, por el público. “Elysium” en ese sentido te toma completamente por sorpresa y no te deja sacar los ojos de la pantalla, gracias a esas impresionantes escenas que, si bien se encuentran en un contexto futurista, nunca alcanzan atravesarnos emocionalmente, ni llegarnos a incomodar políticamente como si lo hacían las de “Sector 9”. De hecho, la única falencia que tiene el primer trabajo de Blomkamp en Hollywood es insertar cuotas de drama en un film que destella acción de la buena por todos lados y que no tiene lugar para historias de amor forzadas (como la que tienen los personajes de Damon y Alice Braga), ni para sentimentalismos e historias mínimas (como la hija enferma de Frey). Esos aspectos parecen fuera de lugar en una película en donde nuestros personajes más importantes (soberbios trabajos de Jodie Foster y sobre todo Sharlto Copley) están al pie de una guerra y lo único que buscan es imponer sus pretensiones dentro de una tambaleante estructura de poder. Si Blomkamp se hubiera inclinado completamente hacia un solo lado de la balanza, estaríamos hablando de una de las grandes películas de este 2013. Sin embargo el sudafricano intentó que su desembarco en Hollywood sea igual de humano, crítico y polémico que en su primer trabajo, pero la falta de experiencia no le permitió divisar que ese mercado solo quiere una cosa, algo que a “Elysium” le sobra: entretenimiento que mantiene al espectador atornillado a la butaca.
"El doble sentido de las cosas" El cine es el más elaborado de los mensajes que pueden presentar los medios masivos de comunicación, no solo hoy, sino a lo largo de toda su historia. Siempre lo fue. Y como mensaje de medio masivo es unidireccional, de emisor a receptor, y tiene por ende un objetivo. Dicho mensaje a veces suele ser muy explicito, otras ocasiones no tanto y rara vez está ausente dentro de una película. Todo film quiere decirnos algo. Al menos lo intenta, porque claro está, el emisor es el que le pone punto final a ese proceso de comunicación otorgándole sentido al mismo. El espectador dota de significado ese mensaje. Le da un sentido, muchas veces ayudado por el trabajo de los responsables de esas producciones, aunque a veces no nos demos cuenta. Paul Grengrass, a quien todos conocemos por su exitosa incursión en la saga Bourne, es uno de los directores modernos que mejor sabe hacer llegar al público sus distintos mensajes a través de sus películas. El realizador británico es un gran narrador de historias, no solo desde el punto de vista técnico ya que utiliza todos los recursos del cine, tales como la edición, la música, la fotografía y la iluminación de forma perfecta, sino también en materia de llegar al público. Dejemos de lado a Bourne: ¿Con qué nos encontramos dentro de su filmografía? Con un director que narró la travesía de un soldado ingles abandonado en Malvinas que debe volver a su tierra (Resurrected, 1989), que contó también los violentos e históricos hechos ocurridos en Irlanda durante una protesta de civiles (Bloody Sunday, 2002) y que además es responsable de la mejor película que se hizo sobre el mayor atentado que sufrió Estados Unidos en Septiembre del 2001 (United 93, 2006). A Greengrass le fascina contar historias ficticias sobre hechos reales y lo hace tan bien que podríamos denominarlo el Truman Capote del cine. Su principal arma es el non-fiction, es decir, narrar hechos reales de alto impacto en forma de ficción (porque resulta casi imposible saber con exactitud y objetividad lo que sucedió) aun contando con la desventaja de que el espectador sabe de antemano cual es el desenlace de lo que se le cuenta. Así y todo, Greengrass sale airoso siempre de estas incursiones y no solo recibe el apoyo del público a lo largo del mundo sino que también un espaldarazo tremendo de algunas personas dentro de la industria de Hollywood que le permiten seguir haciendo lo que le gusta. Y ahí viene la clave: No estamos frente a un realizador que cuenta historias por razones desconocidas, sino que nos encontramos cara a cara con uno de los directores más críticos y opositor de diferentes contextos, situaciones y conflictos internacionales. “Capitán Phillips” es la historia de Richard Phillips, capitán de la embarcación Maersk Alabama, que en el 2009 fue atacada por