La directora y guionista china Xue Xiaolu vuelve a reunirse con Tang Wei y se vuelca a un thriller con acción basado en un caso real. Se estrena en VOD en iTunes y Google Play. Después de dirigir a Jet Li en su primera película dramática, Ocean Heaven, y de sus películas románticas Finding Mr. Right y Book of love (ambas disponibles actualmente en Netflix), Xue Xiaolu se torna ambiciosa con una historia con acción e intriga. Complot internacional empieza con una impactante secuencia: un terremoto devastador azota Malawi. Una poderosa corporación australiana acepta hacerse cargo y ayudar a los necesitados. Pero no todo es lo que parece y, pronto, un ingeniero chino se ve dentro de una trama de corrupción y secretos. Por supuesto, no falta la historia de amor. La mujer que se cruza en la vida del ingeniero es alguien de su pasado que reaparece, ahora que él es un hombre de familia, casado y con un hijo. Después de pasar la noche juntos, esta mujer (interpretada por la actriz fetiche de la directora, Tang Wei) sale apurada para no perder el vuelo y luego él recibe la noticia de un accidente fatal que sufrió el avión y no dejó sobrevivientes. En Complot internacional pasan mil cosas. Esto es sólo durante los primeros minutos de las dos horas y cuarto de película. Hay muchos personajes y detalles que fácilmente pueden pasarse por alto entre tanta parafernalia así que, cuando sucedan vueltas de tuercas o revelaciones bruscas, se apela al flashback recordatorio y explicativo. Aunque la película tenga sus fundamentos en un caso real, Complot internacional apuesta a tramas y resoluciones increíbles que muchas veces no tienen demasiado sentido. Estamos ante un guion recargado y forzado que, aunque no apele a un tono realista, no consigue ser verosímil durante muchos momentos. Algo parecido pasaba con las comedias románticas que la directora realizó previamente: el destino terminaba jugando un papel tan importante que era fácil resolver encuentros. Aunque acá no sea tan evidente esa noción, como cuando dos personajes se encuentran del otro lado del mundo en el mismo lugar en el mismo momento, todavía queda algo de esa idea dando vueltas. En cuanto a la dirección, la acción es uno de los puntos que el film sabe aprovechar. Así, hay persecuciones entre las vías del tren, o en la planta de gas, o entre automóviles, explosiones. Cualquier excusa es buena para mostrar lo que se puede hacer con un poco más de presupuesto y en ese sentido la directora se demuestra capaz. Complot internacional es una película que sabe hacer uso de su notable presupuesto y no escatima a la hora de mostrar acción. Sin embargo, cuando se trata de generar suspenso y abrir historias impactantes se termina enredando en su espectacularidad. Los personajes tampoco son su punto fuerte, están plagados de clichés.
Impulsado por Baltazar Tokman, Murciélagos es una película colaborativa realizada en esta época de cuarentena. Su fin es solidario: recaudar fondos para el Banco de Alimentos y se podrá ver y colaborar a través de la web de Amnistía. Murciélagos está compuesta de varias historias escritas, a excepción de una, por Virginia Martínez, que se van relacionando entre sí por su contexto: estamos encerrados, en cuarentena, porque hay pandemia de una enfermedad viral que aparentemente se propagó por culpa de una sopa de murciélago. “Sopa de vampiros”, dice el protagonista de una de las primeras historias: un hombre que hace caso a cada indicación recibida (cubrirse el rostro al salir, desinfectar todo al llegar) pero también está lleno de teorías conspirativas. A través de los variados relatos se van exponiendo diferentes maneras de ver y vivir la vida en tiempos de cuarentena. Se destaca, entonces, una de las historias más simples pero redondas dirigida por Hernán Guerschuny: una mujer que en videoconferencia con su plomero por una cañería tapada termina teniendo una relación muy íntima con él, más allá de no verse en persona. Un claro reflejo de lo que son hoy en día casi todas las relaciones: virtuales. Moro Anghileri y Carlos Belloso interpretan a estos dos seres que se encuentran a través de una pantalla. El segmento que dirige Tamae Garateguy, sin embargo, apuesta a hablar de encierro, de no salir nunca más, de un modo más extremo y fuerte, y no por eso menos real. Acá entra en juego la violencia de género y con un tono más cercano a la filmografía de la directora. A continuación volvemos a otra historia pequeña. Un hombre (Luis Ziembrowski) viviendo de prestado, momentáneamente (o lo que decida la cuarentena), en un monoambiente junto a su hija después de haberse separado. A lo largo de pocos minutos, en este segmento, dirigido por Paula Hernández, se tocan diferentes