“Cuando dejes de quererme”, de Igor Legarreta Por Marcela Barbaro La ópera prima del director vizcaíno Igor Legarreta, ofrece un thriller co producido entre Argentina y España, que pone en juego una historia familiar donde la investigación policial, el drama y el romance, se entrelazan para develar un crimen cometido en tiempos del franquismo, la guardia civil y la ETA. A través de un flashback que comienza en el 2002 y se remontará a 1968, con idas y vueltas en el tiempo, Laura (Flor Torrente) una joven que vive en Buenos Aires junto a su padrastro Fredo (Eduardo Blanco) recibe una llamada desde España, donde le comunican que hallaron el cadáver de su padre, Félix (Eneko Sagardoy), al que consideraban desaparecido. Ella y Fredo viajan hasta al país vasco donde la investigación reveló que fue asesinado hace treinta años. Al tiempo que se reencuentran con los familiares de su padre, aparece un agente de seguros, Javier Egoskue (Miki Esparbé), que le comunica sobre la existencia de un seguro de vida que dejo su padre. La atracción de Javier por Laura, los hará unirse junto a Fredo en una búsqueda que los llevará hasta la verdad. Cuando dejes de quererme responde a la estructura narrativa del policial basado en descubrir el whodunit (¿Quién lo hizo?), donde el enigma forma parte de la trama principal, de la que se abren distintas pistas que funcionan para trabar y alargar la disolución del conflicto. Algunas piezas sueltas funcionan para mantener cierta dosis de suspenso hasta el final. En éste caso, el hallazgo del cuerpo deriva en el viaje como sinónimo de búsqueda interior a través de los lazos afectivos que movilizan a Laura con su infancia. Un recurso habitual en el cine, que permite saldar deudas pendientes con el pasado y cicatrizar heridas. Legarreta construye un relato de estructura cíclica, que responde al proceso vital y moralmente “aleccionador” para la protagonista (sigue sin convencerme el trabajo actoral de Flor Torrente), bajo un guion que presenta cierta confusión, y abunda en las explicaciones lógicas sobre las hipótesis del crimen. Por otro lado, el contexto histórico que nos sitúa en aquellos años oscuros de represión y crímenes políticos, se mezcla con el tono liviano que le brinda el personaje de Fredo (muy bien Eduardo Blanco haciendo de tano), que recurre a chistes y ocurrencias en medio de estos sucesos, desentonando con la orientación de la película. Lo mismo sucede con la historia de amor predecible y efectista. Cuando dejes de quererme, título que devela su intencionalidad hacia el final, logra sostener cierto clima de intriga invitando al espectador a ser partícipe de la investigación junto a los protagonistas, quienes hacen lo que pueden por sostener una película nada sugerente que sufre desvíos y opta por lugares comunes. CUANDO DEJES DE QUERERME Cuando dejes de quererme. Argentina/España, 2018. Dirección: Igor Legarreta. Guion: Asier Guerricaechevarría, Jon Iriarte, Javier Félix Echániz. Intérpretes: Eduardo Blanco, Flor Torrente, Miki Esparbé, Joaquín Climent y Antonio Dechent, Eneko Sagardoy, Kandido Uranga, Josean Bengoetxea, Itziar Aizpuru, Mario Pardo. Música: Lucio Godoy/Fotografía: Imanol Nabea. Duración: 101 minutos.
“Dobles vidas”, de Olivier Assayas Por Marcela Barbaro El gran cineasta francés, Olivier Assayas, presenta Dobles vidas, una película en la que vuelve a reflexionar sobre el tiempo, un tema muy abordado a lo largo de su filmografía. En ésta oportunidad, la mirada se orienta al acontecer de un tiempo en constante cambio y transformación, a partir del advenimiento de la era digital. Esa adaptación a las nuevas formas de consumo y comunicación alteran nuestra percepción y relación con los objetos y los vínculos afectivos. Que mejor forma de transmitir los problemas de la digitalización, a través de su relación con la palabra escrita. Alain (Guillaume Canet) es un exitoso editor parisino, que hace años publica los libros de su amigo y escritor, Léonard Spiegel (Vincent Macaigne). Ambos comparten cierta resistencia ante las nuevas reglas del mercado literario y a las demandas de comercialización. Una dificultad propia de la generación de mediana edad, que la debaten en varias cenas con amigos, con quienes intercambian ideas en torno al mundillo literario. Entre ellos, está Selene (Juliete binoche), la mujer de Alain, una actriz disconforme y cansada de actuar en la serie policial en la que trabaja. Pero los cambios actuales, también se reflejan en sus relaciones sentimentales, y en el rechazo de Alain ante el nuevo manuscrito de Léonard, al considerarlo “reiterativo y autoficcionado”. Assayas reúne a un gran elenco de actores que ponen en juego una película coral y dinámica, donde la puesta en escena está en función de la palabra, algo que lleva a transformarse en una experiencia audible. No hay