piratas somalíes en lo que representó uno de los primeros y más trascendentes ataques de estos grupos organizados a barcos de bandera norteamericana. Lejos de caer en el patriotismo que puede implicar contar una historia como esta, Greengrass se sacó de la manga un tremendo film de suspenso que no da suspiro y ofrece además una de las mejores actuaciones de Tom Hanks de los últimos tiempos. Ritmo frenético, acompañado por una soberbia banda sonora ejecutada por Henry Jackman (Kick-Ass, X-Men: First Class), una edición impecable de la mano del ganador del Oscar Christopher Rousse (con quien Greengrass trabaja habitualmente) y actuaciones secundarias que realmente sorprenden (todo el grupo de piratas somalíes está a la altura de las circunstancias y mucho más). Pero hay más detrás de todo eso, porque “Capitán Phillips” se sostiene también por el guión escrito por Billy Ray (State of Play, The Hunger Games) que deja todas las piezas acomodadas para que Greengrass se luzca y ofrezca, además de una dirección notable, un film con un doble sentido intrínseco que se agradece por estos días. Durante la primera parte de su película, Greengrass se encarga de presentar a los dos bandos protagonistas. Por un lado toda la tripulación del Maersk Alabama, mientras que por el otro todo el grupo de piratas que llevará adelante el ataque. Sin caer en subjetividades, en la evidencia de quien es bueno y quien es malo, lo que nos ofrece el director son las razones necesarias para entender porque nuestros grupos de personajes hacen lo que hacen. En la segunda parte, cuando ambos grupos finalmente se ven la cara y sacan a la luz sus distintas realidades nos empezamos a encontrar con el doble sentido que plantea Greengrass y que puede resumirse básicamente en una serie de líneas como “Todos tenemos un jefe” y en la pregunta que realiza el personaje de Hanks a uno de sus secuestradores: “¿Es este tu negocio?”. Es decir, aquí en esta historia, ninguno de los bandos puede torcer ese destino, el de dejar de depender de otros para poder hacer su vida y eso es algo que los define por completo. Narrar la historia de un laburante que ve amenazado su trabajo por otra persona que justifica sus actos porque su país no le da oportunidades no es a priori un panorama que incline la balanza hacia un solo costado. Al espectador le cuesta en cierto punto aclarar los grises y no sabe que postura tomar frente a lo que sucede en la pantalla. Sin embargo el director de “Capitan Phillips” al ingresar un tercer elemento clave termina cambiando por completo el relato y deja bien en claro su postura al respecto. Lamentablemente, ese tercer elemento clave es el ejército norteamericano. Digo lamentable, porque seguramente todos aquellos que no razonen dentro de una sala de cine saldrán a decir que estamos frente a una película pro-bélica y en realidad estamos frente a todo lo contrario. Greengrass con tan solo un par de escenas te describe de pies a cabezas un panorama triste y realista del mundo real: Todos somos prescindibles, todos somos marionetas de una estructura que nos mueve según su conveniencia y todos sabemos que la violencia es la solución favorita que brindan a nuestros problemas aquellas personas que están a cargo de mantenernos a salvo. El plano que muestra a los francotiradores abandonando su posición, sin música de fondo, sin muecas ni gritos de alegría, sino tan solo caminando como quien sale de su trabajo en una simple oficina es un retrato perfecto de la situación que atraviesa actualmente los Estados Unidos en materia bélica. La naturalidad con la que se asume la violencia como profesión e instrumento de poder para controlar todos sus problemas es apabullante y Greengrass remarca eso no para valorarlo, sino al contrario, para criticarlo abiertamente. ¿Por qué digo esto? Porque después viene la escena clave, donde la actuación de Tom Hanks se hace meritoria de ser reconocida por todos los miembros de distintos jurados que otorgan premios, y donde además Greengrass cierra de forma contundente su mensaje. La violencia en este caso sirvió para la resolución de un conflicto en particular, pero si se llegara a utilizar como una solución posible frente a un problema real como la pobreza y la falta de oportunidades, el resultado es desalentador, amargo