INOCENCIA ININTERRUMPIDA Marvel coloca la última pieza del rompecabezas. El súper equipo está listo para salir a la cancha, lo que sucederá el año que viene. Y la más reciente incorporación es CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR (CAPTAIN AMERICA: THE FIRST AVENGER; 2011). El director Joe Johnston (THE ROCKETEER, JUMANJI, JURASSIC PARK 3, THE WOLFMAN) traslada satisfactoriamente a la pantalla grande al personaje creado en 1941, con espíritu retro e incluyendo buenas dosis de humor y acción. Ahora sí está todo listo para la llegada de LOS VENGADORES (THE AVENGERS, 2012). El film toma elementos del cómic original y de la más reciente saga “The Ultimates” para construir una entretenida aventura con estilo de serial que pega bastante bien con la época en la que se desarrolla la historia, los años 40’, en plena Segunda Guerra Mundial. El flacucho Steve Rogers (Chris Evans) es rechazado para ingresar al ejército, pero se le presenta una nueva oportunidad para proteger a los débiles. El Dr. Erskine (Stanley Tucci) le ofrece la posibilidad de ser parte de un proyecto secreto y es así como Rogers se convierte en un Súper-soldado. Ya con la identidad de Capitán América es usado como un instrumento de propaganda por el gobierno de Estados Unidos, pero al poco tiempo tendrá la oportunidad de demostrar sus habilidades en el campo de batalla y de enfrentarse a Red Skull (Hugo Weaving) y a los soldados nazis de Hydra. Evans nos hace olvidar ese enojo nerd que nos había causado por ya haber interpretado a otro personaje del universo Marvel, la Anotrcha Humana en LOS CUATRO FANTÁSTICOS (FANTASTIC FOUR, 2005) y su secuela, y cumple construyendo un personaje muy querible, con la misma mezcla de inocencia y valentía que tiene el Capi en los cómics. Mucho tiene que ver el guión y la manera en la que se va construyendo el personaje: durante la primera parte de la película Steve da más pena que otra cosa, algo muy diferente a lo que pasa, por ejemplo, con Thor en el anterior film de Marvel. El resto del elenco también se la banca y a pesar de lo que uno podría esperar, Tomy Lee Jones no es desperdiciado en su papel del Coronel Phillips e incluso participa en una de las secuencias de acción. Algo desdibujado aparece Red Skull, aunque no por culpa de Hugo, si no de un personaje escrito para ser un malo sin matices. Eso sí, hay una muy interesante frase del villano, quien –con una reflexión que parece de otra película– le critica al Capi el hecho de pelear en nombre de todo el mundo pero llevar los colores de una sola bandera. El tema con CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR es que, como ya se dijo, se eligió acertadamente hacer un film con esa onda retro, con buenos muy buenos y malos muy malos. El film reconstruye una época y también un tipo de narrativa. Es un producto con autoconciencia, ingenuo porque debe serlo, porque así eran (y esa es la palabra clave: “eran”) los cómics y los héroes de esos años. No es pro-yanqui. Es pro-nostalgia. Es homenaje. Vean si no los maravillosos créditos finales armados con los afiches de propaganda de la Segunda Guerra Mundial; o la escena en la que el Capi avanza en moto perseguido por nazis a los que lanza todo tipo de trampas: eso es pura ingenuidad vintage. Gana por simpatía. Quizás podría criticarse el hecho de que no hay ninguna novedad en lo narrativo ni en lo visual, algo que puede adjudicarse (para hacerle gancho) a la elección de cómo se cuenta la historia, aunque eso no lo hace perdonable. La cuestión es: ¿se puede sentir nostalgia por algo que no se vivió? La película obviamente apunta a un público masivo y hay mucho riesgo de que no sea comprendida como lo que es. El final también se siente algo acelerado, pero la emoción de saber que Los Vengadores ya son una realidad es algo indescriptible, sobre todo después de ver el avance post créditos.
Un delirante western animado Lo primero que llama la atención de esta producción animada es el aspecto visual. Es destacable el trabajo en el diseño de las muchas criaturas que habitan el mundo de "Rango", algunas más grotescas que otras, pero todas con detalles llamativos y originales. Están satisfactoriamente logradas las texturas de la piel de los animales y el ambiente en el que se desarrolla la historia transmite de forma magistral la sensación de sequía y calor agobiante. Además de eso, la historia del camaleón con dudas existenciales es un divertido y delirante western animado que no está dirigido sólo a los chicos. Si bien durante todo el filme hay mucho humor físico y disparatadas secuencias que mantendrán entretenido al público infantil, hay algunos chistes destinados a un espectador maduro. Incluso pueden encontrarse momentos de surrealismo puro, como al inicio y cerca del final, cuando el protagonista sufre una revelación relacionada con su problema de identidad. La trama arranca despacio, al principio regodeándose demasiado en las desgracias de un lagarto inútil que se hace pasar por héroe. Después, la historia deriva en un relato con elementos del western (género al que se homenajea desde lo narrativo y lo musical), humor absurdo y un mensaje que intenta llamar la atención sobre el cuidado del agua. La aventura está presente gracias al director Gore Verbinski, quien demostró ser un especialista en el género con la saga "Piratas del Caribe". Antes del desenlace, el relato baja el ritmo considerablemente por una necesidad de la historia y el conflicto se resuelve sin sorpresas. Así, el filme no logra ser tan innovador desde lo narrativo como sí lo es desde lo visual. Lo importante de "Rango" es que demuestra que hay vida después de Pixar, el estudio responsable de "Toy Story", con un estilo que recuerda a lo hecho por DreamWorks con la primera "Shrek": un filme que no necesita permisos, que a veces se pasa de vueltas pero que, más allá de todo, divierte y deja esa linda sensación de haber visto algo diferente.
