Drama histórico de orientación feminista, la ópera prima de la prestigiosa directora británica Josie Rourke muestra una visión personal sobre la reina María Estuardo de Escocia. La literatura y el cine eligieron a María Estuardo en visiones opuestas que la denigraron o la ensalzaron sin términos medios. Autores como Schiller y Walter Scott la llevaron a la ficción literaria y el director John Ford le dio el rostro fílmico de Katherine Hepburn. La película de Rourke da una interesante visión estética de la corte del siglo XVI en las Islas Británicas, con su cuota de austeridad, oscuridad y todo el aire que el espectador medio asocia a la literatura gótica de las hermanas Bronte. Aproximada a la realidad histórica, difícilmente esta verosimilitud coincida con esa integración multiétnica que la directora adjudica al grupo que sirve a la reina y abarca desde representantes del Lejano Oriente a la presencia africana. Sin embargo, estéticamente, la unión de contrastes funciona. Estuardo, Reina de Escocia y prima de Elisabeth I de Inglaterra, se enfrenta a ésta disputando la corona y alegando válidos derechos dinásticos. El fragmento de su vida que toma el filme comienza en reversa, con su marcha al cadalso, donde termina degollada luego de estar prisionera de su prima durante 18 años. Después de eso, el filme la va siguiendo desde su adolescencia, cuando llega viuda de un heredero francés a la corte. ORIENTACION FEMINISTA Relaciones amorosas, intimidades de escándalo (reales o no) matizan la vida de esta reina que según la visión de John Guy, autor del libro en que se inspira el filme, fue una mujer fuerte en sus decisiones, audaz en su vida personal y dotada de inteligencia. Inteligencia que tropezó con la fauna de experimentadas cortes y grupos de poder que desviaron sus objetivos llevados a un patético final. "Las dos reinas" tiene estupendas actuaciones de Saoirse Ronan y Margot Robbie, irlandesa una, australiana otra, dueñas de estilos opuestos de interpretación y antagónicos rostros (notable trabajo de maquillaje), que alcanzan su máximo nivel en la mejor escena de la película, en la que se enfrentan y dialogan. Paradójicamente, en la vida real, las dos reinas nunca se vieron, sólo se conocieron por retratos. Interesantes visiones de un país que se fragmenta y por cuya unión el poder real intenta la unidad. El filme, como en el caso de "La favorita", de reciente estreno, pertenece a la corriente de aggiornamiento feminista, que no siempre va acompañado de diálogos suficientemente sólidos a la importancia de la orientación que postula.
Indiscutible figura de la música popular, Rubén Blades, cantante, compositor, interesado constante en la realidad sociopolítica, muestra en este documental que también se puede llevar con una carrera artística, lograr estudios universitarios (se recibió de abogado) y hacer una carrera política (fue ministro de turismo durante la presidencia del hijo de Torrijos). El director Benaim Abner a través del seguimiento del prolífico artista, con backstage de sus actuaciones, viejos cortos de presentaciones pasadas, declaraciones en los lugares que amó (su barrio, San Felipe en Panamá o Fania, empresa discográfica al que lo unió una relación de amor-odio), logra un atractivo recorrido por la vida del músico. Devoto de sus padres y especialmente de su abuela, una mujer abierta al mundo, formada en la práctica de los rosacruces e integrante de un hogar musical. Blades se muestra respetuoso de la vida, interesado por dar manifestaciones de lo que pudo aprender a lo largo de su carrera ("Tengo más pasado que presente") y pleno de deseos de nuevas experiencias musicales. HOMBRE INQUIETO Salsero de ley, sus recordadas "Pedro Navaja", "Plástico", "Tiburón", "Camaleón", pero también sus incursiones por el funk o la rumba fusión, lo plantan en un mapa imprescindible del movimiento musical latinoamericano. Con él los ritmos latinos tuvieron letras sociales ("Pablo Pueblo" y tantas otras), reflexiones y un sentimiento de amor y libertad necesarias en épocas de activismo estudiantil (1964 manifestaciones política sangrientas en la zona del Canal de Panamá). Recorrido musical imperdible con reportajes a Paul Simon, Sting y otros famosos, "Yo no soy Rubén Blades" muestra al artista como un coleccionista de su obra de cuya importancia es plenamente consciente. Esos recuerdo de su trayectoria con Willie Colon, Celia Cruz, Feliciano, Ray Barreto están almacenados cuidadosamente en su departamento de Nueva York y también en la Universidad de Harvard, donde su diploma, su tesis, sus cuadernos de estudio testimonian el paso de este panameño por la vida académica. Un encuentro que el aficionado a los ritmos latinoamericanos no puede perder.