y tan triste que emociona de forma genuina, sin golpes bajos. “Capitán Phillips” es una gran película, no quedan dudas. Y todo el éxito y reconocimiento que obtenga se deberá, sobre todo, a que detrás de esta producción hay un gran narrador de historias, a quien le basta con cambiar un mínimo detalle para ofrecer un mensaje solido e interesante. Recomiendo ampliamente su visionado, y una vez que finalicen el mismo, busquen en internet imágenes y secuencias sobre como terminó verdaderamente esta odisea para el Capitán Phillips. Solo así entenderán las palabras con las que abrí esta opinión: El cine es el más elaborado de los mensajes y todo tiene un objetivo y un sentido, nos demos cuenta o no.
"Los hermanos sean unidos" El cine argentino difícilmente tenga en su historial una película como “Caíto”. Me atrevo incluso a ir un poco más lejos y decir que películas como estas hay pocas en todo el mundo. Luis “Caíto” Pfening es el protagonista de este documental amarrado a una pequeña historia de ficción, pero antes que todo, Caíto es hermano de Guillermo Pfnenig, director de este film. Precisamente fue Guillermo quien en el 2003 dirigió también el cortometraje que ganó el premio George Méliès al año siguiente. Lo que para muchos en un principio (entre los que me incluyo) era una simple y directa declaración de amor hacia su hermano es mucho más que eso: “Caíto” es una película inteligente, emotiva y divertida. Y así como del amor entre hermanos solo entienden aquellos que privilegiados que no son hijos únicos, de “Caíto” y su grandeza solo entienden (y entenderán) aquellos afortunados que la vean. Es inteligente por la estructura narrativa que utiliza Pfnening, que consiste en utilizar un documental durante los primeros minutos del film para contarnos su historia, la de su hermano y la de su familia, como así también las idas y vueltas de la pre-producción de la ficción que tendrá a Caíto como protagonista. Durante la segunda mitad del film arranca la ficción, aunque no faltan las conexiones entre ambos estilos con resultados maravillosos, originales y muy divertidos (la escena del control policial en la ruta es una clara muestra de ello). “Caíto” también es divertida, por que más de uno desprenderá varias sonrisas y carcajadas con los protagonistas, tanto cuando los vemos en la realidad como en la ficción. Un humor sano y sin grandes aspiraciones que siempre es bienvenido en estas pelis cuyo esquema consiste en mostrar grandes personajes en pequeñas aventuras. Y en definitiva, “Caíto” es emotiva, porque más allá de ser (como dijimos anteriormente) una muestra del amor de Guillermo Pfnening hacia su hermano y su familia es también una historia con un protagonista que pese a sus diferencias (Caíto padece de distrofia muscular) demuestra que con amor y voluntad nada, absolutamente nada, por más pequeño que uno sea (o parezca), es imposible.
"Uno, dos ultraviolento" Recuerdo que cuando hace algunos años tuve la posibilidad de ver “Kick-Ass” de Matthew Vaughn por primera vez lo hice, al igual que muchos de ustedes, a través de internet debido a que su estreno en nuestro país todavía no estaba anunciado y nada parecía cambiar ese destino a favor de esta película. Cuando terminó aquella primera entrega lo primero que pensé fue “Hay que tener muchos huevos para hacer una película de este tipo” y mi asombro y fanatismo por aquel héroe adolescente enfundado en un traje verde y amarillo duró varios meses hasta que, finalmente, “Kick-Ass” llegó a los cines argentinos y fue allí donde hice mi conclusión final sobre este producto: Estamos frente a una película que no necesita del paso del tiempo para volverse en una de culto. “Kick-Ass” es ahora, inmediatamente, en este momento, un suspiro y adentro. Una verdadera piña en la cara que no sabes de donde vino y que te deja aturdido y completamente lleno de adrenalina. La secuela de aquella producción dirigida por Matthew Vaughn era un hecho casi evidente, no solo debido al éxito que tuvo el film en distintas partes del mundo (sin ser arrasador, pero si sorprendente) sino también a que la historia de estas personas comunes y corrientes que decidían convertirse en superhéroes tenía todavía muchas más aristas para ofrecer, además de la obligación de cerrar una historia. Y