A COMERLAAAAA Tetas y muerte. Culos y sangre. En el menú no hay mucho más y la mesa está servida para los fans del gore, que –hay que decirlo- a veces nos conformamos con poco. La muchachada está invitada a morfar y a ponerse en pedo con esta sangrienta boludez simpaticona denostada por algunos críticos de paladar refinado. El anfitrión de este festín diabólico es el director Alexandre Aja (ALTA TENSIÓN, ESPEJOS SINIESTROS), quien hizo aún más pelotuda una película de 1978 que no era ninguna obra de arte. Pero también le puso algo de picante a esta nueva versión: las pirañas (cuyo origen es distinto en este remake: ahora son criaturas prehistóricas liberadas de una caverna subterránea por un movimiento sísmico y no animales modificados genéticamente por un experimento) atacan una ciudad turística en plenas vacaciones de primavera, época en la que los universitarios yanquis la pasan bomba: alcohol, música electrónica, bikinis en primer plano. Esa es la entrada. Plato principal: pirañosaurus. Salen con fritas. Todos sabemos que un buen plato entra primero por los ojos: los chobis están hechos en la computadora y a veces se nota demasiado (¿a esta altura?), algo que no cierra si se tiene a los expertos Greg Nicotero y Howard Berger como responsables de FX y maquillaje, todo old school, sangre y tripas falsas pero que manchan de verdad. Tampoco nos pongamos quisquillosos, pero sí, la larga escena del ataque de las pirañas aguafiestas es lo mejor de la película y es lo mejor por las sangrientas muertes y los desmembramientos. Punto. El postre es algo decepcionante: (SPOILERS) una mujer sheriff se convierte en la mamá heroína, un nabo inexperto salva a la mina que le gusta (con beso incluido, escape a último momento con explosión y toda la boludez) (FIN DE SPOILERS). Por unos minutos, Aja no parece estar tomándose esto tan en joda como los desquiciados momentos anteriores (“¡Se comieron mi pene!”): es como si después de habernos servido salmón nos trajeran para el postre un poco de dulce de batata con queso cuartirolo (¿??) y nos dijeran que es lo único que quedaba. Todos los que estaban de partuza terminan mal: ¿Y que tal, señor Aja, si las pirañas devoraban a uno de los infumables pendejos? ¿Una mordidita al menos? Mmm, y eso que en la película original sí había víctimas infantiles. ¿Dónde quedó la canchereada? Por lo menos, justo antes de los créditos, hay un firulete más (que no sorprende tanto, ojo) y música al palo, para abrir la puerta a una segunda parte pero, sobre todo, para dejar en claro que nada importa demasiado. Ya en la sobremesa, medio mareaditos por la cerveza, nos aflojamos el cinturón y charlamos del uso tontolón del 3D (el único que vale la pena. Que se metan Pandora en el cul… perdón, es el alcohol hablando que nos pone barderitos) en el que todo vuela hacia el espectador. Con un palillo nos sacamos de entre los dientes el divertidísimo cameo de Eli Roth (director de HOSTEL), un eructito nos hace repetir la delirante (sobre)actuación de un inimputable Christopher Loyd y con un café bajamos el estúpidamente heroico sacrificio del personaje de Ving Rhames. El sabor en la boca es bueno, pero nada del otro mundo. De todos modos, estamos satisfechos. Comimos como animales.
