Como su título indica, todo sucede en el centro de esparcimiento y alojamiento, lo cual deja expuestas acciones y emociones que no pueden esconderse porque acá no hay adentro y afuera (como en una casa) sino que todos se encuentran encerrados afuera. Se pierde la intimidad del hogar, se gana en libertades y vulnerabilidad. En el medio del caos familiar, la protagonista se descubre a sí misma, explorando cada rincón de su cuerpo y alma para conocerse en esta nueva fase. Los espacios que no son abiertos ni cerrados encarnan esa adolescencia dolorosa en la que no se es niño ni adulto, en la que todo enoja y al mismo tiempo hace reír cualquier pavada.
Ezequiel (el debutante Juan Pablo Cestaro) es un adolescente que desea, en secreto, a otros hombres. Sus padres siempre están de viaje y no lo llevan, por lo que él se dedica a dar vueltas por la escuela, por el barrio, a pesar de los rechazos que sufre. Todo parece cambiar cuando conoce a Mono (Lautaro Rodriguez) y comienza una relación de amistad con encuentros sexuales. Pero lo que parecía ser una historia de amor en silencio, se convierte en una peligrosa situación con la visita a la casa del Chino y una extorsión a Ezequiel en relación al tráfico de pornografía infantil.
En 1991, en un pequeño pueblo del interior del país, Natalio (Diego Velázquez) vive con su madre y entrega su día a día a ser maestro. Es la figura entrañable de la infancia de muchos, ese que con todo su cariño imparte educación y valores, que a veces no se maman en la propia casa. Natalio tiene predilección por su alumno Miguel, hijo de la señora que trabaja en su casa, que es maltratado tanto por sus compañeros como en su casa, ya que el novio de su madre le intenta enseñar a los golpes como defenderse para que no lo llamen marica. Natalio y Miguel crean un vínculo especial en torno al teatro.
“Tóxico”, la increíble película que se adelantó a la realidad de la pandemia en la que vivimos actualmente, se estrenó ayer en el marco de los Estrenos de Emergencia del INCAA por Cine.Ar TV. Es la ópera prima de Ariel Martínez Herrera, protagonizada por Jazmín Stuart y Agustín Rittano. La película se volverá a ver mañana, sábado 25/04, a las 22:00hs por. También, desde hoy, el film se puede ver por la plataforma Cine.Ar Play, gratis, por una semana. En medio del aislamiento que se vive en nuestro país, llega una película rodada durante 2017, como un presagio de la actualidad. Una distopía que se volvió “real” por el presente que nos toca vivir. En el film, la historia se desarrolla en el contexto de una pandemia de insomnio que cobra dimensiones catastróficas. Se trata de una “road movie” postapocalíptica en la que se debaten teorías conspirativas sobre el origen del virus y el terror al contacto humano. Parece mentira. Increíble. Descabellado. O no. Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano) huyen de la ciudad en su motorhome para alejarse del caos que se avecina. A medida que recorren la ruta, el mundo se vuelve más inhóspito y peligroso. Todo parece desconocido. Todo lo que creímos que nunca nos iba a suceder, a nosotros, los humanos super poderosos. Pero aparece la miseria, la necesidad del uso de barbijo, la represión de la policía, la gente agolpándose en los hospitales y mercados. Augusto sufre de ansiedad y este nuevo mundo no lo ayuda a calmarse, sino que lo vuelve cada vez más paranoico. Además de los ansiolíticos, la marihuana lo calma, y de paso hace reír a su mujer, a la que ya ni besa. En el camino, se suceden charlas intensas o triviales entre ellos, se enfrentan con policías, y hacen un nuevo amigo en una estación de servicio. El miedo se confunde con el humor y todo resulta más raro en esa transición de la normalidad al apocalipsis. La pareja protagonista hace un trabajo que es fundamental para conectar desde el primer minuto con la película. La química entre Stuart y Rittano es natural y eso hace que no se pierda el interés en la historia. Ambos se lucen con sólidas interpretaciones. Acompañan correctamente Alejandro Jovic, Martín Garabal, Lucila Mangone, Marcelo D’Andrea, Jorge Roberto Prado, Marcelo Minnino, Sebastián Carbone, Gabriel Horacio Pallero, Jesú Claudio Molvino y Lucila Garay. La fotografía es bellísima. Los exteriores parecen postales, como telones pintados de los de antaño. Son pocos planos haciendo que parezca teatral. Los enormes gran angulares en el medio del campo dan la sensación de la calma que anticipa la tormenta o, peor aún, de cuando ya está todo muerto. “Tóxico” es una película que, ya por premonitoria, vale la pena ver. A eso se le suma, una interesante narración, buenas actuaciones y excelente música y fotografía. En estos tiempos, es recomendable ver esta producción nacional que te deja con la boca abierta. Pero con barbijo.
