Magalí atiende a una anciana. Es una enfermera que cumple su trabajo con eficiencia. Nadie sabe, viendo su dedicación, que esta mujer debió hacer una difícil elección para sobrevivir. Un bebé quedó solo, muy lejos. Magalí dejó un pueblo en las alturas y se confundió en la hoya urbana, entre esa masa anónima con la que nunca se integró. Ahora, nuevamente, la realidad la obliga a una elección. La abuela que cuidaba al niño se acaba de morir en Susques. Magalí debe volver, porque un chico de once años se queda solo, y no solamente eso. El pueblo le va a requerir que asuma la herencia de un ritual que se confunde con la tierra y que su madre asumía. Cuando vemos a Magalí prepararse para el viaje sabemos cómo un espíritu fuerte y capaz de adormecer el sentimiento puede salir adelante más allá de las emociones. Un perro parece haber sido el único ser vivo que estuvo a su lado estos años. Y ahora la casera del hotel en que vive le advierte que el perro no puede quedarse mientras ella esté ausente. Y Magalí no duda. Allí queda el animal, en medio de la nada, atado a un poste. AUSTERA OPERA PRIMA Filme de soledades. De vivir a pesar de todo. De necesitar revincularse porque la necesidad obligó a cortar ataduras. "Magalí" replantea una realidad social en la ciudad y en lo profundo, donde la tecnología se traba y la religión y la superstición parecen asociarse con la aridez de la tierra y lo extremado del clima. El filme de Juan Pablo Di Bitonto expone la complejidad de los sentimientos, la fuerza de la superstición y cómo hasta cuerpos y mentes modelados con esa fuerza con que el viento se mete en la cordillera, ceden y temen rituales ligados a la tierra. Opera prima sólida en la ejecución, con una sinfonía de imágenes que Lucio Bonelli logra plasmar con infinidad de matices, y el sonido de José Caldarro, más los toques musicales de Sebastián Escofet, le dan un relieve telúrico que alcanza densidad en la última escena. Un director para seguir y una actriz, Lucía Duarte ("Los labios"), como marcada por la tierra, que con austeridad de recursos expresivos enriquece esta Magalí de la Puna, exiliada de un espacio urbano, tan ajeno como el que la vio nacer.
Roy McBride (Brad Pitt) parece tener todas las condiciones para resolver problemas en el espacio. La mejor tecnología y un padre excepcional (Tommy Lee Jones), el astronauta desaparecido Clifford McBride, combinaron un óptimo resultado. Pero ahora que los accidentes se suceden y las catástrofes espaciales parecen incrementarse, McBride es convocado para solucionar algo que está ocurriendo quizás en los confines del planeta. La noticia de que su padre, desaparecido hace veinte años cuando investigaba la vida extraterrestre, puede estar vivo lo conmociona. Pero la sugerencia de las fuerzas militares de que ese hombre modélico con el que tantas veces fue comparado puede estar causando el desastre final lanza a Roy al fondo de un pozo. En un momento en que los logros humanos en el espacio estelar parecen haber alcanzado su máxima aspiración, con una luna colonizada y Marte convertido en estación intermedia hacia un viaje más extenso, Roy McBride duda. Su viaje hacia Neptuno lo hará enfrentarse con el mayor peligro, su propia conciencia. Hasta entonces sólida y sostenida por pilares incorruptibles, siempre guiándolo por el camino correcto, Roy McBride recuerda que otra persona (su ex esposa) cuestionó su modo de ser, su dedicación obsesiva al trabajo, la inmersión total que lo alejaba de los problemas cotidianos. Intentando dejar de lado parte de su parte oscura, este caballero especial se dispone a enfrentar los mayores peligros. Ni los dragones del espacio, ni los quijotescos personajes que aparecen como desafíos imposibles podrán detenerlo. TIEMPO Y ESPACIO El director James Gray es capaz de embarcarnos en una aventura sin tiempo ni espacio, donde la Edad Media y el futuro rabioso se entremezclan con reflexiones sobre el hombre solo y en peligro. Cuando los viajes interplanetarios se pagan en cuotas y la comida rápida espera en una nueva estación que nos acerca a Neptuno, un recuerdo o la fragilidad de un sentimiento mal elaborada podrá, sin piedad, arrojarnos al desastre. Como "High Life", de Claire Denis, o "Interestelar", de Christopher Nolan, el director Gray con el notable diseño de producción de Kevin Thompson y el apoyo musical de Max Richter, más la apocalíptica fotografía de Hoyte Van Hoytema, cambia la configuración de algo llamado "ciencia ficción". Ahora la selva es más peligrosa y hasta los recuerdos protectores (Donald Sutherland) pueden hacernos un falso guiño.