plano ni escena donde habite el silencio, todos hablan con la premura de un tiempo que exige estar a su altura, aunque se muestren incómodos. Más bien, hay una competencia de tertulias intelectuales y verborrágicas de parte de sus protagonistas, que recuerda a una de sus películas, Finales de agosto, principios de septiembre (1998). En ambas, el realizador opta por el formato de comedia ligera y espontánea, que remite al mejor estilo de Woody Allen. Los personajes no sólo enfrentan los desafíos contemporáneos, sino también una crisis de pareja, asociada a los nuevos paradigmas en relación al amor y el sexo. Alian y Selene están casados hace veinte años, tienen un hijo y se abren a nuevas experiencias. Leónard está en pareja con una joven, con la que no parece del todo comprometido, mientras mantiene una aventura con otra. En ambos casos, los que se pone en juego, paradójicamente, es la incomunicación de lo que verdaderamente sienten en relación al otro. Algo que se oculta a pesar de los excesivos diálogos, pero que se percibe en los comportamientos. Ellos duplican sus vidas y, de alguna manera, ficcionalizan su realidad con una naturalidad insospechada, que se vuelve tan creíble como frágil. Si en Viaje a Sils María (2014) Assayas reflexiona sobre la complejidad del paso del tiempo, y en Personal Shopper (2016) se acerca más al uso de la tecnología inserta en lo cotidiano, ahora en Doble vidas retoma la vorágine de los cambios tecnológicos que modifican patrones culturales de consumo y crea nuevos hábitos en el mercado. En esa transición, van surgiendo temas y preguntas sobre las diferencias entre las viejas costumbres como el libro en papel vs. e-book; o si hay menos lectores y más de los que prefieren leer en tablets; o si ahora se escribe más debido a los nuevos medios y soportes: el iphone, los blogs, twitter, Facebook, etc. “Desde siempre nuestro mundo está en constante cambio, dice el realizador. El gran desafío es filtrar, saber qué es lo más importante de todo lo que cambia y qué necesita nuestra adaptación o no. Al fin y al cabo, de eso va la política y el mundo de la opinión”. Sin embargo, Dobles Vidas no está a la altura del resto de sus trabajos anteriores, más allá de las buenas interpretaciones y el humor que la sostiene. La propuesta se acerca más bien a un ensayo, excesivamente hablado, sobre los conflictos contemporáneos que atraviesa la generación X en su intento de aggionarse a la sociedad 3. DOBLES VIDAS Doubles vies, Francia, 2018. Dirección: Olivier Assayas Guion: Olivier Assayas Reparto: Juliette Binoche, Guillaume Canet, Olivia Ross, Christa Theret, Antoine Reinartz, Pascal Greggory, Violaine Gillibert, Vincent Macaigne, Nora Hamzawi. Producción: CG Cinéma / Vortex Sutra / Arte France Cinéma Fotografía: Yorick Le Saux. Duración: 107 minutos
“El sonido de los tulipanes”, de Alberto Masliah Por Marcela Barbaro La crisis política que atravesó nuestro país en el 2001, ofrece el escenario perfecto para narrar una historia turbia, que desnuda viejos entramados políticos de corrupción. Bajo ese contexto de caos y desamparo, se desarrolla El Sonido de los Tulipanes del realizador Alberto Masliah (Schafhaus, casa de ovejas, 2010) ambientada en aquellos años y con un gran elenco de actores. Marcelo (Pablo Rago) es un escritor devenido en periodista de un diario local, y autor del libro “El Sonido de los Tulipanes”, en el cual revela un complot a través trabajos de inteligencia que involucra a muchas personas del entorno de su padre, Antonio Dimmarco “Tonio” (Roberto Carnaghi), un ex activista político y consagrado intelectual, con quien se distanció hace años a causa de esa publicación. Cuando Tonio aparece muerto, en circunstancias poco claras, comienza un proceso de investigación en manos del Laucha (Gustavo Garzón), quien sospecha que no fue un suicidio. Para Marcelo la pérdida de su padre lo desestabiliza emocionalmente y comienza a dudar de todos los que lo rodean. Entre ellos, aparece Carolina (Calu Rivero), la ex secretaria del padre, quien lo acompaña a develar el crimen, mientras él se enfrenta a El loco Bertolini (Gerardo Romano) y a su banda involucrada en aquel complot. Marcelo continúa para llegar a la verdad, a pesar del alto costo de su misión. Mientras las acciones avanzan para dar luz a los hechos, la trama se va complejizando y abriendo en varias subtramas que responden a temas vinculados a la dictadura, la apropiación, el exilio y la militancia política. En ese marco, todo está a punto de quebrarse, la desconfianza entre los personaje se acrecienta, y la sospecha presiona para sostener el policial. Al mismo tiempo, los protagonistas se mueven bajo la dualidad de un contexto adverso, donde les cuesta sostener los vínculos y mantener las ideas por las que lucharon, en otros tiempos. La película, enmarcada en