Filmada totalmente en La Cumbre, Córdoba, la última película de Franco Verdoia, director cordobés nacido en Las Varillas, relata el breve y caótico regreso de Pablo (Esteban Meloni) al lugar donde vacacionaba cuando era niño, esta vez junto a su pareja Raquel (Raquel Karro) y el hijo de ella, Joáo (Rodrigo Silveira). A momentos de llegar a un mediocre hotel ubicado en las montañas, Pablo se encuentra con Miguel Piotti (Gabriel Goity) y su mujer (Gladys Florimonte). Es en ese momento cuando el protagonista atraviesa una angustia que lo paraliza, algo entre él y Piotti sucedió en el pasado, algo que sin duda no quedó resuelto para Pablo, quien no puede mantenerse estable emocionalmente ante la presencia de aquel adulto al que hubiera preferido no volver a ver. La película mantiene la tensión y el suspenso en cada escena en donde Pablo y Miguel se cruzan y se relacionan, construyendo la dimensión de esa afección psicológica que Pablo padece. La plan familiar durante la estadía se ve modificado a la vez que Pablo se hunde día a día en una situación angustiante y deprimente de la que no puede salir. Por su lado, Piotti no reconoce esta situación que atormenta a Pablo, su rol pasible y hasta bonachón refleja lo que muchas veces sucede en la realidad: quienes menos parecer ser personas agresivas y/o abusivas, lo son. Con pocos recursos técnicos, Franco Verdoia logra contar una historia muy personal e íntima, marcada por el dolor de su protagonista y los recuerdos reprimidos que causaron un trauma emocional muy fuerte. Para ello el director eligió un elenco que estuvo a la altura de cargar con el peso dramático de la narración sobre sus interpretaciones. Esteban Meloni lleva adelante un impecable y sólido trabajo de composición, acompañado por un actor todo terreno como Gabriel Goity, y las muy buenas performances de Raquel Karro, Gladys Florimonte y el pequeño Rodrigo Silveira. Una opción recomendable para disfrutar de nuestro valioso cine nacional.
El largometraje de Cecilia Del Valle que iba a ser estrenado en el BAFICI de este año y que encontró en la plataforma “Puentes de cine” de la Asociación de Directores de Cine PCI el lugar para ser exhibida, retrata la vida de Canela, una mujer trans de 58 años que se plantea la posibilidad de llevar adelante la cirugía de reasignación de género. En plena construcción de un edificio en la ciudad de Rosario Canela estaciona su camioneta y camina entre los obreros de la construcción, lleva vestido, lentes de sol y unos tacos pequeños, todo el mundo la trata con respeto y aceptando quien ha decidido ser. La mujer trans que es hoy es el resultado de una decisión de hace muchos años. Sin embargo, hace relativamente poco comenzó con el proceso médico de hormonización, algo que le trae felicidad pero también interrogantes. Aceptada por su familia y su entorno laboral, Canela piensa seriamente la posibilidad de someterse a la cirugía de cambio de género, pero esta posibilidad entra en tensión con otros planteos que debe hacerse si decide seguir adelante con esa idea, pues de ser un bastión muy necesario para todos sus familiares, pasaría a depender de ellos por unos meses en todo sentido. Entre charlas con amigos y familiares, reuniones con médicos y una cotidianeidad en donde Canela se ocupa de todo lo que la rodea, se plantean los interrogantes que conforman el eje principal del argumento ¿Qué es lo que realmente ella desea? ¿Cambiaría sustancialmente tras la operación? ¿Vale la pena asumir el riesgo médico que una operación de esas características conlleva? Canela dejó de ser Ayax Gardi hace tiempo y todo su circulo lo ha aceptado de esa manera. Sencilla desde su planteo pero también con ciertos interrogantes que abren a la reflexión, “Canela” nos invita a formar parte de la búsqueda de ciertas respuestas muy personales que la protagonista se plantea e intenta responder a lo largo del filme. Un sólido relato sobre la búsqueda de la plenitud personal más allá de la edad y el género.