Todo evento debe tener su organizador ideal. Y Claudia es lo suficientemente obsesiva, detallista y con la autoridad necesaria para cambiar lo que haya que cambiar. Por eso, ya sea un velatorio familiar o una boda no querida, se las arreglará para lograr equilibrar los aciertos y las dificultades para conseguir una organización ideal. La imagen de Dolores Fonzi recuerda a la Natalie Keener que Anna Kendrick encarnaba en "Amor sin escalas", la obsesiva compañera de trabajo de George Clooney, el despedidor por excelencia que viajaba por el mundo con la "santa labor" de despedir gente. Inmersa en un mundo personal, Claudia, luego de la muerte de su padre, juega el todo por el todo en los eventos que organiza, pero si la perfección es su norte, ansiedades y caprichos pueden desbaratar un mundo que aspira a ser perfecto. Confundiendo la tarea de wedding planning con la de consultora o detective de un casamiento de excéntricos, Claudia desborda entre invitados conflictivos, novias en duda (Paula Baldini), que contrastan con novios indiferentes (Julián Kartum), o padres desconcertados (Jorge Prado) GUIÑOS CINEFILOS La comedia, que se enriquece con las connotaciones cinéfilas de su director, abunda en referencias, alusiones y personajes que forman parte de remedos cinematográficos de conocidos directores y que De Caro evoca una y otra vez. Así, la historia toma distintos tonos y no se remite a un solo género, fluctuando según las situaciones que se suceden. Sin embargo, un guion de escasa solidez termina por descontrolar la narración y va mellando los recursos cómicos y deshaciendo lo que pudo haber sido un buen remate escénico. "Claudia" conserva el tono absurdo, pero no siempre su protagonista parece reconocerse en el mismo, mientras su ayudante, una eficaz Laura Paredes, es el complemento ideal de la planner en acción. "Claudia", de un director singular, Sebastián De Caro, mantiene ciertas constantes que se presentaban en alguna de sus realizaciones anteriores ("20 mil besos"), como el tono lúdico, juguetón y alterado que caracteriza esta exaltación de un oficio muy actual, al que suele incorporarse la parafernalia de la neurosis urbana. Cuidadoso diseño de producción de un filme que mantiene alto el rubro de la estética.