el policial y con algunas características del cine negro, principalmente por los roles y estereotipos de los personajes, más que por el clima o la estética alcanzada, tiene puntos en común con Betibú (2014) de Miguel Cohan, en relación al escenario que presenta (una muerte a investigar), la realidad política argentina que refleja y las conductas sociales que se desprenden. Alberto Masliah, con una vasta experiencia en la producción y el documental (Negro Che, los primeros desaparecidos, 2006; El último quilombo, 2012; Yenú Kade: Cristiano bueno, 2015), sigue la línea temática de sus trabajos anteriores orientados a la identidad y los derechos humanos. En éste caso, según palabras del realizador, la identidad se remite más a un tema intrapersonal, en relación al vínculo padre e hijo, quienes van redescubriendo quienes son a partir de la pérdida, como quiebre. A pesar de la buena elección de los actores, que hacen lo posible por sostener la tensión, hay escenas donde la interpretación parece algo forzada, y otras, donde la mirada a cámara fracasa en su relación con el fuera de campo; no por lo que se preserva al espectador, sino en cuanto a lo formal. El sonido de los tulipanes trabaja sobre puntos oscuros de nuestra historia, pero en su afán por develar tantos frentes abiertos desde el guion, la puesta en escena no termina de alcanzar la fluidez y el ritmo necesario que exige el cine de género. EL SONIDO DE LOS TULIPANES El sonido de los tulipanes. Argentina, 2019. Dirección: Alberto Masliah. Guion:Alberto Masliah y Hernán Alvarenga, con la colaboración de Lucas Santa Ana. Intérpretes: Pablo Rago, Calu Rivero, Gerardo Romano, Roberto Carnaghi, Iván Masliah, Gustavo Garzón, Atilio Veronelli, Bernarda Pagés, Amanda Busnelli, María Lía Bagnoli, Víctor Malagrino, Daniel Di Biase, Pablo Palacio, Gustavo Pardi, Néstor Villa, Rodolfo Durán. Dirección de fotografía:Mariana Russo. Montaje:Emiliano Serra. Música: Mariano A. Fernández. Dirección de Arte: Augusto Latorraca. Dirección de Sonido Directo: Carolina Pérez Sandoval. Duración: 95 minutos.
“La lupa”, de Marina Zeising Por Marcela Barbaro Tomando como referencia la leyenda de la Loba capitolina (Lupa capitolina en italiano) transformada en la famosa escultura de la loba que amamanta a Rómulo y Remo y los salva del abandono que han tenido, el tercer documental de la realizadora Marina Zeising (Habitares; Lantéc Chaná) parte de esa imagen de instintivo maternal, que da nombre al título, para introducirse en una búsqueda muy personal hacia el significado de la maternidad, en un contexto de cambios socio culturales impulsados por los movimientos feministas en el mundo. Entre el documental interpretativo y de narración personalizada, la voz en offde Zeising guía el relato mientras las imágenes la van interpelando en relación a varios temas que se enlazan: la familia, el ser madre, el amor, la pareja y el rol de la mujer en la sociedad actual. A través de los viajes y este movimiento constante de búsqueda, primero a Italia donde investiga el lugar de la mujer en relación al patriarcado italiano, y luego a Noruega, de donde proviene su familia, vinculándola especialmente con su madre y abuelos, va registrando el espacio otorgado a la maternidad, se informa de la legislación vigente y extrae de sus raíces ancestrales la posibilidad de armar algo en relación a sus miedos y deseos. En Argentina, terminará de definir la dirección que tomarán sus actos a través especialistas en el tema, talleres, amigas e imágenes de archivo sobre la temática. “La elección de la temática “Maternidad” con perspectiva de género, se dispara a partir de ciertas adversidades personales que me sucedieron hace unos años, comenta la realizadora. Estos hechos me develaron el deseo latente de ser madre, pero al mismo tiempo me enfrentaron a mi profundo pánico al embarazo”. El tratamiento narrativo sobre los cambios de paradigmas en relación al género, y la militancia actual, temas interesantes y complejos que se hacen presentes, terminan quedando en un segundo plano, más bien sirven sólo de contexto, porque el objetivo se orienta (casi exclusivamente) al autodescubrimiento introspectivo, de corte empírico. La lupa apela al discurso autorreferencial, donde además de servir como un medio y vehículo catártico para Zeising, el espectador es testigo de la construcción del documental que vemos hacerse. En ese terreno, se acompaña la evolución interna de la realizadora, en relación a sus prejuicios, ideas y anhelos sobre su completud como mujer. LA LUPA La Lupa. Argentina, 2018. Dirección, guion y producción: Marina Zeising.Sonido directo: Carolina Sandoval. Dirección de Fotografía: Marina Zeising. Cámara:Marina Zeising,Leonel Oazis Scioli. Montaje:Marina Zeising. Voz en off: Marina Zeising. Música:Agostina Elzegbe. Duración: 88 minutos.