BUENO, MALO Y FEO Machete el bueno, Machete el malo y Machete el feo: 3 en 1. Cambia de color según la ocasión. Es heroicamente bueno con los buenos (los inmigrantes mexicanos rechazados), es malo con los que son malos (los políticos corruptos, los agentes anti-inmigración que cazan a quienes se atreven a cruzar la frontera) pero es siempre feo, feísimo (peleando cabeza a cabeza el título del más feo de Hollywood con Ron Perlman). Machete, interpretado por Danny Trejo, es el protagonista de la nueva y bizarra película de Robert Rodríguez, director de locuras como LA BALADA DEL PISTOLERO (DESPERADO), ERASE UNA VEZ EN MEXICO (ONCE UPON A TIME IN MEXICO), PLANET TERROR y la saga SPY KIDS, entre otras. Y como en toda su filmografía, el multi-talentoso Rodríguez (es guionista, director, productor, editor, supervisor de efectos especiales y hasta compositor de la música en casi todas sus películas), filma para demostrar cuanto ama el cine y vuelve a entregar un producto sumamente divertido, lleno de excesos visuales y narrativos, y plagado de guiños cinéfilos. Ya desde su origen, el trailer falso visto en GRINDHOUSE, MACHETE era todo un homenaje al cine berreta. Y, como debe ser, la película respeta el espíritu de ese avance y por momentos profundiza el estilo delirante que caracteriza a Robertito. Lo interesante es que nunca deja de ser un film que homenajea al cine en complicidad con el espectador y sin creérsela nunca, incluso cuando trata temas jodidos y actuales, como la inmigración mexicana en EEUU, el rol de los latinos dentro del sistema yanqui, la xenofobia o la corrupción en la política. La película no busca bajar línea a lo bruto ni expresar discursos solemnes/moralistas: y si en algún momento lo hace, es como parte del “juego” paródico y de exageración. Aquí se cuenta una historia, y al mismo tiempo se habla de algo más. Y esa historia que se cuenta es la historia de Machete, un heroico ex agente federal mexicano que es dado por muerto. Tiempo después, y ya en EEUU, es contratado para asesinar a un político yanqui (un supremo Robert de Niro sin temor al ridículo), cuya principal promesa de campaña es acabar con la inmigración ilegal y construir un cerco electrificado en la frontera con México. Pero Machete es traicionado y tendrá que escapar. Su única oportunidad de sobrevivir es con la ayuda de una red de inmigrantes mexicanos que funciona en la clandestinidad. Este es el primer papel protagónico de Danny Trejo, a quien siempre vimos como actor secundario. Y Trejo demuestra que ese papel protagónico tendría que haber llegado mucho antes: Danny llena la pantalla con su presencia y esa reconocible cara hecha garompa, esa cara llena de cicatrices de la vida (aquí no hace falta maquillaje), esa cara de la que Rodríguez parece estar enamorado (en sentido artístico, claro). Y es que Rodríguez sabe que Trejo es un rudo de verdad, un tipo jodido 100 por ciento real, un bad-ass como ya casi no quedan en Hollywood. Y si no, miren esta foto: A Trejo lo acompaña un curioso y espectacular elenco: el ya mencionado De Niro, un divertidísimo de ver Steven Seagal (resucitado del mercado del directo a DVD) como un narco mexicano (¡!), Jessica Alba como una policía encargada de investigar los asuntos de inmigración, Don Johnson (¡sí, el de la serie “Miami Vice”!) como un siniestro agente fronterizo, Lindsay Lohan como una niña rica drogadicta y malcriada que filma videos porno caseros (o sea, prácticamente hace de ella misma), Michelle Rodríguez como una vendedora de tacos que en realidad maneja la red clandestina de inmigrantes y Jeff Fahey (Lapidus en “Lost”) como un asesor político de oscuros planes. No hay que olvidarse de otros actores (que ya trabajaron con Rodríguez) que hacen papeles un poco más pequeños pero muy divertidos, como Cheech Marin como un sacerdote, Daryl Sabara (el ex Mini-espía) como un chico adoptado por mexicanos, las hermanas Avellán (las Crazy Babysitter Twins en PLANET TERROR) como enfermeras sexys, la re-aparición de Cristos (pobre, nunca puede ganar una pelea), y Tom Savini (experto en maquillaje y efectos especiales y actor en DEL CREPUSCULO AL AMANECER y PLANET TERROR, entre muchas otras) como un asesino a sueldo. Como aspecto negativo del film puede mencionarse el hecho de que en varias ocasiones los malos explican demasiado sus planes, y aunque esto puede ser tomado como parte del homenaje cinéfilo, estas escenas estancan un poco el film, que en general tiene muy buen ritmo. También hay un llamativa ¿timidez? a la hora de mostrar escenas de sexo (sí, aunque hay algunos desnudos). Por otra parte, hay puntos en común con las películas anteriores de Rodríguez: Machete recuerda en ciertos aspectos al protagonista de la saga del Mariachi (ambos son personajes que sufrieron mucho en el pasado, convertidos en leyenda en el presente) e incluso hay escenas puntuales que se reiteran, como conversaciones en el confesionario (algo ya visto en DESPERADO, ERASE UNA VEZ EN MEXICO y hasta en SIN CITY), tiroteos en iglesias o personajes que están en una cama y son atacados. Sin embargo, estos pequeños auto-choreos se contrarrestan con la inclusión de detalles que los hacen diferentes y validan el reciclaje. ¿Más puntos a favor del film? Ok, ahí van: las escenas de acción (llenas de amputaciones, cabezas que explotan y armas re-locas), los diálogos (“Machete don´t text”… jajaja, es brillante, quiero una remera con esa frase ya mismo), la excelente banda sonora y las apariciones en bolas de Lindsay Lohan y Jessica Alba (que curiosamente no había querido mostrar las gomas en SIN CITY… vaya uno a saber cómo la habrá convencido Robertito ahora… a ver, esperen que googleo porque el tema es interesante… ah, acá está: parece que fue un desnudo “digital”, miren ... mmm, me siento estafado). Además, Rodriguez no tiene miedo de meterse con nadie, incluidos los símbolos religiosos y los estereotipos, a los que usa pero para atacarlos a machetazos. Como ya se dijo, la película critica un sistema, critica una sociedad, critica unas leyes, y todo como parte de una historia hiperviolenta y bizarra, con mucho humor. Así, como el buen cine debe hacerlo: decir algo pero para hablar de otra cosa en el fondo.