temáticas, en especial el de la educación en casa. El que le sigue empieza con otro tema presente en cuarentena: el embarazo avanzado. Pero al menos el guion y el estilo audiovisual lo llevan para otro lado, con la excusa de la búsqueda del nombre de ese hijo o hija por venir al mundo. Después, una pareja separada confinada es otra de las premisas. Ellos intentan dividir sus espacios y sus momentos en un lugar pequeño. Se encuentran y desencuentran en medio de una convivencia forzada. Sin embargo, acá terminan tomando protagonismo los balcones y la interacción a través de ellos. Oscar Martínez protagoniza una de las últimas historias, interpretando ni más ni menos que a un médico. Además de ver aquello que ya sabemos que ha sucedido con muchos de ellos (los escraches en el edificio por estar en constante contacto con enfermos y la hipocresía de aplaudir a las nueve de la noche agradeciéndoles su labor), antes que nada vemos a un hombre muy solo que habla por teléfono primero con un hombre que le alcanza canastas con comida y luego con su hija, con quien tiene una conversación que para él es muy importante y que, seguramente, preferiría tener en persona. Y después, a lo largo de toda la película, está la historia que dirige Baltazar Tokman y protagoniza Peto Menahem, como un hombre en reposo después de una operación y una presencia que se revela al final. Murciélagos es como un collage de historias que resulta desparejo y, además, tiene las limitaciones propias de un proyecto hecho de manera rápida y con recursos limitados, en especial en locaciones. De todos modos, a lo largo de su corta duración (poco más de una hora) nos enfrenta con situaciones que, en otro contexto, podrían haber sido extraordinarias y hoy se convirtieron en parte de nuestra cotidianidad.
Se estrena a través de iTunes y Google Play una comedia chilena dirigida y protagonizada por Boris Quercia (Sexo con amor). ¿Cómo andamos por casa? es una comedia de enredos familiares con un estilo más cercano a la televisión de hace unos años. Una familia tipo conformada por un matrimonio heterosexual y sus dos hijos. El hombre (el además director y guionista Boris Quercia) trabaja en una compañía donde no destaca y se la pasa admirando y deseando lo que tienen sus vecinos: desde el auto lujoso y nuevo hasta la mujer de curvas pronunciadas. La mujer, la madre de la familia, tiene la suerte de tener su local propio pero lo cierto es que nadie entra en él. En un momento se abre ante su marido y le dice que se siente “como si te invitaran a almorzar pero no hay postre”. Esa frase ingeniosa y de fácil identificación será llevada hasta lo más explícito cuando durante una tranquila mañana en su local, después de escuchar en uno de esos programas que le gustan a alguien hablar sobre la necesidad de resolver cosas del pasado, el mismo pasado entra por la puerta: un ex amor con el que compartirá algunos almuerzos, con postre incluido. Los hijos también cumplen cada uno una función muy específica y estereotipada. El niño no logra adaptarse y sufre el bullying constante por parte de sus compañeros, siempre en silencio, ya que nadie en su familia repara en su presencia. Su hermana, sin embargo, se lleva la mayor atención de sus padres porque compite en natación y de hecho es quien motiva gran parte de la historia: si se junta el dinero suficiente ella puede ir a competir a Brasil, ya que las condiciones las tiene. A grandes rasgos, ¿Cómo andamos por casa? muestra a sus protagonistas no sólo lidiando con sus propias vidas, sino intentando conseguir más dinero. Intentar pedir un ascenso, tomar dinero prestado de un compañero copado, meterse en un extraño negocio que involucra apuestas, rentar un cuarto por Airbnb. Si bien hay una clara intención de retratar a esta familia disfuncional desde lo irónico, de mostrarnos a personajes “perdedores”, que sabemos que nunca se saldrán con la suya -al menos no del mejor modo-, lo cierto es que cuesta mucho empatizar o, incluso, soportar a muchos de estos personajes. Estamos ante una comedia que atrasa: desde las constantes burlas a su huésped proveniente de España como hasta la inclusión de algún “chiste” homofóbico y ni mencionar la resolución que tiene el matrimonio, aquella en la que la mujer decide gastarse su resto de dinero en algo superficial que, en realidad, terminará disfrutando más el marido, lo cual incluso se contradice con la idea de egoísmo que ronda todo el tiempo en el relato junto a sus personajes. ¿Cómo andamos por casa? muestra un montón de lugares comunes y personajes estereotipados. Una comedia que no causa mucha gracia y que pretende reírse de cómo se ven a ellos mismos, personas de clase media que intentan sacar provecho de los demás.