Ante la cuarentena obligatoria, Cine.ar continúa con sus estrenos online a través de su plataforma y es así como el viernes pasado se sumó a la lista lo último de Roberto Salomone. Una artista plástica salida de rehabilitación vuelve a la casa de sus padres en las sierras cordobesas y comienza a ver y a sentir inexplicables acontecimientos, como presencias fantasmagóricas, que no se sabe si son sus allegados en su contra o todo producto de su imaginación. Aunque entre tanto arte, queda olvidada la carga dramática necesaria para que la película funcione. Sofía (Ingrid Grudke) es una talentosa artista plástica que acaba de recibir el alta de un centro de rehabilitación. Su hermana (Malena Sánchez) la lleva a la casa de su infancia en medio de las sierras, donde la idea es volver a empezar. Ella es quien se encarga de vender las obras millonarias de Sofía y la presiona para que retome su actividad. Pero en ese caserón en el medio de la nada, comienzan a suceder hechos muy extraños, creando la sensación de que todos conspiran contra ella. La idea de un drama con mezcla de thriller no se sostiene y, más temprano que tarde, se va a pique. Las actuaciones carecen de fuerza en general, pero lo de Ingrid Grudke es fatal, insensible hasta el tuétano pero, eso sí, con una belleza arrolladora. Acompañan de manera correcta Malena Sánchez y Guillermo Pfening, y los personajes secundarios son encarnados por actores de la zona en los que no se reconoce pasión ni emoción alguna. La historia navega en la inestabilidad emocional de la protagonista, intentando construir un thriller sostenido por el limbo en el que vive Sofía, y el drama familiar. La película es anacrónica, no importa si se estrenó ahora o si fue hace 30 años, está estancada en el tiempo y espacio. La trama es predecible y, por tanto, poco interesante. Los misterios que se suscitan no duran más de medio minuto es ser dilucidados por el propio espectador. El limbo bizarro entre lo que es real y lo onírico para la protagonista termina aburriendo, y los momentos de tensión fantásticos no tienen ninguna explicación por lo que quedan en la nada. Cabe destacar la calidad de las pinturas, obras de arte bellas, con colores vivos y detalles escondidos, que sobresalen en la apagada vida de Sofía. El trabajo de fotografía es bueno pero no logra atrapar tampoco por ese lado. La historia es poco interesante y no tan bien ejecutada, sumado a la incorrecta decisión de la protagonista y giros narrativos absurdos sin un desenlace atinado, hacen que “Alma Pura” sea una película que podemos no ver en esta cuarentena.