Se trata de una de las apuestas más fuertes de Disney-Pixar de este año: "Unidos", película animada dirigida por Dan Scanlon y producida por Kori Rae, el mismo equipo creativo que estuvo a cargo de "Monster University" (2013). Con las voces de Chris Pratt, Julia Louis-Dreyfus, Tom Holland y Octavia Spencer en los personajes principales, tanto niños como adultos podrán adentrarse en una historia capaz de hacerlos reír pero también emocionarse. En ocasión de su décimo sexto cumpleaños, la madre de Ian lo sorprende con un misterioso regalo que le dejó su padre, fallecido tiempo atrás: un envoltorio que debe abrir con su hermano mayor Barley y que los lanza a una aventura contrarreloj totalmente inesperada que tiene como objetivo algo que ambos desean y con lo que Ian sueña hace tiempo: volver a ver a su padre, aunque sea por unas horas. En esta historia, por varios momentos una suerte de road movie animada, no falta nada: personajes divertidos, una historia sencilla y emotiva, obstáculos difíciles que los hermanos deberán superar y momentos de adrenalina y ternura muy disfrutables. Una manticora tan simpática como feroz, un dragón como mascota, pequeños insectos voladores con aspecto rockero y alas de hada, y otras criaturas fantásticas forman parte de este filme que tiene tantos personajes como situaciones y que no pierde el ritmo a lo largo de su desarrollo. Incluso Disney presenta en este filme a su primer personaje gay: Specter, una oficial de policía (con la voz de la actriz Lena Waithe). LA HERMANDAD Mas allá de ser una cinta animada y con momentos graciosos, hay que tener en cuenta que "Unidos" también trata temas más profundos que quizás restrinjan el público al que está destinada. La pérdida de un ser querido, el deseo de volver a ver a esa persona aunque sea por un instante, lo difícil que puede resultar transitar la adolescencia sin esa figura que solo recordamos por una foto, se convierten en reflexiones y transmiten cierta emoción que probablemente un niño de corta edad no pueda entender o disfrutar. Aquel que haya perdido a alguno de sus padres sabe no solo lo difícil que resulta aceptar esa perdida sino también cuán valioso resulta el apoyo y el amor de un hermano. En "Unidos" este tema es uno de los ejes principales y sin duda, el más valioso. Es a través de esta aventura, que también funciona para Ian como un viaje de descubrimiento, en donde el valor y el amor entre los hermanos se hace presente. Profundamente encantadora, "Unidos" garantiza un momento de verdadero disfrute ante la gran pantalla.
Casi 20 años más tarde, Edward Norton regresa a la dirección por segunda vez, y lo hace con la trasposición de una novela que le llevó mucho sacrificio económico. Las exigencias de producción eran grandes (el libro transcurre en los años 50’), y Norton quería obtener la mayor libertad creativa posible para desarrollar el proyecto. Entre problemas de derecho y batallas con el estudio, “Huérfanos de Brooklyn” logró reunir a un auténtico dream team actoral encabezado por Willem Dafoe, Alec Baldwin y Bruce Willis, además del propio protagonismo de Edward Norton, quien es también el guionista del film (debut en este rubro para él). La cinta sitúa la acción en el Nueva York de los años 50: Lionel es un detective privado que sufre el síndrome de Tourette, un trastorno neurológico que le trae grandes problemas al decir cosas que no quiere, entre otras consecuencias. Tras el asesinato confuso de su jefe y amigo Frank Minna, Lionel se obsesiona con el caso y comienza a sumergirse en él. “Huérfanos de Brooklyn” es de una ambición mayúscula. En lo personal, para Edward Norton, por ejercer aquí de director, guionista, productor y protagonista, pero también por las complejidades que la cinta propone, no solo por la complejidad que implica ambientar una película en los cincuenta, si no también por el desafío actoral de interpretar a un personaje con síndrome de Tourette: Edward Norton encarna un papel muy complejo, que si se lleva al exceso puede ser caricaturesco y hasta gracioso. Es en ese punto donde entra a destacar una dirección astuta, que hace que de gracia cuando debe hacerlo. Hay