El universo musical contemporáneo está siendo poblado de comedias que de una u otra manera evocan ídolos populares, como "Rapsodia Bohemia" o "Rocketman", con Freddie Mercury y Elton John como referentes. Ahora se agrega la dirigida por Danny Boyle, que homenajea las canciones de Los Beatles. Jack Malik, un muchacho de Suffolk, hace música y se gana la vida como puede, tocando en un bar, en la plaza, en alguna pequeña discoteca, mientras apila mercadería en el supermercado del barrio. Vive con sus padres, sus primeros seguidores en su futuro musical, pero también tiene algunos amigos que lo admiran y por supuesto Ellie, la compañerita que desde el primario muere por él y celebra todo lo que hace, incluso su música. Si hasta oficia como representante y consigue pequeños festivales para que Jack cante. Pero un día cualquiera, mientras Malik viaja en su bicicleta, se produce un apagón. Y el apagón es mundial. Breve, sólo unos segundos. Al día siguiente Jack se despierta en el hospital. Chocó la noche anterior y por suerte sobrevivió. Pero es desde ese momento que cambia su vida, porque descubre que, como si fuera un hechizo, nadie recuerda más a Los Beatles. Ya no tiene sentido que él le diga a Ellie si lo atenderá cuando tenga 64 o repita otra vez al piano "Let it be". Google se lo confirma y desde ese momento Jack se propone que las canciones de Los Beatles no sean olvidadas y que él mismo las haga populares. COMEDIA LIVIANA Con esta original aproximación a un universo que está por perderse, se desarrolla una historia que muestra a Malik preocupado por las canciones de sus admirados Beatles y todo lo que hace para difundirlas nuevamente. Porque parece que en estos nuevos tiempos, las mejores melodías tardan en "prender". Liviana comedia con algunos momentos divertidos, cierta simpleza en el tratamiento de las relaciones, que terminan por causar ternura, y algunos estereotipos del ámbito musical (la productora discográfica, el amigo plomo que lo acompaña en las giras), que apuntan a la sátira de un mundo tecnificado. Buenas actuaciones de Himesh Patel y Lily James (la Lady Rose de "Downton Abbey"), junto con dos veterano de la comedia asiática británica, Meera Syal y Sanleey Bhaska, los padres de Jack, y el mismo Ed Sheeran como mentor del cantante.
El monte paraguayo. Dos hombres en medio de la nada. Un refugio precario, techo de ramas, dos sillas y una mesa, los únicos muebles. Y algún aparato de comunicación que de vez en cuando los acerca al mundo. Estamos en 1978 en Paraguay y mientras estos hombres intentan escuchar el Mundial por radio se ocupan de "los paquetes" que les llegan desde el río o por el monte. Porque ellos tienen un oficio, como ciertos insectos en su colonia, el de limpiar la zona. Con sus machetes, con sus palas, entierran muertos. Hombres y mujeres que desaparecen cuando los empujan suavemente, como disculpándose. El régimen debe tener todo tipo de gente, cada uno con su oficio, con su profesión, y algunos sirven para enterrar. En medio de los perros salvajes, a los que alude el mayor de los hombres, ninguno se atreve a hablar de lo que están haciendo. Ever Enciso encarnando al hombre más viejo parece haber nacido para esa tarea y su cara cortada a cuchillo no puede desprenderse de la tensión que lo domina. Cuando todo parece formar parte de la rutina de siempre, aparece un "paquete singular". Es alguien que está vivo y ellos no fueron preparados para lidiar con los vivos. El nuevo, un argentino, les desarticula la rutina. Y deberán tomar una actitud. A SU RITMO Filme minimalista de un realizador paraguayo, "Matar un muerto" es una obra que maneja muy bien la tensión. Los sonidos del ambiente, el monte paraguayo, están muy puramente registrados y no habrá ni un minuto de más en esta realización milimetrada. Los tiempos son lentos pero no muertos y siempre habrá un detalle que impida el tedio o la morosidad. "Matar un muerto" habla de la dictadura de Stroessner sin nombrarlo, de las matanzas sin visualizar nada más que algunos cuerpos tirados en el suelo o alguna mujer de rostro incaico que mira fijamente sin ver a sus futuros enterradores. La transmisión del partido del Mundial tendrá otra connotación en medio de tres hombres que no se conocen y uno de los cuales llegó sin avisar y estará al borde de la muerte más de una vez. Es que Pastor y Dionisio comenzarán a tomar conciencia real de lo que pasa cuando la vida les salte a la cara en la persona del argentino que tiembla de miedo ante la cercanía de la muerte. Filme con mínimos recursos y casi sin diálogos, "Matar un muerto" transmite el horror que rodea un mundo de cadáveres sin nombres desapareciendo en la tierra sin dejas huellas. Un estupendo director y tres actores dotados de la fuerza necesaria para sobrevivir en medio de la muerte.
