Una vez, un amigo me contó que su papá le contó que El “Polaco” Goyeneche dijo algo así: “El tango te espera. Es paciente. Cuando menos te lo esperes ahí va a estar para decirte lo que sos”. No es una verdad de Perogrullo créame y la película Tata Cedrón: el Regreso de Juancito Caminador está para ser descubierta, quererla y nunca olvidarla...
De vez en cuando surge alguna producción en Hollywood que contradice esa frase hecha para definir las secuelas: segundas partes nunca fueron buenas. Tal es el caso de Happy feet 2: el pingüino. El primer acierto se encuentra en la elección del personaje protagónico. Ya no se trata de la historia de Mumble sino la de su hijo Erik, quien sufre algo parecido a lo que le sucedió a su padre: se siente distinto a los demás, como si estuviera en el lugar equivocado, es decir “no encaja”. Difícil no sentirse así cuando en la secuencia inicial donde el pingüinaje canta, baila, y “percusiona” con los pies en forma extraordinaria, en tanto el cachorrito apenas si mueve los pies tímidamente. Algo similar le sucede a Ramón, pero fundamentado en el hecho que las chicas no le “dan bola”. Como consecuencia éste decide irse con su acento puertorriqueño a otro lado, seguido por Erik acompañado por un par de colegas que, en realidad, quieren que vuelva. La historia comienza su desarrollo cuando llegan a otra zona, donde se encuentran con una especie distinta de pingüinos liderada por Sven, una variedad de ave del mismo color (blanco y negro) admirada porque puede volar. Sven lleva adelante su grupo bajo una consigna que repercute, especialmente en Erik: “si te concentras, si crees, entonces sucederá” Los guionistas George Miller, Gary Eck, Warren Coleman y Paul Livingston disfrazan el conflicto real (un chico que se siente excluido) con una gran masa de hielo que se desprende por el calentamiento global, encalla en la costa de la familia de Erik, y deja a todos los animales atrapados entre paredes gigantes de hielo. Mumble va en busca de su hijo, y será la oportunidad para afianzar la relación, además de intentar el salvataje. En realidad los viajes y desafíos que cada personaje va realizando en pos de solucionar este problema van concatenando los temas y mensajes que aborda “Happy Feet 2: El pingüino”: lazos familiares, la amistad, la confianza en uno mismo y, por supuesto, las consecuencias de romper la cadena alimenticia, la preservación de las especies y el ya mencionado calentamiento global. Estos conceptos sobre la ecología son apoyados por una subtrama que, si bien no le agrega nada a la historia, sirve como excusa para poder explicarlos. Se trata de un cardúmen de camarones que se va desplazando bajo las aguas antárticas. Entre los miles que conforman el grupo están Bill y Will. El primero está aburrido de pertenecer a una sociedad con el mismo destino (ser alimento para ballenas) y decide abandonar la masa para observar el entorno desde otro prisma. Su idea va más allá de ver el mundo. El camarón decide hacerse carnívoro junto a su compañero, que lo sigue más por amistad que por convencimiento del discurso. La dinámica de la compaginación tiene las pausas justas para que los chicos puedan procesar todo, en tanto la música no abusa de coreografías aburridas. Es más, en este sentido le recomiendo ir a la disquería para conseguir las superlativas versiones de dos temas de Queen, especialmente “Under Preassure”. Se destaca la alta performance en la calidad del doblaje, encabezado por René García como Nestor, con el gran Humberto Vélez aportando su voz a Ramón, y los brillantes aportes de José Antonio Macías y Carlo Vázquez como los dos camarones Happy Feet 2: El pingüino” se supera a sí misma, e incluso los pasajes que llaman a la reflexión han sido resueltos de manera clara y concisa. Una de las buenas opciones para una salida al cine con los chicos.