ahí es donde me quiero posicionar para arrancar a hablar de los aspectos positivos de “Kick-Ass 2” dirigida por Jeff Wadlow. En primer lugar, si viste como se inició esta historia, es una obligación que veas esta secuela porque todo adquiere una dimensión mucho más grandilocuente, violenta y épica en esta segunda parte, ofreciendo un cierre a todo trapo digno de esa mente brillante, retorcida, original y violenta que posee Mark Millar (guionista del comic en el que se basa el film). De hecho, esta película está plagada de guiños a la obra del autor, ya sea a su obra cumbre “Wanted” (la impagable batalla final entre los buenos y los malos en un galpón), “Nemesis” (El heredero millonario que decide convertirse en supervillano) y “Hit-Girl” (que funciona como prologo a la trama de esta película). Pero además “Kick-Ass 2” viene a cumplir una función muy similar a la que tiene la saga “Año Dos”, escrita por Mike W. Barr y dibujada por Alan Davis y Todd McFarlane, en el universo de Batman. Si el objetivo de la primera entrega fue sentar las bases, el de la segunda es ponerlas a prueba. Eso es algo que todo lector de comics y, de ahora en más, espectador de estas clases de producciones debería tener en cuenta a la hora de valorar un film. En “Año Dos” había una arista muy importante que era el encuentro, y posterior lucha, entre Bruce Wayne (Batman) y Joe Chill (el asesino de sus padres), teniendo en cuenta todas las implicancias que esto tenia. Poner a la victima devenida en héroe y defensor de ciudad gótica cara a cara con el victimario, responsable de la mayor tragedia de su vida, fue algo que ofreció resultados impresionantes y bastante reveladores. ¿Qué pasa cuando la búsqueda de justicia (o venganza, según el punto de vista que lo veas) alcanza la vida privada de las personas y amenaza a aquellos seres amados que están fuera de ese ámbito en el que se desenvuelven los superhéroes? ¿Cómo reaccionan nuestros protagonistas frente a esos hechos? Básicamente arranca lo que se conoce como “El Circulo Mortal”, donde la ley del talión es la única regla que obedecen todos los personajes, aun sabiendo que entrar en ese espiral de violencia es lo mismo que arremeter a toda velocidad contra un callejón sin salida. ¿Hay un final? Absolutamente no. En todos los círculos final y principio son invisibles, por lo que en “Kick-Ass 2” el resultado es una escalada de acción y violencia que parece no terminar hasta dejar en el suelo a todos sus protagonistas. En el caso de la película de Wadlow, la rivalidad entre Kick-Ass y TheMotherFucker alcanza un nivel de locura y espectacularidad digna de un buen comic que sirve para desatar el circo que ofrece ese “Circulo Mortal”. Precisamente la transformación de Red Mist en The MotherFucker es la segunda clave de este film, básicamente por ser el empujón necesario para arrancar con todo ese círculo de violencia, venganza y búsqueda de (falsa) justicia por parte de estos dos protagonistas. De hecho, The Motherfucker, interpretado de forma muy convincente por Chistopher Mintz-Plasse, termina convirtiéndose en la gran atracción del film con algunos momentos más que memorables. Eso no es casualidad, ya que tanto Kick-Ass (a quien se lo explotó de forma correcta en la primera película) aquí no es el centro de atención absoluto, como así tampoco lo es Hit Girl, quien en este film es el punto más flojo. Decir eso no es poca cosa, ya que sin dudas el personaje interpretado por Chloë Grace Moretz era una de las piezas claves de la película dirigida por Vaughn, pero aquí el error es grosero al darle elementos innecesarios y estúpidos. ¿Era necesario ver a Hit Girl tratando de sobrevivir en la secundaria a sus compañeras de clases? ¿Era necesario, además, que se tomaran tanto tiempo para resolver esa subtrama de forma tan estúpida y absurda? Ver a Hit Girl en el colegio, es como ver a John McClane trabajando de seguridad en una biblioteca. No tiene sentido alguno, carece de gracia y es una pérdida de tiempo. Una vez que la producción de Wadlow se saca de encima esa floja subtrama, donde ni siquiera la comedia ni la acida critica a la adolescencia moderna y sus relaciones funcionan de forma correcta, “Kick-Ass 2” muestra sus verdaderos dientes y difieren bastante de los que mostró su