claros aires a “Chinatown”, de Roman Polanski, el cine de John Huston, y cualquier policial negro de los 40’/50’ que tranquilamente podría haber sido protagonizado por Humphrey Bogart o Cary Grant. La voz en off del detective conduce una trama que se va enredando cada vez más (como todo policial negro), introduciéndose en el mundillo de la política y la denuncia social). Con mayor o menor efectividad, Edward Norton se ajusta a las reglas básicas del género. Su trabajo como actor es extraordinario, mientras que como director, lo hace a medias, y eso se nota en ciertas decisiones (los flashbacks o escenas demasiado subrayadas y exageradas). De todas formas, su mejor virtud está en evitar que el film caiga en lo ridículo. Es interesante cómo la narrativa y la excelente banda sonora (compuesta por puro jazz) se van acoplando a la psiquis del protagonista. Toda esa nebulosa interna se exterioriza con una narración ‘borracha’ y desequilibrada que resulta muy interesante. En relación a su metraje, las casi 2 horas y media también resienten un poco la articulación de la historia. “Huérfanos de Brooklyn” se hace demasiado extensa, y se pierde en su propia maraña y laberinto de ideas. La última recta no logra retener el interés de un espectador ya disperso en la confusión. El film es intermitente, funciona, pero solo por momentos. Hay un poco de todo, incluso una gran actuación de Alec Baldwin, como un villano clásico (con claros aires a Donald Trump en esa denuncia social), y una placentera banda sonora. El mix es irregular, pero sale bastante airoso.
El pasado viernes 8 de noviembre estrenó en el MALBA la última película de Paula de Luque, protagonizada por Julieta Diaz, Jean Pierre Noher y la participación especial de Paula Robles, realizada de forma independiente por el grupo EL CLUB. El filme no contó con el apoyo del INCAA, si no que fueron los mismos realizadores y actores quienes se hicieron cargo de los costos que abarca la realización de una película. “La forma de las horas” tuvo su estreno latinoamericano en el prestigioso Festival Internacional de Cine de Gramado y fue la única película en Competencia Oficial por Argentina. Por su trabajo, Julieta Díaz obtuvo el Premio a la Mejor actriz internacional. El filme relata el último día que Ana (Julieta Diaz) pasa en la casa de playa que está a punto de vender, un lugar que ha sido testigo de una historia de amor que se ha derrumbado pero que ha marcado en su presente una huellas más que significativa. Contada de forma tal que determinadas escenas pueden entenderse como anteriores a otras más allá de la cronología del relato, la película puede verse desde el final hacia el comienzo y también de la forma tradicional y no implicaría un gran cambio para el espectador. El tiempo es un tema central de la película y también de la forma en la que esta se cuenta. Lamentablemente esta decisión no le aporta nada positivo a la historia, solo confusión y monotonía. Las temáticas que intenta abordar el filme son la soledad, el desamor, la fuga del tiempo, sin embargo, ninguna de ellas se explora con profundidad, las escenas son reiterativas y no logran transmitir nada. Está claro que retratan momentos que la pareja de Ana (Diaz) y Fernando (Noher) tienen (o tuvieron) en algún momento en aquella casa, pero aún así esto no nos dice nada. Por otro lado, la participación de Paula Robles es un gran incógnito: La bailarina aparece en varias oportunidades bailando y hasta se cruza con Ana en un determinado momento. ¿Qué quiere decir la directora con esto? ¿Para qué aparece Robles bailando sin parar? No se entiende, este misterioso e injustificado personaje no aporta ni suma nada al ya bastante vacío relato. Por parte de las actuaciones no hay nada nuevo que descubrir. Julieta Diaz es una gran actriz y verla es siempre un placer, sin duda lo único rescatable de esta película sea su trabajo, más allá que la historia que tenga que contar no sea demasiado atractiva ni interesante, como sucede en este caso. Monótona y solemne, “La forma de las horas” intenta ser un film nostálgico e íntimo pero cae en una inexplicable secuencia de escenas que no transmiten nada.