“La culpa”, de Gustav Möller Por Marcela Barbaro Un thriller minimalista, rodado en una misma locación y con un solo protagonista enfrentado a una tragedia que proviene del exterior. Bajo esas premisas, se presenta la película dinamarquesa La culpa, ópera prima del realizador Gustav Möller que, enfrenta esos límites de la puesta en escena, potenciando la imaginación en el espectador. El oficial de policía Asger Holm (Jakob Cedergren), suspendido temporalmente de sus funciones, es enviado a cumplir tareas como operador del servicio de emergencias 112. Durante su turno de noche, va recibiendo distintas llamadas que atiende y deriva, hasta que recibe la de una mujer aterrada. Asger se da cuenta de que la mujer ha sido secuestrada, y comenzará su búsqueda agotando los pocos recursos que tiene a su alcance, con la ayuda de otros operadores y policías distribuidos por el país. Esa situación límite, lo enfrentará a superar sus propias barreras, exceder las funciones que le adjudicaron y expiar una culpa que arrastra. Lo interesante del estreno es que, si bien hubo muchas películas rodadas en una sola locación o con el teléfono como intermediario,La culpapone el foco en el manejo y uso de los distintos planos sonoros y, en relación a la imagen, a lo no visto; ese fuera de campo que actúa sobre las escenas, generando una tensión que va in crescendoa medida que avanza el relato y se revelan cuestiones insospechadas. Como espectadores, sólo oímos las conversaciones, captamos el estado de desesperación de quien llama e imaginamos las situaciones o los escenarios posibles que atraviesa esa “¿víctima?”. Por otro lado, esa estimulación, se refuerza con la ambientación donde transcurre la historia, una oficina pequeña con distinta intensidad de luz, lo que genera un clima de mayor intimidad, opresión y de empatía con el trabajo del protagonista, a quien siempre vemos en cuadro, en plano medio o primer plano. Esa cercanía, permite revelar su estado anímico a través del lenguaje corporal y los cambios de tonos de la voz según la tensión de sus diálogos. Así, vamos internalizando el proceso que atraviesa el personaje, revelando que le sucedió antes de estar allí. El policía, Asger pone a prueba el costo de las decisiones que debe tomar en relación al otro pero, en esa responsabilidad, la ausencia del que no vemos, lo vuelve más presente y efectivo en la historia. Gustav Möller, realizador de origen sueco, presentó la película en distintos festivales internacionales con buena recepción. En el Sundance 2018 recibió el Premio del Público – Drama (World Cinema); en el Festival de Valladollid ganó el premio al mejor guion; quedó nominada a mejor película de habla no inglesa en los Satellite Awards; fue elegida por la National Board of Review (2018) como una de las mejor películas extranjeras del año y nominada al mejor actor, guion y premio Discovery en la ceremonia del Cine Europeo 2018. La Culpaes una propuesta interesante, simple en relación a los pocos elementos con lo que trabaja, de bajo presupuesto, que mantiene el suspenso desde lo narrativo, e invita a fantasear con lo que no vemos y escuchamos, dando lugar a que, cada espectador forme imágenes propias, sobre la película que construye. LA CULPA The Guilty. Dinamarca, 2018. Director: Gustav Möller. Guión: Emil Nygaard Albertsen, Gustav Möller.Intérprets: Jakob Cedergren, Jessica Dinnage, Omar Shargawi, Johan Olsen, Jacob Lohmann. Productores: Nordisk Film. Duración: 85 minutos
El Kiosko, de Pablo Gonzalo Pérez Por Marcela Barbaro - En tiempos donde nadie escucha a nadie en tiempos donde todos contra todos, el estreno de El Kiosko, ópera prima de Pablo Gonzalo Pérez, propone una comedia dramática de costumbres, que relata las vivencias de un hombre decidido a luchar por lo que desea y, en esa dirección, nada ni nadie se lo impedirá. Ese hombre es Mariano (Pablo Echarry), casado con una pintora (Sandra Criolani) y una hija en común. Trabaja en una oficina hace 20 años, paga la hipoteca de su casa y se siente alienado por el sistema. Ante el hartazgo, opta por el retiro voluntario y decide tener algo propio: ser dueño del kiosko de Don Irriga (Pablo Alarcón), un lugar poblado de recuerdos del barrio donde pasó su infancia. Sin embargo la venta del local esconde algo muy lejos de ese idealismo. Después de invertir todo el dinero en esa compra, se entera que la intendencia construirá un viaducto cerrando la calle donde se ubica el negocio. Anticipando su condena al fracaso, Mariano deberá hacer todo para enfrentar a su entorno y salvar a su familia. Al personaje de Echarry y Alarcón, se suma el talentoso Roly Serrano, como el pizzero y curandero del barrio que lo ayuda en todo lo que puede. Georgina Barbarrosa, en el rol de suegra histérica con buen pasar económico, que se niega a ayudarlo y es acosada por su consuegro, el padre de Mariano (que es el papá del director en la vida real). Entre el elenco, aparecerá el director José Martínez Suarez que, también, pasará a visitarlo por el kiosko. Pablo Gonzalo Peréz parte de