PRISON BREAK RELOADED CON ZOMBIES EN 3D En el mundo del cine hay varios casos en los que la segunda parte de una saga supera a la primera. Sin embargo, la tercera casi nunca es mejor que las dos anteriores. ¿Y la cuarta? Nadie habla nunca de las cuartas partes, quizás porque no son muchas las franquicias que llegan a sumar tantas continuaciones. En el caso de RESIDENT EVIL, la saga de films basados en videojuegos más longeva (y posiblemente la única exitosa), la cuarta parte es la mejor de todas. ¿Por qué? Veamos… A RESIDENT EVIL: LA RESURRECCIÓN (o AFTERLIFE para los loquitos que detestan los títulos traducidos… como nosotros) el 3D le sienta bastante bien. Esta fue la segunda película en usar las cámaras creadas por James Cameron para filmar AVATAR. Pero el uso que el director (y guionista) Paul W.S. Anderson le dio a esta tecnología fue totalmente diferente. En RESIDENT EVIL todo vuela hacia el espectador: las balas, las estrellas ninjas, un hacha gigante, los cuchillos, los aviones, los anteojos, las gotas de sangre… Vamos, seamos sinceros, el uso de la “profundidad” en películas como UP y AVATAR es muy lindo y todo lo que quieran, pero lo que verdaderamente hace que valga la pena esta huevada del 3D es sentir que no están apuntando con una pistola directamente a la cara o que Milla Jovovich vuela hacia nosotros como si saliera de la pantalla. La película arranca tratando de solucionar el quilombo que Anderson armó solito en el film anterior al escribir el guión, con Alice (Jovovich) despertando a sus clones y preparándose para ir a destruir a la compañía Umbrella (responsable del T-Virus, que convierte a la gente en zombies) en Japón. Sí, Anderson se había hecho el canchero y ahora tenía que enmendar algo que se le había ido de las manos, principalmente los poderes psíquicos de Alice, que al final de la tercera parte parecía invencible. En una secuencia que roba a lo loco de MATRIX pero llevando todo a un nivel de bizarrez impresionante (que roza peligrosamente la truchada), Alice y sus clones (que podrían interpretarse como las vidas o continues en un video-juego, ¿no?) se meten en el cuartel central de la compañía Umbrella. Vencen a los soldados y la Alice original llega a enfrentarse cara a cara con Wesker, el capo máximo de la empresa, que es tan grosso que puede manejar un helicóptero de noche con anteojos de sol puestos. El malo malísimo le clava una jeringa y listo, problema resuelto, muajajajá, explicación científica sin sentido, bla bla bla, Alice ya no tiene más poderes así que podemos seguir más tranquilos. Ah, y todos los clones mueren en una explosión nuclear que arrasa con Tokio. Bien. Después Alice viaja en avión hasta Alaska, donde supuestamente habían ido los sobrevivientes de la película anterior porque allí no había infección. Ahí se encuentra con Claire (Ali Larter), que ahora perdió la memoria (¿?) por una especie de bicho mecánico (¿???) que tiene el pecho y que parece algo salido de la pedorra película G.I. JOE. Juntas llegan a Hollywood y ahí conocen a los nuevos personajes, que están aguantando en una prisión rodeada por millones y millones de zombies (se fueron al carajo con el “Copiar-Pegar”), pero la situación no da para más y deciden que deben escapar hasta un barco que ofrece refugio. En la cárcel hay un negro basquetbolista (Boris Kodjoe), un productor de cine mala onda (el típico personaje malo que merece morir) y otros más que mucho no importan. Bah, hay uno más que sí importa. Encerrado en una celda igual que Hannibal caníbal en EL SILENCIO DELOS INOCENTES, está Chris Redfield (Wentworth Miller, protagonista de la serie “Prison Break”), de quien los demás sobrevivientes desconfían. Ver a Wentworth de nuevo tratando de escapar de una prisión es algo que seguramente no fue hecho sin querer y traerá buenos recuerdos a los fans de Michael Scofield, porque hasta conserva el mismo corte de pelo y la actuación le “sale” prácticamente igual. Pero del personaje del videogame hay poco y nada: podría haber tenido cualquier otro nombre y daba lo mismo. Aquí en la prisión, llama la atención como la onda de la película cambia bastante en el aspecto visual con respecto al principio y al final: la historia se desarrolla en ambientes más “sucios” que los futurísticos y artificiales entornos de las instalaciones de Umbrella, con lo que el nivel de “truchada” baja un poco. Aunque en la cárcel hay algunas escenas que se destacan (como la pelea contra el Executioner), lamentablemente se desaprovechan otras, como la parte en que tienen que bajar por el hueco de un ascensor inundado. En vez de hacer algo con la onda de ALIEN: LA RESURRECCIÓN, donde a los sobrevivientes tenían que nadar perseguidos por los bichos, en una secuencia de muchísima tensión, aquí Alice y sus amigos se sumergen un poco y listo. Tampoco se aprovecha el escape por los túneles debajo de la prisión, donde el 3D es ideal para hacer sentir a los espectadores la claustrofobia (como pasaba en la mina de SANGRIENTO SAN VALENTÍN). Hay que