predecesora. Mucha acción (y de la buena), mucha más violencia y mucho más alejada de ese tono realista que se le impregnó a la primera parte, para entrar de lleno así en lo absurdo, polémico y tremendamente divertido que puede ser un mundo donde la gente arregle sus problemas escondiendo su identidad bajo mascaras y ridículos disfraces. De hecho, Wadlow se da hasta el gusto de meter personajes entrañables e interesantes que son explotados de forma correcta a lo largo del film terminando por ofrecer una galería a la cual solo puedo resumir en las siguientes palabras: “Kick-Ass 2” es la mezcla perfecta de “Wathcmen” y “Wanted”. Desde The Mother Russia, el Dr. Gravedad, Battle Guy, Black Death y Tumor hasta la bellísima Night Bitch, interpretada por la hermosa Lindy Booth. Párrafo aparte para un conjunto de superhéroes que agregan ese toque amargo y critico que realmente funciona en “Kick-Ass 2”. Uno de ellos es el caso del “Coronel Barras y Estrellas” interpretado notablemente por Jim Carrey, quien luego de ver el corte final del film decidió alejarse por completo de toda la campaña de promoción de “Kick-Ass 2” debido a que consideró su alto contenido de violencia como un mensaje no favorable para el desarrollo de los jóvenes en estos tiempos. Sin embargo, el personaje de Carrey (un mafioso devenido en vigilante nocturno), recuerda muchísimo al de The Comedian (Watchmen) donde un personaje detestable por su pasado termina convirtiéndose en una de las pocas personas cuerdas dentro de una sociedad que está cada vez más loca. El pasado no lo condena, sino que al contrario y paradójicamente, termina por entregarle las herramientas necesarias para tratar de poner orden dentro del caos que define al presente. Otro de los casos es el de la dupla de “héroes” denominada “Los Papás de Tommy” que consiste básicamente en dos padres que perdieron a su hijo y deciden salir a la calle como vigilantes enmascarados para tratar de que eso no le suceda a otra familia debido a la inoperatividad de las fuerzas policiales. “Kick-Ass 2” tiene esa cuota de seriedad también, escondida debajo de todo ese manto de explosiones y violencia desenfrenada, que no es más que un simple pero eficaz llamado de atención en forma de crítica hacia los niveles de ridiculez que han alcanzado la inoperancia política como así también los intentos de los mismos ciudadanos de tratar de mantenerse seguros en una sociedad que ellos mismos parecen alterar a propósito. El realismo de esta historia radica en que los fundamentos que justifican el accionar de nuestros protagonistas son tapa de diarios todos los días, ya sea en nuestro país, como en cualquier otra parte del mundo. Pero uno seguramente ira a ver “Kick-Ass 2” con un solo objetivo: Entretenerse y divertirse, pese a que el contexto (repito por enésima vez, muy violento) a veces parezca tan cercano a nuestra realidad. A veces hay que reírse de ciertas cosas, a través del ridículo, para poder asimilarlas y entender la verdadera seriedad del asunto. “Kick-Ass 2” se convierte así en un entretenimiento garantizado que no alcanza los niveles de excelencia de su predecesora porque es consciente de querer ofrecer otra clase de entretenimiento, con las mismas herramientas, pero objetivos diferentes. Como diría el Coronel Barras y Estrellas: “Lo importante es divertirse” y no importa, claro, si hay que hacerlo tratando de sobrevivir en un mundo cada vez más violento e irracional.
"La tercera es la vencida" Luego de dos productos muy flojos a nivel argumental y bastante llamativos en el plano visual, como lo fueron sus primeros grandes trabajos “Legion” (2010) y “Priest” (2011), finalmente Scott Stewart encontró su pequeño lugar dentro de Hollywood. Paradójicamente, a diferencia de lo que suele suceder en las carreras de los nuevos directores, Stewart realizó un camino inverso: Pasó de filmar con 60 millones de dólares derrochados en efectos especiales a hacerlo tan solo con 3 millones para filmar una película de suspenso que se sostiene por su argumento, su ritmo y algunas de sus actuaciones. Quizás ese sea el sabor de boca más importante que nos deja “Dark Skies”. Saber que el talento y el buen trabajo pueden ofrecer un resultado mucho más llamativo que lo que puede salir de un abultado presupuesto. Y también