El éxito popular de «El Exorcismo de Emily Rose» catapultó la carrera del director Scott Derrickson. Unos proyectos después encontraría en «Sinister», película de terror que hizo en taquilla 30 veces su presupuesto, el segundo indicio de que era un realizador confiable como para que Disney le encargue proyectos de la talla de «Doctor Strange». Luego de quedar atrapado unos años pre-produciendo una secuela que no terminaría dirigiendo, tenemos finalmente la película que lo encuentra en su nueva realidad: un director con los suficientes éxitos y seguidores como para que le confíen hacer el proyecto que quiera. Derrickson ya garantiza proyectos en mayor o menor medida de género con premisas o mezcla de géneros más interesantes que la media estadounidense. Basada en un relato corto de Joe Hill, hijo de Stephen King, esta es una nueva entrega del género «peligrosa aventura de niños en los 70s-80s». Nuestro protagonista será la más reciente víctima de un secuestrador de niños, y sumado a los esfuerzos más corrientes por encontrarlo recibirá la ayuda indirecta de los sueños premonitorios de su hermana además de una línea directa con los espíritus de víctimas anteriores a través del teléfono negro en la habitación donde lo tienen secuestrado. Ciertamente ayuda a su disfrute ser fan del género de terror, pero en su gran mayoría la película es una divertida e intrigante aventura con graves consecuencias alivianadas por la inocente visión pre-adolescente de sus protagonistas. Digno acólito del estilo de su padre, el material original de Joe Hill entrelaza en su trama puntuales elementos sobrenaturales que no hacen más que condimentar un mundo 90% realista que ya funcionaría dramáticamente por sí mismo. En este caso el teléfono que le da título tanto al cuento como a la película, pero también un clásico de la obra de King en forma de esos sueños premonitorios que aquejan a la pequeña desesperada por encontrar a su hermano. En esencia la trama se mantiene bastante fiel a la obra original, siempre positivo cuando se le encontró a la misma valor suficiente como para buscar adaptarla, pero también acierta bastante en varios detalles superficiales que irá cambiando. El resultado es que el espectador disfruta de una experiencia positivamente literaria pero adaptada a un mejor disfrute audiovisual moderno con el toque personal de su autor. En particular lo mejor que agrega Derrickson desde la dirección y guion es que logre sentirse más como un tributo a su niñez particular a fines de los 70s que a un tributo nostálgico más genérico del resto de los productos resultantes del éxito de «Stranger Things». El nivel de comedia, registro histórico e incluso «violencia» propio de esos tiempos parece venir directo de la memoria de su realizador, más que apuntar a satisfacer la nostalgia colectiva del público. Incluso tiene en sus momentos más de cine de género la marca registrada de Derrickson en sus trabajos desde «Emily Rose», con una trama atrapante casi totalmente separada del terror que en secuencias muy puntuales y para nada estiradas (como suele sufrir el género) termina dando punzadas de sustos o ambientaciones propias del terror. Desde el uso muy consciente de grano en la imagen sumado al usual trabajo de sonido necesario para el terror contemporáneo. La cinta gana mucho gracias a sus intérpretes, siendo Derrickson por lo general un gran ojeador de talentos a la hora de armar sus elencos. El dúo de hermano y hermana protagónicos brillan con gran química, pero es en particular los papeles más pequeños los que terminan de armar un mundo entretenido e interesante para que se desarrolle la trama. Destacan especialmente los personajes y actuaciones de las víctimas anteriores. Punto aparte para Ethan Hawke haciendo del secuestrador, mientras que la película lo trata como una suerte de intrigante y peligroso obstáculo que sortear (apropiadamente como si los niños lo vieran más como jefe final de videojuego que otra cosa) también lo pone en la difícil posición de darle profundidad y textura a un personaje que se muestra a cuentagotas. Un tipo de reto que en esta etapa de su carrera Hawke ya viene aceptando con mucho gusto y dando excelentes resultados. «El Teléfono Negro» es el tipo de película que por hartazgo algunos podrían esquivar, pero logra separarse de la manada gracias a un director que sabe brindarle algo de personalidad propia además de manejar un juego de tonos a los que Hollywood históricamente se resiste. No reinventa la rueda, pero trasciende lo funcional y corriente hasta llegar a un buen rato que no basta con solo disfrutar sino que se gana tener que recomendar.