vivencias personales para narrar una historia que refleja los problemas actuales de la clase media y lo hace con buen ritmo y buenas interpretaciones. Desde el guion se resalta la viveza argenta, el egoísmo del sálvese quien pueda y la solidaridad que otros tantos. Sin embargo, bajo ese contexto que abruma al protagonista, el relato no deja de lado el humor necesario y las exageraciones en ciertas situaciones, que matizan el conflicto de fondo. Desde el primer fotograma, los recuerdos con imágenes de golosinas, la pelota rayada (de las que daba Evita) la calesita del barrio, nos remontan a la infancia como aquel lugar donde el juego, los amigos y la libertad era lo único que importaba. Por lo menos, así es lo es para Mariano. Esa mirada nostálgica del realizador aludiendo a “todo pasado fue mejor”, presiona sobre los hechos que relata subrayando una realidad muy alejada de aquellos años y que presiona fuerte en el protagonista y su entorno. El kioskoes un buen debut cinematográfico que logra la empatía del espectador con la historia y los personajes. A pesar de las adversidades que enfrenta (tal vez, por momentos, en demasía) no abandona el discurso optimista que alienta, a pesar de todo, a luchar por lo que importa, verdaderamente. EL KIOSKO El kiosko. Argentina, 2019. Dirección y guion: Pablo Gonzalo Pérez. Elenco: Pablo Echarri, Georgina Barbarossa, Mario Alarcón; Roly Serrano, Sandra Criolani. Fotografía: Emiliano Penelas. Música: Carlos Ramírez Mendoza. Duración: 94 minutos.
“El cisne”, de Ása Helga Hjörleifsdóttir Por Marcela Barbaro Salpicada de la mitología nórdica, como de las tradiciones culturales y la libertad sexual que caracteriza a los islandeses, El cisne de la directora Ása Helga Hjörleifsdóttir, es una co producción entre ese país, Alemania y Estonia, que nos acerca a una cinematografía poco cultivada en nuestro país. La protagonista es una niña de 9 años llamada Sol (la bella Gríma Valsdóttir), que es enviada por sus padres, como castigo, a la casa de unos parientes lejanos durante un verano. Allí aprenderá a trabajar en el campo y vivirá nuevas experiencias en medio de un paisaje solitario de montañas y praderas. La idea es que madure y corrija su mal comportamiento. En medio de su proceso de adaptación, conocerá a Jon, un joven que escribe y trabaja con ellos, sólo en temporada, por quien siente una atracción. Ese primer deslumbramiento, se interrumpe con la llegada de la hija del matrimonio, una joven complicada con quien parece competir. Sol pone a prueba su adaptación, enfrenta la soledad y se aferra a su imaginación. Basada en la novela El cisne del escritor islandés Gudbergur Bergsson, un libro donde narra su biografía a través del relato en primera persona de una niña castigada. La película adapta el tema y los personajes literarios para hablar sobre el castigo, una práctica habitual en Islandia, que aún se sigue practicando. En este caso, Sol robó y debe saldar sus errores para crecer. El relato se construye a través del punto de vista de la niña, de su percepción del mundo y de una estética cuidada que mezcla lo real con imágenes oníricas y fantásticas, para acompañar una leyenda local, que subyace de fondo, a acerca de un monstro que habita en el lago, convertido en cisne. La voz en off de la protagonista intercala pasajes del libro, mientras enfrenta su estado de rebeldía y resignación al sentirse ajena en un mundo de adultos desconocidos. Un aspecto para destacar es la tensión constante que se maneja dentro del hogar, y entre los personajes, a quienes no terminamos de conocer ni tampoco se profundiza las causas de sus conflictos. Entre ellos, el padre de familia es interpretado por el reconocido actor islandés, Ingvar Sigurðsson(Animales Fantásticos, Medidas extremas, Trapped, Everest), como un trabajador agrícola de viejas costumbres y pocas palabras. En medio de ese desconocimiento, se mantienen algunos diálogos con planteos existencialistas que juegan como contrapunto en ese hogar que parece perfecto y armonioso. La película tuvo su estreno mundial en la sección Discovery del 42º Festival Internacional de Cine de Toronto. Y ha recibido el Premio a la Innovación en Cine dentro del Festival Internacional de Cine de Calcuta, como así también, el galardón a la Mejor Película Cinema del Mañana, en el Festival Internacional de Cine del El Cairo. El Cisne, primer largometraje de la directora nacida en Islandia, podría ser un modelo de película proyectada en la sección del BAFICI “Hacerse grande”. Una historia crítica que juzga con libertad y se enmarca en el género comming of age de la literatura y el cine, donde se fusionan ambos lenguajes, resaltando el aspecto alegórico, que le da origen. EL CISNE Svanurinn. Islandia, 2017. Dirección: Ása Helga Hjörleifsdóttir. Guion: Ása Helga Hjörleifsdóttir. Intérpretes: Thor Kristjansson, Blær Jóhannsdóttir, Gríma Valsdóttir, Ingvar Sigurðsson, Katla Þorgeirsdóttir. Fotografía: Martin Neumeyer. Montaje: Elísabet Rónaldsdóttir, Sebastian Thümler. Música: Tiina Andreas. Duración: 91 minutos.