empezar a entender que hay directores que tienen que tropezar dos veces con la misma piedra para enderezar su rumbo, sin que eso sea un estigma para toda su carrera. Puede resultar gracioso, pero los extraterrestres significaran para la carrera de Stewart todo lo opuesto de lo que significaron para la carrera de Shyamalan. Y esta relación no es casual, ya que ahí me quiero posicionar para hablar de “Los Elegidos”. Básicamente la trama de esta película sigue la línea de aquella protagonizada por Mel Gibson y Joaquin Phoenix, que en su momento tanto malestar generó en el público y en la crítica. “Dark Skies” es una versión más simple, dinámica y oscura de “Señales”, sin que eso la haga un producto inferior ni superior al trabajo de Shyamalan ya que al contrario, podría decirse que son películas compatibles. Es decir, si no te gustó aquel trabajo de Shyamalan, difícilmente lo nuevo de Scott Stewart sea de tu agrado. Aunque también va un poco más allá de ese plano: Si no te gustan las películas con historias pequeñas sobre extraterrestres, esta producción tampoco te resultará interesante. Los extraterrestres son (casi) un género por sí mismos. Los podes usar para asustar (“Alien: El Octavo Pasajero” de Riddley Scott), para entretener (“Mars Attacks” de Tim Burton), para emocionar (“E.T” de Steven Spielberg), para hacer comedia (“Paul” de Gregg Mottola) o simplemente como excusa para contar una película de acción donde el eje pasa por la destrucción y la invasión a gran escala (“Día de la Independencia” de Roland Emmerich, “La Guerra de los mundos” de Byron Haskin, “La invasión de los usurpadores de cuerpos” de Don Siegel y la más reciente “Battle Los Angeles” de Jonathan Liebesman). Son pocos los realizadores y las producciones que cuentan historias más pequeñas con estos personajes. Por poner algunos ejemplos: Shyamalan lo intentó en su momento con “Señales”, Spielberg lo logró con “Encuentros cercanos del tercer tipo” y Ron Howard también lo hizo con “Cocoon”. “Dark Skies” está lejos de convertirse en un film de jerarquía como los anteriores, pero al menos puede aspirar a posicionarse como una de las pocas producciones que utiliza a los extraterrestres de forma correcta para lograr sus objetivos: Asustar y sorprender. La clave, quizás, radica en que a la hora de producir una película lo importante es tomarse a estos personajes como lo que verdaderamente son: Uno de los enigmas más importantes y desveladores para la ciencia moderna. Abarcarlos de ese modo permite que el espectador se ponga de tu lado, se sorprenda y se asuste con una historia que puede resultarnos quizás hasta creíble o realista. Por ese motivo podemos perdonarle a “Los Elegidos” dos de sus puntos más bajos, como ser las actuaciones de Josh Hamilton (en un rol más que importante) y del joven Kaddan Rockett, a quien Stewart no supo encontrarle la vuelta y el hecho de que el guion caiga durante su segunda parte en el punto innecesario y repetido hasta el hartazgo de la utilización de cámaras hogareñas (al peor estilo Actividad Paranormal) para contar parte de la trama. En definitiva, hacía rato que no teníamos una peli decente con extraterrestres sin caer en la necesidad de invasiones a gran escala, destrucción masiva y conclusiones convencionales. Si te gustan los enfoques realistas en las pelis de extraterrestres, no la dejes pasar porque “Los Elegidos” no será un clásico, pero te atrapa desde el principio, te asusta varias veces y te sorprende de forma grata al final. Eso es algo para agradecer cuando hay películas con extraterrestres de por medio.
"El tío Sam" Paradójicamente es difícil y fácil hablar de esta clase de películas indies en las que tranquilamente podemos encasillar a “Un camino hacia mi” de Nat Faxon y Jim Rash. Lo fácil pasa por el lado del esquema repetitivo y en cierto punto cansino que tienen estas producciones pequeñas. Es decir, si ya viste todos los films de esta clase que salieron de Estados Unidos luego del suceso que fue “Pequeña Miss Sunshine”, le encontrás rápidamente la vuelta a este tipo de películas. ¿Eso las convierte en malas producciones? No siempre. De hecho, es muy raro que el cine indie norteamericano la pifie demasiado, ya que en los últimos años se convirtió en un sub-genero que creció bastante y