Un nuevo estreno llega a las pantallas de Cine.Ar TV y Play, esta vez un documental dirigido por Pablo Ignacio Coronel que estudia el fenómeno de la cumbia y se propone llevarlo por el mundo. El nuevo documental dirigido por Pablo Ignacio Coronel, con guion de Analía Bogado, “una road movie musical” como la definen, comienza con la idea de mover la cumbia a través del mundo y primero se va a Europa. La voz en off de su director nos narra, a lo largo de diferentes momentos de la película, lo que van haciendo a medida que reflexiona sobre el tema que pretende estudiar: el fenómeno de la cumbia. Lo que parece mover a su protagonista es el hecho de que un género musical considerado menor sea capaz de movilizar a tanta gente. Esas primeras imágenes en un festival de música en Portugal nos confirmarían que sí, que la cumbia funciona por sí sola en cualquier lugar con mucha gente, que ésta, inevitablemente, comenzará a moverse con sus acordes. ¿Qué es la cumbia que provoca esta energía pacífica y alegre?, se pregunta. Y así se mueve entre diferentes testimonios de América Latina para explorar sus orígenes inciertos, con aportes valiosos de bandas como Los Mirlos. Algunos afirman que nació en Colombia, alguna dice que en México. Cuando el film se mueve por lugares donde la cumbia es un estilo asimilado y conocido, popular, Cumbia que te vas de ronda parece una película. Cuando viaja y se va a lugares como Japón, Camboya, Vietnam o Filipinas, parece otra. La primera parte es un poco más reflexiva. No sólo se intenta llegar a sus orígenes sino que también se piensa en el futuro. Un optimista peruano dice, por ejemplo, que este va a ser el siglo de la cumbia, aunque una cumbia alejada de su estilo clásico, con mezclas modernas. Un poco de eso también se ve a lo largo del documental, una cumbia con reggae, una cumbia con hip hop, una cumbia más electrónica. Pero cuando sus protagonistas, una banda conformada por parte del equipo técnico, llegan a Japón se estudia a la cumbia desde otro lado. ¿Será posible que los japoneses también disfruten de dejarse llevar por los sonidos de una cumbia latina? Cumbia que te vas de ronda se estanca un poco en estas partes del viaje, se torna más repetitiva. Incluso a Europa se le había dedicado menos tiempo, quizás porque allá ya está un poco más asimilada, los idiomas son los mismos o parecidos, y de repente ahora vemos que hay lugares donde la presencia de la cumbia parece desentonar y no tener nada que ver con esta gente. Como podemos imaginar, la película lo va a desmentir, nos van a mostrar a gente bailando y sonriendo, porque ahí está el espíritu de la cumbia. A nivel narrativo, donde falla principalmente es en la presencia de la voz en off que, a veces, puede resultar reflexiva y disparar preguntas interesantes, pero en su mayoría no hace más que recalcar lo que estamos viendo, demostrando que es innecesaria. Además, en ese sentido, la película parece ser un ensayo poco profundo sobre su objeto de estudio, y parece un poco desordenado entre sus ideas. Cumbia que te vas de ronda es un documental entretenido y amable que logra transmitir lo que la cumbia genera en sus realizadores, demostrando que hay una alegría contagiosa alrededor. Pero también resulta un poco desprolijo a nivel narrativo
Llega a las pantallas de Cine.Ar TV y Play un documental sobre el basquetbolista Fabricio Oberto que nos muestra su vida después del retiro. Dirigida por Alejandro Harttman, y escrita por Iván Tokman, Reset, volver a empezar es un documental sobre la figura de Fabricio Oberto. Pero en lugar de repasar su carrera, el foco está en otro lugar, más íntimo, más personal. A lo largo de todo el documental veremos a Fabricio Oberto en una cantidad importante de actividades: pescar, dar entrevistas, hacer de comentarista de algún partido, asistir a clases de canto, ensayar con su banda, tocar con ella en un bar, dar una clínica de básquet, practicar tenis, andar en moto, escalar el