“Juntas”, de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio Por Marcela Barbaro Se han escrito innumerables notas periodísticas sobre la primer pareja de mujeres casadas por Ley de Matrimonio Igualitario en Argentina en el año 2011. Luego de un gran activismo de la comunidad LGBTIQ, Norma Castillo y Ramona “Cachita” Arévalo, ambas de 68 años de edad, no sólo se transformaron en un fenómeno mediático sino, y lo más importante, en un ejemplo de lucha y perseverancia, tras haber ganado la batalla jurídica en relación a su historia de amor; una unión que había nacido treinta años atrás. La ópera prima de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio se aleja del amarillismo de los medios, para retratar un viaje postergado por ellas. Y lo hacen, de la mano de dos mujeres que comenzaron su historia en el caribe colombiano a fines de los ochenta. Allí, vivieron más de veinte años en la clandestinidad, formaron amistades y un hogar al que le faltaba la condición de visibilizar esa unión. Juntas las traslada a ese país donde se conocieron, ahondando en los laberintos de la memoria. Norma provenía de la Argentina y Ramona de Uruguay, ambas dieron una oportunidad a sus vidas, frente a una sociedad excluyente y, mayormente, homofóbica como sigue siendo la colombiana. En ese viaje, la voz en off de una de las directoras, se pregunta sobre el paso del tiempo y los cambios sufridos entre aquel paisaje exuberante y selvático que, parece no haberse modificado tras la distancia, y el de ellas, ahora, juntas asumiendo su sexualidad. ¿Quiénes cambiaron en realidad? Y en esa pregunta, que vuelve dos veces sobre el relato, se reafirman, una vez más, sin esconder la nostalgia que debieron atravesar. El documental se despega del discurso militante de pancarta, su tono se acerca más a lo poético, y se aleja del formato clásico (entrevistas frente a cámara, recopilación de testimonios e imágenes de archivo), para dar lugar a un registro más experimental, en el que se destaca el tratamiento visual sobre las imágenes y la fotografía, como el trabajo en el plano sonoro; terrenos donde ambas realizadoras unen sus conocimientos y experiencias audiovisuales. Co producida entre Colombia y Argentina, la película tuvo su premier mundial en la Competencia Internacional de ópera Prima en Cinéma Du Réel (Francia); y obtuvo una Mención Especial del Jurado en Asterisco Festival Internacional de Cine LGBTIQ; y el Premio Especial del Jurado SEFF en el DOCA Festival Internacional de Cine Documental (Argentina). Juntas se muestra haciéndose y, en esa construcción, el enunciado se vuelve autorreferencial. Es a través de viaje, donde se enfatiza el movimiento desde los travellings o los lentos desplazamientos de cámara, enlazando el pasado con el presente, como una suerte de reconciliación y reflexión sobre el amor. Tal vez, justamente por esa mirada sobre sí mismo desde lo formal, se disipe el foco sobre sus protagonistas, como si la historia de Norma y Ramona, las trascienda y termine siendo un puente para hablar sobre la libertad, el género y la identidad de tantas otras mujeres JUNTAS Juntas. Colombia/Argentina, 2017. Dirección: Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio. Intérpretes: Norma Castillo y Ramona ‘Cachita’ Arévalo. Dirección de Fotografía y Cámara: Nadina Marquisio. Montaje: Cristina Motta, Laura Martínez Duque, Nadina Marquisio. Música original: Sergio Escobar, Nadina Marquisio. Sonido directo: Juan Camilo Martínez Idarraga. Duración: 71 minutos
“Border”, de Ali Abbasi Por Marcela Barbaro El cine nórdico desde sus orígenes, se inclinó hacia historias donde lo fantástico, los mitos, el drama y el erotismo forman parte de su narrativa literaria y luego cinematográfica, destacándose en la estilización de las imágenes. El estreno de Border, del cineasta iraní Ali Abbasi (Shelley, 2016), radicado en Dinamarca, reúne todos estos elementos en un thriller intenso y enigmático bien narrado, que habla de las diferencias y la búsqueda de identidad. La película gira en torno a la vida de Tina (Eva Melander), una mujer que tiene potenciado el olfato y percibe los sentimientos de la gente: vergüenza, culpa, odio y miedo. Esa habilidad, le permitió trabajar como vigilante de aduanas, ayudando a identificar desde contrabandistas hasta pedófilos. Lejos de la rutina laboral, su felicidad radica en otro plano, más cerca de la naturaleza, donde se siente libre. A Tina le pesa sentirse fea y verse rara de cuerpo, hasta que