Nunca pensó Bernardo que su mujer quisiera, a su muerte, ser cremada y que sus cenizas fueran a la Costa del Sol. Está bien que allí vivía su hermana, que iba a verla todos los años. Pero de ahí a elegir un lugar lejos de él como descanso final. Pero una situación desagradable hace que él decida complacerla y vaya al lugar que ella eligió. Allí el mundo de Bernardo, sufrirá un giro. Su seriedad de profesor en la Universidad, su profesionalismo quizás adusto para algunos, pero confiable cuando lo contratan como arquitecto, empezará a tambalear. Cómo es esto de que el lugar elegido por su mujer para que sus cenizas se confundan con el mar es un centro nudista. ¿Es que Cris no era la Cris que conoció siempre y parecía seguirlo en cenas aburridas o interminables jornadas de estudio? En ese lugar de veraneo, Bernardo conocerá a Amalia, la relacionista y Abel, con ellos ingresará a otro mundo para comprender que no todo en la vida es lo que él se puso de objetivo. DIVERTIDAS AVENTURAS Sencilla en el guión, con algunas aventuras un poco extravagantes y no siempre creíbles se desarrolla esta comedia negra de un español, Santi Amodeo, conocido por sus películas taquilleras ("¿Quién mató a Bambi?"). Bien filmada dentro de los cánones de la comedia de enredos, tiene atractivas locaciones de la zona precisamente de la Costa del Sol. La contraposición entre todo lo que supone la seriedad de un catedrático enfrentado a un mundo de alegría y libertad y del que, quizás, algo tenga que aprender, indudablemente resulta. Oscar Martinez muestra una vez más su profesionalismo, las transformaciones a las que la vida puede impulsar y cómo nadie puede estar seguro de ser dueño de la verdad. A su lado, muy buenos actores, Carlos Areces, Ingrid García Jonsson y Malena Solda en el papel de la hija lo acompañan en esta aventura de sorpresas y buen humor.
Unas vacaciones tranquilas. Eso es lo que pensó Adelaide a propósito de esto que es una realidad: la llegada a una paradisíaca playa en México con su marido Gabe y los chicos. Sin embargo, hay algo por lo que el asunto no le cerraba. Lo que pasó una vez en ese lugar cuando ella era chica y se perdió en una feria donde ocurrieron cosas desagradables. Pero todo está transcurriendo tranquilamente. Hasta el encuentro con los Myers, que no pueden dejar de hacer ver que les va muy bien en la vida y parecen ventilar todo en la cara de Gabe. Adelaide trata de no engancharse en nada de eso, pero evidentemente hay algo que no cierra y tampoco le gusta esa sensación que siente de que algo muy malo está por estallar. Cuando el peligro aparece al abrir la puerta de tu placard. Cuando uno no puede mirarse al espejo porque desconfía de lo que verá, empieza a comprender el tipo de terror que maneja Jordan Peele ("¡Huye!"). Sin entrar en la electrizante secuencia inicial para no deconstruir lo que luego vendrá, se puede decir que este director logra crear tonalidades en el desarrollo del miedo y el suspenso ayudado por el escalofrío musical de Michael Abels. FESTIN DIABOLICO Jordan Peele construye su relato partiendo del mito del doble. Ese de la época romántica que nos hizo temer de la sombra que nos acompañaba como un posible peligro y que Stevenson aclaraba con un relato más nítido como el de "Dr. Jekyll y Mr. Hyde". Historia en que una familia se da cuenta de que el terror pueden ser ellos mismos. Donde nuevamente Peele, como en "¡Huye!", reconfigura viejos temas como los destinos playeros paradisíacos convertidos en lugares de espanto y la sensación de confort del "American Way of Life" se transforma en un estremecimiento con final de risa nerviosa. Ambigüedades que rozan la paranoia son estupendamente expresadas en la notable interpretación de Lupita Nyong"o ("12 años de esclavitud"), que se agiganta a medida que la historia avanza. A su lado, actores como Elisabeth Moss y Winston Duke ("Pantera negra") llaman la atención por la cuidadosa introspección en las actuaciones, que incluye a los niños Evan Alex y Shahadi Wright Joseph, tanto en sus papeles de Zora y Jason Wilson como en la de sus "sombras", Umbrae y Pluto. Un festín diabólico que postula nuevos fetiches del horror como los conejos en masa, dignos herederos de las mellizas de "El resplandor" (Stanley Kubrick) o la oreja de "Terciopelo azul" (David Lynch).