Aconcagua. Lo veremos en Buenos Aires, en Bahía Blanca, en Córdoba, en Santa Fe. Ese es el Fabricio Oberto después de retirarse de la carrera que lo consagraría. La imposibilidad de vivir sin presión y de quedarse quieto son temas sobre los que reflexiona mientras es evidente que extraña la competencia. El documental también es una especie de retrato del fin de la llamada Generación Dorada. No es casual que en el tercer acto se suceda el retiro de Manu Ginóbili, otro de sus colegas con los que lo veremos a Oberto conversar de una manera más íntima y además, sobre todo y porque ahí radica quizás el núcleo del film, expresar diferentes maneras de llevar adelante el retiro. Entre los encuentros de Oberto con sus ex compañeros, que se van viendo a lo largo de toda la película, se abre un abanico con las diferentes maneras de asimilar el retiro. Cada uno lo vive y experimenta de una manera distinta, pero algo siempre hay en común: el amor por el deporte que les dio todo. Los sacrificios, sí, la competencia, la demanda, pero eligiendo ellos quedarse antes que nada siempre con lo positivo, lo lindo. El “reset” del título, ese volver a empezar, tiene además un significado mayor para aquel a quien lo han reseteado, más de una vez, a causa de su problema del corazón. Reset, volver a empezar es un documental interesante antes que nada por lo intimista. A lo largo de poco más de una hora muy ágil y con un montaje destacable, sirve para conocer mejor a la persona antes que al deportista y también nos enfrenta con una pregunta que cada tanto deberíamos hacernos: ¿cuál es el próximo desafío?
La última película del director Marco Berger, que llega a las pantallas de Cine.Ar TV y Cine.Ar Play, El cazador, es un drama con un poco de thriller que pone en foco el mundo de la pornografía infantil que se comercializa a través de la deep web. Ezequiel es un adolescente que, en pleno despertar sexual, sabe muy bien quién es y qué quiere. Lo que no sabe es cómo conseguirlo y, mucho menos, abrirse al respecto ante su familia. Él, solo, de manera introspectiva, pasa de algunos encuentros frustrados a conocer a un skater que le gusta y, todo indica, que es recíproco. Casi la primera mitad de la película es eso: una historia entre dos chicos que se conocen y deciden pasar una noche juntos. Pero lo que parecía un fin de semana idílico, utilizando la casa de un primo mayor, pronto se evapora. Después de pasar esa linda noche, y de despedirse al otro día, Ezequiel no vuelve a saber del Mono, el muchacho en cuestión, un poco mayor que él. Sin embargo, en el afán de Berger por explorar otras aristas, la historia pronto se va tiñendo de un tono oscuro que ya se venía anticipando en la música y los planos largos, en ese clima enrarecido construido. Sin proponérselo, y al mismo tiempo sin encontrar una salida, Ezequiel se ve envuelto en un mundo peligroso. De repente no le queda otra opción que hacer eso que le hicieron a él, es la única manera que tiene de salvarse. En este sentido hay varios aspectos que hacen de El cazador un film muy interesante y arriesgado. Por un lado, que más allá de introducirse en una temática muy densa lo hace desde un lugar observacional, un poco frío quizás, pero que nos permite ser testigos sin que nos planteen dilemas morales: intuimos todo lo que le puede pasar por la cabeza a Ezequiel, pero más a través de sus silencios que de lo que le escuchamos decir. Por otro lado, otro aspecto rico del film radica en el retrato de la familia, en lo difícil que es, sobre todo a cierta edad, poder mostrarse ante ella tal cual es uno y, al mismo tiempo, pedir ayuda, mucho más si ambos aspectos están relacionados. El cazador entonces tiene como protagonista a Ezequiel, pero en la segunda mitad se aleja de su punto de vista para profundizar en un personaje que habíamos visto al principio, aquel que ahora ocupará el lugar que ocupó él. Allí también se contraponen dos etapas diferentes del despertar sexual, porque