Antes de 1930, la pelota de fútbol no era completamente redonda: tenía un cuero que la cerraba e incomodaba mucho el juego. Pero en Bell Ville, provincia de Córdoba, Argentina; el 20 de abril de 1931, Luis Polo, Antonio Tosolini, y Juan Valbonesi inventaron la válvula moderna y la costura invisible, lo que revolucionaría el deporte para siempre. Esto forjó una potencial industria de éxito, con la que todo el pueblo soñó. Infelizmente, no duró mucho esa fantasía, aplastada por el olvido y los mercados hegemónicos.
Sola y borracha en la noche de su cumpleaños, Andrea (Andrea Carballo) intenta suicidarse después de enterarse de que un vergonzoso video de una audición suya se filtró en Internet. Paralelamente, un hacker (Javier De Pietro) contratado por su ex novio, la observa intranquilo mediante cámaras ocultas instaladas en su departamento, mientras su hija (Lola Ahumada) intenta ser una estrella de Youtube.
Con dirección de Francisco D´Eufemia, quien antes había dirigido “Fuga de la Patagonia”, otro thriller rural (si es que podemos llamar así a esta mixtura de aire libre, cámara, y tensión en la que los personajes se camuflan hasta el punto de casi perderse por completo), “Al acecho” viene en ese mismo rumbo y está escrita por D´Eufemia y Fernando Krapp. La película está protagonizada por Rodrigo De la Serna y filmada íntegramente en Berazategui, precisamente en el Parque Pereyra Iraola, un lugar completamente selvático, como se puede observar desde el comienzo. Todo con el apoyo del programa municipal “Berazategui, Set de Filmación”.
Este drama romántico en torno a la paternidad, protagonizado por Ezequiel Tronconi y Mónica Antonópulos, profundiza en la idea de ser padres, esa encrucijada en la que se encuentran varias parejas a la hora de decidir si es un “buen momento” para ese gran paso, y qué es lo que sucede cuando los integrantes de esa pareja se encuentran en diferentes sintonías.
El director y guionista Lucas Santa Ana (“El puto inolvidable – Vida de Carlos Jáuregui”), adaptó la novela, mezclando su experiencia con el documental y el drama profundo. Así, se cuenta en primera persona, la historia de un adolescente en la década del 2000. Las preocupaciones y angustias críticas de esa edad, sumadas a los fantasmas de la tragedia de Cromañón. Alcohol, fiestas, drogas, el colegio, la familia, la depresión, la negación de las emociones, el dolor por la muerte de un amigo, y la identidad sexual. Todo un año en la vida de Zabo, escrito en sus cuadernos y su blog.
No es la primera vez que Di Tella emprende sus películas con tintes autobiográficos, partiendo de lo familiar, como lo hizo en “Fotografías” (2007), donde contó la historia de su madre, a partir de una caja de fotografías que le había dado su padre. Esta vez, se centra en la relación entre su padre Torcuato, y su madre Kamala, a partir de intercambios epistolares. En el prólogo, Andrés Di Tella y su hija Lola, inventan historias sobre las desconocidas personas que aparecen en fotos encontradas en la basura. Esto sirve de inicio para el siguiente ejercicio del que trata el documental: una exploración de Di Tella sobre la relación de sus padres y cómo pasaron de Estados Unidos a la India natal de su madre, y al Buenos Aires de Torcuato, su padre. Todo a partir de cartas, videos, y fotos caseras, en un documental experimental, que rebosa cariño.
“Bajo mi piel morena” parte de un relato costumbrista y pequeño, y retrata la vida de tres mujeres trans: Morena (Morena Yfran), quien trabaja en un taller textil, Claudia (Maryanne Lettieri), docente suplente en un colegio, y Myriam (Emma Serna), quien ejerce la prostitución. Son víctimas de rechazos y agresiones día a día, pero ellas, como pueden, le hacen frente a estas adversidades e intentan vivir con libertad. Entre ellas existe un vínculo fuerte de amistad. Sin juzgar a nadie, Campusano refleja la discriminación de cada día y la mirada prejuiciosa de los otros.
Melero es un músico admirado por colegas y periodistas, pero no es conocido por fuera del círculo melómano especializado en rock nacional. En los últimos 40 años, ha colaborado infinitamente con otros grandes de la música, pero nunca llegó a ser una estrella, siempre se mantuvo como colaborador tras bambalinas de los famosos. Valioso tecladista y compositor, supo trabajar de igual a igual con celebridades como Charly García, Andrés Calamaro o Fito Paéz, pero desde las sombras. Mientras todos se esforzaban por estar cada vez más cerca de los reflectores, Melero hizo – y continúa haciendo- un enorme trabajo musical en las tinieblas del estrellato.
No sabemos el secreto de la cumbia, pero lo que sí sabemos es que es un ritmo contagioso que transmite alegría y aleja los problemas por un rato. Las letras hablan de amor, de desigualdades sociales o reclamos políticos. Es una las expresiones culturales de América Latina que nos conecta a todos con ritmo pegadizo. Igualmente, hay quienes se jactan de “estar en contra” de esta música, simplificando el género a un solo tipo de cumbia, sin conocer el heterogéneo universo que lo compone. Aunque, si suenan sus acordes en una fiesta, no hay quién no se pare a bailar.
Un día antes de su boda, Laura (Jazmín Stuart) y Daniel (Esteban Bigliardi) van a la casa de campo del padre de ella, León (Gerardo Romano), para ultimar detalles de la fiesta. Él es el jefe de todos: dirige a la pareja como si fuesen marionetas y decide sobre la celebración a realizarse, su hija lo respeta porque “él es así” y porque hace “todo para mi princesa”, frase en la que se escuda León constantemente, pase lo que pase. A Laura se la ve rara, parece ser por el contrapunto que suponen su padre y su futuro marido, callado y sumiso. Esa noche, se escapa a una fiesta silenciosa que se realiza, con auriculares, en la casa de al lado, y su vida cambiará para siempre. Laura, su padre y su futuro marido, saldrán en búsqueda de violenta venganza.