decirlo: con cada nueva entrega, la saga se aleja cada vez más de los videojuegos en que se basa, de los que ya sólo conserva el título, los nombres de algunos personajes y alguna que otra minúscula referencia de vez en cuando. La acción y sobre todo la ciencia ficción reemplazan al terror. Los muertos vivos van siendo sustituidos por nuevos modelos de monstruos deformes. Y aunque el 3D sume bastante, ahí están para restarle algunos puntos los lugares comunes en el guión y un estilo visual que “homenajea” demasiado a otros productos ya vistos. Pero tampoco hay que enojarse por esto: los juegos de RESIDENT EVIL son bastante cinematográficos. Fans, pónganse a pensar, y se darán cuenta que los homenajes a Hollywood ya estaban en el material original. La saga de juegos no existiría sin el cine de zombies: es un círculo, el círculo de la (no) vida. RESIDENT EVIL: AFTERLIFE es una pelotudez, pero está buena. Es simpática y es la mejor de la saga porque es la que más conciencia tiene del tipo de producto que es: una gansada en 3D creada para entretener, con lo cual deja de lado cualquier resto de pretendida seriedad, algo que la saga (por suerte) fue perdiendo progresivamente, como los zombies van perdiendo pedazos cuando caminan. Y como si fuera poco, Anderson termina la película con otra guapeada (y otra vez se zarpa con el “Copiar-Pegar”, esta vez de helicópteros) y la promesa segura de una nueva continuación. Si es en 3D, ahí estaremos. Y si no, bueno, seguro que también.
DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS Para olvidar a las dos mediocres entregas de ALIEN VS PREDATOR, había que volver al principio, a los orígenes, a todo lo que había hecho funcionar al film que inició la saga. El cerebro detrás de este proyecto, Robert Rodriguez (que aquí es productor), apadrinó al director Nimrod Antal y juntos hicieron PREDATORS (DEPREDADORES), una película entretenida que homenajea a la inolvidable primera parte y que está muy influenciada por la serie “Lost” (aunque aquí no hay limbos pelotudos). En PREDATORS, un grupo de humanos despiertan en caída libre. Abren sus paracaídas y descienden en medio de una selva misteriosa. No se conocen entre ellos y casi todos son militares. Aparece un tipo de traje en medio de la selva (no, no es el papá de Jack Shephard, sino un mafioso ponja). Empiezan a preguntarse donde están (algunos dicen que es “el infierno”… sí, una de las teorías que tenían los sobrevivientes del vuelo Oceanic 815). Se llevan mal entre ellos (la mina del grupo da a entender que o permanecen todos juntos o van a terminar muertos… ¿no les recuerda al “live togheter, die alone” del Doc Jack?). Encuentran cosas raras (pero no, ni monstruos de humo vende humo ni escotillas). Y así… hasta que notan que algo raro pasa: el sol se mueve muy despacio, en el cielo se ven otros planetas… en fin, se dan cuenta de que no están más en la Tierra. Después comprenderán que aunque en su mundo son los mejores asesinos, aquí sólo son presas. Y la cacería empezará. Un problema que había con esta película era encontrar un buen protagonista: igualar al supremo Arnold Schwarzenegger, protagonista del primer film de la saga, parecía un trabajo imposible. No por calidad actoral (obviamente), sino por la presencia, el físico(culturista) y el carisma: Arnold es y será siempre Arnold, for ever and ever ¿Qué hacer entonces? Se eligió ir hacia el lado opuesto y, en lo que fue una decisión polémica, trajeron a un flaco narigón con cara triste: Adrien Brody. Pero, oh sorpresa, resulta que el tipo se la banca: nos hace creer que es un mercenario, va por ahí siempre serio, con voz ronca y susurrante (a lo Batman de THE DARK KNIGHT) y, para sorpresa de todos, en un momento pela y demuestra que había ido al gimnasio a trabajar un poco. Raspando, pero aprueba en “bad-ass”. Con los demás personajes (y/o actores) pasa algo especial: Los que podrían haber funcionado no son bien aprovechados. Así (GUARDA CON EL SPOILER) el mexicano Cuchillo, interpretado por el capo Danny Trejo, es uno de los primeros en morir. Otro caso similar es el de Noland (Laurence Fishburne), un tipo que había logrado sobrevivir en el hostil planeta alienígena y que es algo así como una mezcla de dos personajes de “Lost”: Rousseau (por lo loco… y lo sucio tal vez), y Hurley (por lo dogor, a pesar de llevar un buen tiempo en la selva y sin ningún Mac Donalds cerca). Noland también es asesinado a los pocos minutos de aparecer y nos deja con ganas de ver más de su locura, su “amigo invisible” y sus supuestas habilidades, pero más que nada porque Fishburne le pone una onda impresionante al bizarro personaje que le toca interpretar y hasta parece que se estaba divirtiendo de lo lindo. En fin… (FIN DEL SPOILER) Para la muchachada que disfrutó con PREDATOR (la primera, de 1987) hay muchas referencias: una ametralladora disparando a la selva a lo loco, las trampas con troncos, el barro sobre el cuerpo para anular la visión infrarroja de los mostros e incluso uno de los personajes cita un