El discreto encanto de la poesía Está terminando el año y la posibilidad de ver más cine proveniente de Asia en nuestro circuito es realmente muy difícil. No quiero sonar desalentador, pero en 2011 se estrenaron sólo cinco producciones del continente más grande de todo el planeta. Tres de Israel (“Ajami”, “Líbano” y “Una misión en la vida”); una de Tailandia, la discutida “El hombre que podía recordar sus vidas pasadas”, y, finalmente, un mamarracho de Japón, “Actividad paranormal 0. El origen” Se imaginará el lector que esto no es lo único que se filmó en Asia ¿verdad? A pesar de estos avatares de nuestro circuito, Corea del Sur suma una pequeña joyita llegando sobre el final de la temporada. En la apertura de la historia una escena nos presenta a un grupo de chicos jugando en las márgenes de un cause de agua, llamándoles la atención algo que flota en el río. Ese “algo” es el cuerpo sin vida de una adolescente. Luego de ese primer impacto, el espectador tendrá la hermosa posibilidad de conocer a Miya (Joeng-hei Yun), una anciana que vive con su nieto Jongwook (Da-wit Lee) en un sencillo departamento. Miya tiene una forma de transcurrir la vida absolutamente terrenal y lógica. El mundo estableció sus reglas y ella simplemente las sigue. Su trabajo consiste en cuidar a un anciano que vive en el piso alto del supermercado del cual es dueño. Aunque está en la la etapa final de su vida, con una suerte de hemiplejía que apenas lo deja balbucear algunas palabras; se las arregla para establecer un vínculo con su improvisada enfermera. En uno de los tantos días, camino al súper, ve una ambulancia trayendo el cuerpo de la muchacha ahogada, y a su madre desconsolada. Este hecho coincide con un diagnóstico de Alzheimer que Miya recibe luego de una consulta rutinaria a partir de un cosquilleo en el brazo, y la referencia que a veces se olvida el nombre de algunos objetos. Ambos sucesos establecen los parámetros necesarios para que la protagonista asista a un curso de poesía, un arte por el que se ve atraída casi instintivamente. Claro, ella necesita reglas para todo, razón por la cual cuando comienza a buscar inspiración se da cuenta de que su vida se basa en lo concreto, y que no es allí donde se la puede encontrar. El profesor da una tarea a su clase: tienen un mes para escribir una poesía. El realizador de “Sol secreto” (2007) Chang-dong Lee utiliza los elementos básicos de la vida de Miya para iniciar en ella un recorrido interno por las atrocidades que va descubriendo, una vez enterada de que su nieto y otros cinco compañeros de clase fueron los que abusaron,y violaron a la niña rescatada muerta de las aguas.. El guión plantea dos carriles por los que se desarrolla la historia: La angustia por la falta de inspiración para escribir y el dilema moral de hacer o dejar de hacer lo correcto respecto de su nieto, cuya madre está ausente en otra ciudad. La obra fílmica, con una dirección de arte espléndida, va instalando lentamente un clima de incertidumbre matizado con los altibajos anímicos que afectan a Miya. El guión, del mismo Chang-dong Lee, aporta todo lo necesario para establecer su punto de vista sobre la superficialidad del alma y algunos valores en vías de extinción. Para ello se vale fundamentalmente de dos elementos: los encuadres cerrados y la superlativa actuación de Jeong-hie Yun, quien regresó a la pantalla grande después de varios años de ausencia, para reflexionar sobre la poesía que está desapareciendo y que resulta cada vez más difícil encontrar inspiración en el mundo tal cual está planteado actualmente. Esta parece ser otra de las inquietudes del realizador, plasmada en esta obra que encuentra en la sencillez un modo brillante de hablarle al espectador. También se hace esta pregunta respecto del cine, pero en tanto siga filmando así difícilmente desaparezca.
La película Reto de Valientes viene precedida de una historia bastante particular. Está producida por Sherwood Pictures, una compañía fundada por los hermanos Alex y Stephen Kendrick...
Partamos de una premisa: No se puede argumentar sobre lo que no se conoce. Dentro del material de prensa y en los créditos de Orillas, hay una frase que dice “Se calcula que hay mas de dos millones de afrodescendientes”...
Desde que en 2001 Dreamworks rompió los esquemas de cuentos clásicos con la indispensable Shrek, hubo varios intentos de descontracturar el esqueleto narrativo de cuentos clásicos, llevando los personajes a otro plano. Digamos que la característica principal se basa en el “Y que pasaría si…
Una invitación a retroceder en el tiempo con una mirada nostálgica y feliz nos es algo común en estos días. La simpleza narrativa y personajes creíbles son las dos virtudes sobre las que se apoya Un Amor de Paula Hernández...