sirvió a su vez como plataforma para grandes directores, guionistas y actores. Las películas indies últimamente se pueden convertir, eso sí, en productos predecibles. Y eso, generalmente, no suele ser divertido a la hora de verlas. Cuando me refiero a lo difícil de hablar de producciones de este estilo lo digo por algo que va más allá de la comprensión y análisis que pueda hacerse mediante palabras y es ni más ni menos que la emoción que transmiten. El buen cine indie norteamericano siempre te llega, te roza, te acaricia y te hace emocionar de una forma que otras películas no lo hacen. Y a eso no hay que con que darle. La clave puede estar en sus historias pequeñas, casi introspectivas y cotidianas que atraviesan sus personajes humanos y realistas. Es muy difícil sentirse distante hacia todos los personajes que suelen ofrecer esta clase de films. De hecho, creo que los numerosos, extensos y pequeños personajes puestos en escena por los realizadores de esta clase de trabajos, apuntan básicamente a eso: A darle a todos los espectadores algún personaje con el cual puedan identificarse en cierto punto. “The Way Way Back” es el debut tras las cámaras de Nat Faxon y Jim Rash, guionistas de “The Descendants” de Alexander Payne, y la verdad es que estamos frente a una película destinada a soportar miles de visionados hasta que pierda su característica principal: Ser inoxidable. No está anclada históricamente a ningún contexto, sus personajes no reflejan ningún estereotipo que pueda pasar de moda y su guión apela a un humor tan básico, acido y sano que se mantendrá vigente por un largo tiempo. Y la magia radica también en esa paradoja: ¿Se puede hacer un humor acido, reírse de situaciones que políticamente son incorrectas y estar al mismo tiempo haciendo algo bueno y ofreciendo un entretenimiento sano? Faxon y Rash lo confirman con creces a través de una galería de personajes y situaciones que te desprenderán risas por montones dentro de la sala de cine, o donde sea que veas esta película. Duncan (interpretado de forma contundente por el joven Liam James) es un adolescente de 14 años bastante tímido y reprimido que tiene que pasar el verano con su madre Pam (la siempre correcta Toni Colette) y su nueva pareja Trent (Steve Carrell, grande como una casa) en un pequeño pueblo costero. Durante el transcurso de esos aburridos primeros días conocerá a su vecina Susanne (la hermosa AnnaSophia Robb), al hermano de Sussanne, Peter (personaje entrañable si los hay) y al bizarro, fantástico, loco y maravilloso encargado del parque acuático del pueblo, Owen (soberbio Sam Rockwell), quien se merece párrafo aparte. Ya sabemos que Rockwell es un tremendo actor cuando le dan rienda suelta a su locura, pero lo que ofrece este hermano no reconocido de Matthew Bellamy (el cantante de Muse) en “Un Camino hacia mi” es simplemente brillante y paga todas las veces que sea necesaria una entrada de cine para ver esta película. Momentos imborrables, risas aseguradas y emoción legitima, sin necesidad del golpe bajo, son algunas de las miles de cosas que le otorga Sam Rockwell a esta película a través de un trabajo que puede considerarse de lo mejor de su ya exitosa filmografía. Un tipo que a la vista de todos parece un irresponsable, inmaduro y estúpido se convierte a lo largo de la película en la clave y piedra angular de un relato perfecto que ilustra que la vida es maravillosa porque la familia no puede elegirse, pero los amigos sí. “Un camino hacia mi” es, en definitiva, una gran oportunidad que te da el séptimo arte para pasar un muy buen momento, manteniendo los pies en la tierra, una sonrisa en la boca y las manos listas para aplaudir todo el tiempo.