informe de un militar que había vencido a un Depredador (se refiere a Dutch, el soldado que interpretó Arnold, aunque no lo nombra). En ese sentido, la película logra su cometido. Quisieron homenajear y lo hicieron bien. OK. Pero la película no va mucho más allá: sí, hay unos perros deformes; sí, hay una nueva variedad de Depredador; sí, hay una grosa escena de un ponja peleando con una katana contra uno de los bichos… y eso es todo. A pesar de que entretiene, se siente como si a la película le faltara algo: quizá el problema esté en el poco desarrollo de los personajes o en la falta de originalidad de algunos. Ni siquiera las muertes son muy interesantes e incluso hay menos sangre y desmembramientos de lo que uno espera. Tal vez faltó trabajar el guión, introducir alguna secuencia más interesante, algo que nos sorprenda, algo que no hayamos visto. Pero bueno, tampoco es que se trate de un producto con grandes aspiraciones. Es para sentarse y disfrutar de esa cacería, que sucede ahí, donde viven los monstruos.
LA VENGANZA DE LOS NERDS Antes de morir, el tío Ben le enseñó a Peter Parker, alter ego de Spiderman, una lección que lo marcaría de por vida: un gran poder conlleva una gran responsabilidad. ¿Pero que pasa cuando no se tiene un gran poder? Aunque la idea de responder a esa pregunta no es nueva (ya la desarrollaron filmes como MISTERY MEN en 1999 y otros no tan conocidos, como SPECIAL en 2006 y BLANKMAN en 1994), la actual sobreabundancia de películas de superhéroes al parecer obligaba a darle un giro novedoso al subgénero y ofrecer algo diferente a los espectadores. Así llega KICK-ASS. El film está basado en un violento cómic que relata como un nerd fanático de las historietas decide emular a sus héroes y, luego de fabricarse un traje casero, sale a las calles a luchar contra el crimen bajo el nombre de Kick-ass (algo así como “Patea-traseros”). Gana algo de fama luego de que un video suyo sea subido a Youtube y conoce a otros locos con capa y máscara, como Hit Girl y Big Daddy: juntos intentarán detener a un jefe mafioso interpretado por Mark Strong. La película es entretenida y delirante, bizarra y simpática. Está repleta de humor negro, ultra-violencia y numerosas guiños hacia la cultura popular (hay referencias a My Space, You Tube, los juegos en primera persona tipo Counter Strike, el final de la serie “Lost” y, obviamente, los superhéroes de cómics), algo que la hace muy cómplice: KICK ASS se ríe junto con el espectador. Y esto la hace mucho más disfrutable. El protagonista de KICK-ASS es un loser estudiante de secundaria (sí, con todo lo que eso implica en cuanto a lo ya visto en películas y series yanquis, como los populares molestando a los nerds, los bravucones robando el dinero del almuerzo, etc), lo que hace que la película tenga por momentos ese aire a SUPERBAD, con chistes sobre la locura hormonal adolescente y hay también por ahí algún porrito. Además actúa Christopher Mintz-Plasse (Mc Lovin en SUPERBAD) que interpreta a Chris, el hijo del mafioso. KICK-ASS tiene la capacidad de generar diferentes sensaciones de modo vertiginoso: va de la risa al momento emotivo. También, de la parodia a la seriedad. Es que, a pesar del delirio total y de lo gracioso que pueden resultar varias situaciones, las historias de los personajes son bastante jodidas y hasta tristes en el fondo. El director Matthew Vaughn filma satisfactoriamente las violentas e intensas secuencias de acción (muy bien acompañadas por la banda sonora), algo fundamental en este tipo de películas, sumado a algún que otro toque de los estilos de Guy Ritchie (ambos laburaron juntos en el pasado, aunque Vaughn en el rol de productor) y Tarantino. Más allá de todo eso, la esencia del cómic se respeta y los cambios que hubo fueron para mejor. Si hay algo que se le puede criticar negativamente al film es el hecho de que a pesar de ser una sátira (muy loca, pero con un pretendido realismo al fin) y de jugar con los lugares comunes del cine de acción y de superhéroes, finalmente no termina apartándose mucho de estos tópicos SPOILER, es decir, el nerd se queda con la chica linda, los malos malísimos reciben su merecido, etc FIN DE SPOILER En cuanto a las actuaciones, la pequeña Chloe Moretz se roba la película como Hit Girl, una mini Beatrix Kiddo, mal hablada y mortífera, pero con cierta inocencia. Strong demuestra porque es el actor de moda para interpretar villanos y se hace temer. Nicholas Cage también se luce como el melancólico ex-policía que decide enmascararse para combatir la delincuencia, una mezcla entre The Punisher y Batman, badass y desequilibrado. Aaron Johnson, el protagonista, cumple con la difícil tarea de ponerse la película al hombro. Para ir cerrando, podría decirse que KICK-ASS es el hermano adolescente, jeropa, borracho y fiestero de los maduros y serios THE DARK KNIGHT y WATCHMEN; es un homenaje a los cómics y, sobre todo, a los fans de los cómics. Recomendable a full… y si no la vas a ver merecés que te pateemos el orto. Nuff said!