Parecen salidas de una película latinoamericana estas tres hermanas de andar lento, amantes de los animales, que viven en la calle Corrientes. Esa calle Corrientes, donde la noche se hizo eterna en épocas doradas cuando los cafés de la avenida humeaban hasta la madrugada, los restaurantes hervían de gente y las librerías como teatros y cines que saturaban la calle, no paraban de recibir público. Ese fue el ambiente en que nació "Foto Estudio Luisita", el lugar donde actores, actrices, vedettes dejaban sus imágenes fotográficas salidas de la magia de la cámara de Luisita, que ayudada por sus hermanas, trabajó por la memoria y cristalizó el tiempo. La ópera prima de Sol Miraglia y Hugo Manso habla de Luisita Escarria y sus hermanas, colombianas que re-fundaron su estudio fotográfico de Cali en un departamento de la calle Corrientes al 1300 y recibieron la colorida burbuja del espectáculo porteño con figuras como Tita Merello, Luis Sandrini, Atahualpa Yupanqui, Alberto Olmedo, Jorge Porcel, las míticas Nelidas, vedettes inolvidables (la Roca y la Lobato), las Pons (Norma y Mimí), las Rojo (Ethel y Gogó), Amelita Vargas, Susana Giménez o Moria Casan. Un estudio que se volvió trashumante y recorrió los teatros porteños, el Maipo, el Nacional, el Odeón, sus ensayos y sus estrenos. LA MEMORIA En un amoroso recorrido, los directores integran el amigable departamento que cerró como estudio en 2009 (abrió en 1958) y atesora un invalorable tesoro de más de 20.000 imágenes, que en florales cajas, formando parte de las cuidadas ceremonias del té de sus habitantes, ya inician su camino hacia el Archivo de la Memoria porteña. Como hada madrina de las imágenes, Luisita preside la casa, junto a Rosita y Chela, que retocó las realidades fotográficas con un pincel, mientras un pasado de padres fotógrafos sellaba el destino de las tres hermanas. Cálido testimonio pleno de fotos de la época, noticieros, fragmentos de las puestas en escena y hasta la presencia en vivo de algunas de nuestras eternas vedettes, dando un lugar especial a la llamada "Reina del Mambo", que intervino en más de 30 películas argentinas, Amelita Vargas, muy amiga de las señoritas Escarria y modelo de las primeras fotos del estudio. Un filme de impecable factura formal, que revive el brillo de la revista porteña y sus intérpretes con un acompañamiento musical que invita a bailar.