éste es más joven aún que él. Las interpretaciones son fundamentales: Juan Pablo Cestaro, que se carga el film al hombro con un registro contenido y al mismo tiempo lleno de capas, Lautaro Rodríguez (Acusada, Mi mejor amigo) que aporta la dosis justa de seducción, y Juan Barberini (Fin de siglo, El incendio) en el papel del adulto que se presenta como compinche para luego develar una faceta completamente diferente. Tres personajes ambiguos y enigmáticos. Berger nos entrega una película simple en su superficie narrativa pero profunda en todo su subtexto. Un poco como lo que pasa con la deep web: no la vemos, no es fácil de acceder a ella, pero está ahí. El cazador es un film inquietante que utiliza la premisa de los deseos reprimidos para, al mismo tiempo, denunciar el sórdido submundo de la pornografía infantil.
Dirigida por Eryk Rocha y escrita junto a Fábio Andrade y Julia Ariani, llega a las pantallas de Cine.Ar TV y Play, Miragem, una coproducción entre Brasil, Francia y Argentina que sigue a un taxista durante sus noches de trabajo por las calles de Río de Janeiro. “Por las noches las calles están más vacías y frescas”, dice Paulo sobre por qué prefiere ese turno para su trabajo como taxista. Un hombre que se percibe solitario y tranquilo. A lo largo de la primera parte de la película nos sumergimos en el universo de nuestro protagonista que vive de noche en su taxi a través de las calles de Río de Janeiro. Mientras los pasajeros no tienen más que esa presencia, justamente, pasajera en sus vidas, está la radio haciéndole compañía y, también, terminando de reflejar una dura realidad. Todo se va poniendo más difícil para este hombre que trabaja por un hijo al que no puede ver, después de haberse separado, por no contar con los medios económicos necesarios. La primera parte del film se centra en el deambular entre desconocidos. Personajes que entran y salen y no se repiten, como un grupo de muchachos irrespetuosos o una pareja argentina en crisis. Con uno de esos pasajeros que parecían volátiles, una enfermera que trabaja hasta tarde, empieza una relación y esto permite ahondar un poco más en su vida. A nivel narrativo, la película se toma su tiempo para ir desarrollando a su protagonista y su historia y la primera mitad casi puede parecer hasta reiterativa. Lo más interesante, quizás, de Miragem radica en su universalidad. Las calles de Río de Janeiro, a esas horas, también podrían ser las de Buenos Aires. La rutina de una persona que ve y habla con cientos de rostros diferentes en un día y la mayoría quedarán olvidados. Miragem parece ser una película sobre la soledad. Estar rodeado de personas todo el tiempo y estar solo, volver solo a tu casa y terminar en tu cuarto mirando la foto de la persona que extrañás a través de la pantalla de un celular. El taxi casi como un segundo hogar, el lugar donde se pasa la mayor parte del día, que cada vez parece más pequeño y asfixiante. Fabricio Boliveira es el actor que da vida a Paulo y quien lleva adelante toda la película a través de su mirada y los primerísimos primeros planos. Inés Estévez y Luis Ziembrowski tendrán unos pocos minutos en pantalla dando vida a un matrimonio que se encuentra de viaje y acaba de entrar en crisis, pero la otra presencia a destacar será la de Barbara Colen (Bacurau) como la mujer que también entiende de trabajar en horarios fuera de lo normal y ver continuamente mucha gente pasar frente a ella. Eryk Rocha retrata este mundo a través de hipnóticas imágenes y los sonidos que las acompañan. El tono es más bien melancólico y casi no hay momentos en los que veamos a Paulo contento o riendo. La música también sabe jugar su rol. Miragem es el retrato de una ciudad de noche pero también de uno de sus habitantes. Porque la noche siempre pareció pertenecer a los solitarios. Una película bella, algo claustrofóbica que, cuando se aleja de la historia ficticia de Paulo y se enfoca en la urbe, se parece más a un documental.