Una pareja joven, Abel y Marian. Los suponemos felices. Cuando Marian habla de su embarazo la felicidad se amplía (eso pensará Abel). Pero ella le dice que el futuro niño es hijo de un amigo de Abel y le pide con dulzura que se vaya porque el tercero viene a instalarse. Esto pasa en los primeros cinco minutos de "Amante fiel". Lo que viene puede ser tan inesperado como esto. "Amante fiel" es la nueva película del actor y director Louis Garrel, un francés de poco más de treinta años, hijo de Philippe, otro director prestigioso. Lo singular de este Garrel es que su película es una representante de la nouvelle vague, nacida casi sesenta años después de su creación. Lo sorprendente es que tiene frescura y encanto, y un permanente tono lúdico que impide que nos la tomemos demasiado en serio. Con protagonistas que reflexionan en off sobre sus vidas, niños que siembran la duda sobre crímenes imposibles ante los amantes de su madre, y mujeres capaces de amar y engañar con la misma liviandad que tomar un vaso de agua, transcurre esta comedia luminosa, con muchos exteriores y luz de día (hasta en eso es "muy nouvelle vague") CONDIMENTOS Como su padre en "Amante por un día". el joven Garrell transita el fuego sin quemarse, siempre con elegancia. Nada pasional, salvo algunas manifestaciones de la chica Lily Rose Melody Depp, enamorada de Abel desde la infancia y que surge en esta comedia romántica para dar un poco más de condimento a la salsa. Entretenida, con buenos actores, hasta el director Garrell, que hace de Abel, lo es. "Amante fiel" divierte y vuelve lo amargo dulce con ese vaivén de situaciones que van del pasado al presente con soltura. Lejos resuena la risa de Jeanne Moreau en "Jules et Jim", pionera en transformar los peligrosos triángulos amorosos en armónicos y viables. Hoy, en momentos de empoderamiento femenino y con Louis Garrel de director todo es posible.
Secuela del filme "It", basado en el libro de Stephen King, que el argentino Andy Muschietti dirigiera hace dos años con un gran éxito internacional, la película vuelve con varios de sus actores y, por supuesto, con el payaso Pennywise. Pasaron 27 años y la ciudad de Derry sigue con su récord de asesinatos y desaparecidos. Pero uno de aquellos chicos, Mike (Isahia Mustafa), que integraba el Club de los Perdedores y enfrentó al "payaso asesino" con los demás, siente que todo vuelve a empezar. El es el único que se quedó en Derry, por lo que su llamado es una orden para los otros. Y así vuelven los amigos. Uno, escritor de policiales, Bill (James Mc Avoy); la chica del grupo (Jessica Chastain) convertida en diseñadora de modas, y el DJ Richie (Bill Hader), aquel que usaba anteojos. También está Ben (Jay Ryan), ahora arquitecto y flaco (antes su gordura provocaba acosos); Stanley (Andy Bean), hijo de Eddie (James Ransome), será también de la partida. El filme retoma al grupo de protagonistas y a través de flashbacks que recuerdan momentos de la historia personal de los chicos, mantiene el puente con el pasado que de alguna manera revive experiencias personales que se convirtieron en traumas y los acompañan aún hoy. Así, Beverly conserva la figura del padre abusador, en pareja con un tipo que la maltrata y del que huye, y Richie no puede evadir el pánico, todavía hoy, en el mundo del espectáculo. CON EXCESOS "It Capítulo 2", a pesar de mantener el interés, peca de desmesura en los efectos especiales, y en la duración del filme: dos horas y cuarenta y siete minutos. Todo se vuelve un poco denso y reiterativo, aunque la figura siniestra de Pennywise sigue manteniendo su cuota de inquietud y maldad. Atrás quedaron la sugestión de los globos rojos, que aún flotan en el aire, o esa atmósfera tan propia que unía a los chicos de pueblo contra un peligro común. Aunque la espeluznante escena del barco de papel y el pequeño George, una verdadera secuencia de terror en la primera parte, ahora se transforma en la escena con la niña que se pierde entre las gradas o la del laberinto en el "cuarto de espejos" del parque de diversiones. Buenos actores nuevos conviven con los de la película anterior. Jessica Chastain, la protagonista de "Mamá", el inicial éxito en cine de Muschietti, interpreta a Beverly, y Sophia Lillis, su versión adolescente. La joven es una nueva promesa del mundo del cine y estrenará otra versión fílmica de "Hansel y Gretel" el próximo año. Junto a ellas, una de las mayores creaciones del cine de terror, el sueco Bill Skarsgard como Pennywise, el payaso caníbal.