A Jotta se le murió la mamá y está desarmando la casa. Es como que se está desarmando él mismo y es una tarea dolorosa. Mientras hojea álbumes, trae y lleva cajas, recuerda los últimos días de una madre que se murió de cáncer. Lo que supone un hospital público, con las molestias de la espera, de la escasez de personal, de la habitación compartida y de las intolerancias diarias de la convivencia. Una mujer militante y fuerte como es su madre combate bien el dolor y no deja la protesta ni el humor de lado. A su lado, su ex, un trotsko de ley que ya ni se acuerda por qué se separó de ésa y las mujeres que le siguieron. Conformado el cuadro de situación familiar y el del hospital, Jotta ante la inminencia de la muerte de su ser querido observa actitudes, ritos religiosos, todos lo que rodea el ritual de la vida y de la muerte. Jotta busca respuestas a lo que no tiene respuesta en templos judíos, iglesias católicas o evangálicas, y oficiantes varios. DE ESO NO SE HABLA Filme difícil porque trata de lo que nadie habla, de la muerte y la búsqueda de los porqués. Y lo hacE con la sencillez de una puesta tan real como la vida misma. Es como estar viendo la cotidianeidad de cualquiera de nosotros ante la inminencia de la desaparición de un ser querido. Rath lo hace sin anestesia, con una fotografía lúgubre pero que se alegra cuando la enferma vuelve a casa para morir. "Alicia" recorre los itinerarios de la fe por alguien que no cree, pero que ante el límite final busca respuestas donde puede y como puede. Quizás lo consuele eso de ""lo más democrático es la muerte"" y hasta lo alegre porque es un amante de la libertad y la lucha social. La película de Rath elude los golpes bajos, es transparente y emociona. Gran trabajo de Leonor Manso, en un bucear interior exteriorizado en pequeños gestos, simples miradas y quejidos que condensan sensaciones y sentimientos. Con un elenco sensible integrado por Patricio Contreras, Paloma Contreras como la enfermera, y Martín Vega, logra la identificación del espectador y transmite con el fluir natural de la narración la simpleza de lo inasible.
Nadie puede creer que el director de esta biografía tan rica de la gran diva de la opera del siglo XX no fuera un melómano, hubiera nacido mucho después de su muerte en 1977 y dedicara tres años a recabar material sobre su vida, luego de descubrirla y admirarla a partir de 2015. Lo singular de este collage audiovisual es que está contado por la misma María Callas a través de escritos, grabaciones, reportajes durante gran parte de su vida profesional. Aclamada por el mundo de la ópera y también por los que amaban a las figuras del jet set internacional, la Callas fue tan popular como Marylin Monroe, Angelina Jolie o David Bowie, en una época en la que la Internet era una leyenda y el celular, una broma de ciencia ficción. Tuvo una infancia feliz y por lo que se deduce de sus confesiones en reportajes con diferentes entrevistadores, una adolescencia conflictiva marcada por la separación de sus padres y la obsesión de su madre por convertirla (aprovechando sus condiciones) en una diva del "bel canto". Con un núcleo central en el reportaje que le hizo en 1970 David Frost, destacado periodista inglés, el director aporta un extenso bagaje de filmaciones de actuaciones de María Callas en teatros de ópera, VHS de sus vacaciones en familia, íntimas cartas a sus amigos, donde habla de su timidez, de sus depresiones y esa particular necesidad de tener una familia, hijos y un marido a quien amar como máxima representación de la felicidad. MODELO DE SUPERACION "Quisiera ser María, pero debo estar a la altura de Callas", confiesa en una de sus notas, palabras que aluden a esa firme convicción de dar lo máximo en su profesión y mantener ese ritual de estudio y superación que conservó a pesar de haberse retirado como cantante. La diva deslumbró a entendidos y al público en general por su calidad vocal, el notable histrionismo con que vivía las óperas que encarnaba, otorgando a las protagonista de "Traviata", "Norma" o "Medea" su singular carisma. El espectador aficionado puede encontrar desde el aria "Casta Diva" de la ópera "Norma", de Bellini, hasta una entrevista a su maestra preferida de "bel canto", la española Elvira de Hidalgo. Mientras que un cinéfilo disfrutará de una secuencia del filme "Medea" filmada en Capadocia por Pier Paolo Pasolini. En cuanto a los buscadores de cameos de otras épocas, reconoceráN a Brigitte Bardot, diva de los "50 y los "60; Aristóteles Onassis, el magnate griego que fuera el amor de su vida; Luchino Visconti, que la dirigió en "Parsifal"; Yves Saint-Laurent, uno de sus diseñadores, o Grace Kelly, la actriz que se convirtió en princesa y fue su amiga. Todos figuras importantes en su época y que fueron asistentes a sus famosas galas y admiradores de su personalidad. "María Callas" es un filme que permite conocer facetas de una diva inolvidable y un fascinante mundo en extinción.