Dentro del “Programa de estrenos durante la emergencia sanitaria” del INCAA, se estrenó en la plataforma gratuita CINE.AR Play y CINE.AR TV, el segundo largometraje de Franco González y Demian Santander, que participó en la Competencia Argentina del BAFICI 2019. “La creciente” (2019) es un thriller con algo de western. Una película rodeada de agua del Paraná que maneja muy bien la tensión. Todo cambia en un lugar tan desolado como ese, nadie es el mismo que en el continente, por ello hay ciertas escenas donde se ve más comprometido el paisaje sobre las personas. Cuando el río crece, es necesario tomar otros recaudos. El nuevo largometraje de Franco González y Demian Santander, no muestra nada sobre el pasado de ese joven recién llegado a la isla, pero el espectador puede intentar adivinar qué es lo que le ha pasado. Un hombre lo rescata, lo lleva en su lancha, le ofrece un refugio y trabajo, peor sería nada. Matía (Cristian Salguero) llega nadando a una isla del Río Paraná. El joven se oculta de alguien que lo persigue. No se sabe quién es, qué hizo o de quién huye, pero intentará rearmar su vida en un nuevo lugar, bajo el mando de El Correntino (Héctor Bordoni), quien posee las tierras y todo lo que viva en ella. Tratando de dejar ese pasado atrás, comienza a trabajar de peón con El Correntino mientras conoce a la hija de su patrón, Gaby (Mercedes Burgos), y comienzan una relación amorosa. El deseo de ella es salir de ese lugar, ya que su padre la maltrata. Juntos hacen un plan para escapar pero la tragedia parece inevitable. Cristian Salguero (“Un Gallo para Esculapio”) es el encargado de llevar adelante el personaje de Matía, con ciertas características que le sientan muy bien, debido a su talento y experiencia. Compone un personaje lleno de matices, cuyos silencios encajan perfecto. Las actuaciones del trío principal hacen que el relato parezca natural. Héctor Bordoni y Mercedes Burgos, en la relación padre – hija, le dan al film el dramatismo que necesita para llegar a ese final atroz. Con una narración solemne, se van construyendo lentamente las razones de la violencia, que explotará finalmente de manera inevitable. El silencio predomina en ciertos pasajes de la película. No existe mucho diálogo, sino más bien acciones rutinarias, se siente la tensión entre los personajes y la amenaza de la naturaleza. Con la Ley de la Selva como respaldo, siempre gana el más fuerte. “La creciente” (2019) es tensa, cruda, pero también sabe transmitir de manera calma lo que estallará al final. En la marginalidad de las islas del Río Paraná, los personajes sufren y eso se nota. Una historia sencilla, con una trama algo misteriosa, que no llega a atrapar del todo. Se puede ver en la plataforma Cine.Ar Play (primera semana con acceso gratuito, luego $30 el alquiler).
La biblioteca de los libros olvidados: La pesquisa del escritor perdido. Basada en la novela homónima de David Foenkinos y dirigida por Rémi Benzançon, llega esta comedia de misterio francesa que expone el cinismo del mundo de las editoriales. Con el brillante Fabrice Luchini como protagonista, ya se tiene el éxito asegurado, aunque el guion flaquee un poco. Entretenida para quienes hayan leído la famosa novela o para aquellos que la desconocen y se aproximan a la historia por primera vez. Divertida e intrigante, cuestiona la búsqueda del éxito a cualquier precio y el esnobismo de las editoriales y críticas literarias, con un whodunit de apariencia liviana. La joven editora, Daphné Despero (Alice Isaaz), se encuentra en búsqueda de alcanzar el éxito. Para ello, va a un lugar que es llamado “la biblioteca de los libros olvidados” que no es otra cosa que un sector de la misma donde están aquellos ejemplares que fueron rechazados por las editoriales. Encuentra una novela llamada “Las últimas horas de una historia de amor”, inspirada el poeta ruso Alexander Pushkin y supuestamente escrita por Henri Pick un pizzero del pueblo, fallecido hace 2 años, al cual la esposa nunca vio escribir ni leer. A poco de ser publicado, se convierte en best-seller en Francia, pero el escéptico crítico literario Jean-Michel Rouche (Fabrice Luchini) cree que todo es una farsa y se vuelve loco intentando descubrir la verdad detrás de la obra maestra del escritor fantasma. A partir de ahí, el crítico entablará una guerra con Daphné y la familia del pizzero para demostrar la no veracidad de la escritura. Fabrice Luchini se luce, como habitualmente, en una interpretación magistral, logrando ser el alma de la película, una especie de hércules Poirot de la literatura que enloquece a todos con su obstinación para resolver el caso. Como contrapunto, está Camille Cottin, en el papel de la hija del pizzero. Todo el elenco está por arriba de la media, todos se lucen por más pequeños que sean los papeles. Para quienes conocemos el libro, la película es floja, la resolución del misterio parece forzada y quedan sin explicar algunos detalles que hubiese hecho más jugosa la historia. Termina convirtiéndose en una comedia ligera de esas que te dejan un sabor dulce con una trama de intriga interesante. El espectador busca el culpable entre los diversos sospechosos, al mismo tiempo que lo hace el protagonista, logrando que los momentos de misterio sean los más destacados. La biblioteca de los libros olvidados (2019) es una comedia de detectives entretenida y el protagónico de Luchini es siempre beneficioso a cualquier película. La trasposición a la pantalla grande de la novela de Foenkinos queda algo pequeña y sencilla al criticar el mundo editorial, el poder de los medios y el esnobismo literario. El grandioso actor francés vale cada minuto de metraje.