se cruza con Vore (Eero Milonoff), que la mira de otra manera y le parece linda. Su atracción sexual se manifiesta de forma animal y hasta violenta. La similitud física entre ambos, es un interrogante que empezará a descubrirse, dando lugar a ciertas revelaciones. Él pondrá a prueba las habilidades y la tolerancia de Tina, llevándola a descubrir su verdadero origen. Basada en la novela “Gräns” de John Ajvide Lindqvist, el mismo autor de Criatura de la noche. Border mantiene una tensión latente a lo largo del relato. Una construcción de sentido, que el espectador encuentra en las acciones y en los hábitos de los personajes. Ellos parecen no encajar en una sociedad que los “Border”, de Ali Abbasi Por Marcela Barbaro - 27 febrero, 2019 Compartir Facebook Twitter El cine nórdico desde sus orígenes, se inclinó hacia historias donde lo fantástico, los mitos, el drama y el erotismo forman parte de su narrativa literaria y luego cinematográfica, destacándose en la estilización de las imágenes. El estreno de Border, del cineasta iraní Ali Abbasi (Shelley, 2016), radicado en Dinamarca, reúne todos estos elementos en un thriller intenso y enigmático bien narrado, que habla de las diferencias y la búsqueda de identidad. La película gira en torno a la vida de Tina (Eva Melander), una mujer que tiene potenciado el olfato y percibe los sentimientos de la gente: vergüenza, culpa, odio y miedo. Esa habilidad, le permitió trabajar como vigilante de aduanas, ayudando a identificar desde contrabandistas hasta pedófilos. Lejos de la rutina laboral, su felicidad radica en otro plano, más cerca de la naturaleza, donde se siente libre. A Tina le pesa sentirse fea y verse rara de cuerpo, hasta que se cruza con Vore (Eero Milonoff), que la mira de otra manera y le parece linda. Su atracción sexual se manifiesta de forma animal y hasta violenta. La similitud física entre ambos, es un interrogante que empezará a descubrirse, dando lugar a ciertas revelaciones. Él pondrá a prueba las habilidades y la tolerancia de Tina, llevándola a descubrir su verdadero origen. Basada en la novela “Gräns” de John Ajvide Lindqvist, el mismo autor de Criatura de la noche. Border mantiene una tensión latente a lo largo del relato. Una construcción de sentido, que el espectador encuentra en las acciones y en los hábitos de los personajes. Ellos parecen no encajar en una sociedad que los margina y rechaza por ser distintos. A partir de esa marginación que los aísla y los somete, la violencia parece ser la respuesta adecuada contra los abusos. Es ahí, donde se enfatiza el lado grotesco de los personajes, principalmente en la forma en que son mostrados como “freaks”, justificando sus comportamientos. Ali Abbasi construye una historia oscura e inclasificable en relación a los géneros, donde la intensidad visual y narrativa se coloca, en gran parte, sobre la sexualidad reprimida de sus protagonistas, justamente por el rechazo que han tenido, mostrándolos en un comportamiento primitivo y salvaje. Una sexualidad que, en otras personas, implica una patología perversa que humilla y somete, en torno al goce. En ese sentido, hay una mirada comparativa y recurrente, entre el comportamiento humano y el animal, remarcando las miserias humanas. En su presentación en los Festivales Internacionales, la película co producida en Suecia y Dinamarca resultó ganadora del premio Un Certain Regard en Cannes; del World Fiction a la mejor película en el Festival de Los Ángeles y del premio de la Crítica en el Festival Internacional de cine de Noruega; entre otras distinciones y menciones especiales. A través del buen uso narrativo de la iluminación y la fotografía, se construyen distintos climas que responden al proceso de cambio que manifiesta la protagonista junto a su entorno cada vez más adverso. A través de esos contrastes y dualidades, Tina comenzará una búsqueda introspectiva sobre sus orígenes. Border, resultauna suerte de fábula, que plantea la incertidumbre sobre lo real donde se pone a prueba la fragilidad de la verdad, como principio ético, en un mundo donde prevalece la mentira y la intolerancia. BORDER Gräns. Suecia-Dinamarca, 2018. Dirección: Ali Abbasi. Guion: Ali Abbasi, Isabella Eklöf (Novela: John Ajvide Lindqvist ).Intérpretes: Eva Melander, Eero Milonoff, Viktor Akerblom, Joakim Olsson. Música: Christoffer Berg, Martin Derkov. Fotografía: Nadim Carlsen. Duración: 101 minutos. margina y rechaza por ser distintos. A partir de esa marginación que los aísla