Lo nuevo de Santiago Mitre esta protagonizado por un Daniel Hendler caricaturista, padre primerizo y asesino. Una comedia con mucha sangre, sexo y francés subtitulado.
Madre, esposa, hija, Michelle Yeoh, dueña de una PyME y la última esperanza del multiverso.
Una imperdible Elizabeth Moss interpreta a la autora de «The Haunting of Hill House», que en los años ’50 ve en la irrupción de una joven pareja en su vida, hogar y matrimonio la inspiración ideal para su próxima novela.
Mudanza relámpago, nueva escuela, nuevxs amigxs, nuevos amores, noches de joda, madre estirada en familia y trabajo. Entre tantas cosas, Camila tiene algo claro: esta noche sale.
Durante los últimos años fue un secreto a voces que la carrera de Nicolas Cage comenzó a verse cada vez más afectada por su necesidad de saldar importantes deudas monetarias. Su imagen fue transformándose más allá de la simple estrella con polémicas decisiones creativas hasta ser señalado como un hombre que actúa en lo que sea por dinero. Con esta película, Cage parece estar anunciando su regreso ahora sí liberado de todas sus cadenas económicas y dispuesto una vez más a dedicar exclusivamente su tiempo a los proyectos que más le interesen en lugar de priorizar los que le den el mayor sueldo por la menor cantidad de tiempo invertido. ¿Qué mejor forma de anunciarlo al mundo que en una comedia donde se interpreta a él mismo en una situación muy similar? Nic Cage es Nic Cage en «El peso del talento», película que trata sobre un actor en baja que antes de concretar su regreso a las grandes ligas de Hollywood se ve obligado a aceptar un último trabajo denigrante por dinero: entretener a un millonario latino durante su fiesta en una playa paradisíaca. No del todo contento con el trabajo, decide aceptar para sacarse de encima a su agente y distraerse un poco de los problemas que le ocasiona su existencia como el gran Nicolas Cage a las pobres de su ex-mujer e hija adolescente. Pedro Pascal co-protagoniza como el millonario en cuestión, hiper fanático de toda la carrera de Cage. La química entre Cage y Pascal es uno de los motores que va a mantener el equilibrio entre comedia, extraño sentimentalismo y la promesa de acción que irá escalando con el correr de los minutos. Con el pasar de los días, además de con una intervención por parte de la CIA, Cage va a empezar a caer en que su nuevo amigo puede no ser quién aparentaba. Las andanzas de actor devenido a agente secreto llevan todo a una conclusión con acción a todo trapo, convirtiendo lo que venía siendo ya una disfrutable comedia acerca de fanáticos del cine con vidas muy extrañas en un blockbuster como los que Cage debe extrañar hacer. La cinta en su totalidad tiene un cariño inescondible por toda la carrera de Cage, regalándole a fans referencias (positivas y no tanto) a varios de sus proyectos, personajes o escenas más populares. Pero el cine con más ganas que otra cosa no termina siendo tan entretenido de ver, por lo que hay que valorar especialmente el trabajo de Tom Gormican en la dirección y guion. Hasta el momento el cineasta había realizado proyectos irregulares, como la serie «Ghosted» y la comedia «That Awkward Moment» con Zac Efron. Le deseamos lo mejor a Gormican, pero parece ser más que nada que la estructura de Cage como actor además del momento en su carrera, y porque no la guía de un Nic extremadamente vocal en set, le proporcionaron el contexto ideal para desarrollar una locura que por momentos parece tan orgánica y lógica como si se hubiese filmado sola. Aunque sin dudas el ridículo al que se logra someter Cage y el carisma (más un poco más de ese ridículo también) de Pascal ayudan bastante. «El peso del talento» es muy recomendable para cualquiera que sepa quién es Nicolas Cage, para cualquier fan de la sonrisa de Pedro Pascal o incluso de todo amante de las comedias inesperadas que priorizan los contextos situacionales a las maratones de «comediantes» parados improvisando ad nauseam que suele ofrecer Hollywood usualmente. Si hay algo que define la carrera de Cage es el anteponer la ambición desmedida por sobre el miedo al ridículo, y esta celebración paródica parece ser otra conclusión más de esos mismos ideales.