Los miserables: No hay malas hierbas ni malos hombres. El debut en la ficción del activista y documentalista Ladj Ly invoca el clásico de Víctor Hugo para tensar el ambiente en un thriller social. Nominada a Mejor Película Extranjera en los Premios Oscar y Globos de Oro, cautivó al mundo entero con su denuncia al Estado francés, la represión y la marginalidad. Les Misérables (2019) comienza con una cita del aclamado libro: “Pacífico y agradable lugar, que no estaba en la ruta de nadie”, ironía pura que anticipa lo que será una historia, en clave activista, ambientada en la misma zona que la célebre obra de Víctor Hugo, donde la opresión, descontento social y discriminación racial se asemeja a lo sucedido en la Insurrección de junio de 1832. En la obra de Ladj Ly se expone además el abuso policial, las pandillas locales y el fundamentalismo islámico, dando como resultado un explosivo thriller social. La violencia y el odio están a la orden del día en la sociedad moderna y este joven realizador lo plantea en una ficción que crispa los nervios en cuanto entendemos la convulsa realidad en la que se vive. Con una estructura de thriller policial, tiene un mensaje social y político de lo más activista. Ly, que creció en Montfermeil, en el distrito de Bosquets de París, utiliza ese mismo escenario para iniciar la película con los jóvenes del barrio yendo a la Torre Eiffel a festejar el triunfo de Francia en la final de la Copa del Mundo de Rusia. Ahí todo es corridas y vitoreadas de alegría, que luego tendrá su antítesis sobre el final con las protestas de 2005, la insatisfacción con la policía y con Nicolas Sarkozy. Stéphane Ruiz (Damien Bonnard) es un policía recién llegado al distrito, que se enfrenta a su 1r día de trabajo en la Brigada de Lucha contra la Delincuencia (B.A.C. en su francés original). Sus compañeros, Chris (Alexis Manenti) y Gwda (Djibril Zonga), llevan más de una década recorriendo las calles y el cansancio los ha llevado a relajarse a tal punto que les deje de importar lo que sucede en este suburbio violento, donde la mayoría son negros y musulmanes. Todo estalla cuando un niño roba un cachorro de león de un circo ambulante y los dueños gitanos quieren recuperarlo a cualquier precio. Damien Bonnard -Dunkirk (2017) y Le chant du loup (2019) – brilla con un arco evolutivo interpretado de maravillas. Su día de entrenamiento pasa de la incertidumbre total a asimilarse completamente a sus otros 2 compañeros, sobre el final. Mención aparte para el hijo del director, Al Hassan Ly, como Buzz, detonante del conflicto porque graba una pelea con su drone. La película llama la atención con la denuncia social que propone. Incomoda a partir de la segregación, la violencia, el odio y el arrebato a los derechos humanos como marca de la sociedad parisina (que podría ser traspolada a casi cualquier lugar en el mundo). Aunque de a ratos predecible, seduce desde ese disgusto que genera en cuanto a las miserias morales, sociales, políticas y económicas. La fotografía de Julien Poupard retrata todo esto con una claridad digna de un documental. Las vistas de Montfermeil con sus monoblocks y mercados, sus baldíos como canchitas de fútbol y las calles angostas abarrotadas de gente de todas las etnias. Por otro lado, se utilizan de forma inteligente las imágenes reales de los festejos por el Mundial de fútbol de 2018, lo que contrasta con la rebelión violenta de 2005. Los miserables (2019) es una obra sólida que invita al debate, vigente desde hace siglos sobre el límite que se coloca (o no) a los marginados sociales cuando se levantan contra el Estado que los dejó afuera. Justamente lo mismo que planteaba Víctor Hugo. El activismo de Ldj Ly se encuentra en cada minuto de metraje, denunciando la opresión del Estado a los menos favorecidos.