En vísperas del Día de la Mujer, dos películas recientes muestran el interés que por la personalidad de una mujer, Ruth Bader Ginsburg, han tenido distintas directoras para destacarla en su metraje. Una es el documental nominada al Oscar "The Notorius B.I.G" y la otra, "La voz de la igualdad", de Mimi Leder. Su lucha ha sido por la aceptación legal de la igualdad de derechos y su actual cargo de jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos da una idea de cómo la prosecución de un objetivo puede llegar a su concreción. El filme se mueve dentro de una línea tradicional orientada hacia la biografía, dentro de un contexto socio-político con una figura más o menos modélica. En base a hechos que se elevan como significativos en una carrera de obstáculos como la de Bader Gisnburg en la Norteamérica de los años "60 y "70, la personalidad de esta sencilla estudiante de Leyes va mostrando ya a las autoridades incrédulas ante la igualdad de género que inteligencia y astucia pueden ser una dupla peligrosa. Ni el decano de Harvard, Erwin Griswold (estupendo Sam Waterston), durante su estadía universitaria, bromeando acerca de la posibilidad de las mujeres de desempeñarse como abogadas en lugar de los hombres, escapó a los filosos comentarios de una alumna que recurrió como él al humor para criticar la sugerencia. Ruth Bader Ginsburg fue aquella abogada joven que logró que el caso de un hombre maltratado por la Justicia visibilizara con la sentencia final los casos de discriminación sexual, y también la que logró una unión exitosa con otro abogado que se convirtió en su esposo, Martin Ginsburg (Arnie Hammer), que complementó una unión duradera y exitosa. RECORDADAS FIGURAS La historia, bien llevada por Mimi Leder ("La parte del todo"), con todos los clichés que suponen los filmes biográficos, permite conocer a una heroína por los derechos de la mujer, muy bien encarnada por Felicity Jones. En cuanto al correcto elenco, reencuentra a figuras como Sam Waterston ("Crímenes y pecados", "Septiembre" de Woody Allen) o Kathy Bates ("Misery", "Mediodía en París"), como la feminista Doroty Kenyon. En alguna medida, viendo las acciones de la protagonista hoy, a los 85 años, en la Corte estadounidense, puede comprenderse esa condición de rebelde que le valió el nombre de "Notorius RBG" en honor al rapero The Notorius Big.
Primer filme de superhéroes de la factoría Marvel enfocado en una mujer. "Capitana Marvel" tiene su primer gran acierto en esta protagonista, Brie Larson, que luego de hacernos estremecer en aquella película claustrofóbica llamado "La habitación", se destapa como la típica californiana dispuesta a todo, de una sola vuelta, amiga de los amigos y siempre dispuesta a ayudar. Carol Danvers fue piloto de combate de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y ahora está metida en una Fuerza Estelar, una de cuyas misiones se desarrolla en medio de una guerra intergaláctica de Kees y Skrulls. No es una chica como todas, claro está; es superpoderosa por haber sido víctima de un accidente que le inyectó ADN intergaláctico Kree, o sea que tiene toda la fuerza del mundo. Claro que en el momento en que se inicia el filme la memoria parece fallarle y no puede establecer verdaderamente su identidad y si algunos de los personajes que están o estuvieron a su lado son amigos o enemigos. Eso le pasa especialmente con el personaje de Annette Bening, que aparece una y otra vez a su lado y a la que solo podrá definir al final (no contamos de qué lado está la Bening porque es parte del suspenso de la historia). El filme, como todas las películas de superhéroes, abunda en efectos especiales, todo tipo de acción (recomendamos la lucha con la vieja en el subte), persecuciones, vuelos increíbles y enfrentamientos de todo tipo, pero es más una violencia de fuegos artificiales donde no se hace hincapié en víctimas y, como