“Delfín”, la tercera película del director argentino Gaspar Scheuer (“El desierto negro”, “Samurai”), pone el foco en la historia de un niño de once años que vive solo con su padre en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, y que hará todo lo que está a su alcance para cumplir aquello que anhela. A Delfín Valdez (Valentino Catania) pocas cosas le resultan fáciles. Dada la situación económica precaria en la que vive, tiene que madrugar cada día para ir a trabajar a una panadería, asistir a clase y ocuparse de los quehaceres de la casa mientras su padre (Cristian Salguero) trabaja sin horario en una constructora. Scheuer elige relatar la rutina de este niño a lo largo de una semana muy especial: la orquesta del Teatro Municipal de Junín tomará audiciones para su conformación y Delfín no dudará en participar. La oportunidad representa un hecho muy importante para él, más allá de la incredulidad y las objeciones de su padre. TERNURA Y ESPERANZA A pesar de no tener formación en música, el amor que siente Delfín por el corno francés, y la emoción que le genera tocarlo, lo empuja a tomar desde un primer momento la decisión de responder a la convocatoria de la orquesta. La experiencia de viajar a Junín implicará para él una travesía de gran aprendizaje. Resulta interesante que más allá de la simplicidad del relato que construye Scheuer, existen interrogantes que el espectador podrá responder por sí mismo y que no se desprenden de forma obvia. Con inteligencia y sutileza se revelan algunos aspectos interesantes de la vida íntima de este padre y su hijo. El trabajo de composición de Valentino Catania y Cristian Salguero es conmovedor. Ambos construyen un vínculo cargado de ternura. Al clima de por sí intimista planteado por el director se suman escenas entrañables en donde las conversaciones entre ambos personajes lo dicen todo. De los rubros técnicos se destaca la música original de Ezequiel Menalled, que desde las primeras escenas nos interpela con sensibilidad y potencia. Un pequeño y valioso relato lleno de ternura y esperanza.
De la mano de los gigantes Disney – Pixar y con la producción de Mark Nielsen y Jonas Rivera llegó a las salas de nuestro país uno de los estrenos más esperados del año. La historia de Woody, Buzz y sus amigos lograron cautivar a la audiencia a lo largo de las tres películas que conformaban la historia y que parecía que había llegado a su fin con el muy buen cierre de “Toy story 3”. Sin embargo, esta última entrega no sola logra darle un final ingenioso y tierno a la saga, si no que transmite mensajes nobles y valiosos sobre la amistad, como estos personajes nos tienen acostumbrados. Al irse a la Universidad, Andy decide darle los preciados amigos que lo acompañaron durante su infancia a Bonnie, una tierna niña que le dedica a sus juguetes el amor y la dedicación que se merecen. En esta entrega, Bonnie crea a un nuevo mejor amigo en su primer día de jardín: Forky, a quien le cuesta entender que no pertenece más a la basura y que muy por el contrario, pasó a convertirse en el juguete favorito de la niña. Tras un inconveniente durante las vacaciones de Bonnie en un parque de diversiones, Woody y sus amigos tendrán que rescatar a Forky, quien quedó encerrado en una casa de antigüedades junto a Gaby Gaby, una muñeca antigua que lidera la tienda y que tiene un objetivo muy claro que cumplir. Toy Story superó durante el sábado 22 el millón de entradas y con comodidad! Así se convirtió en la primera película en la historia de la exhibición en la Argentina en llegar a solo dos días después del estreno. CINES ARGENTINOS. En 3 días (Jueves a Sábado) #ToyStory4 ya igualó el arranque récord de #AvengersEndgame en 4: 1.180.000 