El Llamado Salvaje: Adaptación con gusto a poco. Dirigida por un experto en cine de animación, Chris Sanders, la nueva adaptación de la maravillosa novela de Jack London, The Call of the Wild, publicada en 1903. Versión poco inspirada del clásico de la literatura que ya había sido llevado al cine y a la TV en varias ocasiones. Bien podría ser una película de Disney, aunque 20th Century Fox, ahora llamada 20th Century Studios, pasó a ser parte de Disney el año pasado, así que todo quedaría en familia. La cuestión es que si vemos la historia familiar de aventuras, los paisajes, un animal como protagonista, un nudo en el estómago antes del conmovedor desenlace, todo indicaría que Disney estuvo a cargo, pero esta vez no. Además del director, Chris Sanders, que no es otro que la mente brillante tras Lilo & Stitch (2002), How to Train Your Dragon (2010) y The Croods (2013), aunque esta entrega se encuentre por debajo de la filmografía mencionada. La historia adapta la novela del mismo título de Jack London, donde Harrison Ford y el perro Buck son las estrellas, aunque bien podría decirse que el ser humano no tiene demasiada injerencia en los 100 minutos de metraje. A principios del siglo XX, en la fiebre del oro, Yukón era la zona preferida para los buscadores de ese metal. Los perros de trineo que pueden cubrir el terreno difícil a lo largo del río Klondike son pretendidos por todos. Como resultado, Buck, el enorme perro protagonista, es robado y vendido, transformándose su vida de un día a otro. John Thornton (Harrison Ford), se une a Buck, creado mediante la tecnología CGI (Imagen generada por computadora), en un viaje extraordinario hacia la madurez que lo lleva a convertirse en un líder. Entre ellos se apoyarán y se darán fuerza para encontrar su lugar en el mundo. Cada subtrama se desarrolla con su debida paciencia y detalle, la presentación de los personajes y las sensaciones del animal también, lo que demuestra el interés en respetar al máximo la recordada novela. La moraleja emotiva sobre buscar el propio hogar y familia está a la orden del día. Celebra la relación entre el hombre y el perro, coloca a estos animales como protagonistas y a los humanos como sus meros acompañantes. Harrison Ford como John Thornton, tiene una aparición breve pero buena, conmovedora y compinche con su amigo perro. Cara Gee como Françoise y Omar Sy como Perrault son los instructores de Buck, quienes forman un dúo bastante gracioso. Donde flaquea la película es en el guion, que no hace más que dejar la sensación que la segunda mitad de la historia es la que realmente vale, siendo la primera un divague sin rumbo pero con paisajes bonitos. Recién cuando el personaje de Ford entra en escena, se establece bien la narración y aparece la emotividad. El resultado podría haber sido mucho mejor de haber acortado esa introducción sin sentido ya que sobreponer lo visual a lo narrativo pocas veces tiene buen efecto. En lo visual es maravillosa, el elevado nivel de detalle de los animales digitales, los imponentes paisajes y los efectos especiales y de luces se disfrutan ampliamente. Hay un efecto de CGI no tan logrado que se nota sobre todo en la artificialidad de los gestos del perro, que marca una diferencia no creíble entre los movimientos humanos y los de los animales. No obstante, pasados algunos minutos deja ser apreciable. Además, se debe tener en cuenta que el trabajo es superior a la de otras películas de esta misma época, con la misma tecnología. Aunque sean sumamente trilladas las películas emotivas de perros, siempre funcionan y ésta no es la excepción. En un relato muy edulcorado, predecible y un tanto lenta en su ritmo, entretiene y emociona en igual medida, dejando expuesto como Ford y Buck son buenos compañeros, y no amo y mascota. Este cambio de paradigma constituye un gran acierto y saca unas cuantas sonrisas. El llamado salvaje (2020) invita a la reflexión sobre los caminos de la vida y la elección de los buenos compañeros, ofreciendo aventura y emoción. La trama llena de afecto y entretenimiento le da ese toque “Disney”. Es una cálida propuesta para disfrutar en familia.