Crimen, lotería, secuestros y la vida por dólares: German Palacios y Sofia Gala tratarán de escapar a Uruguay mientras su pasado y presenten los quieren muertos.
Hendler y Sabbagh protagonizan una nueva comedia de tensiones del director de «Fase 7», que trata de enseñarnos los peligros de los esquemas piramidales y las bondades de extender un poquito más tu adolescencia.
No necesitas ser un dramaturgo hacia el final de tu carrera para conectar con esta película acerca de la nostalgia que inspira un contexto estéril que hace cautivante hasta los errores del pasado.
La saga de «Animales Fantásticos» ha alcanzado finalmente el ritmo que lleva el mundo real con respecto a su autora, reduciendo considerablemente el rol de J.K. Rowling al de un mero crédito por la «historia». Desafortunadamente, a pesar del acierto de traer nuevamente a la franquicia al guionista Steve Kloves, resulta que Rowling no necesita demasiado para descarrilar lo que debería ser un sencillo éxito y convertirlo en una particular decepción poco sorprendente. ¿Es mejor que la segunda? Sí. ¿Es peor que la primera? Sí. ¿Vale la pena verla? Depende de si tu fanatismo por Harry Potter supera tu amor propio y el valor que le das a tu tiempo. El retorno de Kloves al mundo cada-vez-menos mágico le brinda por primera vez a una película de «Animales Fantásticos» lo que en el mundo del cine llamamos «escenas», un concepto intrigante que Rowling haría bien en investigar. Las mismas estarán atadas por una insipiente trama general que combina lo peor de «uh, que peligro el populismo» y «nada es más fuerte que el poder del amor», pero no hay dudas de que le dan al minuto a minuto la sensación de que hay una narrativa real detrás de esta falsa franquicia. Si uno ve clips de escenas de esta cinta de forma individual, estaría disculpado por pensar que se trata de una verdadera película. El foco de discusión que de todas maneras se lleva todas las miradas es claramente el reemplazo de Depp por Mads Mikkelsen. Lo que a priori es una mejora considerable en la calidad actoral (y una bendición para el PR de marketing) termina no rindiendo de manera considerable. Uno no sabe si el guion tuvo en cuenta el cambio de actores, pero sin dudas que el producto final no logra aprovechar casi en ningún momento al gran actor que es Mikkelsen. Uno incluso se inclina por pensar que no está tan bien casteado en un rol que Depp (mambos aparte) dotaba de cierta… cualidad… interesante. Eso sí, el reemplazo de estrellas no pasó desapercibido para David Yates, que dirige cada una de las escenas con Mikkelsen como debe hacerse: obligando a la audiencia a acercar el oído a un demonio susurrante. ¿Logra ser efectivo? No realmente, pero al menos hay algo en lo que colgar la atención durante las casi dos horas y media de película. Ese sentimiento puede resumir perfectamente la experiencia que dejan «Los Secretos de Dumbledore», casi en igual medida que su genérico título injustificable para todo lo que no sea suplicar por algo de interés. Que tenga sus puntos rescatables hacen que quizás sea aún más decepcionante que ni siquiera llegue a superar a la primera «Animales Fantásticos» como la más decentemente entretenida de esta avalancha interminable de fuentes inagotables de dinero que no benefician a nadie más que a inversores. Creo que sin arriesgarme mucho, el mayor disfrute de este film es el regalo de tener la oportunidad de describirle el clímax del mismo a un alma inocente y mucho más sabia que uno, para compartir ambos la dicha de su absurdo. Esta onceava película en el universo de «Harry Potter» apenas si logra colarse vergonzosamente al final del TOP 10, y la próxima va a tener que ser definitivamente mala para que no pierda su lugar en el próximo e inevitable estreno. Nos vemos en la fila para Harry Potter 12.