Se estrena a través de Vimeo On Demand un cautivante documental dirigido por Iván Osnovikoff y Bettina Perut que tiene como protagonistas a dos perros callejeros que pasan sus días en un parque de skate. En el parque Los Reyes, en Chile, se pasean adolescentes practicando skate o bebiendo o fumando o, simplemente, conversando sobre sus vidas y las inquietudes propias de esa edad. Sin embargo, la cámara se enfoca en otros personajes: en Chola y Fútbol, dos perros callejeros que pasan el día deambulando en ese parque. Animales que vagan y descansan alrededor de esta juventud. A la vez, ellos observan y escuchan, están pero no están, porque no se inmutan, no interrumpen, juegan entre ellos o con quien los busque de antemano. Son como dos mundos distintos que conviven. Los Reyes es un documental de observación, por eso se dedica durante largos minutos a seguirlos. Durmiendo, ladrando, jugando con una pelota u otros elementos en la boca, como si lo que necesitaran fuera tener algo, lo que sea, a que aferrarse. Ese parque es su hogar y al mismo tiempo lugar de juegos. Hay un par de momentos, ya más cerca del final, en el que la cotidianidad se ve un poco interrumpida. Uno es con un evento de skaters que pone vallas y les impide deambular libremente como suelen hacer, y otro es cuando llega la navidad, que parece impregnar el ambiente de un aire distinto. Más allá de estar siempre en foco estos seres, desde planos abiertos en los que se los ve interactuando con el ambiente, a los impactantes planos detalle que logran hasta transmitir texturas (es para destacar la fotografía de Pablo Valdés), también está ahí la juventud, los chicos que utilizan ese parque como un refugio o escape, donde pueden hacer lo que quieren y hablar de lo que quieran, con temas predominantes como las figuras de la madre, las drogas y sus posibles consecuencias, o la idea a veces aterradora del futuro. Iván Osnovikoff y Bettina Perut dirigen un documental que se siente por momentos bastante calculado, pero al mismo tiempo están ahí sus dos protagonistas simplemente viviendo la vida que les tocó y ellos siempre son muy genuinos. Los reyes es un documental que, a través de un retrato que se construye con paciencia, consigue ser encantador desde el primer momento gracias a sus protagonistas, esos dos perros que no tienen que hacer nada más que ser ellos mismos. Sin embargo también deja una sensación agridulce hacia el final.
Una de las películas que llega esta semana a las pantallas de Cine.Ar TV y Cine.Ar Play es una curiosa propuesta de ciencia ficción protagonizada por Diego Cremonesi y dirigida por Martín Basterretche. Si bien en los últimos años creció la producción de cine de género nacional, todavía estas películas de corte fantástico que llegan a cartelera son rarezas. Ni hablar si mencionamos ciencia ficción y extraterrestres. Uno de los ejemplos más evidentes, probablemente, es Invasión, de Hugo Santiago, aquella película en blanco y negro que ya cumplió cincuenta años y contó ni más ni menos que con guion de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Aunque allí se sugiere más de lo que se muestra, también desde el póster y el tráiler de Devoto, la invasión silenciosa, dirigida por Martín Basterretche, es fácil de todos modos intuir un tipo de influencia más internacional. La película, que llega ahora a Cine.Ar en medio de la pandemia, nos sitúa, luego de un prólogo que se entenderá mejor cerca de la mitad de la película, en un edificio con personajes que despiertan allí sin entender cómo y por qué llegaron. Personajes como un cura alcohólico, una enfermera y una ex militar. Pronto, una voz les hablará a través de los parlantes. Pero no, no estamos ante Saw ni nada por el estilo. Escrita por Fernando Regueira, la información se brinda a medida que los personajes la van conociendo, sobre todo qué tienen en común y cuál es el fin de cada una de estas presencias. Durante esa noche de un futuro demasiado cercano es que se sucede la película que, de a poco, revela una trama con elementos clásicos de la ciencia ficción y un personaje que