Crónicas de la Gran Serpiente es otro de los documentales que es estrena esta semana cuya temática se centra en los pueblos originarios. Tiene un comienzo más que interesante con imágenes fabulosamente encuadradas y fotografiadas que muestran montaña, río, desierto, piedra, cerro, valle…
¿Por qué? Solo quiero saber eso. ¿Por qué? Ya ni desde el título se deja lugar a la sutileza. A veces hasta prefiero que me engañen, le soy sincero. Aquí parecía que sucedía. Fundido negro. El grito en off de un niño llamando a la madre. Imagen de ella despertando. Escucha al niño y cuando abre la puerta lo ve en el pasillo rodeado del fuego que incendia la casa. Ambos morirán quemados ante la atenta mirada de una especie de gárgola demoníaca que lo contempla todo. Corte. En realidad, Joseph (Timothy Gibbs) estaba soñando (una vez más) todo esto. Son las 11 y 11 según su reloj. Me da la sensación de que este numerito es importante. Un cartel dice que es el 7 de Noviembre de 2011, con lo cual ya no tenemos dudas de cuando será el momento del climax de acuerdo a lo que reza el póster. Joseph se nos va revelando como un viudo, escritor de novelas que él mismo detesta pero los fans aman. Hace mucha plata y su editor está contento. Pero esta pérdida importante le ha hecho perder la fe en Dios y en casi todo, mientras asiste a un grupo de contención en donde conoce a Sadie (Wendy Gelnn), otra víctima de viudez por accidente, quién trata de conectarse con el escritor. Mucha suerte no le trae porque a cuatro minutos de encontrarse el hombre se pega un tremendo palo con el auto. Igual no le pasó nada, aunque recibe un llamado de su hermano Samuel (Michael Landes) avisándole de la agonía de su padre (Denis Rafter), lo que lo mueve trasladarse a Barcelona. No parece muy convencido del motivo del viaje, y nosotros tampoco, pero ya que viaja igual seguimos mirando. El hermano anda metido a sacerdote en una capilla instalada en la enorme casa donde vive con su papá. A partir de este momento la información dada al espectador no solamente no deja un solo segundo librado a la imaginación, sino que irá transformando el verosímil bien instalado al principio en una concatenación de hechos contradictorios a la idiosincrasia de cada personaje. El director insiste con dividir su película por días con la sana intención de acrecentar la tensión, pero esta no llega nunca a levantar porque gracias al guionista el espectador irá intuyendo todo lo que pasa y preguntándose cómo es posible que Joseph no se de cuenta. A esto hay que agregarle el espantoso y anacrónico recurso de hacer “razonar” al personaje con un racconto de imágenes y diálogos mostrados en la película. Una forma horrible de maltratar al personaje el un guión, sólo para dejar en claro que “le cayó la ficha”. También es una manera encubierta de subestimar la inteligencia del espectador. De todos modos no son los únicos desaciertos. La fotografía tiene un filtro gris todo el tiempo, como si la vida del protagonista no fuera ya lo suficientemente oscura. Esto lo sufre Barcelona, todo el resto de los exteriores y los otros personajes. Imagíneselo decorado con una banda de sonido que sólo aporta los “chanes” de los sobresaltos. En definitiva, los 15 prometedores minutos iniciales se van diluyendo en una historia que desvaría en ritmo narrativo y logra que cuatro días parezcan siglos. Lo hemos dicho durante el año. No tiene caso volver con la misma reflexión. La 17ª película de terror del año es floja y no aporta nada para salvar este género en lo que queda de 2011.
Luego de muchos años de ver cine uno se vuelve escéptico al ver un afiche que dice algo así como “300.000 espectadores en Colombia, récord total, etc, etc.” Terminada la proyección de El Jefe, cabe preguntarse cómo hizo para convocar a tanta gente. O era gratis o era la única película en exhibición que había. Es lo único que podría justificar tamaña presencia ante semejante mamarracho...