EPÍLOGO ¿Puede haber esperanza en un mundo devastado, en el que la civilización parece haber llegado a su epílogo? Eli (Denzel Washington) cree que sí: tiene fe y camina hacia el oeste llevando un libro en soledad, en un paisaje con mucho gris-ceniza-tristona y mucho marrón-descolorido-melancólico. Ese es el punto de partida de la nueva película de los hermanos Hughes (FROM HELL), un film por momentos entrentenido, pero con pocas escenas memorables. Como el título indica (THE BOOK OF ELI, en inglés) aquí hay un libro que funciona como elemento central, impulsando a los personajes a realizar acciones y tomar decisiones. Mientras Eli lo protege, Carnegie (Gary Oldman) es el capo de un pequeño pueblo que quiere tenerlo por su contenido: quiere usar el mensaje que hay entre sus páginas para ganar poder, y hará todo lo posible para ser su dueño. El viaje de Eli es una historia con elementos de western y de otros filmes post-apocalípticos (como MAD MAX), con escenas de acción breves y escasas, a excepción de un largo tiroteo cerca del final filmado en un ingenioso plano secuencia circular. A pesar del giro argumental, EL LIBRO DE LOS SECRETOS es una película con un guión simple y que mezcla confusamente el misticismo religioso con lo badass. Además, el film no pasará a la historia por introducir elementos nuevos en este sub-género de películas post-apocalípticas. A ver, hay pocos detalles originales o interesantes en este “nuevo mundo” de sobrevivientes del desastre que acabó con la civilización humana: hay bandidos caníbales como los de LA CARRETERA (aún no estrenada aquí) y vehículos que recuerdan a los de la saga MAD MAX, por citar algunos ejemplos. Washington y Oldman, dos grossos de la actuación, cumplen con sus papeles sin sorprender a nadie. El grone, con mucha presencia y seriedad; Gary, con locura, soberbia y maldad (recuerda a su personaje de EL QUINTO ELEMENTO). Algo desdibujado y poco interesante es el personaje de Solara, interpretada por Mila Kunis, que acompaña a Eli sin aportar mucho más y, para peor, al final... bueno, veanlo ustedes pero ¡es cualquiera! EL LIBRO DE LOS SECRETOS es buena cuando es una película de acción (o sea, casi nunca): las coreografías de las luchas están bien hechas (y filmadas de modo que se las pueda apreciar) y no se abusa de los efectos CGI en las peleas (se los usa para sobrias decapitaciones y mutilaciones, y por suerte no hay nada de esa sangre digital tan de moda ahora). Sin embargo, cuando se tratan temas como la fe y el poder de la religión (que, justamente, terminan siendo los temas centrales)... bueno, digamos que es algo ridícula. Para decirlo en una palabra: decepción.
EL CASO DEL DETECTIVE AVENTURERO El caso es el siguiente: Sherlock Holmes es un detective, creado por Arthur Conan Doyle, que fue llevado a la pantalla grande en numerosas oportunidades. Esta vez, la película resulta ser diferente a todo lo visto anteriormente: Holmes es ahora un tipo pendenciero, desastroso, desarreglado y con mucha picardía, aunque sigue siendo un sagaz observador de esos mínimos detalles que, a pura deducción, lo llevan a encontrar la verdad, y siempre un paso más adelante que los demás. En el momento en que se desarrolla la película, la vida de Holmes es sacudida por algunos cambios: deberá resolver un caso que desafía a la razón y que, además, puede significar el final de su sociedad con Watson (Jude Law), ya que el doctor piensa en casarse y mudarse del edificio de calle Baker. El nuevo acercamiento al personaje en esta película, que podría definirse como una modernización, rompe con el modelo del detective de policial clásico o de enigma, del que Sherlock supo ser uno de los principales exponentes. Este nuevo Holmes no se queda en casa a pensar cómo solucionar los enigmas, sino que sale a la calle a golpear y ensuciarse (algo más característico de los detectives protagonistas del policial negro). Si bien en los relatos y novelas Holmes lo hacía de vez en cuando, el aspecto aventurero y picaresco del personaje es llevado a un extremo en este nuevo film, algo que puede llegar a ser visto por algún fanático muy nerd como una falta de respeto hacia la creación de Doyle o a las anteriores versiones cinematográficas. Para ellos, que se conformen con algunos guiños, como la mención de Mycroft (el hermano de Holmes) o las sutiles referencias a la adicción de Holmes por la cocaína. Veamos que pistas tenemos: SHERLOCK HOLMES es un film entretenido, con mucho humor y buenas escenas de acción, además de un excelente trabajo del elenco. Robert Downey Jr. se luce en su interpretación y compone a un Holmes carismático y muy divertido de ver en pantalla (aunque sí, hay que reconocer que a veces recuerda mucho al Tony Stark de IRON MAN), sobre todo cuando comparte escenas con Jude Law, debido a la buena química entre ambos. El villano lord Blackwood podría haber sido más desarrollado o haber contado con algo que lo haga más original, pero es correctamente interpretado por un sombrío Mark Strong. Rachel Mc Adams, por su parte, enamora como Irene Adler, una atractiva ladrona por la que Holmes siente algo y que esconde algunas sorpresas. Más pistas: la película tiene un buen ritmo, una onda muy cool, escenas en cámara lenta y otras filmadas de manera bastante original (como la que empieza con la caja que dice “This way up”). También hay un buen trabajo de ambientación (hay partes donde se les va la mano con los escenarios hechos en la compu, pero bueno, era dificil hacerlos de otra manera) y es para destacar la excelente banda sonora compuesta por Hans Zimmer (inolvidable la canción de los créditos finales). Y el culpable es… ¡Guy Ritchie! Felicitaciones al director inglés por una película muy recomendable que, por suerte, deja abierta la posibilidad para una secuela (cuya realización ya ha sido confirmada). Caso resuelto.