espectadores. Diego Battle. Otro de los personajes fundamentales de esta nueva (¿y última?) entrega es la reaparición de Bo Veep, quien lejos de encontrarse amargada por ser un juguete abandonado, se enorgullece de su libertad y de lo que ha logrado. El rol de Bo es de vital importancia para rescatar a Forky, misión a la cual también Buzzlightyear se suma más tarde. Con divertidos nuevos personajes, canciones hermosas (acá la playlist con las canciones), y una “voz de la conciencia” muy presente en Woody que hará que tome decisiones fundamentales para su destino, “Toy story 4” no defrauda y cumple con creces las expectativas de los espectadores que esperaban con ansias la continuidad de la historia. Todos los rubros técnicos son de excelencia. No hay nada que objetar en este sentido a esta historia en la cual niños y grandes disfrutarán y se emocionarán por igual: el sentido de la amistad, la lealtad y la fidelidad traspasan la pantalla, y el resultado es un producto lleno de risas y emoción. Opinión: Excelente
La película francesa que se estrenó el pasado jueves en nuestra cartelera nos relata la historia Mia, una niña que junto con su familia debe adaptarse a vivir en un granja de leones de Sudáfrica. Si bien las ganas de volver a su antigua vida en Londres generan en ella una inconformidad constante, la llegada de Charlie (un león blanco) modifica su realidad: el hermoso animal se transforma no solo en su mascota, sino también en su mejor amigo. Charlie y Mia construirán un vinculo lleno de ternura y complicidad a lo largo de los años (es interesante ver el crecimiento de la niña y el león en la película, un trabajo digno de destacar debido a que esta se filmó a lo largo de tres años). Llegado a la adultez, el león será la estrella del parque donde vive Mia, hasta que se entera que la vida de su mejor amigo corre peligro. Si bien el eje principal de toda la película es la relación entre Mia y Charlie, el conflicto que surge y la resolución del mismo se vuelve predecible e inverosímil. Es destacable el trabajo de Melanie Laurent (Daniah De Villiers): las escenas con el león y las que comparte con su hermano en la ficción, Ryan McLennan, están muy bien logradas. Los rubros técnicos son impecables y las locaciones donde se filmó la película son visualmente bellas. Sin embargo, le juegan en contra a la historia su linealidad narrativa y los puntos obvios que atraviesa.
Una película a puro Almodóvar: melodrama del mejor (ese que sabe exagerar y sin embargo despierta la empatía; ese que construye memorables guiños de humor mientras sacamos los pañuelos de los bolsillos), colores primarios plenos, guiños autoreferenciales, close-ups que revelan la emoción de actores icónicos. Sí, es una vez más Almodóvar sobre Almódóvar, un Almodóvar maduro como el barbado Antonio Banderas que seduce, conmueve y enternece encarnando a Salvador Mallo, un director que ya no filma, paralizado por sus dolencias (mostradas en un despliegue de efectos digitales) y sus adicciones. Con esta reflexión sobre las desventuras de directores de cine como él, Almodóvar parece completar así una suerte de trilogía junto a La ley del deseo y La mala educación. Los personajes que vuelven del pasado, los recuerdos de su infancia que se entremezclan con alucinaciones, nos muestran la vulnerabilidad de Salvador ante la realidad de envejecer que el éxito no logra amortiguar. La trama se apoya en actuaciones excelentes de Antonio Banderas (que le valió el premio a mejor actor en Cannes), Leonardo Sbaraglia, Penélope Cruz, Asier Etxeandia y Nora Navas. Una película sobre hacer películas, que juega con los límites de la ficción y la memoria. ¿Cuál es la película que estamos mirando? ¿Cuáles de las líneas