Buscando Justicia: Culpable hasta que se demuestre lo contrario. El director de Short Term 12 (2013) y The Glass Castle (2017) llega al cine con una historia basada en hechos reales sobre el abogado Bryan Stevenson y su eterna batalla. En el género policiales suele diferenciarse del resto, el llamado courtroom drama, cine sobre demandas, juicios y competencias dialécticas admirables entre fiscales, abogados defensores, testigos e imputados, siempre con el trasfondo social marcando las diferencias en cuanto a las partes. En este caso, la película escrita y dirigida por Destin Daniel Cretton ofrece una adaptación bastante chata en lo que refiere a la defensa de los derechos de la comunidad afroamericana de Estados Unidos. Con un ritmo lento y una excesiva duración, este drama judicial muestra la vida profesional de Bryan A. Stevenson, un abogado, activista social y fundador de la iniciativa Equal Justice, reconocido por luchar a favor de la minoría negra de Alabama en la justicia criminal. Su caso más emblemático fue el de Walter «Johnnie D» McMillian, a quien rescató del corredor de la muerte luego de 30 años de batalla. Todo esto quedó plasmado en su libro Just Mercy (título original de la película). En una historia vista ya muchas veces de preso penado injustamente y abogado que intenta sacarlo de la cárcel, Buscando justicia (2019) expone los comienzos del joven abogado Stevenson (Michael B. Jordan), graduado de la Universidad de Harvard, en la lucha por la igualdad de derechos de los condenados en Alabama. Junto a Eva Ansley (Brie Larson, fiel colaboradora de Cretton) conforma la Iniciativa Justicia Equitativa, cuyo fin era brindar asesoría judicial gratis a gente condenada injustamente o en proceso judicial. Entre ellos, Walter Mcmillian (Jamie Foxx), condenado a la silla eléctrica por el asesinato de una chica, a partir de pruebas falsas. El abogado intentará demostrar su inocencia y sacarlo del corredor de la muerte, cueste lo que cueste. Son ellos 2, abogado y condenado, quienes logran mantener el interés de la historia durante los más de 130 minutos. Michael B. Jordan en el papel del abogado y Jamie Foxx como el recluso, se lucen de manera excelente, transmitiendo la angustia por la injusticia permanente. Brie Larson queda desprolija en comparación, raro teniendo en cuenta que ya actuó varias veces para el director, pasa desapercibida. También destaca Tim Blake Nelson, habitual colaborador de los hermanos Coen, como Ralph Myers, quien mandó a la cárcel a Mcmillian, a partir de su falso testimonio. El excelente guion y las correctas interpretaciones hacen que no resulte tedioso este drama a pesar de su extensa duración. No deja de ser una película más del subgénero drama legal, poderoso y conmovedor, pero uno más del montón que se estrenan año a año. Una crítica social al sistema judicial y penitenciario con un final aleccionador que provoca tristeza e indignación. Deja al espectador sufrir con las víctimas y sus familiares, sin poder creer que sucedan semejantes atrocidades. Aunque de a ratos cansa tanto golpe bajo y recursos trillados, es un buen homenaje a un justiciero desconocido por muchos.