"Dos caras de la historia" Eugene Allen nació el 14 de Julio de 1919 en Scottsville, Virginia, donde pasó toda su infancia y gran parte de su adolescencia trabajando como peón y posteriormente como sirviente de una familia acaudalada dueña de grandes campos. Al salir de allí, donde había aprendido todo lo necesario para trabajar como mayordomo, trabajó en el prestigioso The Omni Homestead Resort, ubicado en la misma ciudad. Años después se mudaría a Washington D.C para trabajar en un reconocido Country Club. Por esas vueltas de la vida, Allen se enteró de que la Casa Blanca estaba realizando entrevistas laborales en busca de asistentes para diferentes puestos, por lo que se presentó y quedó seleccionado como parte de un nuevo grupo de trabajo. Desde el año 1952 y hasta 1986, Eugene Allen trabajó en la Casa Blanca donde fue subiendo peldaños lentamente (entre ellos, el de mayordomo) hasta llegar a convertirse en Maestro de Sala. Allen atravesó a lo largo de sus 34 años de trabajo de 8 periodos presidenciales (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter y Reagan) y, por ende, vivió desde adentro algunos de los sucesos más importantes de la historia norteamericana moderna. De toda esa historia verídica se valieron el director Lee Daniels (“Preciosa”) y el guionista Danny Strong para realizar una película que va mucho más allá del drama y el patriotismo norteamericano y se centra en un plano mucho más interesante: Los cambios sociales y políticos que generaron los afroamericanos dentro de los Estados Unidos debido a la opresión y violación de derechos que sufrieron por la segregación racial. Ahí me quiero centrar para hablar de “El Mayordomo”, ya que se trata de un film inteligente, con una interesante puesta en escena, grandes actuaciones y un honesto y sentido mensaje social que critica en voz alta a la xenofobia, al racismo y a cualquier otra postura anti-igualitaria. El único problema que tiene esta producción está tan encastrado, tan insertado dentro de su raíz, que resulta muy difícil hablar de él sin caer en la injusticia y la critica sin sentido. Estoy hablando de Lee Daniels, director que se propone hacer llorar a una persona hasta llenar de lágrimas una pileta olímpica en todos sus trabajos cinematográficos a costa de golpes bajos innecesarios, personajes irrelevantes y situaciones pegajosamente dramáticas. Si bien en esta nueva película Daniels no disparó todo su repertorio de amarillismo y sensibilidad barata como si lo hizo en “Preciosa”, se esmeró por darle un lugar importante a esas pequeñas dosis de lágrima fácil en varios momentos del film. El inicio y el final de “El Mayordomo” son el claro ejemplo de esto, pero también hay muchas otras manchitas más que demuestran que Daniels todavía no consiguió pulso prolijo para darle el machazo justo al espectador y emocionarlo de forma honesta. Quiero decir; Se nota demasiado, y hasta resulta chocante, cuando “The Butler” se propone pegar bajo en el espectador ya que lo hace de forma absurda, inesperada e injustificada a través de su guión. Y es una verdadera lástima porque estamos verdaderamente frente a una gran película que, sin necesidad de caer repetidas veces en el golpe bajo, logra hacernos reflexionar sobre un contexto histórico y social que todavía sigue vigente en algunas partes del mundo (de forma menos explícita) y que se adaptó lamentablemente para castigar a nuevas minorías. “El Mayordomo” está ligada históricamente a la lucha por sus derechos como seres humanos y personas que sufrieron y llevaron adelante los afroamericanos (con referencias a personajes como Martin Luther King, las panteras negras, Nelson Mandela y la mismísima presidencia de Barack Obama), pero tranquilamente la podes trasladar y analizar en contextos actuales donde la homofobia y el racismo todavía sigue cobrándose víctimas a lo largo de todo el mundo. Por si fuera poco cuenta con un elenco repleto de talento, donde se destaca ampliamente Forest Withaker, seguido por David Oyelowo, Cuba Gooding Jr. y Alan Rickman. De hecho, por momentos, la historia paralela que sigue la vida del personaje interpretado por Oyelowo termina siendo mucho más interesante que aquella que tiene como protagonista al mayordomo, lo cual es un indicio de que la película podría haberse tranquilamente encarado desde otro lado, con las mismas intenciones, y el resultado sería igual de gratificante. Sin embargo “El Mayordomo” es una propuesta que vale la pena destacar, pese a sus golpes bajos y ciertos pasajes nacionalistas, por su sincero y directo mensaje a favor de la igualdad de derechos en el mundo entero. Que para cumplir ese objetivo se haya escrito un guión (basado ligeramente en personajes y situaciones reales) y posteriormente filmado una película de intachable factura técnica, con excelentes actuaciones, es algo que merece la pena ser apreciado y reconocido.