narrativas que se superponen como capas de hojaldre son las que podemos identificar sobre el argumento de esta peli? Cuanto más prestamos atención a los detalles (el color de los ojos de los personajes, una frase repetida, la intervención instrumental de alguna actriz favorita del director, una escena de La niña santa de Lucrecia Martel en un televisor…) más nos deleitamos con la multiplicidad de sentidos. Pero el cine es imagen, y de eso Almodóvar sabe mucho, y nos deja su sello distintivo en escenas memorables, como el reencuentro entre Salvador y un añorado amante (en la piel de Leonardo Sbaraglia) que es una narrativa en sí misma, un punto de inflexión a partir del cual el dolor puede, todavía, llevar a la gloria. Reseña de CLAUDIA FERRADAS para www.ociopatas.com
El dramaturgo y cineasta cordobés es sin duda una de las cabezas más interesantes de nuestro país: sus ideas, la forma en que logra plasmarlas en ficciones, sus obras de teatro, películas y novelas han conmovido a miles de espectadores y a la crítica en general. Su última película, “Breve historia del planeta verde” se alzó con el Premio Teddy a Mejor Película y el Teddy Reader’s Award-Berlinale, y la Mención Especial del Jurado Competencia Argentina BAFICI , entre otros premios. Como cineasta, dirigió EXTRAÑO, LA INVENCION DE LA CARNE, ROSA PATRIA, LA PAZ, SI ESTOY PERDIDO NO ES GRAVE, entre otros premiados largometrajes, mientras que como dramaturgo escribió, solo por mencionar algunas: AMARAS LA NOCHE, NADA DEL AMOR ME PRODUCE ENVIDIA, LA VIDA TERRENAL, HE NACIDO PARA VERTE SONREIR, MATAR CANSA, PUDOR EN ANIMALES DE INVIERNO, TODO VERDE, LA MUJER PUERCA, representadas en la escena porteña con gran éxito. Su obra es enorme y los universos que atraviesa son de diferente índole, aunque hay un patrón que puede encontrarse en varias de sus creaciones: la particular mirada de la mujer sobre situaciones diversas. “Breve historia…” no es la excepción, pues a través de la mirada de Tania (una chica trans que hace shows en boliches) nos adentramos en un insólito viaje lleno de fe, confianza, ternura y valía. Junto a sus amigos Pedro y Daniela, Tania decide viajar a la casa de su abuela, quien acaba de fallecer, para hacerse cargo de su herencia y una peculiar misión que le es encomendada. En este road trip a pie los amigos lograran vencer cada obstáculo que se les presenta y además de encontrarse con ciertos aspectos de ellos mismos, se descubrirán entre sí, con sus personalidades, miedos y esperanzas. Este viaje los completa, les da la fuerza que necesitan para adoptar determinadas decisiones, los redescubre. Mas allá que la película fue premiada en la Berlinale por su temática LGTBQ+, lo interesante de “Breve historia del planeta verde” es que trasciende esta temática, es la historia de estos tres amigos y lo que juntos son capaces de hacer lo que vuelve a la historia una singular oda a la amistad. Tania, Pedro y Daniela no encuentran en la sociedad en la que viven un espacio donde sean escuchados, amados y/o reconocidos, Daniela atraviesa una profunda melancolía tras la ruptura de una relación, Pedro solo encuentra placer en la noche, donde puede liberarse y dar rienda suelta a su pasión: ambos encuentran en Tania la fortaleza y la confianza que en ellos falta, su amistad los completa, y este viaje a los tres, los transforma, los hace crecer. Un relato donde los géneros se fusionan, difícil de encasillar: como la vida misma. El trabajo de actuación de Romina Escobar, Paula Grinszpan y Luis Sodá es impecable, y los rubros técnicos acompañan la estética que propone la película. En relación al trabajo de dirección y guión, Loza construye un filme cargado de poesía y emoción. Opinión: Excelente.