Un hombre a la deriva, encerrado en una nave espacial. En medio de la nada y enviando información a la Tierra, tan lejana. No se sabe muy bien cuál es su misión. Sólo lo seguimos lentamente en esa suerte de hospital desolado, apartando viejos elementos o apretando botones en un ritual interminable. "Monte" tiene también otras tareas, como ir tirando al espacio, cuidadosamente embalados, a los compañeros muertos durante la travesía. Como Miriam (Catherine Deneuve), la vampira de Manhattan de "El Ansia", su tarea necrófila no tiene fin. Sin embargo, el llanto de un bebé parece sostenerlo en pie, suspendido ante el misterio de la vida. Monte intercambia gestos corporales con su balbuceante compañero, no sonríe, simplemente parece esperar alguna señal. Así, con esos pocos elementos, se inicia la odisea espacial de una de las grandes realizadoras de nuestro tiempo, Claire Denis ("Bella tarea"), esa que como Bergman o Tarkovski indaga en la esencia de la especie humana. Con mínimos diálogos y esbozos de situaciones, el espectador conocerá a Dibbs (Juliette Binoche), una médica más cerca de Mengele que de Schweitzer, condenada a experimentar con la tropa mixta del navío. Por eso, quién sabe, su venganza es violentar los cuerpos que la acompañan, para su propia satisfacción. Y Monte, el más solitario de todos, puede convertirse para ella en una obsesión, y su soledad, en un desafío. Transporte espacial salido hace años de la Tierra, su carga de condenados a muerte va perdiendo la esperanza de ganar la libertad en alguna otra galaxia. Ya están comprendiendo que el engaño es la única realidad. DIARIO INTERIOR El filme de Claire Denis, con su estructura de diario interior, replantea el tema de las relaciones de poder, la desigualdad de los seres, la inhumanidad de una sociedad tecnológicamente avanzada, capaz de violentar a unos para que sobrevivan otros. Pero también, en una concepción desesperanzada, parece rescatar la necesidad de celebrar lo corporal a pesar de todo (rituales de Dibbs con sus pacientes), de mantener la vida hasta el momento final y observar a nuevos seres, naturales o de probeta, como una posibilidad de que lo conflictivo de la esencia humana vaya mutando con el tiempo. Como ese huerto de luces artificiales que crece en un rincón de la nave en medio de la incógnita del futuro. Hipnótica y angustiante, "High Life" revitaliza el género de la ciencia ficción y lo catapulta, como "Solaris", aquella creación que unió a Tarkovski y al polaco Stanislaw Lem, hacia un campo creativo inagotable. En el centro de todo, el cimbreante acompañamiento sonoro de los Tindersticks y dos actores inolvidables, Robert Pattinson y Juliette Binoche.
Frances se siente sola en Manhattan. Muy joven y recién llegada, con la muerte de su madre reciente, el encuentro de un objeto en el subte le cambia la vida. Una cartera fina y con tarjeta que indica una dueña y una dirección parece una aventura interesante de vivir. Aunque ella no lo sabe, ese objeto perdido equivale a las migas de pan de Hansel y Gretel, que en vez de llevarla de vuelta a un hogar, la destinan al placer de una Bruja. La dueña del bolso, como ella, dice estar sola, su hija ya dejó la casa y ella, pianista y viuda se distrae con Liszt y "Sueños de Amor" (no por nada la Huppert, de ella se trata, practicó solfeo y teoría en la peli de Hanneke). Planteada la situación, lo peor está por venir. Y no por previsible atrae menos, porque la película es de Neil Jordan ("El Juego de las lágrimas") y la protagonista, la Huppert, ese tipo de actrices con chasqueando dos dedos es capaz de comerse la platea. Thriller psicológico de los tradicionales, pero no por eso menos eficiente, "La viuda" reúne los tradicionales ingredientes del género, nada notables, pero francamente atractivos. Hay atmósfera, buen ambiente, la villana tiene todo lo que se precisa para atraer y luego perseguir a la víctima y la Moretz es la ingenua ideal para tanta maldad. Con los recursos del policial negro, evocando la villana de "Atracción fatal", algún toque de humor y las huellas de los viejos cuentos de Grimm, "La viuda" es un particular regreso del director de "El juego de las lágrimas". Jordan es un buen maestro del engaño y la ambigüedad, ya sea jugando con Jay Davidson (allá en el tiempo con la peli que le dio un Oscar) o con la dueña de una cartera con estilo.