la sangre de la mayoría es verde, no hay problemas con el gore y los habituales colgajos colorados de otros filmes. La superheroína tiene un mentor superestrella, Yon Rogg (Jude Law), con el que se abraza y se golpea en varias escenas de efusión galáctica, mientras que la relación pasa por lo gracioso con Nick Fury (Samuel L. Jackson), de la prestigiosa agencia SHIELDS, ubicado en la época en que todavía conservaba ambos ojos. Un atractivo es la buena reconstrucción de la época de los "90 en que se desarrolla parte de la historia, con un típico videoclub bien surtido en una de las primeras escenas. Filme atractivo, sin novedades en su factura formal, con mucha humanidad en sus personajes (el entorno amistoso de Carol, María Rambeau, su pequeña hija Mónica), buenas dosis de humor y un gato que no es solo un felino, es un flecker y trae más de una novedad con su presencia (también mantenemos el silencio sobre su identidad). Un consejo: no moverse a pesar de los créditos finales porque hay dos escenas poscrédito de atracción para fanáticos.
Una familia de clase media alta, aparentemente como todas. Elías (Oscar Martínez), productor rural de más de sesenta años, y su esposa Adriana, más su hija Carla (Dolores Fonzi), su esposo Santiago y un pequeño hijo. El padre tiene problemas económicos y no hay buenas relaciones con la mujer. La muerte de ésta por un accidente casero rompe la rutina familiar y la posterior sospecha por parte del yerno de un asesinato, enturbia el contexto. A partir de ese momento la historia transita los caminos del policial, en el que el director Miguel Cohan aporta una conocida experiencia ("Betibú", "Sin rumbo"). El punto de vista se centra en un comienzo en Santiago, que intenta compartir la sospecha con su mujer, poco permeable a intervenciones externas ajenas al compacto familiar. La narración no sigue una pauta líneal, cronológica. Se transforma en una suerte de caleidoscopio donde tiempos y espacios se van acomodando a medida que la acción se desarrolla. Si por un lado la narración de Elías habla de lo que sucedió aquella madrugada en la cocina (escena primaria de la muerte de Adriana), paralelamente los descubrimientos de Santiago sobre pequeños detalles que formaron parte de lo que ocurrió difieren de lo anterior y se suman a escenas donde Elías vive y revive lo que verdaderamente sucedió. FANTASMAS FAMILIARES Filme negro que evoca cierta tradición del policial francés de la década del "50 (Clouzot), el luminoso entorno de la casa familiar parece molestar un poco en la representación de lo sombrío de los hechos, sin impedir la impecable factura, en primerísimo plano, de la escena de la muerte de Adriana, la dueña de casa. Hay subtramas que aluden a una historia familiar conflictiva (en el comienzo la presencia del padre de Elías, un estupendo Norman Briski), que incluye referencias a la religión de la familia (la judía), que más allá de las manifestaciones externas, se mantiene en un marco críptico. Quizás el tema de la conservación del patrimonio familiar a pesar de todo, como un mandato al que hay que responder, y la responsabilidad del sobreviviente varón de la familia (Elías es el único hijo vivo) se mantiene como una sombra imposible de cumplir. Cohan sigue demostrando eficacia en el manejo de la tensión y el juego del punto de vista. La elección actoral es acertada. Oscar Martínez nuevamente asume el papel odioso que tan bien encarna, y lo hace con profundidad en un contrapunto de miradas y silencios, junto a una profesional de primera línea como Paulina García y Dolores Fonzi, como esa hija que va mutando frente a su padre, a medida que situaciones límite se destapan. Correcto Diego Velázquez en el papel de Santiago. Expresiones de estilo discutibles pueden ser la lentitud inicial que demora la ansiedad del espectador y el excesivo naturalismo en las escenas de sangre.