puede ser tan mítico como real. En cuanto a las actuaciones, en general, son bastante buenas, comandadas por el talentoso Diego Cremonesi que sigue mostrando su amplio rango actoral. Se los nota entregados a sus personajes y a las historias, de otro modo, probablemente, parecerían más un grupo de personas jugando. En este sentido, el film consigue superar la barrera del presupuesto y, salvo en algunos momentos, luce bastante bien y creíble. Personas normales que se tienen que convertir en héroes. Resistir, el mayor objetivo. De eso trata sobre todo Devoto, la invasión silenciosa. En el medio hay un poco de acción, de efectos especiales, algunos aspectos de guion que se sienten un poco forzados, y un notable tratamiento del sonido, ya sea desde los efectos como en el uso de la banda sonora. Devoto, la invasión silenciosa es una película que apunta, antes que nada, al espectador que disfruta y se entrega al cine de género. La realización de Martín Basterretche es bastante buena y el film consigue ser intrigante en un principio y luego más entretenido. La trama, por momentos muy simple, quizás podría haber aprovechado un poco más algunas aristas.
Se estrena en VOD, a través de iTunes y Google Play, una película de terror surcoreana que se introduce en la poco original temática de las posesiones demoníacas y los exorcismos: Los rostros del diablo, dirigida por Kim Hong-seon. Los rostros del diablo comienza con un exorcismo que sale mal. Mientras un grupo de cuervos revolotea afuera, un cura intenta sacarle el demonio a una joven que termina tirándose por la ventana. De este prólogo, que se sucede de manera sangrienta e impactante, saltamos a conocer a los verdaderos protagonistas: una familia numerosa que se muda a una casa nueva. En una de esas cajas quedan todavía guardadas las cruces y la Biblia. Al principio, esta familia parece tener conflictos cotidianos, algunos económicos que los llevaron a trasladarse y otros por desacuerdos entre ellos. Sin embargo, de a poco, las cosas se van tornando más inquietantes y las actitudes de estos personajes más extrañas y, a simple vista, inexplicables. Los rostros del diablo le dedica un buen tiempo a las metamorfosis de su título original, a mostrar a esta entidad demoníaca en el cuerpo de estos personajes diferentes. Así, una madre se queja de cómo los hijos la han consumido, o la hermana pone en voz alta los celos que siente. Cada una de estas actitudes se acompañan con un cuchillo o un martillo, como para que nos quede claro que no es un simple ataque de ira reprimida. Uno de los problemas de esta película radica en ese aspecto. Las escenas de estas posesiones personificadas se repiten durante largo tiempo, momento en el que la historia no avanza, y por lo tanto estas escenas comienzan a hastiar. Cuando por fin llega el momento en que se dan cuenta de que hay algo que los excede, llaman a un familiar que es cura. Aunque él haya sido quien efectuó el fallido exorcismo del comienzo, depositan allí su confianza y fe. ¿Cómo hacer para que la historia no se repita? Los rostros del diablo cae en los lugares comunes de estas películas de posesiones y exorcismos. Las muchas caras que puede tener el diablo, acá provocan desconfianza en sus protagonistas que no pueden saber si le hablan a la persona o al demonio. Un juego de espejos que podría haber sido interesante si no se lo sintiera tan reiterativo. En el medio, algunas escenas sangrientas y golpes de efecto que no consiguen demasiado. Aunque Los rostros del diablo apueste por una atmósfera oscura y densa, se regodea en el jump scare y los efectos especiales, bastante logrados estos últimos, eso sí. Los rostros del diablo podría haber sido una película más rica de haber sabido explotar mejor el drama familiar con el terror, la idea de un enemigo en tu propia casa, en un rostro que consideramos amigable. Pero en lugar de eso cae en situaciones ya vistas y contadas muchas veces, sin una pizca de originalidad y con un ritmo que se estanca en más de una parte. Le falta el alma que el diablo amenaza con robarle a sus protagonistas.