MATAR O MORIR… DE AMOR? (ANDA A CAGAR) La nueva película de James McTiegue, producida por los hermanos Wachowski, es un festival de luchas, armas ninjas, escenas violentas y… no mucho más. ¿Alcanza? Mmmm… nop. La historia de Raizo (interpretado por el coreano Rain) y su enfrentamiento contra los ninjas del clan Ozunu (del que él formó parte en el pasado, hasta el asesinato de su amigovia) está llena de lugares comunes y personajes estereotipados (curioso que esta frase en si misma ya sea un lugar común cuando se opina de cine). Además, una serie de (por momentos aburridos) flashbacks (que muestra la niñez –o, mejor dicho, ñoñez- del personaje principal y su entrenamiento) logran que el filme termine haciéndose pesado: apenas pueden destacarse algunas escenas de combates (sí, hay cámara lenta, no os preocupéis) y otras inesperadamente gore (y eso siempre se agradece). Sucede que ASESINO NINJA está planteada prácticamente como una producción para hacer quedar a Rain como un grosso y, seguramente, conseguirle más papeles en Hollywood: lamentablemente, el coreanito, a pesar de la caripela de serio y los músculos que anda mostrando durante casi toda la película, tiene menos onda que… un coreanito. En otras palabras: el filme falla al tratar de sostenerse sobre los hombros de Rain. En otras palabras: se nota que a Rain le falta bastante para ganarse el título de “héroe de acción”. En otras palabras: a Rain la peli le queda grande. En otras palabras: volvé a Corea, Rain. Otra deficiencia de la película es que por momentos se toma muy en serio, algo totalmente ridículo cuando hay ninjas saltando por ahí y -literalmente- despareciendo entre las sombras. Es que, tampoco se tiene de base, por ejemplo, la simbólica historia de V DE VENGANZA, el anterior trabajo de McTiegue. Además, ASESINO NINJA no logra definirse: pasa de mostrar un ninja que mata a otro metiéndolo en un lavarropas (bien ahí) a incluir un mensaje sobre el amor, lo bello que es vivir y gansadas del estilo (mal ahí): ¿en que quedamos, muchachos? ¿Nos vamos al carajo o no? Obviamente, el público al que está dirigida la película (nosotros, ustedes, en fin, los cinerds de este mundo) seguramente preferirá que se vayan al carajo, que se zarpen. Lo que menos queremos en una historia de ninjas es ver a un emo rebanando gente porque le mataron la noviecita... sí, queremos ver gente rebanada, pero… ¿por un pibe depresivo con el corazón con “aujeritos”? ¡Por favor! Y para colmo, la co-protagonista, Naomi Harris, es bastante inservible e insufrible… y ni siquiera muestra las gomas para la muchachada! Pfff… ASESINO NINJA es como ver (sí, “ver”, no jugar) un videogame: Raizo, con cadena y cuchilla (su arma favorita) mata muchos ninjas y va subiendo en la cadena alimenticia hasta su lucha contra el “jefe final” en su búsqueda de venganza. Y aunque, como ya se dijo, hay unas cuantas buenas muertes, la matanza no alcanza (me salió una rima). También hay un abuso de la sangre creada por computadora (che, la sangre nunca queda bien en la compu, a esto hay que hacerlo sí o sí “old school”) Como si esto fuera poco, encima roba algunas cosas de la grossa peli 300 (sí, la de los espartanos, dirigida por Zack Snyder), ya se darán cuenta ustedes (porque yo me cansé de tipear). En conclusión: ASESINO NINJA es una película repetitiva, sosa (siempre quise usar esta palabra) y muy probablemente destinada al olvido o, como mucho, a ser emitida por, digamos, Film-Zone un sábado a la siesta.