y los somete, la violencia parece ser la respuesta adecuada contra los abusos. Es ahí, donde se enfatiza el lado grotesco de los personajes, principalmente en la forma en que son mostrados como “freaks”, justificando sus comportamientos. Ali Abbasi construye una historia oscura e inclasificable en relación a los géneros, donde la intensidad visual y narrativa se coloca, en gran parte, sobre la sexualidad reprimida de sus protagonistas, justamente por el rechazo que han tenido, mostrándolos en un comportamiento primitivo y salvaje. Una sexualidad que, en otras personas, implica una patología perversa que humilla y somete, en torno al goce. En ese sentido, hay una mirada comparativa y recurrente, entre el comportamiento humano y el animal, remarcando las miserias humanas. En su presentación en los Festivales Internacionales, la película co producida en Suecia y Dinamarca resultó ganadora del premio Un Certain Regard en Cannes; del World Fiction a la mejor película en el Festival de Los Ángeles y del premio de la Crítica en el Festival Internacional de cine de Noruega; entre otras distinciones y menciones especiales. A través del buen uso narrativo de la iluminación y la fotografía, se construyen distintos climas que responden al proceso de cambio que manifiesta la protagonista junto a su entorno cada vez más adverso. A través de esos contrastes y dualidades, Tina comenzará una búsqueda introspectiva sobre sus orígenes. Border, resultauna suerte de fábula, que plantea la incertidumbre sobre lo real donde se pone a prueba la fragilidad de la verdad, como principio ético, en un mundo donde prevalece la mentira y la intolerancia. BORDER Gräns. Suecia-Dinamarca, 2018. Dirección: Ali Abbasi. Guion: Ali Abbasi, Isabella Eklöf (Novela: John Ajvide Lindqvist ).Intérpretes: Eva Melander, Eero Milonoff, Viktor Akerblom, Joakim Olsson. Música: Christoffer Berg, Martin Derkov. Fotografía: Nadim Carlsen. Duración: 101 minutos.
“La boda”, de Stephan Streker Por Marcela Barbaro La boda, tercera película del director belga Stephan Streker (Michael Blanco, 2004 y The World Belongs to Us, 2013), relata la historia de Zahira, una joven de 18 años de origen belga-pakistaní atrapada entre la tradición familiar y la vida moderna que lleva en Bélgica, donde han emigrado sus padres. Aferrados a sus costumbres, la obligan a casarse con un hombre que ellos eligirán. Ante la presión, y la deshonra que implica negarse, Zahira enfrentará las consecuencias de sus propias decisiones. Narrada desde el punto de vista de Zahira (Lina El Arabi), somos testigos de su angustía al sentirse acorralada, a pesar de sus espacios de rebeldía. Si bien cuenta con la escucha de una amiga, la comprensión de su hermana mayor (víctima del mismo destino), y la complicidad de su hermano, nada le alcanza para revertir la decisión de sus padres. Una opresión que se traduce en los planos que la contienen, y que contrasta con los espacios y momentos felices, donde todo fluye con libertad. En su paso por numerosos festivales internacionales, La boda fue ganadora de 2 Premios Magritte Awards y nominada a 5 Premios César, incluyendo Mejor Película Extranjera, entre otras menciones. Stepahn Sreker se inspiró en hechos reales ocurridos en Bélgica en 2007, para realizar un drama contemporáneo que aborda temas universales: el rol de la mujer, los conflictos de género, el machismo, la libertad, la justicia y el amor. A través de un formato clásico, la película también se ocupa de exponer las contradicciones de una familia que sigue las tradiciones ancestrales, conviviendo en una sociedad posmoderna, en la cual se relacionan con otros occidentales desde un iphone o, se casan, los mismos pakistaníes, a través de Skype. Si bien a lo largo del relato, los protagonistas asumen distintos roles, como en las tragedias, y no se juzgan abiertamente las tradiciones, la mirada del realizador acompaña a Zahira y expone el grado de sumisión e injusticia que sostienen muchas civilizaciones en relación a la mujer. Lejos del concepto romántico de unión y del amor correspondido, La boda nos muestra otra forma de ejercer la violencia “invisible”, tan patriarcal como dominante. LA BODA Noces. Bélgica, 2016. Dirección y guion: Stephan Streker. Intéroretes: Lina El Arabi, Sébastien Houbani, Babak Karimi, Nina Kulkarni, Olivier Gourmet, Alice de Lencquesaing, Zacharie Chasseriaud, Aurora Marion, Rania Melloul. Fotografía: Grimm Vandekerckhove. Edición: Jérôme Guiot. Duración: 98 minutos.