Brisa sabe que puede manejar situaciones o intervenir en ciertas decisiones durante la filmación de su nueva película con ese director tan soberbio. Incluso puede llegar a aconsejarlo o presionar sobre el staff. Es una actriz importante, capaz de imponer su condición de diva. Pero nada puede hacer cuando sale a la calle y se convierte en la madre de Hilario, ese hijo drogadicto que se mueve siempre al borde del abismo. Cómo pensar que duerme en un container de basura o se desmorona de frío cuando la droga lo tira de madrugada a los brazos de una resignada Brisa, sola para recibirlo y ayudarlo. Porque Brisa está separada y su ex tiene otra casa, otros hijos para mantener y preocuparse, aunque siempre hable con ella y le aconseje sobre cómo ser una madre no tan sacrificada. "Baldío" es la travesía solitaria de una mujer exitosa en la profesión, que no puede dejar de ser una madre presente. Es que tantas veces se jugó para solucionar la adicción internándolo o aislándolo en su casa. Pero Hilario huye y se resiste a la salvación. Ahora Brisa está intentando que el chico acepte la internación y no le desvalije la casa para comprar droga. Entre una vida glamorosa como actriz y diva de estudios y la maldita realidad, Brisa no aguanta más. Parece que ese hijo-problema hasta le impide la vida afectiva con una nueva pareja o la complicada filmación de una flamante película. CAOS DE LA DROGA Esta es la última película de Mónica Galán, con cuarenta años en el medio y más de treinta películas y tiras televisivas realizadas. Su gran ductilidad le permitió ser todo tipo de personajes, desde la Victoria Ocampo de "El mural" hasta la Perichona de "Cabeza de Tigre", pasando por vengadoras y mujeres malas. Pero siempre fue llamada como actriz secundaria, a pesar de sus excelentes actuaciones. "Baldío" es una idea original suya, que con guión de su amiga Inés de Oliveira Cézar y su sobrina Saula Benavente, le permitió en el final de su vida (ella lo sabía) asumir un protagónico. Y aquí demuestra una vez más su talento, la fuerza que es capaz de infundir en esa madre al borde del caos de la droga. En un filme de medios tonos, pero también de estallidos (los golpes de su hijo en la puerta de su casa de madrugada, la debilidad prepotente de su cuerpo tirado en la calle), Brisa demuestra que puede dar vida a una diva y en contrapunto, desangrarse en el oficio de madre, con el mismo carisma y la necesaria templanza de la mujer frente a la necesidad familiar. TOQUES POETICOS "Baldío" transmite ese mundo de emociones y sentimientos del universo femenino, clásico en la filmografía de Oliveira Cézar, y la densidad del desasosiego en tiempo de espera. Ciertos toques de humor, necesarios para balancear semejante densidad, aparecen con la locura de la filmación o las búsquedas del paradero de Hilario, que Brisa emprende con otra actriz, su mejor amiga (estupenda Mónica Raiola). El filme, con toques poéticos que pasan por la fotografía y la música, a pesar de la esencia dramática del tema, no cae en excesos ni golpes bajos. Pocas veces el punto de vista de aquellos que sufren por sus seres queridos en manos de la droga ha sido tratado. "Baldío" lo logra plenamente, hace sentir lo que ellos sufren y pierden en la lucha. Esta producción logra reunir la estética, la autenticidad, la emoción (no perder la escena final), y cristaliza para siempre la figura de una gran actriz, Mónica Galán.